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17<br />

r e v is t a d e f ilo s o f ƒa<br />

www.revistade filosofia.com


La selección de originales para publicación, se someten de manera sistemática a un informe<br />

de expertos externos a la entidad editora de la revista y a su consejo de editorial.<br />

Estos informes son la base de la toma de decisiones sobre su publicación o no, que corresponde<br />

en última instancia al Consejo de Redacción de la revista y a la Dirección de<br />

la misma.<br />

BASES DE DATOS QUE RECOGEN LA REVISTA EIKASIA<br />

BIBLIOTEQUE NATIONALE DE FRANCE


CONSEJO DE REDACCIÓN<br />

<strong>Eikasia</strong> Revista de Filosofia<br />

www.revistadefilosofia.com<br />

Consejo de Redacción (en constitución): Dr. Fernando Pérez Herranz (Universidad de Alicante), Dr.<br />

Patricio Peñalver (Catedrático Filosofía, Universidad de Murcia), Dr. Alberto Hidalgo Tuñón<br />

(Universidad de Oviedo), Dr. Román García (Dr. en Filosofía. Director Instituto de Estudios para la Paz),<br />

Mtro. Rafael Morla (Catedrático de Filosofía, Universidad de Santo Domingo, RD.), Dr. Antonio Pérez<br />

(Universidad de la Laguna), Dr. Ricardo Sánchez Ortiz de Urbina, Dr. Felicisimo Valbuena (Universidad<br />

Complutense de Madrid), Dr. Jose Antonio López Cerezo (Universidad de Oviedo), Dr. Silverio Sánchez<br />

Corredera, Dra. Alicia Laspra (Universidad de Oviedo), Dr. Pablo Huerga Melcón, D. Mariano Arias, Dr.<br />

Jacobo Muñoz (Catedrático de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid.) Dr. Félix Duque<br />

(Catedrático Historia Moderna Universidad Autonoma Madrid), Dr. Luis Álvarez Falcón (Universidad de<br />

Zaragoza).<br />

Maquetado y diseño: Francisco Fdez. Yebra.<br />

Secretaría de redacción: Noemí Rodríguez y Pelayo Pérez<br />

Director Ejecutivo: Dr. Román García.<br />

Edita: <strong>Eikasia</strong> Ediciones<br />

Bermudez de Castro 14 bajo c 33011 Oviedo. España.<br />

T: +34 984 083 210 F: +34 985 080 902<br />

www.eikasia.es<br />

eikasia@eikasia.es<br />

ISSN 1885-5679


<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía 17 (marzo 2008)<br />

www.revistadefilosofia.com<br />

INDICE<br />

1.- Pablo Guadarrama Gonzàlez. Universidad de las Villas. Santa Clara. Cuba.<br />

Filosofía latinoamericana: momentos de su desarrollo, pp.1-45.<br />

2.- Juan José Colomina Almiñana Universidad de La Laguna).<br />

La filosofía de la ciencia y la técnica en Leonardo, pp.47-73.<br />

RESUMEN/ABSTRACT<br />

3.- Ramiro Délio Borges De Meneses. Investigador do Instituto de Bioética da Universidade Católica – Porto Portugal.<br />

A Complementaridade em N. Bohr: da mecânica quântica à filosofia, pp.75-126.<br />

RESUMEN/ABSTRACT<br />

4.- Raúl Garrobo Robles. Licenciado en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid. Diplomado en Estudios<br />

Avanzados en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid.<br />

El druida, el rey y la soberanía sagrada. Aspectos míticos del antiguo pensamiento céltico irlandés a través del espejo de<br />

la primera Grecia, pp. 127-219<br />

RESUMEN/ABSTRACT<br />

5.- Dr. Adolfo Vásquez Rocca. Pontificia Universidad Católica de Valparaíso – Universidad Complutense.<br />

Sloterdijk; entre rostros, esferas y espacio interfacial. Ensayo de una historia natural de la afabilidad. , pp. 221-235 .<br />

RESUMEN/ABSTRACT<br />

ÉTICA, DERECHOS HUMANOS Y COOPERACIÓN<br />

1.- Pacto de Estado contra la Pobreza. España., pp237-241<br />

2.- Dra. Coralia Pérez Maya. Profesora de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo-México.<br />

La educación contra la exclusión., pp.243-260<br />

RESUMEN/ABSTRACT<br />

3.- Manuel Delgado. Universitat de Barcelona.<br />

La identidad en acción. La cultura como factor discursivo de exclusión y de lucha, pp. 261-274 .<br />

RESUMEN/ABSTRACT<br />

4.- Román García Fernández, Dr. Filosofía, Director Internacional del Instituto de Estudios para la Paz.<br />

Inmigración e Identidad, pp. 275-288 .<br />

RESUMEN/ABSTRACT<br />

ESCAPARATE DE MIRADAS sección dirigida por Javier González Fernández<br />

El país de los hermanos Coen, por Javier González Fernández, pp. 289-305<br />

Cineastas asturianos premiados, por Javier González Fernández, pp. 307-308<br />

QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN. Sección dirigida por Julián Arroyo Pomada.<br />

La reforma de la filosofía en la enseñanza media Como fenómeno teórico-ideológico.<br />

Andrés González Gómez. IES. Doctor Balmis, Alicante, pp.309-364.<br />

CALLE FILOSOFÍA<br />

Sueño V: el sueño de los justos, por Javier López Alós, pp.365-366.<br />

Un relato para cualquiera, por Javier López Alós, pp. 367.<br />

Las piezas de g., por Javier López Alós, pp. 369-374.<br />

«Bitácora: Addenda y 2 , pp. 375-400» por Pelayo Perez


EL TONEL DE DIÓGENES<br />

Humoremas del amor y el sexo. Por Antonio José López Cruces, pp. 401-407 .<br />

Crítica de libros<br />

La vía mística no dual de José Díez Faixat. Comentarios a la obra de José Díez Faixat: «Siendo nada, soy todo»<br />

(Dilema, 2007) y «Entre la evolución y la eternidad» (Kairós, 1996) Silverio Sánchez Corredera , pp. 409-418.<br />

KARL MARX El espíritu del Mundo. De Jacques Attali, Ed. FCE, 446 pgs. Por Pelayo Pérez , pp. 419-420.<br />

JESÚS A. BLÁZQUEZ GONZÁLEZ: Unamuno y Candamo. Amistad y epistolario (1899-1936), Ediciones 98, Madrid,<br />

2007. por Antonio José López Cruces, pp. 421-439 .


Filosofía latinoamericana: momentos de su desarrollo.<br />

Pablo Guadarrama González.<br />

Universidad de las Villas. Santa Clara. Cuba<br />

Más allá de la vieja controversia sobre la existencia o no de una filosofía<br />

latinoamericana propiamente dicha, parece existir consenso al menos entre la mayor parte<br />

de los investigadores del asunto en reconocer que ha habido producción de ideas<br />

filosóficas con suficiente calidad 1 en esta parte de América, también controvertida en<br />

cuanto a su denominación de latina.<br />

La filosofía, en sentido estricto, para sus calificaciones y denominaciones jamás<br />

debió haber sido reducida exclusivamente a gentilicios o a patronímicos. En sí la filosofía<br />

no ha sido exclusivamente griega, latina, alemana o francesa, -pues los griegos se<br />

nutrieron de ideas de otros pueblos de la antigüedad, los romanos en mayor medida al<br />

tomar de la de los griegos, y los tiempos modernos alemanes y franceses tomaron mucho<br />

tanto de la filosofía antigua y medieval como de algunos de sus contemporáneos como<br />

ingleses, españoles, holandeses, etc. De la misma forma que tampoco se debe admitir la<br />

existencia de una filosofía exclusivamente platónica, pues que hubiera sido de Platón sin<br />

Sócrates y los presocráticos, ni tomista, pues cuanto le debe Tomas de Aquino a Aristóteles<br />

y a múltiples pensadores latinos y cristianos, ni llamarse exclusivamente marxista, pues que<br />

hubiera sido de Marx sin Rousseau, Kant, Hegel o Feuerbach para solo mencionar los mas<br />

inmediatos, y no detenernos en Epicuro o Demócrito que tanto le entusiasmaron durante su<br />

juventud o heideggeriana, pues quien imagina a Heidegger sin la poderosa huella de<br />

Nietzsche, Dilthey, Begson, Husserl, etc.<br />

1 “A esta altura de los tiempos, la filosofía de Hispanoamérica dispone ya de los recursos técnicos necesarios<br />

para plantear el problema del hombre en los términos universales de la episteme, de la filosofía como ciencia<br />

rigurosa. De hecho no solo ha planteado el problema, sino que ha propuesto teorías muy dignas de atención en<br />

cualquier parte- sobre todo en esa misma parte donde fueron producidas’ Nicol, E. . El problema de la<br />

filosofía hispánica. Fondo de Cultura Económica. México. 1998. p. 72.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 1


Guadarrama Gonzàlez, Pablo: Filosofía latinoamericana: momentos de su desarrollo.<br />

Ningún filosofo debería permitir que bautizaran a la filosofía con sus respectivos<br />

nombres en lugar de denominarlas por sus posiciones ontológicas, epistemológicas,<br />

metodológicas, axiológicas, etc., pues eso implicaría desconocer la influencia que en el han<br />

tenido sus antecesores y coetáneos. ¿Cuantas ideas no trascienden sus autores, países y<br />

épocas, y en ocasiones ni siquiera se conoce con total exactitud su procedencia, y sin<br />

embargo son asumidas como propias por hombres de otras latitudes y tiempos?<br />

Otro asunto es que, en sentido amplio, al hacer referencia al desarrollo de ideas<br />

filosóficas en un pueblo, cultura, período de la historia o pensador se acentúen<br />

determinados autores, ideas o rasgos propios de los mismos y en ese caso pueda tener<br />

validez muy relativa la utilización de tales gentilicios- como latinoamericanismo<br />

filosofico- 2 , patronímicos o periodizaciones.<br />

Sin embargo, aun en estos casos se debe tomar conciencia de los límites<br />

epistemológicos de tales denominaciones. De la misma forma que hay pensadores que<br />

trascienden sus respectivas épocas y culturas y se proyectan al futuro, otros quedan<br />

totalmente rezagados y ni siquiera llegan a situarse al nivel más adecuado de la mejor<br />

expresión del pensamiento de su tiempo y circunstancia. Estos últimos son los inauténticos,<br />

aunque en algunos casos pueden llegar a ser originales y novedosos en sus ideas, pero este<br />

hecho no les asegura de antemano un valor reconocible.<br />

En el ámbito cultural latinoamericano, si por tal se entiende fundamentalmente el<br />

que se constituye desde la conquista y colonización europea en los territorios dominados<br />

por españoles y portugueses, se ha producido desde el siglo XV un cultivo de ideas<br />

filosóficas que pueden y deben ser consideradas, en sentido estricto, expresión del primer<br />

momento de la filosofía latinoamericana.<br />

La filosofía latinoamericana no debe circunscribirse a aquellas reflexiones que<br />

solamente tienen como objeto el mundo cultural, ético, político, religioso,<br />

2<br />

Véase: Jalif de Bertranou, C. A (Compiladora). Semillas en el tiempo. El latinoamericanismo filosófico<br />

contemporáneo. Universidad Nacional de Cuyo. Mendoza. 2001.<br />

2<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Guadarrama Gonzàlez, Pablo: Filosofía latinoamericana: momentos de su desarrollo.<br />

socioeconómico, etc., de los países de esta parte de América, aunque algunos autores 3 con<br />

argumentos validos también así la conciben. Por supuesto que de algún modo tienen que<br />

aflorar tales problemas en el ideario de cualquier filósofo de esta región con suficiente dosis<br />

de autenticidad. Pero el hecho de que aborde estos temas no le otorga ya licencia de<br />

conducción para las vías de la universalidad. 4<br />

Esto solo es posible cuando el producto de su pensamiento posee los elementos<br />

indispensables de madurez teórica y cumple las funciones propias comúnmente exigidas a<br />

toda filosofía 5 . Cuando se cumplen estas funciones, -algunas de ellas cuestionables en el<br />

caso del pensamiento amerindio- entonces ese tipo de producción teórica puede gozar del<br />

adecuado reconocimiento, al formar parte de este tipo especial de saber que constituye la<br />

filosofía. Esto ha sucedido en América Latina desde que a partir del siglo XVI la<br />

escolástica, en sus distintas expresiones, se extendió en la vida intelectual latinoamericana<br />

hasta nuestros días, en que resulta difícil ubicar a los pensadores dentro de una exclusiva<br />

corriente filosófica.<br />

El pensamiento filosófico en América Latina ha constituido también, como en otras<br />

latitudes, un proceso de emancipación mental, de superación de los mecanismos<br />

enajenantes que han tratado de subhumanizar al hombre. Este ha dialogado<br />

permanentemente con el pensamiento de otras culturas, entre las que sobresale,<br />

naturalmente, la europea, pero no exclusivamente con ella. Por tal motivo resulta erróneo<br />

considerarlo como simple eco de la misma, como aún algunos pretenden.<br />

3<br />

Así Raul Fornet-Betancourt reserva ‘ el titulo de ‘filosofia latinoamericana’ para aquellas formas de<br />

filosofar en América Latina que hacen de la filosofía una tarea de reflexión context ual,(...)Fornet-<br />

Betancourt,R. Critica intercultural de la filosofía latinoamericana actual. Editorial Trotta. Madrid. 2004.p. 15<br />

4 Véase: Sasso, J. La filosofía latinoamericana y las construcciones de su historia, Monte Avila Editores.<br />

Caracas. 1997.<br />

5 Véase: Guadarrama, P. ¿Para qué filosofar? Centro de Estudios Filosóficos “Adolfo García Díaz”.<br />

Universidad del Zulia. Maracaibo. # 30. 1998. P. 109-1: Colectivo de autores. Dirección P. Guadarrama.<br />

Filosofía y Sociedad. Editorial Félix Varela. La Habana. 2000, 2001, 2002. Tomo I. p. 44-71.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 3


Guadarrama Gonzàlez, Pablo: Filosofía latinoamericana: momentos de su desarrollo.<br />

En las culturas más consolidadas de la América precolombina se apreciaba ya un<br />

desarrollo de la estructura socioeconómica tendiente a la sociedad de clases, que presuponía<br />

un conjunto de instituciones jurídicas, políticas y religiosas, desarrollo que prefiguraba una<br />

sociedad civil precaria en ocasiones, pero con algunos atisbos de potencialidades<br />

extraordinarias en otras esferas. En ese último caso, el hombre americano se situaba en<br />

condiciones de reflexionar sobre sus orígenes, sus sueños, sus idealizaciones y utopías,<br />

entre las que se encontraba su propio modelo de hombre.<br />

En el hombre de este mal llamado Nuevo Mundo -ya que son múltiples las pruebas<br />

que testifican una antigüedad significativa de muchas de estas culturas- se desplegó<br />

extraordinariamente un rico tesoro de concepciones prefilosóficas, que pese a los intentos<br />

por desconocerlas o subestimarlas no han podido, ni podrán, ser desarraigadas. El mayor<br />

interés debe ser conocerlas, cultivarlas y estimularlas en aquellos lugares donde aún se<br />

manifiestan.<br />

En la mayor parte de los mitos y leyendas de los pueblos precolombinos se<br />

consideraba al hombre como un ser devenido del mundo natural y emparentado, en cierto<br />

modo, con otros animales, dada su semejanza con los simios, en especial. Este hecho<br />

revela no sólo su capacidad de observación, sino la cosmovisión integradora que prevalecía<br />

en la mayoría de ellos. De este modo el hombre no resultaba un fenómeno extraterrestre<br />

sino consustancial a todos los demás seres con los cuales coexistía y a cuyo estado incluso<br />

podía llegar a ser convertido en caso de cometer alguna acción incorrecta.<br />

El problema de la existencia o no de un primer momento de filosofía en estas tierras<br />

de América antes de la llegada de los europeos 6 , y a partir de la visión occidental de lo que<br />

se entiende por filosofía, no debe constituir un obstáculo para profundizar en la cuestión<br />

del contenido cosmológico, epistemológico, antropológico, ético, etc., de las ideas de estos<br />

pueblos a través de las fuentes disponibles, si en realidad se aspira a efectuar un análisis<br />

desprejuiciado del asunto.<br />

6 ‘ El problema del comienzo de la filosofía es un problema decisivo también (...) no es tan fácil declarar<br />

completamente muerto el pasado anterior a la Conquista’ Cerutti, H. Filosofar desde nuestra América.<br />

Editorial Porrua- UNAM. México. 2000, p. 95.<br />

4<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Guadarrama Gonzàlez, Pablo: Filosofía latinoamericana: momentos de su desarrollo.<br />

El naturalismo antropológico que predominaba en el pensamiento amerindio resulta<br />

de gran valor por cuanto implicaba concebir al hombre como un ser orgánicamente<br />

imbricado a la existencia de todo el orbe. Era concebido como un producto y agente a la<br />

vez de la creación natural de todas las cosas. No prevalecía el criterio de presentarlo como<br />

un ente pasivo sujeto a los designios de fuerzas absolutamente incontrolables. Más bien se<br />

imponía la concepción de considerarlo un ser muy activo y decisivo en el devenir de<br />

todos los acontecimientos del mundo.<br />

A la vez que se apreciaba su consustancialidad natural con los animales y muchos<br />

otros fenómenos de la naturaleza, se distinguían su especificidad y sus potencialidades<br />

superiores al resto del entorno que, en definitiva y en cierta medida, quedaba subordinado a<br />

él, pero a la vez con cierta tutoría de la propia naturaleza, que debía ser siempre, en última<br />

instancia, respetada.<br />

Esas concepciones, incluso, se mantienen como predominantes en los descendientes<br />

actuales de aquellas culturas o pueblos testimonio que mantienen prácticas productivas y de<br />

aprovechamiento de los recursos del entorno ecológico mucho más racionales que las que<br />

la "racionalidad occidental" posteriormente impuso con la marcha forzada hacia la<br />

modernidad.<br />

En los mitos precolombinos aflora el interés porque el hombre incremente su<br />

fortaleza en todos los órdenes, tanto en lo físico como en lo espiritual; en especial se<br />

anhelaba que incrementara su sabiduría. Desde temprano existía conciencia de que esta era<br />

una de las formas de asegurar que el hombre dominara sus condiciones de existencia y, por<br />

tanto, fuese más libre, al ser más culto.<br />

Pero resulta muy interesante observar que la mayor parte de las cualidades que<br />

según estos mitos el hombre deseaba poseer eran atributos de muchos de los animales que<br />

le rodeaban y que, en definitiva, admiraba. Así se exaltaba la astucia del jaguar, la visión<br />

del águila, la posibilidad comunicativa de papagayos, la ligereza del venado, etc. El hombre<br />

aspiraba a poseer todas estas cualidades para ser superior a todos estos animales y<br />

subordinarlos a sus deseos. Por esa razón en muchos de sus rituales utilizaba sus pieles,<br />

plumas, etc., con el fin de apropiarse de las respectivas cualidades.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 5


Guadarrama Gonzàlez, Pablo: Filosofía latinoamericana: momentos de su desarrollo.<br />

Esto significa que no establecían un distanciamiento o abismo infranqueable entre el<br />

mundo de la naturaleza y el de la sociedad. Al contrario, los concebía integrados en una<br />

única totalidad en la cual hasta las mismas divinidades no eran vistas como algo<br />

absolutamente extraño y lejano, sino muy inherentes, próximas y hasta manejables. En ese<br />

proceso apropiativo de cualidades superiores se manifiesta una tendencia mayor a exaltar<br />

las espirituales sobre las anatomo-fisiológicas. Sobre todo se aspiraba, por lo regular, a<br />

incrementar la sabiduría humana y se expresaba siempre mucho temor ante la posibilidad<br />

de debilitarla o perderla. Este hecho era concebido como un gran castigo, lo que prueba que<br />

existía mucha conciencia de lo que significaba este rasgo específicamente humano, por<br />

encima de cualquier otra destreza del mundo animal.<br />

En su relación con el entorno natural y social, el hombre americano, como el de<br />

otras latitudes, tuvo que ir desarrollando mecanismos protectores de sus conquistas,<br />

especialmente de aquellas que tenían que ver con la supervivencia de la comunidad. Pero si<br />

se redujese exclusivamente a dicha función la preocupación humana por conservar los<br />

valores culturales creados, no se hubiera distanciado mucho de otras especies que junto a él<br />

han sobrevivido también.<br />

Desde un primer momento la cuestión referida a la seguridad alimentaria,<br />

habitacional, energética, etc., estuvo acompañada por el cultivo de aquellos valores que<br />

dignificaban su existencia, desalineándola, haciéndola más plena y feliz en todos los<br />

aspectos, y con ese fin la comunicación de la tradición oral y la educación de las nuevas<br />

generaciones evidencia que su máxima aspiración, en definitiva, era también trascender<br />

culturalmente, como supieron hacerlo.<br />

Si bien es cierto que a la hora de estudiar las principales conquistas de la humanidad<br />

en sus primeros estadios de desarrollo es necesario valorar con detenimiento los aportes del<br />

Antiguo Oriente y del mundo grecolatino, se debe también tomar en consideración los<br />

aportes culturales de los pueblos amerindios en diversas esferas de la vida socioeconómica,<br />

la agricultura, la arquitectura, así como en cuanto a sus concepciones cosmovisivas,<br />

antropológicas, religiosas, éticas, etc.<br />

Si en la filosofía griega el conócete a ti mismo socrático, orientado hacia el tema<br />

6<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Guadarrama Gonzàlez, Pablo: Filosofía latinoamericana: momentos de su desarrollo.<br />

antropológico, constituyó un viraje esencial en el desarrollo de la cultura occidental, y los<br />

sofistas iniciaron la transición hacia aquella ruptura con las predominantes concepciones<br />

cosmogónicas y cosmológicas de aquel pensamiento, es posible pensar que algunas de las<br />

culturas amerindias más avanzadas llegaron a ubicarse en el umbral de la reflexión<br />

filosófica, especialmente por el lugar que ocupó el tratamiento de la problemática<br />

antropológica en sus producciones espirituales.<br />

No resulta exagerado sostener que especialmente el pensamiento de los pueblos<br />

mexica e inca -pues aunque el maya también llegó a niveles incluso superiores de<br />

civilización 7 , eclipsó mucho antes de la Conquista-, se encontraba en el momento de la<br />

transición hacia el nacimiento de un pensamiento propiamente filosófico cuando se<br />

produce la interrupción de su desarrollo auténtico por la irrupción europea.<br />

El mundo cultural precolombino tuvo sus formas propias de racionalidad. Este no<br />

tiene por qué ser sometido estrictamente al exclusivo logos occidental (que en definitiva<br />

tampoco resulta un todo homogéneo, incluso para llegar a acuerdos universalmente<br />

aceptados sobre lo que debe entenderse por filosofía) para otorgarle carta de ciudadanía, 8<br />

lo mismo a él, que a otras culturas del orbe.<br />

Si se asume que la filosofía implica una concepción racional del mundo en su<br />

integridad, que no se deja arrastrar por dogma alguno, opinión o simple creencia que<br />

cercene sus potencialidades cognoscitivas, y que a la vez cumple otras funciones de<br />

carácter axiológico, ideológico, humanista, etc., sin que se reduzca a ninguna de ellas,<br />

podría llegarse a afirmar que estos pueblos de América, con anterioridad a la conquista<br />

europea, llegaron a niveles de lo que puede denominarse pensamiento prefilosófico 9 .<br />

7 "...debe reconocerse que los mayas constituyeron el pueblo más civilizado del Nuevo Mundo en los tiempos<br />

precolombinos, pues fueron los únicos que desarrollaron un sistema de escritura original" Morley, S. La<br />

civilización maya, Fondo de Cultura Económica, México l956. p. 290.<br />

8 ‘La supuesta ‘filosofia andina’ no cumple con varios de los criterios auto-determinados por la filosofía<br />

occidental’ .Esterman, J. Filosofia andina. Estudio intercultural de la sabiduría autóctona andina. Editorial<br />

Abya-yala. Quito. 1998. p. 42.<br />

9 Este concepto es empleado por investigadores de otras culturas de la antigüedad, como H. A. Francfort, J. A.<br />

Wilson y T. Jacobsen. Véase El pensamiento prefilosófico: Egipto y Mesopotamia, Breviarios del Fondo de<br />

Cultura Económica #97, México. Sin embargo, resulta significativo que Aristóteles se haya referido al<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 7


Guadarrama Gonzàlez, Pablo: Filosofía latinoamericana: momentos de su desarrollo.<br />

Es cierto que la ausencia de alfabetos y de escritura, como en el caso de los incas 10 ,<br />

así como la expresión pictográfica del lenguaje, limitaron las posibilidades expresivas y de<br />

construcción lógica. Sin embargo, no debe menospreciarse la valoración que hicieron<br />

aquellos misioneros cristianos que constataron, y hasta elogiaron, las particularidades de<br />

aquellos idiomas y formas de escritura.<br />

Al igual que otras culturas del Antiguo Oriente que también carecieron de esos<br />

elementos, las más avanzadas de América lograron elaboraciones cosmológicas,<br />

cosmogónicas y antropológicas con el decoro suficiente para figurar también entre los<br />

antecedentes de la cultura filosófica universal, del mismo modo que lo fue el periodo<br />

heroico en la antigua Grecia.<br />

En las culturas originarias de América se desarrollaron elaboradas concepciones<br />

sobre la justicia, la honradez, el respeto a la vida, a los bienes ajenos, que llegaron a<br />

impresionar profundamente a los conquistadores europeos y coadyuvaron al nacimiento<br />

del carácter utópico de aquellos pueblos.<br />

América fue cuna de utopía 11 , porque era la utopía misma para aquellos<br />

emprendedores hombres que se enrolaban en la invasión de prometedoras tierras y<br />

abandonaban sus respectivos países saturados por la recién engendrada violencia que traía<br />

aparejada la acumulación originaria del codicioso capitalismo.<br />

nacimiento de las artes y de "aquellas ciencias, que no van encaminadas ni a los placeres de la vida, ni a<br />

atender sus necesidades, vieron entonces la luz primera y precisamente en aquellos lugares en que los<br />

hombres podían dedicarse al ocio. Así ocurrió con las matemáticas, nacidas cerca de Egipto, porque en aquel<br />

país las castas sacerdotales estaban libres de todo trabajo". Para el estagirita, aquel desarrollo intelectual<br />

constituía el preámbulo necesario del saber filosófico. Aristóteles , Metafísica, Editorial Estudios, La Habana.<br />

1968p. 35.<br />

10 A juicio de Vladimir Kuzmischev, en los incas "la carencia de escritura casi no se reflejó sobre el desarrollo<br />

del pensamiento científico y técnico", pero sí reconoce que "el daño más cruel e irreparable causado por la<br />

carencia de escritura lo sufrieron las humanidades y la literatura" Kuzmischev, K., El imperio de los hijos del<br />

sol, Editorial Progreso Moscú. 1991 p. 149<br />

11 Estudios muy detallados sobre el papel de la utopía en América se encuentran en la obra de Horacio Cerutti<br />

Guldberg, Ensayos de Utopía, I y II, UAEM, México, 1989; De varia utópica ICELAC. Bogotá, l989, y<br />

Fernando Ainsa, Necesidad de la utopía, Ediciones TUPAC, Buenos Aires, 1990. Véase también: Mayer,<br />

Alicia; Cerutti, Horacio; Sánchez Mac Gregor, Joaquín y otros, La utopía en América, UNAM, México,<br />

1991.<br />

8<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Guadarrama Gonzàlez, Pablo: Filosofía latinoamericana: momentos de su desarrollo.<br />

El hombre americano era muy distinto al europeo, no solo étnica, sino sobre todo<br />

éticamente. Sus concepciones sobre las relaciones interpersonales, entre el hombre y la<br />

naturaleza y hasta con los dioses, eran muy diferentes. La "racionalidad" del europeo no<br />

propiciaba tolerar otra que fuera distinta a la suya, y lo peor de todo es que aún no quiere<br />

admitir que las cosas sean distintas de como él entiende que "deben ser" 12 . Y a tal punto<br />

llegó la tergiversación de la historia americana a partir de ese criterio dominante, que<br />

muchas de las versiones europeizantes de las costumbres e ideas de los habitantes de esta<br />

región trataban de presentarla a imagen y semejanza de las existentes en el "Viejo Mundo".<br />

Siempre de un modo u otro, las reflexiones antropológicas de estas culturas giraban<br />

hacia el logro de un hombre superior que encarnara todas las virtudes. En lugar de una<br />

enajenada deidad a la que se atribuyeran las mejores cualidades humanas, se buscaba y se<br />

deseaba cultivar en el hombre concreto de su tiempo aquellas virtudes que contribuyeran a<br />

su perfeccionamiento.<br />

Estudios antropológicos demuestran que esas características de alta estimación del<br />

trabajo y otros valores éticos no han desaparecido en los descendientes de aquellas culturas<br />

originarias de América. 13<br />

En los primeros estadios de su desarrollo los pueblos amerindios apreciaban su<br />

trabajo como una necesidad para sobrevivir, pero también como un placer, un arte y<br />

como vía esencial de realización de sus potencialidades, por tal motivo hasta los<br />

gobernantes participaban directamente en labores agrícolas, como sucedió en el imperio<br />

incaico, pero sobre todo han sido las alienantes relaciones de explotación de unos por<br />

otros las que a la larga han ido arraigando los criterios que distancian a esta actividad vital<br />

12 "En 1919, el jefe militar de Panamá en las islas de San Blas anunció su triunfo: -las indias kunas ya no<br />

vestirán molas, sino vestidos civilizados. Y anunció que las indias nunca más se pintarán la nariz sino las<br />

mejillas, como debe ser, y que nunca más llevarían sus aros de oro en la nariz, sino en las orejas. Como debe<br />

ser" l Galeano, E, "Cinco siglos de prohibiciones del arcoiris en el cielo americano", en: Nuevo amanecer<br />

cultural, 13 de julio, Managua. 1992. p. 7.<br />

13 Ruz Lhuillier apunta que "el maya es vigoroso y trabajador, es de naturaleza inteligente, sociable y alegre<br />

[...] Su concepto de la justicia, de la honradez, del respeto a la vida y bienes ajenos es notable" Ruz Lhuillier,<br />

A., La civilización de los antiguos mayas, Editorial Ciencias Sociales. 1974. p. 67.<br />

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del único sujeto laboral posible, que es el hombre.<br />

Las cosmologías y cosmogonías amerindias ponen de manifiesto que estos pueblos<br />

poseían una visión, en esencia, integradora del mundo, a pesar de concebirlo<br />

compartimentado en distintos niveles. Un monofisismo dialéctico, según el cual todo se<br />

encuentra concatenado e interpenetrado, predominaba en la mayor parte de sus<br />

concepciones sobre el mundo. El mundo natural y el social eran concebidos como<br />

interdependientes en alto grado. Prevalecía una visión antropologizada de todo lo<br />

existente, tanto de la naturaleza como del presupuesto mundo sobrenatural.<br />

Sus concepciones astrológicas establecían una relación directa entre el movimiento<br />

de los astros y el destino de los hombres individuales. Este hecho refleja también que<br />

concebían el mundo como una unidad no caótica, sino regulada. No como el simple<br />

producto arbitrario de voluntades divinas. Más bien, la subordinación entre dioses y<br />

hombres era cíclicamente alterna, en dependencia de múltiples circunstancias entre las<br />

cuales sobresalían las exigencias humanas.<br />

En muchos de los mitos precolombinos no se observa un espiritualismo<br />

desarrollado, del mismo modo que en los mitos de otras culturas de la antigüedad.<br />

Prevalece una concepción más naturalizada de la sociedad, en la que las fuerzas materiales<br />

se imponen y se enfrentan en luchas a través de fuerzas antitéticas: el cielo y la tierra, la luz<br />

y las tinieblas, el bien y el mal.<br />

Es apreciable el predominio de una visión determinista y naturalizada de las<br />

relaciones entre los fenómenos, tanto naturales como sociales, en lugar de una imagen<br />

estratosférica y abstracta en la que se hiperbolice la espiritualidad y esta quede<br />

hispostasiada, como exigirían algunas filosofías. A la espiritualidad se le reconoce un lugar<br />

importante en la vida de la sociedad, pero sus atributos no resultan hiperbolizados de<br />

manera absoluta.<br />

Sus mitos reflejan el grado de civilización, de desarrollo socioeconómico alcanzado<br />

por aquellas culturas y, en especial, el grado de diversificación y estratificación social que<br />

ya se había logrado en aquella naciente sociedad de clases. También manifestaban el<br />

10<br />

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conocimiento que aquellos hombres iban alcanzando, tanto de las fuerzas de la naturaleza<br />

como de sí mismos, de sus potencialidades, y, por tanto, el creciente proceso de<br />

desalienación que se daba en estas culturas.<br />

A su vez, los mitos indican las múltiples formas de enajenación de las cuales era<br />

objeto el hombre americano en aquellas etapas tempranas de su gestación cultural.<br />

Expresan muchas veces los vicios, limitaciones, temores y errores de los que era víctima<br />

aquel hombre germinal de nuestra cultura. A través de los mitos se expresa también el nivel<br />

de dominio que aquel hombre iba alcanzando sobre las propias cualidades humanas, como<br />

la valentía y el temor, el odio y el amor, la bondad y la maldad, el egoísmo y el<br />

desinterés.<br />

Las ideas referidas a la vida y a la muerte, a la permanente transmutación de una en<br />

otra, constituye un elemento sui géneris, al apreciar la muerte como un fenómeno natural<br />

necesario y no tanto como un castigo divino o resultado del infortunio.<br />

Cuando en las culturas no proliferan vías de expresión filosóficas clásicamente<br />

reconocidas como el aforismo, el diálogo ordenado, el tratado sintetizador de principios, o<br />

la escuela con sus discípulos reconocidos, entonces aparecen otras que no por ser menos<br />

clásicas dejan de ser vías también de expresión filosófica.<br />

En ocasiones estas vías, como la poesía, el monólogo, etc., son reconocidas para el<br />

hábitat occidental de la filosofía, pero más como retozos de la razón que como<br />

fundamentación de algún tipo de logos, aun cuando no deja de tomársele en serio. Pero,<br />

lamentablemente, cuando este fenómeno se presenta en la cultura latinoamericana abundan<br />

los ataques al lirismo, el esteticismo, entre otros, de la actividad filosófica en esta<br />

región.<br />

Mientras se mantengan esos criterios excluyentes y discriminatorios para la<br />

identificación del estatus filosófico de una cultura y prevalezca el prejuicio de que el saber<br />

filosófico es exclusivo de Occidente, resultará controvertido a los investigadores del<br />

pensamiento en América Latina, como en otras partes del mundo, incluso ser reconocidos<br />

como tales.<br />

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Las desigualdades sociales existentes en aquellas culturas tendrían, necesariamente,<br />

que estimular las reflexiones antropológicas de aquellos hombres, aun cuando no quedaran<br />

registradas en conservados discursos filosóficos. Se expresaron a través de leyendas, de su<br />

literatura y reflejan un nivel relativamente alto de elaboración teórica para aquellas<br />

condiciones.<br />

La propensión humanista y desalienadora se aprecia a través de múltiples<br />

testimonios de las culturas más avanzadas de Indoamérica, que se conservan y pueden y<br />

deben ser utilizadas como referencia demostrativa de la riqueza de aquellos pueblos. La<br />

lógica de la investigación sobre este tema puede inducir a la aseveración de formas más<br />

elaboradas de pensamiento de corte humanista, que posteriormente pudieron ser<br />

sincretizadas con las provenientes del pensamiento europeo durante la colonización, a<br />

través del enriquecedor proceso de recepción de ideas filosóficas.<br />

El desarrollo artístico alcanzado por estos pueblos evidencia la fina sensibilidad<br />

estética, la maestría técnica y la posibilidad de incursionar en un terreno en el que no se le<br />

da cabida simplemente a cualquier manifestación de tal carácter. El desarrollo del arte en<br />

estas culturas, y en especial de la arquitectura, revela un elevado nivel de espiritualidad,<br />

que se plasma plásticamente al evaluar los gestos de figuras, sus rostros, etc., así como la<br />

expresión de complejas relaciones interpersonales. La literatura, que se conservó<br />

básicamente por vía oral, pero se plasmó a través de la escritura, y que llegó en algunos<br />

casos a situarse en la transición de la pictográfica a la fonética, revela también los grados<br />

tan elevados de pensamiento abstracto alcanzados por estos pueblos.<br />

Las expresiones literarias de estos pueblos expresan también su mitología, la cual<br />

revela una profunda elaboración ética que llegó a plasmarse en códigos de conducta, que<br />

constituían una expresión de que la conciencia jurídica llegó también a tener grados<br />

impresionantes de desarrollo. Todo esto significa que alcanzaron un alto nivel de reflexión<br />

sobre los valores y antivalores humanos, que les situaba en el umbral del nacimiento de la<br />

filosofía. Resultará fácil el consenso si se le considera una forma de pensamiento<br />

prefilosófico.<br />

El problema de la existencia o no de una filosofía amerindia no es un problema<br />

12<br />

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resuelto aún 14 . Independientemente del hecho de que se considere que no hay suficientes<br />

elementos para apuntalar el argumento a su favor, tampoco resultan totalmente infundados<br />

los que se orientan hacia su demostración y utilización como un elemento más inherente a<br />

las culturas originarias de esta parte de América.<br />

El pensamiento filosófico que llega a América se corresponde más bien con el de la<br />

alta escolástica, que incluso ya había entrado en crisis. España, aunque renuente a emprender<br />

transformaciones, se vio precisada a través de su Contrarreforma a "encauzar las nuevas<br />

inquietudes renacentistas por caminos moderados" 15 .<br />

El pensamiento escolástico teocéntrico y logicista, que era la continuación del<br />

tomismo más ortodoxo, operaría en Iberoamérica un significativo proceso de renovación ya<br />

desde el propio siglo XVI. Esto no quiere decir que haya sido un vuelco radical, ni mucho<br />

menos, en la trayectoria de aquel pensamiento escolástico, pero indudablemente se operó un<br />

paulatino proceso de renovación que propició la recepción y gestación de ideas de mayor<br />

propensión humanista, bajo la filosofía crítica de Juan Luis Vives y el humanismo de Hernán<br />

Pérez de Oliva.<br />

La escolástica choca en aquellos pueblos aborígenes con concepciones del mundo que<br />

no pueden ser ignoradas absolutamente, pues el manejo ideológico de la conquista lo requiere.<br />

Y así, en cierta forma son asimiladas por los primeros sacerdotes que arriban a estas tierras.<br />

Las primeras formas de pensamiento filosófico se revelan necesariamente entre los<br />

círculos eclesiásticos. Y por tal motivo se encuentran bajo la tutela de la Iglesia que<br />

obstaculiza la amplia difusión de las ideas humanistas que en esos momentos están haciendo<br />

irrupción en Europa. Para realizar su labor cuenta con un poderoso instrumento de<br />

"convicción": la Inquisición.<br />

14 ‘”(...) pensamos que tambien las cosmovisiones indigenas contienen un cierto pensamiento, un modo de<br />

entender la realidad, la historia, el ser humano y todos los grades temas de los que se ocupa la filosofia. Es<br />

cierto que resulta difícil defender que en estas cosmovisiones se dio un salto epistemológico a un<br />

pensamiento filosófico, su sentido estricto y técnico. ‘” Beorlegui, C. Historia del pensamiento filosófico<br />

latinoamericano. Universidad de Deusto. Bilbao. 2004. p. 81.<br />

15 Monal, I. Las ideas en la América Latina. Una antología del pensamiento filosófico, político y social, Casa<br />

de las Américas, La Habana. 1985. p. 49.<br />

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Guadarrama Gonzàlez, Pablo: Filosofía latinoamericana: momentos de su desarrollo.<br />

Será en los propios monasterios donde se desarrolle una reflexión filosófica que indica<br />

los intentos incipientes de encontrar cierta autonomía de la filosofía respecto a la tutela<br />

religiosa. La confrontación entre el teocentrismo tradicional y las germinales concepciones<br />

humanistas en el seno de la escolástica latinoamericana se hicieron sentir desde el mismo siglo<br />

XVI.<br />

Ese interés por ubicar la discusión en un plano muy concreto, como es responder a la<br />

pregunta de si debe considerarse o no a individuos como los aborígenes americanos<br />

representantes también de la especie humana, marcaría el punto de partida de la reflexión<br />

filosófica en América. A la vez, dicho cuestionamiento tendría repercusiones universales, pues<br />

no constituiría una interrogante exclusiva de los que tenían que ver con la conquista de estas<br />

tierras, sino que constituía una obligada reconsideración de todo europeo sobre su concepto de<br />

hombre. De tal modo se estimulaba una polémica antropológica en medio de un ambiente<br />

espiritual teocéntrico.<br />

El humanismo 16 ha sido, es y será consustancial a la reflexión filosófica en América<br />

Latina. Está presente desde los primeros años de la conquista, cuando se produce la discusión<br />

sobre la justificación o no de tal empresa y la situación de los aborígenes en la misma. 17<br />

En las primeras universidades que se fundaron en América, si bien predominó<br />

inicialmente un pensamiento de mayor carácter ontologicista y metafísico, que reproducía las<br />

temáticas tradicionales de la escolástica europea, del mismo modo que afloraban las<br />

discusiones sobre temas naturalistas, los cometas, estructura del sistema solar, etc., hubo<br />

16 ‘El humanismo no constituye una corriente filosófica o cultural homogénea. En verdad se caracteriza en lo<br />

fundamental por propuestas que sitúan al hombre como valor principal en todo lo existente, y, a partir de esa<br />

consideración, subordina toda actividad a propiciarle mejores condiciones de vida material y espiritual, de<br />

manera tal que pueda desplegar sus potencialidades siempre limitadas históricamente. La toma de conciencia<br />

de estas limitaciones no se constituye en obstáculo insalvable, sino en pivote que moviliza los elementos para<br />

que el hombre siempre sea concebido como fin y nunca como medio. Sus propuestas están dirigidas a<br />

reafirmar al hombre en el mundo, a ofrecerle mayores grados de libertad y a debilitar todas las fuerzas que de<br />

algún modo puedan alienarlo.’’ Guadarrama, P. Humanismo en el pensamiento latinoamericano. Editorial<br />

Ciencias Sociales. La Habana. 2001; segunda edición Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia,<br />

Tunja. 2002. p. 47.<br />

17 El primero en protestar por la forma en que eran tratados estos hombres fue el fraile Antón de Montesinos<br />

en la isla de Santo Domingo, en fecha tan temprana como 1511. Este sacerdote pronunció un sermón que<br />

marco el inicio de ese perma nente proceso de emancipación de los dominados.<br />

14<br />

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también desde los primeros momentos preocupación de carácter antropológico, especialmente<br />

relacionada con aspectos ético-jurídicos y, en menor medida, de sentido político. Este último<br />

aspecto se incrementaría en la medida que la Ilustración se fue abriendo paso.<br />

La escolástica en América no fue una mera copia de las ideas provenientes de Europa.<br />

Y tal vez en esto sea necesario discrepar con algunos investigadores de la historia de la<br />

filosofía de esta región 18 que sostienen no encontrar nada original o auténtico en nuestros<br />

pensadores de aquella época.<br />

También desde el seno de la Iglesia, tanto en Europa como en América, a través de sus<br />

representantes más preclaros y progresistas se fue levantando paulatinamente un monumento<br />

que rendía culto al poder de la razón humana. Y en el caso de estas tierras, de esa razón no se<br />

excluía a los aborígenes americanos, al contrario, muchos insistieron en sus valores, incluso en<br />

los lugares donde estos fueron exterminados. 19<br />

Muchos de estos hombres supieron diferenciar plenamente los límites de la razón y la<br />

fe, de manera tal que no se interfiriesen y cada una desplegara sus potencialidades de manera<br />

consecuente.<br />

Si se tiene presente que la escolástica europea era un pensamiento cuyo centro de<br />

atención principal era Dios y no el hombre, entonces se debe valorar algo más la significación<br />

de las preocupaciones antropológicas de los primeros pensadores que en América, aunque no<br />

nacieran en estas tierras, se dedicaron a defender a sus pobladores porque se identificaron con<br />

ellos de forma por lo general muy humanista como el padre Bartolomé de Las Casas.<br />

El pensamiento de aquellos sacerdotes que mejor comprendieron la situación y las<br />

urgencias del hombre americano de aquella época fue el que mejor imbricación logró con la<br />

tendencia desalienadora y emancipatoria que llevaría a fundamentar la independencia política<br />

18 Así, por ejemplo, Manfredo Kempf Mercado es del criterio de que el siglo XVII no tiene interés filosófico<br />

para América Latina lo que no resulta muy difícil de desmentir hoy en día, luego de las extraordinarias<br />

revelaciones que han logrado las investigaciones histórico-filosóficas en cada país. Kempf Mercado, M. 1958,<br />

Historia de la filosofía en América Latina. Editorial ZIG-ZAG, Santiago de Chile. 1958: p. 61.<br />

19<br />

En el Río de la Plata Juan Baltasar Maciel exaltó la racionalidad indígena Biagini, Hugo, Panorama<br />

filosófico argentino, EUDEBA, Buenos Aires. 1983. p. 18.<br />

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Guadarrama Gonzàlez, Pablo: Filosofía latinoamericana: momentos de su desarrollo.<br />

en el siglo XIX y hoy sigue inspirando a muchos de los que continúan luchando por la<br />

emancipación socioeconómica continuamente reclamada por los pueblos latinoamericanos.<br />

Ya desde los primeros sacerdotes-filósofos americanos, la preocupación por la<br />

dignificación humana de los aborígenes se encontraba en correspondencia con su marcada<br />

intención por reivindicar los valores del cristianismo originario, aun cuando no estuviera al<br />

margen de los intereses económicos de los conquistadores. En definitiva, su aspiración última<br />

era que los pueblos recién “descubiertos” también debían regirse y vivir bajo el auspicio del<br />

Dios cristiano. Por tal motivo no podían ni deseaban propagar las concepciones radicalmente<br />

humanistas, para entonces, del Renacimiento, ni podían propiciar plenamente la realización de<br />

los indígenas en su libertad 20 , pues esto hubiera significado la desaprobación de toda su<br />

empresa.<br />

La heterodoxia ha sido consustancial al pensamiento latinoamericano, que ha revelado<br />

siempre cierta propensión a la herejía. Y esto se aprecia desde los primeros pensadores,<br />

muchos de ellos frailes; aunque esta tendencia se incrementa con la crisis de la escolástica.<br />

Mucha mayor disciplina ortodoxa se observa en los pensadores españoles que se mantuvieron<br />

en la península, que en los que se trasladaron a América o nacieron en ella. Hubo una<br />

tendencia que pudiera considerarse básicamente paleotomista en los dominicos que se<br />

establecieron en México, la isla de Santo Domingo, Nueva Granada, Ecuador, etc.;<br />

paralelamente a ella se desarrolló la tendencia de orientación franciscana, escotista, que<br />

marcaría una de las vías más fructífera desde el punto de vista de sus reflexiones<br />

antropológicas en la vida filosófica de este continente.<br />

Resultó muy interesante que se abordaran, en mayor medida, las cuestiones de carácter<br />

ético y estético en lugar de otros temas metafísicos, como era común en esa época. También<br />

este elemento, que contribuye a fundamentar la tesis de la preocupación antropológica estuvo<br />

latente en el pensamiento latinoamericano, incluso en el período en el que los temas divinos<br />

ocupaban, en última instancia, el centro de interés principal. Esa polémica concluyó con una<br />

propuesta muy inteligente formulada esencialmente por los jesuitas, consistente en que se<br />

20 . Dessau, A. Y otros, 1987, Politische-ideologische Strömungen in Lateinamerika. Akademie Verlag.<br />

Berlin. 1987p. 5.<br />

16<br />

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debían estudiar los buenos libros, independientemente de donde viniesen. Tal actitud<br />

demuestra el interés por cultivar la sabiduría que caracterizó a esta orden y que a la larga<br />

tendría que ver con su expulsión de estas tierras a mediados del siglo XVIII.<br />

Esta era una postura muy racional que favorecía la emancipación espiritual de la<br />

naciente intelectualidad latinoamericana, en unos momentos realmente difíciles para lograr<br />

alguna independencia de pensamiento, pues por esa misma época, exactamente en 1569, se<br />

había establecido oficialmente el tribunal de la Santa Inquisición en América y predominaba la<br />

escolástica más conservadora. Cualquier manifestación de heterodoxia, lo mismo en el plano<br />

religioso que en el estrictamente filosófico, así como en otros planos como el del derecho, la<br />

ciencia o el arte, era perseguida. Por tal motivo se apreció cierto enfriamiento en cuanto a la<br />

producción filosófica a partir de ese acontecimiento que debió haber atemorizado a muchos<br />

pensadores osados de la segunda mitad del siglo XVI latinoamericano.<br />

Sería inexacto pensar que desde entonces se redujo la reflexión filosófica<br />

latinoamericana a cuestiones meramente religiosas. No es menos cierto que estas eran los<br />

principales objetos de estudio, pero no eran los únicos. Otros problemas de carácter ético,<br />

económico, político, etc., serán también objeto de análisis y a través de ellos se expresarán<br />

muchas de las formas específicas del pensamiento filosófico.<br />

Esa fue una particularidad que se mantendría posteriormente y que ha alimentado el<br />

sostenimiento fundamentado en la tesis de la inexistencia de una actividad filosófica<br />

propiamente dicha en América, pues se considera que esta no alcanzaba el nivel de pureza y<br />

sistematicidad que ya se había alcanzado en Europa, ignorándose que también allí la filosofía<br />

no solamente despliega sus alas al anochecer, como el búho de Minerva, sino que posa<br />

constantemente sus garras sobre las telúricas ramas de los árboles que le proporcionan perenne<br />

alimento.<br />

Esto evidencia que la reflexión filosófica temprana en América se puso en función no<br />

de estratosféricos problemas cosmológicos, ontológicos y epistemológicos -lo que no implica<br />

que no hayan sido abordados, sino en primer lugar de muy urgentes conflictos sociales que<br />

demandaban interpretación adecuada para transformarlos. En tal sentido, Vasco fue un<br />

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utopista práctico que quiso poner en práctica sus proyectos emancipatorios de la comunidades<br />

indígenas.<br />

El primer período de la filosofía escolástica en América Latina, que se desarrolló entre<br />

los siglos XVI y XVII, exige ser revalorizado a partir de nuevos testimonios que indican<br />

innumerables ideas que no han sido debidamente justipreciadas y que pueden ayudar a borrar<br />

la falsa imagen del absoluto oscurantismo, conservadurismo, dogmatismo, etc., del<br />

pensamiento latinoamericano durante la etapa de predominio de la escolástica.<br />

No es menos cierto que desde el seno de ese mismo pensamiento, limitado por el<br />

dogmatismo y predominantemente teocéntrico, emergieron significativas preocupaciones<br />

antropológicas y formulaciones de profundo contenido humanista cristiano, así como la toma<br />

de conciencia sobre la necesidad de la construcción de una nueva cultura.<br />

Aunque las tendencias principales en la escolástica latinoamericana fueron el tomismo<br />

dominico, el escotismo franciscano y el suarismo jesuita, estas no fueron de ningún modo<br />

homogéneas. De su seno brotaron innumerables disputas sobre la gracia divina, el<br />

nominalismo y el realismo, etc., que en ocasiones reproducían discusiones que se daban en<br />

Europa, pero también aquellas, entre otras, sobre la condición humana de los aborígenes, que<br />

le otorgaban un sello propio a este pensamiento.<br />

La cuestión ética asumió una dimensión significativa en la escolástica latinoamericana.<br />

Muchas veces se expresaba a través de otras discusiones como el libre albedrío, la voluntad<br />

humana y la divina, la perfección, la relación entre el alma y el cuerpo, el pecado, la salvación,<br />

etc., y muy especialmente a través de la confrontación y sincretismo entre la fe cristiana y las<br />

religiones aborígenes.<br />

Si bien prevaleció el criterio clásico escolástico de la subordinación de la verdad a la<br />

verdad revelada y, por tanto, de la filosofía a la fe, la especificidad del saber filosófico por lo<br />

regular fue destacado y diferenciado con claridad suficiente.<br />

La mayoría de las obras escolásticas eran didácticas, pues estaban concebidas para la<br />

enseñanza de la doctrina cristiana. Sin embargo, en muchas de ellas, como en el caso de los<br />

sacerdotes-filósofos latinoamericanos mencionados, se destacan la independencia de<br />

18<br />

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pensamiento, la originalidad y, sobre todo, la flexibilidad ante los nuevos aires desalienadores<br />

que comenzaron a soplar con el advenimiento del humanismo del pensamiento moderno.<br />

Ya en ese aletargado momento de la escolástica, en su expresión americana, se<br />

apreciaron manifestaciones de un pensamiento heterodoxo y rebelde que disentía en<br />

muchas cuestiones del proveniente de Europa, en especial, de la península ibérica. Desde<br />

finales del siglo XVII se observaban nuevas actitudes en la producción filosófica, que<br />

desembocaron en aquel "reformismo electivo" 21 en el que la anterior hiperbolización del<br />

logicismo escolástico comenzaría a debilitarse junto a otros rasgos del languidecer<br />

paulatino de la filosofía que había predominado durante la conquista y colonización de<br />

América. Estos cambios estarían después muy a tono con el despotismo ilustrado y con las<br />

grandes transformaciones que se produjeron en esa época como la revolución industrial, la<br />

Revolución Francesa, la independencia de las trece colonias norteamericanas, etc.<br />

Una característica de ese nuevo momento de aceleración del desarrollo de la<br />

filosofía latinoamericana que constituyó el pensamiento ilustrado consistió en que se<br />

manifiesta, principalmente al inicio, entre sacerdotes que cultivaban la filosofía. No a través<br />

de filósofos laicos como fundamentalmente predominó en Europa. Fueron sacerdotes en<br />

estas tierras los que propugnaron ideas sensualistas y experimentalistas, sostuvieron tesis de<br />

profundo contenido humanista e incluso pusieron en duda determinadas prerrogativas de<br />

la Iglesia, al proponer avanzadas reformas sociales.<br />

No cabe la menor duda de que la ilustración latinoamericana desempeñó el papel de<br />

cimentadora de las transformaciones ideológicas y políticas que se exigían para resolver el<br />

proceso independentista. Esto no es nada extraño, pues la ilustración se caracterizó<br />

precisamente por ser un movimiento filosófico de marcado raigambre político y social 22 .<br />

21 Monal, I. Obra citada. P. 130.<br />

22 "La filosofía ilustrada es eminentemente política, pues un trabajo colectivo de la idea, una práctica social<br />

en sentido radical, incluso con horarios y lugares fijados, sin preocuparles la paternidad -ni la propiedad- de<br />

las ideas. En los salones se produciría dialécticamente (en diálogo y oposición); luego, cualquiera retomaba<br />

el discurso, lo escenificaba y, en fin, lo editaba, con frecuencia anónimo y retocado sin "escrúpulos" por el<br />

editor. Nunca ha habido una producción más social de las ideas" Bermudo Ávila, J. y otros, El pensamiento<br />

filosófico y político en la ilustración francesa, Universidad de Santiago de Compostela, Santiago de<br />

Compostela. 1992.p. 36. .<br />

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Ya se había apreciado en Francia y en otros países, en los cuales la ilustración no debe ser<br />

vista como meras extensiones de un fenómeno europeo.<br />

La preocupación de los ilustrados latinoamericanos por revitalizar los estudios sobre<br />

los valores de las culturas precolombinas es otra muestra de que no solo conformaban el<br />

preámbulo de un nuevo sujeto histórico de la cultura y la vida político-social<br />

latinoamericana, sino que se enorgullecían, por lo general, de autoconstituirse en objeto de<br />

la búsqueda científica y de la reflexión antropológica del nuevo siglo de las luces.<br />

En América se fue creando una base de discusión teórica sobre lo que demandaban<br />

las relaciones burguesas para su despliegue omnilateral: un desarrollo científico-técnico<br />

acelerado, fomento de la industria y de la capacidad creativa de las nuevas generaciones y<br />

enfrentamiento a una mera postura reproductiva y consumidora.<br />

En definitiva, todos los ilustrados latinoamericanos contribuyeron conscientemente<br />

o no a la fermentación ideológica desalienadora que propiciaría a inicios del siglo XIX la<br />

emancipación política, como premisa indispensable para alcanzar niveles superiores de<br />

realización del humanismo en estas tierras.<br />

La reflexión epistemológica de los ilustrados latinoamericanos estaba muy a tono<br />

con los avances que se habían producido en las ciencias naturales y en las nacientes<br />

ciencias sociales de la época. Pero a la vez, esta actitud propia de los propugnadores de la<br />

doctrina de la docta ignorancia presuponía el reconocimiento de nuevos límites 23 que las<br />

nuevas generaciones debían conquistar.<br />

Los ilustrados latinoamericanos apreciaban la educación como la vía fundamental<br />

para elevar a planos superiores el desarrollo económico en primer lugar, pero sobre todo las<br />

distintas esferas de la sociedad civil y de la política que permitieran una mejor participación<br />

