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Equidad de género y defensa: una política en marcha • IV
rio indagar acerca de cuál es la metodología de inclusión más apropiada. En este
sentido, el 42,6% cree que cuando las mujeres se incorporan a unidades conformadas
íntegramente por hombres “deberían hacerlo indistintamente entre todas
las unidades”, o bien (41,2%) “no debería prestarse atención al sexo a la hora de
asignar personal a las unidades”.
Gráfico 16: Cuando las mujeres se incorporan a unidades integradas únicamente
por hombres, ¿cómo deberían ser asignadas?
Contestan: varones y mujeres del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea
Asignadas indistintamente
entre todas las unidades
42,6
Asignadas sólo a algunas
unidades para que haya más
de ellas en cada sitio
No debería prestarse atención
al sexo al asignar mujeres a
unidades formadas sólo por
hombres
12,3
41,2
NS/NC
3,9
Finalmente, se consultó a los/las encuestados/as en qué consiste el trato diferente
dispensado a las mujeres, en caso de que esa diferencia existiera.
Existe una suerte de “discriminación positiva” hacia las mujeres donde la diferencia
que se establece, más que vinculada a la exclusión o al maltrato clásico, se
refiere a otro tipo de relación. Un trato diferente, también discriminador, que ubica
a la mujer en el lugar del sexo débil, “que no debe ser forzada en los entrenamientos
tanto como los hombres” (10,3%), al que “hay que prestarle más atención
por ser mujer” (28,4%). En esta situación la “caballerosidad”, la “galantería” y los
“buenos modales” hacia la mujer, esconden un trasfondo de subestimación: “Se
espera menos de ellas por ser mujer” (4,2%).
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