Barrio de la Estación (PDF) - Gobierno de Aguascalientes

Barrio de La Estación
El barrio de La Estación surgió a finales del siglo XIX en el oriente de la ciudad. Hasta
entonces, la zona se caracterizó por ser predominantemente rural y estuvo dominada por
la presencia de la hacienda del Ojocaliente, las huertas del barrio de Texas y los baños
del Ojocaliente y de Los Arquitos, que se encontraban comunicados por una amplia
calzada que, a pesar de ser un concurrido paseo dominical, permaneció abandonada y
descuidada hasta fines del siglo XIX.
Los baños del Ojocaliente se habían levantado en 1831 por orden del coronel
José María Rincón Gallardo, quien como dueño de la hacienda del Ojocaliente quiso
explotar de manera comercial los numerosos manantiales que se encontraban dentro de
su propiedad.
Por otra parte, los baños de Los Arquitos fueron construidos a mediados del
siglo XIX por Luis Carreón. En su conjunto el edificio está conformado por distintas
construcciones: el Hotel San Carlos, de estilo neoclásico; una serie de albercas al aire
libre con arquería neogótica y la fachada principal, del mismo estilo que la arquería.
El panorama de esta zona de la ciudad comenzó a cambiar a partir de 1897, pues
el 23 de septiembre de ese año, la Compañía del Ferrocarril Central Mexicano se obligó,
por medio de un contrato firmado con el gobierno del estado, a construir en la ciudad
capital sus Talleres Generales de Construcción y Reparación de Máquinas y Material
Rodante. Los Talleres, que se levantaron al oriente de la ciudad en terrenos vendidos
por los dueños de la hacienda del Ojocaliente, incluían varios edificios importantes,
tales como la Casa Redonda, el Taller de Mecánica, el de Fuerza Motriz y los edificios
de Fragua y Carpintería, “monumentales departamentos” que según un observador de la
época, daban la sensación de constituir una “nueva y pintoresca población” surgida en
un terreno “años antes despoblado y desierto”.
Desde el punto de vista arquitectónico, uno de los edificios más notables fue el
de la Estación del Ferrocarril. Su construcción comenzó en 1910 y fue inaugurado en
1911. Diseñada por el ingeniero italiano G.M. Bosso, la Estación presenta un estilo
colonial californiano, mezclado con elementos de influencia hispánica. Cuenta con dos

niveles y cubierta de teja a cuatro aguas. La fachada está compuesta por cinco arcos de
medio punto en el primer nivel, balcones en el segundo y un reloj en la parte alta. El
remate de la construcción es una cornisa curvilínea típica de la arquitectura tradicional
mexicana”.
A raíz de las actividades de los Talleres del Ferrocarril surgieron en la ciudad
una serie de suburbios habitados por los trabajadores que laboraban en éstas y otras
fábricas que se instalaron en la capital a fines del siglo XIX. Además, se abrieron
nuevas avenidas, se remozaron las viejas y se construyeron edificios que, en su
conjunto, constituyeron lo que se conocería como barrio de La Estación
Así las cosas, junto a los ya mencionados Talleres vinieron a instalarse, a fines
del siglo XIX, el molino de harina La Perla, propiedad del empresario Juan Douglas;
una fundición de fierro y bronce y la planta de la compañía que abastecía de luz a la
ciudad.
Además de estas fábricas se construyeron algunos edificios notables, como el
Hotel Escobedo, que a principios del siglo XX se anunciaba como el “edificio más
moderno y de más moda en el país”, así como una Escuela de Artes y Oficios que abrió
sus puertas en 1898 y que posteriormente sería acondicionada como Hospital Militar.
Estas construcciones dieron al oriente de la ciudad una fisonomía urbana cada vez más
definida, lo cual fue posible además gracias a la remodelación de lo que en adelante se
conocería como la Calzada Arellano, que hasta fines del siglo XIX fue un “camino
quebrado tortuoso y angosto que comunicaba para el servicio público” los baños de Los
Arquitos con los del Ojocaliente.
A lo anterior habría que agregar el surgimiento de varias colonias habitadas
principalmente por trabajadores de los talleres del ferrocarril, pero también por
comerciantes, médicos, ingenieros y artesanos de diversos oficios. Así, a fines del siglo
XIX surgieron las Colonias Buenavista, Vázquez del Mercado, de Los Héroes y del
Trabajo, mientras que durante la primera mitad del siglo XX se conformó la llamada
Colonia Gremial. En la mayoría de los casos estas colonias surgieron sobre terrenos que
hasta entonces habían sido ocupados por huertas y durante mucho tiempo carecieron de
los servicios de luz, agua y drenaje, como en el caso de la Colonia Gremial.

A diferencia de las viviendas de los barrios más céntricos y antiguos, las casas
de La Estación carecían de un patio central alrededor del cual se organizaran las
habitaciones de los moradores. En La Estación, lo que predominó fueron casas más
compactas, construidas con madera o tabiques y rodeadas en ocasiones por un pequeño
jardín.
Todo lo anterior contribuyó a hacer de La Estación un barrio con características
singulares, diferentes a los antiguos barrios del centro pero con una identidad bien
definida, marcada sobre todo por la presencia de los Talleres y trabajadores del
ferrocarril, que tuvieron gran importancia en la vida del barrio durante buena parte del
siglo XX.
Fuentes:
Jesús Bernal Sánchez, Apuntes históricos, geográficos y estadísticos del estado de
Aguascalientes, Aguascalientes, Imprenta de Alberto E. Pedroza, 1928.
Rodrigo Espinosa, Directorio de Aguascalientes, Aguascalientes, Imprenta El Lápiz
Rojo, 1908.
Jesús Gómez Serrano, Aguascalientes en la historia, 1786-1920, Sociedad y cultura,
Tomo III-Volumen I, México, Instituto Mora-Gobierno del Estado de Aguascalientes,
1988.
Luciano Ramírez Hurtado, El estado de Aguascalientes, México, 1997.
Una ciudad por sus barrios. La remodelación de los barrios de la ciudad de
Aguascalientes, México, Instituto Cultural de Aguascalientes, 1991.