23 "Naturalmente, esta nueva forma de confianza del hombre en su propia capacidad de conocer la realidad<br />

por medio de los sentidos, apoyados en la razón, puso en duda la fe existente en el gran sistema escolástico<br />

e hizo tambalear su ordenado cosmos, en el cual el hombre tenía ya fijada su posición, sus tareas y<br />

responsabilidades. Sin embargo, quedaron flotando en este nuevo humanismo ciertos temores y angustias,<br />

pues al mismo tiempo que el poder del conocimiento despertaba en el hombre insospechadas posibilidades y<br />

una especial grandeza, le descubría una estructura del mundo de naturaleza indefinida que hacía patente su<br />

soledad y pequeñez" Paladines, C. Sentido y trayectoria del pensamiento ecuatoriano, UNAM, México.<br />

1991.p. 28.<br />

20<br />

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del hombre en la elección de su destino. Antonio Nariño fue uno de aquellos ilustrados<br />

neogranadinos que enalteció el papel de la educación 24 como factor desalienador.<br />

La educación era concebida como el método más apropiado para que las nuevas<br />

generaciones se formasen en nuevos valores que dejasen atrás las arbitrariedades del<br />

medioevo aún latentes en América. Las clásicas consignas de libertad, igualdad y<br />

fraternidad, que resonaron en todos los rincones donde el pensamiento de ilustración<br />

arraigó, encontraban en las reformas en la educación una de sus principales vías de<br />

realización. Cualquier elemento enajenante que contribuyese a establecer obstáculos entre<br />

los hombres era criticado, por eso algo a lo que también los ilustrados latinoamericanos le<br />

prestaron atención en su misión humanista y desalienadora fue el combate contra las<br />

supersticiones y el oscurantismo reinante en la época.<br />

La ilustración latinoamericana no se caracterizó desde un inicio por su radicalismo<br />

sino por su reformismo 25 , pero el propio proceso político independentista del cual ella era<br />

un preludio necesario, la impulsó a asumir ideas y proyectos de mayor envergadura que<br />

desbordaban los límites del pensamiento reformista.<br />

En el pensamiento ilustrado latinoamericano se manifestaron casi todas las<br />

corrientes de pensamiento filosófico y teológico que proliferaron de distinto modo en<br />

Europa. Sin embargo, hubo problemas específicos como el de la condición humana de los<br />

aborígenes de estas tierras que fueron retomados y reivindicados por los humanistas del<br />

XVIII a raíz de las implicaciones ideológicas que tal tipo de discriminación traía aparejadas<br />

no sólo para aquellos, sino para todos los nativos americanos, incluyendo a los criollos.<br />

La escolástica sufrió un serio golpe con el advenimiento del humanismo ilustrado y<br />

fue debilitándose paulatinamente a pesar del apoyo institucional con que contaba por parte<br />

de la Iglesia y en especial por su imbricación con las necesidades legitimadoras de la<br />

24 Nariño, A. "Sobre la educación". La ilustración en Colombia. Editorial El Buho . Bogota. 1990. p. 118.<br />

25 "La mayor parte del pensamiento ilustrado iberoamericano aparece en sus primeras etapas como eco del<br />

europeo y, por la misma razón, portador del espíritu reformista e innovador de la versión española"<br />

Chiaramonte, J, 1979, Pensamiento de la ilustración, Biblioteca Ayacucho, Barcelona. 1979.p. XVIII.<br />

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dominación de las metrópolis.<br />

El espíritu renacentista pujante que impulsaba ideas de profundo contenido<br />

humanista se hizo sentir definitivamente en el siglo XVIII, indicando los grados de<br />

autenticidad creciente que alcanzaría cada vez más la reflexión filosófica en América<br />

Latina.<br />

La creciente proliferación de escuelas y tendencias filosóficas que se produce en el<br />

siglo XIX latinoamericano y que llega a convertirse hasta en un problema preocupante para<br />

filósofos e historiadores de las ideas en la región, tuvo su caldo de cultivo originario en ese<br />

espíritu de tolerancia que impulsó el dinámico momento de la ilustración.<br />

Es cierto que no en todas partes de esta América el espíritu de la modernidad y sus<br />

logros como el de la democracia, compartimentación de poderes, igualdad, libertad,<br />

secularización, tolerancia, etc., encontraron oídos adecuadamente receptivos,-especialmente<br />

en los próceres de la independencia como Bolívar, San Martin, O Higgins, etc.- pero el<br />

reconocimiento de la validez universal de tales conquistas de la civilización obligó a que<br />

hasta los regímenes dictatoriales se viesen obligados a utilizar tales pieles de cordero. Este<br />

hecho, de algún modo u otro, tendría una incidencia positiva en el proceso de humanización<br />

del hombre latinoamericano.<br />

Bolívar no llegó a escribir obras propiamente filosóficas, pero en todo su epistolario,<br />

en numerosos documentos, proclamas, etc., se aprecian innumerables reflexiones de<br />

profundo carácter filosófico respecto a los más diversos problemas, entre ellos la existencia<br />

de Dios, las potencialidades de la naturaleza, el conocimiento humano, el poder de la<br />

ciencia, el papel de las artes, de la moral y de las ideas en el desarrollo social, entre otras.<br />

En ellas se aprecia tanto su concepción particular sobre el lugar de la filosofía en el saber<br />

humano, como la recepción creadora que hay en él de las ideas de la ilustración y en<br />

general su ideario profundamente humanista.<br />

El espíritu de la ilustración le esclareció la visión lo suficiente para emprender su<br />

labor emancipatoria imbuida del más arraigado humanismo, pero despojado de la mayor<br />

posible indumentaria de idealizaciones estériles, que lejos de coadyuvar podrían entorpecer<br />

22<br />

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su misión.<br />

No se puede liberar del todo a Bolívar de una cierta dosis de utopía en sus proyectos<br />

políticos, como se aprecia en su idea de la unidad de todos los pueblos latinoamericanos.<br />

Aun hoy en día se mantiene como una utopía concreta y necesaria frente a la peligrosa<br />

utopía abstracta del panamericanismo que él combatió desde sus orígenes y hoy se levanta<br />

nuevamente amenazante. En definitiva, su latinoamericanismo, como el de Martí, no era<br />

infundado, ni mucho menos se trataba de algo absolutamente imposible de acrisolar. En<br />

todo revolucionario siempre hay necesariamente dosis indispensables de utopismo, de<br />

idealismo, de altruismo. Y Bolívar no podía ser una excepción, cuando se trata del<br />

internacionalista más grande de todos los tiempos en nuestra América.<br />

Aun cuando muchos se han cuestionado la existencia propiamente de la filosofía en<br />

América Latina en ese período, en particular, donde todavía no parecía que habían sido<br />

elegidos los "fundadores" 26 , nadie podrá dudar jamás de que en la historia de esta región la<br />

obra redentora de Bolívar tuvo por fuente nutritiva principal el pensamiento filosófico de la<br />

ilustración, del cual él no fue un simple receptor sino un activo contribuyente y gestor. Ello<br />

obliga a que haya que otorgarle no solo el merecido lugar en la historia de las ideas<br />

filosóficas de Nuestra América, sino a la hora de efectuar la más justa valoración de las<br />

múltiples manifestaciones de la ilustración a escala universal.<br />

El siglo XIX latinoamericano en lo que a corrientes de pensamiento filosófico se<br />

refiere estuvo caracterizado por distintas influencias y momentos de corta duración. La<br />

ilustración había constituido no sólo el fermento catalizador de las potencialidades que<br />

demandaba la preparación ideológica del proceso independentista, sino que había<br />

sembrado la semilla de nuevas fuentes de ideas en diferentes planos.<br />

En el gnoseológico el sensualismo, el empirismo y el racionalismo se irían<br />

imbricando orgánicamente y encontrarían nuevos exponentes cada vez más a tono con los<br />

avances del pensamiento filosófico universal. El cientificismo que devendría en algo<br />

26 Termino que, a nuestro juicio erróneamente, utilizó Francisco Romero para denominar a los pensadores de<br />

la generación antipositivista de inicios del siglo XX, ignorando de tal modo la condición de filósofos de todos<br />

los pensadores latinoamericanos anteriores a esa época.<br />

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típico del positivismo finisecular tendría ya desde los inicios del XIX algunas<br />

manifestaciones vinculadas a la divulgación creciente que lograban los nuevos<br />

descubrimientos científicos y avances tecnológicos.<br />

La seucientíficas ideas de la frenología 27 y otras concepciones, que se derivaban de la<br />

fiebre por apuntalar cualquier idea en los logros de algunas de las ciencias reconocidas,<br />

alcanzaron también alguna difusión.<br />

El utilitarismo 28 y la ideología, como productos importados a la medida, de las<br />

metrópolis económicas y culturales, Inglaterra y Francia respectivamente, también<br />

encontraron eco en los sectores de aquella naciente burguesía latinoamericana, ansiosa de<br />

saltar etapas en su desarrollo y control de sus respectivas fuentes productivas 29 ,.<br />

Indudablemente todos sus presupuestos, además del hecho de constituir una corriente de<br />

pensamiento de carácter fundamentalmente ético y político que buscaba para sus normas<br />

una fundamentación científica la hacían muy apetecible para los pensadores<br />

latinoamericanos urgidos de tales transformaciones como en el caso de Cuba con Felix<br />

Varela, en quien se aprecia hondamente su huella, como en los argentinos Juan Manuel<br />

Fernández de Aguero, Juan Crisóstomo Lafinur y Diego Alcorta.<br />

27<br />

‘’De curso muy reducido, aunque no difuso, es, asimismo, el movimiento de la frenología en<br />

Hispanoamérica. La frenología es planta germana. Nace y se desarrolla a principios del siglo XIX. Francisco<br />

Jose Gall +1828) creyó descubrir que en ciertos lugares del cerebro residen los órganos de las 27 actividades<br />

anímicas’ . Larroyo, F. La filosofía iberoamericana. Editorial Porrua. 1969. p. 92-93.<br />

28<br />

Esta filosofía propugnada por los ingleses John Stuart Mill y Jeremy Bentham considera que el valor<br />

supremo de toda actividad cognoscitiva o practica es la utilidad por eso servira de base posteriormente al<br />

pragmatismo norteamericano de Charles Anders Peirce, William James y al instrumentalismo de John Dewey<br />

provoco profundas polémicas en algunos países como Colombia y ‘cubrio dos tercios del siglo XIX. Fue<br />

adoptado como ideología el Partido Liberal (…)hasta la constitución de 1886 en que muere vencido por el<br />

poder religioso’. Rojas Osorio, C. Filosofía moderna en el Caribe hispano. Editorial Porrua- Univesidad<br />

Nacional de Puerto Rico. México. 1997. p. 67.<br />

22. La "ideología" como doctrina sobre el origen de las ideas fue creada en Francia por Destut de Tracy y<br />

encontraría algún arraigo en América al marcar el tránsito del empirismo iluminista al espiritualismo<br />

tradicionalista y al eclecticismo. La ideología tuvo tanto arraigo en América porque se basaba en "los grandes<br />

principios básicos que sostenían a la Enciclopedia: afán de colocar al hombre en plano terreno, dentro de las<br />

leyes de la naturaleza de que el forma parte , confianza en la ciencia , en la filosofía y en la perfectibilidad<br />

humana; culto apasionado a la razòn; deseo de liberar al hombre y a la sociedad del influjo de las<br />

concepciones religiosas.". Guillermo. F, El pensamiento boliviano en el siglo XX, Editorial Amigos del<br />

Libro. Cochabamba. 1985. p. 69.<br />

24<br />

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En el plano sociopolítico acompañaban al despertar del liberalismo las tempranas<br />

expresiones de inconformidad con las insuficiencias y contradicciones de la sociedad<br />

capitalista, a través de un incipiente pensamiento de corte socialista utópico.<br />

La reflexión filosófica alcanzaría peldaños superiores con la impugnación del<br />

eclecticismo que pujaba con fuerza por manipular la conciencia de la nueva época con las<br />

viejas artimañas. El eclecticismo y el espiritualismo se impondrían en varios países de la<br />

región, como expresión refinada de nuevas formas de la metafísica, en tanto otros, como<br />

el positivismo y el materialismo científico natural, no tendrían mucho que esperar para<br />

iniciar su despliegue crítico sobre aquellos.<br />

Muchos fueron los denominadores empleados para expresar las más refinadas formas<br />

del idealismo filosófico, que encontraba su modalidad literaria por esta época en el<br />

romanticismo, y que tomaba carta de ciudadanía como espiritualismo, eclecticismo,<br />

vitalismo, panenteísmo, etc.<br />

El espíritu anticlerical que había estado presente en el pensamiento que preparó<br />

ideológicamente el proceso independentista se fue apagando paulatinamente en<br />

correspondencia con las nuevas condiciones que generaba el movimiento de restauración<br />

en Europa, cuando la Santa Alianza parecía también imponer su diktat sobre las nuevas<br />

cabezas filosóficas. Era el momento en que se ponían de acuerdo las ancestrales<br />

monarquías europeas para tratar de hacer saltar atrás la marcha de la historia y desconocer<br />

las conquistas de la Revolución Francesa, del mismo modo que hoy en día el triunfalismo<br />

de las potencias capitalistas pretende borrar de la memoria histórica de los pueblos los<br />

logros del socialismo en su corta existencia.<br />

La historia se repite, se dice que una vez como tragedia y otra como comedia, es<br />

común que en las épocas de crisis afloren y pululen las sectas esotéricas que prometen<br />

salvación asegurada a los incautos en momentos de pérdida de rumbos y de destrucción de<br />

valores establecidos, como sucede en la actualidad. Nada tiene de extraño que en aquella<br />

época de profundo despegue del capitalismo la sociedad burguesa se viese infectada de<br />

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Guadarrama Gonzàlez, Pablo: Filosofía latinoamericana: momentos de su desarrollo.<br />

corrientes ideológicas que pugnaban por hacerla retroceder en su marcha o por lo menos<br />

obligarle a continuar camino acompañada de corrientes de pensamiento que engendradas<br />

en el pasado hacían todo lo posible por mantenerlo vivo.<br />

El conservadurismo, al igual que el pesimismo, el oscurantismo y el misticismo<br />

fueron tomando alguna fuerza en consonancia con los intentos por reestablecer el<br />

privilegiado lugar perdido por la escolástica en la época anterior. El catolicismo no<br />

perdería ocasión para proponer fórmulas mas acordes a los nuevos tiempos como las que<br />

propugnaría el neotomismo.<br />

Las ideas de la filosofía clásica alemana también encontrarían algún eco en el<br />

ambiente filosófico latinoamericano de ese siglo, pero la mayor parte de las veces<br />

mediadas por interlocutores de estatura menor como Cousin o Krause 30 que no habían<br />

alcanzado tanto prestigio en Europa.<br />

En América Latina la ilustración tampoco había sido un fenómeno homogéneo,<br />

sino que se caracterizó por el desarrollo de diversas tendencias, algunas de ellas incluso<br />

marcadamente hostiles entre sí, en algunas cuestiones<br />

Una de las corrientes que mayor repercusión temprana alcanzó en el siglo XIX fue el<br />

sensualismo. La llamada "escuela escocesa" o del "sentido común" 31 se dejó sentir incluso<br />

entre pensadores que tambien deben ser considerados representantes de la ilustración<br />

como el venezolano Andrés Bello.<br />

Es conocido que la ilustración provocó reacciones diversas en el siglo XIX. Por una<br />

parte estimuló proyectos de pensamiento de corte humanista, vinculado a las exigencias de<br />

30 Véase: Colectivo de autores. El krausismo y sun influencia en America Latina. Fundacion Frierich Ebert-<br />

Instituto Fe y Secularidad. Madrid. 1989.<br />

31<br />

La escuela escocesa que habìa sido fundada a mediados del siglo XVIII por Tomas Reid en Edimburgo<br />

era continuadora de la tradiciòn empirista inglesa. Propugnaba un "realismo natural" en el que la percepciòn<br />

sensible constituìa el pilar fundamental de toda su concepciòn gnoseològica desalienador , que en ùltima<br />

instancia estaba dirigida contra el escepticismo, el fenomenalismo y cualquier postura agnòstica. Este<br />

escuela apareciò como una manifestaciòn de experimentalismo y de enfrentamiento a las rezagos del espìritu<br />

especulativo que aùn pudieran quedar entre algunos representantes de la propia ilustraciòn.<br />

26<br />

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los sectores populares 32 , como tendencia principal que había caracterizado a este<br />

movimiento. Pero también sentó las premisas para corrientes de carácter materialistas y<br />

cientificista que desembocaron en algunos casos en el positivismo.<br />

Por el contrario el espiritualismo, bajo la influencia de Pierre Laromiguiere,<br />

constituía un momento de ruptura con las mas avanzadas ideas de la ilustración,<br />

especialmente por su idealismo, misticismo y por sus concesiones a la religiosidad.<br />

El espiritualismo, especialmente en Argentina y Uruguay, se despliega con<br />

fuerzas durante todo el siglo XIX y se articula tanto, al punto que hasta se le identifica,<br />

con el romanticismo como movimiento literario en su oposición al positivismo y al<br />

naturalismo.<br />

Algunos de los que se dejaron cautivar inicialmente por el espiritualismo por los años<br />

treinta como los argentinos Juan Bautista Alberdi, Domingo Faustino Sarmiento y<br />

Esteban Echeverría ,etc., romperían con él dado su carácter especulativo y posteriormente<br />

se orientarían hacia el positivismo o hacia otras posiciones filosóficas menos<br />

comprometidas con la revitalización clerical que tales posturas eclécticas inducían.<br />

. Sin embargo sería erroneo considerar que el espiritualismo no produjo algunos frutos<br />

significativos para el proyecto humanista del pensamiento latinoamericano. Tanto en<br />

la obra de aquellos como en la del chileno Francisco Bilbao se atesoran ideas muy<br />

significativas para la historia de nuestra perenne emancipación espiritual que de una<br />

forma u otra se nutrieron en aquella primera etapa de la evolución de sus ideas del<br />

espiritualismo.<br />

A la vez el pensamiento católico fue tomando cada vez más fuerza, aun cuando<br />

fuese bajo nuevas denominaciones como "liberalismo católico" o "cristianismo social" de<br />

Robert de Lamenais, y prepararia el terreno para la revitalizacion del fideismo y el<br />

irracionalismo que intentaria oponerse al positivismo y cualquier expresión de materialismo<br />

32<br />

‘” El nuestro es un humanismo concreto, una practica de pueblo (no necesariamente institucional), nacido<br />

de la vida, la geograia y la historia muchas veces como una predica sin discurso. No es una predica nacida de<br />

una corriente filosofica, de algunos auotresw, sino una manera de ver y sentir el mundo a atravesar la<br />

historia.’Montiel, E. El humanismo americano. Filosofia de una comunidad de naciones. Fondo de Cultura<br />

Economica.. Peru. 2000. p. 15.<br />

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Guadarrama Gonzàlez, Pablo: Filosofía latinoamericana: momentos de su desarrollo.<br />

y racionalismo.<br />

El positivismo –como nuevo momento revitalizador de la filosofia latinoamericanafue<br />

la corriente que mayor significación tuvo en la segunda mitad del siglo XIX<br />

latinoamericano 33 . Sus repercusiones se dejaron sentir de modo diferente en los distintos<br />

países de la región hasta los primeros años del siglo XX. Esta fue la filosofía que mayor<br />

impacto tuvo en distintas esferas de la vida filosófica, científica, educativa, política,<br />

jurídica, artística e incluso religiosa. Repercutió de un modo sui generis 34 prácticamente en<br />

todos los espacios del mundo espiritual latinoamericano de la época.<br />

Haberse enfrentado a la filosofía especulativa en un momento en que esta trataba de<br />

tomar fuerza de nuevo en el ámbito intelectual latinoamericano, así como plantearse la<br />

búsqueda de instrumentos racionales sobre bases científicas para combatirla, es<br />

indudablemente unos de sus méritos más notables.<br />

El positivismo fue asumido y cultivado en Latinoamérica –al menos entre sus<br />

principales representantes entre quienes se destacan el cubano Enrique Jose Varona 35 , el<br />

argentino Jose Ingenieros 36 y el Mexicano Justo Sierra 37 , - como una filosofía optimista,<br />

llena de confianza en el hombre, en la capacidad creativa de su pensamiento, en la cultura,<br />

en la ciencia, en el progreso y el desarrollo industrial; como una filosofía aliada del<br />

liberalismo y defensora de la democracia burguesa. Esas ideas resultaban muy avanzadas<br />

para los países latinoamericanos, recién liberados, en su mayoría, del colonialismo español<br />

y enfrascados entonces en profundas luchas entre las oligarquías retrogradas y la naciente<br />

33 Algunos, como el argentino Alejandro Korn y el panameño Ricaurte Soler, han considerado que sus<br />

manifestaciones no solamente fueron anteriores a esa fecha sino que además, en algunos casos, fueron<br />

autóctonas, pues ya en 1837 se dio en Argentina una generación de positivistas, antes que apareciera la obra<br />

de Comte. Véase: Soler , R., El positivismo argentino, Imprenta Nacional, Panamá. 1956.<br />

34 Véase: Guadarrama,P. Positivismo y antipositivismo en América Latina. Editorial Ciencias Sociales. La<br />

Habana. 2004.<br />

35 Véase: Guadarrama, P. Y Tussel, E. El pensamiento filosófico de Enrique José Varona.. Editora Ciencias<br />

Sociales. La Habana.l987.<br />

36 Véase: Rensoli Laliga,L. El positivismo en Argentina Universidad de La Habana. La Habana. 1988<br />

37 Véase: Rivero, D y Rojas Requena, I. Justo Sierra y el positivismo en México Editorial Ciencias Sociales.<br />

La Habana. 1987.<br />

28<br />

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burguesía nacional.<br />

En sentido general, esta filosofía desempeñó una función progresista en América<br />

Latina, pues sintetizaba las aspiraciones de la débil burguesía nacional, que en esta región<br />

pretendía sustituir las caducas relaciones precapitalistas de producción y estimular el<br />

desarrollo tecnológico e industrial como premisa indispensable para alcanzar, en todos los<br />

planos, una verdadera independencia de los pueblos latinoamericanos. Sin embargo, la<br />

formulación de este ideario se elaboraba bajo los presupuestos del desarrollo del<br />

capitalismo premonopolista del siglo XIX, y por tal motivo, al producirse la penetración de<br />

los monopolios y otras manifestaciones propias de la etapa imperialista de esa sociedad, las<br />

ideas liberales de los positivistas latinoamericanos se vieron frustradas.<br />

Si algo tuvo de sui géneris el positivismo latinoamericano fue no identificarse con<br />

la tesis sobre el posible debilitamiento de la filosofía y prácticamente su disolución con el<br />

auge de las ciencias particulares. En todo momento, en los positivistas latinoamericanos se<br />

apreció su alta estimación por el saber filosófico, por lo que fundamentaron el carácter<br />

metodológico y de concepción general del mundo que acompaña siempre a la filosofía en<br />

correspondencia permanente con el desarrollo de las ciencias particulares, sin que este<br />

signifique un atentado contra su objeto de reflexión.<br />

Por otra parte, los seguidores del positivismo en América Latina no siempre se<br />

mantuvieron, hasta los últimos momentos de sus respectivas vidas, identificados con dicha<br />

filosofía, pues también se percataron de muchas de sus insuficiencias y de su nueva<br />

metafísica.<br />

La filosofía positivista en América Latina se enfrentó a los rezagos de la escolástica<br />

así como a las nuevas formas adoptadas por el idealismo, como el eclecticismo, el<br />

krausismo y el neotomismo. Esta postura antimetafísica le obstaculizó comprender los<br />

valores tanto de la filosofía clásica alemana como del marxismo, especialmente, en cuanto<br />

al enfoque dialéctico que no lo diferenciaron de otra filosofía especulativa.<br />

El positivismo latinoamericano no significó una simple adaptación de una filosofía<br />

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europea a estas latitudes 38 , sino una incorporación y recepción creadora con profundos<br />

elementos originales, disímiles y renovadores, que constituyeron una forma específica de<br />

superación de dicha filosofía en el ámbito particular de este continente, como expresión<br />

concreta del desarrollo de la lucha entre el materialismo y el idealismo filosófico.<br />

En cuanto a la correlación entre los fenómenos de la naturaleza y la sociedad, los<br />

criterios reduccionistas que predominaron en el positivismo latinoamericano estaban<br />

fundados en su interés por oponerse a las concepciones religiosas sobre el origen del<br />

hombre y el desarrollo de la sociedad.<br />

Los positivistas latinoamericanos no escaparon del enfoque reduccionista que<br />

significa el darwinismo social, sin embargo, no siempre compartieron las tesis racistas que<br />

se derivan de tales concepciones, y aún en los casos en que llegaron a identificarse con<br />

algunas de ellas, apreciaron en la educación y otras instituciones civiles la posibilidad de<br />

lograr el perfeccionamiento de las diferencias entre los distintos grupos humanos.<br />

La filosofía positivista debe ser considerada como una manifestación auténtica para<br />

el pensamiento y el ambiente cultural latinoamericano de su época. Era la que mejor se<br />

correspondía con las exigencias socioeconómicas políticas y culturales de estos países en<br />

esos años en que aún no existían condiciones para la difusión y desarrollo del marxismo,<br />

como sucedería en la tercera década del siglo XX. Ante el paulatino auge que irían tomando<br />

nuevas y viejas formas renovadas del irracionalismo, parecía el positivismo la opción<br />

filosófica más adecuada a la exigencia de aquellos tiempos.<br />

Los positivistas contribuyeron a que la intelectualidad latinoamericana se<br />

preocupara más por la realidad nacional en todos sus planos de análisis histórico,<br />

geográfico, antropológico, sociológico, etc., y con criterio científico. Por tanto,<br />

contribuyeron a un mejor conocimiento de Nuestra América.<br />

38 ‘’La realidad latinoamericana se haría así expresa entre quienes pretendieron tan solo teorizar sobre el<br />

positivismo, como entre quienes hicieron de él un instrumento para comprensión de esta realidad, de su<br />

historia, de la cual se derivaban las metas a que esa misma historia apuntaba’Zea, L. Prólogo a Pensamiento<br />

positivista latinoamericano, t. I, Biblioteca Ayacucho, Caracas. 1980, T. I .p. 23..<br />

30<br />

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Guadarrama Gonzàlez, Pablo: Filosofía latinoamericana: momentos de su desarrollo.<br />

La historia de las ideas filosóficas en América Latina sufrió un viraje significativo a<br />

partir del desarrollo de las ideas positivistas. Tanto defensores como críticos de esta<br />

corriente del pensamiento latinoamericano coinciden en que dejó una huella imborrable en<br />

el devenir intelectual y no solo en la vida espiritual de la cultura latinoamericana hasta<br />

nuestros días.<br />

La historia de las ideas filosóficas en América Latina del pasado siglo XX está<br />

marcada también por el momento de la reacción antipositivista que se desarrolló desde<br />

fines del Sigo XIX como se puede apreciar en Jose Marti 39 , pero especialmente a partir de<br />

inicios de dicho siglo XX en varios países de la región de forma simultánea en pensadores<br />

que como los mexicanos José Vasconcelos, Antonio Caso, el dominicano Pedro Henríquez<br />

Ureña , los uruguayos José Enrique Rodó y Calos Vaz Ferreira, el argentino Alejandro<br />

Korn, el peruano Alejandro Deustua, el chileno Enrique Molina, etc.<br />

Un buen día aquellos jóvenes educados en el seno del pensamiento positivista<br />

predominante desde mediados del siglo XIX se levantaron en una actitud autocrítica<br />

significativa que implicaba una seria ruptura con la generación que les había iniciado en los<br />

caminos de la filosofía, tal vez por considerar que su reflexión antropológica era<br />

insuficiente. Sin embargo, tal divorcio no se produjo de manera irreverente.<br />

La mayoría de los nuevos pensadores, que a sí mismos se consideraron<br />

neoidealistas, -como se autodenominó el uruguayo Jose Enrique Rodó- vitalistas,<br />

historicistas, etc., y gestores de una nueva forma de cultivar el humanismo y la filosofía<br />

reconocieron siempre los aportes del positivismo al engrandecimiento de la cultura<br />

filosófica latinoamericana. Por regla general fueron suficientemente respetuosos en relación<br />

con los aportes de esa filosofía, pero también con valerosa honestidad intelectual supieron<br />

criticar todas las insuficiencias que a la vez apreciaron en ella.<br />

Ante todo rechazaron el reduccionismo positivista que implicaba la hiperbolización<br />

del papel del conocimiento científico en la valoración de la vida humana. Según ellos, el<br />

positivismo, como heredero del racionalismo y el empirismo, extrapoló las potencialidades<br />

39 Véase: Guadarrama,P. José Martí y el humanismo latinoamericano. Convenio Andrés Bello. Bogota.2003<br />

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lógicas y epistemológicas del hombre en detrimento de la comprensión integral de la vida<br />

humana la cual presupone la valoración de elementos emotivos, volitivos, pasionales,<br />

estéticos, etc., y a los que esta filosofía no le otorgó especial atención como le criticara<br />

José Martí..<br />

Así mismo se enfrentaron al biologismo exagerado que implicaba concebir las<br />

relaciones humanas en un plano no muy diferenciado de aquellas existentes en el mundo<br />

animal. Sin descalificar los avances de las ciencias naturales y en particular las teorías<br />

evolucionistas la nueva generación antipositivista de pensadores latinoamericanos, evitaría<br />

los conflictos con la Iglesia y la religión, como había sido frecuente durante la época del<br />

anticlerical positivismo.<br />

Las proclamadas ciencias del espíritu pretendían hacer su debut para demostrar la<br />

insuficiencia del logicismo y el empirismo positivista. La preocupación axiológica<br />

contribuiría a abrir nuevos caminos en la eterna búsqueda filosófica de una posible<br />

naturaleza humana. El fermento estético de la praxis humana sería llevado a planos<br />

privilegiados con el objetivo de demostrar la superioridad cualitativa del ser humano<br />

respecto a los inferiores.<br />

La insistencia en la circunstancialidad específica de la acción humana presuponía<br />

impulsar el historicismo como método de análisis del desarrollo social que se<br />

diferenciara de cualquier construcción apriorística de la cual no quedaba excluida en tal<br />

crítica la dialéctica.<br />

Y tal preocupación por lo propio, lo endógeno y el contexto histórico en el análisis<br />

filosófico junto a los componentes ideológicos que animaba a esta nueva generación<br />

filosófica, considerada por Francisco Romero – a nuestro juicio incorrectamente- como la<br />

de los fundadores de la filosofía latinoamericana les condujo a la crítica severa a cualquier<br />

forma de xenofilia cultural que implicase subestimación de las capacidades creativas de los<br />

pueblos latinoamericanos.<br />

32<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Guadarrama Gonzàlez, Pablo: Filosofía latinoamericana: momentos de su desarrollo.<br />

El enfrentamiento a la nordomanía 40 conllevó un impulso considerable a la<br />

valoración adecuada de lo nacional, lo popular, lo latinoamericano, a la reivindicación del<br />

proyecto bolivariano de integración de estos países y a la estimación de las propuestas<br />

martianas de estimular el conocimiento de las manifestaciones culturales de “nuestra<br />

América” a fin de propiciar la lucha por la conquista de la dignidad de sus pueblos.<br />

Ese elemento afloraría de distinto modo tanto en la primera generación<br />

antipositivista como en aquella continuadora de esa labor en la que se destaca la labor<br />

intelectual del emigrado español 41 José Gaos 42 y Leopoldo Zea 43 , al constituir un<br />

movimiento impulsor de los estudios del pensamiento filosófico latinoamericano del cual<br />

somos herederos en la actualidad por sus aportes y por su contribución a motivar tales<br />

estudios en la mayoría de los países del continente.<br />

Si a la generación positivista no le preocupó mucho si su actividad filosófica poseía<br />

una raigambre latinoamericana y de algún modo contribuía a enaltecer la cultura de esta<br />

región, aun cuando era evidente su preocupación por los problemas socioeconómicos de sus<br />

respectivos países y de la región, a la generación antipositivista le fue común la<br />

preocupación por reivindicar los valores de la herencia filosófica nacional y regional.<br />

40 Termino utilizado por Rodo para referirse a la exagerada afición de algunos latinoamericanos por la cultura<br />

de los países del Norte especialmente Europa y Norteamérica.<br />

41 Tras la caída de la Republica española y la victoria del franquismo centenares de profesionales e<br />

intelectuales tuvieron que emigrar. Por afinidades culturales América Latina fue una región donde la mayoría<br />

se establecieron. La vida filosófica latinoamericana a partir de los años 40 seria el nuevo escenario de<br />

destacados filósofos españoles como Jose Gaos, Jose Ferrater Mora, Maria Zambrano, Juan David Garcia<br />

Bacca, Eduardo Nicol, Joaquin Xirau, Wenceslao Roces, Adolfo Sánchez Vásquez, etc. Quienes también se<br />

destacaron como magníficos traductores de obras filosóficas de lenguas clásicas y modernas.<br />

42<br />

Véase: Guadarrama,P. “Gaos y los estudios de la filosofía en América Latina”. Islas. Revista de la<br />

Universidad Central ¨Marta Abreu de Las Villas. Santa Clara. n. 116. Septiembre-diciembre 1996. Cuadernos<br />

Americanos.UNAM. México. No. 72.nov. dic. 1998. 199-219.; Cuadernos Hispanoamericanos. # 589-590,<br />

Madrid, Julio-agosto.1999,p. 49-68.<br />

43<br />

Véase: Guadarrama, P. “Urdimbres del pensamiento de Leopoldo Zea frente a la marginación y la<br />

barbarie”. Cuadernos Americanos. # 37. México. Enero- febrero. l993 p. 51-64; Zea, Leopoldo. Filosofar<br />

a la altura del hombre. Discrepar para comprender. Cuadernos de Cuadernos. México. N. 4. 1993.p. 267-<br />

281<br />

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Guadarrama Gonzàlez, Pablo: Filosofía latinoamericana: momentos de su desarrollo.<br />

Se le puede atribuir a la generación antipositivista una actitud más profesional y de<br />

consagración a la actividad filosófica, pero eso dista mucho de plantear que haya sido<br />

propiamente la que exclusivamente consagró la filosofía latinoamericana.<br />

La consagración de la producción filosófica en esta parte de América ha sido el<br />

resultado de un largo proceso de sedimentación que se inició desde mediados del siglo<br />

XVI y que se aceleró a partir del XVIII, llegando a producir en el XIX momentos y<br />

personalidades estelares. Nada tiene de extraño que el siglo XX haya dado a luz nuevos<br />

filósofos de envergadura, que como otros de épocas anteriores impresionan hoy en día a los<br />

investigadores por el vuelo teórico de sus ideas, así como el grado de originalidad y<br />

autenticidad de las mismas.<br />

Es cierto que la filosofía en América Latina alcanzó a mediados del siglo XX un<br />

indiscutible alto nivel de profesionalidad y riqueza, pero sus referentes no fueron solamente<br />

los del pensamiento europeo. Ella supo elevarse sobre otras colinas endógenas que le<br />

sirvieron de base, ya que jamás hubiera podido fructificar en un desierto.<br />

Los nuevos representantes del momento de la vida filosófica latinoamericana de la<br />

primera mitad del siglo XX encontraron un terreno fertilizado por generaciones anteriores<br />

de pensadores que le prepararon el camino. De otro modo no se entiende el desarrollo del<br />

pensamiento filosófico latinoamericano, que nunca ha sido, como algunos han sostenido,<br />

una mera reproducción o eco de la filosofía europea. Esta ha sido un referente básico, como<br />

es natural, de toda la cultura occidental en la cual se inscribe la historia de las ideas<br />

filosóficas latinoamericanas, pero su especificidad ha sido mucho más rica que la simple<br />

condición mimética.<br />

Ahora bien era natural que el grado de madurez y de elaboración teórica de los<br />

filósofos latinoamericanos del siglo XX fuese superior al de épocas anteriores del mismo<br />

modo que este fenómeno sucedía en Europa o en cualquier otra parte. Nada tiene de<br />

extraño que algunos de ellos hayan causado y aún siguen causando asombro entre<br />

investigadores europeos que han percibido la dimensión de sus respectivas tallas<br />

intelectuales y en la actualidad resulte imposible justipreciar el avance del pensamiento<br />

34<br />

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Guadarrama Gonzàlez, Pablo: Filosofía latinoamericana: momentos de su desarrollo.<br />

filosófico mundial de diversas corrientes, desconociendo el digno lugar que ocupan algunos<br />

filósofos engendrados y nutridos por la cosmopolita sabia intelectual de Nuestra América.<br />

Entre las tradiciones del pensamiento más relevantes del siglo XX latinoamericano<br />

se encuentra, sin dudas, la marxista. Los precursores del pensamiento marxista en América<br />

Latina no otorgaron un lugar especial a cuestiones de carácter epistemológico, ontológico y<br />

metodológico, pero en ocasiones se vieron precisados a hacerlo 44 . Se preocuparon más por<br />

estudiar los problemas concretos de cada país y de cada momento y por formular<br />

alternativas de desarrollo social que consideraban apropiadas para aquella región y época<br />

El traslado al ámbito intelectual latinoamericano de algunas de las polémicas que<br />

desde los años cuarenta y cincuenta se venían produciendo en el seno del llamado<br />

"marxismo occidental" 45 -contrapuesto al marxismo-leninismo emanado del bloque<br />

soviético- sobre algunos temas filosóficos, éticos y estéticos, conmovieron cada vez más el<br />

ambiente en el que se desarrollaría el marxismo en América Latina.<br />

Por otra parte, el auge que fueron tomado las posiciones filosóficas críticas del<br />

marxismo en diverso grado, unas veces para tratar de permearlo como el existencialismo<br />

sartriano y otras para sustituirlo como la filosofía de corte neopositivista, la analítica, el<br />

neotomismo,etc., dieron lugar a que el marxismo se situara en mayor medida en el centro<br />

del debate intelectual y se expresase de diversas formas como en el caso de su<br />

interpretación como filosofía de la praxis desarrollada por el destacado hispano-mexicano<br />

Adolfo Sánchez Vázquez 46 .<br />

44 El enfrentamiento del marxismo a otras corrientes filosóficas prevalecientes en el ambiente intelectual<br />

latinoamericano de la primera mitad del siglo XX, tuvo una de sus mejores expre siones en la polémica a<br />

propósito de la implementación de la educación socialista en México a inicios de los años treinta entre el<br />

marxista Vicente Lombardo Toledano (1894-1968) y el filósofo Antonio Caso, destacado representante del<br />

intuicionismo y el voluntarismo.<br />

45 (...)"es característica del marxismo occidental que nunca haya elaborado una cartografía exa cta o adecuada<br />

de su propio paisaje intelectual". Anderson, P.. Consideraciones sobre el marxismo occidental. Siglo XXI.<br />

México. 1985. p.86.<br />

46 La obra principal de Sánchez Vázquez Filosofía de la praxis (1967), que constituyó su tesis doctoral en la<br />

Universidad Autónoma de México, intenta ser una nueva determinación del marxismo que presuponga una<br />

postura antidogmática de esta filosofía. En ella se desarrolla la idea del marxismo como una filosofía de la<br />

praxis no solo con independencia de Gramsci sino como una mayor fundamentación desde el punto de vista<br />

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Guadarrama Gonzàlez, Pablo: Filosofía latinoamericana: momentos de su desarrollo.<br />

El marxismo, a diferencia de la mayor parte de otras filosofías, se ha caracterizado<br />

por una más efectiva articulación con la práctica política, económica, social y científica del<br />

país o región en que se desarrolla. América Latina no constituye una excepción de esa<br />

regla. Aun cuando no siempre prevalece la creatividad y los elementos aportativos que<br />

enriquecen esta teoría porque interpretaciones simplificadoras y dogmáticas pueden haber<br />

tenido un determinado peso en algunos momentos, sin embargo, la reflexión cuando ha<br />

sido genuinamente crítica por parte de los representantes auténticos del marxismo ha<br />

contribuido a su enriquecimiento teórico 47 . En este plano América Latina tampoco es una<br />

excepción.<br />

América Latina ha generado tanto en el orden político como intelectual<br />

personalidades creativas del marxismo cuyo reconocimiento internacional les hace ser<br />

considerados a una escala de mayor trascendencia en los estudios sobre el desarrollo<br />

universal del marxismo. Entre ellas sobresalen José Carlos Mariátegui, Ernesto Che<br />

Guevara, Fidel Castro, Rodney Arismendy, Eli de Gortari, Adolfo Sánchez Vásquez, etc.<br />

La historia latinoamericana del siglo XX se puede escribir desde cualquier<br />

perspectiva ideológica, ya sea atacando al marxismo o identificándose con él, pero jamás<br />

ignorando su significación como momento intelectual relevante para esta región y mucho<br />

menos el efecto político de la actividad de quienes han militado en organizaciones de tal<br />

carácter o de forma independiente han ejecutado su labor política y cultural inspirados en<br />

sus presupuestos. 48<br />

La filosofía, en toda época, ha jugado el papel de escarpelo revelador de las<br />

encubiertas esencias de sus respectivos presentes, pero siempre ha resultado más atractiva y<br />

materialista. Así desarrolla una interpretación original de la obra de Marx a partir de una nueva lectura de los<br />

Manuscritos económico y filosóficos de 1844 y de las Tesis sobre Feuerbach. Sánchez Vázquez ha<br />

incursionado con merecido prestigio en el terreno de la estética marxista en Las ideas estéticas de Marx<br />

(1965) y Estética y marxismo (1970), así como en la crítica al estructuralismo y en la reconstrucción del<br />

paradigma del socia lismo, especialmente en momentos tan difíciles como el posterior al derrumbe de la URSS<br />

en los que ha mantenido una consecuente defensa del marxismo y del socialismo.<br />

47 Colectivo de autores Coordinador. Guadarrama, P. Despojados de todo fetiche. La autenticidad del<br />

pensamiento marxista en América latina. Universidad INCCA de Colombia. Bogotá. 1999<br />

48 Véase: Colectivo de autores Coordinador. Guadarrama, P. ‘Bosquejo histórico del marxismo en América<br />

Latina’ en. Filosofía en América Latina Editorial Félix Varela. La Habana, 1998.p. 180-264.<br />

36<br />

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Guadarrama Gonzàlez, Pablo: Filosofía latinoamericana: momentos de su desarrollo.<br />

prometedora por su función de pretensiones predictivas. No ha habido filósofo que no haya<br />

incursionado de alguna manera en el especulativo terreno de avizorar los posibles rumbos<br />

de la historia, aunque no todos han contado con los catalejos idóneos que les permiten<br />

mayor nitidez en la captación de esas brumosas imágenes.<br />

Y una de esas expresiones que esto ha intentado de forma sui generis también con la<br />

pretensión, al menos su ala derecha, de una superación tanto del materialismo y el<br />

idealismo, como del capitalismo y del socialismo real en una postura evidentemente<br />

tercerista 49 ha sido la llamada filosofía de la liberación<br />

Esta corriente de pensamiento, si bien no constituye un movimiento homogéneo<br />

pues en su seno se encuentran intelectuales de la más diversa formación filosófica y<br />

posición ideológica, al menos coincide en la necesidad de la liberación de los pueblos<br />

latinoamericanos, independientemente del hecho de que conciban tal tarea de modo muy<br />

diferente. Sus principales antecedentes se encuentran en el movimiento de estudio de las<br />

ideas filosóficas latinoamericanas que a partir de los años cuarenta tomó auge en México,<br />

principalmente con la obra de Leopoldo Zea quien plantea en un análisis filosófico lo que<br />

después será objeto en el plano económico y sociológico de la teoría de la dependencia, e<br />

intenta proponer alternativas de escape a la desventajosa situación de los países<br />

latinoamericanos 50 .<br />

Pero fue en la Argentina de fines de la década del setenta donde tales ideas cobraron<br />

mayor auge y entre sus antecedentes además de Zea estaría el peruano Augusto Salazar<br />

Bondy, así como de otros pensadores latinoamericanos, como es el caso de Arturo Andrés<br />

Roig, 51 entre otros y de la teología de la liberación, como Juan Carlos Scannone quien ha<br />

49 “En lo que podríamos llamar ‘ala derecha’ del movimiento, fue entendida la ‘filosofía de la liberación’<br />

como una alternativa entre el individualismo liberal del capitalismo y el marxismo, que era acusado de<br />

‘colectivismo anticristiano’. Fue, en tal sentido, una típica posición tercerista, otra manifestación más de la<br />

ambigüedad” Roig, A.A. , El pensamiento latinoamericano y su aventura, Centro Editor de América Latina,<br />

Tucumán. 1994.p. 58.<br />

50<br />

Véase: Guadarrama,P. “La evolución de las ideas de Leopoldo Zea como antecedente y pilar de la<br />

filosofía latinoamericana de la liberación. “Lateinamerika. Rostock .#2. 1987.p 9-26. Revista Cubana de<br />

Ciencias Sociales La Habana. l987. n. 13. 131-149.<br />

51 Cerutti, H, Filosofía de la liberación latinoamericana, Fondo de Cultura económica, México. 1983.p. 28.<br />

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Guadarrama Gonzàlez, Pablo: Filosofía latinoamericana: momentos de su desarrollo.<br />

tratado de vincular la génesis de esta filosofía y la religiosidad a la sabiduría popular 52 .<br />

Junto a Zea y sus discípulos se incorporaron los argentinos exiliados Enrique Dussel, quien<br />

se convirtió en una de las figuras fundamentales de esta corriente; Horacio Cerutti, uno de<br />

los críticos más agudos de las limitaciones de la mismas posteriormente y otros.<br />

Si se efectúa un rastreo histórico de esta corriente durante e momento de sus cuatro<br />

décadas de existencia a fines del pasado siglo XX e inicios del presente, se aprecia que su<br />

imprecisión ideológica era mucho más común durante sus primeros años. Posteriormente la<br />

agudización de las contradicciones en la situación socioeconómica de los países<br />

latinoamericanos, marcada por la insoportable deuda externa y por las inconsecuencias que<br />

se derivan del injusto orden económico internacional, que ha hecho fracasar hasta los<br />

proyectos fascistoides y dictatoriales de las oligarquías nacionales en complicidad con los<br />

monopolios transnacionales y por ultimo el fracaso del socialismo soviético y de Europa<br />

Oriental, ha obligado a los filósofos de la liberación a asumir una posición más diáfana al<br />

respecto y hasta radicalizaciones en algunos casos, en favor de justificar las razones de las<br />

ideas socialistas.<br />

Otro rasgo común en ambos pensadores consiste en proponer la investigación del<br />

pensamiento y la cultura latinoamericana como vías para la búsqueda de la identidad y la<br />

integración cultural de estos pueblos: “...es a través de la integración cultural como será<br />

posible alcanzar la integración real y eficaz de América Latina” propone el destacado<br />

filosofo peruano Francisco Miro Quesada 53 , quien desde la filosofía analítica ha<br />

simpatizado con esta corriente. Este parece ser uno de los elementos que mayor aceptación<br />

encuentra entre otros seguidores de la filosofía de la liberación quienes contribuyen<br />

notablemente a rescatar los valores que encierra la cultura regional, pero limitan las<br />

52 ‘Despues de la problematica de la liberacion (...) tambien dio que pensar a la filosofia, pues esta, como<br />

amor a la sabiduria, se cuestiono a si misma a partir de la sabiduria que la relgiosidad popular latinoamericana<br />

entrana’ . Scannone, J.C. ‘Hacia una filosofia a partir de la sabiduria popular’ en Ellacuria I. y Scannone,<br />

J.C.Para una filosofia desde America Latina. Pontificia Universidad Javeriiana. Bogota. 1992. p. 123.<br />

53 Miró Quesada, F. “Estudios latinoamericanos, dependencia y liberación” en: Latinoamérica, UNAM,<br />

México. 1979. p. 13.<br />

38<br />

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Guadarrama Gonzàlez, Pablo: Filosofía latinoamericana: momentos de su desarrollo.<br />

funciones de la filosofía a contribuir a la revelación de dichos valores y a la toma de<br />

conciencia de su significado.<br />

Los intentos por elaborar una metafísica propiamente latinoamericana han estado<br />

presentes en muchos de los representantes de la filosofía de la liberación, especialmente<br />

entre aquellos que buscan su mayor vínculo con la teología de la liberación y aspiran por el<br />

camino religioso encontrar alguna atalaya desde donde contemplar el venidero hombre<br />

liberado.<br />

La mayoría de los filósofos de la liberación insisten en la necesidad de establecer un<br />

proyecto superior de sociedad más humana, y en tal sentido consideran que el capitalismo<br />

salvaje ya demostró su incapacidad para lograrla, por lo que se requiere la elaboración de<br />

nuevas variantes sociales.<br />

Esta filosofía, emergida como expresión de insatisfacción con las formas<br />

tradicionales del filosofar, que se caracterizan por apoyarse en un universalismo abstracto y<br />

desvinculado de las exigencias terrenales del mundo latinoamericano, al no constituir un<br />

movimiento filosófico homogéneo tampoco ofrece propuestas comunes de alternativas de<br />

desarrollo político-social para América Latina, ni tampoco coincide en la formulación de un<br />

método y una antropología filosófica comúnmente aceptada por todos sus simpatizantes.<br />

No obstante la diversidad de clasificaciones que se pueden ofrecer sobre los<br />

distintos subgrupos o tendencias que conforman dicha corriente y los elementos<br />

diferenciadores de cada uno de ellos, existen algunos elementos comunes respecto a la<br />

búsqueda de alternativas sociales para los pueblos latinoamericanos. El principal es que el<br />

modelo de capitalismo dependiente que le ha tocado desempeñar a los países<br />

latinoamericanos no asegura reales posibilidades de desarrollo y de dignificación del<br />

hombre de estas tierras. Esto significa que coinciden en que el actual orden socioeconómico<br />

y político debe ser modificado sustancialmente; aunque no todos admiten con agrado que<br />

deba ser sustituido por un modelo propiamente socialista, sí reconocen mayores<br />

posibilidades en una sociedad en que prevalezcan medidas de control social y regulación de<br />

la distribución de la riqueza, que favorezcan a los sectores populares más pobres.<br />

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Guadarrama Gonzàlez, Pablo: Filosofía latinoamericana: momentos de su desarrollo.<br />

Sin embargo, las formulaciones y modelos propugnados por los seguidores de esta<br />

filosofía no resultan regularmente precisos y tampoco fácilmente indicativos de las vías<br />

para alcanzarlos. La ambigüedad, la retórica sentimentalista y el humanismo abstracto ha<br />

permeado en muchas ocasiones el discurso de la filosofía latinoamericana de la liberación.<br />

Su humanismo se revela claramente en su defensa de las condiciones humanas de la<br />

población indígena, así como de la mujer y otros sectores marginados y discriminados, y en<br />

la reivindicación de estos en la historia de América, 54<br />

Permanente y justa preocupación de la filosofía de la liberación ha sido la<br />

revalorización de la cultura y, en especial, de la historia de las ideas filosóficas en América<br />

Latina 55 . Sus seguidores han acentuado la necesidad de reforzar nuestra identidad como<br />

pueblos que tienen una historia y enemigos comunes: especialmente el imperialismo<br />

norteamericano. La búsqueda de una filosofía estrictamente original de Latinoamérica ha<br />

constituido en determinado período una de sus misiones, que ha tenido el defecto de ignorar<br />

el carácter histórico universal de la filosofía.<br />

De gran valor resulta el sentido humanista 56 que anima la filosofía de la liberación,<br />

manifiesto en las intenciones de sus representantes encaminadas a lograr que el hombre<br />

latinoamericano alcance su plena dignidad y realice su utopía concreta.<br />

La filosofía de la liberación constituye una de las expresiones de continuidad de lo<br />

mejor de la tradición humanista y desalienadora que ha caracterizado al pensamiento<br />

latinoamericano en su historia.<br />

A partir de los años cuarenta en América Latina, especialmente después de la<br />

segunda guerra mundial, se produce una aceleración de la vida filosófica latinoamericana<br />

54 “El primer protagonista de la historia latinoamericana posterior el ‘choque’ cultural del 1492, invisible a la<br />

Modernidad, son los indios mismos, cuya historia posterior dura ya 500 años” Dussel, E. El encubrimiento<br />

del indio: 1492. Hacia el origen del mito de la modernidad, Editorial Cambio XXI, México.1994.p. 182.<br />

55 Véase: Pla Leon, R y Vila Bormey M.T. “La filosofia de la liberacion en el contexto de la filosofia<br />

latinoamericana’ en Colectivo de autores Coordinación. Guadarrama, P. ‘Bosquejo histórico del marxismo en<br />

América Latina’ Filosofía en América Latina Editorial Félix Varela. La Habana, 1998.p. 265-338. .<br />

56 Véase: Colectivo de autores . Direccion P . Guadarrama. Humanismo y Filosofía de la Liberación en<br />

América Latina..Editorial. El Búho. Bogotá. 1993<br />

40<br />

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que produce una proliferación de escuelas de diversas tendencias. La fenomenología y el<br />

existencialismo toman relativo auge vinculados a la preocupación humanista y axiológica<br />

que se incrementa en la filosofía.<br />

Hasta ese momento había prevalecido la fuerte tendencia antipositivista que<br />

comienza a debilitarse y se observa cierta tendencia a recuperar la imagen de la filosofía<br />

científica al estilo de la analítica. Algunos latinoamericanos en esa época, como Mario<br />

Bunge y Francisco Miro Quesada, entre otros, se orientan por esas vías neopositivistas<br />

aunque posteriormente también las critiquen.<br />

Así van apareciendo algunos adeptos al positivismo lógico impulsado por el<br />

Círculo de Viena, que realmente tomarían mayor fuerza a partir de la década de los sesenta<br />

con cultivadores significativos como los mexicanos Luis Villoro y Fernado Salmeron, el<br />

brasilero Newton da Costa y mas recientemente los argentinos Eduardo Rabossi y Osvaldo<br />

Guariglia, los mexicanos Enrique Villanueva, Leon Olive, etc. 57<br />

Toman fuerza aquí esa nuevas forma de reduccionismo, que en lugar de reducir<br />

todo al mundo de lo biológico, como hacia el viejo positivismo, ahora aparecen los intentos<br />

de logicismo exagerado, y de disolver la filosofía exclusivamente en el lenguaje de la<br />

ciencia. Esta es la época en que la semiótica se desarrolla y con ella la semántica, la<br />

pragmática, la sintáctica y aparecen las llamadas formas positivismo lingüístico o<br />

semántico<br />

Con la introducción de la analítica, se producen una serie de cambios en toda la<br />

vida filosófica latinoamericana, porque ella parte del supuesto que no le interesa tanto la<br />

realidad como lo que se expresa lógica y científicamente sobre la realidad.<br />

Según este criterio no necesariamente tiene el filosofo que plantearse análisis del<br />

mundo, sino lo que expresan los filósofos sobre el mismo y particularmente la rigurosidad<br />

del aparato categorial y epistemológico que estos emplean, en una palabra el lenguaje de la<br />

57 Véase: Gracia, J y otros. El analisis filosofico en America Latina. Fondo de Cultura Economica. Mexico.<br />

1985.<br />

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ciencia y de la filosofía. Esas tesis tienen su origen en el empirismo anglosajón y en<br />

subjetivismo que le acompaña.<br />

Los rasgos más comunes a la filosofía analítica son: 1)la preocupación por el<br />

lenguaje y la aclaración del significado del lenguaje; 2) el interés en la lógica y su uso en el<br />

discurso filosófico; 3) una actitud muy positiva hacia la ciencia y 4), el presentimiento de<br />

que las proposiciones no empíricas de tipo no sintáctico son problemáticas. Todo está<br />

dirigido, según sus criterios, a tratar de construir un lenguaje de las ciencia que sea lo más<br />

consecuente posible, lo más articulado a una lógica de la demostración, de la<br />

argumentación, que sirva para que el filósofo avance y se establezca sobre bases sólidas.<br />

No cabe dudas que los filósofos analíticos han contribuido de algún modo también<br />

al desarrollo de la ciencia, de la lógica y han desarrollado un tipo de filosofía que puede ser<br />

se gran utilidad en determinados aspectos para el enriquecimiento del rigor teórico de la<br />

argumentación filosófica y científica. Pero con su excesiva preocupación por el lenguaje de<br />

la ciencia, se han olvidado que la filosofía no se puede nutrir simplemente de conceptos<br />

abstractos, sino que estos deben ser instrumentos para la comprensión de la totalidad<br />

concreta que sirvan para conocer mejor el mundo en que vivimos y tratar de transformarlo<br />

en algo mejor.<br />

Algunos analíticos se han percatado de las nefastas consecuencias que trae<br />

aparejada una actitud de neutralidad axiológica y de distanciamiento de la realidad al evitar<br />

su identificación con las circunstancias sociales y políticas en las cuales se engendra la<br />

filosofía y en los últimos años ha aparecido entre algunos de ellos una cierta preocupación,<br />

a través de la ética y de la filosofía política con algunos problemas sociales<br />

contemporáneos.<br />

En la segunda mitad del pasado siglo XX la producción filosófica latinoamericana<br />

se enriqueció considerablemente con el desarrollo de múltiples expresiones y tendencias de<br />

muy diversas orientaciones epistemológicas e ideológicas.<br />

La filosofía de orientación religiosa revivió en determinados ambientes de<br />

universidades privadas e instituciones confesionales. La metafísica tomó vuelo nuevamente<br />

42<br />

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Guadarrama Gonzàlez, Pablo: Filosofía latinoamericana: momentos de su desarrollo.<br />

en determinados espacios académicos. Nuevas críticas al racionalismo aparecieron bien<br />

desde el discurso posmodernista o vitalista. A su vez el debate con el postmodernismo y al<br />

irracionalismo ha dado lugar a debates enriquecedores del ambiente intelectual en la región.<br />

Son múltiples las pruebas de la riqueza filosófica latinoamericana que las<br />

investigaciones de la historiografía filosófica, incrementadas considerablemente en los<br />

últimos años, así lo demuestran.<br />

Lo que hace que un pensador o una idea formen parte de la historia de la filosofía<br />

latinoamericana es en primer lugar el rigor teórico de su producción intelectual. Solo en<br />

segundo lugar la condición de producirse de algún modo articulado a la herencia cultural<br />

latinoamericana, no por el simple hecho de que su autor sea nativo de estas tierras -pues en<br />

ocasiones se trata de inmigrantes que enriquecen la cultura latinoamericana-, sino por<br />

corresponderse al nivel de exigencias epistemológicas, axiológicas e ideológicas del<br />

contexto latinoamericano en que se genera.<br />

La mayor parte de los pensadores latinoamericanos que han asumido ideas<br />

filosóficas provenientes de Europa o de otras regiones del mundo, lo han hecho<br />

desprejuiciadamente, esto es, sin demasiada precaución sobre la posibilidad de ser acusados<br />

de miméticos. Cuando han encontrado una idea de valor la han hecho propia y la han<br />

defendido con el mismo ahínco que su autor. Más les ha importando la utilidad y la validez<br />

epistemológica de cualquier idea que el sello de procedencia de su fabricación.<br />

Si hasta no hace mucho tiempo a los filósofos latinoamericanos resultaba<br />

relativamente sencillo clasificarlos como positivistas, marxistas, fenomenólogos, tomistas,<br />

existencialistas, analíticos, etc. , pues todas y cada una de estas modalidades entre otras han<br />

tenido aquí su expresión en la mayor parte de los casos de manera sui generis, -ya que no<br />

han sido meros copiadores de fórmulas acabadas, sino que han asumido estas corrientes<br />

más como métodos de reflexión que como sistemas terminados -, en la actualidad el asunto<br />

de las clasificaciones no resulta tan sencillo.<br />

Se ha hecho cada vez más común no solamente la usual evolución en los pensadores<br />

que al conocer nuevas elaboraciones filosóficas más acabadas las hacen suyas y abandonan<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 43


Guadarrama Gonzàlez, Pablo: Filosofía latinoamericana: momentos de su desarrollo.<br />

algunas anteriores, sino también una actitud menos sectaria y por tanto menos hostil ante el<br />

valor de ideas provenientes de otras tradiciones de pensamiento distintas a las suscritas.<br />

El espíritu de la tolerancia, al menos en el mundo filosófico latinoamericano, ha ido<br />

ganando terreno en el momento actual para anunciar la posibilidad del completamiento de<br />

la modernidad. Sin embargo, lamentablemente no deja de existir alguna que otra<br />

inexpugnable capilla aislada de ciertas posturas filosóficas que evaden el diálogo que no<br />

sea con su espejo. Por fortuna tales actitudes son minoritarias.<br />

Una breve caracterización del momento actual de la filosofía latinoamericana<br />

tiene que tomar en cuenta la profesionalidad de la mayoría de los ejecutivos de la filosofía<br />

que se expresa en su formación como licenciados en dicha especialidad o en estudios de<br />

postgrado, doctorados, dominio de lenguas extranjeras, fundamentalmente modernas y<br />

buen dominio de los instrumentos de búsqueda bibliográfica informatizada y de<br />

comunicación.<br />

También debe apuntarse el pluralismo de corrientes y posturas dentro de cada una<br />

de ellas, que ha llevado a plantearse la idea del fin de los imperios filosóficos. Ya no es tan<br />

fácil que una filosofía adquiera expresiones de marcado predominio sobre otras como en<br />

otros tiempos pudo hacerlo la escolástica, el racionalismo, el positivismo, la<br />

fenomenologia 58 , el marxismo o el irracionalismo.<br />

Es más común encontrar la frecuente imbricación de posiciones en que en ocasiones<br />

llegan a confundirse las posiciones, sin que necesariamente signifique posturas eclécticas,<br />

sino en verdad electivas como sostenían aquellos ilustrados latinoamericanos, respecto a<br />

las distintas verdades contenidas en filosofías heterogéneas.<br />

La apertura al diálogo filosófico permite que en los últimos años en América Latina,<br />

en los congresos de filosofía, puedan debatir respetuosamente un tomista, un marxista, un<br />

analítico, etc., 59 y lo que resulta más importante: arribar a criterios de común acuerdo,<br />

58 Véase: Colectivo de autores. Fenomenologia en America Latina. Memoria del Primer Coloquio<br />

Latinoamericano de Fenomenologia. Universidad de San Buenaventura. Bogota. 2000.<br />

59<br />

Véase: Gutierrez, C (editor). El trabajo filosofixco de hoy en el continente. Memorias del XIII Congreso<br />

Interamericano de Filosofia. Universidad de Los Andes. Bogota. 1994.<br />

44<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Guadarrama Gonzàlez, Pablo: Filosofía latinoamericana: momentos de su desarrollo.<br />

aunque mantengan sus respectivas visiones cosmovisivas, epistemológicas, metodológicas<br />

e ideológicas. Numerosas memorias de congresos 60 y otras publicaciones colectivas<br />

demuestran ese espíritu de construcción colectiva superando sectarismos filosóficos.<br />

La vida filosófica ha multiplicado su existencia en el nacimiento de numerosas<br />

facultades de filosofía, congresos, libros de colectivos de autores 61 , revistas, diarios incluso<br />

en sus páginas culturales 62 , y otras publicaciones en Internet, etc. Y aunque el racionalismo<br />

instrumental y pragmático intenta desvirtuar la profesión por su limitado carácter utilitario<br />

por otro lado aparecen tendencias a revitalizar la labor de los filósofos como think tanks<br />

(tanques pensantes) e ideólogos de partidos, gobiernos, instituciones de la sociedad civil,<br />

etc., de gran utilidad ideológica para diseñar alternativas en este mundo globalizado, en que<br />

esta en juego la validez de las propuestas neoliberales. En tiempos que se presupone<br />

prevalece la sociedad del conocimiento, la subordinación a las redes informatizadas 63 y<br />

cuando surgen amenazantes conflictos del desarrollo cientifico-tecnológico, demográficos,<br />

ecológicos, culturales, etc., en tiempos de globalización y presunta posmodernidad 64 , así<br />

como propuestas alternativas que indican que en el orden socioeconómico y político otro<br />

mundo es posible y que el socialismo del siglo XXI augura ser muy diferente al del pasado<br />

siglo XX, la filosofía en América Latina, a la par, parece que inicia otro desafiante<br />

momento de su desarrollo.<br />

60<br />

Véase: Giusti, M ( Editor). La filosofia en el siglo XX. Balance y perspectivas. Actas del VII Congreso<br />

Nacional de Filosofía. Pontificia Universidad Católica del Peru. Lima. 2000.<br />

61<br />

Véase: Salas Astrain, R. (Coordinador Académico). Pensamiento Critico Latinoamericano. Ediciones<br />

Universidad Catolica. Silva Henriquez. Tomo I, II y III. Santiago de Chile. 2005.<br />

62<br />

Véase: Comesana, G. Perez Estevez. A y A. Marquez-Fernandez. Signos de Rotacion. Pensadores<br />

Iberoamericanos.Universidad Catolica Cecilio Acosta. Maracaibo 2002.<br />

63 (...) ‘en la era de la informacion, cada vez se organizan mas en torno a redes. Estas constituyen la nueva<br />

morfologia social de nuestras sociedades y la difusion de su logica de enlace modifica de forma sustancial la<br />

opracion y los resultados de los procesos de produccion, la experiencia, el poder y la cultura’. Castell, M. La<br />

era de la informacion. Siglo XXI. Mexico. 1999. T. I. P. 505.<br />

64 Véase; Guadarrama,P. Cultura y educación en tiempos de globalización posmoderna. Editorial Magisterio.<br />

Bogotà, 2006.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 45


La filosofía de la ciencia y la técnica en Leonardo<br />

Juan José Colomina Almiñana<br />

(Universidad de La Laguna)<br />

Resumen: Aunque los escritos de Leonardo son más bien eclécticos y oscuros, podemos intuir<br />

una serie de tesis respecto a su metodología científica y al empleo pragmático y tecnológicamente<br />

orientado de sus descubrimientos experimentales. En un primer apartado, quien escribe pretende<br />

introducir la visión de la ciencia de Leonardo a partir de la experiencia práctica como un continuo proceso<br />

de observación, desde el cual (en segundo lugar) podemos abordar más pormenorizadamente las<br />

implicaciones de su metodología científica. Tercero, pasaremos a la consideración matemática y abstracta<br />

de la naturaleza que supone el método analítico-observacional de Leonardo, sin el cual no podremos<br />

entender su ontología (cuarto apartado), su mecanicismo (quinto apartado) ni su concepción del<br />

movimiento (sexto apartado). En pocas palabras, la visión del mundo de Leonardo depende por entero de<br />

su concepción realista de la metodología científica y de su empleo tecnológico.<br />

Palabras clave: Observación, método experimental, realismo científico, matemáticas,<br />

mecanicismo, dualismo ontológico, Leonardo.<br />

Abstract: Though Leonardo's writings are rather eclectic and dark, we can feel a series of thesis<br />

with regard to his scientific methodology and the employment pragmatic and technologically orientated<br />

of his experimental discoveries. In the first paragraph, who writes it tries to introduce the vision of<br />

Leonardo's science from the practical experience as a continuous process of observation, from which<br />

(secondly) we can approach more narrowly the implications of his scientific methodology. Third, we will<br />

go on to the mathematical and abstract consideration of the nature that supposes the analytical and<br />

observacional method of Leonardo, without whom we will be able to understand his ontology (fourth<br />

paragraph), his mecanicism (neither fifth paragraph) nor his conception of the movement (sixth<br />

paragraph). Briefly, the vision of Leonardo's world depends for point of his realistic conception of the<br />

scientific methodology and of his technological employment.<br />

Keywords: Observation, experimental methodology, scientific realism, mathematics,<br />

mecanicism, ontological dualism, Leonardo.<br />

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La filosofía de la ciencia y la técnica en Leonardo<br />

Juan José Colomina Almiñana<br />

(Universidad de La Laguna)<br />

“Muchos pensarán que tienen motivos para reprocharme<br />

diciendo que mis pruebas contradicen la autoridad de ciertos<br />

hombres tenidos en gran estima por sus inexperimentadas<br />

teorías teniendo sin considerar que mis obras son el resultado<br />

de la experimentación simple y llana, que es la verdadera<br />

maestra”, Leonardo.<br />

1. Introducción: Leonardo como técnico-artesano<br />

Leonardo nació en Vinci (de ahí que suela conocerse con el sobrenombre de da<br />

Vinci) en 1452. Fue pintor, arquitecto, escultor, sabio, literato, etc. pero, sobre todo,<br />

supo representar perfectamente el espíritu de su época.<br />

Leonardo se consideraba a sí mismo no como un ilustrado, sino como un<br />

artesano que pretendía evolucionar la vida a través del ejercicio científicamente<br />

científicamente orientado su intelecto para lograr un verdadero avance en la ciencia y no<br />

a partir del desarrollo de ideas vanas y superfluas, tal y como, consideraba, habían<br />

hecho los sabios antiguos. Pero este avance de la ciencia no pretendía un desarrollo<br />

abstracto de nuestro conocer, sino que perseguía adecuar y mejorar el modo de vida<br />

humano a partir del mejor desarrollo posible del nivel de tecnología de sus<br />

constemporáneos, lo que, consecuentemente, permitiría mejorar su nivel de vida.<br />

Por ello, el mismo Leonardo no se considera un letrado, sino que tan sólo se<br />

contenta con ser un sencillo artesano que en su taller desarrolla las ideas que, a partir de<br />

la observación sensible de la naturaleza, era capaz de inferir.<br />

Lo más dificultoso de tratar de este autor, sin embargo, a pesar de su prolífico<br />

trabajo, no es tanto su escasa obra conservada, sino más bien lo angosto de su escritura.<br />

Leonardo no sólo carecía de suficientes conocimientos de latín y griego, sino que<br />

además no escribió en idiomas mayoritarios. Su escritura es una mezcla de italiano<br />

antiguo contaminado con extranjerismos, a menudo repleto de símbolos y de escritura<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 47


Colomina Albiñana, Juan José: «La filosofía de la ciencia y la técnica en Leonardo»<br />

inversa para evitar que fueran robados sus proyectos, lo que añade dificultad a la ya<br />

complicada traducción e interpretación de sus textos. La escritura de Leonardo es difícil<br />

de descifrar, pero no tanto de describir: simplemente se limitaba a extraer conclusiones<br />

de la directa observación de la naturaleza, conclusiones que le permitieran experimentar<br />

por sí mismo aquellos datos y le permitieran diseñar leyes generales de aplicación y/o<br />

aparatos capaces de funcionar aprovechando dichas leyes.<br />

Sus diversos estudios permiten ver que, además de un gran artista, fue un gran<br />

científico. No sólo empleó el método empírico de observación y experimentación, sino<br />

que también, como veremos, fue capaz de observar en el mundo una serie de leyes<br />

generales que permiten una interpretación matematizada de la realidad, facilitando con<br />

ello el nivel descriptivo de sus conclusiones y mejorando sustancialmente la capacidad<br />

operativa de sus experimentos. Y tenemos constancia que, de esa misma observación de<br />

la naturaleza, pudo extraer sus conocimientos sobre el universo: su descripción de la<br />

bóveda celeste, la especificación de elementos, etc., temas que sólo un científico<br />

experimental podría llegar a demostrar a partir de la práctica cotidiana.<br />

Pero tanto o más importantes fueron sus observaciones y estudios acerca del<br />

movimiento: Leonardo no se quedó en la parte teórica de la explicación de la<br />

dinamicidad y el estudio del movimiento de las alas de las aves, sino que además<br />

también llegó a planificar la construcción de una máquina voladora, entre otros<br />

proyectos de armamento o navegación.<br />

Pero lo más importante de la figura de Leonardo es que fue un humanista: no<br />

sólo consideró al hombre como el centro de la creación, sino que además contemplaba<br />

todos sus conocimientos extraídos de la observación de la naturaleza como un<br />

instrumento desde el cual facilitar la existencia a sus congéneres a partir de su uso en la<br />

construcción y fabricación de artilugios.<br />

En pocas palabras, podemos afirmar que la observación directa de la naturaleza<br />

y la experimentación fueron su método, mientras que la construcción de artefactos a<br />

partir de sus resultados presupone una visión humanista de la tecnología. Sin embargo,<br />

como deja constancia las siguientes palabras, no era la tónica general en los científicos<br />

de su época.<br />

48<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Colomina Albiñana, Juan José: «La filosofía de la ciencia y la técnica en Leonardo»<br />

“Soy plenamente consciente de que al no ser un hombre de letras, ciertas personas<br />

presuntuosas puedan pensar que tienen motivos para reprochar mi falta de conocimientos.<br />

¡Necios! Acaso no saben que puedo contestarles con las palabras que Mario dijo a los<br />

patricios romanos: “aquellos que se engalanan con las obras ajenas nunca me permitirán<br />

usar las propias”. Dirán que al no haber aprendido en libros no soy capaz de expresar lo que<br />

quiero tratar; pero no se dan cuenta que la exposición de mis temas exige experiencia más<br />

que palabras ajenas”, Leonardo (1999: 202).<br />

2. El método científico experimental en Leonardo<br />

Como prácticamente todo gran científico innovador, Leonardo también tuvo<br />

problemas con la autoridad científica de su época:<br />

“Muchos pensarán que tienen motivos para reprocharme diciendo que mis pruebas<br />

contradicen la autoridad de ciertos hombres tenidos en gran estima por sus<br />

inexperimentadas teorías sin considerar que mis obras son el resultado de la experiencia<br />

simple y llana, que es la verdadera maestra”, Leonardo (1999: 201).<br />

Este fragmento demuestra dos cosas: en primer lugar, que Leonardo era<br />

plenamente consciente de lo revolucionario de sus ideas, hasta el punto de que algunas<br />

de sus afirmaciones contradecían las Escrituras y las teorías de insignes hombres que<br />

habían impuesto durante años sus teorías de forma inamovible; pero, por otra parte,<br />

también nos muestra su método. Sólo un método experimental que permita corroborar<br />

los datos observados en la naturaleza es capaz de permitir la extracción de conclusiones<br />

válidas.<br />

“La experiencia ha sido la maestra de todo buen escritor; por esto será siempre ella<br />

la que yo citaré como maestra”, Leonardo (1999: 202).<br />

Todo conocimiento tan sólo puede ser extraído a partir de la observación directa<br />

de la naturaleza. Y ello porque, como dice la tradición, si la naturaleza es creación de<br />

Dios, todo lo que se puede conocer debe estar en ella. Por lo que podemos conclujir que<br />

Leonardo defiende una especie de panteísmo, donde la naturaleza es la representación<br />

de Dios en el mundo y en ella se que contiene toda la verdad. Sólo mediante la<br />

observación, mediante la experiencia sensible sería posible poder llegar a conocer la<br />

verdad que la naturaleza esconde.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 49


Colomina Albiñana, Juan José: «La filosofía de la ciencia y la técnica en Leonardo»<br />

“El origen de todos nuestros conocimientos está en nuestras percepciones.<br />

El ojo, llamado ventana del alma, es el medio principal por el que podemos<br />

apreciar más plenamente las infinitas obras de la naturaleza”, Leonardo (1999: 204).<br />

Leonardo afirma que si todo conocimiento posible está en la naturaleza, sólo la<br />

ignorancia del hombre y su mala visión del mundo es la que le hace caer en el error. Por<br />

tanto, el error en el conocimiento siempre dependerá la mala praxis del hombre: la mala<br />

interpretación de los fenómenos y hechos de la naturaleza es lo que hace posible que el<br />

hombre no llegue al conocimiento verdadero. Pero si la verdad se encuentra en la<br />

naturaleza, la buena observación e interpretación de la misma por parte del hombre<br />

permitirá extraerla. Y si todo conocimiento es extraíble a partir de la experiencia, y si<br />

todo conocimiento tiene pretensión de verdad y certeza, entonces toda ciencia que no<br />

esté fundada en la experiencia sensible deberá, por tanto, considerarse como falsa, lo<br />

que supone un ataque contra la especulación científica. Toda ciencia que pretenda ser<br />

verdadera debe basarse en la experiencia, ya que sólo ésta es capaz de proporcionar<br />

certeza.<br />

Por tanto, es a través de los sentidos como se le permite al hombre observar la<br />

realidad y, a partir de ellos, éste puede extraer los principios que rigen los fenómenos<br />

naturales y fundar una verdadera Ciencia.<br />

“La experiencia, intérprete entre la naturaleza y la especie humana, nos enseña que<br />

lo que esta naturaleza lleva a cabo entre los mortales forzada por la necesidad no puede<br />

operar de otras formas más que en la medida en que la razón, que es su dirección, le<br />

manda”, Leonardo (1999: 207).<br />

Pero la mera observación de la naturaleza no es lo único que el hombre debe<br />

ejercer. También es necesario que el hombre interprete adecuadamente aquellos hechos<br />

y fenómenos de la naturaleza, y de su particularidad y multiplicidad extraer lo universal<br />

y verdadero (los principios reales de la naturaleza).<br />

50<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Colomina Albiñana, Juan José: «La filosofía de la ciencia y la técnica en Leonardo»<br />

“... aunque la naturaleza empieza con la causa y termina en la experiencia,<br />

nosotros debemos seguir el camino opuesto, es decir, debemos empezar por la experiencia y<br />

por medio de ella investigar la causa”, Leonardo (1999: 207).<br />

Por tanto, según Leonardo, sería necesario encontrar y explicar las verdaderas<br />

causas de las cosas. Todo fenómeno tiene, así, su causa y ésta debería poder encontrarse<br />

en la naturaleza. Al hombre sólo le quedaría la tarea de extraer de su experiencia<br />

sensible múltiple las causas universales y necesarias de todo aquello que existe y<br />

acontece. Y sólo mediante la demostración empírica y la experimentación debe<br />

comprobar y demostrar la verdad de esas causas primeras. Y una vez conocida la<br />

certeza de estos principios, ya no sería necesaria la experimentación.<br />

Pero lo más sorprendente de todo no es tanto que Leonardo introdujera un nuevo<br />

método (la observación y la experiencia empírica) contradiciendo la autoridad<br />

establecida por la Biblia (donde el principio de todo es Dios como Providencia) y la<br />

verdad del método inductivo empleado por otros autores, sino que también dio las<br />

primeras nociones de hacia una matematización de la realidad (posteriormente recogidas<br />

por Galileo y Newton).<br />

“No hay certeza alguna allí donde no se pueda aplicar alguna de las ciencias<br />

matemáticas o alguna de las que se relacionan con las ciencias matemáticas”, Leonardo<br />

(1999: 209).<br />

Las matemáticas son el ejemplo de ciencia que Leonardo concibe como<br />

verdadera, ya que el conocimiento de los primeros principios se deduce de la<br />

multiplicidad experiencial. Pero la importancia que Leonardo concede a las matemáticas<br />

dentro de su método merece un capítulo aparte.<br />

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Colomina Albiñana, Juan José: «La filosofía de la ciencia y la técnica en Leonardo»<br />

3. Leonardo y las matemáticas<br />

“Ninguna investigación humana puede ser denominada<br />

ciencia si no pasa a través de las pruebas<br />

matemáticas”, Leonardo.<br />

Comenzaremos con una advertencia del propio Leonardo:<br />

“Nadie que no sea matemático debe leer los principios de mi obra”, Leonardo<br />

(1999: 27).<br />

No es una advertencia corriente en el siglo XVI. Si Leonardo concebía un<br />

mundo escrito en signos y leyes matemáticas, regulares, constantes, universales,<br />

entonces sólo pueden comprenderse si se mira hacia la naturaleza no con una mirada<br />

ingenua y supersticiosa, sino con la mirada de un científico que espera obtener de ella<br />

las respuestas a todo cuanto sucede. No mestá de más recordar que la mayoría de los<br />

tratados de Leonardo están referidos a estudios relativos a la medición de la anatomía<br />

humana y a su proporcionalidad, principalmente para su aplicación pictórica. 1 La<br />

extracción de leyes matemáticas de la naturaleza permite su aplicación más allá de ella,<br />

con lo que es posible plasmar fuera de ella lo más fielmente posible las escenas y<br />

hechos que cotidianamente se repiten en este nuestro mundo. Por ello mismo, Leonardo<br />

afirma<br />

“La ciencia de la pintura comienza con el punto, luego viene la línea y después el<br />

plano en tercer lugar. El cuarto es el cuerpo, formado de planos. Así es como procede la<br />

representación de los objetos. Porque, de hecho, la pintura no se extiende más allá de la<br />

superficie, y es por su superficie como es representado el cuerpo de cualquier objeto<br />

visible”, Leonardo (1999: 27).<br />

1 Un caso excepcionalmente preclaro lo encontramos en su gravado conocido como “El hombre de<br />

Vitrubio”, que no sólo nos transmite los extraordinarios conocimientos respecto de la anatomía y la<br />

proporción humanas, sino que también demuestra su concepción panteísta del mundo al considerar la<br />

existencia de un elemento ‘divino’ que se repite y se plasma en toda la naturaleza: el llamado <strong>número</strong><br />

áureo. Para más información relativa a este hecho, ver anexo I.<br />

52<br />

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Colomina Albiñana, Juan José: «La filosofía de la ciencia y la técnica en Leonardo»<br />

En su Tratado sobre pintura, Leonardo siempre tenderá a simplificar el mundo a<br />

partir de su reducción a simples formas geométricas. Esto nos demuestra ser un primer<br />

paso hacia la matematización de la realidad, que concluirá con las famosas palabras de<br />

Galileo: “el libro de la naturaleza está escrito en lenguaje matemático”. Esta primera<br />

aproximación no busca tanto leyes universales de comportamiento como leyes<br />

universales de representación. Leonardo no persigue, por tanto, componer una física<br />

revolucionaria con múltiples leyes y ecuaciones, sino solamente pretenderá hacer ver<br />

que la composición del mundo es natural, y que lo natural se puede simplificar al<br />

máximo. Podemos entender este movimiento representacional como una versión débil<br />

de realismo: la representación de la unidad mínima es el punto, que se extiende<br />

componiendo líneas; cuando se unen varias líneas se forman planos, pero al contemplar<br />

los cuerpos en la naturaleza, podemos observarlos tan sólo como la unión de ciertos<br />

planos todos superpuestos en perspectiva. Es decir, todo cuerpo de la naturaleza es un<br />

cúmulo de puntos y líneas simples y, como tal, pueden descomponerse en ellas; es más,<br />

pueden también componerse a través de ellas, lo que posibilitará a Leonardo la<br />

aplicación este principio en el mundo de la pintura. Como él mismo nos dice,<br />

“Primero hay que conocer las partes del cuerpo y sus mecanismos. Después de<br />

haber completado este estudio, será necesario conocer sus gestos en las diversas<br />

circunstancias. En tercer lugar, la composición de los temas cuyo estudio debe hacerse<br />

imitando las acciones que se le presentan en la naturaleza de cuando en cuando, según las<br />

circunstancias. Para ello hay que fijarse en las acciones que se desarrollan en las calles,<br />

plazas, campos, anotando sus formas por una breve indicación. Así, por ejemplo, para<br />

dibujar la cabeza, hagamos una O. Para un brazo, una línea curva, y lo mismo para las<br />

piernas y todo el cuerpo”, Leonardo (1999: 86).<br />

Como hemos leído en este fragmento, Leonardo no pretende complicar el<br />

universo con leyes físicas de aplicación universal; él tan sólo se considera un<br />

observador, por tanto su única intención será simplificar al máximo la comprensión de<br />

la naturaleza para poder manejarse lo mejor posible en ella y poder aprovecharse lo<br />

máximo posible de ella. Y esta necesidad pragmática es la que lleva a nuestro autor a<br />

aseverar conclusiones como la siguiente:<br />

“Entre los diversos estudios del proceso natural, el de la luz es el que produce<br />

mayor placer a quienes lo contemplan. Y entre las principales características de las<br />

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Colomina Albiñana, Juan José: «La filosofía de la ciencia y la técnica en Leonardo»<br />

matemáticas, la de la certeza de las demostraciones es la que más eleva la mente de los<br />

investigadores. Por tanto, debe preferirse la perspectiva a todos los discursos y sistemas de<br />

los eruditos. En su campo, el rayo de luz se explica por métodos de demostración en los que<br />

encontramos la gloria no sólo de la ciencia matemática, sino de la física, adornado como<br />

está, con las flores de ambas”, Leonardo (1999: 31).<br />

Leonardo verá en la perspectiva la forma de obtener de la realidad sus formas<br />

básicas, llegando a considerarla el axioma básico desde el cual partir en su investigación<br />

matemático-geométrica. Si la observación de la realidad permite extraer la composición<br />

básica de los elementos (que no son más que un conjunto organizado en el espacio de<br />

puntos, líneas y planos adecuadamente dispuestos), la perspectiva es la que permite<br />

componer y descomponer un orden en la misma a través de la superposición de los<br />

diferentes niveles de la realidad pluri-dimensional.<br />

La observación de, precisamente, esta regularidad hará a Leonardo presuponer<br />

un principio teleológico dentro de la Naturaleza. Así, llegará a considerar que los<br />

diferentes elementos de la realidad están dispuestos a partir de una racionalidad natural,<br />

ya que podemos observar que nada ocupa un lugar arbitrario, sino que ocupa su justo<br />

lugar dentro de la realidad y que la distancia entre un objeto y otros siempre forma<br />

figuras geométricas. De este modo, concluye Leonardo, podemos ver que<br />

“En cada punto de cualquier línea se entrecruzan líneas procedentes de los puntos<br />

sobre las superficies de los cuerpos, formando pirámides. En la cúspide de cada pirámide se<br />

entrecruzan líneas procedentes del todo y de las partes de los cuerpos, de tal manera que<br />

uno puede ver desde esta cúspide el todo y las partes”. Leonardo (1999: 30).<br />

Según las líneas anteriores, para Leonardo, todo elemento forma la base de una<br />

pirámide desde la que podemos contemplar el resto de objetos. El ápex de dichas<br />

pirámides lo formaría el resto de objetos de la naturaleza, por lo que el mundo físico<br />

estará conformado por infinitud de pirámides cuya base parte de un cuerpo y cuya<br />

cúspide termina en todos los demás.<br />

“Cada cuerpo se convierte en base de innumerables e infinitas pirámides. La<br />

misma base sirve de origen a innumerables e infinitas pirámides vueltas en varias<br />

direcciones y de distintos grados de longitud”, Leonardo (1999: 30).<br />

54<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Colomina Albiñana, Juan José: «La filosofía de la ciencia y la técnica en Leonardo»<br />

Pero, si consideramos la posibilidad de una realidad pluri-dimensional en donde<br />

lo que prima respecto a las partes es la racionalidad organizativa del todo, tal y como<br />

hemos visto que está haciendo Leonardo a partir de su principio teleológico de la<br />

realidad, no es de extrañar que sea capaz de realizar afirmaciones tan contundentes<br />

como la siguiente:<br />

“El aire está lleno de infinitas líneas rectas y radiantes entrelazadas e interferidas<br />

unas con otras, sin que ninguna ocupe el lugar de la otra. Estas líneas representan en<br />

cualquier objeto la verdadera forma de su causa originante.<br />

La atmósfera está llena de infinitas pirámides radiantes producidas por los objetos<br />

que existen en ella. Éstas se entrecruzan unas con otras con convergencia independiente, sin<br />

interferencia entre ellas y pasando por toda la atmósfera circundante”, Leonardo (1999: 24).<br />

Así, para nuestro autor vemos que la realidad no sería más que la correcta<br />

composición y distribución de una imaginaria multitud de líneas y formas geométricas<br />

que interrelaciona las cosas entre sí y que es capaz de conformar un orden en el reino de<br />

la naturaleza. Incluso podemos llegar a afirmar un cierto estoicismo en las opiniones de<br />

Leonardo, dado que para éste la naturaleza parece ser un todo casi-divino que contiene<br />

en sí todas las cosas y las interrelaciona por medio de una fuerza oculta, pero siempre<br />

presente, que impide que el orden establecido en la naturaleza pueda llegar a romperse.<br />

Este pneuma, que animaría la realidad, estaría compuesto por una infinitud de líneas y<br />

figuras que compondrían el universo y la realidad de la naturaleza.<br />

Y esto lo muestra no sólo la simple observación pasiva de la realidad, sino<br />

también la ejercitación de una fuerza activa para con la naturaleza presente en los<br />

humanos: los sentidos, que conforman el “sentido común” o razón del hombre. La<br />

naturaleza le presenta al hombre ciertos hechos y fenómenos, pero existe una<br />

reciprocidad que permite al ser humano reaccionar frente a ellos, estableciendo por su<br />

capacidad racional una idea de orden y de interrelación en la naturaleza que le posibilite<br />

conformar una serie de modelos de comportamiento y de configuración de la naturaleza<br />

con la pragmática intención de aprovecharse al máximo de sus conocimientos.<br />

Pero en este punto es donde aflora el dualismo antropológico de Leonardo. Si<br />

anteriormente había considerado un dualismo ontológico al considerar (muy<br />

spinozianamente) que el mundo es la realización plena de una esencia ‘divina’, pero que<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 55


Colomina Albiñana, Juan José: «La filosofía de la ciencia y la técnica en Leonardo»<br />

toda ella era la suma de lo real, al postular la existencia de un “sentido común” (lo que<br />

se suele conocer como juicio) como separado del cuerpo y como necesariamente<br />

perteneciente a un alma, Leonardo se ve obligado a presuponer un mecanicismo en los<br />

cuerpos vivos (coherente con su explicación fisicalista de la realidad) de forma tal que,<br />

como una máquina, los cuerpos funcionen de forma establecida, pero siempre guiados,<br />

al menos los cuerpos humanos, por un alma racional que puede comprender la realidad,<br />

abriendo más problemas de los que es capaz de solucionar.<br />

Pero todo este descubrimiento de la esencia de la realidad sería incongruente si<br />

los hombres no pudieran comunicarse con la naturaleza, según Leonardo, por ello se les<br />

ha dispuesto de sentidos físicos que permiten una interacción del hombre con la<br />

naturaleza. Pero de todos ellos, la vista es el principal, y éste se encuentra en el ojo.<br />

Veamos.<br />

“¿Qué lengua puede revelar tan gran maravilla? En verdad, ninguna. El ojo es<br />

quien guía la reflexión humana para la consideración de las cosas divinas. Todas las<br />

formas, todos los colores, todas las imágenes de cada parte del universo se contraen en un<br />

punto. ¿Qué otro punto hay tan maravilloso? Maravillosa y admirable necesidad; por tu ley<br />

haces que todo efecto sea el resultado directo de su causa por la vía más cortas”, Leonardo<br />

(1999: 12).<br />

Gracias a su sentido de la vista, el hombre puede establecer una ley en el mundo:<br />

las cosas se ven de forma diferente según el sitio desde el que se las observe. Si esta ley<br />

de la perspectiva hace que un mismo cuerpo aparezca como varios distintos según desde<br />

el punto desde el que se observa, entonces es posible establecer una relación matemática<br />

entre las cosas. El mundo debe estar formado por cuerpos que se relacionan entre sí<br />

mediante líneas y figuras geométricas. Pero aunque<br />

“La perspectiva no es más que la visión de un lugar a través de un cristal liso y<br />

completamente transparente, sobre cuya superficie quedan grabadas todas las cosas que<br />

están detrás de aquél. Los objetos llegan al punto del ojo en forma de pirámides y éstas se<br />

entrecortan en el plano del cristal”, Leonardo (1999: 22),<br />

en realidad, deberíamos suponer que<br />

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Colomina Albiñana, Juan José: «La filosofía de la ciencia y la técnica en Leonardo»<br />

“Hay tres clases de perspectiva. La primera trata de las razones de la aparente<br />

disminución de los objetos cuando se alejan del ojo; es conocida como perspectiva de<br />

disminución. La segunda trata de la forma en que varían los colores al alejarse del ojo. La<br />

tercera y última explica cómo aparecerían los objetos menos precisos cuanto más lejos se<br />

encuentren. Los nombres son los siguientes: perspectiva lineal, perspectiva de color y<br />

perspectiva de desaparición”, Leonardo (1999: 20).<br />

La perspectiva, por tanto, es lo que permite que el hombre observe la realidad y<br />

los cuerpos que en ella habitan a través de su ojo. Como hemos visto en el fragmento,<br />

existen varios tipos de perspectiva, pero todos ellos permiten de igual modo, aunque de<br />

forma diferente, observar la realidad.<br />

Pero lo que a nosotros nos interesa de la perspectiva en este punto es la forma en<br />

la que es capaz de producir la visión. Del mismo modo que los cuerpos están<br />

interrelacionados entre sí mediante pirámides, nos dice Leonardo, el cuerpo observado<br />

se proyecta como una pirámide inversa hasta el ojo y esta proyección se corta en el<br />

cristalino del ojo (el “espejo”) conformando la visión del cuerpo. Pero la visión no sería<br />

completa si no hubiera una respuesta activa del hombre, por lo que el ojo también<br />

proyecta una pirámide (cuyo ápex sería el objeto) que posibilita captar la realidad<br />

sensible. Pero este objeto será captado en perspectiva, por lo que de forma activa el<br />

hombre verá el objeto desde un cierto punto, mientras que de forma pasiva el objeto se<br />

mostrará en sí al hombre. Y esto es lo que permitió a Leonardo insinuar la idea de la<br />

cámara oscura, haciendo gala de unos amplísimos conocimientos de la ciencia óptica y<br />

de las leyes que gobiernan los principios de refracción de la luz:<br />

“La razón es la siguiente: sabemos con toda certeza que es te agujero tiene que dar<br />

entrada a algo de luz de dicho edificio y que esta luz procede de uno o muchos cuerpos<br />

luminosos. Si estos cuerpos son de varias formas y colores, los rayos que forman las<br />

imágenes serán de varios colores y formas, y la representación en la pared será asimismo de<br />

diversas formas y colores”, Leonardo (1999: 16).<br />

Así, siempre según nuestro autor, la imagen del cuerpo observado se proyecta a<br />

través de la atmósfera, que se supone recogerá del objeto su misma naturaleza, y llegará<br />

hasta el ojo en forma reducida, donde se plasmará en el cristalino y será captada. Pero<br />

del mismo modo, el ojo proyecta su imagen al objeto para captarlo y, de esta forma, el<br />

juicio del alma humana puede formarse una idea del cuerpo observado y extraer de la<br />

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Colomina Albiñana, Juan José: «La filosofía de la ciencia y la técnica en Leonardo»<br />

particularidad toda una serie de generalidades que le posibilitarán la comprensión de la<br />

realidad. Pero como la imagen del objeto se ve de forma inversa al ser cortada por un<br />

“espejo” (el cristalino), Leonardo acabará concluyendo que esta imagen es cortada dos<br />

veces de forma consecutiva: una primera vez en la pupila (que la hace inversa) y otra en<br />

el cristalino (que la devuelve a su forma habitual).<br />

Pero como hemos dicho, no sólo es el objeto el que proyecta su imagen hasta el<br />

ojo, sino que es también el ojo el que proyecta una fuerza espiritual hasta el objeto para<br />

captarlo (lo que está haciendo aquí Leonardo no es ni más ni menos que avanzar una<br />

proto-teoría corpuscular de la luz propia de las concepciones estoicistas del mundo, que<br />

parten de un materialismo atomista para acabar en un dualismo ontológico). Y una vez<br />

el objeto ha sido captado por el ojo, el juicio o “sentido común” conforma ideas<br />

universales desde la particularidad, haciendo que aparezca un orden regular y general en<br />

la naturaleza y ofreciendo una relación entre todos los elementos de la realidad. Pero<br />

debemos tener cuidado, como insinúa Leonardo, dado que<br />

“La experiencia nos enseña que el ojo capta diez cualidades diferentes de los<br />

objetos: la luz y la oscuridad –la primera sirve para descubrir las otras nueve y la segunda<br />

para ocultarla-, el color y sustancia, la forma y posición, la distancia y cercanía, el<br />

movimiento y reposo”, Leonardo (1999: 10).<br />

Esto mismo también nos ofrece una imagen múltiple de realidades dentro de la<br />

naturaleza. La observación nos enseña que no todos los cuerpos tienen la misma<br />

composición y que existen disposiciones secundarias en la realidad, aunque todo derive<br />

de principios generales y universales (un avance de los que, posteriormente, el<br />

empirismo de Locke distinguiría como propiedades primarias y propiedades<br />

secundarias). Por ello, surge la necesidad de preguntarnos acerca de la composición del<br />

cosmos que concibió nuestro autor.<br />

4. La imagen del universo de Leonardo<br />

Anteriormente hemos comentado la existencia de un dualismo ontológico en las<br />

ideas de Leonardo, pero ¿en qué consiste exactamente para nuestro autor la realidad?<br />

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¿De qué está compuesta? El propio Leonardo comienza marcando los límites de la<br />

realidad material:<br />

“1· La superficie es el límite de un cuerpo. 2· El límite del cuerpo no forma parte<br />

de él. 3· Lo que no es parte de un cuerpo no es nada. 4· La nada es aquello que no llena<br />

ningún espacio. El límite de un cuerpo está en el comienzo de otro”, Leonardo (1999: 28).<br />

Posteriormente, Leonardo distinguirá entre la forma y el contenido de un objeto:<br />

el contenido es lo que realmente un cuerpo es, mientras que la forma sólo delimita al<br />

objeto y lo distingue del resto de las cosas; pero la forma no pertenece al objeto, por lo<br />

que la forma nunca puede ser una característica de un cuerpo, sino es la parte esencial<br />

que lo posibilita. Si un cuerpo se distingue de otro por su contenido y la forma tan sólo<br />

es aquello que permite distinguir los objetos entre sí, podemos afirmar que los cuerpos<br />

ocupan un espacio determinado y que ese espacio no puede ser ocupado por dos cuerpos<br />

al mismo tiempo. Por ello mismo, dos cuerpos se diferenciarán por ocupar espacios<br />

diferentes. Pero el espacio existente entre los cuerpos es la nada, el vacío, es el espacio<br />

no ocupado por nada ni por nadie y que sólo contiene la fuerza inmaterial que<br />

interrelaciona entre sí a los objetos. Contiene, por tanto, según Leonardo, las líneas y<br />

figuras geométricas que establecen una relación entre los cuerpos.<br />

Nuestro autor considera un atomismo como base física del mundo, un mundo<br />

compuesto por cinco elementos esenciales (agua, aire, fuego, tierra y éter), y que todo<br />

cuerpo está formado por partículas de todos los elementos en mayor o menor medida y<br />

que la naturaleza de dicho cuerpo será similar a la naturaleza del elemento<br />

predominante en él (al modo de una física aristotélico-estoicista). Pero entre esas<br />

partículas que conforman los cuerpos no es posible que exista el vacío, sino que todas<br />

las partículas deben fundirse y fusionarse formando un solo cuerpo con unas<br />

características bien definidas. Y la forma que el contenido del cuerpo adopte será la<br />

encargada de establecer las propiedades secundarias físicas de dicho cuerpo.<br />

Pero los elementos se disponen según su orden natural, según Leonardo. Los<br />

elementos tienden a ocupar su posición natural. Los elementos más pesados tienden a<br />

ocupar el centro del mundo (como la tierra). Pero, como las partículas de los elementos<br />

se entremezclan entre sí conformando cuerpos, este proceso tardará mucho tiempo, pero<br />

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Colomina Albiñana, Juan José: «La filosofía de la ciencia y la técnica en Leonardo»<br />

es inevitable la destrucción de toda la realidad del modo en que la conocemos, por lo<br />

que acabará concluyendo que, cuando esto ocurra,<br />

“Entonces la Tierra será forzada a unirse con el fuego y su superficie quedará<br />

reducida a cenizas; siendo este el fin de toda vida terrestre”, Leonardo (1999: 219).<br />

Esto hace pensar que Leonardo, posiblemente, concibiera la posibilidad de la<br />

existencia de un eterno retorno de lo idéntico, a la manera estoica; es decir, que<br />

considerara posible que, una vez todo ha llegado a ocupar su lugar correspondiente (la<br />

tierra el centro del universo, y así sucesivamente), el gran fuego primordial lo<br />

absorbiera todo y volviera a dispersar nuevamente todas las partículas conformando un<br />

nuevo mundo.<br />

El agua es el segundo elemento más pesado, tras la tierra. Por ello, tiende a fluir<br />

siempre hacia abajo, arrastrada por su peso. Pero cuando ocupa su lugar natural queda<br />

inmóvil y la inmovilidad la corrompe, a no ser que alguna fuerza actúe sobre ella, como<br />

la fuerza del aire (el viento), que es el tercer elemento más pesado, que permite su<br />

movimiento. Esto permite a nuestro autor decir:<br />

“Así llegamos a esta conclusión: que todos los elementos, a pesar de estar sin peso<br />

en su propia esfera, lo tienen fuera de ella, es decir, cuando se alejan hacia el firmamento,<br />

pero no cuando se dirigen hacia el centro de la tierra”, Leonardo (1999: 223).<br />

Los elementos ejercen una fuerza hacia abajo por la presión que su peso ejerce<br />

sobre los cuerpos, pero en el momento en que han llegado a ocupar el lugar que por<br />

naturaleza les corresponde, esa presión desaparece y tan sólo reposan en su lecho<br />

natural, como indican las plantas que crecen en el fondo de los ríos, que no sufren<br />

aplastamiento por parte de la presión del agua. Pero el aire se encuentra por encima de<br />

la tierra y del agua, por lo que, según Leonardo, cuando el aire se enfría se convierte en<br />

agua, por lo que no existen elementos puros en la naturaleza, sino que todo surge de lo<br />

mismo y todo puede transformarse en los demás elementos. Lo único esencial es el<br />

fuego primordial que conforma y destruye el mundo.<br />

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Colomina Albiñana, Juan José: «La filosofía de la ciencia y la técnica en Leonardo»<br />

Pero hay que decir que la tierra ocupa el lugar central del universo por la presión<br />

que ejerce su peso, pero cuando llega a ese lugar deja de actuar esa presión. Y el agua se<br />

sitúa sobre la tierra, pero no de forma desordenada, sino que todas las partículas se<br />

situarán de forma equidistante al centro de la tierra y del universo, y del mismo modo se<br />

dispondrán las partículas del aire sobre el agua y las partículas de fuego sobre el aire.<br />

Leonardo es uno de los primeros hombres que se dan cuenta de la lejanía de los<br />

astros del cielo, por ello afirma que se deben preparar lentes especiales de aumento que<br />

permitan salvar las grandes distancias existentes entre nosotros y los cuerpos celestes.<br />

Afirma que la Luna no tiene luz propia, sino que refleja la luz que le llega del Sol y que<br />

sólo vemos la cara de ésta que tenemos inmediatamente enfrente. Pero afirma que ese<br />

reflejo se debe a la cantidad de agua que existe en la Luna, siguiendo su propia<br />

especulación a falta de posibilidad de una observación directa.<br />

El Sol permanece inmóvil y dota del calor necesario para la vida a la Tierra. La<br />

razón por la que parece que el sol se mueve es la observación, pero ello es provocado<br />

por la gran distancia existente entre el Sol y la Tierra, porque también parece que el Sol<br />

no sea muy grande, cuando en realidad es enorme. Y del mismo modo, parece que es el<br />

Sol el que se mueve formando el día y la noche, cuando en realidad es la Tierra la que<br />

se mueve alrededor del Sol.<br />

Vemos como Leonardo sabía de la distancia enorme entre la Tierra y el resto de<br />

astros, ya que afirma que las estrellas son astros enormes situados a grandes distancias,<br />

y aunque no haya pruebas de la utilización del telescopio por parte de Leonardo, lo que<br />

es seguro es que se planteó teorías ópticas con la intención de fabricar lentes de<br />

aumento que fueran capaces de salvar la distancia entre los astros y el observador. Lo<br />

cierto es que Leonardo afirmó que el hombre y la Tierra compartían una propiedad: su<br />

composición dualista. Mientras que su esencia era de naturaleza espiritual, su<br />

materialidad debía responder a las leyes que rigen la realidad.<br />

5. El mecanicismo de Leonardo<br />

porque<br />

Leonardo afirma que un espíritu no puede estar nunca entre los elementos,<br />

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Colomina Albiñana, Juan José: «La filosofía de la ciencia y la técnica en Leonardo»<br />

“Crearía un vacío continuo en cualquiera de los elementos en que se encontrara y<br />

por esta razón estaría volando incesantemente hacia el firmamento hasta haber dejado atrás<br />

esos elementos”, Leonardo (1999: 256).<br />

Por ello, hemos de concluir que, para nuestro autor, un espíritu no puede estar<br />

nunca sin un cuerpo porque es necesario que un espíritu esté siempre contenido en un<br />

cuerpo, ya que si no desaparecería. Pero no es la única razón: además, el espíritu por sí<br />

sólo no puede nunca comunicarse con el mundo, y ello por puro principio mecánicos.<br />

Así, Leonardo nos dice<br />

“... la voz es movimiento de aire en fricción contra un cuerpo denso o de un cuerpo<br />

denso en fricción con el aire, que es lo mismo. Esta fricción del denso con el de poca<br />

densidad condensa el de poca densidad y causa resistencia. Es más, dos de poca densidad,<br />

uno moviéndose con rapidez y otro con movimiento lento, se condensan mutuamente al<br />

ponerse en contacto y producen un gran ruido. El sonido producido por uno de poca<br />

densidad moviéndose a través de otro del mismo estilo a una velocidad moderada, es como<br />

una gran llama que hace ruidos en el aire. El ruido más fuerte hecho por los pocos densos<br />

tiene lugar cuando moviéndose uno con rapidez penetra en el otro que está en movimiento.<br />

Por ejemplo, la llama de fuego que sale de un gran cañón al chocar con el aire, y lo mismo<br />

la llama que sale de la nube que golpea el aire y produce así los rayos.<br />

De aquí podemos afirmar que el espíritu no puede producir una voz sin<br />

movimiento de aire, y en él no hay ninguno, por lo que no puede emitir lo que no tiene”,<br />

Leonardo (1999: 257ss.).<br />

De aquí se desliga la necesidad de la unión de un espíritu y un cuerpo. Si el<br />

espíritu no poseyera un cuerpo no podría nunca comunicarse con el mundo, ya que no<br />

es extenso ni es denso, por lo que le sería imposible detectar en sí y por sí la naturaleza.<br />

Por ello, concluye Leonardo<br />

“... nada de poca densidad puede moverse a no ser que tenga un punto estable de<br />

donde tomar su movimiento...”, Leonardo (1999: 258).<br />

Una vez establecida la dualidad entre cuerpo y alma, Leonardo se dedica a<br />

establecer al hombre como centro del mundo y a ponerlo como medida universal de las<br />

cosas, hasta el punto que tan sólo aquello que respete las proporciones humanas podrá<br />

ser considerado como bello y perfecto.<br />

62<br />

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Colomina Albiñana, Juan José: «La filosofía de la ciencia y la técnica en Leonardo»<br />

Esta es la razón por la cual Leonardo considera a la proporcionalidad como el<br />

principio sobre el que debe sostenerse toda la realidad, ya que desde la correcta<br />

correlación de las partes para conformar una unidad podemos observar la perfección del<br />

todo, como en el caso del hombre de Vitrubio.<br />

“Vitrubio, el arquitecto, dice en su obra de arquitectura que las medidas del cuerpo<br />

humano están distribuidas por la naturaleza de la manera siguiente: cuatro dedos hacen un<br />

palmo; cuatro palmos hacen un pie; seis palmos hacen un codo; cuatro codos hacen la altura<br />

de un hombre; cuatro codos hacen un paso, y veinticuatro palmos hacen un hombre. Estas<br />

medidas las usó él en los edificios.<br />

Si abrimos las piernas, hasta disminuir la altura en un cuarto, y extendemos los<br />

brazos, levantándolos de tal modo que los dedos medios estén al nivel de la parte superior<br />

de la cabeza, debemos saber que el ombligo será el centro de un círculo del que los<br />

miembros extendidos tocan su circunferencia. Asimismo, el espacio entre las piernas<br />

formará un triángulo equilátero”, Leonardo (1999: 52).<br />

La proporción entre las diferentes partes del cuerpo de un hombre y su todo es lo<br />

que permite establecer la proporción del resto de los cuerpos de la realidad. Si el<br />

hombre es el cuerpo más perfecto creado por la naturaleza y se sitúa en el centro del<br />

universo, entonces todo cuerpo posterior debe respetar la proporción de dicho ser. Así,<br />

todo cuerpo para ser considerado bello debe permanecer en idéntica proporción con el<br />

cuerpo humano, tal y como lo hacen las diferentes partes de dicho cuerpo con su todo.<br />

De este modo, si, por ejemplo, consideramos que<br />

“La largura del pie desde el fin de los dedos al talón es dos veces menor que la que<br />

hay desde el talón hasta la rodilla, es decir, donde el hueso de la pierna se une con el hueso<br />

del muslo”, Leonardo (1999: 55),<br />

o que<br />

“La largura entre la mano y la muñeca es cuatro veces menor que la distancia entre<br />

la punta del dedo más largo a la articulación de las espaldas”, Leonardo (1999: 55),<br />

no tendríamos más remedio que considerar, como de hecho hace nuestro autor,<br />

que la proporción de todo cuerpo debe respetar la proporción que las partes del hombre<br />

tienen con respecto a su todo.<br />

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Leonardo se dedica ahora a describir diferentes procesos corporales humanos.<br />

Describe, por ejemplo, el movimiento de miembros y extremidades gracias a la<br />

contracción o expansión de músculos, tendones y nervios (figura 1). Cuando un<br />

miembro se mueve, la maquinaria interna que lo conforma (tendones, músculos, etc.) se<br />

ponen también en movimiento; es más, si no fuera por el movimiento interno de<br />

músculos y tendones, el miembro no se movería. Vemos aquí un mecanicismo explícito<br />

en el que el movimiento del cuerpo supone un movimiento sincrónico de ciertas partes<br />

internas del mismo cuerpo, como el movimiento de un reloj supone el movimiento<br />

sincrónico de los engranajes internos que lo conforman. Y el movimiento sincrónico de<br />

los distintos miembros y articulaciones del cuerpo humano permitiría el movimiento<br />

<strong>completo</strong> del cuerpo humano como tal; es decir, por el movimiento conjunto de los<br />

miembros de un cuerpo es por lo que dicho cuerpo es capaz de moverse.<br />

Figura 1. Representación del movimiento del brazo<br />

Pero si el centro de gravedad de un cuerpo es el centro exacto de dicho cuerpo<br />

(en el hombre lo sería el ombligo, según Leonardo), cuanto más alejado está el punto de<br />

apoyo del punto de gravedad de un cuerpo, menos presión ejerce sobre el mismo, por lo<br />

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que su movimiento es más rápido, ya que el cuerpo es más ligero porque ejercen menos<br />

presión sobre él. Por ello mismo, dice nuestro autor,<br />

“Un hombre corriendo proporciona a su pierna menos peso que cuando está<br />

inmóvil en pie. De la misma manera el caballo cuando corre es menos consciente del peso<br />

del jinete, y por esto muchos consideran maravilloso que un caballo en una carrera pueda<br />

apoyarse solamente en un pie. De aquí podemos concluir, refiriéndonos al peso en un<br />

movimiento transverso, que cuanto más rápido es el movimiento menor es el peso hacia el<br />

centro de la tierra”, Leonardo (1999: 64).<br />

Leonardo también describe el ojo humano. Afirma que en el centro de su córnea<br />

existe un círculo que le permite ver en muchas direcciones, según la perspectiva. Y ese<br />

círculo es la pupila, que se dilata o se contrae según el exceso o la falta de luz,<br />

respectivamente. También se detiene en la descripción de los músculos y forma de la<br />

lengua y los labios, y como su movimiento acompasado provoca en el hombre la voz y<br />

los diferentes sonidos característicos en el resto de animales (figura 2).<br />

Figura 2. Descripción de la parte interna de una cabeza humana<br />

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Leonardo acaba afirmando que todo posible movimiento, e incluso la vida,<br />

depende de la medula espinal (figura 3), ya que, según nuestra evidencia experimental,<br />

“La rana muere instantáneamente cuando es atravesada su médula espinal, a pesar<br />

de que antes vivió sin cabeza, sin corazón, sin huesos, sin intestinos y sin piel. Por tanto,<br />

parece ser que es en la médula espinal donde reside la raíz del movimiento y de la vida”,<br />

Leonardo (1999: 72ss.).<br />

Figura 3. Representación de la composición interna de un cuerpo femenino<br />

Leonardo completa su descripción anatómica del ser humano exponiendo su<br />

concepción del embrión (figura 4):<br />

“... el alma de la madre que forma primero en su seno la forma del hombre y a su<br />

debido tiempo infunde el alma para que viva en él. En los comienzos de la gestación, el<br />

alma está como dormida bajo la tutela del alma materna, que la alimenta y la vivifica, por<br />

medio del cordón umbilical, con todos sus miembros espirituales. Todo esto continuará<br />

para el tiempo que el cordón umbilical esté unido al feto por medio de las secundinas y<br />

cotiledóneas, por las que el niño está unido a la madre. Estas son las razones por las que el<br />

niño experimenta con más intensidad que la misma madre un fuerte deseo o una<br />

experiencia de miedo, llegando en muchos casos a morir el niño”, Leonardo (1999: 71).<br />

66<br />

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Figura 4. Exposición del desarrollo embrionario humano<br />

El alma de la madre sostiene dos cuerpos hasta que el cuerpo del niño está<br />

capacitado para afrontar el mundo. Mientras tenga al niño en su interior, el alma de la<br />

madre alimentará los dos cuerpos y los deseos y emociones de su alma serán también<br />

los del alma del niño. Pero en el momento en que el cuerpo del niño está totalmente<br />

formado, podrá vivir por sí mismo, y su alma despertará y tomará posesión completa de<br />

su cuerpo.<br />

Así, vemos que Leonardo afirma que el alma de la madre conforma tanto el alma<br />

como el cuerpo del niño mediante la división de las partes espirituales de la materia que<br />

da forma a su cuerpo, contradiciendo a toda la tradición anterior, como él bien dice al<br />

afirmar que,<br />

“Acerca de esto, Avicena sostiene que el alma da a luz al alma y el cuerpo al<br />

cuerpo, pero está en un error”, Leonardo (1999: 72).<br />

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6. La concepción del movimiento. La dinámica en Leonardo<br />

Respecto a su concepción de movimiento, Leonardo afirma que,<br />

“Lo mismo que una piedra arrojada al agua se convierte en el centro y en el origen<br />

de muchos círculos, y como el sonido se esparce en círculos por el aire, así cualquier<br />

objeto, colocado en una atmósfera luminosa, se difumina en círculos y llena el aire que le<br />

rodea con infinitas imágenes de sí mismo”, Leonardo (1999: 110).<br />

Las ondas se expanden formando círculos desde su centro hasta el infinito,<br />

como en el agua y en el aire. Pero del mismo modo que las ondas que una piedra forma<br />

al ser arrojada a un estanque rebotan en las orillas y retornan al centro desde el que<br />

partieron, las ondas que forma la imagen de un objeto rebotan en el ojo del observador y<br />

retornan al objeto del que partieron, formando así la visión.<br />

El movimiento en Leonardo es estudiado en dos ámbitos bien distinguidos: en<br />

primer lugar, el movimiento de los cuerpos por tierra, que es mecánico, como se ha<br />

descrito en el capítulo anterior; pero en segundo lugar encontramos el movimiento por<br />

aire y por agua, que es similar entre sí, y que acontece de forma diferente.<br />

Tanto en el agua como en el aire, los cuerpos pueden moverse porque su ímpetu<br />

(fuerza propulsora que actúa como motor) permite a los cuerpos dirigirse hacia algún<br />

lugar, pero el lugar o espacio que ocupaban ahora queda vacío, por lo que el aire o el<br />

agua que lo circunda tiende a ocupar ese lugar, de modo que desplaza hacia delante al<br />

objeto (la teoría del ímpetus probablemente la recoja de las teorías de Juan de Buridán).<br />

A diferencia que en Aristóteles, la fuerza del motor no está actuando continuamente<br />

sobre el cuerpo, para Leonardo, sino que actúa una vez originariamente y el movimiento<br />

seguirá por el proceso antes descrito. Y esto sólo es posible porque el cuerpo mantiene<br />

la fuerza del impulso, ya que de lo contrario, la densidad del elemento en el que se<br />

mueva y la fricción que sobre el mismo ejerce el cuerpo, harían que, finalmente, se<br />

detuviera. (Tanto la teoría de Buridán como la de Leonardo son precursoras de las leyes<br />

de la inercia de Newton).<br />

Pero tanto en el caso del aire como del agua, la sustancia que se encuentra por<br />

debajo del cuerpo ha de ser densa, porque de lo contrario los cuerpos caerían<br />

68<br />

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inmediatamente, y los elementos que se encuentran por encima deben enrarecerse al<br />

ocupar el espacio vacío que ha dejado el agua, porque de lo contrario ejercerían presión<br />

y el cuerpo acabaría cayendo.<br />

Lo que realmente persigue nuestro autor es llegar a descubrir una ley universal<br />

de movimiento que permita plasmar esta realidad regular observada en la naturaleza y<br />

que pueda ser aplicada a la construcción de artefactos capaces de una utilidad práctica,<br />

ya sea en una maquina bélica (figura 5) o en una máquina pensada para el futuro: una<br />

máquina voladora (figura 6).<br />

Figura 5. Proyecto de carro blindado<br />

Figura 6. Proyecto de artefacto volador<br />

afirma<br />

Por ello mismo, se centra en el estudio del movimiento de las alas de las aves y<br />

“La fuerza del motor tendría que ser siempre proporcionada al peso del móvil y a<br />

la resistencia del medio en que se mueve el paso. Pero uno no puede deducir la ley de esta<br />

acción, a no ser que primero descubra la cantidad de condensación del aire cuando es<br />

golpeado por cualquier objeto movible. Esta condensación será más o menos densa, según<br />

la velocidad del móvil. Esto aparece en el vuelo de las aves...”, Leonardo (1999: 269).<br />

Leonardo afirma que las aves tienen una potencial fuerza siempre adormitada en<br />

sí y que sólo emplean en casos extremos (huir de un depredador, etc.), ya que<br />

normalmente no necesitan de gran esfuerzo porque se aprovechan de la densidad del<br />

aire para su movimiento. Las alas tienen la parte inferior cóncava, lo que les permite<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 69


Colomina Albiñana, Juan José: «La filosofía de la ciencia y la técnica en Leonardo»<br />

elevarse cuando el aire se arremolina bajo ellas; pero su parte superior es convexa, por<br />

lo que pueden descender gracias a la presión y condensación del aire sobre ellas.<br />

Pero las aves, además, pueden moverse libremente en cualquier dirección<br />

gracias al empleo de su cola, que les sirve a modo de timón. Según quieran girar,<br />

ascender o descender, el movimiento de su cola les proporcionará la dirección adecuada.<br />

Pero la máquina voladora que Leonardo pretende realizar (toldos de doce brazas<br />

de alto por doce de ancho, figura 7) necesitarán de una fuerza “sobrehumana” que el<br />

hombre no es capaz todavía de proporcionar y que el aire no puede sustentar porque la<br />

presión que ejerce sobre el aire un cuerpo tan pesado como es un hombre rompe la<br />

densidad del aire que pasa por debajo de él.<br />

Figura 7. Proyecto de montaje de alas<br />

Aunque Leonardo está convencido de que el hombre será capaz de volar<br />

mediante ingeniosos artilugios mecánicos, sus soluciones no parecen muy satisfactorias<br />

porque la fuerza impulsora de sus mecanismos llega a ser la suficiente para emprender<br />

el vuelo. Aunque estos intentos fracasaron, el convencimiento de Leonardo de la<br />

traducción de estos principios de movimiento en fórmulas matemáticas fue el germen<br />

para que el ingenio humano siguiera estimulándose hasta lograr una solución<br />

satisfactoria.<br />

70<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Colomina Albiñana, Juan José: «La filosofía de la ciencia y la técnica en Leonardo»<br />

Anexo I. La explicación matemática de las medidas proporcionales de “El hombre<br />

de Vitrubio”<br />

En su “El hombre de Vitrubio”, Leonardo realiza una visión del hombre como<br />

centro del Universo al quedar inscrito en un círculo y un cuadrado. El cuadrado es la<br />

base de lo clásico: el módulo del cuadrado se emplea en toda la arquitectura clásica, el<br />

uso del ángulo de 90º y la simetría son bases grecolatinas de la arquitectura. En él se<br />

realiza un estudio anatómico buscando la proporcionalidad del cuerpo humano, el canon<br />

clásico o ideal de belleza. Sigue los estudios del arquitecto Vitrubio (Marcus Vitruvius<br />

Pollio) arquitecto romano del siglo I a. C. a quien Julio Cesar encarga la construcción de<br />

diversas máquinas de guerra. En época de Augusto escribió los diez tomos de su obra<br />

De architectura, que trata de la construcción hidráulica, de cuadrantes solares, de<br />

mecánica y de sus aplicaciones en arquitectura civil e ingeniería militar. Vitrubio tuvo<br />

escasa influencia en su época pero no así en el Renacimiento, ya que fue el punto de<br />

partida de sus intentos y la justificación de sus teorías. Su obra fue publicada en Roma<br />

en 1486 realizándose numerosas ediciones como la de Fra Giocondo en 1511, Venecia o<br />

la de Cesare Cesarino en 1521, Milán, dedicada a Francisco I. Parece indudable que<br />

Leonardo se inspiró en el arquitecto romano.<br />

El hombre de Vitrubio es un claro ejemplo del enfoque globalizador y<br />

humanístico de Leonardo que se desarrolló muy rápidamente durante la segunda mitad<br />

de la década de 1480. Trataba de vincular la arquitectura y el cuerpo humano, un<br />

aspecto de su interpretación de la naturaleza y del lugar de la humanidad en el "plan<br />

global de las cosas". En este dibujo representa las proporciones que podían establecerse<br />

en el cuerpo humano (especialmente a partir de la denominada proporción áurea). Para<br />

Leonardo, el hombre era el modelo del universo y lo más importante era vincular lo que<br />

descubría en el interior del cuerpo humano con lo que observaba en la naturaleza.<br />

Durante los últimos siglos, creció el mito de que los antiguos griegos estaban<br />

sujetos a una proporción numérica específica, esencial para sus ideales de belleza y<br />

geometría. Dicha proporción es conocida con los nombres de razón áurea, media áurea,<br />

o divina proporción. Aunque recientes investigaciones revelan que no hay ninguna<br />

prueba que conecte esta proporción con la estética griega, ésta sigue manteniendo un<br />

cierto atractivo como modelo de belleza.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 71


Colomina Albiñana, Juan José: «La filosofía de la ciencia y la técnica en Leonardo»<br />

griega ?, es:<br />

El valor numérico de esta razón, que se simboliza normalmente con la letra<br />

La fama que tiene de estético le viene dada por el rectángulo áureo, cuya altura y<br />

anchura están en la proporción 1 a ?. Es decir, si siendo su altura a y su anchura b se<br />

cumple que<br />

La razón áurea también podemos encontrarla en otras figuras geométricas, por<br />

ejemplo el pentágono regular, en el que la razón entre la diagonal y el lado cumple la<br />

divina proporción<br />

Pero lo que quizá nos pueda resultar más curioso es la presencia de la razón<br />

áurea en la naturaleza. Incluso los cuerpos humanos exhiben proporciones cercanas a la<br />

razón áurea, como puede verse comparando la altura total de una persona con la que hay<br />

hasta su ombligo.<br />

72<br />

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Colomina Albiñana, Juan José: «La filosofía de la ciencia y la técnica en Leonardo»<br />

Figura 8. El hombre de Vitrubio. Se han añadido dos segmentos: la altura hasta el ombligo (a) y la altura<br />

total (b), cuya proporción corresponde a ??<br />

Referencias<br />

CASSIRER, E. (1970); El problema del conocimiento, volumen 1. México D. F.: Fondo<br />

de Cultura Económica.<br />

MUNTZ, Eugene (1956); Leonardo da Vinci: el artista, el pensador, el sabio. Libro<br />

tercero “Leonardo en Milán”. Buenos Aires: El Ateneo.<br />

VINCI, Leonardo DA (1999); Cuadernos de notas. Traducción castellana de José Luis<br />

Velaz. Madrid: Edimat.<br />

--- (2004); Tratado de la pintura. Madrid: Akal.<br />

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A Complementaridade em N. Bohr: da mecânica quântica<br />

à filosofia<br />

Ramiro Délio Borges De Meneses<br />

Investigador do Instituto de Bioética da Universidade Católica – Porto<br />

Portugal.<br />

dr.ramiro@sapo.pt<br />

Resumo: A nova forma de causalidade estatística, Niels Bohr deu-lhe o nome de<br />

princípio da complementaridade, em dois modos de compreender a “natureza física”. As<br />

relações de complementaridade, expressando os limites dos conceitos clássicos,<br />

pretende apresentar nova leitura sobre os fenómenos atómicos, em termos dos conceitos<br />

da física clássica. Assim, N. Bohr propõe um novo princípio de complementaridade.<br />

Assim, será analisada, tanto quanto for possível, os fundamentos ontológicos,<br />

gnoseológicos e as aplicações do referido princípio da Mecânica Quântica.<br />

Palavras-chave: Niels Bohr, princípio da complementaridade, mecânica quântica,<br />

ontologia, gnoseologia, filosofia e aplicações.<br />

Summary: To this novel type of statistical causality Bohr gave the name<br />

complementarity; the two mutually exclusive modes of description where said to be<br />

complementary, and they then conditioned each other in a statistical way. This relation<br />

of complementarity, expressing the limitations of the classical concepts, made it<br />

possible to give a complete and consistent account of the atomic phenomena in terms of<br />

such classical concepts of physics.<br />

Bohr stressed the possibility of applying a similar method of analysis to the most<br />

varied domains of knowledge, where apparent contradictions resolve themselves into<br />

relations of complementarity. According to N. Bohr, there is effort to achieving a more<br />

and more precise formulation of the complementarity idea, and to developing its wider<br />

ontological or gnoseological implications as soon as possible the phenomenological<br />

applications to others sciences, on this article, by the Quantum Mechanics.<br />

Key-Words: Niels Bohr, principle of complementarity, quantum mechanics, ontology,<br />

gnoseology, philosophy, and applications.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008) 75-126. http://www.revistadefilosofia.org


A Complementaridade em N. Bohr: da mecânica quântica<br />

à filosofia<br />

Ramiro Délio Borges De Meneses<br />

Investigador do Instituto de Bioética da Universidade Católica – Porto<br />

Portugal.<br />

dr.ramiro@sapo.pt<br />

Introdução<br />

O princípio da “complementaridade” foi elaborado, em 1927, por N. Bohr. Este<br />

físico dinamarquês foi laureado, em 1922, com o Prémio Nobel da Física, pelos seus<br />

trabalhos sobre a estrutura atómica, tendo concebido um modelo planetário, que fora<br />

confirmado experimentalmente. Para sistematizar os estados estacionários do átomo,<br />

Heisenberg construíra a Mecânica das Matrizes, a qual parte do princípio da<br />

correspondência de Niels Bohr, ao aplicar à natureza física os dois novos conceitos<br />

matemáticos de matriz e de probabilidade. Foi nas “crises quânticas” (Solvay, 1927) que<br />

Heisenberg enunciou o célebre princípio do indeterminismo ou das relações de<br />

incerteza:<br />

δx<br />

⋅ δp<br />

≥ h 2π<br />

E, do mesmo modo, para as outras coordenadas diferenciais: δ y, δz,<br />

δt<br />

e δ E .<br />

Assim, segundo Heisenberg, não se pode definir, ao mesmo tempo, a posição e a<br />

quantidade de movimento duma partícula. Surge sempre um erro que será igual ao valor<br />

dado pelo limite “h” ou quantum actions de M. Planck (h = 6,62510 -27 erg). Este<br />

princípio possui relações métricas com o princípio da complementaridade de N. Bohr. 1<br />

Contudo, apesar de Sommerfeld ter aperfeiçoado o modelo bohreano do átomo<br />

de Hidrogénio, a órbita não é circular, mas elíptica, que pelos <strong>número</strong>s quânticos (três<br />

1 Cf. SOUSA ALVES, V. M. – “Crítica da Mecânica Quântica”, in: Revista Portuguesa de Filosofia, 50<br />

(Braga, 1994), p. 39.<br />

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Borges De Meneses, Ramiro D : «A Complementaridade em N. Bohr: da mecânica quântica à filosofia»<br />

graus de liberdade) desenha uma roseta de precessão. 2 Naturalmente, continuavam por<br />

resolver duas antinomias entre a mecânica clássica e a nova teoria quântica do átomo.<br />

A segunda antinomia refere que o fenómeno da luz é ondulatório, porque origina<br />

franjas de interferência e é partícula, em movimento, porque produz o efeito<br />

fotoeléctrico e a dispersão de Compton. Esta antinomia é resolvida por Niels Bohr no<br />

princípio de “complementaridade”, que afirma ser a natureza dotada por duas imagens<br />

de onda e de partícula, como complementares, porque descrevem dois aspectos do<br />

mesmo fenómeno.<br />

N. Bohr já tinha enunciado, em 1923, o princípio da correspondência (para<br />

casos limites de grandes massas e de órbitas de grandes dimensões, a Mecânica<br />

Quântica coincide com a Mecânica Clássica) para resolver a antinomia quântica,<br />

segundo a qual o movimento dos electrões orbitais obedece às equações da Mecânica<br />

Clássica, mas as radiações de energia só satisfazem as condições quânticas. 3<br />

As duas mecânicas estão entre si como a assimptota para uma curva. Niels Bohr<br />

escreveu a descoberta do H 1 , ensinando-nos que as teorias clássicas da Física são<br />

idealizações, que não podem ser aplicadas sem ambiguidades, senão no limite, em que<br />

todas as acções, postas em jogo, são grandes por relação ao quantum actionis.<br />

Procuramos, assim, determinar, além da exposição quântica do princípio da<br />

complementaridade, algumas posições críticas do princípio da complementaridade, para<br />

depois apresentar uma metateoria que interpreta e/ou fundamenta o valor e limites das<br />

teorias científicas, também chamada crítica ou filosofia das ciências (epistemologia).<br />

Além das aplicações do princípio apresentamos os fundamentos ontológicos e<br />

gnoseológicos.<br />

1 – Sentido quântico da complementaridade: pelo valor e pelos limites .<br />

1.1 – Este princípio fundamental da Mecânica Quântica pretende explicar a<br />

observação dos aspectos antinómicos dos microfenómenos, desde o corpuscular ao<br />

ondulatório. Para descrever os estados estacionários do átomo, Heisenberg elabora a<br />

2 Cf. BORN, M. – Física Atómica, 3ª edição,tradução do inglês, Fundação Calouste Gulbenkian, Lisboa,<br />

1969, pp. 114-116.<br />

3 Cf.N. BOHR – “The structure of the atom”, in: Nobel Lectures on Physics, Elsevier Publishing<br />

Company, Amsterdam, 1965, pp. 5-6].<br />

76<br />

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Borges De Meneses, Ramiro D : «A Complementaridade em N. Bohr: da mecânica quântica à filosofia»<br />

Mecânica Quântica das Matrizes, onde se escrevem – seriados pelos sub- índices – os<br />

valores das “intensidades das frequências” 4 e Schrödinger apresenta a Mecânica<br />

Quântica Ondulatória. Mas, nenhum dos dois formalismos matemáticos, equivalentes,<br />

nos fornece a “imagem” clara e precisa do fenómeno total, como, por exemplo, a<br />

passagem do electrão na câmara de Wilson.<br />

Schrödinger interpretou que os electrões do átomo são ondas corpusculares a três<br />

dimensões, contudo, reduziu os níveis de energia a puras frequências de ondas, como se<br />

atesta pela seguinte equação:<br />

2<br />

8π<br />

m<br />

∆ψ<br />

+<br />

2<br />

h<br />

( E −V<br />

) ψ = 0<br />

Então a escola de Copenhagen, para clarificar o problema, na sua interpretação<br />

estatística, seguiu duas vias: princípio da incerteza e o princípio da complementaridade.<br />

As duas imagens (corpuscular e ondulatória) são duas descrições complementares da<br />

mesma realidade, porque os dois operadores dos valores reais, não sendo comutativos,<br />

apresentam grandezas físicas complementares:<br />

δ A ⋅δB<br />

> c 2<br />

Não será, pois, possível o conhecimento rigoroso e simultâneo das grandezas<br />

físicas, que caracterizam a partícula e a onda, sendo estes conceitos analógicos aos da<br />

Mecânica Clássica.<br />

Na matéria, bem como na radiação e, em geral, na luz, em particular, introduzir a<br />

ideia do corpúsculo e das ondas simultaneamente; ou, por outras palavras, tanto num<br />

caso como no outro, teremos de assumir a existência dos corpúsculos acompanhados<br />

pelas ondas. Todavia, os corpúsculos e ondas não podem ser independente um do outro.<br />

Segundo N. Bohr, existem dois aspectos complementares da realidade e poderá ser<br />

possível estabelecer um certo paralelismo entre o movimento de um corpúsculo e a<br />

propagação das ondas associadas. O primeiro e grande objectivo, entretanto, foi definir<br />

a existência daquele paralelismo. 6<br />

. 5<br />

4 Cf. HEISENBERG, W – Die physikalischen Prinzipien der Quantentheorie, Bibliographisches Institut,<br />

Mannheim, 1958, pp. 8-16.<br />

5 Cf. DARROW, K. K. – Elementare Einführung in die Wellenmechanic, Zweite Auflage, Verlag von S.<br />

Hirzel, Leipzig, 1932, p. 17.<br />

6 Cf. IKENBERRY, E. – Quantum Mechanics, for mathematicians and physicists, Oxford University<br />

Press, New York, 1962, p. 28.<br />

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Borges De Meneses, Ramiro D : «A Complementaridade em N. Bohr: da mecânica quântica à filosofia»<br />

1.2 – Dialecticamente poderemos dizer que o “princípio da complementaridade”<br />

aparece como síntese:<br />

1<br />

partícula<br />

(tese)<br />

2<br />

onda<br />

(antítese)<br />

3<br />

partícula-onda<br />

(síntese)<br />

Trata-se de um “enunciado diádico”, onde a natureza se revela: naturans,<br />

naturatus et naturaturus.<br />

naturus<br />

passado<br />

naturatus<br />

futuro<br />

Assim, a complementaridade na “natureza” (naturus) terá esta singularidade, que<br />

vai do naturatus sum.<br />

naturans<br />

presente<br />

Através do princípio da complementaridade surgemduas linguagens para falar da<br />

natureza. A própria natureza reveste-se de duas formas naturans et naturata.<br />

Na ordem física, a posição de uma partícula poderá obviamente observada como<br />

um “ponto acontecimento” ( ∆ x i<br />

) e o momento surge como um acontecimento impulso<br />

∆ p = m ⋅ ∆v<br />

. Somente se a partícula possui uma grande massa, então a Mecânica de<br />

Newton poderá ser aplicada, podendo falar-se de uma partícula, que tem uma posição e<br />

um momento e poderemos calcular o momento de duas posições pela fórmula:<br />

78<br />

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Borges De Meneses, Ramiro D : «A Complementaridade em N. Bohr: da mecânica quântica à filosofia»<br />

p = m ⋅ dx dt .<br />

De acordo com N. Bohr, o mundo físico não pode ser descrito por uma<br />

linguagem coerente.<br />

Existem duas linguagens, segundo o princípio de Bohr, que são complementares<br />

uma da outra. Uma não é sem a outra. Em física quântica, a onda necessita do<br />

corpúsculo e este precisa do primeiro elemento físico. O princípio da<br />

complementaridade vem assegurar a relação entre estas duas formas de existir como<br />

“partícula-onda”, segundo L. de Broglie. Umas vezes, somos obrigados a falar do<br />

“momento de partículas” ou impulso de acontecimentos. Se nós fazemos uso de todas as<br />

informações possíveis acerca do presente estado do mundo, poderemos usar ambas as<br />

linguagens. Poderemos “prever” acontecimentos que a ciência actual é inapta para os<br />

predizer. Este aspecto do mundo é aquilo a que N. Bohr chamou de<br />

aspectos<br />

complementares. 7 Este princípio tem a vantagem de regular a natura naturans e a<br />

natura naturata, devido à dualidade do comportamento físico e suas relações.<br />

Esquematicamente, vivem numa “relação de reciprocidade”, como se<br />

indica:<br />

“natura naturata”<br />

(partícula)<br />

Uma não existe sem a outra, tal como analisa Heisenberg. Poderemos<br />

representar, como N. Bohr, a situação em física ,pelo esquema seguinte:<br />

<br />

2<br />

“natura naturans”<br />

(onda)<br />

7 Cf. FRANK, Ph – “Foundations of Physics”, in: International Encyclopedia of Unified Science, Volume<br />

1, number 7,At the University Press, Chicago, 1950, p. 50.<br />

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Borges De Meneses, Ramiro D : «A Complementaridade em N. Bohr: da mecânica quântica à filosofia»<br />

– Física Clássica –<br />

Descrição dos fenómenos no “espaço e no tempo”<br />

Causalidade caracterizada pelos<br />

teoremas da conservação da<br />

energia e do impulso<br />

E p +E c = 0<br />

r r<br />

p = m ⋅ v<br />

causa<br />

efeito<br />

– Física Quântica –<br />

Descrição dos fenómenos<br />

no espaço e no tempo<br />

Esquema matemático que não<br />

corresponde ao espaço e ao tempo<br />

Relações de Incerteza<br />

∆ p ⋅ ∆x<br />

~ h<br />

∆ E ⋅ ∆t<br />

~ h<br />

Causalidade aleatória<br />

(causa → n-efeitos)<br />

Ausência de lugar<br />

sem o terminus continentis<br />

imoblis primus<br />

8<br />

8<br />

Cf. HEISENBERG, W. – Physikalische Prinzien der Quantentheorie, Bibliographisches Institut,<br />

Mannheim, 1958, pp. 48-49].<br />

80<br />

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Borges De Meneses, Ramiro D : «A Complementaridade em N. Bohr: da mecânica quântica à filosofia»<br />

1.3 - A relação de incerteza poderá igualmente ser deduzida a partir da seguinte<br />

ideia geral: se nos propusermos formar um “feixe de ondas”, que ocupe uma distância<br />

finita na direcção do eixo dos xx, a partir de feixes de ondas separadas, necessitamos,<br />

para esse fim, de dispor de ondas monocromáticas com uma dada gama de frequência<br />

finita, isto é, por ser:<br />

λ = h p ,<br />

de partículas cujas quantidades de movimento formem um espectro finito. Mas, pode<br />

demonstrar-se, de forma geral, que a extensão linear do feixe de ondas está ligada com o<br />

espectro requerido pelas quantidades de movimento na relação:<br />

∆ p ⋅ ∆x<br />

i i<br />

~<br />

h<br />

A relação análoga será<br />

que poderá ser expressa:<br />

∆ E ⋅ ∆t<br />

~ h , que pode deduzir-se de maneira semelhante,<br />

∆x ⋅ ∆p<br />

= h 4 π = 1 2h<br />

como exacta expressão da incerteza de Heisenberg para o feixe de ondas especial. Será<br />

evidente que, quanto à ordem de grandeza, a relação<br />

forma de feixe de ondas.<br />

∆ x ⋅ ∆p<br />

~ h , é válida para qualquer<br />

Em função do princípio de Heisenberg, Bohr costumava asseverar que os<br />

aspectos corpuscular e ondulatório são complementares, significando que se<br />

demonstrarmos o carácter corpuscular de uma experiência, será impossível provar, ao<br />

mesmo tempo, sed non sub eodem aspectu, o seu carácter ondulatório e, assim,<br />

inversamente. 9<br />

O princípio de complementaridade depende do da incerteza, como se comprova<br />

pelo enunciado de N. Bohr:<br />

δ A ⋅δB<br />

> c 2<br />

Este aspecto terá implicações na causalidade e, naturalmente, o dualismo ondacorpúsculo<br />

e a indeterminação estão nele essencialmente envolvidos, pela métrica das<br />

observações físicas, nos coage a abandonar qualquer tentativa de instituir uma “teoria<br />

9 Cf. BORN, M. – Física Atómica, tradução do inglês por Egídio Namorado, 4ª edição, Fundação<br />

Calouste Gulbenkian, Lisboa, 1986, pp. 111-112.<br />

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Borges De Meneses, Ramiro D : «A Complementaridade em N. Bohr: da mecânica quântica à filosofia»<br />

determinista”, que terá implicações na ordem filosófica, desde a gnoseologia até à<br />

ontologia, passando pela fenomenologia. 10<br />

1.4 – O princípio da complementaridade pode ser quanticamente generalizado,<br />

assim consideramos a complementaridade entre amplitudes e fases, que implica o<br />

formalismo de Schrödinger e de Heisenberg.<br />

Esta perspectiva pode aparecer como crítica e reflexão ao pensamento de Bohr.<br />

Será necessário pensar com um só corpúsculo, aquilo que estabelece a propriedade não<br />

somente para os bosões, mas também para os fermiões.<br />

Estabelecemos estas propriedades em razão da maneira concreta sobre uma das<br />

mais célebres gedankenexperiment do tipo “banco de óptica”: o écran de Young<br />

atravessado por um só corpúsculo.<br />

Poderemos excluir da nossa perspectiva aquela que é a formulação tradicional,<br />

chamada complementaridade entre as noções de onda e de corpúsculo, atendendo àquilo<br />

porque se entendeu por onda e pelo sentido do corpúsculo.<br />

Mas segundo o carácter obrigatório do <strong>número</strong> de ocupação, numa medida<br />

daquela fase de onda, não o será vice-versa. Retomemos a célebre experiência de<br />

pensamento das franjas de Young, determinada por uma onda ψ, portadores de um só<br />

corpúsculo.<br />

Se queremos referir as franjas por acumulação do impacto sobre uma placa<br />

fotográfica, ao repetir a experiência um grande <strong>número</strong> de vezes, será necessário que as<br />

duas “lentes” estejam abertas.<br />

Se, ao contrário, queremos determinar o <strong>número</strong> de ocupação de uma das duas<br />

ondas quasi-cilíndricas, então será necessário fechar a outra abertura. Mas, as franjas<br />

desaparecem, não podendo falar-se da diferença de fases destas duas ondas.<br />

A diferença de fases, entre a onda e o corpúsculo, e os <strong>número</strong>s de ocupação das<br />

duas ondas quasi-cilíndricas não são simultaneamente determinadas.<br />

A defasagem entre as duas ondas, compondo a onda total, não será medida, se<br />

considerarmos um <strong>número</strong> grande, mas contáveis, de corpúsculos, sobre a onda total.<br />

10 Cf. HEISENBERG, W. et alii – Discussione sulla fisica moderna, traduzione dal tedesco, P.<br />

Boringhieri, Torino, 1960, pp. 35-58.<br />

82<br />

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Borges De Meneses, Ramiro D : «A Complementaridade em N. Bohr: da mecânica quântica à filosofia»<br />

Os <strong>número</strong>s de ocupação tornam-se elevados e naturalmente a relação de<br />

incerteza ,entre fases e <strong>número</strong>s de ocupação n, têm, no caso dos bosões, a “forma”:<br />

δ A ⋅δB ≅ 1<br />

Mas, a grandeza limitaria a perfeição da interferência, como se escreve:<br />

δ A ⋅δn<br />

n ≅ 1 n ,<br />

a qual tende para zero, quando n se torna muito grande. 11<br />

1.5 – Sendo uma onda ψ portadora de um só corpúsculo, que cai sobre um<br />

espelho semi-transparente,a onda ψ separa-se em duas ondas, uma ψ 1 transmitida e<br />

outra ψ 2 reflectida, que são calculadas por meio de métodos usados pela óptica clássica.<br />

Sendo f = 1, f 1 e f 2 , tais que f + f 1<br />

1 2<br />

=<br />

, as intensidades reais positivas destas três<br />

ondas, quer dizer os fluxos correntes de Gordon, através de uma hiper-superfície de<br />

espaço semelhante.<br />

Os <strong>número</strong>s não-inteiros f 1 e f 2 representam as probabilidades a priori de<br />

reencontrar o corpúsculo sobre a onda ψ 1 ou sobre a onda ψ 2 , depois de medidas as<br />

intensidades das ondas ψ 1 e ψ 2 que serão tornadas inteiras, como os valores 1 e 0, ou 0 e<br />

1.<br />

Imaginemos que um observador O 1 opera sobre o feixe ψ 1 , e um observador O 2<br />

sobre o feixe ψ 2 , cada um poderá fazer passar o seu feixe por meio de um écran, para<br />

ver se ele encontrará ou não o corpúsculo. Segundo O. Costa de Beauregard: “puisque le<br />

critère de l’objectivité, c’est l’unanimité témoins, nous devons conclure que , la grâce<br />

séparatrice et, au moins, un compteur de particules étant en place, c’est objectivement<br />

que le corpuscule se trouve présent sur l’un ou l’autre de deux faisceaux émergents, et<br />

absent de l’autre. Nous retrouvons ainsi le fait, déjà mis en lumière, de l’objectivité à<br />

l’intérieur d’un même programme de mesures, mais sous une forme rendue très<br />

frappante par la séparation en deux du faisceau initial”. 12<br />

N. Bohr foi criticado por Einstein na sua interpretação :“Si, dit Einstein,<br />

sans aucunement agir sur un certain être physique l’on peut cependant faire une mesure<br />

d’on résulte la connaissance exacte d’une propriété du premier être alors il existe un<br />

11 Cf. COSTA DE BEAUREGARD, O. – Théorie Synthétique de la Relativité et des Quanta, Gauthier-<br />

Villars, Paris, 1957, pp. 25-26.<br />

12 Cf. BOHR, N. – The Theory of Spectre and Atomic Constitution, At the University Press, Cambridge,<br />

1922, pp. 7-15.<br />

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élément correspondant d’objectivité de cet être. C’est l’affirmation du caractère objectif<br />

d’un résultat de mesure. (...) A cela Bohr répond bien sûr, il ne peut être question d’un<br />

dérangement mécanique du système en étude durant la dernière étape critique de l’acte<br />

de mesure. (...) C’est l’affirmation du caractère arbitraire de la forme de la question<br />

posée à la Nature et du caractère aléatoire de la réponse reçue”. 13<br />

A determinação simultânea da posição e da velocidade é realmente impossível e<br />

é incompatível com as leis quânticas firmemente alicerçadas na experiência.<br />

A origem desta dificuldade aparece pelo facto de sermos complicados a usar<br />

palavras da linguagem vulgar, quando queremos descrever um fenómeno, não pela<br />

análise lógica ou matemática, mas por uma representação que apele para a imaginação.<br />

A linguagem vulgar desenvolveu-se pela experiência quotidiana e não pode nunca<br />

ultrapassar estes limites. A física clássica restringiu-se ao uso de conceitos, desta<br />

espécie, pela análise dos movimentos elementares: partículas móveis e ondas.<br />

Não existe outra maneira de fazer uma descrição intuitiva dos movimentos,<br />

temos, sim, que os aplicar mesmo no domínio dos processos atómicos, onde a física<br />

clássica fracassou.<br />

Naturalmente que,por um lado,qualquer processo poderá ser interpretado seja em<br />

termos de corpúsculos, seja em termos de ondas; mas, por outro lado, está para além das<br />

nossas possibilidades provar que estamos lidando com corpúsculos ou com ondas, pois<br />

não podemos determinar simultaneamente todas as outras propriedades, que<br />

caracterizam um corpúsculo ou uma onda. Poder-se-á afirmar que as descrições<br />

ondulatória e corpuscular devem ser encaradas como modos “complementares” de<br />

conceber o mesmo e único processo objectivo, o qual ,só em casos limites e definidos,<br />

admite uma interpretação intuitiva completa. Será precisamente a possibilidade limitada<br />

de realizar medições, que define as fronteiras entre os nossos conceitos de partícula e de<br />

onda.<br />

A descrição corpuscular significa, ao fim e ao cabo, que realizamos medições<br />

com o objectivo de obtermos informações exactas acerca das relações da quantidade de<br />

movimento e da energia, como se verifica pelo Efeito de Compton:<br />

13 Cf. Idem, Ibidem, pp.28-29.<br />

84<br />

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∆ λ = λ′<br />

− λ = c<br />

h<br />

m c<br />

2<br />

( 1 v′<br />

−1<br />

v) = ( 1−<br />

cosϕ) = 2λ<br />

⋅ sen ϕ 2<br />

depois do choque com um lucis quantum, a seguinte energia cinética:<br />

( m )<br />

0<br />

⎛<br />

⎞<br />

2<br />

2 ⎜ 1<br />

m − = ⋅<br />

− ⎟<br />

0<br />

c m0<br />

c<br />

1 . 14<br />

⎜ 2 2 ⎟<br />

⎝ 1−<br />

v c ⎠<br />

0<br />

, onde o electrão tem,<br />

De forma observada, teremos, com o comprimento de onda do electrão, o<br />

seguinte valor métrico:<br />

h<br />

λ′<br />

− λ = ⋅<br />

m ⋅ c<br />

( 1− cosϑ)<br />

−10<br />

h mc ≅ 2,4 × 10 cm . 15<br />

Por aqui vamos verificando que o princípio da complementaridade é mais um<br />

princípio, de ordem filosófica, do que um postulado da métrica quântica.<br />

Como analisaremos, talvez se possa dizer que é mais um princípio dos<br />

fundamentos filosóficos da Mecânica Quântica.<br />

,<br />

2 – Ascensão e queda da complementaridade: pelas diferentes leituras<br />

2.1 – Os físicos mais avançados, segundo M. Bunge, julgavam que tinham de<br />

enfrentar duas dualidades: a natureza dual do campo electromagnético (Maxwell) e a<br />

possível dualidade da matéria. A partir desta dupla dualidade, não havia mais do que<br />

um pequeno passo a dar para a conjuntura ontológica, de que toda a entidade física tem<br />

aspectos corpusculares e ondulatórios. Esta é a tese do dualismo geral, como hipótese<br />

metafísica, porque diz respeito à natureza básica de todo o existente.<br />

Quando a Mecânica Quântica foielaborada , as relações de “incerteza de<br />

Heisenberg” foram interpretadas segundo o “dualismo físico”: ∆ p x<br />

⋅ ∆x<br />

~ h .<br />

Naturalmente, o princípio de complementaridade de N. Bohr nunca foi afirmado<br />

sem ambiguidade, para não dizer claramente compreendido. Seria, de facto, uma<br />

especificação ou particularização porque, além de afirmar a dualidade, declarava que<br />

14 Cf. GASIOROWICZ, S. – Quantum physics, John Wiley and Sons, 1998, pp. 10-14.<br />

15 Cf. IKENBERRY, E. – Quantum Mechanics, for mathematicians and physicists, pp. 13-16.<br />

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quanto mais um dos dois aspectos é realçado, tanto mais o seu complemento era<br />

ofuscado.<br />

O princípio da complementaridade pretendia dizer respeito mais ao complexo<br />

sujeito-objecto, do que aos micro sistemas, existindo autonomamente.<br />

De facto, as formulações ortodoxas do princípio não afirmam que os traços<br />

corpusculares e ondulatórios de um microssistema se equilibram entre si. Em vez disso,<br />

declaram que aquilo que pode ser “complementar” é ou um par de dispositivos<br />

experimentais macroscópicos, incluindo o observador, ou um par de descrições dos<br />

resultados de operações conduzidas com a ajuda dessas montagens laboratoriais ou com<br />

um par de conceitos. A complementaridade fortalece o “dualismo” ao torná-lo<br />

ligeiramente mais preciso, mas por, outro lado, enfraquece o “dualismo” ao não<br />

conseguir atribui-lo à natureza das coisas em si, como os átomos, no espaço livre, não<br />

teriam uma “natureza dual”. Eles seriam apenas ficções de uma imaginação não<br />

disciplinada pela filosofia de Copenhague, centrada no sujeito. 16<br />

Visto que os dispositivos experimentais e os seus resultados podem<br />

supostamente ser descritos em termos clássicos, o princípio de complementaridade<br />

permanece neste lado da Mecânica Quântica e da Electrodinâmica Quântica. In stricto<br />

sensu, a “complementaridade de Bohr” não é um enunciado teórico-quântico, enquanto<br />

não disser respeito a microssistemas. Trata-se de um enunciado lógico-filosófico, tanto<br />

mais que se trata de um princípio didáctico-pedagógico.<br />

Assim, o princípio de complementaridade não é um princípio, porque nada<br />

implica e, ainda, segundo a lógica simbólica, nenhum teorema se segue dele.<br />

O pseudo- princípio da complementaridade não é, então nem um princípio, nem<br />

um teorema, dado que não é válido para os campos.<br />

E na teoria quântica avançada das partículas, pela segunda quantização de<br />

Feynemann, o campo é tratado como uma coisa primordial. 17<br />

Logo, no caso dos electrões, ou dos mesões, o campo da matéria é olhado como<br />

a entidade primária, ao passo que as partículas ou, antes, as entidades semelhantes às<br />

partículas, são apenas quanta do campo, ou seja, aparecem como pedaços do campo.<br />

16 Cf. BUNGE, M. – Philosophy of Physics, D. Reidel Publishing Company, Dordrecht, 1973, pp. 123-<br />

125.<br />

17 Cf. Idem, Ibidem, p. 124.<br />

86<br />

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Como representam um valor próprio do operador do <strong>número</strong> de ocupação, os quanta do<br />

campo não são partículas, em sentido clássico.<br />

Por outras palavras, qualquer teoria de segunda quantização está mais próxima<br />

de uma teoria clássica do campo do que da teoria mecânica clássica, mesmo que possa<br />

ser moldada numa estruturação hamiltoniana para quantificação do campo radiante:<br />

r r r r r<br />

H<br />

u<br />

= ω<br />

2<br />

u<br />

( qu<br />

⋅ q′<br />

u<br />

+ qu<br />

⋅ qu<br />

)<br />

r r r 2<br />

G = D ∧ B ⋅ dr = 1 c<br />

G<br />

∫<br />

L<br />

∫<br />

3 3<br />

r r r<br />

∑ =<br />

( H<br />

u<br />

c) ku<br />

ku<br />

∑<br />

= Gu<br />

. 18<br />

u<br />

Assim, segundo a nova mecânica quântica, teremos a hamiltoniana de um<br />

sistema <strong>completo</strong>:<br />

átomo + campo radiante ,<br />

concebido como sistema dinâmico único. A hamiltoniana do movimento não relativista<br />

de um “negatão atómico” no campo central será:<br />

2<br />

Hmatéria = p 2m<br />

+ φ<br />

A hamiltoniana do campo radiante será:<br />

L<br />

r<br />

( r)<br />

2 2 2<br />

∑( P u<br />

+<br />

u<br />

⋅ Qu<br />

)<br />

Hcampo = 1 2 ω<br />

u<br />

Ligando as duas equações, obteremos o hamiltoniano H 0 do campo puro e da<br />

matéria representada pelo negatão atómico:<br />

r<br />

2<br />

H<br />

0<br />

= Hmatéria + Hcampo = p 2m<br />

+ φ r 2 ω<br />

2 2 2<br />

( r ) + 1 ∑( P u<br />

+<br />

u<br />

⋅ Qu<br />

)<br />

Epistemologicamente pensando, qualquer teoria da segunda quantização está<br />

mais próxima de uma teoria clássica do campo do que da teoria mecânica clássica,<br />

mesmo que possa ser moldada numa estruturação hamiltoniana.<br />

Consequentemente, não há lugar para a “complementaridade” nas áreas mais<br />

específicas da teoria quântica, nem a fortiori, em qualquer das teorias fenomenológicas,<br />

tais como o formalismo matricial das incertezas, que evitam uma descrição detalhada do<br />

campo.<br />

u<br />

. 19<br />

18 Cf. KAHAN, Th. – Précis da Physique Théorique, tome II, volume I, Presses Universitaires de France,<br />

Paris, 1968, pp. 558-559.<br />

19 Cf. SCHIFF, L. I. – Quantum Mechanics, Mac Graw-Hill, 1955, pp. 68-120.<br />

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Então, como se explica a sobrevivência da complementaridade? A principal<br />

razão, segundo M. Bunge, parece ser a sua utilidade.<br />

Na verdade, a “complementaridade” explica satisfatoriamente muitas<br />

dificuldades e dá conta da experiências de duas espécies: experiências pensadas, que<br />

nunca foram realizadas e experiências reais que nunca foram computadas, em termos<br />

teórico-quânticos.<br />

Uma vez aceite o princípio da complementaridade, este poderá ser usado para<br />

consagrar obscuridades e inconsistências.<br />

No tocante à experiência, que alegadamente ilustra o princípio, ela é, de facto<br />

imaginária ou está para além do alcance da teoria. Entre os primeiros encontra-se o<br />

microscópio de raios gama de Heisenberg e a experiência do obturador de Bohr na<br />

discussão com Einstein. Visto que não têm poder de confirmação, devemos deixá-los de<br />

lado. Entre as experiências de segunda espécie, destacam-se as experiências da<br />

difracção.<br />

Infelizmente, a difracção, por uma única fenda, só foi calculada para uma fenda<br />

infinitamente longa e para uma onda monocromática de De Broglie. O cálculo<br />

disponível é aproximado e os seus resultados chocam de frente com as desigualdades de<br />

Heisenberg.<br />

A fortiori, a muito discutida experiência da dupla fenda nunca foi calculada<br />

exactamente na Mecânica Quântica, para não falar na Electrodinâmica Quântica.<br />

Na verdade, só algumas fórmulas são usadas nas discussões qualitativas destas<br />

experiências, mas elas são tiradas da teoria geral, não resultando de uma aplicação dela<br />

e essas circunstâncias especiais.<br />

Com efeito, também acontece que alguns padrões de difracção são mostrados,<br />

mas eles são tirados de experiências reais, até agora não calculados ou são empréstimos<br />

da óptica clássica.<br />

A discussão destas experiências, em termos de complementaridade,é verbal e<br />

analógica.<br />

Naturalmente, a complementaridade não é parte e parcela da teoria quântica.<br />

A complementaridade, embora parecesse razoável nos primeiros tempos da<br />

teoria quântica, quando se pensava em termos de imagens clássicas, esgotará, segundo<br />

88<br />

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Bunge, qualquer potencial que pudesse ter tido e tornou-se uma desculpa para a<br />

obscuridade e inconsistência, favorecendo a teoria dos “parâmetros ocultos”. 20<br />

2.2 – A complementaridade de Bohr oscila entre uma descrição espaciotemporal<br />

e uma descrição causal, que se poderá reduzir entre a posição e o tempo, por<br />

um lado ,e, por outro, a impulsão e a energia. A essência da física quântica poderá<br />

exprimir-se pelo “postulado de Bohr”, o qual refere que todo o processo atómico<br />

apresenta um carácter de descontinuidade ou de individualidade, completamente<br />

estranho às teorias clássicas e caracterizado pelo quantum actionis de Planck. 21<br />

Pese embora o princípio de complementaridade não apareça descrito na maioria<br />

dos tratados de Mecânica Quântica, está consignado filosoficamente com algum<br />

interesse, uma vez que esta complementaridade logicamente se traduz numa relação n-<br />

ádica, que existe entre as notas ou elementos de um conceito, de uma proposição ou de<br />

n-proposições, de modo a formar um todo de sentido semântico, xRy , aparecendo como<br />

uma operação formal da teoria dos conjuntos: A < B . O sentido prático da<br />

complementaridade, segundo N. Bohr, é reduzido, mas tal não implica que não haja<br />

pouco significado em Mecânica Quântica.<br />

Por estas razões, o princípio de complementaridade refere-se com interesse<br />

marcadamente gnoseológico, como veremos ao descrever a sua fundamentação<br />

filosófica.<br />

2.3 – Será interessante observar que, no ano de 1927, a situação era tal que nem<br />

o modelo corpuscular, nem o ondulatório eram adequados para explicar a nova<br />

realidade do mundo sub- atómico. O princípio de Bohr, muito embora surjam muitas<br />

críticas, segundo E. Agazzi, desempenhou um papel significativo na filosofia oficial da<br />

Mecânica Quântica.<br />

Um dos aspectos mais curiosos prende-se com o facto de este princípio nunca ter<br />

sido enunciado de modo claro e unívoco, especialmente no que se refere ao enunciado<br />

20 Cf. SAKURAI, J. J. – Modern Quantum Mechanics, Addison-Wesley Publishing Company, New York,<br />

1998, pp. 106-226.<br />

21 Cf. DIRAC, P. A. M. – The Principles of Quantum Mechanics, Clarendon Press, Oxford, 1958, pp. 18-<br />

56.<br />

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do seu criador Niels Bohr. Há uma grande vacuidade sobre elementos quânticos,<br />

relativamente às afirmações fundamentais deste princípio.<br />

Se se toma em consideração as declarações de Bohr, o princípio em questão<br />

parece referir-se a descrições dos fenómenos. Por causa dos seus contrastes, as<br />

manifestações dos sistemas atómicos, sob diversas condições experimentais, devem ser<br />

entendidas como “complementares”, no sentido em que todas elas estão perfeitamente<br />

definidas e que juntas esgotam todo o conhecimento, relativamente aos objectos<br />

estudados. O formalismo quântico, cujo fim será a compreensão das observações feitas<br />

sob condições experimentais, susceptíveis de serem descritas mediante simples<br />

conceitos físicos proporciona uma descrição completamente exaustiva de um amplo<br />

domínio da experiência. 22<br />

Analogamente, Bohr fala outras vezes de “imagens”. Os dados obtidos, em<br />

condições experimentais distintas, não se podem recolher numa imagem singular, mas<br />

numa “imagem dual” (complementares), no sentido em que somente a totalidade dos<br />

fenómenos esgota a possibilidade de informação relativamente aos objectos.<br />

A vacuidade, não voluntária, criada por N. Bohr ao falar de descrições ou<br />

“imagens”, esteve menos acentuada em outros autores.<br />

W. Pauli chama “complementares” aos dois conceitos clássicos, não duas<br />

afirmações e salienta: se a possibilidade de usar um conceito clássico está na relação de<br />

exclusão com a possibilidade de utilizar outros, então chamamos de complementares a<br />

estes dois conceitos, por exemplo, as coordenadas de posição e do impulso de uma<br />

partícula. 23<br />

Não será difícil ver que o conceito de complementaridade se lê de uma maneira<br />

distinta.<br />

Não se trata já, como no caso de Bohr, de duas descrições clássicas, mutuamente<br />

excluídas dos factos atómicos, mas de dois conceitos que, pertencendo a uma mesma<br />

descrição clássica, como a corpuscular, não se pode usar simultaneamente, sendo<br />

modificado por Carl von Weiszäcker. 24<br />

22 Cf. AGAZZI, E. – Temas y problemas de Filosofía de la Física, Barcelona, Editorial Herder, 1978, p.<br />

130.<br />

23 Cf. PAULI, W. – Pauli Lectures on Physics, volume 5, Wave Mechanics, translated by H. R. Lewis and<br />

S. Margulies, MIT Press, Cambridge, 1973, pp. 38-69; 105-126; 127-164.<br />

24 Cf. VON WEIZSHECKER, C. F. E. – “El significado de la teoría cuántica”, in: Analogia, 5, 2<br />

(México, 1991) pp. 10-12.<br />

90<br />

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Ao menos o que se pode dizer é que considerar equivalentes formulações da<br />

complementaridade, tais como a exposta por Bohr, por uma parte,e, por Pauli, por outra,<br />

equivale a criar uma certa confusão, a qual remonta ao mesmo Bohr. Segundo o físico<br />

dinamarquês, observa-se, em variadas circunstâncias, a impossibilidade de combinar,<br />

totalmente, a coordenação espacio-temporal, por um lado, e a determinação da energia e<br />

a quantidade do movimento, por outro, ficando a mesma estrutura, que em princípio<br />

devem ter os aparelhos capazes de permitir a determinação de uma ou de outra.<br />

Este raciocínio, cuja essência é evidentemente o conteúdo do princípio de<br />

Heisenberg, deveria conduzir a uma definição da complementaridade do tipo de Pauli.<br />

Pelo contrário, Bohr passa, sem nenhuma justificação, ao seu tipo de<br />

complementaridade, isto é, aquele que se refere às descrições classicamente<br />

incompatíveis: deveremos estar preparados, afirma, frente ao facto de que os dados<br />

obtidos mediante dispositivos experimentais mutuamente excluídos – como os que<br />

usam para determinar a posição e o impulso – podem mostrar contrastes até agora não<br />

observados e aparecer como contraditórios à primeira vista. Será, necessariamente, por<br />

esta situação, na qual se recorre à noção de complementaridade, para elaborar um<br />

esquema suficientemente amplo, que proporciona a explicação das regularidades<br />

fundamentais, que não podem ser incluídas numa descrição única. 25<br />

O facto de que devemos estar preparados para aceitar uma complementaridade<br />

entre descrições reunidas entre si, não resulta absolutamente como consequência lógica<br />

de que estamos obrigados a contentarmos com medidas não plenamente determinadas<br />

de certas grandezas físicas. O princípio de complementaridade foi apresentado como<br />

uma espécie de estado de necessidade imposto pelas relações de indeterminação:<br />

∆ x ⋅ ∆p<br />

~ h ; ∆ E ⋅ ∆t<br />

~ h<br />

Max Born segue plenamente Niels Bohr, neste tipo de raciocínio. Tal facto não é<br />

verdadeiro se o princípio de complementaridade se entende no sentido de Bohr –<br />

complementaridade entre descrições –, enquanto resulta demasiado trivial, que se<br />

entenda no sentido de Pauli, posto que, neste caso, surge uma simples reformulação<br />

verbal do mesmo princípio de indeterminação. 26<br />

25 Cf. BOHR, N. – Collected Works, volume 2, edited by U. Hoyer, North-Holland Publishing Company,<br />

Amsterdam, 1981, pp. 7-10.<br />

26 Cf. BORN, M. – Física Atómica, 1968, pp. 107-109.<br />

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Está clara a afirmação simultânea das “imagens”, das “descrições” e, portanto,<br />

de duas teorias embrionárias contrapostas do mundo da microfísica,que não podiam<br />

escapar a um juízo formulado,uma vez por Schroedinger:<br />

2<br />

8π<br />

m<br />

∆ψ<br />

+<br />

2<br />

h<br />

( E −V<br />

) ψ ≡ 0<br />

Para não admitir um status provisional para o princípio da complementaridade, e<br />

ao mesmo tempo para suster as acusações de contradição, os defensores da<br />

complementaridade encontraram um precioso auxílio no princípio de Heisenberg. 27<br />

É indiscutível e historicamente documentável que Bohr não chegou à ideia de<br />

complementaridade pelo conhecimento do princípio de Heisenberg, mas não é menos<br />

certo que no referido princípio se encontra uma espécie de confirmação psicológica e<br />

lógica.<br />

Segundo a perspectiva de N. Bohr, o princípio da indeterminação coloca o preço<br />

a pagar pelo uso de noções complementares, mas irreconciliáveis, e mostrava como não<br />

se chegaria a uma contradição, porque jamais se chegariam a cimentar simultaneamente<br />

os dois aspectos complementares e irreconciliáveis de um mesmo fenómeno. 28<br />

Mas, esta justificação foi exaustivamente repetida por muitos defensores da<br />

chamada “Escola de Copenhaguen”, mas a sua força aparente repousa precisamente<br />

numa confusão entre os dois aspectos distintos da noção de complementaridade.<br />

Uma coisa é a situação nova que se dá na microfísica, que nos proíbe o uso<br />

simultâneo, com uma precisão superior a certo limite, dos dois conceitos mutuamente<br />

compatíveis (posição e velocidade), cujo significado provém da Mecânica Clássica,<br />

enquanto que outra coisa distinta é admitir que a nova situação parece impor-se ao uso<br />

simultâneo de dois conceitos de origem clássico, mutuamente incompatíveis (onda e<br />

corpúsculo).<br />

O primeiro caso não coloca problemas de compatibilidade lógica, de não<br />

contradição intrínseca, senão que coloca o problema da inadequação dos conceitos<br />

clássicos isolados ao aplicarem-se situações quânticas.<br />

27 Cf. HEISENBERG, W. – Physics and Philosophy, George Allen and Unwin, London, 1958, pp. 115-<br />

126.<br />

28 Cf. BOHR, N.; PAIS, A. – Niels Bohr’s Times: in Physics, Philosophy, and Polity, Oxford, Clarendon<br />

Press, 1991, pp. 425-427.<br />

92<br />

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Porém, o segundo caso coloca problemas de não contradição intrínseca, para<br />

fazer frente aos quais é ilusório recorrer ao princípio de indeterminação, por duas<br />

razões: por um lado, porque este é uma tomada de consciência de uma situação do<br />

primeiro tipo, que não apresenta nenhum nexo evidente com as do segundo; em<br />

segundo, porque a “compatibilidade lógica” entre os conceitos não pode estar<br />

assegurada pelo simples facto dos mesmos, não podem ser confrontados directamente<br />

no terreno experimental, por causa da indeterminação das “medidas quânticas”. 29<br />

2.4 – Foi no Congresso de Como que Bohr formulou, pela primeira vez, a ideia<br />

de complementaridade, a mesma que aparecia como enunciado de uma necessidade para<br />

considerar tão só como complementares, a nível quântico, certos conceitos, que a nível<br />

clássico eram compatíveis e se acostumavam a empregar simultaneamente a propósito<br />

dos mesmos acontecimentos.<br />

Assim, Bohr considerou a localização espacio-temporal, por um lado, e<br />

causalidade pelo outro, e não conseguiu determinar mais a sua formulação, porque não<br />

era possível na época, que só pode lograr-se precisamente depois do enunciado do<br />

princípio de Heisenberg: “A natureza intrínseca da teoria quanta, diz Bohr, obriga-nos a<br />

considerar a coordenação espacio-temporal e a afirmação de causalidade, cuja união<br />

caracteriza a teoria clássica, como aspectos complementares e mutuamente excluintes<br />

da descrição, os quais simbolizam a idealização da observação e da definição”. 30<br />

Até aqui não se observam traços do uso da complementaridade para justificar o<br />

uso de conceitos classicamente incompatíveis.<br />

Quando Bohr concebeu a ideia de complementaridade, pretendeu estabelecer o<br />

balanço do estado da microfísica da época.<br />

Até 1925, o formalismo da Mecânica Quântica consistia essencialmente num<br />

esquema simbólico, que permita, de acordo com o princípio da correspondência,<br />

(considera uma certa média das grandezas clássicas, tomadas sobre o conjunto dos<br />

estados não estacionários, que são intermédios entre o estado estacionário final, que<br />

29 Cf. AGAZZI, E. – Temas y problemas de Filosofía de la Física, tradução do francês, Barcelona,<br />

Editorial Herder, 1978, pp. 311-312.<br />

30 Cf. HEISENBERG, W. – Philosophic Problems of Nuclear Science, Faber and Faber, London, 1978,<br />

pp. 27-106.<br />

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correspondem à risca espectral considerada) 31 prever certos resultados que se poderiam<br />

obter a partir de condições especificadas em termos de conceitos clássicos.<br />

Assim, o princípio de complementaridade declara, de modo explícito, mas<br />

genericamente, a necessária situação de imprecisão, que acompanha o uso destes<br />

conceitos. Muito pouco tempo depois, o princípio de indeterminação proporcionaria<br />

uma formulação quantitativa precisa da mesma afirmação, constituindo, desta maneira,<br />

uma confirmação do princípio da complementaridade, entendido de acordo com esta<br />

primeira interpretação.<br />

Quando mais tarde, pela consequência de bem conhecidas vicissitudes, de tipo<br />

teórico e experimental, tiveram que enfrentar-se as alternativas de tipo “ondacorpúsculo”,<br />

parecem ver nelas uma situação análoga à precedente. Isto é, foram<br />

interpretadas a partir do exemplo familiar, dado por dois conceitos clássicos, que se<br />

deveriam supor como complementares.<br />

É absolutamente necessário compreender, escreve N. Bohr, que no exame de<br />

toda a experiência física,devem expressar-se ora pelas condições experimentais, ora<br />

pelos resultados das observações, os mesmos meios de comunicação, que se usam na<br />

física clássica. 32<br />

Também outros autores, que adoptam posturas deste tipo, como Heisenberg,<br />

Born, Jordan, assinalaram rapidamente esta dependência da teoria dos quanta<br />

relativamente à linguagem clássica. Esta circunstância seria justificada pelo facto dos<br />

aparelhos experimentais, que nós devem valer para investigar os fenómenos<br />

subatómicos, e os seus comportamentos devem ser descritos classicamente.<br />

É natural que os conceitos clássicos tão só podem encontrar uma aplicação<br />

aproximada, mesmo que, por outra parte, está claro que não se pode fazer outra<br />

coisasenão que tomar nota desta situação e contentar-se com o facto de que<br />

precisamente a imprecisão desta aplicação constitui uma garantia contra um choque<br />

directo entre conceitos contraditórios.<br />

O carácter de indeterminação, inerente ao princípio de Heisenberg, fazem servir<br />

para conceitos, que não têm realmente nada a ver com o dito princípio, tais como os de<br />

31 Cf. DE BROGLIE, L. – La Física Nueva y los Cuantos, traducción del francés, Editorial Losada,<br />

Buenos Aires, 1944, p. 157.<br />

32 Cf. HERMANN, G. – Les fondements philosophique de la mécanique quantique, traduit par A.<br />

Schmell, Librairie Philosophique J. Vrin, Paris, 1996, pp. 77-79.<br />

94<br />

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onda e os corpúsculos, graças a um equívoco subtil, mas que não é difícil colocar em<br />

evidência.<br />

Finalmente, entre a ascensão e a queda da complementaridade de N. Bohr,<br />

teremos que dizer que tal princípio necessitaria de ser generalizado em virtude da teoria<br />

da unificação da Física.<br />

Contudo, será conveniente referir que este princípio não é de índole científica,<br />

dado que não tem confirmação experimental, no mundo da física, mas apresenta-se<br />

unicamente como enunciado metafísico.<br />

A complementaridade ontologicamente diz que a natureza sicut dynamicam<br />

essentiam esse revela-se em duas “imagens” ou duas expressões recíprocas<br />

diadicamente, como: onda-partícula.<br />

Seria como se a natureza tivesse uma dupla essência, com o mesmo esse<br />

ontologicus. . A física teórica e a filosofia da natureza são “complementares” para a<br />

resolução dos problemas quânticos. A física desvenda, pela Análise Matemática, as<br />

estruturas e as próprias essências dos entes físicos e a Filosofia da Natureza estuda os<br />

problemas do ser (existir) e o devir temporal dos entes físicos (partícula-onda).<br />

O problema ontológico da complementaridade coloca esta dualidade<br />

complementar: essência dinâmica e existir.<br />

Em qualquer hipótese, implica, na sua essência existencial, ou na mudança a<br />

relação biunívoca:<br />

partícula<br />

1<br />

2<br />

onda<br />

A relação metafísica será dada por dois princípios de ser: o material e o formal.<br />

Com efeito, revelam-se novos graus de ser e propriedades especificamente diferentes.<br />

Essa relação corresponde à expressão dual e física( partícula-onda), que metricamente,<br />

segundo a Mecânica Quântica,se significa por:<br />

⎛ ∂H<br />

∂ ∂H<br />

∂ ⎞<br />

i h Hop ↔ ∑⎜<br />

⋅ − ⋅ ⎟ . 33<br />

⎝ ∂p<br />

∂qi<br />

∂qi<br />

∂pi<br />

⎠<br />

33 Cf. SIRAUSS, M. – Modern Physics and its Philosophy, Selected Papers in the Logic, History, and<br />

Philosophy of Science, D. Reidel Publishing Company, Dordrecht, 1974, pp. 258-259.<br />

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Segundo a “métrica de Schroedinger”, as leis do movimento da partícula-onda<br />

traduzem a potência como limite do ser métrico dual, onde uma potência se transforma<br />

noutra potência. A perfeição do ser mutável é o acto, que revela a “complementaridade<br />

ontológica”, ou síntese, como defendeu Hegel, ao dizer que esta supõe uma “trilogia<br />

dialéctica”:<br />

“partícula”<br />

(tese)<br />

“onda”<br />

(antítese)<br />

“quantião”<br />

(síntese)<br />

O quantião é o movimento e a posição da partícula-onda, que são determinados<br />

em função do princípio de incerteza quer para a quantidade matéria, quer para a energia,<br />

respectivamente pelas fórmulas:<br />

∆ p ⋅ ∆x<br />

~ h ; ∆ E ⋅ ∆t<br />

~ h .<br />

O quantião marca, sinteticamente, o sentido ontológico da complementaridade<br />

como limite da perfeição quântica. Poderemos dizer que se trata de uma “potência de<br />

potência”. Naturalmente que o quantião vive numa causalidade probabilística de n-<br />

efeitos: partícula → onda → partícula. Este determina a causalidade circular ou<br />

“recíproca”, a qual postula n-efeitos.<br />

Segundo o princípio da complementaridade surgem diferentes imagens para a<br />

natureza, que gnoseologicamente são as certezas probabilísticas, que têm como<br />

fundamento a evidência aleatória quântica. Naturalmente, hoje a Mecânica Quântica é,<br />

também, matemática e filosofia aplicadas.<br />

Com a complementaridade a natureza é uma, com duas faces ou “imagens”: a<br />

corpuscular e a ondulatória.<br />

As duas imagens não são uma sem a outra e, por isso, convivem, na natureza,<br />

dualmente, como determina a ontologia regional da Mecânica Quântica.<br />

96<br />

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3 – Interpretação de Copenhagen e a complementaridade: da gnoseologia à lógica<br />

simbólica<br />

3.1 – A interpretação de Copenhagen é quase universalmente aceite e diz que a<br />

realidade objectiva se esfumou, dado que a Mecânica Quântica não representa<br />

partículas, antes o nosso conhecimento, a nossa observação, a nossa consciência das<br />

partículas.<br />

O físico F. Bopp, escreveu, sobre a leitura de Copenhagen, que as considerações<br />

não supõem nenhuma alteração do conceito matemático de complementaridade, porque<br />

este físico interpreta o formalismo teórico-quântico como extensão da mecânica<br />

estatística clássica, como se fosse uma teoria dos conjuntos. Há muito tempo que<br />

a interpretação de Copenhagen foi abandonada, e a maioria dos físicos não lhe presta<br />

qualquer atenção. 34<br />

A mecânica quântica era considerada pelos seus partidários como a forma final<br />

desta teoria electromagnética da matéria.<br />

O formalismo de Copenhagen considera a teoria dos electrões e dos protões e,<br />

portanto, como a teoria da constituição dos átomos, do sistema periódico dos elementos,<br />

e de suas propriedades físicas e da ligação química.<br />

Esta teoria, de que a matéria consiste em protões e electrões, morreu desde há<br />

alguns anos a esta parte<br />

. A sua enfermidade começou com a descoberta do neutrão e do positão (que as<br />

autoridades de Copenhagen se negaram a aceitar o princípio), recebeu o golpe de<br />

misericórdia pela descoberta dos níveis de interacção, de que as forças<br />

electromagnéticas constituem uma entre quatro:<br />

1. forças nucleares;<br />

2. forças electromagnéticas;<br />

3. interacções débeis de desintegração;<br />

4. forças de gravitação.<br />

34 Cf. SCHILPP, P. A. – Albert Einstein: philosopher-scientist, New York, 1949, pp. 665-668.<br />

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Também se perdeu a esperança de resolver, dentro da Mecânica Quântica,<br />

problemas clássicos da teoria electromagnética, tais como: a explicação da carga<br />

electrónica. Perante uma tal situação poderemos considerar a luta titânica entre Einstein<br />

e Bohr. O problema colocado por Einstein foi se a Mecânica Quântica era – completa –.<br />

Einstein dizia que não e Bohr dizia que sim. 35<br />

Einstein tinha razão, mas quem ganhou a batalha fora Bohr. Esta opinião<br />

persistiu, em grande medida, porque o ataque de Einstein à asserção de Bohr sobre a –<br />

completude – da Mecânica Quântica fora interpretada pela Escola de Copenhagen<br />

,como um ataque à Mecânica Quântica e à sua consistência. Daqui ser estranho aceitar a<br />

identificação da interpretação de Copenhagen como a teoria quântica e à mudança que<br />

fez Bohr do problema da completude ou das correcções (ausência de contradição).<br />

Entretanto, Einstein ofereceu a sua própria interpretação (estatística) da teoria quântica,<br />

tendo aceite claramente o facto da sua consistência. 36<br />

Gnoseologicamente pensando, não é físico aceitar a ideia de que existem<br />

partículas que possuam posições ( ∆ xi)<br />

e movimentos ( pi)<br />

∆ definidos em qualquer<br />

momento do tempo dado e conceder que esses dados nunca poderão ser confirmados<br />

experimentalmente, por um capricho da natureza.<br />

Há que admitir que os físicos aplicam o formalismo da Mecânica Quântica a<br />

velhos problemas e aos métodos do formalismo, com muitas modificações se se usam,<br />

em parte, na relação com problemas da teoria nuclear e da teoria das partículas<br />

elementares.<br />

A maioria dos experimentadores, mais preocupados com os limites da precisão<br />

dos seus resultados, não parecem estar preocupados relativamente à função do<br />

observador ou com respeito à sua interferência resultados do que se referiu , quando se<br />

trata de uma inovadora experiência clássica. Muitos físicos preferem uma nova teoria<br />

realmente.<br />

Aquilo que é necessário discutir, segundo a leitura de Copenhagen, no aspecto<br />

gnoseológico, encerra-se exactamente na afirmação de que, na teoria atómica, teremos<br />

que considerar o “observador” ou o “sujeito”, como especialmente importante, porque a<br />

35 Cf. EINSTEIN, A et alii – “Can Quantum Mechanical Description of Physical Reality be considered<br />

complete”, in: Physical Review, 47 (New York, 1935), pp. 777-780.<br />

36 Cf. BOHR, N. – “The Quantum Postulate and the recent development of Atomic Theory”, in: Nature,<br />

121 (London, 1928), pp. 580-590.<br />

98<br />

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teoria atómica adquire, em grande medida, o seu carácter peculiar da interferência do<br />

sujeito ou do observador e dos seus meios para medir o objecto físico, que se investiga.<br />

Realmente, segundo N. Bohr, a interacção finita entre o objecto e os meios de medir<br />

desvia-nos de uma renúncia definitiva ao ideal clássico e uma reconsideração da nossa<br />

atitude, frente ao problema da realidade física. 37<br />

Heisenberg partilha que o requisito tradicional da ciência permite uma divisão<br />

do mundoenyre sujeito e objecto (observador e observado). Esta suposição não é<br />

permissível em física atómica. A interacção entre o observador e o objecto causa<br />

mudanças incontroláveis no sistema, que está em observação, devido às mudanças<br />

descontínuas e características dos processos atómicos. Heisenberg sugere que será<br />

proveitoso reexaminar a discussão fundamental, tão importante para a epistemologia,<br />

quanto a dificuldade em separar os aspectos subjectivos e objectivos do mundo. 38<br />

Ainda que os conceitos possuam uma grande capacidade de sugestão e<br />

influência no desenvolvimento posterior da teoria, não é o sistema conceptual senão a<br />

teoria a que tem importância real para o aspecto científico. Já a teoria não é<br />

simplesmente um instrumento será mais, encontra-se interessada na sua verdade ou<br />

aproximação desta. O sistema conceptual é intercambiável e é um entre os variados<br />

instrumentos possíveis, que podem usar-se para formular a teoria. O sistema conceptual<br />

proporciona uma linguagem para a teoria, quiçá uma linguagem melhor e mais<br />

simples. 39<br />

H. Hertz disse, e foi repetido por Wittgenstein, que em ciência criamos<br />

“imagens” para nós, dos factos ou da realidade,e escolhemos as nossas “imagens” ,de tal<br />

maneira que as consequências são necessariamente lógicas (die denknotwendigen<br />

Folgen)onde as imagens estão de acordo com as consequências necessariamente<br />

naturais (die naturnotwendigen Folgen) dos objectos e das imagens reais.<br />

Mach sugeriu que deveríamos interpretar as imagens de Hertz como conceitos.<br />

A concepção de Bohr parece similar, quando fala da “imagem corpuscular” e da<br />

“imagem ondulatória”, que revelam a influência de Hertz e de Mach.<br />

37 Cf. VON NEWMANN, J. – Mathematical Foundations of Quantum Mechanics, Cambridge, At the<br />

University Press , 1949, 1955, pp. 418-421.<br />

38 Cf. HEISENBERG, W. K. – The Physical Principles of the Quantum Theory, Blackwell, London,<br />

1930, pp. 232-235.<br />

39 Cf. POPPER, K. P. – A Teoría Cuántica y el Cisma en Física, traducción de M. S. Vidal, Editorial<br />

Tecnos, Madrid, 1982, pp. 63-65.<br />

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Mas, as imagens não têm importância. Possuem pouca importância se são mais<br />

ou menos sinónimos dos conceitos e de pouco significado, que representem as teorias.<br />

Uma teoria não é uma imagem. Não necessita ser entendida por meio de<br />

“imagens visuais”. Assim, entendemos uma teoria, se compreendemos o problema para<br />

cuja solução se concebeu e se entendemos a forma, pela qual se resolve melhor ou pior<br />

do que os seus competidores formais.<br />

Estas considerações são importantes por causa da disputa constante entre<br />

“imagem corpuscular” e a “imagem ondulatória” e a sua suposta dualidade ou<br />

“complementaridade” e sobre a suposta necessidade, afirmada por Bohr, de usar<br />

“imagens clássicas” ,por causa da impossibilidade de entender e de visualizar os<br />

objectos atómicos. Toda esta discussão sobre as “imagens” não têm a mais pequena<br />

relação com a física, nem com as teorias físicas, nem com o entendimento das mesmas.<br />

De grande significado será a nossa carência de conhecimento, descoberta por<br />

Heisenberg e formulada no princípio de indeterminação ou de “incerteza”, que nos<br />

obriga a adoptar uma teoria probabilística.<br />

Teremos que explicar o carácter probabilístico dos nossos problemas, acudindo à<br />

nossa carência de conhecimento em vez de fazermos em função do carácter estatístico<br />

dos nossos conhecimentos e isto levou-nos à intrusão do observador ou do sujeito na<br />

teoria quântica.<br />

O grande problema quântico consiste em tomar a “função de distribuição”, isto<br />

é, uma função de medida estatística, que caracteriza algum espaço mestral e tratá-la<br />

como se fosse uma propriedade física dos elementos da população. O espaço mestral<br />

nada tem a ver com os elementos. Não há relação simétrica e, portanto, não existe –<br />

dualidade entre partícula e onda ou entre as partículas e o seu campo correspondente.<br />

Infelizmente, muitos físicos falam como se a função de distribuição fosse uma<br />

propriedade dos elementos da população, em questão. Não se distinguem entre<br />

categorias ou tipos de coisas totalmente diferentes e baseia-se na suposição.<br />

A chamada onda – função ψ pode ser identificada como a fórmula matemática<br />

de uma função:<br />

( P dP dt)<br />

f , ,<br />

que é expressão de uma função de distribuição probabilística P, onde:<br />

( q t)<br />

f = ψ =ψ , ;<br />

2<br />

P = ψ .<br />

100<br />

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É uma função de distribuição de densidade. O elemento, em questão, tem as<br />

propriedades de uma partícula. A forma de onda – no espaço de configuração – da<br />

função ψ é, deste ponto de vista, uma espécie de acidente, que coloca um problema à<br />

teoria da probabilidade, mas que não tem quase nada a ver com as propriedades físicas<br />

das partículas.<br />

Estas fórmulas são elementos estatísticos validamente deriváveis da teoria<br />

quântica.<br />

As fórmulas de Heisenberg estabelecem certos limites inferiores para a<br />

“dispersão estatística” dos resultados de sucessões de experiências, apresentando-se<br />

como “relações estatísticas de dispersão”.<br />

Para contrastar estas relações de dispersão teremos que ser capazes de efectuar<br />

medições, que sejam muito mais precisas do que a extensão ou amplitude da dispersão.<br />

Por certo medimos o momento p x de uma partícula considerada por meio da sua<br />

posição na película do espectógrafo. Por causa da repetida afirmação de Bohr , as<br />

medições do momento e das medições da posição são incompatíveis ou<br />

complementares, devido à exclusão mútua dos procedimentos experimentais, que<br />

permitem a definição inequívoca das qualidades físicas complementares. Os<br />

procedimentos experimentais, como refere Bohr, excluem-se mutuamente, porque as<br />

medições do movimento requerem uma écran móvil, enquanto que as medições de<br />

posição requerem um écran fíxo ou uma placa fotográfica fixa.<br />

Admitindo as medições para as quais, como admite Heisenberg, ∆ p ⋅ ∆q<br />


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Naturalmente, a interpretação do formalismo da Mecânica Quântica está in<br />

stricto sensu relacionada com a interpretação do cálculo de probabilidades, sendo este<br />

entendido como cálculo formal, que contém leis formais, como<br />

( a,<br />

b) 1<br />

0 ≤ p ≤<br />

Aquilo que a probabilidade significa e o que representam os argumentos a e b,<br />

ficará aberto à interpretação.<br />

Existem ,com efeito, uma variedade de interpretações, quer subjectivas, quer<br />

objectivas.<br />

A Mecânica Quântica é per naturam suam uma teoria estatística aplicada, dado<br />

que tem de trabalhar com variáveis aleatórias holísticas, criando uma nova visão para a<br />

natureza. Além dos aspectos gnoseológicos e epistemológicos, teremos de proceder à<br />

fundamentação lógica.<br />

3.2 – Assim, a teoria estatística pode ser referida como caracterizada pelo<br />

conjunto de grandezas físicas, formando uma estrutura algébrica de um espécie,<br />

conjuntamente com um algoritmo para definir as probabilidades para obter valores<br />

possíveis destas grandezas. A teoria quântica (pela complementaridade de Bohr e<br />

incertezas de Heisenberg) implica um conjunto de “estados estatísticos”, que assinalam<br />

as probabilidades para uma sentença teórica: val( A) ∈ S .<br />

As duas grandezas físicas, A e B, são equivalentes numa teoria estatística, como<br />

no caso:<br />

p<br />

w<br />

( val( A)<br />

S ) = p ( val( B)<br />

∈ S )<br />

∈ .<br />

w<br />

Para todos os estudos estatísticos, W e ,para o conjunto de Borel S, onde g: R → R é uma<br />

função de Borel valorizada como real, quando x e g(A), são estatisticamente<br />

equivalentes. Relativamente,a esta relação de equivalência, as duas grandezas A 1 e A 2<br />

são consideradas compatíveis, se e só se existir uma terceira grandeza, B, e como<br />

função de Borel g 1 : R→ R e g 2 : R → R, tal como:<br />

A 1 = g 1 (B);<br />

A 2 = g 2 (B).<br />

Esta definição de “compatibilidade” de duas grandezas é devida a Kochen e<br />

Specker.<br />

102<br />

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Uma combinação linear de duas grandezas compatíveis pode ser definida via<br />

funções lineares associadas, como:<br />

( a g + a g ) ⋅ ( B)<br />

a1<br />

A1<br />

+ a2<br />

A2<br />

=<br />

1 1 2 2<br />

onde a 1 , a 2 são <strong>número</strong>s reais, e simultaneamente o produto pode ser definido como:<br />

A A<br />

1<br />

( g g ) ⋅ ( B)<br />

2<br />

=<br />

1 2<br />

Com combinações lineares e produtos de grandezas compatíveis definidas neste<br />

caminho, as grandezas de uma teoria estatística formam uma álgebra parcial.<br />

Evidentemente se todas as grandezas de uma teoria estatística são compatíveis, a<br />

álgebra parcial é uma álgebra comutativa e o conjunto de grandezas idênticas será uma<br />

Álgebra de Boole. 41<br />

Usualmente, a medida de probabilidade entendeu-se como função conjunto<br />

normada, num campo – σ de subconjuntos de um espaço Χ , ou seja, um mapa:<br />

satisfazendo as seguintes condições:<br />

p<br />

( 0 ) = 0; p( R) = 1<br />

( E) 1<br />

0 ≤ p ≤ para E ∈ J<br />

I → R ,<br />

⎛<br />

p⎜U<br />

⎝<br />

⎞<br />

∞<br />

∑ ∞ Ei<br />

⎟ =<br />

i=<br />

1 i=<br />

1<br />

⎠<br />

p<br />

( E )<br />

i<br />

onde<br />

E é uma classe contável de conjuntos disjuntos em I , i. e., E ∩ E = 0 , i = j .<br />

i<br />

i<br />

j<br />

A tríplice relação<br />

X , J , p é referida como “espaço probabilístico”. O conjunto X pode<br />

ser entendido como o conjunto de “outcomes” possíveis e distintos de uma experiência,<br />

e o conjunto I como o conjunto de acontecimentos, para que as probabilidades sejam<br />

garantidas. Equivalentemente, por causa do isomorfismo entre campos de conjuntos e as<br />

álgebras de Boole, o conceito de probabilidade desenvolve-se formalmente na Álgebra<br />

de Boole.<br />

No mesmo sentido, as probabilidades podem ser assinaladas em sentenças<br />

lógicas de Boole, determinando que as sentenças equivalentes logicamente são<br />

assinaladas pela mesma probabilidade. No caso da álgebra de Boole, há obviamente<br />

uma generalização. A medida de probabilidade é, no sentido generalizado, qualquer<br />

determinação dos valores entre 0 e 1 para os elementos de uma álgebra de Boole parcial,<br />

41 Cf. KLEENE, S. C. – Mathematical Logic, John Wiley & Sons, New York, 1973, pp. 10-26.<br />

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que satisfaz as condições usuais para a medida de probabilidade em cada subconjunto<br />

compatível e máximo da álgebra booleana parcial.<br />

O algoritmo da Mecânica Quântica envolve a representação dos estados<br />

estatísticos da teoria por meio de determinada classe de operadores no espaço de<br />

Hilbert, os operadores estatísticos, e as grandezas físicas por meio de operadores<br />

hermenêuticos.. 42<br />

As álgebras de Boole, para subespaços de um espaço de Hilbert, podem ser<br />

ordenado parcialmente pela inclusão de conjuntos. Uma álgebra de Boole de subespaços<br />

é “máxima” com respeito à sua ordem.<br />

Um conjunto de sentenças corresponde à máxima álgebra de Boole de<br />

subespaços de H , sendo uma lógica de Boole. A lógica das sentenças, que são<br />

probabilidades assinaladas pelo algoritmo quântico, não é de Boole ,existem subespaços<br />

incompatíveis ou equivalentemente, porque o conjunto de grandezas físicas não pode<br />

ser todo expresso como função de uma grandeza singular.<br />

O juízo, que define um sentido lógico para a Mecânica Quântica, é nãobooleano,<br />

no sentido em que o valor da álgebra de Lindenbaum-Tarski é isomórfico<br />

para uma álgebra booleana parcial de subespaços de Hilbert. Logo, será<br />

acentuadamente mais do que uma reformulação de sentenças mais familiares, do que<br />

grandezas físicas da teoria, elaborada de uma álgebra não comunicativa, sendo opostas<br />

às grandezas físicas da Mecânica Clássica.<br />

As peculiaridades das relações da estatística quântica e as anomalias que damos<br />

atenção são explicadas pelo apontamento dos caracteres não-booleanos da lógica das<br />

sentenças, em que as probabilidades são justificadas pela teoria quântica.<br />

Compreende-se a interpretação de Copenhagen da teoria como explicação<br />

proposta para estas anomalias.<br />

Assim, J. Bub explica o sentido e relação das incertezas de Heisenberg com as<br />

álgebras de Boole e o sentido para a interpretação de Copenhagen pelas seguintes<br />

palavras: “Thus, Heisenberg’s proposal is to understand the non-Boolean working logic<br />

of quantum mechanics in terms of the theoretical opacity of measurement disturbances.<br />

It is the claim that a certain theory of measurement is true that explains the<br />

42 Cf. BUB, J. – “On the completeness of Quantum Mechanics”, in: C. A.HOOKER – Contemporary<br />

Research in the Foundations and Philosophy of Quantum Theory, D. Reidel Publishing Company,<br />

Dordrecht, 1973, pp. 4-5.<br />

104<br />

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appropriateness of a theory with a non- Boolean working logic for the description, and<br />

explanation of the behavior of micro-systems. And this claim in turn is supported by<br />

arguments of the kind involved in Heisenberg’s x-ray microscope thought experiment.<br />

The peculiarities of the quantum description of micro-events are taken to reflect,<br />

ultimately, the truth of a theory concerning the observability of micro-events”. 43<br />

Os operadores estatísticos da Mecânica Quântica dividem-se em dois conjuntos:<br />

um dependente e outro independente.<br />

Um operador estatístico “idempotente” é um operador-projecção num subespaço<br />

1-dimensional e existe uma correspondência biunívoca entre o conjunto de espaços 1-<br />

dimensional de H e o conjunto de operadores estatísticos “idempotentes” em H . Mas,<br />

cada subespaço 1-dimensional pode ser associado com um “vector-unidade” em H , e,<br />

também, para operadores estatísticos idempotentes. O algoritmo para probabilidade<br />

determinadas pode ser formulado em termos de espaços associados de Hilbert,<br />

vectorialmente:<br />

p<br />

ψ<br />

2<br />

( val( A)<br />

S ) = P ( S ) ψ = ( ψ P ( S)<br />

ψ )<br />

∈ .<br />

A<br />

,<br />

No caso em que A tem um espectro directo com “egenvalues” não-degenerados,<br />

este transforma-se em :<br />

2<br />

( val( A)<br />

∈ S ) = ψ = ( α ,ψ )<br />

∑<br />

∑<br />

2<br />

ψ<br />

P ai<br />

i<br />

,<br />

ai∈S<br />

ai∈S<br />

p<br />

onde P<br />

ai<br />

é o operador- projecção dentro do subespaço 1-dimensional, expandindo pelos<br />

eigenvectores α i correspondendo ao valor de a i .<br />

Agora, os operadores estatísticos idempotentes são exprimíveis como a soma<br />

convexa de dois ou mais operadores estatísticos diferentes, i. e., se W é<br />

idempotente,segundo:<br />

quando: W = W 1<br />

+ W2<br />

.<br />

W = p W +<br />

( + p 1)<br />

1 2<br />

=<br />

1 1<br />

p2W2<br />

p ; p 0 ; p 0<br />

1<br />

><br />

Isto significa que a probabilidade determinada pelo W para as sentenças não<br />

pode reduzir-se a uma soma convexa de probabilidades, definida em S por operadores<br />

estatísticos diferentes de W, i. e.:<br />

2<br />

><br />

A<br />

43 Cf. Idem, Ibidem, p.7.<br />

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Borges De Meneses, Ramiro D : «A Complementaridade em N. Bohr: da mecânica quântica à filosofia»<br />

( S) p w ( S ) p w ( S)<br />

p w 1 1<br />

+ 2 2<br />

≠ ,<br />

para qualquer p<br />

1<br />

, p2<br />

, w1<br />

e w<br />

2<br />

. Os operadores estatísticos não- idempotentes são todos<br />

expressíveis como somas convexas de operadores estatísticos “idempotentes”. Os<br />

operadores estatísticos de um conjunto convexoligam-se aos operadores estatísticos<br />

puros como “extrema”.<br />

A dispersão<br />

estatístico W por:<br />

∆ wA , de uma grandeza física A, é definida para cada operador<br />

( wA) 2 = Exp p ( A − Exp ( A)<br />

) 2<br />

= Exp ( A) 2<br />

− ( Exp ( A )) 2<br />

∆ ,<br />

onde Exp w<br />

( A)<br />

é o valor de expectação de A, i. e.:<br />

Exp<br />

w<br />

∞<br />

= ∫<br />

−∞<br />

w<br />

( A) rd( Tr( WP ( r)<br />

)) Tr( WA)<br />

w A<br />

=<br />

No caso de um operador estatístico puro corresponde a um vector ψ, assim<br />

poderemos escrever:<br />

e:<br />

( ψ ⋅ A) 2 = Exp ( A) 2<br />

− Exp ( A )<br />

ψ<br />

w<br />

( ) 2<br />

∆ ;<br />

∞<br />

Expψ<br />

( A) = ∫ rd ψ PA ( r)<br />

,<br />

−∞<br />

ψ<br />

( , ψ ) = ( ψ A )<br />

A relação de Heisenberg ,como relação recíproca entre as dispersões de duas<br />

grandezas incompatíveis A, B, satisfaz uma relação de comutação:<br />

AB − BA = ihI 2π , que<br />

poderá ser derivada como um teorema da Mecânica Quântica:<br />

∆ A⋅<br />

∆ B ≥ h π (para cada ψ)<br />

ψ ψ<br />

4<br />

Então, os operadores estatísticos formam um conjunto convexo a fortiori:<br />

∆ A ⋅ ∆ B w<br />

≥ h 4π ,<br />

w<br />

para todos os operadores estatísticos impuros W. Isto será um corolário imediato para<br />

este teorema, que não é um operador estatístico W, como livre dispersão, para todas as<br />

grandezas A, i. e., há um operador não-estatístico W, que satisfaz a equação:<br />

( A) = 0<br />

∆<br />

w<br />

(para todos os A).<br />

Estas deduções não se poderão aplicar ao princípio de complementaridade, dado<br />

que estes não se encontram na afirmação de N. Bohr.<br />

ψ<br />

w<br />

106<br />

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Borges De Meneses, Ramiro D : «A Complementaridade em N. Bohr: da mecânica quântica à filosofia»<br />

Segundo a lógica simbólica, o chamado princípio de complementaridade não se<br />

poderá referir como definição, nem como axioma, e ,muito menos, como um teorema. 44<br />

A interpretação de Heisenberg providencia uma explanação para esta curiosa<br />

suficiência de estatísticas quânticas. Em particular, a ausência da dispersão de<br />

operadores estatísticos na teoria é entendida como reflectindo a impossibilidade física<br />

de assegurar valores verdadeiros,simultaneamente para proposições incompatíveis em<br />

qualquer processo de medida, porque distribuição<br />

incompatíveis grandezas com A envolvida,em toda a medida de A.<br />

probabilidade<br />

incontrolável dos valores de<br />

Classicamente, o valor da expectação de uma variável aleatória A no espaço de<br />

e a dispersão de A por:<br />

X , J , p é definida por:<br />

Exp<br />

( A) = ∫ A⋅<br />

x<br />

dp<br />

( A) 2 = ( a − Exp A) 2<br />

dp = Exp( A<br />

2 ) − Exp( A )<br />

∆ ∫<br />

x<br />

( ) 2<br />

Uma medida da probabilidade de livre expressão p satisfaz a condição: ∆A = 0<br />

para todos os A. Em particular, ∆P = 0 , surge para todas as variáveis aleatórias<br />

“idempotentes”. Uma idempotente variável aleatória satisfaz a condição:<br />

Borel:<br />

2<br />

( x) P( x)<br />

P =<br />

P ( x) = 0 , ou 1. Então, . X → { 0,1}<br />

E ≡ X , então:<br />

Agora,<br />

2<br />

( P ) − Exp( P)<br />

; para todos os x ∈ X .<br />

P é uma função característica do conjunto de<br />

( P) = Pdp p( E)<br />

Exp ∫ = .<br />

x<br />

2<br />

2<br />

2<br />

( ) = Exp( P) − ( Exp( P)<br />

) = p( E) − p ( E)<br />

∆ P = Exp<br />

.<br />

Assim, a medida da probabilidade da dispersão livre será a medida de 2-valores,<br />

uma determinação das probabilidades 1 ou 0, para cada conjunto de Borel em H .<br />

Entretanto:<br />

quando<br />

( E ) = 1− ( E)<br />

p ′ 1 ,<br />

44 Cf. BUNGE, M. – “Strife about Complementarity”, in: British Journal for the Philosophy of Science, 6<br />

(London, 1955), pp. 11-12; 141-154.<br />

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Borges De Meneses, Ramiro D : «A Complementaridade em N. Bohr: da mecânica quântica à filosofia»<br />

E′<br />

= X − E<br />

e<br />

( E F ) p( E) p( F )<br />

p ∩ = ,<br />

para todos os conjuntos de Borel:<br />

E,<br />

F ⊆ X<br />

Pelo isomorfismo entre J e L ,a álgebra de Lindenbaum-Tarski da lógica de<br />

Boole, como uma medida de probabilidade de dispersão livre em L, é a medida do 2-<br />

valor em L. Mas, a medida do 2-valor em L é um homomorfismo 2-valor em L, e<br />

corresponde a um ultra-filtro em L, para um conjunto de consistência máxima de<br />

proposições.<br />

Uma probabilidade em dispersão livre, medida em espaço de face da Mecânica<br />

Clássica ,corresponde ao ponto no espaço de face – um estado da mecânica quântica.<br />

Novamente encontramos o sentido do pensamento de J. Bub: “For Heisenberg,<br />

there are no dispersion-free statistical operators of the theory represent those, and only<br />

those, probability assignments that are compatible with our possible knowledge of the<br />

micro-level, in the light of the theoretical opacity of measurement there is no analogue<br />

in quantum mechanics of the classical mechanical state – the Boole an ultra filter, or<br />

dispersion-free probability measure – is taken to reflect the contingent truth of a theory<br />

concerning possible measurements at the micro-level. The pure statistical operators of<br />

the theory are compatible with maximal knowledge, not maximal truth.<br />

It is in this sense that vectors in Hilbert space are the legitimate successors in the<br />

quantum description to the classical states: they represent various possible totalities of<br />

situation in logical space that are maximal with respect to what can be known<br />

simultaneously. These are the state descriptions of quantum mechanics, and the impure<br />

statistical operators represent less than maximal knowledge, probability measures over<br />

quantum states”. 45<br />

A versão de Heisenberg da interpretação de Copenhagen é caracterizada pela<br />

tese de que a mecânica quântica é quer estatística, quer completa, i. e., irredutivelmente<br />

estatística, no sentido que o “espaço de Hilbert” representa as descrições de estado, que<br />

45 Cf. FEYERABEND, J. – “On a recent critique of Complementarity”, in: Philosophy of Science, 35<br />

(New York, 1968), pp.309-331.<br />

108<br />

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Borges De Meneses, Ramiro D : «A Complementaridade em N. Bohr: da mecânica quântica à filosofia»<br />

são tão fechadas quanto possível nos“ultra filtros”, entendidos com referência à teoria,<br />

que mede os distúrbios teoricamente opacos no micronível.<br />

Os vectores no espaço de Hilbert são interpretados como totalidades q-máxima<br />

de situações, no espaço lógico, como totalidades das situações cognoscíveis, que são<br />

máximas relativamente ao que pode ser conhecido simultaneamente.<br />

Relativamente, ao pensamento da complementaridade de N. Bohr, refere J. Bub:<br />

“Now, it would be quite wrong to understand Bohr’s version of the Copenhagen<br />

interpretation as simply another story that explains why such – and – such totalities of<br />

situations are maximal in this sense, i. e., in terms of the wholeness of instrument and<br />

measured object, the ultimacy of classical concepts, as opposed to Heisenberg’s story,<br />

which involves a theory about the irreducibility and uncontrollability of measurement<br />

disturbances. Bohr’s position differs radically from Heisenberg’s”. 46<br />

conceitos.<br />

Para N. Bohr, aquilo que é fundamental será a teoria da aplicabilidade dos<br />

Um conceito é referido sob certas condições, a aplicabilidade das condições, de<br />

dois conceitos diferentes, pode ser mutuamente exclusiva.<br />

A perspectiva de Bohr será o caso para o espaço-tempo e o momento de energia<br />

quanto aos conceitos da física clássica, isto é, as condições para a aplicabilidade dos<br />

conceitos de espaço-tempo poderão excluir as condições para a aplicabilidade dos<br />

conceitos do momento de energia.<br />

A Mecânica Quântica é uma generalização racional da mecânica clássica no<br />

seguinte sentido: cada sentença teórica val( A) ∈ S está associada como grupo dos<br />

conceitos do espaço-tempo ou com o grupo de conceitos do momento da energia, mas<br />

não com ambos.<br />

Uma sentença teórica expressa uma proposição se e só se as condições de<br />

aplicabilidade dos conceitos associados são satisfeitos.<br />

Segundo J. Bub, poderemos atender: “For Bohr, the probability assigned to a<br />

theoretical sentence val( A) ∈ S is the probability that if the conditions for the<br />

applicability of the associated concept were to be satisfied, the corresponding<br />

propositions would be true. Bohr denies that the “Hilbert space” vectors represent q-<br />

46 Cf. BUB, J. – “On the completeness of Quantum Mechanics”, in: C. A. HOOKER – Contemporary<br />

Research in the Foundations and Philosophy of Quantum Theory, p.12.<br />

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maximal totalities of situations in logical space in Heisenberg’s sense. There is no a<br />

maximal totality of situations in which the q-maximal totality is embedded, if we define<br />

a q-maximal totality as the totality of situations corresponding to a maximal set of<br />

theoretical sentences that could simultaneously express propositions”.<br />

Existem sempre relações formais entre o princípio de complementaridade de<br />

Bohr e pela hermenêutica da Escola de Copenhagen, que está de acordo com o referido<br />

princípio.<br />

4 – A Complementaridade: pela leitura fenomenológica e pelo idealismo<br />

transcendental.<br />

4.1 – A partícula não é uma onda ,e vice-versa, porque podemos localizá-la no<br />

decurso de uma observação e não é um corpúsculo porque, antes da observação, lhe é<br />

atribuído um conjunto de posições e de velocidades; não pode ser nem uma coisa, nem<br />

outra, mas assemelha-se a ambas ao mesmo tempo. Na verdade, a questão de saber<br />

como representar a partícula per se nem sequer tem sentido para Bohr e Heisenberg.<br />

Verificaram que os conceitos clássicos de onda e corpúsculo são ao mesmo tempo<br />

incapazes e indispensáveis para descrever a realidade e concluem que toda a descrição<br />

unívoca de partícula se torna impossível no quadro do espaço e do tempo.<br />

Se medir é perturbar e conhecer é medir, como poderíamos definir uma partícula<br />

independentemente dos instrumentos de medida, através dos quais se manifesta a sua<br />

existência?<br />

A realidade de um electrão ou de um fotão restringe-se ao conjunto de<br />

possibilidades para obter certos resultados com o auxílio de medidas adequadas.<br />

Teremos um conjunto de valores possíveis e de probabilidades de concretização<br />

pelas medidas de posição, um análogo para as medidas de velocidade, outro para as<br />

medidas de energia.<br />

Então verificamos que as probabilidades calculadas em Mecânica Quântica não<br />

correspondem às distribuições de valores das diferentes grandezas físicas, que<br />

coexistem objectivamente. É aquilo que Bohr e Heisenberg exprimem ao dizer que estas<br />

distribuições estatísticas só existem potencialmente e que é a própria medida, que torna<br />

110<br />

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Borges De Meneses, Ramiro D : «A Complementaridade em N. Bohr: da mecânica quântica à filosofia»<br />

efectiva esta ou aquela potencialidade. Para a Escola de Copenhagen ,a partícula será<br />

apenas um conjunto das potencialidades de medida ,contidas na sua função de onda:<br />

2<br />

ψ<br />

dV<br />

Esta é a conclusão fundamental que resulta da interpretação das relações de<br />

Heisenberg, como relações de indeterminação. Os modelos clássicos de onda e de<br />

corpúsculo perdem todo o significado nesta nova teoria quântica. Bohr tentou conservar<br />

estas imagens, na sua interpretação, assim será este o significado do seu famoso<br />

princípio de complementaridade, frequentemente considerado pelos seus discípulos<br />

como a chave conceptual da Mecânica Quântica.<br />

Com efeito, os conceitos clássicos de corpúsculo e de onda (monocromática) são<br />

incompatíveis e mesmo contraditórios. A natureza ondulatória da matéria e da luz<br />

implica um comprimento de onda e, portanto, uma velocidade bem definida, ao passo<br />

que a observação das propriedades corpusculares exige informações precisas sobre a<br />

posição do electrão e do fotão. Ora as relações de Heisenberg afirmam precisamente que<br />

os nossos conhecimentos sobre a velocidade e a posição se prejudicam mutuamente, isto<br />

significa que a natureza corpuscular só poderá afirmar-se numa experiência à custa do<br />

aspecto ondulatório e reciprocamente.<br />

Fenomenologicamente, graças às relações de indeterminação, Bohr poderá dizer<br />

que os conceitos de onda e de corpúsculo, em princípio contraditórios, nunca se chocam<br />

na nossa descrição da natureza, e, portanto, o problema de uma escolha insolúvel nunca<br />

se porá. O electrão e o fotão comportam-se, às vezes, como uma onda, outras como um<br />

corpúsculo e, ainda às vezes como grãos, outras como campos, conforme o conjunto<br />

experimental com que os observamos. Sendo ambos indispensáveis à descrição da<br />

realidade, aparecendo sempre um com prejuízo do outro, ambos mais ou menos<br />

potencialmente presentes. Bohr considerou complementares os conceitos de onda e de<br />

corpúsculo, assim como a velocidade e a posição de uma partícula, segundo o princípio<br />

de Heisenberg:<br />

∆ px ⋅ ∆x<br />

~ h .<br />

Apesar das suas imprecisões, o princípio da complementaridade fornece uma<br />

linguagem fenomenológica para a descrição dos microssistemas, segundo as ideias da<br />

Escola de Copenhagen.<br />

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Não devemos, pois, esquecer que, mesmo no âmbito destas ideias, ele não esgota<br />

a interpretação do formalismo quântico. Em particular não é capaz de dar resposta ao<br />

problema mais delicado e controverso da teoria, conhecido por redução do grupo de<br />

ondas pela medida.<br />

Consideremos o caso simples de um electrão de massa m, deslocando-se<br />

livremente e acerca do qual possuímos certas informações respeitantes ao visitante t 0 .<br />

Sabemos que se encontra entre os pontos de abcissas x<br />

0<br />

e x + ∆<br />

0<br />

, e está animado de<br />

0 x<br />

uma velocidade compreendida entre v<br />

0<br />

e v + ∆<br />

0<br />

, entendendo-se que ∆<br />

0<br />

e ∆<br />

0<br />

satisfazem a relação de Heisenberg:<br />

∆<br />

x v0<br />

0 v<br />

0<br />

∆ ≥ h m .<br />

Mas, todos os nossos conhecimentos sobre o estado da partícula no t 0 devem<br />

poder traduzir-se na expressão ψ 0 da função de onda, nesse instante e, segundo os<br />

princípios das interferências e da decomposição espectral, ψ 0 tem de ser aqui um grupo<br />

de ondas inserido, no intervalo de espaço ( x x ∆ )<br />

+ , e conter, de acordo com a<br />

, 0 0 x0<br />

relação de De Broglie, todos os comprimentos de onda compreendidos entre:<br />

λ ; λ ′ = h m ⋅ ( v + ∆ )<br />

0<br />

= h mv 0<br />

0 0 v0<br />

A função ψ 0 , que contém toda a nossa informação sobre o electrão, constitui a<br />

descrição do seu estado inicial.<br />

Uma vez fixada a forma deste grupo de ondas, no instante t 0 , a sua evolução será<br />

rigorosamente definida pela equação de Schroedinger. É precisamente esta evolução<br />

determinista da onda, que permite prever o estado do electrão em qualquer instante<br />

posterior e formular, portanto,determinam previsões estatísticas sobre o resultado da<br />

medida de uma ou de outra grandeza. 47<br />

Poderemos calcular a intensidade da onda, num dado instante t, posterior a t 0, e<br />

de acordo com o princípio das interferências, ficaremos a saber a probabilidade de<br />

detectar o electrão, em qualquer ponto do espaço, onde a intensidade da onda não seja<br />

nula.<br />

Mas, admitamos agora que queremos por à prova essa previsão, medindo de<br />

facto a posição do electrão no instante t. Poderemos verificar a sua presença pelo<br />

x<br />

v<br />

47 Cf. ANDRADE, J. A.; LOCHAK, G. – Quanta, grãos e campos, tradução do inglês, Sá da Costa,<br />

Lisboa, 1969, pp. 126-127.<br />

112<br />

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aparecimento de uma pequena mancha num dado ponto x de uma chapa fotográfica,<br />

montada para o efeito e verificar tratar-se de um ponto, onde se previra que a<br />

intensidade da onda, não seria nula. Repitamos a experiência muitas vezes, com<br />

electrões sempre colocados nas mesmas condições iniciais, de modo que o seu estado<br />

seja sempre representado pelo mesmo grupo de ondas: veremos aparecer na chapa uma<br />

série de manchas nos pontos x 1, x2<br />

e x<br />

3<br />

e poderemos confirmar a exactidão do princípio<br />

das interferências, verificando que a densidade das manchas em cada região da chapa é<br />

na verdade proporcional à intensidade calculada para a onda. Recordemos que estas<br />

experiências, de que voltaremos a falar, confirmam a teoria.<br />

Com efeito, segundo a Escola de Copenhagen, o electrão não possui posição<br />

determinada antes da medida, visto que estão potencialmente espalhados por toda a<br />

extensão da onda ψ. Precisamos, então, de saber por que razão ele se manifesta como<br />

entidade bem localizada. A medida da posição de um electrão, com o auxílio de uma<br />

chapa fotográfica, leva-nos a representá-la por um grupo de ondas muito bem<br />

localizadas, correspondendo praticamente às dimensões da pequena mancha negra que<br />

observamos; mas, antes da medida, o electrão era representado por um outro grupo de<br />

ondas, cujas dimensões podiam ser muito grandes. É, pois, necessário compreender<br />

como pode este grupo de ondas tornar-se instantaneamente quase natural.<br />

É evidente que a interpretação imediata dada, do ponto de vista de Bohr, para<br />

esta redução do grupo de ondas (grupo de probabilidades), consiste em tornar<br />

responsável por ele o aparelho de medida. Constatamos assim que, em virtude da<br />

existência da constante h, não é possível observar uma partícula sem perturbar o seu<br />

estado.<br />

Dir-se-á então que a própria chapa fotográfica concretiza uma das localizações<br />

potenciais do electrão ou, mais genericamente, é a interacção da partícula com o<br />

aparelho de medida, que produz a redução brutal do grupo de probabilidades. Esta<br />

explicação é perfilhada, mais ou menos explicitamente, por grande <strong>número</strong> de autores,<br />

que se reclamam da Escola de Copenhagen. 48<br />

Deste modo, Bohr opõe à descrição unívoca da natureza, desenvolvida pela<br />

física clássica, uma descrição por pares de conceitos ou variáveis complementares, que<br />

ele considera consequência inevitável da lei dos quanta. Os dois exemplos que<br />

48 Cf. MERZBACHER, E. – Quantum Mechanics, John Wiley and Sons, New York, 1963, pp. 7-8.<br />

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acabamos de citar (onda-corpúsculo e posição-velocidade) são os mais importantes, mas<br />

podem encontrar-se outros, muito embora se chegue, por vezes, a enunciados nebulosos<br />

como o do carácter complementar da causalidade e da descrição espacio-temporal.<br />

Tentou-se estender estas ideias a outras disciplinas, principalmente à biologia, à<br />

psicologia e à sociologia, mas o mínimo que podemos dizer é que o resultado destas<br />

extrapolações não é muito convincente, 49 como iremos analisar.<br />

4.2 – Muito naturalmente Bohr terá lido algumas obras de Kant, que marcaram a<br />

formulação do princípio da complementaridade, como se refere pela crítica de Folse:<br />

“Thus an alternative account for the significance of the classical concepts in<br />

complementarity will be suggested there. This argument will depend on a recognition of<br />

the fact that viewed from the perspective of quantum theory, the classical description of<br />

nature, depending as it does on the non-complementarity use of spatio-temporal states<br />

of systems, and the mechanical causal interaction between systems is an idealization<br />

which in the light of the demands of objectivity we are forced to make.<br />

Bohr repeatedly referred to this idealization of classical physics and stressed the<br />

fact that such an idealization worked only because classical physics dealt with systems<br />

where the quantum of action could be ignored. In the essay Unity of Knowledge Bohr<br />

makes the important comment that the notion of complementarity does in no way<br />

involve a departure from our position as detached observers of nature, but must be<br />

regarded as the logical expression of our situation as regards objective description in<br />

this field of experience”. 50<br />

Bohr reconheceu a existência de uma similaridade entre a aproximação clássica<br />

e a filosofia crítica, como se poderá entender no resumo que Folse fez nas seguintes<br />

palavras: “The crux of the issue is that while there need be no unambiguous separation<br />

between measured and measuring systems on a physical level, indeed there cannot if<br />

there is to be a measurements at all, the criterion of objectivity, through being defined in<br />

terms of our position as detached observers serving to eliminate the subjective element<br />

in experience, demands that the conceptual representation of such systems in<br />

unambiguous communication of knowledge represents these systems as isolated and the<br />

49 Cf. POPPER, K. – La théorie quantique et le schisme en Physique, traduction de lìnglais pour E. M.<br />

DISSAKI, Éditeurs des Sciences et des Arts, Hermann, 1996, p.173.<br />

50 Cf. FOLSE, H. J. – “Kantian Aspects of Complemntarity”, in: Kant-Studien, 69 (Berlin, 1978), p. 64.<br />

114<br />

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Borges De Meneses, Ramiro D : «A Complementaridade em N. Bohr: da mecânica quântica à filosofia»<br />

observer as dynamically detached. The only way which the nature of experience<br />

provides for doing this, argue Bohr, is through the concepts of classical physics, i. e., we<br />

detach the observer from the observed through isolating the system spatio-temporally<br />

and treating it as closed in the sense that the observer is dynamically detached from any<br />

transference of momentum or energy.<br />

Of course to do so constitutes a conceptual idealization imposed on experience,<br />

but such an idealization will not run into paradoxes as long as we remember that the<br />

phenomenon demands description in terms which include reference to the whole<br />

experimental situation in which an observation is made.<br />

For Bohr the consistency of the quantum mechanical formalism is guaranteed in<br />

the fact that within a given experimental context to application of classical concepts is<br />

mutually exclusive and requires having recourse to such concepts in a complementary<br />

fashion. Thus it is Bohr’s commitment to objectivity which has led to his so called<br />

dogmatic retention of classical physics, and it is sad irony that this factor of<br />

complementarity has often been misinterpred as a concession to subjectivity”. 51<br />

Finalmente, poderemos rematar pelo pensamento de Folse: “... Bohr’s utilization<br />

of the classical concepts should not be read as revealing allegiance to the metaphysics of<br />

materialistic mechanism. In complementarity experience is treated as a “bed-rock<br />

category”, and objectivity is grounded within it rather than through appeal to a<br />

transphenomenal material substratum. Bohr stresses that in resting its claim to<br />

objectivity on the notion of an isolated system, classical physics relied on a rationalistic<br />

construct which was at variance the professed reliance of science on empirical<br />

methodology. By placing interaction at the heart of the physical doctrine of observation,<br />

the quantum actionis, has brought home the lesson that the definition of objectivity<br />

through appeal to a detached observer is an idealization the use of which, demands<br />

classical concepts but only when used in a complementary fashion. It remains possible<br />

to change the notion of detached observer in a way hither to unanticipated or to change<br />

the notion of objectivity such that detached observer does not enter into such a<br />

definition. Had Bohr taken this latter alternative, he would in a significant sense have<br />

taken a Kantian position”. 52<br />

51 Cf. Idem, Ibidem, p.65.<br />

52 Cf. Idem, Ibidem, p.66.<br />

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Borges De Meneses, Ramiro D : «A Complementaridade em N. Bohr: da mecânica quântica à filosofia»<br />

Contudo, é muito provável que tenham surgido outras influências filosóficas, em<br />

Bohr, para elaborar o princípio da complementaridade.<br />

5 – A complementaridade de Bohr: pela aplicabilidade e pelas extrapolações<br />

5.1 – Niels Bohr terminou a sua comunicação no Congresso de Como, sugerindo<br />

que os novos conceitos encontravam aplicações fora da Física como referiu: “I hope …<br />

that the idea of complementarity is suited to characterize the situation which bears a<br />

deep going analogy to general difficulty in the formation of human ideas inherent in the<br />

distinction between – subject and object – clearly an allusion to the ambiguities in<br />

psychological terminology which Bohr had thought so much about in his adolescence<br />

(...). At that time the analogy between Riemann, surfaces and planes of objectivity had<br />

served him as a source of inspiration. Now, the newly found tool of complementarity<br />

was, he hope, much better suited to cope with his earlier quandaries.<br />

If since then the tools had changed, the purpose had not, which, I think, explains<br />

why in the late 1920 s the psychologist. Rubin, a friend since the ekliptica days, once<br />

said after Bohr had explained to him some point about complementarity: But Niels?<br />

You told us all of that twenty years ago”. 53<br />

5.2 – As ideias sobre a complementaridade de Bohr referidas, em psicologia,<br />

poderão ser apontadas da seguinte forma: uma pessoa contempla, é espectador, quando<br />

planeia a sua acção, e, além disso, quando reflecte nos seus resultados. Entretanto,<br />

quando age, ele está também pensando, mas não de modo contemplativo. Para ser<br />

espectador é necessário executar e avaliar o papel do actor e como desempenhar o acto<br />

por si próprio. Estes dois modos de compromisso são ambos elementos necessários no<br />

contexto mental da pessoa, excluindo-se um ao outro, logo serão complementares. 54<br />

Bohr ao falar deste aspecto da complementaridade, salienta: “In order to<br />

describe our mental activity, we require, on the one hand, an objectively given content<br />

to be juxtaposed to a perceiving subject, while, on the other hand, no sharp separation<br />

between object and subject can be maintained, since the perceiving arbitrariness in the<br />

53 Cf. PAIS, A. – Niels Bohr’s Times: in Physics, Philosophy, and Polity, Clarendon Press, Oxford, 1991,<br />

p. 439.<br />

54 Cf. Idem, Ibidem, pp. 439-440.<br />

116<br />

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placement of the cut between object and subject in psychology, the actor describing his<br />

action, with the arbitrariness in the distinction between object and tool for observation<br />

in physics”. 55<br />

O ponto decisivo está no estado de consciência, na descrição de palavras, como<br />

“I will”, encontram aplicação será a complementaridade para um estado em que nós<br />

estamos interessados com uma análise de estados emocionais,como um sentido de<br />

liberdade, complementar ao estado de raciocínio, no qual “I will” será analisado como<br />

uma cadeia de actos objectivos. Quando nós usamos o verbo “I will”, nós abandonamos<br />

a argumentação explanatória. Segundo a psicologia, nos escritos de Bohr, a<br />

complementaridade da emoção e da razão é toda penetrante.<br />

O uso de palavras como “pensamento” e “sentimento”, igualmente indispensável<br />

para ilustrar a diversidade da experiência psíquica, toca as situações mutuamente<br />

exclusivas, caracterizadas pelo esboço (desenho) da linha de separação entre sujeito e<br />

objecto, que aparece como uma sabedoria antiga numa nova linguagem. As palavras<br />

preferem pensamentos e sentimentos, como sendo a origem da linguagem usada de uma<br />

maneira complementar. 56<br />

5.3 – Bohr, no Congresso Internacional de Light-therapist, realizado, em Agosto<br />

de 1932, em Copenhagen, colocou a seguinte pergunta: Será possível impulsionar a<br />

análise dos processos vivos para limitar, como eles podem ser descritos em termos de<br />

física ou de química puras? Esta questão é fundamental para a análise dos fenómenos<br />

naturais, e como podemos alcançar um entendimento da vida na base da experiência<br />

física. Será óbvio que Bohr não encontrou aspectos estranhos na matéria inorgânica para<br />

impulsionar a análise de constituintes de um organismo vivo para o nível<br />

molecular/atómico, como referiu pelas seguintes palavras: “It must be kept in mind,<br />

however, that the conditions in biological and physical research are not directly<br />

comparable, since the necessity of keeping the object alive imposes a restriction on the<br />

former – living things – which finds no counterpart in the latter (…). In every<br />

experiment on living organism there must remain some uncertainly as regards the<br />

55 Cf. BOHR, N. – “On the constitution of atoms and molecular”, in: Philosophical Magazine, 26 (New<br />

York, 1913), pp. 1-25; 476-502.<br />

56 Cf. GONZALEZ FERNANDES, M. P. – “Probabilidad y causalidad en la filosofía de Max Born”, in:<br />

Logos Anales del Semanario de Metafísica, 38 (Madrid, 2005), p. 254.<br />

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physical conditions to which they are subjected, and the idea suggests itself that the<br />

minimal freedom we must allow the organism will be just large enough to permit it, so<br />

to say, to hide its ultimate secrets from us. On this views the very existence of life must<br />

in biology, be considered as an elementary fact, just as in atomic physics the existence<br />

of the quantum of action has to be taken as a basic fact that cannot be derived from<br />

ordinary mechanical physics. Indeed, the essential non-analizability of atomic stability<br />

in mechanical terms presents a close analogy to the impossibility of a physical or<br />

chemical explanation of the peculiar functions characteristic of life”. 57<br />

Assim, Bohr lançou novo conceito de análise em Biologia: existe uma<br />

exclusividade óbvia entre cada aspecto da vida como a “self-preservation” e “selfgeneration”<br />

dos indivíduos, por um lado; e a subdivisão necessária para qualquer análise<br />

física, por outro. Devido a esta suficiência de complementaridade, o conceito de<br />

objectivo, que é estranho à análise mecânica encontra certa aplicação em Biologia. 58<br />

Variadas são as aplicações do princípio da complementaridade de Bohr no<br />

domínio biológico, mas como elemento epistemológico.<br />

5.4 – Em 1938, Bohr dirigiu uma comunicação, sobre: “Natural philosophy and<br />

human cultures”, ao Congresso Internacional de Antropologia e Etnologia, realizado em<br />

Helsinki, que servisse para determinar o papel e importância das culturas.<br />

N. Bohr apresenta a distinção entre “nature” e “nurture”.<br />

Ao falar das diferentes culturas, Bohr diz: “Especially in the study of cultures of<br />

primitive peoples, ethnologists are, indeed, not only aware of the risk of corrupting such<br />

cultures by necessary contact, but are even confronted with the problem of the reaction<br />

of such studies on their own human attitude. What I here allude to is the experience,<br />

will known to explorers, of the shaking of their hitherto unrealized prejudices through<br />

the experience of the unsuspected inner harmony human life can present under<br />

conventions and traditions most radically different from their own (...). We may truly<br />

say that different human cultures are complementary to each other. Of course, there<br />

cannot, in this domain, be any question of such absolutely exclusive relationships as<br />

those between complementary experiences about the behaviour of well defined atomic<br />

57 Cf. BOHR, N. – “Quantum physics and biology”, in: Light and Life,translation from german, W. D. Mc<br />

Elroy and B. Glass, John Hopkins University Press, 1961, pp. 16-46.<br />

58 Cf. PAIS, A. – Niels Bohr’s Times: in Physics, Philosophy, and Polity, pp. 441-442.<br />

118<br />

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objects, since hardly any culture exists which could be said to be fully self-contained.<br />

Bohr went on to note how the gradual fusion of traditions, for example by emigration or<br />

conquest, advances civilization by the creation of new cultures”. 59<br />

Mas, em 1948, Bohr volta à relevância da complementaridade em Sociologia,<br />

que temos de cobrir com o elemento da complacência inerente a toda a cultura nacional<br />

e manifestando ele próprio em prejuízo que obviamente não pode ser apreciado do<br />

ponto de vista das nações. O elemento da “self-satisfaction” é inerente em todas as<br />

culturas corresponde ao instinto da característica “self-preservation” para qualquer<br />

espécie de “organismo vivo”.<br />

Naturalmente que, segundo Bohr, as suficiências da complementaridade<br />

descreve-se na relação entre a sociedade e os elementos individuais dos grupos, dos<br />

agregados, etc.<br />

Muitas são as áreas da cultura, onde se nota a presença da cultura, mas em todas<br />

elas aparece o princípio da complementaridade como um elemento epistemológico,<br />

nada tendo de ordem ontológica. O princípio de complementaridade é um enunciado<br />

puramente gnoseológico, sofrendo da influência do pensamento do filósofo da<br />

Aufklaerung, pela Kritik der reinen Vernunft.<br />

5.5 – Bohr fala uma única vez do sentimento/conhecimento íntimo, nos seus<br />

escritos, quando diz: “The fact that consciousness, as we know it is inseparably<br />

connected with life ought to prepare us for finding that the very problem of the<br />

distinction between the living and the dead escapes comprehension in the ordinary sense<br />

of the Word. That a physicist touches upon such question may perhaps be excused on<br />

the ground that the new situation in physics has so forcibly reminded us of the old truth<br />

that we are spectators as well as actors in the great drama of existence”. 60<br />

Assim, N. Bohr não faz qualquer referência ao sentido da consciência e do<br />

conhecimento íntimo (sentimento) em mais nenhum texto e não apresenta qualquer<br />

extrapolação do seu complementarismo, no âmbito da consciência.<br />

Porém, Daniel. Serrão sugere que só o uso do princípio da complementaridade<br />

de Niels Bohr nos vai permitir, um dia, saber muito sobre a “consciência humana”,<br />

59 Cf. Ibidem, pp. 444-445.<br />

60 Cf. BOHR, N. – “On the constitution of atoms and molecular structure”, in: Philosophical Magazine,<br />

26 (New York, 1913), pp. 857-875.<br />

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porque, ao acrescentar, é como acontece com a luz, os neurofisiologistas saberão tudo<br />

da consciência estudada como corpúsculo e os fenomenologistas do espírito saberão<br />

tudo sobre a consciência estudada como onda. 61<br />

Esta reflexão não se apresenta correcta, pelas seguintes razões:<br />

5.5.1 – António Damásio pode usar para consciência a metáfora da luz,<br />

coisa que já foi feita na Patrística, como está consignado no Corpus Christianorum<br />

graece et latine, desde há muitos séculos, como se refere genérica como a “voz de<br />

Deus” no coração do homem ou o santuário íntimo ao qual são repostados os actos<br />

humanos em ordem ao bem e ao mal. Até porque Damásio desconhece o que se refere,<br />

nesta matéria, em Patrologia. O primeiro passo seria ir às fontes, para conhecer e<br />

analisar os textos gregos e latinos, acompanhados da resposta hermenêutica. A crítica de<br />

Damásio insere-se no pensamento de Descartes, que coloca como essência da pessoa a<br />

consciência, e mais tarde Kant apresentá-la-á como Freiheit. Muito depois, Edmundo<br />

Husserl referirá a “consciência marginal” e a “consciência eidética”, como dois graus<br />

analógicos, embora distintos, mas complementares. Segundo E. Husserl, a consciência é<br />

única, mas com dois aspectos complementares. Provavelmente, será esta reflexão<br />

fenomenológica de Husserl desconhecida pelos autores das anteriores expressões<br />

críticas. 62<br />

5.5.2 – Nem os neurofisiologistas, nem os fenomenologistas poderão<br />

estudar a consciência como corpúsculo e os fenomenologistas nunca poderão saber algo<br />

da consciência como onda, respectivamente.<br />

Quando muito, segundo os dados da Mecânica Quântica, desenvolvidos<br />

neste artigo, poderiam apontar para que os neurofisiologistas estudassem a<br />

“consciência”, ora como corpúsculo, ora como onda. O princípio da complementaridade<br />

só se poderia aplicar neste caso, nunca no âmbito da fenomenologia do espírito.<br />

5.5.3 – Mesmo que os neurofisiologistas estudem a “consciência” como<br />

corpúsculo-onda, seguindo ipsis verbis o enunciado quântico de N. Bohr, nunca lá<br />

61 Cf. TORRES LIMA, A. C. – Bioética e Antropologia, Gráfica de Coimbra, Coimbra, 2004, p. 156.<br />

62 Cf. FRAGATA, J. S. J. – A Fenomenologia de Husserl: como fundamento da Filosofia, Livraria Cruz,<br />

Braga, 1985, pp. 119-128.<br />

120<br />

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chegariam, uma vez que só o suporte biológico da consciência, que é o cérebro e o seu<br />

funcionamento, poderá justificar-se no e pelo princípio de complementaridade devido à<br />

correlação sinóptica, segundo a neurofisiologia, que aqui simplificará o corpúsculoonda,<br />

desde as partículas emitidas nos receptores quânticos, até à energia quântica,<br />

dimanada pelos contactos sinópticos, seguindo o valor métrico de M. Planck, de acordo<br />

com a “neurofísica”: ε = h ⋅ v , que se refere à onda quântica, segundo Shroedinger.<br />

Ainda porque, segundo a mais recente Mecânica Quântica não existem<br />

corpúsculos, nem ondas. Esta transforma-se em corpúsculo e, vice-versa, pela equação<br />

relativista da energia cinética:<br />

E<br />

2<br />

= m ⋅ c .<br />

Segundo a nova orientação da Mecânica Quântica, o princípio de N. Bohr não<br />

tem qualquer validade, ora na ordem gnoseológica, ora na ordem ontológica.<br />

5.5.4 – A fenomenologia do espírito resolve a consciência, não como<br />

onda, mas como uma forma íntima de vivenciar e exprimir a essência do existir, de<br />

maneira comportamental, como refere Husserl. Considerar, segundo a fenomenologia,<br />

que se saberá sobre a consciência estudada como “onda” e um “fisicalismo puro” e<br />

alterar o sentido do princípio de complementaridade de Niels Bohr.<br />

A consciência pura, segundo o Husserl, é o campo (nem partícula, nem<br />

onda) das evidências apodíticas em virtude da união íntima sujeito-objecto, que<br />

encontra a sua plena explicação no esclarecimento da constituição transcendental,<br />

relativa ao modo como o objecto se constitui ou forma na consciência pura.<br />

Como a consciência é designativa de algum objecto, encontra-se<br />

unificada pela referência a esse objecto, e esta unificação desenvolve-se no tempo<br />

imanente. O carácter imediato da consciência do objecto, onde me levou a “epoché”,<br />

não se verifica apenas instantaneamente, mas numa sequência temporal. Este campo de<br />

fenómenos puros em que nos movemos, escreve Husserl, não é tanto um campo, mas<br />

antes um perene fluxo heraclitiano de fenómenos. A consciência está num contínuo<br />

fluxo. A consciência, apesar de temporal, não é, portanto, “dispersão”, dado que é uma<br />

síntese e esta determina que a vida consciente seja penetrada pela relação ao objecto. 62<br />

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5.5.5 – Daniel Serrão salienta e questiona: e a consciência sentiente e<br />

decisora é corpúsculo ou é onda? Responde dizendo que consoante a metodologia do<br />

observador aparecerá ou como corpúsculo – um sólido instrumento de biliões de células<br />

articuladas entre si, activadas pela circulação de múltiplos medidores químicos, que<br />

subitamente se formam e se extinguem, que reentram e reverberam, etc. – ou como onda<br />

– a geração imprevisível das “ideias abstractas”, a invenção de signos e significantes, a<br />

comunicação de sentido, a liberdade interior a alimentar as “decisões éticas”, que<br />

aparecem na auto-consciência, etc. 63<br />

Devemos dizer que a consciência sentiente e decisora não é corpúsculo<br />

nem onda. Nem uma coisa nem outra. Até porque se fosse, como afirma D. Serrão<br />

corpúsculo, seria partícula, o que seria impossível, constituída por biliões de células e<br />

pela acção de mediadores químicos. Isto é o aspecto material, que aqui todo ele é onda e<br />

todo ele é partícula. A consciência como onda nuca será uma geração previsível de<br />

ideias abstractas e de signos. Nada disto tem a ver com a “onda”, que é um movimento<br />

vibratório de massa-energia, quer segundo a Mecânica Clássica, quer segundo a<br />

Mecânica Ondulatória de De Broglie:<br />

m<br />

2 u<br />

2<br />

W = ; g m ⋅ u<br />

= ; g = 2mW<br />

; W<br />

2<br />

= m ⋅ c ; g W c = hv c<br />

= .<br />

A consciência sentiente e decisora é uma forma de consciência ética e<br />

como tal depende não do modus essendi, mas antes do modus agendi, estando<br />

dependente da phronésis (sabedoria prática) que implica o terceiro grau de abstracção,<br />

segundo a perspectiva aristotélico-tomista ou, segundo o idealismo transcendental<br />

kantiano, a intuição pura a priori, para a qual se inclinara N. Bohr, dado que, na<br />

juventude, lera algumas obras de Kant.<br />

5.5.6 – Como a “consciência decisora” é uma consciência moral,<br />

naturalmente podemo-la referir como: practici intellectus dictamen su rationis de<br />

moralitate actus hic et nunc a nobis ponendi vel omittendi iudicium ultimo practicum,<br />

aut etiam positi aut omissi, secundum moralia principia.<br />

63 Cf. SERRÃO, D. – “Archeobiologia e Bioética: um encontro não conflituoso”, in: Fragmentos de uma<br />

História: imagens inéditas, Porto, Porto Editora, 2001, p.409.<br />

122<br />

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A raiz e fundamento da consciência moral é a própria índole da razão,<br />

pronta para conhecer os princípios à volta da recta ratio agibilium, inicialmente dada<br />

pelo hábito natural syndéresis.<br />

Com efeito, o objecto e fim da consciência moral será afirmar a<br />

conformidade e a não adequação com a regra dos costumes a partir do acto próprio em<br />

particular, segundo as “fontes da moralidade”.<br />

Assim, a “consciência” é diferente da synderesi, como afirma toda a<br />

escolástica e neo-escolástica ao dizer: synderesi quae est ingenitus habitus rationis<br />

practicae dans prima principia omnino universalia operabilium, vel etiam innata<br />

quaedam promptitudo ad ea perspicienda, cuius est dictare principia universalíssima<br />

per se nota, praecisive a particulari et actuali applicatione eorumdem, capacitando<br />

subiectum ad habendam conscientiam cuius scintilla seu igniculus dicitur synderesis.<br />

A consciência ética apresenta-se como a norma subjectiva da moralidade,<br />

a qual compreende os seguintes elementos: a consciência directa (psicologia) da acção,<br />

que se refere directamente ao seu objecto, para o acto e para o objecto do acto, que tem<br />

a ver com a “decisão ética”; conhecimento da lei, segundo a ciência moral; comparação<br />

da acção com a lei natural; juízo partindo do valor moral.<br />

Naturalmente, a consciência julga do valor da acção ou da omissão em<br />

ordem às regras dos costumes e segundo as exigências da natureza humana.<br />

O princípio da complementaridade não poderá ser extrapolado para o<br />

domínio da consciência, uma vez que é da ordem do conhecimento prático, enquanto<br />

que o princípio de Bohr pertence ao conhecimento epistemológico.<br />

A consciência é da área do sofia, necessariamente a complementaridade é<br />

do foro teórico, que muito dificilmente se comprovará cientificamente.<br />

O princípio da complementaridade de N. Bohr não se poderá aplicar e<br />

fundamentar no âmbito da consciência recta antecedente, como regra necessária dos<br />

actos humanos, quer próximos, quer subsecutivos.<br />

O mesmo princípio da complementaridade (correlação de duas imagens<br />

recíprocas na natureza) não poderá indicar a consciência objectivamente verdadeira<br />

como regra subjectiva e próxima do agir humano.<br />

Finalmente, a complementaridade de Bohr não poderá orientar uma<br />

“consciência certa” ,como regra legítima do agir humano, porque nenhuma forma de<br />

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consciência poderá ser quer corpuscular, quer ondulatória. O complementarismo de N.<br />

Bohr só terá interesse epistemológico para ligar todas as formas de consciência entre si.<br />

5. 5. 7. - Segundo Husserl,a ciência positiva é a ciência que se perdeu no mundo.<br />

Assim,necessita-se,em primeiro lugar ,perder o mundo pela epoché para o<br />

recuperar de novo na mediação universal sobre si mesmo. Tal como dizia<br />

S.Agostinho : Noli foras ire, in te redi, in interiore hominis habitat veritas. À<br />

luz desta passagem,deveremos intender que a fenomenologia de Husserl fora<br />

caracterizada,por Lévinas, como “fenomenologia da consciência”. Este santuário<br />

interior,ao qual faço aferência dos meus actos morais, como presupostos<br />

ineludíveis, por meio dos quais somos conduzidos pelos caminhos do pensar. A<br />

consciência ,segundo Husserl, não é o ponto de partida de uma cadeia de<br />

demonstrações, mas esta consciência será um absolutum no sentido de ser uma<br />

região privilegiada do ser ( ausgezeichnete Seinsregion ).<br />

Husserl fez uma defesa da consciência, onde ela aparece como fonte<br />

de toda a razão ,de toda a legitimidade e ilegitimidade, de toda a realidade e da<br />

ficção, de todo o valor e do contravalor, de todo o acto e do contra-acto..<br />

Nela encerra-.se a quinta essência da alma, do espírito, da razão, na<br />

perspectiva huserliana. Assim, será, a existência de uma racionalidade pensada,<br />

sendo ademais uma capacidade máxima ,que possui o ser humano para desentranhar<br />

o problema da realidade. A consciência nunca será nem realidade ondulatória, nem<br />

corpuscular. Três são as definições de consciência, que Husserl oferece, sem a<br />

pretenção de ser exaustivo, terminando por apresentar a terceira de uma forma mais<br />

afortunada ,do que as restantes, sendo precisamente aquela que declara , em sentido<br />

transitivo, que a consciência mesma será a “complexão das vivências”. A<br />

caracterização da consciência,em Husserl, será dada pelas Erlebnisse, que possuem<br />

um modo de existência diferente, quando se compara com o mundo das coisas.<br />

A redução transcendental de Husserl continuou a autorgar carta de<br />

cidadania a um modelo contemplativo, no qual a proeminência absoluta da<br />

consciência se pressupõe já dada de antemão. Pela primeira vez, surge, segundo<br />

Husserl, a “consciência eidética”,como uma consciência pura, onde radicam todas as<br />

outras, a começar pela consciência sensiente e decisora.<br />

124<br />

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A ideia fundamental da fenomenologia husserliana seria, neste sentido,<br />

aquela que atribui existência absoluta à vida consciente e concreta. A consciência<br />

descreve-.se como “esfera da existência absoluta”. O ser da consciência, de toda a<br />

corrente e ocorrência de vivências, seria, sem dúvida, modificada necessariamente<br />

por uma aniquilação do mundo das coisas, mas não ficaria afectado pela sua própria<br />

existência. A finalidade última de Husserl foi considerar a consciência como<br />

“região absoluta” frente ao mundo relativo das coisas transcendentes e não<br />

transcendentes, como a luz,o corpúsculo ou a onda. A conciência é uma esfera de<br />

posição absoluta, não relativa, como o corpúsculo ou como a onda da Mecânica<br />

Quântica. A consciência nada tem a ver com a dualidade de corpúsculo-onda,tal<br />

como é delineada pela Física Quântica, dos dias de hoje.<br />

Conclusão<br />

Devemos reconhecer que a descoberta de Bohr, ao apresentar o princípio da<br />

complementaridade, leva-nos a compreender os aspectos contraditórios dos conceitos de<br />

onda e de partícula, ao descreverem a mesma realidade,que poderá ser apaziguada.<br />

Segundo Niels Bohr, esta reconciliação permite modificações dos atributos clássicos,<br />

com os quais nós dotamos as ondas e as partículas, porque uma das imagens apresentase<br />

como imprópria para a descrição dos acontecimentos. Conduzido pelo facto empírico<br />

da natureza dual da matéria, Bohr reduziu estes aspectos da dualidade de imagens da<br />

natureza a um princípio da complementaridade, que se pode enunciar matematicamente<br />

da seguinte forma:<br />

δ A ⋅δB<br />

> 1 2c<br />

. 64<br />

Assim, a natureza, como partícula e como onda, será considerada nos aspectos<br />

complementares da matéria. Ambas as imagens são necessárias para uma descrição da<br />

natureza, o que levou a que Bohr generalizasse o princípio da complementaridade a<br />

outras áreas da conduta humana, considerando-se de grandes potencialidades não só no<br />

mundo físico, como também, na história humana e na epistemologia. Mas, a batalha<br />

mais violenta que Bohr teve de travar foi no âmbito das implicações filosóficas do<br />

princípio da Mecânica Quântica e seus fundamentos conceptuais.<br />

64 Cf. MERZBACHER, E. – Quantum Mechanics, John Wiley and Sons, New York, 1963, p. 7.<br />

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A doutrina de Bohr ia na linha de que a mecânica quântica pressupõe a física<br />

clássica para a sua verdadeira formulação. 65<br />

Mas, esta tentativa falhou com os mais recentes progressos da Mecânica<br />

Quântica, permitindo, assim, que a “complementaridade” se coloque somente como<br />

princípio filosófico e não como axioma da Mecânica Quântica.<br />

Niels Bohr confundiu os problemas ontológicos, com questões onde os conceitos<br />

estão relacionados com a “realidade”. Segundo a sua opinião a “comunicabilidade” é<br />

fundamental nas questões do conhecimento, tal como asseverava: “Our task is not to<br />

penetrate into the essence of things, the meaning of which we don’t know anyway, but<br />

rather to develop concepts which allow us to talk in a productive way about phenomena<br />

in nature”. 66<br />

Assim, se conclui tratar-se de um princípio gnoseológico, que determinou<br />

algumas generalizações e extrapolações, que não resolvem muitas questões, como as<br />

que se prendem com a temática da “consciência”, sendo uma tentativa mais<br />

epistemológica do que ontológica.<br />

O princípio da complementaridade de N. Bohr marcou a evolução e os<br />

fundamentos filosóficos da Mecânica Quântica, enquadrando-se no espírito da<br />

Interpretação de Copenhagen.<br />

Tratou-se da procura de apresentar uma forma de “dualismo físico” (relação<br />

recíproca entre partícula-onda), que se poderá fundamentar no “dualismo ontológico”.<br />

Segundo A. Pais, no ensejo de resumo e de síntese das aplicações e<br />

extrapolações da complementaridade, poderemos asseverar: “His general contributions<br />

to the general issues of human culture are not new and original, yet beautifully convey<br />

Bohr’s position that complementary carries lessons of tolerance and of openness toward<br />

all the world. His thoughts on biology have not born fruit. Finally, I hope that the spirit<br />

of this sketch on Bohr’s philosophy reflects on of his examples of complementarity<br />

between reason and sentiment”. 67<br />

Múltiplas serão sempre as extrapolações de complementaridade, até porque se<br />

inscreve gnoseologicamente nos conceitos duais, que determinam o conhecimento da<br />

“realidade física”.<br />

65 Cf. Ibidem, pp. 8-9.<br />

66 Cf. PAIS, A. – Niels Bohr’s Times: in Physics, Philosophy, and Polity, p. 446.<br />

67 Cf. Ibidem, pp. 446-447.<br />

126<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


El druida, el rey y la soberanía sagrada<br />

Aspectos míticos del antiguo pensamiento céltico irlandés<br />

a través del espejo de la primera grecia<br />

Raúl Garrobo Robles<br />

Licenciado en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid<br />

Diplomado en Estudios Avanzados en Filosofía por la Universidad Autónoma de<br />

Madrid<br />

RESUMEN.<br />

¿Quiénes fueron los druidas? ¿Qué papel desempeñaron en el ordenamiento de<br />

las distintas sociedades y tribus célticas de la antigua Europa? ¿Puede localizarse algún<br />

paralelo histórico de la clase intelectual druídica entre las gentes que poblaron Europa<br />

durante la Antigüedad? Y, especialmente, ¿qué relación formal y qué coincidencias<br />

simbólicas pueden ser establecidas entre el pensamiento prefilosófico de los druidas y el<br />

de los primeros paladines de la filosofía occidental, tales como Pitágoras, Empédocles o<br />

Platón? Desde la dialéctica entre la antigua sabiduría y la filosofía emergente, así como<br />

entre oralidad y escritura, el presente ensayo se introduce de lleno en el estudio riguroso<br />

de estas cuestiones, desterrando viejos prejuicios académicos y empleando para ello el<br />

apoyo de otras ciencias auxiliares poco frecuentadas por los filósofos actuales.<br />

ABSTRACT.<br />

Who were the druids? What kind of role did they play in the organization of the<br />

several Celtic societies and tribes from ancient Europe? It is possible to find an<br />

historical parallel of the intellectual druid-class among the people who settled Europe<br />

during Antiquity? And especially, what kind of formal relation and which symbolic<br />

coincidences can be established between druids pre-philosophical thought and earliest<br />

paladins of western philosophy thought, such as Pythagoras, Empedocles or Plato?<br />

From both dialectics between ancient wisdom and rising philosophy, and orality and<br />

literacy, this present essay deals fully with the rigorous study of these questions, also<br />

eradicating old academic prejudices and making use of others auxiliary sciences which<br />

have not been frequented by current philosophers.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008) 127-219. http://www.revistadefilosofia.org


El druida, el rey y la soberanía sagrada<br />

Aspectos míticos del antiguo pensamiento céltico irlandés<br />

a través del espejo de la primera Grecia<br />

Raúl Garrobo Robles<br />

Licenciado en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid<br />

Diplomado en Estudios Avanzados en Filosofía por la Universidad Autónoma de<br />

Madrid<br />

PREFACIO<br />

A lo largo de las siguientes páginas es nuestro propósito presentar al lector las<br />

líneas centrales del antiguo pensamiento céltico irlandés. Como tendremos oportunidad<br />

de apreciar en este estudio, la búsqueda de un pensamiento abstracto entre estas gentes a<br />

la manera de la filosofía griega inaugurada estrictamente por Platón y Aristóteles es<br />

enteramente descabellada, pues hasta la llegada del Cristianismo a la isla allá por el<br />

siglo V los irlandeses no cedieron su intelecto a las letras, las cuales, con el tiempo y<br />

durante algunos siglos, hubieron de alzarlos durante la Edad Media a la cima del<br />

pensamiento teorético occidental. Prueba de que los celtas insulares llegaron a alcanzar<br />

las más altas esferas del debate filosófico y teológico de la época son las figuras<br />

centrales de Pelagio (finales del siglo IV y principios del V) y Escoto Erígena (siglo<br />

IX). Sin embargo, con anterioridad a estos nombres, los cuales no sin dificultad pueden<br />

ser localizados en los manuales de filosofía medieval, los celtas irlandeses, ubicados en<br />

una profunda concepción oral en cuanto a la transmisión y perpetuación de sus<br />

tradiciones, no alcanzaron a pensar su entorno y su propia posición en él a la manera<br />

como las sociedades alfabetizadas suelen hacerlo, esto es, bajo criterios lógicos y<br />

científicos. En su lugar, dirigida por el binomio inequívocamente indoeuropeo reydruida,<br />

la antigua sociedad irlandesa desplegó sus inquietudes intelectuales en los mitos.<br />

Su pensamiento, en tal caso, debe ser reconocido como mítico, mas no por ello hemos<br />

de infravalorarlo ni juzgarlo como pobre e insuficiente, pues en los mitos viene a<br />

recogerse la ideología de la sociedad que hubo de crearlos, sus valores e ideales, y en<br />

definitiva, su ser y su estructura mismos.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 127


Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

En tanto que paradigma y guía de nuestras reflexiones, en el primero de los tres<br />

capítulos que conforman el presente estudio habremos de servirnos de la dialéctica que<br />

puede ser localizada en la Antigua Grecia entre sabiduría y filosofía, pues sólo así,<br />

reflejado en el espejo que proporciona este reconocido escenario, podremos alcanzar a<br />

vislumbrar el verdadero alcance del antiguo pensamiento céltico irlandés. No menos<br />

indispensable, en el segundo capítulo nos detendremos brevemente en el comentario del<br />

devenir histórico de los celtas irlandeses, así como en el examen del estatuto y las<br />

posibilidades de su literatura de tradición oral. Mientras que, por su parte, en el tercero y<br />

último desplegaremos el análisis de las principales estructuras y categorías que<br />

configuran los cimientos de su pensamiento mítico.<br />

Como es obvio, un estudio de estas características no puede llevarse a cabo<br />

dejando a un lado los recursos que la historia, la arqueología o la lingüística pueden<br />

ofrecernos, sin olvidar, cómo no, las aportaciones de la antropología o la mitología<br />

comparada. Como consecuencia, a lo largo de estas páginas habremos de manejar un<br />

tipo determinado de procedimientos, así como gran <strong>número</strong> de datos que, en principio,<br />

hemos de considerar ajenos a la filosofía, pero sin los cuales todo examen del<br />

pensamiento de los pueblos iletrados, como es el caso de los celtas irlandeses, resultaría<br />

irrealizable. Por otro lado, inevitable es admitirlo, los materiales que ponen a nuestro<br />

alcance tanto las ciencias históricas como la lingüística, la antropología o la mitología<br />

comparada se encuentran sensiblemente dispersos, lo que en muchos casos dificulta<br />

sobremanera el acceso a una visión de conjunto, rigurosa e interdisciplinal. Por todo<br />

ello, el terreno por el que habremos de desenvolvernos se encuentra hasta tal punto<br />

intrincado que, aquellos que desean transitarlo, como es nuestro caso, corren el riesgo<br />

de perderse, bien en la espesura, bien en uno solo de sus muchos recodos. Habida cuenta<br />

de esta circunstancia, no podemos dejar de mencionar aquí nuestro sincero deseo de<br />

mostrarnos receptivos ante las críticas y sugerencias que el lector quiera hacernos llegar.<br />

Ahora bien, debido principalmente a la propia naturaleza del presente trabajo, el<br />

cual no puede eludir el estudio de la antigua sabiduría en sus relaciones con la primera<br />

filosofía (motivo éste por el que llega a abarcar escenarios tan distantes y dispares como<br />

son la Antigua Grecia, Mesopotamia o Irlanda), somos conscientes de que no todos los<br />

lectores se sentirán satisfechos con el resultado de nuestros esfuerzos. Pues, en efecto,<br />

quien acuda a estas páginas exclusivamente bajo el reclamo del druidismo y la<br />

128<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

mitología céltica habrá de sentirse tan confundido y perplejo en su descontento como<br />

aquel que pretenda descubrir bajo estas mismas líneas algo así como la Metafísica o El<br />

ser y el tiempo de los antiguos irlandeses. Por ello, ante esta circunstancia, es nuestro<br />

deseo advertir al lector de antemano.<br />

En otro orden de cosas, a lo largo del presente estudio nos hemos permitido<br />

transcribir algunas palabras en griego, latín o irlandés, ya bien en el corpus de nuestro<br />

texto, ya en las citas, donde aparecen siempre entre corchetes. Con ello, en ningún caso<br />

hemos pretendido hacer alarde de nuestros conocimientos en relación a estas lenguas.<br />

Por lo contrario, si hemos decidido incluir tales términos se debe principalmente a dos<br />

motivos: el rigor científico y, sobre todo, su capacidad para evocar un campo semántico<br />

que en la mayoría de los casos no alcanza a cubrir la traducción.<br />

Asimismo, por lo que se refiere a las notas a pie de página, hemos preferido<br />

anotar siempre la referencia bibliográfica completa. Esta decisión se encuentra<br />

justificada por nuestro deseo de facilitar al lector, de una manera rápida y cómoda, el<br />

acceso a la obra en cuestión sin necesidad de tener que interrumpir la lectura para acudir<br />

a la bibliografía que aparece incorporada al final del trabajo.<br />

Por último, cabe mostrar aquí nuestro agradecimiento a Tomás Pollán e Ignacio<br />

Vento, ambos profesores de la Universidad Autónoma de Madrid, quienes, desde que<br />

nos conocemos, no han dudado nunca en poner a nuestra disposición sus amplios<br />

conocimientos. Asimismo, es también nuestro deseo agradecer al profesor Charles<br />

Doherty del Colegio Universitario de Dublín la ayuda inestimable que hubo de prestar<br />

al autor de estas páginas durante su estancia en Irlanda. Por supuesto, sea cual fuere el<br />

resultado final de este estudio, ninguno de estos amigos debe ser responsabilizado de lo<br />

errores que en él hallamos podido cometer.<br />

Gracias también, cómo no, a vosotros, Cristina y Sergio.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 129


Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

–Capítulo I–<br />

La antigua sabiduría a través del espejo de la primera Grecia<br />

Con anterioridad a la aparición del pensamiento filosófico hubo un tiempo en el<br />

que la sabiduría de las gentes que poblaron el continente europeo se articulaba en torno<br />

a la palabra asertórica, no discutida, que afluía en determinados individuos desde el<br />

trasfondo sagrado de la realidad cotidiana. Aunque apenas conocemos nada de ellos en<br />

este respecto, tal parece haber sido el saber característico de los celtas continentales,<br />

uno de los pueblos más importantes que ocuparon el interior de Europa durante su<br />

protohistoria. Esta afirmación viene a sostenerse sobre los informes que tanto la<br />

lingüística como la arqueología aportaron en su día al estudio de nuestro pasado, los<br />

cuales, confirmando muchos de los aspectos apuntados por las fuentes grecorromanas,<br />

concluyeron la existencia de una identidad céltica que se constata ya durante la Primera<br />

Edad del Hierro y que encontró su apogeo expansivo en los siglos –IV y –III. Desde<br />

aquel día en el que la lingüística y la arqueología abrieron las puertas de la<br />

investigación, el escenario céltico irlandés (el mejor conocido de todos), no ha dejado<br />

de arrojar luz sobre los aspectos más oscuros del pasado céltico continental, a saber,<br />

aquellos que hacen referencia a la cultura y al espíritu. Pues la gran baza del patrimonio<br />

irlandés, más allá de la excepcional pervivencia de lo céltico sobre la isla, es su antigua<br />

literatura de raíces paganas, inexistente en el continente, la cual, como afirma Venceslas<br />

Kruta, se utiliza «para hacer prudentes comparaciones e interpolaciones que han<br />

producido ya algunos resultados interesantes, sobre todo en el terreno de lo religioso» 1 .<br />

Por eso, cuanto pueda ser dicho a propósito de la sabiduría y el pensamiento de los<br />

celtas continentales dependerá siempre, en última instancia, de la lectura que hagamos<br />

de las fuentes escritas irlandesas.<br />

La importancia que conlleva comprender perfectamente el papel que juega esta<br />

literatura a la hora de permitirnos el acceso a las estructuras culturales y espirituales de<br />

la Irlanda pagana es fundamental para el desarrollo de nuestro análisis sobre el antiguo<br />

pensamiento céltico irlandés. Sin embargo, no diremos más de ella por el momento,<br />

pues esta cuestión será tratada más ampliamente y con mayor detalle en el segundo<br />

1 Kruta, V., Los celtas, Edaf, 2002, p. 31.<br />

130<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

capítulo de este estudio. En este primer capítulo son muchas todavía las cuestiones que<br />

hemos de atender a propósito de la sabiduría y el pensamiento mítico y religioso de los<br />

grupos humanos que ocuparon Europa durante la Antigüedad, de entre los cuales<br />

destacan tanto los pobladores de la Irlanda pagana como las gentes que formaron la<br />

Primera Grecia 2 . Pues no sólo hablaremos durante estas primeras páginas de irlandeses,<br />

sino principalmente de griegos, entre los que habremos de localizar el paradigma que<br />

nos servirá de base para el posterior análisis del pensamiento céltico irlandés. Además,<br />

lo que viene a constituir uno de los objetivos de este primer capítulo, a través del<br />

modelo griego intentaremos establecer un vínculo formal entre la sabiduría de la<br />

Primera Grecia y la de la Irlanda pagana, de tal suerte que, al quedar situados a la<br />

misma altura que los sabios y maestros de verdad griegos, los integrantes de la clase<br />

intelectual druídica puedan quedar libres de todas aquellas acusaciones que los sitúan en<br />

la misma órbita que los charlatanes y farsantes. Así pues, debido a su utilidad, será<br />

Grecia el punto de partida de este viaje en pos de los antiguos sabios y maestros de<br />

verdad del continente europeo. Un viaje que nos conducirá, en última instancia, hasta el<br />

extremo más occidental del antiguo mundo conocido.<br />

–1–<br />

MAESTROS DE VERDAD<br />

Con anterioridad al así llamado milagro griego, los antiguos pobladores de la<br />

región hoy conocida como Grecia dispusieron de mecanismos complejos a través de los<br />

cuales lograron entrar en contacto con el trasfondo de la realidad cotidiana. De hecho,<br />

percibir una fractura metafísica en la realidad no dependió únicamente de la filosofía.<br />

Antes de que los filósofos emplearan sus capacidades para concretar la verdad<br />

(a)lh/qeia), determinados individuos de la Grecia Oscura y Arcaica tuvieron acceso a<br />

ese trasfondo sagrado desde el cual brotaban unos conocimientos excepcionales y, por<br />

lo tanto, una sabiduría que era reconocida como tal por el resto de la comunidad.<br />

Adivinos, poetas y aquellos soberanos de justicia que aún conservaban parte de las<br />

2 Empleamos aquí y en lo sucesivo la expresión “Primera Grecia” para hacer referencia a la Época Oscura<br />

y a la Arcaica. No debe, por lo tanto, confundirse con el Período Micénico, el cual será citado como tal.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 131


Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

funciones religiosas que detentara el gobernante micénico fueron los maestros de la<br />

palabra sagrada revelada y, por lo mismo, de la verdad. Pues, en efecto, si la filosofía<br />

griega tuvo como objetivo desde su mismo nacimiento el esclarecimiento de la verdad,<br />

ésta fue en primer lugar palabra sagrada vinculada a las personas del adivino, el poeta y<br />

el soberano de justicia. 3<br />

Debido a su utilidad para el análisis del antiguo pensamiento céltico irlandés, en<br />

estas primeras páginas tenemos intención de hacer un breve repaso de las características<br />

más significativas atribuidas al pensamiento religioso y mítico de los maestros de<br />

verdad que proliferaron durante la Primera Grecia. No pretendemos ser exhaustivos.<br />

Nos bastará con traer a estas líneas aquellos ejemplos que consideramos<br />

paradigmáticos. 4 Sin embargo, antes de empezar a hablar directamente de adivinos,<br />

poetas y soberanos, todos ellos maestros de verdad y, por lo mismo, portavoces de un<br />

tipo concreto de palabra que brota desde lo que aquí llamaremos el trasfondo sagrado de<br />

la realidad, parece lógico detenernos también brevemente en el análisis de lo sagrado<br />

como realidad última que se deja sentir desde su ocultamiento y que subyace a todo<br />

decir verdadero.<br />

En la Antigua Grecia, si algo tuvieron en común el adivino, el poeta y el<br />

soberano de justicia, entre ellos mismos y también respecto a los primeros sabios y<br />

filósofos, no fue sino su relación con el fondo sagrado y misterioso de la realidad<br />

última. Ahora bien, la manera en que esta realidad ha sido aprehendida por cada pueblo<br />

en cada momento de su historia no ha sido siempre la misma. En el mundo griego<br />

antiguo, el cual no supuso ninguna excepción a este proceso, la realidad última adoptó<br />

distintos rostros que llegaron a rivalizar entre sí por la ortodoxia de su apariencia. Aun<br />

así, su referencia originaria y genuina, lo sagrado, nunca llegó a desaparecer del todo, ni<br />

siquiera cuando la filosofía, encabezada por Platón, pretendió desplazar a los<br />

tradicionales maestros de verdad.<br />

Según se constata en la obra de María Zambrano El hombre y lo divino, lo<br />

sagrado, situándonos en un plano antropológico universal, es «la presencia inexorable<br />

3 Sobre esta cuestión resulta imprescindible la lectura de la obra de Detienne, M., Los maestros de verdad<br />

en la Grecia arcaica, Sextopiso, México D. F., 2004.<br />

4 Por ello, como complemento para el lector que desee profundizar más en cada caso, incluiremos a pie de<br />

página, como en este caso, aquellos comentarios y referencias bibliográficas que, a nuestro juicio, vienen<br />

a ampliar información sobre los puntos tratados en el corpus de nuestro texto.<br />

132<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

de una estancia superior a nuestra vida que encubre la realidad y que no nos es visible» 5 ,<br />

«es una irradiación de la vida que emana de un fondo de misterio; es la realidad oculta,<br />

escondida» 6 . Igualmente, según hubo de sentirlo el hombre originario, lo sagrado puede<br />

ser concretado como «lo divino no revelado aún», «ese algo que más tarde, después de<br />

un largo y fatigoso trabajo, se llamarán dioses» 7 . Ahora bien, si atendemos a las<br />

palabras de la ilustre pensadora malagueña, especialmente a las referencias a los dioses<br />

y a la realidad oculta, no nos será difícil localizar en la primera de éstas la manifestación<br />

religiosa y mito-poética de lo sagrado, a saber, lo divino, cuya imagen se convirtió en la<br />

primera materialización conceptual construida sobre la presencia sentida de lo sagrado.<br />

En cuanto a la realidad oculta, fue la filosofía la que pasó a hacerse cargo directamente<br />

de ella al tomar el desocultamiento de lo sagrado como desocultamiento de lo real, esto<br />

es, del ente (to\ o)/n), de lo verdadero (to\ a)lhqh/j). Por eso «el origen de la filosofía<br />

se hunde en esa lucha que tiene lugar dentro todavía de lo sagrado y frente a ello» 8 . Sin<br />

ir más lejos, en los fragmentos que conservamos de Heráclito y Parménides se puede<br />

apreciar la pervivencia de las maneras propias del pensamiento oracular y poético de los<br />

antiguos maestros de verdad. Así pues, no debe extrañarnos el carácter excéntrico (al<br />

racionalismo filosófico, se entiende) de buena parte de los pensadores presocráticos; lo<br />

que viene a mostrarnos lo cerca de los tradicionales maestros de la palabra sagrada que<br />

llegaron a encontrarse los precursores inmediatos de la filosofía. Ahora bien, más allá<br />

de las formas que caracterizan el surgimiento del pensamiento filosófico, lo que nos<br />

interesa en este momento de la exposición es el hecho de que hubo un tiempo en el que<br />

el adivino, el poeta y el soberano de justicia detentaron el poder de la palabra verdadera<br />

que, con el advenimiento de la filosofía, reclamaría para sí el filósofo.<br />

En el segundo apartado de este capítulo analizaremos el proceso según el cual el<br />

filósofo, encarnado en Platón, llegó a solicitar para sí la exclusividad de la palabra<br />

certera que habría de situarlo, de acuerdo con sus expectativas, por encima del resto de<br />

los ciudadanos haciéndole asumir las más altas responsabilidades políticas de la ciudad.<br />

Sin embargo, antes de entrar en estos asuntos, parece evidente detenernos en la figura de<br />

los antiguos maestros de verdad que aparecen en los textos griegos más arcaicos, donde<br />

5 Zambrano, M., El hombre y lo divino, Fondo de Cultura Económica, México D. F., 1993, p. 31.<br />

6 Zambrano, M., El hombre y lo divino, Fondo de Cultura Económica, México D. F., 1993, p. 33.<br />

7 Zambrano, M., El hombre y lo divino, Fondo de Cultura Económica, México D. F., 1993, p. 28.<br />

8 Zambrano, M., El hombre y lo divino, Fondo de Cultura Económica, México D. F., 1993, p. 66.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

el pensamiento filosófico que hubo de propiciar el surgimiento de la pólis, como es<br />

lógico, no está presente, al menos como tal. Con ello no sólo intentaremos hacer más<br />

comprensible el empeño de la filosofía por desplazar a estos maestros tradicionales de la<br />

palabra, sino que, sobre todo, a partir de las figuras griegas del adivino, el poeta y el<br />

soberano de justicia, fijaremos tres de las funciones más importantes de los antiguos<br />

maestros de verdad, a saber, la adivinación profética, el mantenimiento de la memoria<br />

colectiva de la tribu y la manifestación ante ésta última de la existencia indispensable de<br />

la soberanía sagrada. Funciones que, como veremos, reaparecerán en el mundo céltico<br />

irlandés, aunque, eso sí, bajo modificaciones que corresponden a su funcionamiento en<br />

otra época y en otro escenario. En tal caso, aún nos queda por ver de qué manera se<br />

presentaron en la Antigua Grecia estos maestros de verdad ante las gentes que como tal<br />

les reconocieron. ¿En qué consistía su maestría? ¿Cuál fue su sabiduría?<br />

Por lo que se refiere al adivino, no cabe duda de que fue considerado durante la<br />

Primera Grecia maestro de verdad. Ya fuera a través de la inducción de presagios o por<br />

mediación de las visiones, sabemos que su palabra ofrecía al resto de la comunidad el<br />

conocimiento de la voluntad divina que, por lo general, era trascendente al común de los<br />

mortales. Respaldado por la divinidad, Apolo en este caso, la cual le había otorgado su<br />

don, el adivino era capaz de acceder al plano religioso de lo sagrado donde se tejían los<br />

destinos y, por lo tanto, podía descifrar e incluso ver los designios ocultos en la maraña<br />

del presente, retroceder hasta el pasado o anticipar el futuro. El poeta de la Ilíada nos<br />

describe con suficiente detalle las capacidades de uno de estos maestros de verdad, a<br />

quien hemos de tomar como arquetipo de aquellos adivinos que operaban a través de la<br />

inducción de presagios. Se trata del Testórida Calcante:<br />

«de los agoreros [oi¹wnopo/lwn] con mucho el mejor, que conocía [vÃdh]<br />

lo que es, lo que iba a ser y lo que había sido, y había guiado a los aqueos<br />

con sus naves hasta Ilio gracias a la adivinación [mantosu/nhn] que le<br />

había procurado Febo Apolo» 9 .<br />

De hecho, como muestra de su proceder inductivo, en el canto II de este mismo<br />

poema se da a conocer uno de sus vaticinios, según el cual los aqueos habrían de penar<br />

9 Homero, Ilíada, I, 69-72; traducción de Crespo Güemes, E., Gredos, Madrid, 1996, p. 105.<br />

134<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

durante no menos de nueve años frente a las puertas de Troya antes de lograr tomarla.<br />

Es Odiseo quien describe la situación ante la asamblea de los aqueos:<br />

«“Parece que fue ayer o anteayer cuando las naves de los aqueos se<br />

unieron en Áulide para traer la ruina de Príamo y los troyanos, y nosotros<br />

estábamos alrededor del manantial [krh/nhn] en sacros altares sacrificando<br />

en honor de los inmortales cumplidas hecatombes bajo un bello plátano<br />

[platani/st%] de donde fluía cristalina agua. Entonces apareció un gran<br />

portento: una serpiente de lomo rojo intenso, pavorosa, que seguro que el<br />

Olímpico en persona sacó a la luz, y que emergió de debajo del altar y se<br />

lanzó al plátano. Allí había unos polluelos de gorrión recién nacidos, tiernas<br />

criaturas sobre la cimera rama, acurrucados de terror bajo las hojas: eran<br />

ocho, y la novena era la madre que había tenido a los hijos. Entonces<br />

aquélla los fue devorando entre sus gorjeos lastimeros, y a la madre, que<br />

revoloteaba alrededor de sus hijos llena de pena, con sus anillos la prendió<br />

del ala mientras piaba alrededor. Tras devorar a los hijos del gorrión y a la<br />

propia madre, la hizo muy conspicua el dios que la había hecho aparecer;<br />

pues la convirtió en piedra el taimado hijo de Crono. Y nosotros, quietos de<br />

pie, admirábamos el suceso. Tan graves prodigios interrumpieron las<br />

hecatombes de los dioses. Calcante entonces tomó la palabra y pronunció<br />

este vaticinio [qeoprope/wn]:<br />

`¿Por qué os quedáis suspensos, aqueos, de melenuda cabellera? El<br />

providente Zeus nos ha mostrado este elevado portento, tardío en llegar y en<br />

cumplirse, cuya gloria nunca perecerá. Igual que ésa ha devorado a los hijos<br />

del gorrión y a la madre, los ocho, y la novena era la madre que había tenido<br />

a los hijos, también nosotros combatiremos allí el mismo <strong>número</strong> de años y<br />

al décimo tomaremos la ciudad, de anchas calles´. Eso es lo que aquél<br />

proclamó, y todo se está cumpliendo ahora”» 10 .<br />

Reconocemos que se trata ésta de una cita quizá demasiado extensa, por lo que<br />

bien hubiéramos podido acortarla o resolverla mediante una explicación preliminar de la<br />

naturaleza del portento. Si hemos decidido incluirla en su totalidad, esto es, tal y como<br />

la hemos presentado, se debe a que en ella se nos ofrecen algunas de las claves de<br />

acceso a los mecanismos de funcionamiento del pensamiento prefilosófico; claves que<br />

habrán de reaparecer, aunque mucho más activas, en las narraciones irlandesas. Se trata<br />

de la disposición que debe adoptar el escenario donde se ha de propiciar el contacto con<br />

lo sagrado, a saber, la presencia de «sacros altares» en las cercanías de un manantial «de<br />

donde fluía cristalina agua» «bajo un bello plátano». De hecho, más allá de la<br />

10 Homero, Ilíada, II, 303-330; traducción de Crespo Güemes, E., Gredos, Madrid, 1996, pp. 132-133.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

pertinencia de este pasaje, resulta innegable la existencia de cierta dependencia por<br />

parte de los grupos humanos que poblaron el continente europeo durante la Antigüedad<br />

respecto de las aguas que fluían desde la Madre Tierra y el árbol que enterraba sus<br />

raíces en ella, nutriéndose. No es esto, por lo tanto, nada nuevo. Ni es gratuito, a nuestro<br />

juicio, que sea en torno a este escenario donde se produce el portento que Zeus envía a<br />

los aqueos. Portento desde el cual Calcante, maestro de verdad, extrae su conocimiento<br />

y aporta su palabra verdadera.<br />

Somos conscientes de que la aparición de las aguas y el árbol en el antiguo<br />

poema de la guerra de Troya puede ser considerada por algunos lectores como algo<br />

perfectamente circunstancial que responde, en última instancia, a su utilidad narrativa.<br />

Sin embargo, nada más lejos de la realidad, pues, repitámoslo, su presencia desempeña<br />

un papel fundamental dentro de los procesos afines al pensamiento prefilosófico<br />

indoeuropeo, ya sea éste céltico o griego. En efecto, no debemos olvidar que el lento<br />

proceso de formación de la Primera Grecia se efectuó sobre los sustratos poblacionales<br />

micénico y dorio, entre otros, los cuales, a pesar de involucrarse en el entorno<br />

mediterráneo, nunca llegaron a desprenderse completamente de su identidad<br />

indoeuropea. Sea como fuere, de figurar estos mismos elementos en alguno de los<br />

relatos irlandeses no dudaríamos en llamarlos aguas y árbol sagrados, mostrando así su<br />

función simbólica dentro del pensamiento céltico. Esta afirmación, como tendremos<br />

oportunidad de demostrar, se encuentra en estrecha relación con la existencia entre los<br />

habitantes de la Irlanda pagana de una clase intelectual sólida que llegó a operar sobre<br />

buena parte de los asuntos de la comunidad tribal, fijando el culto y los ritos de acuerdo<br />

al dictamen de su sabiduría druídica; una clase intelectual centralizada que no llegó a<br />

poseer la Primera Grecia, no al menos a la manera céltica, y cuya inexistencia sobre el<br />

escenario panhelénico bien pudo influir en el proceso de desintegración de<br />

determinados aspectos cultuales y rituales de la herencia indoeuropea. Ahora bien, si<br />

tratáramos más a fondo esta cuestión nos alejaríamos demasiado de la línea argumental<br />

que para este primer capítulo nos hemos fijado. 11 Dicho esto, por lo tanto, podemos<br />

retomar sin más el análisis que sobre la figura del adivino veníamos realizando.<br />

11 Además, un análisis riguroso de la vigencia de las estructuras indoeuropeas entre los habitantes de la<br />

Primera Grecia requeriría un tratamiento que, por límite de espacio, no podemos desarrollar aquí.<br />

Habremos, pues, de dejarlo pendiente para posteriores estudios e, incluso, invitamos a quienes así lo<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

Tal como aparece descrito en la cita que introdujimos más arriba, el arquetipo de<br />

adivino que representa Calcante era capaz de acceder al trasfondo sagrado de la realidad<br />

donde se tejían los destinos. Para ello, según nos confirma el poeta de la Ilíada,<br />

Calcante se servía del don de la inducción que Apolo le había otorgado con el fin de que<br />

pudiera leer correctamente los presagios dispuestos ante él. Para la mentalidad de las<br />

gentes de la Primera Grecia, los presagios pertenecían al plano trascendente de lo<br />

sagrado, pues, a la manera de fenotipos, no eran sino la impronta de las fuerzas<br />

subyacentes que los producían. Así pues, era leyendo estos presagios, esto es,<br />

interpretándolos, como el adivino accedía a la voluntad de los dioses y revelaba su<br />

verdad. Bajo este paradigma, por lo tanto, el adivino (ma/ntij) era realmente un<br />

intérprete (profh/thj).<br />

En el proceso ritual de adivinación que se llevaba a cabo en Delfos también<br />

debía participar uno de estos intérpretes, no ya mítico, como Calcante, sino de carne y<br />

hueso. Así lo expresa Heráclito cuando considera que:<br />

«el señor, cuyo templo adivinatorio [manteiÍo/n] es el que está en Delfos, ni<br />

dice [ouÃte le/gei] ni oculta [ouÃte kru/ptei], sino que da señales [a)lla\<br />

shmai¿nei]» 12 ,<br />

de lo que se desprende que el intérprete era el encargado de aprehender y desvelar estas<br />

señales, contenidas en las palabras de la Pitia, la cual había caído previamente en un<br />

estado extático que hacía de ella el vehículo de expresión de la voluntad divina. Pues, en<br />

efecto, la Pitia venía a estar “entusiasmada”, esto es, poseída por el dios (e)/nqeoj),<br />

“endemoniada” si se quiere. Ahora bien, más allá de la disposición psicológica de<br />

aquélla, el ritual previo a esta posesión, al menos según es descrito por Eric R. Dodds en<br />

Los griegos y lo irracional, es bastante significativo. Este ritual no conducía<br />

fisiológicamente al éxtasis, pero, no cabe duda, propiciaba la autosugestión de la Pitia.<br />

Ésta, escribe aquél, «se bañaba, probablemente, en la fuente Castalia, y quizá bebía de<br />

deseen a seguir los trabajos iniciados por Georges Dumézil y Émile Benveniste en este campo y<br />

aplicarlos a las formas del pensamiento prefilosófico de la Primera Grecia; terreno éste que, por otro lado,<br />

no se encuentra yermo en lo que a estudios precedentes se refiere.<br />

12 Heráclito, fg. 93 DK; traducción de García Calvo, A., Razón común. Edición crítica, ordenación,<br />

traducción y comentario de los restos del libro de Heráclito, Lucina, Madrid, 1985, p. 114.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

un manantial sagrado». Asimismo, «establecía contacto con el dios mediante su árbol<br />

sagrado, el laurel», sosteniendo en su mano una rama de dicho árbol. 13 En este ritual,<br />

por lo tanto, encontramos de nuevo la presencia de las aguas y el árbol que<br />

anteriormente localizáramos en el escenario descrito en el canto II de la Ilíada. Además,<br />

en esta ocasión es Dodds, y no sólo nosotros, quien les atribuye carácter sagrado. Por<br />

ello, después de todo, parece posible establecer un paralelo entre las antiguas creencias<br />

de las gentes que ocuparon la Europa continental, tal es el caso de los celtas, y aquellas<br />

otras que dieron origen al milagro griego. 14<br />

Regresando al análisis de la figura y funciones de la Pitia, debemos tener claro<br />

que aunque ésta no estaba en condiciones de dar cuenta del significado de sus propias<br />

palabras, era a ella a quien se tenía realmente como portavoz de la voluntad<br />

trascendente, siendo el intérprete uno más entre sus asistentes. Según esto, en los<br />

oráculos de Apolo, y no sólo en el de Delfos, era la Pitia quien asumía las funciones del<br />

maestro de verdad que representara Calcante en la Ilíada, con la salvedad de que ella<br />

misma, afectada por el trance, estaba incapacitada para desvelar sus propias palabras.<br />

Hasta el momento hemos venido hablando de dos tipos bien diferenciados de<br />

adivinos maestros de verdad: aquellos que operaban a través de la adivinación<br />

inductiva, de quienes es arquetipo Calcante, y aquellos otros, como la Pitia, que<br />

entraban en contacto con el trasfondo sagrado de la realidad por mediación de la<br />

adivinación extática. Ahora bien, en adición a éstos, la Primera Grecia conoció un tercer<br />

tipo de adivinación: la videncia. En este caso, el paradigma que ilustra las capacidades<br />

de estos videntes ha de ser localizado en la Odisea, donde Teoclímeno ofrece a los<br />

pretendientes de Penélope la visión del destino que les aguarda:<br />

«“¡Desgraciados! ¿Qué mal os aflige? Sumidos en noche vuestros rostros<br />

están, las cabezas, las mismas rodillas; el sollozo os abrasa, las caras se os<br />

13 Dodds, E. R., Los griegos y lo irracional, Alianza, Madrid, 2001, p. 79.<br />

14 Ahora bien, nada más lejos de nuestra intención que suponer aquí cierto parentesco, pues únicamente<br />

hablamos de semejanza. Por ahora nuestro proceder se limita a llamar la atención sobre la presencia de las<br />

aguas y el árbol sagrados en ambas tradiciones, pues actuando así introducimos un antecedente que nos<br />

será muy útil a la hora de tratar estos mismos aspectos en el escenario irlandés. Sin embargo, la<br />

posibilidad de que estos elementos tengan en la Antigua Grecia (como creemos que también sucede en la<br />

Irlanda pagana) la misma relación con la legitimación simbólica de la palabra certera es una cuestión que<br />

no podemos eludir y que, por lo tanto, habrá de ser tratada en este estudio. De momento, la dejamos a un<br />

lado, aunque habremos de retomarla más adelante.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

cubren de llanto; las paredes chorrean de sangre, las vigas hermosas; el<br />

vestíbulo llenan y pueblan el patio fantasmas que a las sombras se lanzan<br />

del Érebo; el sol en el cielo se ha eclipsado, una niebla funesta recúbrelo<br />

todo”» 15 .<br />

Y unos versos más abajo:<br />

«“ojos tengo y oídos y tengo dos pies bien servibles y una mente [no/oj]<br />

por dentro cabal y sin tacha. Con ellos a la calle me iré, porque veo [noe/w]<br />

el desastre que viene sobre todos vosotros; ninguno podrá desviarlo ni<br />

rehuirlo entre tanto galán como en casa de Ulises el divino insultáis a los<br />

hombres tramando maldades”» 16 .<br />

Sobre este pasaje, así como sobre este tipo concreto de arte adivinatoria que<br />

opera a través de las visiones, Dodds ha señalado su similitud «con el simbolismo de la<br />

visión céltica» y ha afirmando que «parece demasiado próximo para ser considerado<br />

accidental» 17 . Si tal similitud es cierta, a lo largo de este estudio dispondremos de<br />

sobradas oportunidades para demostrarlo; si accidental, no entraremos en ello, al menos<br />

de momento. Para nosotros es suficiente con saber que estos videntes se encuentran en<br />

la línea de la adivinación por inducción y la adivinación extática; es decir, su don, el de<br />

Teoclímeno, es tan divino como el de Calcante o la Pitia, siendo su palabra igualmente<br />

verdadera. De hecho, algunos autores 18 han señalado el parecido existente entre el modo<br />

de operar de estos videntes y el de la inspiración poética, donde, como veremos en<br />

breve, la palabra certera dependía en última instancia de la gracia otorgada por las<br />

Musas. Sin embargo, y a pesar de esta similitud, durante la Primera Grecia las<br />

competencias del vidente y del poeta fueron irreconciliables, lo que no sucedió<br />

necesariamente entre los celtas irlandeses. Pero no anticipemos esta cuestión.<br />

Dejando a un lado a los adivinos, cabe ahora introducirnos en la figura del<br />

segundo de los tres tipos de maestros de verdad cuyo examen nos hemos propuesto<br />

15 Homero, Odisea, XX, 351-357; traducción de Pabón, J. M., Gredos, Madrid, 1998, p. 432.<br />

16 Homero, Odisea, XX, 365-370; traducción de Pabón, J. M., Gredos, Madrid, 1998, pp. 432-433.<br />

17 Dodds, E. R., Los griegos y lo irracional, Alianza, Madrid, 2001, nota 38 al capítulo 3, p. 91; ver<br />

también pp. 76-77.<br />

18 Tal es el caso de Nilsson, M. P., Geschichte der griechischen Religion, I 154; citado por Dodds, E. R.,<br />

Los griegos y lo irracional, Alianza, Madrid, 2001, nota 38 al capítulo 3, p. 91.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

llevar a cabo en este apartado. Esta figura no es otra que la formada por los poetas, a<br />

quienes debemos considerar como los encargados de mantener la memoria ancestral de<br />

la comunidad. Mas no debemos entender ésta como una memoria convencional, esto es,<br />

como una memoria histórica que busca reconstruir el pasado desde una perspectiva<br />

temporal, sino como una memoria sagrada, en tanto que la palabra que brota de ella<br />

viene a incidir tanto en el ordenamiento de la comunidad (la cual se reafirma a sí misma<br />

en torno a sus tradiciones ancestrales y sagradas) como en el del cosmos (cuya armonía<br />

habría de favorecer). La palabra del poeta, por lo tanto, debe entenderse ante todo como<br />

palabra sagrada y verdadera. Los muchos ejemplos que pueden ser localizados en la<br />

literatura de la Primera Grecia así lo muestran, como ocurre, por ejemplo, cuando<br />

Odiseo se dirige al poeta de los feacios:<br />

«“¡Oh Demódoco! Téngote en más que a ningún otro hombre, ya te haya<br />

enseñado [e)di¿dace)] la Musa nacida de Zeus o ya Apolo, pues cantas tan<br />

bien lo ocurrido a los dánaos, sus trabajos, sus penas, su largo afanar, cual si<br />

hubieras encontrádote allí o escuchado a un testigo”» 19 .<br />

Ahora bien, en los versos que acabamos de citar no queda expresado claramente<br />

cuál es el origen del don que disfruta Demódoco, pues Odiseo no es capaz de identificar<br />

con certeza la fuente de los conocimientos del aedo y duda entre Apolo y las Musas. Sin<br />

embargo, a pesar de ello, en términos generales no cabe duda de que en Grecia la<br />

inspiración poética se atribuía a las Musas, quienes, a la manera de la visión que Apolo<br />

otorgaba a los adivinos, conocían:<br />

«el presente, el pasado y el porvenir» 20 .<br />

Y de ahí la confusión que el poeta de la Odisea pone en boca de su protagonista.<br />

No obstante, y para ser precisos, Odiseo no menciona exactamente a las Musas, sino a<br />

la Musa, de la cual dice que es hija de Zeus. Y, en efecto, según Hesíodo, de la unión<br />

entre el dios supremo y la titánica hermana de Cronos y Océano, Mnemósyne, nacieron<br />

19 Homero, Odisea, VIII, 487-491; traducción de Pabón, J. M., Gredos, Madrid, 1998, p. 222.<br />

20 Hesíodo, Teogonía, 38.<br />

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las nueve Musas conocidas como Clío, Euterpe, Talía, Melpómene, Terpsícore, Erato,<br />

Polimnia, Urania y Calíope. 21 Mas no parece quedar claro si todas éstas son las<br />

encargadas de inspirar el canto de los poetas o tan sólo una de ellas. De hecho, hemos<br />

constatado que mientras que en la Ilíada se alude por norma general al conjunto de las<br />

Musas en relación a la inspiración poética, en la Odisea, por su parte, es la Musa, en<br />

singular, la que toma el lugar de todo el grupo. 22 Si esta Musa no es otra que Calíope o<br />

cualquiera de sus hermanas, no lo podemos afirmar con certeza. Además, como apunta<br />

Jean-Pierre Vernant, más bien podría tratarse de Mnemósyne, la «madre de las Musas<br />

cuyo coro dirige y con las cuales, a veces, se confunde» 23 , la cual desempeña un papel<br />

tanto o más importante que el de sus hijas dentro del pensamiento religioso de la<br />

Primera Grecia en lo que concierne a la memoria y la palabra verdaderas del poeta. 24<br />

Pues, en efecto, Mnemósyne no es sino la diosa de la memoria, cuya sacralización,<br />

dentro de una sociedad oral como lo fue la griega entre los siglos –XII y –VIII, no debe<br />

extrañarnos. En tal caso, en una sociedad como ésta, parece incuestionable que la<br />

omnisciencia poética provenía en última instancia de la potencia religiosa fundada en<br />

Mnemósyne, mientras que sus hijas, las Musas, se limitaban a los diversos aspectos de<br />

la palabra cantada. De ahí que el poeta acudiera a estas últimas, pero especialmente a su<br />

madre, Mnemósyne (la Memoria), para acceder directamente, a través de una visión<br />

personal como la del adivino, a los acontecimientos por él evocados, los cuales, en<br />

última instancia, no dejaban de ser revelaciones verdaderas.<br />

Más allá de su posición como maestros de verdad, e incluso más allá de su tarea<br />

de celebrar tanto a los dioses inmortales como las hazañas de los hombres, gracias a<br />

Eric A. Havelock 25 sabemos que los poetas hubieron de desempeñar otra función no<br />

menos importante que la anteriormente citada, a saber, la de constituirse en auténticas<br />

“enciclopedias” ambulantes de la paideía griega primitiva (aquella inmediatamente<br />

21 Hesíodo, Teogonía, 53-55 y 75-80.<br />

22 Homero, Ilíada, II, 484 y 594. Odisea, I, 1; VIII, 63, 73, 481 y 488.<br />

23 Vernant, J-P., “Aspectos míticos de la memoria y del tiempo”; en Mito y pensamiento en la Grecia<br />

Antigua, Ariel, Barcelona, 2001, p. 91.<br />

24 Sobre la potencia religiosa de la Memoria en la Antigua Grecia y el papel determinante de Mnemósyne<br />

dentro del pensamiento mítico, léase a Detienne, M., “La memoria del poeta”; en Los maestros de verdad<br />

en la Grecia arcaica, Sextopiso, México D. F., 2004, pp. 55-76. Así como a Vernant, J-P., “Aspectos<br />

míticos de la memoria y del tiempo”; en Mito y pensamiento en la Grecia Antigua, Ariel, Barcelona,<br />

2001, pp. 89-134.<br />

25 Remitimos al lector a dos de sus obras más conocidas, ambas traducidas al castellano. La musa aprende<br />

a escribir. Reflexiones sobre oralidad y escritura desde la Antigüedad hasta el presente, Paidós,<br />

Barcelona, 1996; y Prefacio a Platón, Antonio Machado Libros, Madrid, 2002.<br />

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anterior al desarrollo y fortalecimiento de la pólis y de la escritura). En este sentido,<br />

además de centrarse en el entretenimiento del auditorio, la poesía debió ser durante la<br />

Primera Grecia una herramienta didáctica al servicio de la tradición. Es decir, justificada<br />

su existencia dentro de una cultura oral, debió cumplir las funciones de recoger,<br />

describir y transmitir los modelos de comportamiento tanto sociales como personales a<br />

los que se atenía la comunidad y desde los cuales ésta reforzaba su cohesión. Según<br />

esto, poemas como la Ilíada y la Odisea pueden y deben entenderse a la manera de<br />

auténticos compendios culturales donde se daba constancia, entre otras realidades, del<br />

trasfondo religioso del pensamiento de la época. En sus versos, en tal caso, las<br />

actividades en torno a la verdad de la palabra desarrolladas por figuras míticas como<br />

Calcante o Demódoco no se incluían de manera gratuita, es decir, no respondían en<br />

último término a lo que nosotros llamamos el genio del artista, sino al deseo consciente<br />

de reflejar la realidad de lo que se tenía comúnmente por sabiduría de origen divino.<br />

Ahora bien, siendo la palabra de los poetas la materialización de una potencia<br />

religiosa, es muy probable que sus funciones, lejos de detenerse en el entretenimiento<br />

del auditorio y en el cometido de perpetuar la memoria de la comunidad, estuvieran<br />

relacionadas en sus orígenes con algún tipo de ocupación litúrgica ligada al plano<br />

religioso de lo sagrado. Así debió de ocurrir, al menos, entre los pobladores de la Grecia<br />

Micénica, donde, como nos recuerda Marcel Detienne, «es posible que el poeta haya<br />

tenido la función de celebrante, de acólito de la soberanía, encargado de colaborar en la<br />

ordenación del mundo» 26 . Más aún, este mismo aspecto de la recitación poética como<br />

palabra eficaz capaz de operar sobre el ordenamiento del cosmos puede ser localizado<br />

también en Oriente Próximo, por lo que algunos autores han creído posible establecer<br />

un vínculo entre las religiones mesopotámica, micénica y griega. Pues, ¿por qué no<br />

habría el pueblo que conformó la Primera Grecia, a pesar de su reconocida herencia<br />

indoeuropea, hundir su pasado en ciertas tradiciones del Mediterráneo e incluso del<br />

Oriente Próximo? Veamos, por lo tanto, que puede decirnos sobre estas cuestiones el<br />

estudio de las creencias minoico-micénica y mesopotámica.<br />

Para empezar, sabemos que los habitantes que poblaron la región comprendida<br />

entre los ríos Tigris y Eufrates conferían gran importancia a los cambios estacionales,<br />

26 Detienne, M., Los maestros de verdad en la Grecia arcaica, Sextopiso, México D. F., 2004, pp. 75-76.<br />

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los cuales, al contrario de lo que sucedía en Egipto, eran completamente imprevisibles y<br />

en ocasiones conllevaban auténticas catástrofes. De ahí que, cada año nuevo, durante el<br />

período que abría el ciclo anual y que, por lo tanto, se creía que determinaba la<br />

prosperidad de la región durante los siguientes meses, se llevara a cabo un festival<br />

religioso propiciatorio 27 en el que el cuarto día se recitaba, debido al poder eficaz de su<br />

lectura, el poema de la creación conocido como Enuma elish, donde se narraba el<br />

ordenamiento del mundo al principio de los tiempos y la victoria de los dioses sobre las<br />

fuerzas del caos que amenazaban con la regresión. El objetivo de estas composiciones<br />

era el de operar e interceder, a través de su recitado litúrgico, en el trasfondo sagrado de<br />

la realidad que determinaba la armonía del cosmos y de la sociedad humana integrada<br />

en él. Hasta qué punto los textos de las tablillas podían actuar sobre los asuntos<br />

humanos aparece expresado directamente en los últimos versos de algunas de estas<br />

creaciones poético-religiosas. Tal es el caso de la composición conocida como Poema<br />

de Erra, donde el autor, inmediatamente antes de finalizar su obra, viene a expresar el<br />

poder eficaz del poema, el cual, entre otros beneficios, era capaz de preservar del mal a<br />

aquellos que guardaran una copia en su hogar:<br />

«En la casa donde esta tablilla está depositada, aunque Erra se enoje y los<br />

Sibitti perpetren la muerte, la espada de la destrucción no se le acercará y se<br />

le garantizará la paz» 28 .<br />

Por su parte, en el ya citado Enuma elish, antes de concluir la última tablilla,<br />

parece afirmarse que al recitar el poema no sólo se conseguía preservar la memoria del<br />

dios, sino que, con ello, también se promovía la prosperidad del reino. 29<br />

En un medio tan profundamente religioso como lo fue el formado por los<br />

distintos Estados mesopotámicos, donde el poder institucional de las comunidades<br />

sacerdotales vinculadas a los templos se extendía sobre el resto de la población, tenemos<br />

27 Un análisis pormenorizado de la estructura interna de este festival, así como de su significado cósmico,<br />

ha sido realizado por Frankfort, H., “El festival del año nuevo”; en Reyes y dioses. Estudio de la religión<br />

del Oriente Próximo en la Antigüedad en tanto que integración de la sociedad y la naturaleza, Alianza,<br />

Madrid, 2001, pp. 333-352.<br />

28 El poema de Erra, tablilla V, 57; traducción de Jiménez Zamudio, R., Ediciones Clásicas, Madrid,<br />

1999, p. 102.<br />

29 Enuma elish. Poema babilónico de la creación, tablilla VII, 145-150; traducción de Lara Peinado, F.,<br />

Trotta, Madrid, 1994, p. 89.<br />

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suficientes motivos para creer que este tipo de obras poético-religiosas fueron<br />

compuestas y redactadas por el propio sacerdocio. Si esto fue así, y no hay razones para<br />

dudar de ello, estamos en mejor disposición para entender por qué el sacerdote<br />

cualificado para la composición poética llegó a creer que las palabras que afluían a su<br />

mente respondían en última instancia a la revelación que la divinidad le hacía llegar.<br />

Estando al servicio tanto de los dioses como de la sociedad humana, esto es, sabiéndose<br />

intermediarios del proceso que integraba la naturaleza y la sociedad, parece lógico que<br />

estos sacerdotes creyeran que era la propia divinidad quien se ponía en contacto con<br />

ellos para revelarles su voluntad, inaccesible al común de los mortales. Así lo expresa,<br />

al menos, el que se dice autor del Poema de Erra, el cual debió ser muy probablemente<br />

un sacerdote vinculado al templo del dios Marduk o bien al del propio Erra:<br />

«En el transcurso de la noche (un dios / Ishum) le hizo la<br />

revelación (y) cuando en la mañana lo recitó, nada omitió. Ni una<br />

sola línea añadió de más» 30 .<br />

Cabe destacar, por lo tanto, las similitudes entre la inspiración poética que<br />

aparece en este último texto y la de los maestros de verdad griegos. Pues, en efecto, a<br />

pesar de que en el escenario mesopotámico la divinidad se ponía en contacto con el<br />

poeta a través del sueño que traía la noche, en ambos casos la verdad les era revelada<br />

directamente desde el plano trascendente de lo sagrado; es decir, tanto en Grecia como<br />

en Mesopotamia se trataba de una revelación. Si esta semejanza, en concreto, se debe a<br />

la existencia de una vía de conexión entre ambos escenarios es algo que no podemos<br />

asegurar. No porque tal vía no existiera, que no es el caso, sino porque los datos de que<br />

disponemos son insuficientes para apoyar dicha afirmación. Aun así, la existencia de<br />

contactos entre el Cercano Oriente y el entorno minoico-micénico es suficientemente<br />

conocida, lo que ha llevado a algunos autores a suponer la presencia entre los micenios<br />

de un grupo de poetas-sacerdotes que dispondrían básicamente de las mismas funciones<br />

religiosas que sus homólogos mesopotamios. Así sucede, por ejemplo, con Marcel<br />

Detienne, quien considera «posible trasladar a la civilización micénica los caracteres<br />

30 El poema de Erra, tablilla V, 43-44; traducción de Jiménez Zamudio, R., Ediciones Clásicas, Madrid,<br />

1999, p. 100.<br />

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tradicionales de la poesía religiosa [mesopotámica] y, en primer lugar, el tipo de palabra<br />

mágico-religiosa fundada en la memoria» 31 .<br />

Sabemos que en torno al siglo –XV la civilización micénica llegó a dominar la<br />

isla de Creta hasta el punto de asumir las redes de comunicación que aquélla había<br />

establecido con el Mediterráneo Oriental y el Próximo Oriente. De hecho, es muy<br />

posible que a través de estos contactos los micenios adoptaran parte de la cultura y<br />

maneras orientales. Tal es el caso de la existencia entre ellos de la escritura silábica<br />

conocida como lineal B, la cual no había sido inventada para transcribir el griego<br />

micénico. Sin embargo, mucho más significativa que esta escritura es la presencia entre<br />

los micenios de una figura real, el wa-na-ka (ánax, según la posterior transcripción<br />

griega), el cual posiblemente asumía sobre sí las funciones de la soberanía sagrada a la<br />

manera de los gobernantes mesopotámicos. Por todo ello, aunque fundamentalmente<br />

por la existencia durante la Primera Grecia de una composición como la Teogonía de<br />

Hesíodo, nos inclinamos a pensar, junto con Detienne, que en el escenario micénico, al<br />

igual que en Mesopotamia, también debieron de celebrarse rituales propiciatorios en los<br />

que el rey y sus oficiantes hubieron de ocupar un lugar preponderante dentro de la<br />

liturgia y en los que se recitarían los mitos de aparición y ordenamiento tanto del<br />

cosmos como de los dioses. Según esto, el poema de Hesíodo sería el último testigo de<br />

una tradición cultural que se remontaría en última instancia a las primeras<br />

composiciones cosmo-teogónicas sumerias. 32 De hecho, desde que Francis M. Cornford<br />

dedicara la segunda parte de su obra inconclusa Principium sapientiae 33 al estudio de la<br />

cosmogonía filosófica griega, así como a los orígenes de ésta en el pensamiento míticoreligioso<br />

precedente, las similitudes que pueden ser establecidas entre el Enuma elish y<br />

la Teogonía de Hesíodo no han pasado desapercibidas. Sin embargo, entre ambas<br />

composiciones existe una diferencia sustancial, no ya temática o de contenido, sino<br />

funcional; una diferencia que se encuentra justificada por el colapso del mundo<br />

micénico en torno al siglo –XII, momento éste en el que se rompen los lazos que<br />

suponemos habían llevado a los minecios a adoptar el sistema según el cual el soberano<br />

31 Detienne, M., Los maestros de verdad en la Grecia arcaica, Sextopiso, México D. F., 2004, nota 41 al<br />

capítulo 2, p. 65.<br />

32 Léase en este respecto a Vernant, J-P., “Cosmogonías y mitos de soberanía”; en Los orígenes del<br />

pensamiento griego, Paidós, Barcelona, 1998, pp. 115-131.<br />

33 Cornford, F. M., “La cosmogonía filosófica y sus orígenes en el mito y el ritual”; en Principium<br />

sapientiae. Los orígenes del pensamiento filosófico griego, Visor, Madrid, 1987, pp. 191-306.<br />

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y sus oficiantes asumían el equilibrio del cosmos. A efectos de nuestra exposición, las<br />

causas de este colapso son irrelevantes, mas no sus consecuencias, pues el hundimiento<br />

del mundo micénico inaugura en Grecia el período conocido como Época Oscura. Es en<br />

este período donde va a aparecer por primera vez la figura del poeta tal y como nosotros<br />

la conocemos. Sin embargo, algo había cambiado respecto a sus antecesores micénicos,<br />

pues, aunque en la Primera Grecia todavía conservaba éste sus funciones religiosas,<br />

entre las que ya hemos citado el trato con la divinidad y el estatuto de su palabra, el<br />

poeta de la Época Oscura era ya incapaz de obrar como funcionario de la desaparecida<br />

soberanía sagrada y, por lo mismo, era incapaz de interceder en el ordenamiento del<br />

cosmos. Tal es el caso de Homero, el cual se desentiende de estos aspectos para<br />

centrarse en la narración de las hazañas famosas de los hombres; las únicas que<br />

considera dignas de ser rescatadas del olvido (lh/qh) a través de la verdad (a)lh/qeia)<br />

de su palabra. Tan sólo Hesíodo, ya en el Período Arcaico, parece afrontar en la<br />

Teogonía la composición poética de un mito sobre la aparición de la soberanía y el<br />

establecimiento del orden cósmico, pero, a pesar de ello, el poema carece del estatuto<br />

religioso necesario para perpetuar dicho orden, pues, aunque aún es palabra verdadera,<br />

no es ya palabra eficaz.<br />

Dejamos aquí, por el momento, el análisis de la figura de los poetas como<br />

maestros de verdad y funcionarios sociales. De sus homólogos irlandeses (homólogos,<br />

al menos, en cuanto a la extensión de sus funciones), habremos de hablar extensamente<br />

en los capítulos segundo y tercero del presente estudio. Lo dicho hasta ahora es<br />

suficiente para hacernos comprender el papel de los poetas dentro de las sociedades<br />

antiguas; un papel que les llevó a convertirse en piezas clave para la integración de la<br />

sociedad en la naturaleza, y ello gracias a su trato privilegiado con el plano trascendente<br />

de lo sagrado. Como veremos en breve, la figura griega del soberano que todavía<br />

incorpora en su persona funciones religiosas, al igual que sucediera con el poeta, puede<br />

resultarnos más comprensible a través de la vía de acceso al Próximo Oriente que el<br />

dominio de la isla de Creta abrió a los micenios. Pues si los poetas-sacerdotes micénicos<br />

hubieron de jugar un papel preponderante en el mantenimiento de la soberanía sagrada<br />

que aseguraba el equilibrio del cosmos y de lo humano integrado en él, es muy posible<br />

que el wa-na-ka, en tanto que delegado de los dioses, asumiera a través de su<br />

comportamiento la responsabilidad última sobre la prosperidad del reino. En cualquier<br />

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caso, antes de hablar de las competencias del rey en el escenario griego-micénico,<br />

parece lógico detenernos en primer lugar en el paradigma que nos ofrece el Próximo<br />

Oriente.<br />

La figura del gobernante en los distintos Estados mesopotámicos nos es bien<br />

conocida. 34 Gracias a las tablillas desenterradas por los arqueólogos sabemos algunos de<br />

los términos usados por los habitantes de estas ciudades-Estado para referirse a sus<br />

soberanos. Uno de los más frecuentes, ensi, nos parece sumamente revelador, pues la<br />

primera de sus dos sílabas, en, era empleada a su vez para designar al sumo sacerdote de<br />

un templo. 35 Este dato debe ayudarnos a comprender las funciones del gobernante<br />

mesopotámico, a saber, una combinación de poder personal y servidumbre, pues éste no<br />

se limitaba únicamente a administrar el reino, sino que lo hacía en tanto que ejecutor de<br />

los designios divinos, lo que le convertía en un rey-sacerdote.<br />

Son varios los casos que podemos citar como ejemplo de la función religiosa del<br />

soberano. Ya hemos aludido en este estudio al festival del año nuevo, donde se llevaban<br />

a cabo varias representaciones rituales por parte de la comunidad a través de las cuales<br />

se propiciaba la renovación de la naturaleza que traía consigo la estación de las lluvias.<br />

Pues bien, en estas representaciones el señor de la ciudad asumía un papel determinante.<br />

Tal es el caso del ritual del matrimonio sagrado, el cual es especialmente relevante para<br />

el desarrollo de este estudio, pues el gobernante, participando en él, hacía posible que la<br />

tierra volviera a florecer tras la sequía provocada por la ausencia de lluvias. Por lo<br />

demás, en este ritual se representaba la unión entre la Gran diosa, a quien hemos de<br />

considerar como la Madre Tierra, y el dios de la fertilidad, el cual había sido encerrado<br />

en la montaña-infierno y se esperaba su regreso; es decir, que había muerto, pero debía<br />

renacer. Durante el ritual la comunidad llevaba a cabo la resurrección del dios de la<br />

misma manera como la diosa, en el mito, lo había hecho; esto es, se representaba el<br />

descenso a las profundidades de la montaña donde yacía el dios y allí se le asistía. Una<br />

vez liberado, el siguiente paso en el proceso ritual de la representación era el<br />

matrimonio entre el dios y la diosa, su unión carnal, la cual implicaba la prosperidad del<br />

reino a través de la restauración de la fertilidad de los campos y del ganado.<br />

34 Véase la segunda parte, dedicada a la monarquía mesopotámica, de la obra de Frankfort, H., Reyes y<br />

dioses. Estudio de la religión del Oriente Próximo en la Antigüedad en tanto que integración de la<br />

sociedad y la naturaleza, Alianza, Madrid, 2001, pp. 235-352.<br />

35 Roux, G., Mesopotamia. Historia política, económica y cultural, Akal, Madrid, 1990, p. 149.<br />

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Por lo que se refiere a la diosa, aunque desconocemos quién era la persona que<br />

adoptaba su figura, es muy posible que se tratara de una sacerdotisa del templo. Por su<br />

parte, el papel del dios sólo podía ser asumido por el propio soberano de la ciudad, el<br />

cual, en tanto que representante de la comunidad, se fusionaba con aquél haciendo<br />

posible el despertar de la naturaleza. El gobernante, por lo tanto, era exaltado por<br />

encima de cualquier otro mortal hasta el punto de alcanzar el privilegio de unirse con la<br />

Gran diosa, pues, a pesar de tratarse de una representación, el contacto entre ambos no<br />

era puesto en duda. «Uno de los principios lógicos del pensamiento creador de mitos»,<br />

escribe Thorkild Jacobsen, «es el de que la analogía y la identidad acaban por fundirse;<br />

“ser semejante” llega a confundirse con “ser”. Por lo tanto, actuando como, o<br />

representando el papel de una fuerza de la naturaleza o de un dios, el hombre podía<br />

revestirse ritualmente de estos poderes, identificándose con los dioses; y, una vez<br />

identificado de este modo, puede hacer que esas fuerzas actúen de acuerdo con sus<br />

deseos» 36 . Por ello, al fusionarse con el dios, el gobernante hacía ver a su pueblo que él<br />

tomaba parte por ellos ante los dioses, pues tan sólo cumpliendo con sus obligaciones<br />

religiosas podía hacer que su reino y su pueblo prosperaran. Es decir, si su<br />

comportamiento había sido el correcto, si el soberano había administrado la ciudad y el<br />

reino de acuerdo con la voluntad de los dioses, éstos terminarían por recompensar a la<br />

comunidad. Y así, como vamos a ver a continuación, los aciertos del gobernante, sus<br />

éxitos, eran debidos en último término a la voluntad de los dioses; lo que equivale a<br />

decir que la justicia social mesopotámica, esto es, lo que a cada uno le correspondía por<br />

su posición en el conjunto de los asuntos humanos, no era sino justicia cósmica.<br />

Sabemos que en Mesopotamia el cosmos era tenido por un Estado dentro del<br />

cual los distintos reinos humanos venían a incluirse. Como ha mostrado Jacobsen 37 , este<br />

Estado cósmico estaba dirigido por la asamblea ejecutiva de los dioses, donde se había<br />

dispuesto que cada uno de ellos debía asumir el control de una ciudad y ser su patrono.<br />

Sin embargo, podía suceder que alguno de los dioses solicitara a la asamblea el control<br />

temporal sobre el destino global de los asuntos humanos y que ésta aceptara delegar en<br />

él su poder; lo que venía a implicar que la ciudad de la que el dios elegido era patrono<br />

36 Jacobsen, T., “Mesopotamia”; en Frankfort, H. y H. A. / Wilson, J. A. / Jacobsen, T., El pensamiento<br />

prefilosófico. I. Egipto y Mesopotamia, Fondo de Cultura Económica, México D. F., 2003, p. 261.<br />

37 Jacobsen, T., “Mesopotamia”; en Frankfort, H. y H. A. / Wilson, J. A. / Jacobsen, T., El pensamiento<br />

prefilosófico. I. Egipto y Mesopotamia, Fondo de Cultura Económica, México D. F., 2003, pp. 165-284.<br />

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ejercería la supremacía sobre el resto de ciudades mesopotámicas. Por ello, cuando un<br />

gobernante humano hacía prosperar a su ciudad, cuando lograba imponer el orden sobre<br />

ella o cuando, trascendiendo las fronteras de ésta, se hacía con el control de otros<br />

territorios, no era el propio gobernante el que triunfaba, sino el dios de la ciudad, el<br />

cual, respaldado por la asamblea de los dioses, creía conveniente devolver a la<br />

comunidad los servicios que ésta le había prestado. Bajo esta concepción, las decisiones<br />

del gobernante podían poner en peligro el equilibrio del grupo humano, puesto que, a la<br />

manera de una ordalía, el soberano debía penetrar la voluntad divina y salir victorioso;<br />

es decir, escrutando lo oculto, debía vislumbrar la justicia cósmica, la única que al<br />

aplicarse sobre los asuntos humanos no habría de causar daños a la sociedad.<br />

Según ha constatado Henri Frankfort 38 , dos son los métodos a los que podía<br />

recurrir el gobernante de una ciudad para ponerse en contacto con la divinidad. El<br />

primero de ellos consistía en la interpretación de señales y agüeros de distinta<br />

naturaleza, los cuales debían ser interpretados, no ya por el propio soberano, sino por<br />

sus profetas-sacerdotes. Así, por ejemplo, «Nabonidus observó que la luna se oscurecía<br />

cierto día», mientras que «Gudea se dio cuenta de que el Tigris no crecía en Lagash» 39 .<br />

Como se puede apreciar, este tipo de interpretación de presagios se encuentra muy cerca<br />

de la habilidad inductiva que Calcante exhibe en la Ilíada, sin embargo, al contrario de<br />

lo que sucede en el escenario de la Primera Grecia, nada hay entre los adivinos<br />

mesopotámicos que denote omnisciencia, pues, tras observar el cielo o las vísceras,<br />

éstos se limitaban únicamente a comunicar al soberano la naturaleza favorable o<br />

desfavorable de los presagios, guardando silencio en lo que habría de referirse a su<br />

significado. Por lo que se refiere al segundo de los métodos a través de los cuales el<br />

gobernante podía comunicarse con los dioses, en este caso era el propio soberano, y no<br />

ya sus agoreros, quien accedía a la voluntad trascendente a través de los sueños que la<br />

divinidad le hacía llegar. En cierto modo, se trata ésta de una forma arcaica y poco<br />

desarrollada de lo que nosotros conocemos como sueño incubatorio, el cual, si<br />

atendemos al mito del rey Minos y a la leyenda de Epiménides, muy posiblemente se<br />

38 Frankfort, H., “Interpretación de lo sobrehumano”; en Reyes y dioses. Estudio de la religión del Oriente<br />

Próximo en la Antigüedad en tanto que integración de la sociedad y la naturaleza, Alianza, Madrid,<br />

2001, pp. 274-280.<br />

39 Frankfort, H., “Interpretación de lo sobrehumano”; en Reyes y dioses. Estudio de la religión del Oriente<br />

Próximo en la Antigüedad en tanto que integración de la sociedad y la naturaleza, Alianza, Madrid,<br />

2001, p. 274.<br />

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dio también en el entorno minóico-micénico. Como ya hemos dicho, no cabe duda de<br />

que este tipo de sueño es incubatorio, aunque bajo una forma aún poco desarrollada en<br />

comparación como se localizará más tarde en otras culturas y sociedades, entre ellas la<br />

céltica. Por lo que se refiere a sus características, al contrario de lo que sucedía en la<br />

revelación que el dios Ishum le hizo llegar en sueños al autor del Poema de Erra, donde<br />

nada se decía acerca de si el poeta-sacerdote había propiciado él mismo la llegada del<br />

sueño revelador, en el caso del soberano parece seguro que éste debía cumplir cierto<br />

proceso ritual, el cual debía favorecer la aparición del sueño divinatorio. Según nos<br />

muestran las tablillas, el gobernante debía acudir por la noche al templo y, una vez allí,<br />

tras ofrecer sacrificios a los dioses y recitar sus plegarias, debía conciliar el sueño, a la<br />

espera de recibir las visiones enviadas por la divinidad. 40<br />

Por lo tanto, no cabe duda de que el soberano mesopotámico se encontraba en<br />

mejor disposición que cualquier otro miembro de la sociedad para acceder al plano de lo<br />

sagrado donde se fijaban los destinos. ¿De qué otra manera puede interpretarse el sueño<br />

incubatorio al que el propio gobernante se exponía sino como la muestra inequívoca de<br />

su saber mántico? Por todo ello, su persona era la mejor indicada para extender la<br />

justicia divina, esto es, la justicia cósmica, sobre los asuntos humanos. Ahora bien,<br />

según ha defendido Marcel Detienne 41 , no parece descabellado atribuir estas mismas<br />

características de la soberanía sagrada mesopotámica a aquella otra que se localiza en el<br />

escenario micénico. De hecho, entre los ancestros griegos es muy posible que la figura<br />

del wa-na-ka también gobernara la vida religiosa de la comunidad. «En apoyo de esta<br />

hipótesis», escribe Jean-Pierre Vernant, «nótese que en Grecia se ha perpetuado, hasta<br />

dentro del cuadro mismo de la ciudad, el recuerdo de una función religiosa de los reyes,<br />

y que ese recuerdo ha sobrevivido bajo una forma mítica». «A la leyenda cretense de<br />

Minos, que se somete cada nueve años en la caverna del Ida a la prueba que tiene que<br />

renovar mediante un contacto directo con Zeus su poder real, responde en Esparta la<br />

ordalía que cada nueve años imponen los éforos a sus dos reyes, escrutando el cielo en<br />

el secreto de la noche, para leer en él si los soberanos no habrán cometido tal vez alguna<br />

40 Jacobsen, T., “Mesopotamia”; en Frankfort, H. y H. A. / Wilson, J. A. / Jacobsen, T., El pensamiento<br />

prefilosófico. I. Egipto y Mesopotamia, Fondo de Cultura Económica, México D. F., 2003, pp. 248-249.<br />

Así como Frankfort, H., Reyes y dioses. Estudio de la religión del Oriente Próximo en la Antigüedad en<br />

tanto que integración de la sociedad y la naturaleza, Alianza, Madrid, 2001, pp. 275 y 277.<br />

41 Detienne, M., “El anciano del mar”; en Los maestros de verdad en la Grecia arcaica, Sextopiso,<br />

México D. F., 2004, pp. 77-101.<br />

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falta que los descalifique para el ejercicio de la función real» 42 . De hecho, son varios los<br />

casos documentados que, siguiendo a Marcel Detienne, podríamos citar aquí como<br />

ejemplos de la pervivencia entre los griegos de la función divinatoria de la soberanía<br />

sagrada. Es cierto que Detienne fundamenta sus reflexiones principalmente sobre la<br />

figura del dios Nereo, a quien nombra como «vicario mítico del Rey de Justicia» 43 ,<br />

pero, más allá de estas figuras míticas, durante la Primera Grecia el vínculo que unía la<br />

mántica con los soberanos de justicia de tipo micénico no puede ser puesto en<br />

entredicho. Por todo ello, no debe extrañarnos que Detienne incluyera en su libro a estos<br />

últimos entre los maestros de verdad.<br />

Durante las últimas páginas hemos intentado mostrar al lector todas aquellas<br />

cuestiones que nos han parecido pertinentes en relación a los distintos aspectos de la<br />

sabiduría antigua que se encuentran ligados al empleo de la palabra certera, asertórica e<br />

incuestionable, detentada por los maestros de verdad. Fue nuestro deseo al comienzo de<br />

este primer capítulo el intentar ser breves, pues éstas son cuestiones perfectamente<br />

conocidas entre los círculos académicos. Sin embargo, debido a las diversas<br />

posibilidades que nos ofrece el estudio de los maestros de verdad a la hora de tratar<br />

estas mismas cuestiones entre los celtas irlandeses, no hemos podido evitar extendernos<br />

más de lo debido. Aun así, esperamos que el resultado haya sido satisfactorio. Cabe<br />

ahora, por lo tanto, pasar al análisis del conflicto que enfrentó, ya desde Época Arcaica,<br />

a la sabiduría tradicional con la nueva filosofía emergente; un conflicto que habrá de<br />

servirnos para poner de manifiesto cuán cerca llegó a encontrarse el filósofo respecto de<br />

los sabios y maestros de verdad que le antecedieron y con los que, codo con codo, llegó<br />

incluso a convivir.<br />

–2–<br />

SABIDURÍA Y FILOSOFÍA<br />

Como hemos podido apreciar en el apartado anterior, no cabe duda de que la<br />

Primera Grecia dispuso en manos de sus adivinos, poetas y soberanos de justicia buena<br />

42 Vernant, J-P., Los orígenes del pensamiento griego, Paidós, Barcelona, 1998, p. 41.<br />

43 Detienne, M., Los maestros de verdad en la Grecia arcaica, Sextopiso, México D. F., 2004, p. 99.<br />

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parte del conocimiento de lo sagrado que hizo de ellos auténticos maestros de verdad.<br />

Ahora bien, conforme las condiciones que dieron lugar al nacimiento de la filosofía<br />

fueron configurándose, condiciones que han de localizarse en torno al surgimiento de la<br />

escritura 44 y de la vida pública que propiciaría la pólis 45 , el estatuto originario de estos<br />

adivinos, poetas y soberanos de justicia, hasta entonces portavoces de la palabra<br />

sagrada, se vio reducido lo suficiente como para ser desplazados de su posición<br />

privilegiada. Este desplazamiento parece coincidir con el intento por parte del nuevo<br />

saber filosófico de asimilar las competencias de los tradicionales maestros de verdad.<br />

Bajo esta perspectiva, estos últimos hubieron de sufrir el ataque de la filosofía,<br />

personificada principalmente en la figura del más grande y ambicioso de todos los<br />

filósofos griegos, el ateniense Platón.<br />

En este segundo apartado, por lo tanto, examinaremos las condiciones a través<br />

de las cuales un nuevo tipo de pensamiento, más abstracto y con pretensiones de<br />

objetividad, intentó abrirse camino durante la Antigüedad a expensas de deslegitimar la<br />

sabiduría tradicional. Es cierto que este proceso se inicia ya con los presocráticos, sin<br />

embargo preferimos comenzar la exposición de estas cuestiones a partir del giro<br />

gnoseológico iniciado por el filósofo ateniense. Aun así, no ya únicamente los<br />

pensadores presocráticos, sino incluso el propio Platón, tanto en sus maneras de<br />

proceder como en varios aspectos de sus planteamientos, se encuentran inmersos en la<br />

misma tradición que vienen a criticar y de la que pretenden separarse. Entendemos que<br />

a estas alturas de la exposición no es necesario extenderse sobre la importancia que para<br />

este estudio representa la familiaridad entre ambos tipos de pensamiento, a saber, el<br />

mítico-religioso y el filosófico, pues sólo admitiéndola podrá entenderse la actividad de<br />

la clase intelectual irlandesa (la de los druidas), como “filosofía”. En todo caso, esta<br />

44 Sobre el papel determinante de los signos escritos (gra/mmata) en el nacimiento de la filosofía griega,<br />

véase la obra de Ronchi, R., La verdad en el espejo. Los presocráticos y el alba de la filosofía, Akal,<br />

Madrid, 1996. Asimismo, también puede acudirse a Havelock, E. A., “La teoría especial de la escritura<br />

griega”; en La musa aprende a escribir. Reflexiones sobre oralidad y escritura desde la Antigüedad hasta<br />

el presente, Paidós, Barcelona, 1996, pp.135-156.<br />

45 Para un análisis de los orígenes del pensamiento racional dentro del nuevo marco que posibilita la<br />

aparición de la ciudad, léase la obra de Vernant, J-P., Los orígenes del pensamiento griego, Paidós,<br />

Barcelona, 1998. Los antecedentes de este proceso han sido comentados por Detienne, M., “El proceso de<br />

secularización”; en Los maestros de verdad en la Grecia arcaica, Sextopiso, México D. F., 2004, pp.<br />

137-163, donde se examinan determinadas instituciones arcaicas, como son los juegos funerarios, el<br />

reparto del botín o las asambleas deliberativas, todas ellas vinculadas al grupo cerrado de los guerreros,<br />

las cuales incorporan en su funcionamiento y composición estructural los antecedentes del empleo<br />

público y dialógico de la palabra que habría de florecer en la pólis.<br />

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cuestión será desarrollada con más detalle en el tercer capítulo de este estudio, por lo<br />

que no conviene anticiparla antes de haber asentado todas las piezas que habrán de<br />

conducirnos a ella. Así pues, podemos comenzar sin más dilación con el análisis de la<br />

crítica platónica efectuada sobre los tradicionales maestros de verdad.<br />

Por lo que se refiere a los adivinos, según se desprende de la lectura de<br />

determinados pasajes del Timeo, el interés de Platón por la mántica se centra en mostrar<br />

la naturaleza diferencial que, según él, existe entre las funciones del vidente que cae en<br />

el éxtasis adivinatorio y el intérprete de los oráculos:<br />

«No es tarea del que cae en trance o aún está en él juzgar lo que se le<br />

apareció o lo que él mismo dijo. [...] Por ello, ciertamente, la costumbre<br />

colocó por encima de las adivinas inspiradas [e)nqe/oij mantei/aij] al<br />

gremio de los intérpretes [profhtw=n ge/noj], como jueces. A éstos<br />

algunos los llaman adivinos [ma/nteij], por que ignoran absolutamente que<br />

son intérpretes [u(pokritai/] de lo que ha sido dicho de manera enigmática<br />

y de las visiones, pero para nada adivinos [ma/nteij], sino que su<br />

denominación sería, con absoluta justicia, intérprete [profh=tai]» 46 .<br />

De hecho, de acuerdo con la teoría platónica de las tres partes del alma, teoría<br />

imprescindible en el pensamiento del filósofo ateniense, la divinidad asignó el arte<br />

adivinatoria (mantikh/) a la parte irracional del alma, esto es, a la insensatez<br />

(a)frosu/nh) humana. 47 Por ello, al intentar desvelar la verdad de las visiones y de las<br />

palabras enigmáticas que el componente irracional del adivino saca a flote, el intérprete,<br />

según Platón, accede a la sabiduría sagrada a través de su propio intelecto:<br />

«corresponde al prudente [e)/mfronoj] entender, cuando se recuerda, lo que<br />

dijo en sueños o en vigilia la naturaleza adivinatoria [e)nqousiastikh=j<br />

fu/sewj]» 48 .<br />

¿Y quién mejor que el “amante de la sabiduría”, aquel que está en su razón por<br />

encima de todos los demás, para interpretar los oráculos y los presagios que afloran<br />

46 Platón, Timeo, 72 a-b; traducción de Lisi, F., Gredos, Madrid, 1992, p. 233.<br />

47 Platón, Timeo, 71 e.<br />

48 Platón, Timeo, 71 e; traducción de Lisi, F., Gredos, Madrid, 1992, p. 233.<br />

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desde el plano sagrado de la realidad? ¿Quién mejor que él para dar cuenta de los<br />

designios que se sustraen a la naturaleza (fu/sij)? Pues el filósofo, según Platón, es el<br />

mejor capacitado para re-conocer la verdad.<br />

Aun así, ya bien por convicción propia o por estratagema retórica, Platón no<br />

niega en ningún momento la autenticidad de la locura (mani/a) adivinatoria que Apolo<br />

concede a sus sacerdotes y favoritos. Al contrario, llega incluso a magnificarla:<br />

«los bienes mayores se nos originan por locura [mani¿aj],<br />

otorgada ciertamente por divina donación [qei¿# me/ntoi do/sei<br />

didome/nhj]» 49 .<br />

Por lo tanto, lo que Platón pone en entredicho no es el estatuto sagrado de la<br />

mántica, sino la capacidad de los videntes y los profetas para interpretar correctamente<br />

la verdad de lo revelado. Pues, ya se encuentre latente bajo el enigma del oráculo u<br />

oculta tras los presagios que afloran en la naturaleza, la verdad, según Platón, no es<br />

tanto lo dado en la revelación cómo la manera adecuada de aprehender eso mismo dado.<br />

De ahí que la verdad sólo pueda estar en posesión de aquel que, habiendo escapado de<br />

la caverna, ha contemplado lo más auténtico, lo sagrado, y regresa al mundo de las<br />

sombras para reeducar a sus conciudadanos, no ya en la contemplación de la verdad,<br />

sino en la verdadera contemplación. 50 Por lo demás, la mención del regreso del cautivo<br />

a la caverna en el símil de la República no es gratuita, pues no debemos olvidar que la<br />

labor platónica, como se aprecia en su crítica a la poesía, es eminentemente una labor<br />

re-educativa; es decir, pretende sustituir un modelo formativo basado en la palabra<br />

asertórica e incuestionable de los adivinos, poetas y soberanos de justicia por otro donde<br />

la verdad deja de ser revelación para entenderse como adecuación, esto es, como<br />

concordancia del conocimiento con la cosa misma.<br />

En efecto, durante la Primera Grecia la esencia del ser, equiparable ésta a lo más<br />

sagrado, se encontraba generalmente encubierta y oculta. Tan sólo esporádicamente se<br />

hacía accesible a los hombres, y ello, por lo común, gracias a la mediación de los<br />

tradicionales maestros de la palabra, los cuales eran capaces de hacerla aflorar a través<br />

49 Platón, Fedro, 244 a; traducción de Gil, L., Labor, Barcelona, 1994, p. 309.<br />

50 Véase el símil de la caverna, en Platón, República, VII, 514 a–517 a.<br />

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de la revelación. Como consecuencia, la verdad y lo revelado en el desencubrimiento<br />

fueron tomados como una y la misma cosa: alétheia. En Platón, sin embargo, como ha<br />

mostrado Martin Heidegger 51 , la doctrina de la verdad, al menos según aparece en la<br />

República, no puede ya concebirse estrictamente como revelación, sino como<br />

concordancia y adecuación (o(moi/wsij), la cual, por lo demás, depende en última<br />

instancia de la rectitud de la mirada (o)rqo/thj) 52 . Pues, según parece admitir el de<br />

Atenas, sólo mirando rectamente se puede reconocer en lo que aparece, esto es, en lo<br />

aparente, el aparecer propio (eiådoj) de aquello, la idéa, que permite que algo aparezca.<br />

Mas, según es relatado en el símil de la caverna, aquel que aprende a dirigir su mirada<br />

de esta manera, esto es, aquel que habiendo escapado de su prisión puede ya contemplar<br />

las ideas adecuando a ellas lo observado, lejos de escapar definitivamente de su cárcel,<br />

debe regresar a las profundidades del mundo de siluetas y sombras para convivir de<br />

nuevo con los que allí se encuentran. Y una vez allí, antes de quedar inactivo, ¿no<br />

intentaría hacer comprender a sus conciudadanos, incluso a riesgo de su propia vida,<br />

que lo observado en la caverna no son sino sombras y que, por desconocimiento e<br />

ignorancia, su concepción de la verdad se encuentra equivocada? ¿No intentaría el<br />

auténtico amante de la sabiduría re-educar la mirada de sus compañeros de prisión?<br />

Pues «quien deba y quiera obrar en un mundo dirigido por la “idea”», nos recuerda<br />

Martin Heidegger, «necesita, ante todo, saber mirar-hacia-ideas [Ideenblicks]. Y en esto<br />

consiste justamente la esencia de la paidei/a: el hacer a los hombres libres y firmes<br />

para mirar clara y constantemente la esencia [Wesensblickes]» 53 . Por ello, ¿cómo no<br />

habría Platón de rechazar la labor educativa de los poetas?<br />

Durante la historia antigua de Grecia, qué duda cabe, Homero fue considerado<br />

como el educador de la población. En una cultura como la griega, sujeta a una tradición<br />

oral donde la escritura, aunque conocida desde finales de la Época Oscura, no llegó a<br />

imponerse hasta el período clásico, los poemas homéricos llegaron a constituirse en<br />

51 Heidegger, M., “Platons Lehre von der Wahrheit”; en Gesamtausgabe. I. Abteilung: veröffentlichte<br />

Schriften 1914-1970. Band 9. Wegmarken, Vittorio Klostermann, Frankfurt, 1976 (trad. esp.: “Doctrina<br />

de la verdad según Platón”; en Doctrina de la verdad según Platón y Carta sobre el humanismo,<br />

Universidad de Chile, Santiago de Chile).<br />

52 Platón, República, VII, 515 d.<br />

53 Heidegger, M., “Platons Lehre von der Wahrheit” 135; en Gesamtausgabe. I. Abteilung: veröffentlichte<br />

Schriften 1914-1970. Band 9. Wegmarken, Vittorio Klostermann, Frankfurt, 1976, p. 229 (trad. esp.:<br />

“Doctrina de la verdad según Platón”; en Doctrina de la verdad según Platón y Carta sobre el<br />

humanismo, Universidad de Chile, Santiago de Chile, p. 145).<br />

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auténticas piezas de sabiduría popular. De hecho, según ha mostrado Eric A. Havelock,<br />

en los versos de Homero puede localizarse toda una «“gestión” general de la vida, tanto<br />

en sus aspectos sociales como en los personales» 54 . Platón mismo, según lo expresa en<br />

la República, era perfectamente consciente de ello:<br />

«cuando topes, Glaucón, con panegiristas de Homero que digan que este<br />

poeta fue quien educó [pepai¿deuken] a Grecia y que, en lo que se refiere<br />

al gobierno y dirección de los asuntos humanos, es digno de que se le coja y<br />

se le estudie y conforme a su poesía se instituya la propia vida, deberás<br />

besarlos y abrazarlos como a los mejores sujetos en su medida y reconocer<br />

también que Homero es el más poético y primero de los trágicos» 55 .<br />

Sin embargo, inmediatamente después, Platón no duda en cerrar las puertas de la<br />

ciudad a los poetas inspirados:<br />

«pero has de saber igualmente [Glaucón] que, en lo relativo a poesía, no han<br />

de admitirse en la ciudad más que los himnos a los dioses y los encomios de<br />

los héroes. Y, si admites también la musa placentera en cantos o en poemas,<br />

reinarán en tu ciudad el placer y el dolor en vez de la ley y aquel<br />

razonamiento que en cada caso parezca mejor a la comunidad» 56 .<br />

Pues, según el de Atenas, ¿cómo podría el poeta, desconociendo el auténtico<br />

significado de la verdad, educar correctamente a sus conciudadanos y guiarlos hacia lo<br />

mejor? Si la rectitud de la mirada intelectiva, esto es, el “saber mirar-hacia-ideas”, es lo<br />

que permite al hombre conocer el modelo de vida que le permitirá salir de su prisión<br />

escapando del ciclo de las encarnaciones 57 , ¿cómo podría el poeta, para quien la verdad<br />

no es sino lo revelado por su palabra, tornar su ignorancia en sabiduría y estimular a<br />

través de su canto el comportamiento ejemplar que Platón propone? Ésta, y no otra, es<br />

la auténtica razón por la cual el filósofo ateniense se vio seriamente amenazado por los<br />

poetas. Mas no sólo por ellos, sino por todos los maestros de verdad, pues estos, en su<br />

54 Havelock, E. A., Prefacio a Platón, Antonio Machado Libros, Madrid, 2002, p. 86.<br />

55 Platón, República, X, 606 e–607 a; traducción de Pabón, J. M. / Fernández Galiano M., Alianza,<br />

Madrid, 1998, p. 527.<br />

56 Platón, República, X, 607 a; traducción de Pabón, J. M. / Fernández Galiano M., Alianza, Madrid,<br />

1998, p. 528.<br />

57 Platón, Fedro, 248 c–249 d.<br />

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conjunto, discurrían por senderos opuestos a los de Platón y hacían peligrar su ideal<br />

antropológico y político. Como consecuencia, el de Atenas no podía permitir que se<br />

dejara en manos de los poetas la educación de los ciudadanos, y mucho menos aún<br />

llegar a admitir en el gobierno de su ciudad a soberanos cuyos criterios y decisiones<br />

fueran susceptibles de fundamentarse en la pseudo-sabiduría de la mántica. En su lugar,<br />

era el filósofo quien debía gobernar, pues sólo éste podía dirigir al conjunto de los<br />

ciudadanos por el recto camino de la verdad hacia la contemplación de lo más excelso.<br />

En definitiva, diría Platón, ¿quién mejor para asumir esta tarea sino aquel cuya alma<br />

intelectiva es capaz de recordar la llanura sagrada de la verdad (a)lh/qeia) donde<br />

otrora, antes de caer en la cárcel que es el cuerpo, cabalgara el auriga de su alma<br />

inmortal 58 ? Pues el verdadero filósofo es el que examina la memoria de su alma para, de<br />

ese modo, a través del recuerdo (a)na/mnhsij), poder interpretar y reconocer<br />

correctamente las formas sagradas e inmutables que subyacen a la apariencia.<br />

Ahora bien, a pesar de los cambios introducidos por el filósofo ateniense en<br />

torno a la manera adecuada de entender la verdad, no todos sus planteamientos implican<br />

ruptura respecto de las concepciones tradicionales. Al contrario, una lectura atenta de<br />

los diálogos de Platón puede constatar la presencia en ellos de diversas creencias y<br />

reflexiones que el de Atenas incorpora a su pensamiento desde el abundante material<br />

manejado por los sabios y poetas de las generaciones anteriores a la suya. Tal es el caso,<br />

como vamos a ver a continuación, de la concepción platónica del alma, la cual se<br />

encuentra estrechamente asociada a la de la anámnesis, de tal manera que una y otra se<br />

complementan para conformar su teoría del conocimiento.<br />

En efecto, según le comenta a Sócrates uno de sus interlocutores en el Fedón,<br />

aquel que ha aprendido tanto a mirar como a expresarse rectamente, esto es, aquel que<br />

ha aprendido la verdad que subyace a la apariencia, también ha de saber, como<br />

consecuencia, que su alma no siempre dependió de su cuerpo:<br />

«según ese argumento, Sócrates, que tu sueles con tanta frecuencia repetir,<br />

de que el aprender [ma/qhsij] no es sino recordar [a)na/mnhsij], resulta<br />

también, si dicho argumento no es falso, que es necesario que nosotros<br />

hayamos aprendido en un tiempo anterior lo que ahora recordamos. Mas<br />

58 Platón, Fedro, 246 a–249 d.<br />

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esto es imposible, a no ser que existiera nuestra alma en alguna parte antes<br />

de llegar a estar en esta figura humana» 59 .<br />

Pues la memoria, no ya a la manera del poeta, sino reconvertida en anámnesis,<br />

además de ser en Platón el instrumento que permite conocer la verdad, es igualmente la<br />

que permite probar la inmortalidad del alma haciendo ver que su existencia es<br />

independiente del cuerpo en el que se encuentra cautiva; doctrina ésta más antigua que<br />

los diálogos platónicos y, muy posiblemente, lo que intentaremos hacer ver, ajena en<br />

sus orígenes a Grecia.<br />

Pasaremos ahora, sin más dilación, a examinar el alcance de los antecedentes<br />

que sitúan a Platón más cerca de los tradicionales sabios y maestros de verdad de lo que<br />

la filosofía académica, normalmente, está dispuesta a aceptar.<br />

En efecto, la filosofía suele ser reacia a la hora de admitir la validez de todos<br />

aquellos componentes exógenos que pueden ser localizados en los orígenes del<br />

pensamiento griego. 60 A lo sumo, sólo oriente ha sido atendido de manera esporádica a<br />

la hora de localizar en él las piezas necesarias para completar el rompecabezas de los<br />

orígenes del pensamiento filosófico. Tal es el caso, por ejemplo, del orfismo, el cual<br />

parece ocupar un papel esencial en la nueva configuración que sobre la noción de alma<br />

se desarrolló en Grecia a partir del siglo –VI y cuyo lugar de origen ha sido reconocido<br />

normalmente en oriente; lo que podría ser puesto en duda. Mas, como han apuntado<br />

Eric R. Dodds 61 y Francis M. Cornford 62 , figuras como Pitágoras, Empédocles o el<br />

propio Platón no pueden ser plenamente entendidas fuera de la órbita del pensamiento<br />

prefilosófico procedente del continente euroasiático.<br />

Respecto a Pitágoras, de todos es sabido que fue uno de los primeros en adoptar<br />

la doctrina de la inmortalidad del alma y su reencarnación después de la muerte del<br />

59 Platón, Fedón, 72 e–73 a; traducción de Gil, L., Labor, Barcelona, 1994, p. 166.<br />

60 Reticencias de este tipo pueden ser apreciadas, por ejemplo, en la obra de Kirk, G. S. / Raven, J. E. /<br />

Schofield, M., Los filósofos presocráticos. Historia crítica con selección de textos, Gredos, Madrid, 1994,<br />

donde se pone en duda la «influencia de culturas chamanistas del Asia central sobre la Grecia arcaica» (p.<br />

332) y se acusa a los pueblos portadores de aquellas culturas de ser «políticamente primitivos» y, por lo<br />

mismo, incapaces de «iluminar las actividades de un sabio griego en la sociedad más compleja de una<br />

ciudad estado rica y poderosa» (p. 333).<br />

61 Dodds, E. R., “Los chamanes griegos y el origen del puritanismo”; en Los griegos y lo irracional,<br />

Alianza, Madrid, 2001, pp. 133-169.<br />

62 Cornford, F. M., “Empirismo versus inspiración”; en Principium sapientiae. Los orígenes del<br />

pensamiento filosófico griego, Visor, Madrid, 1987, pp. 15-190.<br />

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cuerpo. Entendida el alma (yuxh/), no ya como vida afectiva o volitiva (qumo/j), sino<br />

como conciencia (no/oj), no cabe duda de que la noción pitagórica es ajena a la<br />

tradición que aparece en los poemas homéricos. 63 Ahora bien, hasta la publicación de<br />

las obras ya citadas de Dodds y Cornford a comienzos de la década de los cincuenta<br />

pocos podían suponer que esta doctrina atribuida al sabio de Samos parece remontar su<br />

origen, no precisamente a Oriente Próximo, ni a Egipto, sino, muy probablemente, al<br />

interior del continente euroasiático.<br />

El inicio de la distorsión puede localizarse ya entre los propios autores<br />

grecorromanos. Así, según Heródoto 64 , los egipcios fueron los primeros en afirmar la<br />

inmortalidad del alma humana, la cual, después de morir el cuerpo que la había<br />

albergado, entraba en un ciclo de reencarnaciones que la hacía habitar en animales de<br />

todas las especies existentes, uno tras otro, hasta que, transcurridos 3000 años, se<br />

introducía de nuevo en otro cuerpo humano en el momento de su nacimiento. Esta<br />

doctrina, continúa aquél, fue adoptada por determinados sabios griegos, pero,<br />

desgraciadamente, Heródoto se niega a citar sus nombres. A pesar de ello, gracias a<br />

Diogenes Laercio sabemos de una elegía de Jenófanes según la cual Pitágoras habría<br />

defendido la misma doctrina que Heródoto atribuye a los egipcios:<br />

«Dicen que, al pasar [Pitágoras] en una ocasión junto a un cachorro que<br />

estaba siendo azotado, sintió compasión y dijo: “deja de apalearle, pues es el<br />

alma [yuxh/] de un amigo la que he reconocido, al oír sus alaridos”» 65 .<br />

Ya sea ésta una atribución legítima o ya forme parte de la leyenda formada en<br />

torno a la figura de Pitágoras, lo cierto es que la comunidad integrada por sus<br />

seguidores sí llegó a creer en la inmortalidad y en la transmigración de las almas. Como<br />

63 En efecto, la creencia en la transmigración de las almas es independiente de la que aparece en Homero<br />

y no pudo provenir en última instancia de la concepción que se desprende tanto de la Ilíada como de la<br />

Odisea. Léase a este respecto a Jaeger, W., “El origen de la doctrina de la divinidad del alma”; en La<br />

teología de los primeros filósofos griegos, Fondo de Cultura Económica, México D. F., 1993, pp. 77-92.<br />

Asimismo, también puede consultarse la obra de Dodds, E. R., Los griegos y lo irracional, Alianza,<br />

Madrid, 2001, pp. 133 y ss.<br />

64 Heródoto, Historia, II, 123.<br />

65 Diógenes Laercio, Vidas y opiniones de los filósofos más ilustres, VIII, 36; la traducción ha sido<br />

tomada de la versión española de la obra de Kirk, G. S. / Raven, J. E. / Schofield, M., Los filósofos<br />

presocráticos. Historia crítica con selección de textos (versión de García Fernández, J.), Gredos, Madrid,<br />

1994, p. 320.<br />

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prueba de ello se suele mencionar una de las muchas reglas que conformaban el modelo<br />

pitagórico de vida, a saber, aquella que les obligaba a servirse de la memoria para<br />

recordar, al final de la jornada, cada uno de los acontecimiento transcurridos durante el<br />

día, pues, de ese modo, cada miembro de la comunidad se ejercitaba en la anámnesis<br />

que habría de conducir a su alma a reconocer su identidad a través del recuerdo de sus<br />

vidas pasadas. De hecho, según aparece en la Vida de Pitágoras redactada por Porfirio,<br />

el sabio de Samos era plenamente capaz de recordar sin gran esfuerzo lo que su alma<br />

había contemplado generaciones atrás:<br />

«Había entre ellos un varón [Pitágoras], poseedor de sólidos conocimientos,<br />

y dominador de toda clase de actos, especialmente de los sensatos, que,<br />

naturalmente, había logrado la grandísima riqueza de la inteligencia.<br />

Porque, cada vez que con toda ella efectuaba una tentativa, fácilmente veía<br />

[leu/ssesken] cada uno de los seres existentes, en su detalle, en diez o en<br />

veinte generaciones humanas» 66 .<br />

Según esta cita, la tradición griega atribuía a Pitágoras un tipo de visión muy<br />

especial, la cual, como veremos en breve, puede ser puesta en relación, como ya han<br />

hecho algunos autores, con la figura euroasiática del que, a falta de mejor término,<br />

llamaremos “chamán”. Mas, ¿acaso no se encuentra también este tipo de visión<br />

atribuida al sabio de Samos en la misma línea que la visión mántica de los adivinos y<br />

los poetas? ¿No emplean ambos su memoria, tanto el sabio como los maestros de<br />

verdad, para acceder a un tipo de conocimiento que habría de trascender, según el<br />

común de los mortales, sus facultades cognoscitivas? Sin embargo, más allá de esta<br />

semejanza, entre ambas tradiciones existe una diferencia determinante, pues, al<br />

contrario de lo que sucede con los adivinos y los poetas, así como entre los celtas<br />

irlandeses, entre los pitagóricos la búsqueda del conocimiento adopta un carácter<br />

inequívocamente iniciático y escatológico. Pero no adelantemos esta cuestión y<br />

regresemos, por el momento, a la línea argumental que veníamos trazando.<br />

De acuerdo con ciertos informes que llegaron hasta Heródoto a través de los<br />

griegos asentados en el Helesponto y las regiones próximas al Mar Negro, Pitágoras<br />

tuvo un esclavo tracio llamado Zalmoxis, el cual, tras recuperar su libertad, regresó a su<br />

66 Porfirio, Vida de Pitágoras, 30; traducción de Periago Lorente, M., Gredos, Madrid, 1987, p. 42.<br />

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patria y comenzó a impartir allí la doctrina de la inmortalidad del alma que le enseñara<br />

durante su cautiverio el de Samos. 67 No obstante, si seguimos la opinión de Mircea<br />

Eliade 68 , todo apunta a que este Zalmoxis fue realmente una divinidad (dai/mwn) tracia<br />

y que, por lo tanto, Heródoto o sus informadores debieron interpretar erróneamente las<br />

noticias llegadas hasta ellos. Ahora bien, ya fuera Zalmoxis un personaje histórico,<br />

legendario o devenido en divinidad, de lo que no cabe duda es de que su presencia<br />

dentro del ámbito griego parece responder a la evemerización de la existencia real de un<br />

nexo de unión entre las creencias griegas y las del continente europeo. De hecho, de<br />

acuerdo con algunos autores, como el geógrafo Estrabón 69 o Hipólito de Roma 70 , los<br />

celtas adoptaron la doctrina pitagórica de la inmortalidad del alma a través de Zalmoxis,<br />

lo que no deja de ser difícil de aceptar, pues Pitágoras vivió en el siglo VI a. C., mucho<br />

antes de que los celtas alcanzaran Tracia. En realidad, la información de que<br />

disponemos parece indicar que ni los celtas tomaron sus creencias de Pitágoras, ni éste<br />

de Egipto, sino que la creencia en la inmortalidad del alma irrumpió en Grecia desde<br />

algún punto indeterminado de la Europa continental, muy posiblemente desde Escitia.<br />

Tenemos constancia de que en esta región los chamanes practicaban un tipo concreto de<br />

ritual extático cuyos efectos hacían creer a aquellos que los padecían que su alma<br />

llevaba a cabo un viaje más allá de las ataduras del cuerpo. De ahí que se haya<br />

considerado como posible que determinadas creencias fundadas sobre esta experiencia<br />

se extendieran desde Escitia hacia el sur, lo que habría favorecido la aparición en Grecia<br />

del alma-conciencia que se constata a partir del siglo –VI y que vino a superar la noción<br />

homérica de alma-vida. En palabras de Eric R. Dodds, el flujo de ésta y otras creencias<br />

«empieza en Escitia, cruza por el Helesponto a la Grecia Asiática, se combina quizá con<br />

algunas reliquias de tradición minoica supervivientes en Creta, emigra al Extremo<br />

Oriente con Pitágoras, y tiene su último representante destacado en el siciliano<br />

Empédocles» 71 , quien representa «un antiquísimo tipo de personalidad, el del chamán,<br />

que combina las funciones todavía indiferenciadas de mago y naturalista, poeta y<br />

67 Heródoto, Historia, IV, 94-96.<br />

68 Eliade, M., “Zalmoxis”; en De Zalmoxis a Gengis-Khan. Religiones y folklore de Dacia y de la Europa<br />

Oriental, Ediciones Cristiandad, Madrid, 1985, pp. 35-84.<br />

69 Estrabón, Geografía, XVI, 2, 38.<br />

70 Hipólito de Roma, Refutación de todas las herejías, I, 2.<br />

71 Dodds, E. R., Los griegos y lo irracional, Alianza, Madrid, 2001, p. 144.<br />

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filósofo, predicador, curandero y consejero público» 72 . En definitiva, según creemos<br />

nosotros, la figura chamánica que Dodds reconoce tanto en Pitágoras como en<br />

Empédocles no responde sino al arquetipo de la clase intelectual indoeuropea que<br />

poblaba el continente durante aquellos siglos; la misma exactamente que sería<br />

constatada poco más tarde entre los celtas bajo la forma del druidismo.<br />

Somos conscientes de que el punto hacia el que nos conducen estas reflexiones<br />

puede causar el rechazo de ciertos sectores de la comunidad académica, pero, como<br />

afirma Henri Hubert, sabemos que «hubo bárbaros que llegaron a las ciudades griegas e<br />

itálicas como esclavos o como viajeros». De ellos, continúa el eminente historiador,<br />

«los hubo sin duda que fueron profetas de civilización y algunos han sido citados como<br />

modelo de sabiduría» 73 . Por ello, aunque pueda ser rechazada la idea de una posible<br />

influencia ejercida en Grecia por parte de la sabiduría de los bárbaros, bajo ningún<br />

concepto puede negarse que los propios griegos fueron conscientes de la presencia de<br />

elementos exógenos continentales dentro del escenario helénico. Tal es el caso, por<br />

ejemplo, de la figura semilegendaria del hiperbóreo Ábaris, cuya visita a Grecia fue<br />

recordada durante mucho tiempo y en quien los griegos reconocieron el arquetipo de lo<br />

que nosotros llamamos indistintamente chamán o druida, es decir, el arquetipo de la<br />

clase intelectual indoeuropea. Así pues, ¿por qué no hubieron de recibir los griegos la<br />

influencia de unas gentes que, como Ábaris, llegadas desde el norte, portaban un tipo de<br />

sabiduría de la que ellos mismos, antaño, fueron seguramente partícipes? Pues, como<br />

nos recuerda Hubert, «es en extremo probable que los dorios, antes de emigrar a Grecia<br />

y más tarde a Italia, fueron en la Europa central vecinos de los celtas» 74 . Más aún, «la<br />

región que se extiende desde el Danubio medio al Mar Egeo, de donde vinieron los<br />

dorios, fue un semillero de formaciones análogas a las sociedades pitagóricas» 75 .<br />

Zalmoxis y Ábaris no fueron los únicos bárbaros procedentes del norte y de las<br />

regiones del interior que, tras llegar al escenario helénico, fueron reconocidos como<br />

sabios por los griegos. Otros nombres, como el del escita Anacarsis, el cual llegó a ser<br />

contado entre los siete sabios de Grecia, también fueron sumamente famosos. Sin<br />

embargo, de entre todos los “extranjeros” que aún no hemos mencionado, es el cretense<br />

72 Dodds, E. R., Los griegos y lo irracional, Alianza, Madrid, 2001, p. 143.<br />

73 Hubert, H., Los celtas y la civilización céltica, Akal, Madrid, 2000, p. 11.<br />

74 Hubert, H., Los celtas y la civilización céltica, Akal, Madrid, 2000, p. 460.<br />

75 Hubert, H., Los celtas y la civilización céltica, Akal, Madrid, 2000, p. 460.<br />

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Epiménides, a pesar de ser originario de Cnosos, el que más interesa en este momento a<br />

nuestro análisis, pues éste siempre fue descrito por los griegos a la manera de los<br />

chamanes. En este respecto, hasta nosotros han llegado varios fragmentos y comentarios<br />

a propósito de su persona, de entre los cuales el más relevante, a nuestro juicio, es el<br />

recogido por Máximo de Tiro:<br />

«Llegó una vez a Atenas un varón cretense, de nombre Epiménides, que<br />

traía consigo una historia difícil de creer, que se contaba de este modo: se<br />

tumbó a mediodía en la cueva de Zeus Dicteo y allí, dijo, en un profundo<br />

sueño de muchos años seguidos se había encontrado él mismo con los<br />

dioses y las palabras de los dioses, la Verdad [a)lhqei¿#] y la Justicia<br />

[di¿kv]» 76 .<br />

Qué duda cabe, el largo sueño al que se vio sometido Epiménides responde en<br />

último término a los parámetros propios del sueño incubatorio al que, si recordamos, se<br />

exponían voluntariamente los gobernantes mesopotámicos para alcanzar a penetrar la<br />

voluntad divina y extraer de ella el conocimiento de la justicia cósmica y de la verdad<br />

suprema; exactamente los mismos conocimientos que llegó a poseer Epiménides según<br />

la versión de Máximo de Tiro. Como apuntamos más arriba, también el chamanismo<br />

euroasiático explotó sobremanera las posibilidades del sueño incubatorio y los viajes del<br />

alma más allá de las ataduras del cuerpo. Por ello, con el paso del tiempo, la figura del<br />

cretense terminó por adquirir los rasgos de los chamanes del norte, para lo cual se llegó<br />

incluso a decir de Epiménides que llevaba el cuerpo tatuado a la manera de los escitas.<br />

Según habremos de apreciar en el tercer capítulo de este trabajo, los celtas<br />

irlandeses, guiados en estos asuntos por sus druidas, también conocieron el sueño<br />

mántico o incubatorio, así como la noción de alma-conciencia. Como entenderá el<br />

lector, tiempo tendremos más adelante para tratar estas cuestiones con detalle, pues, de<br />

momento, nuestros esfuerzos se van a centrar en una pareja de elementos, el árbol y las<br />

aguas sagradas, que nos van a permitir establecer un vínculo formal entre la Primera<br />

Grecia y la antigua Irlanda en lo que respecta a su ideal mítico cognoscitivo.<br />

76 Máximo de Tiro, X, 1 a-b; traducido por García Gual, C., en Los siete sabios (y tres más), Alianza,<br />

Madrid, 1996, p. 163.<br />

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Como ya advertimos brevemente en el primer apartado de este capítulo, tanto los<br />

árboles como los cursos de agua y los manantiales, según su disposición y naturaleza, se<br />

encuentran estrechamente asociados en el pensamiento mítico con lo que aquí<br />

llamaremos la fuente del conocimiento; mas no un conocimiento cualquiera, sino aquél<br />

que, accediendo a lo trascendente, fluye desde lo sagrado. Desde que comenzamos este<br />

primer capítulo todos nuestros esfuerzos han ido encaminados a mostrar las<br />

características de este tipo concreto de conocimiento, detentado por maestros de verdad<br />

como Calcante y por sabios de diversa índole, entre los que ya hemos mencionado a<br />

Zalmoxis, Ábaris o Epiménides, e incluso otros, más cercanos a la filosofía, como<br />

Pitágoras y Empédocles. Todos éstos, al igual que los druidas célticos, pueden ser<br />

relacionados en mayor o menor grado, bien con las aguas y los cursos de agua, bien con<br />

algún tipo de árbol sagrado, pues, de una u otra manera, estos elementos vienen a<br />

constituir en el pensamiento prefilosófico algo así como la fuente que, simbólicamente,<br />

legitima el verdadero conocimiento. Con el objeto de apoyar esta afirmación, es nuestro<br />

propósito realizar a continuación un breve recuento de aquellas situaciones en las que,<br />

retomando los casos ya citados en nuestro estudio, es posible localizar el árbol y las<br />

aguas sagradas en relación con la adquisición de la sabiduría que conduce a la palabra<br />

verdadera.<br />

Si recordamos, ya en la Ilíada, en tanto que agorero, Calcante pronunciaba su<br />

vaticinio en las cercanías de un manantial (krh/nh) y bajo un bello plátano<br />

(plata/nistoj), lo que, de alguna manera, bajo la óptica del pensamiento mítico,<br />

venía a mostrar la relación existente entre el estatuto de la palabra del adivino y las<br />

fuerzas desde las cuales extraía éste su omnisciencia. Asimismo, una situación no muy<br />

distinta pudimos presenciar en el caso de la Pitia, la cual, según las indicaciones de<br />

Dodds, «establecía contacto con el dios mediante su árbol sagrado, el laurel», no sólo<br />

masticando sus hojas, sino, además, sosteniendo en su mano una rama de dicho árbol. 77<br />

Como apunta Vernant, también en el poema de Hesíodo «las hijas de Mnemosyne,<br />

ofreciéndole el bastón de la sabiduría, el skeptron, cortado de un laurel» 78 , permiten al<br />

poeta alcanzar la verdad:<br />

77 Dodds, E. R., Los griegos y lo irracional, Alianza, Madrid, 2001, p. 79.<br />

78 Vernant, J-P., “Aspectos míticos de la memoria y del tiempo”; en Mito y pensamiento en la Grecia<br />

Antigua, Ariel, Barcelona, 2001, p. 95.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

«Así dijeron las hijas bien habladas del gran Zeus; me dieron un cetro<br />

[skh=ptron] tras haber cortado una admirable retoño del florido laurel<br />

[da/fnhj]; me infundieron una voz divina, para que celebrara lo venidero y<br />

lo pasado» 79 .<br />

Evidentemente, éstas no son nociones desconocidas, por lo que cualquiera que<br />

guste de los antiguos mitos y leyendas del continente europeo podría citar otros tantos<br />

casos en los que el cetro, por ejemplo, viene a ocupar un papel relevante en una<br />

determinada narración. Podría citar, entre otros, el caso de Agamenón en la Ilíada;<br />

dueño del cetro que Zeus regaló a sus antepasados y que lo identifica como pastor de<br />

huestes. 80 Sin embargo, al hacerlo, también tendría que admitir el empleo de ese mismo<br />

objeto como legitimador de la palabra en las asambleas que celebran los aqueos en el<br />

poema, pues en éstas el cetro todavía conserva parte de su antiguo estatuto vinculado a<br />

la palabra sagrada del soberano y rey de justicia; el único con libertad para decir a su<br />

antojo. Así pues, aunque el empleo en la Primera Grecia de motivos como las aguas o el<br />

árbol sea perfectamente conocido, la presencia de éstos en los relatos de las sociedades<br />

que conocieron una sólida tradición oral no puede ser considerada como gratuita.<br />

Más allá del rol desempeñado por el árbol, también los cursos de agua y los<br />

manantiales parecen incorporar en el pensamiento mítico-religioso cierto tipo de<br />

estatuto sagrado que hace de ellos fuentes de conocimiento, o de olvido, según la<br />

naturaleza de sus aguas. En este respecto, como recordará el lector, antes de alcanzar el<br />

éxtasis la Pitia se bañaba y bebía de un manantial sagrado. Mas ¿cuál es el significado<br />

que subyace bajo esta clase de rituales y liturgias? Quizá podamos encontrar la clave en<br />

la descripción del oráculo de Lebadea realizada por Pausanias. Pues en éste, antes de<br />

acceder a la cueva de Trofonios, aquel que deseaba entrar en contacto con lo<br />

trascendente era conducido a un par de fuentes próximas al lugar:<br />

«Allí debe beber de un agua llamada Lete [Olvido], para olvidarse de todo<br />

lo que hasta entonces pensaba; después de esto debe beber de nuevo de otra<br />

79 Hesíodo, Teogonía, 28-31; traducción de Martín Sánchez, A. y M. A., Alianza, Madrid, 1996, p. 30.<br />

80 Homero, Ilíada, II, 100-108.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

agua, la de Mnemósine [Memoria], por la que recuerda lo que ha visto<br />

cuando bajó [a la cueva]» 81 .<br />

En efecto, bajo la óptica del pensamiento mítico determinados ríos y manantiales<br />

podían poner al alcance de quien bebiera sus aguas el conocimiento de lo trascendente<br />

que, por norma general, se encontraba vedado para el común de los mortales. Sin<br />

embargo, tal y como aparece en el pasaje de Pausanias, no todas las aguas permitían<br />

recordar lo alcanzado en la revelación, sino tan sólo aquellas que, como Mnemósyne,<br />

afianzaban tales conocimientos en el alma de quien las bebía. Es por ello que esta<br />

potencia y divinidad de carácter psicológico puede ser localizada como fundamento de<br />

buena parte de la sabiduría de los maestros de verdad y de los primeros sabios de<br />

Grecia, pues ya asumiera la imagen mítico-religiosa de las aguas sagradas, ya adoptara<br />

el rostro de la madre de las musas o ya apareciera reconvertida en anámnesis por la<br />

filosofía emergente, Mnemósyne hubo siempre de legitimar la palabra verdadera<br />

distinguiéndola de las meras opiniones.<br />

Por lo demás, el vínculo que puede ser constatado en Grecia entre este tipo de<br />

sabiduría, afianzada en Mnemósyne, y la doctrina de la inmortalidad y transmigración<br />

de las almas es perfectamente evidente en el caso de Pitágoras y sus seguidores, los<br />

cuales debían recurrir a la anámnesis para poder así rememorar sus anteriores<br />

encarnaciones.<br />

También Platón llegó a emplear en sus reflexiones la imagen mítico-religiosa de<br />

las aguas del olvido, aunque, eso sí, siempre bajo la perspectiva escatológica de la<br />

salvación de las almas. Pues, en efecto, el máximo paladín de la filosofía, el mismo que<br />

en el Fedro no desea afirmarse en torno a la autenticidad de los mitos 82 , no muestra<br />

ningún tipo de reparo a la hora de incluir al final de la República el recurso de las aguas<br />

como instrumento para dar a conocer su doctrina de salvación. Se trata del relato que<br />

Sócrates cuenta a Glaucón a propósito de la experiencia del alma de Er el panfilia en el<br />

Más Allá 83 , donde, como explica magistralmente Jean-Pierre Vernant, «las almas<br />

sedientas deben evitar beber en el río de la llanura de Leteo [llanura del Olvido] un agua<br />

81 Pausanias, Descripción de Grecia, IX, 39, 8; traducción de Herrero Ingelmo, M. C., Gredos, Madrid,<br />

1994, p. 335.<br />

82 Platón, Fedro, 229 b–230 a.<br />

83 Platón, República, 614 b y ss.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

“que ningún recipiente podría contener” y que al proporcionarles el olvido les envía de<br />

nuevo al ciclo de las generaciones». «En las aguas del Leteo», continúa aquél, «las<br />

almas pierden el recuerdo de las verdades eternas que han podido contemplar antes de<br />

caer sobre la tierra y que la anámnesis, devolviéndoles a su verdadera naturaleza, les<br />

permitiría reencontrar» 84 .<br />

Así pues, debido a su utilidad simbólica, ni tan siquiera Platón fue capaz de<br />

renunciar a los antiguos mecanismos del pensamiento mítico, lo que pone de manifiesto<br />

que en el siglo –IV aquéllos todavía se encontraban perfectamente en uso. Cuánto más<br />

hubieron de perdurar es una cuestión que excede los límites de nuestra investigación.<br />

Además, es hora ya de poner fin a este primer capítulo y centrarnos en el auténtico<br />

propósito de este estudio: el antiguo pensamiento céltico irlandés.<br />

–CAPÍTULO II–<br />

LA IRLANDA CÉLTICA Y SU LITERATURA DE TRADICIÓN ORAL<br />

Como hemos podido apreciar a lo largo del capítulo anterior, las diferencias<br />

entre la antigua sabiduría, por un lado, y la filosofía griega, por el otro, no fueron en<br />

ningún caso insalvables. Una y otra llegaron a encontrarse lo suficientemente próximas<br />

como para existir numerosos prestamos entre ellas. Sin embargo, como ya advertimos al<br />

comienzo de estas páginas, no encontrará el lector en la Primera Grecia nuestro marco<br />

principal de estudio, sino en la antigua Irlanda. Si hasta ahora hemos dedicado buena<br />

parte de nuestros esfuerzos a mostrar la proximidad que llegó a existir durante la<br />

Antigüedad entre maestros de verdad, sabios y filósofos, todos ellos formados a partir<br />

de las mismas concepciones mítico-religiosas, se debe a la utilidad del escenario griego<br />

para funcionar en nuestro análisis como modelo y paradigma de la antigua sabiduría<br />

céltica. Por ello, una vez que disponemos de una base donde poder asentar nuestras<br />

reflexiones en torno al pensamiento mítico de los antiguos pobladores de Irlanda,<br />

podemos adentrarnos ya con paso firme en las cuestiones que, desde largo atrás,<br />

prometimos estudiar.<br />

84 Vernant, J-P., “Aspectos míticos de la memoria y del tiempo”; en Mito y pensamiento en la Grecia<br />

Antigua, Ariel, Barcelona, 2001, p. 101.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

No obstante, antes de acceder al análisis de la pareja formada por el druida y el<br />

rey, esto es, antes de pasar a examinar la estructura que adopta la soberanía sagrada<br />

entre los irlandeses, en este segundo capítulo aún hemos de tratar otro tipo de<br />

cuestiones, de carácter introductorio y metodológico, sin las cuales el alcance de nuestro<br />

estudio se vería sensiblemente limitado.<br />

–3–<br />

LOS CELTAS E IRLANDA<br />

A pesar del largo período de tiempo transcurrido desde que en la segunda mitad<br />

del siglo XIX las ciencias históricas se aplicaran a desvelar el origen y evolución de los<br />

distintos pueblos célticos, todavía hoy hemos de enfrentarnos a un gran <strong>número</strong> de<br />

lagunas que nos impiden recorrer de manera lineal y sin interrupciones el devenir de<br />

estas gentes desde sus oscuros inicios hasta el momento en el que los primeros<br />

documentos escritos, redactados por griegos y romanos, comienzan a hacer mención de<br />

ellos. De hecho, es posible que jamás lleguemos a localizar las piezas que nos faltan.<br />

Mas no todo ha de ser resignación, pues, gracias a los esfuerzos realizados por las<br />

distintas generaciones de investigadores que sobre estos asuntos han venido trabajando,<br />

gracias a estos eruditos cuyos nombres pueblan los libros que reposan bajo gruesas<br />

capas de polvo en los sótanos de las bibliotecas, algo se ha avanzado, sin duda, y<br />

nuestra ignorancia, aunque persiste en muchos aspectos, no es ya la misma que a<br />

comienzos de la “edad dorada” de la investigación céltica a finales del siglo XIX y<br />

comienzos del XX. Aun así, a pesar de que los senderos que nos conducen a los<br />

antiguos celtas se encuentran ahora más despejados, quien desee en nuestro tiempo<br />

abordar estas cuestiones habrá de adoptar la misma prudencia que en su día exhibieron<br />

los investigadores mencionados, pues la misma celtomanía viene a enturbiar hoy como<br />

ayer el estudio riguroso de estos asuntos.<br />

El origen de los celtas, al igual que el de buena parte del resto de los pueblos<br />

indoeuropeos, se remonta, hasta donde sabemos, a la prehistoria del viejo continente.<br />

Para dar cuenta de este hecho, los investigadores se sirven de los conocimientos que<br />

tanto la arqueología como la lingüística ponen a su alcance, así como de cualesquiera<br />

168<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

otros que puedan ayudar a arrojar algo de luz sobre el pasado céltico más remoto. Pues,<br />

en efecto, los datos de que se disponen son en muchas ocasiones escasos e insuficientes,<br />

lo que hace absolutamente necesario complementarlos con aquellos otros facilitados,<br />

por ejemplo, por la antropología o la mitología comparada. Debido exclusivamente a<br />

esta insuficiencia de las investigaciones, no todos los autores se aventuran a hablar<br />

estrictamente de celtas con anterioridad al final de la Primera Edad del Hierro, esto es,<br />

antes del siglo –V. Tal es el caso, por ejemplo, de Venceslas Kruta, para quien «la<br />

atribución a grupos étnicos de las culturas arqueológicas de la Europa bárbara sigue<br />

siendo totalmente hipotética antes de fines de la Primera Edad del Hierro» 85 . De hecho,<br />

todavía a mediados del siglo XX los arqueólogos e historiadores consideraban como<br />

célticos a los pueblos centroeuropeos de la Edad del Bronce que enterraban a sus<br />

muertos en túmulos. Incluso se creyó ver a los celtas en los pueblos que se extendieron<br />

durante los siglos –XIV a –IX desde Europa central hasta la Península Ibérica y que nos<br />

son conocidos principalmente por su costumbre de incinerar los cuerpos de los difuntos<br />

y enterrar las cenizas en urnas de cerámica. Hoy sabemos que en ninguno de estos dos<br />

grupos se puede reconocer estrictamente a los celtas. Muy probablemente existieron<br />

elementos célticos, tanto poblacionales como culturales, entre las gentes de los túmulos<br />

y las de los campos de urnas, pero en ningún caso los datos de que disponemos nos<br />

permiten hablar de tribus célticas antes del siglo –V.<br />

Con anterioridad a su máximo período de expansión en los siglos –IV y –III,<br />

sabemos que los celtas poblaban centroeuropa desde el alto Danubio hasta el Loira. Fue<br />

éste un período de prosperidad que condujo a un aumento de la población, el cual<br />

desembocó en las invasiones de los siglos anteriormente citados. Como ha señalado<br />

Kruta 86 , estos movimientos de población no fueron migraciones, es decir, no supusieron<br />

el abandono de la tierra patria. Fueron, más bien, procesos de colonización y de<br />

expansión que condujeron a los celtas hacia regiones diversas del continente europeo.<br />

Debemos rechazar, por lo tanto, la idea preconcebida de unas migraciones motivadas<br />

por la presión territorial ejercida por los germanos desde el norte y los romanos desde el<br />

sur. Este efecto de yunque y martillo es posterior en el tiempo y corresponde<br />

principalmente al siglo –I, como atestigua el relato de César sobre la migración<br />

85 Kruta, V., Los celtas, Edaf, Madrid, 2002, p. 85.<br />

86 Kruta, V., Los celtas, Edaf, Madrid, 2002, pp. 127-130.<br />

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helvética, en el que se describe a todo un pueblo preparándose para abandonar su<br />

territorio ancestral y no regresar. 87 Durante los siglos –IV y –III, lejos de abandonar sus<br />

tierras, los celtas ampliaron sus territorios entrando en conflicto directo con sus grandes<br />

rivales del Mediterráneo, a cuyos ojos, desde entonces, no pasaron desapercibidos según<br />

se observa en las muchas citas y comentarios que, sobre los celtas, se pueden extraer de<br />

las obras grecorromanas.<br />

Uno de los aspectos en el que los especialistas se pusieron de acuerdo ya hace<br />

tiempo es el de clasificar a los celtas no sólo por su evolución histórica y sus rasgos<br />

culturales, sino también, muy importante, en función de las características de sus<br />

respectivas lenguas, a saber, la goidélica (goídelc) y la britónica. Como resultado, dos<br />

son los grupos célticos que hemos de distinguir: los goidelos (goídil) y los bretones.<br />

Ambos grupos, no cabe duda, emigraron a las islas occidentales desde el continente<br />

europeo, sin embargo, si seguimos la opinión de Henri Hubert 88 , los goidelos hubieron<br />

de alcanzarlas mucho antes que el grupo britónico, el cual lo hizo sin duda durante la<br />

Segunda Edad del Hierro. Además, si en Gran Bretaña los goidelos fueron absorbidos<br />

por el empuje de la cultura britónica, no ocurrió lo mismo en Irlanda, donde la<br />

población céltica más antigua logró preservar buena parte de su identidad ante el avance<br />

de sus parientes. Ésta y no otra es la causa de que la sociedad céltica que nos describe la<br />

literatura irlandesa de tradición oral se asemeje a la griega homérica, pues ambas<br />

responden en última instancia a grupos humanos que aún se encontraban ligados en<br />

cierto modo a la Edad del Hierro e, incluso, a la del Bronce.<br />

Tras el ascenso militar de Roma en las regiones continentales, sólo los celtas de<br />

las islas de Gran Bretaña y de Irlanda lograron mantener su identidad cultural. De<br />

hecho, a pesar de la llegada del Cristianismo a sus tierras y el control romano de buena<br />

parte de la isla de Bretaña, el carácter y las costumbres de los bretones y los goidelos se<br />

mantuvieron a salvo. Fueron las invasiones bárbaras sobre las islas las que pusieron fin<br />

a la pervivencia céltica en los territorios de la actual Inglaterra. Aun así, en ciertas zonas<br />

de Escocia y Gales, así como en otras de la Bretaña Armoricana, el espíritu céltico ha<br />

87 Julio César, Guerra de las Galias, I, 2-29.<br />

88 Hubert, H., “Orígenes de los celtas” y “La expansión de los celtas en las islas británicas”; en Los celtas<br />

y la civilización céltica, Akal, Madrid, 2000, pp. 107-155 y 157-192.<br />

170<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

sobrevivido, más o menos inalterado, hasta nuestros días, mientras que en Irlanda, por<br />

su parte, nunca ha desaparecido.<br />

No cabe duda, la localización geográfica de Irlanda fue la que preservó a la isla<br />

del grueso de los procesos de fluctuación que se produjeron sobre las diversas<br />

identidades culturales de raíz indoeuropea en el occidente continental desde la aparición<br />

de la potencia militar romana hasta la desintegración del Imperio y la formación de los<br />

distintos reinos medievales. Con el propósito de ilustrar esta afirmación se suele decir<br />

de Irlanda que nunca fue romanizada, aunque sí fue cristianizada. Sin embargo, si<br />

seguimos a Jean Markale 89 , el carácter del Cristianismo que floreció en la isla desde que<br />

San Patricio se encargara de iniciar su conversión allá por el siglo V, a pesar de la<br />

pertenencia a la institución episcopal por parte del santo, encauzó en una vertiente<br />

monacal de evolución propia que terminó por diferir sensiblemente de las maneras<br />

romanas. De hecho, fue el carácter de este Cristianismo céltico el que preservó intacta,<br />

salvó mínimas variaciones, buena parte de la riquísima tradición oral vinculada a la<br />

iletrada población irlandesa de la Edad de los Metales; una tradición oral que sólo tras la<br />

adopción del Cristianismo fue puesta por escrito en los monasterios irlandeses<br />

medievales, cuando la clase druídica, y con ella su máxima de prohibir la escritura,<br />

había quedado ya desplaza en favor del clero cristiano.<br />

–4–<br />

LA ANTIGUA LITERATURA IRLANDESA<br />

El papel desempeñado por el Cristianismo en Irlanda fue decisivo en lo que<br />

respecta a la dirección de los cambios que se produjeron en la isla. En poco tiempo los<br />

celtas dejaron de ser una población iletrada, de costumbres y creencias paganas, para<br />

convertirse a la nueva religión que triunfaba en el este y adoptar la escritura. Como<br />

consecuencia, según fueron renunciando a su oralidad, los primeros irlandeses en<br />

aceptar el Cristianismo fueron también los primeros en alfabetizarse, hasta el punto de<br />

que ellos mismos se reunieron para erigir pequeños núcleos monásticos, básicamente<br />

89 Markale, J., El cristianismo celta. Orígenes y huellas de una espiritualidad perdida, José J. de Olañeta,<br />

Palma de Mallorca, 2001.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

aldeas, en los que habrían de desplegar sus habilidades intelectuales ligadas a la<br />

escritura. «Tan despreocupados sobre la ortodoxia del pensamiento como<br />

despreocupados estaban por la uniformidad de las prácticas monásticas», escribe<br />

Thomas Cahill, «los monjes introdujeron en sus bibliotecas todo lo que les caía en las<br />

manos. Tomaron la resolución de no dejar fuera nada. No eran para ellos los escrúpulos<br />

de san Jerónimo, que temía acabar ardiendo en el infierno si leía a Cicerón. Una vez que<br />

supieron leer los evangelios y los demás libros de la sagrada Biblia, las vidas de los<br />

mártires y de los ascetas, y los sermones y los comentarios de los padres de la Iglesia,<br />

empezaron a devorar toda la antigua literatura griega y latina que se les ponía por<br />

delante» 90 . Fue esta temprana vocación por la cultura y las lenguas clásicas la que les<br />

llevó a copiar una y otra vez las obras grecorromanas de la Antigüedad salvándolas de<br />

la oscuridad que por entonces cubría las regiones continentales de Europa. Llegaron<br />

incluso a traducir algunas de ellas a su propia lengua céltica. Pero, sobre todo, lejos de<br />

seguir las directrices que, desde Roma, se extendían sobre el resto de las<br />

circunscripciones episcopales, los monjes irlandeses no renunciaron a poner por escrito<br />

su propia literatura pagana de tradición oral. Por ello, gracias al apego que en su día<br />

mostraron por su patrimonio literario, actualmente podemos disfrutar de la literatura<br />

vernácula europea más antigua que haya sobrevivido, la cual, a la manera de los poemas<br />

de Homero, nos permite contemplar el remoto escenario donde se fraguó buena parte de<br />

nuestro pasado europeo.<br />

Cuán dura y tediosa debió ser en ocasiones la tarea de estos monjes-escribas lo<br />

podemos entrever en muchas de sus glosas, algunas de las cuales constituyen verdaderas<br />

piezas maestras de la lírica irlandesa, como es el caso del siguiente poema de finales del<br />

siglo VIII o principios del IX compuesto sin duda por uno de los muchos monjes de la<br />

isla que asumieron sobre sí la tarea de extender el monacato irlandés en el continente:<br />

«El blanco Pangur y yo ejercemos cada uno nuestro oficio: él pone atención<br />

en cazar, yo pongo atención en mi arte. Yo prefiero, antes que la fama,<br />

ponerme aplicado en mi libro; el blanco Pangur no me envidia, prefiere su<br />

juego de niños. Cuando –siempre la misma historia– estamos solos en casa,<br />

tenemos en qué ocupar nuestro ingenio, cada uno en un juego interminable.<br />

A menudo, tras reñidos combates, un ratón cae entre sus redes; por lo que a<br />

mí respecta, cae en mi red una difícil ley de intrincado sentido. Él dirige sus<br />

90 Cahill, Th., De cómo los irlandeses salvaron la civilización, Debate, Madrid, 1998, p. 164.<br />

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claros ojos, perfectos, a los muros de alrededor; yo dirijo a la honda<br />

sabiduría mis límpidos ojos cansados. Se alegra, con ágil movimiento,<br />

cuando un ratón se prende de su zarpa; si entiendo algo difícil que me gusta,<br />

también yo mucho me alegro. Aunque estemos así siempre, ninguno estorba<br />

al otro: gusta a cada uno su oficio, disfrutamos uno y otro con ellos. Él es el<br />

solo señor del trabajo que hace cada día; a comprender bien lo que es difícil<br />

dedico yo mi trabajo» 91 .<br />

Según nos transmite el poema, el prolongado trabajo en el scriptorium debió<br />

exigir de estos monjes una gran dedicación hacia las letras y lo que éstas podían<br />

transmitir, pues sólo amando su tarea en el día a día pudieron recoger por escrito la gran<br />

variedad de poesía, canciones, proverbios, genealogías y tradiciones locales que<br />

aparecen en los manuscritos, ya como piezas independientes, ya insertas en programas<br />

narrativos de mayor amplitud. Sin embargo, más allá de esta literatura a la que, a falta<br />

de mejor término, llamaremos “menor”, la verdadera riqueza literaria de los manuscritos<br />

irlandeses, no cabe duda, se localiza en su relatos mitológicos y legendarios, los cuales,<br />

a pesar de que en algunas ocasiones fueron puestos por escrito en fecha bastante tardía,<br />

recogen y conforman la auténtica herencia céltica irlandesa.<br />

Los principales manuscritos medievales irlandeses que incorporan las leyendas<br />

de los dioses y héroes de la isla, tanto por su antigüedad como por la riqueza de su<br />

contenido, son el Lebor na hUídre (Libro de la vaca parda), que data de principios del<br />

siglo XII, y el Lebor Laiginn (Libro de Leinster), de mediados del mismo siglo. Estas<br />

fechas, repitámoslo, sólo indican el momento en el que cada códice fue redactado, lo<br />

que ha llevado a los especialistas a suponer una antigüedad mucho mayor para los<br />

relatos que aparecen en los manuscritos, ofreciendo criterios que vinculan esta literatura<br />

con formas culturales propias de la Edad del Hierro. Estos criterios se apoyan, en primer<br />

lugar, en el análisis de la lengua reflejada en los códices, así como en el estudio del<br />

carácter oral de la composición y transmisión de los relatos en relación con los diversos<br />

momentos en los que éstos fueron puestos por escrito. Además, por norma general<br />

disponemos de varios fragmentos de distintas versiones de cada relato, donde cada una<br />

de ellas presenta pequeñas variaciones lingüísticas y de contenido, lo que ha llevado a<br />

los eruditos a afirmar la pervivencia de una misma historia o leyenda a lo largo de los<br />

91 Traducido del irlandés por Rivero Taravillo, A., “El clérigo y su gato”; en Antiguos poemas irlandeses,<br />

Gredos, Madrid, 2001, pp. 104-105.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

siglos y su reiterada puesta por escrito, ya bien desde la propia tradición oral o desde<br />

otra versión manuscrita preexistente. En segundo lugar, los especialistas comparan el<br />

contenido de los relatos con los restos materiales de la Irlanda pagana que aporta la<br />

arqueología. Por todo ello, como resultado de las investigaciones, muchos especialistas<br />

no han dudado en afirmar que el mundo que aparece reflejado en los relatos de los<br />

manuscritos pertenece en esencia a la Edad del Hierro irlandesa (la cual se prolonga<br />

hasta el siglo IV) o, al menos, a los primeros siglos de la Alta Edad Media (siglos V-<br />

VII). 92 El conjunto de las antiguas leyendas irlandesas ha sido agrupado por los<br />

comentaristas actuales en cuatro grandes ciclos a la manera de la antigua literatura<br />

griega, en la que se suele distinguir, por ejemplo, el Ciclo de Troya respecto del tebano,<br />

y éstos, a su vez, de composiciones teogónicas como la de Hesíodo. Como es natural,<br />

los propios poetas irlandeses nada sabían de la existencia de estos ciclos, pues ellos<br />

distinguían cada una de las composiciones que debían memorizar en función de su<br />

temática interna, que era independiente del trasfondo del relato.<br />

Por lo que se refiere a la división contemporánea de estas leyendas en ciclos,<br />

cuatro son los que se reconocen normalmente. 93 Veámoslos.<br />

El primero de ellos es el Ciclo Mitológico, donde se narran algunos de los<br />

conflictos bélicos que se dieron en la Irlanda primordial a raíz de las diferentes<br />

invasiones que sufrió la isla por parte de diversos pueblos, entre ellos las famosas<br />

Túatha Dé Danann (tribus de la diosa Dana), hasta la llegada de los goidelos. También<br />

se incluyen en este ciclo los immrama, esto es, las navegaciones a las que determinados<br />

personajes o héroes se sometían hasta alcanzar el Otro Mundo irlandés. Por lo demás,<br />

algunos de los relatos más destacables de este ciclo son el Leabhar Gabhála (El libro de<br />

92 Sobre el estado actual de la investigación en relación al estudio lingüístico y arqueológico del grueso de<br />

los relatos contenidos en los manuscritos irlandeses, en general, y de la Táin Bó Cúailnge, en particular,<br />

léase a Ó Huiginn, R., “The background and development of Táin Bó Cúailnge”, así como a Mallory, J.<br />

P., “The world of Cú Chulainn. The archaeology of the Táin Bó Cúailnge”; ambos publicados en Aspects<br />

of the Táin, December Publications, Belfast, 1992, pp. 29-67 y 103-159.<br />

93 Citaremos en esta ocasión tres obras que retoman y comentan de manera inmejorable la gran mayoría<br />

de los relatos irlandeses incluidos en estos ciclos. La primera de ellas, la más antigua, aunque no la menos<br />

significativa, es la de Rolleston, Th. W., Myths and legends of the Celtic race, George G. Harrap &<br />

Company Ltd., Londres, 1927 (trad. esp.: Los celtas, M. E. Editores, 1995). La segunda, convertida ya en<br />

un clásico, es la redactada por el gran especialista Dillon, M., Early Irish literature, University of<br />

Chicago Press, Chicago, 1948. Mientras que la tercera, por su parte, no es otra que la obra del excéntrico<br />

erudito del mundo céltico Markale, J., La epopeya celta en Irlanda, Júcar, Madrid, 1975.<br />

174<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

las invasiones), el Cath Maige Tuired (La segunda batalla de Mag Tuired) o el Imram<br />

Brain (La navegación de Bran).<br />

El segundo de los cuatro grandes ciclos irlandeses es el del Ulster, el cual recoge<br />

las hazañas bélicas del héroe Cú Chulainn y del resto de paladines ulates durante el<br />

gobierno del rey Conchobar sobre la provincia del Ulster, constantemente enemistada<br />

con el resto de las provincias irlandesas. Dentro de este ciclo destaca por encima de<br />

todos los demás relatos la Táin Bó Cúailnge (El robo del toro de Cooley), aunque la<br />

Mesca Ulad (La embriaguez de los ulates), el Serglige Con Culainn (La postración de<br />

Cú Chulainn) o la Fled Bricrend (El festín de Bricriu) también son reseñables.<br />

El tercer gran grupo de leyendas se recoge en el Ciclo de Leinster, también<br />

conocido como Ciclo de Finn o Ciclo Osiánico. En estos relatos se narran las aventuras<br />

del gran héroe Finn mac Cumaill y su grupo de guerreros, los fíanna. En este caso, la<br />

pieza más importante de este ciclo es la Acallam na Senórach (La conversación de los<br />

ancianos), aunque existen otros muchos relatos de gran interés.<br />

Por último, el Ciclo de los Reyes conforma el cuarto de estos grupos de<br />

leyendas. El conjunto de sus relatos es conocido también como el Ciclo Histórico, pues<br />

en él se recogen varios relatos protagonizados por personajes, reyes en su mayoría, que<br />

poseen cierto trasfondo histórico. Entre los relatos de este ciclo destaca la bellísima<br />

Togail Bruidne Dá Derga (El ataque a la casa de huéspedes de Dá Derga), sin duda<br />

alguna una de nuestras leyendas favoritas.<br />

Al agrupar estas leyendas en ciclos, los especialistas han facilitado el acceso por<br />

parte del gran público a la literatura irlandesa de tradición oral, favoreciendo la<br />

comprensión del complejo edificio mitológico y legendario que crearan los antiguos<br />

habitantes de la isla. Sin embargo, a los poetas irlandeses no se les pasó por la cabeza el<br />

clasificar sus relatos de esta manera, pues hemos de suponer que eran conscientes de<br />

que el resto de la población conocía perfectamente los nombres de sus dioses y héroes<br />

legendarios. En su lugar, independientemente del trasfondo de los diferentes relatos, ya<br />

giraran éstos en torno a una determinada provincia o héroe, los antiguos poetas los<br />

agruparon en función de su temática, lo que dio como resultado un <strong>número</strong> muy elevado<br />

de arquetipos o series narrativas a memorizar.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 175


Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

Sabemos que para alcanzar el máximo grado dentro del grupo de los poetas, los<br />

miembros de la clase intelectual druídica debían conocer 350 historias agrupadas en no<br />

menos de diecinueve series argumentales. Con el objeto de ilustrar perfectamente la<br />

riqueza de la literatura mitológica y heroica irlandesa, es nuestra intención enumerar a<br />

continuación el nombre de cada una de estas series, pues, de hecho, éstas nos son<br />

conocidas gracias a dos listas incluidas en manuscritos que probablemente se remontan<br />

a un original del siglo X. Las diferentes series, reunidas desde las listas conocidas como<br />

A y B, son las togla (ataques), las tána (incursiones a provincias vecinas para adueñarse<br />

del ganado), los tochmarca (galanteos para cortejar a una mujer), los catha (batallas),<br />

los uatha (escondrijos con objeto de ocultarse), los immrama (navegaciones), las oitte<br />

(muertes violentas), las fessa (festines), las forbassa (asedios), las echtrai (salidas en<br />

búsqueda de aventuras), los aithid (fugas de amantes), los airgne (asesinatos), los<br />

tomadma (inundaciones), las físi (visiones), las serca (amores), las sluagid<br />

(expediciones militares), las tochomlada (invasiones), las coimperta (concepciones y<br />

nacimientos) y, en último lugar, los buili (enloquecimientos). 94<br />

Después de incluir esta lista, la cual viene a recoger buena parte de la riqueza<br />

temática de los relatos que hubieron de recitar los antiguos poetas irlandeses, no<br />

creemos oportuno prolongar innecesariamente el comentario de estas cuestiones. Sin<br />

embargo, no habremos de concluir aquí este segundo capítulo, pues aún debemos<br />

atender una cuestión que se nos antoja de especial importancia, a saber, la que consiste<br />

en dilucidar hasta qué punto el examen de las formas culturales que aparecen en los<br />

manuscritos medievales irlandeses puede dar cuenta de los valores y patrones de<br />

comportamiento vigentes entre los habitantes que poblaron la isla con anterioridad a su<br />

cristianización. Es decir, ¿podría el análisis de unos mitos puestos por escrito durante la<br />

Edad Media bajo una institución monacal desentrañar los modelos de comportamiento,<br />

tanto ideales como cotidianos, de una población de raíces culturales célticas que hasta la<br />

llegada del Cristianismo fiaba sus tradiciones, mitos y leyendas a la memoria de unos<br />

poetas vinculados a la institución druídica? Responder a esta pregunta nos lleva a<br />

introducir para este capítulo un tercer y último apartado en el que, con objeto de<br />

94 Rees, A. / Rees, B., “The storyteller´s repertoire”; en Celtic heritage. Ancient tradition in Ireland and<br />

Wales, Thames and Hudson, Londres, 1998, pp. 207-212.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

ayudarnos en nuestro estudio, intentaremos dar cuenta de las posibilidades que nos<br />

ofrece el análisis de la tradición oral.<br />

–5–<br />

MAESTROS DE TRADICIÓN<br />

De acuerdo con el estudio realizado por el folklorista James H. Delargy, en<br />

Irlanda, no hace mucho aún, todavía era relativamente fácil localizar entre sus<br />

habitantes, principalmente en las regiones del oeste de la isla, auténticos cuenta-cuentos<br />

a la manera, suponemos, de como debieron de proliferar es tiempos más remotos. 95 Al<br />

contrario que sus antepasados de la clase intelectual druídica, estos seanchaithe de la<br />

primera mitad del siglo XX, pues por tal nombre son reconocidos en irlandés moderno,<br />

no pertenecían a las clases privilegiadas de la sociedad. Lejos de llevar una vida<br />

diferente de la de sus vecinos, se ganaban el pan de la misma manera que aquéllos, ya<br />

fuera trabajando como pescadores, cuidando de su pequeña propiedad apenas rentable o<br />

vagando por los alrededores en busca de algún sustento. En cambio, en lo que respecta a<br />

sus funciones sociales como cuenta-cuentos, el lugar que hubieron de ocupar estos<br />

narradores de historias dentro de su comunidad antes de que los medios de<br />

comunicación de masas modificaran sus vidas debió ser sumamente importante, pues,<br />

además de entretener al vecindario durante las tardes y las largas noches de invierno,<br />

también hacían de historiadores de sus propias tradiciones, tanto locales como<br />

nacionales. Por ello, teniendo en cuenta esta función social de los cuenta-cuentos, no<br />

cabe duda de que los seanchaithe debieron de aparecer ante los ojos de sus allegados<br />

como los guardianes de la tradición. De hecho, si atendemos al vocabulario de la<br />

antigua lengua céltica de Irlanda podemos observar que el término senchas, en el cual<br />

hemos de reconocer la misma raíz que en el irlandés moderno seanchaithe, significaba<br />

ya por aquel entonces “historia”, “tradición”, mientras que senchae, por su parte, remitía<br />

95 Sobre la figura tradicional irlandesa de los story-tellers, junto con algunas de las anécdotas e historias<br />

recogidas por James H. Delargy en su estudio, remitimos al lector a la introducción de De Prada, J. M.,<br />

incluida en el libro Cuentos populares irlandeses, Siruela, Madrid, 1998, pp. XI-XV; así como a la obra<br />

de Rees, A. / Rees, B., Celtic heritage. Ancient tradition in Ireland and Wales, Thames and Hudson,<br />

Londres, 1998, pp. 11-15.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

directamente al “guardián de la tradición”, es decir, al “historiador”, miembro, como<br />

otros tantos, de la clase intelectual druídica.<br />

El importante papel que hubieron de desempeñar estos historiadores dentro de<br />

las antiguas comunidades tribales irlandesas se encuentra atestiguado por la presencia<br />

en los relatos del Ciclo del Ulster de un personaje llamado Sencha, esto es, un druida, el<br />

cual suele figurar como asesor personal del rey Conchobar. Una de las escasas<br />

referencias que sobre su persona aparecen en El robo del toro de Cooley nos lo presenta<br />

dispuesto para la batalla final que poco después habría de enfrentar al ejército de los<br />

ulates contra las tropas incursoras, donde se lo describe como:<br />

«Sencha meic Ailella hijo de Máilchló, el elocuente orador [so-irlabraid]<br />

del Ulster y el hombre que [con su palabra] apacigua los ejércitos de las<br />

huestes de Irlanda» 96 ;<br />

lo que hace de él un especialista en oratoria a la manera de los sabios grecorromanos,<br />

convirtiéndolo, según nos disponemos a mostrar en la siguiente cita, en maestro de la<br />

palabra sagrada. Pues, en efecto, en la misma versión del relato, una vez que la<br />

contienda ha comenzado, Conchobar, el gran rey del Ulster, acude a Sencha para<br />

solicitar de él un tipo de ayuda que sólo el gran druida es capaz de ofrecer:<br />

«contén a los hombres del Ulster y no les permitas regresar a la batalla hasta<br />

que los agüeros [tsheón] y augurios [tsholud] estén totalmente a nuestro<br />

favor» 97 .<br />

Con Sencha, por lo tanto, nos encontramos ante un personaje mucho más<br />

complejo de lo que nos muestran sus epónimos irlandeses de mediados del siglo XX,<br />

pues, más allá de sus funciones como orador e historiador, su figura parece responder<br />

también a los atributos que caracterizaban a los agoreros griegos que, bajo el arquetipo<br />

96 Táin Bó Cúalnge (versión del Libro de Leinster), vv. 4355-4356; editado en irlandés junto con una<br />

traducción inglesa por O´Rahilly, C., Táin Bó Cúalnge from the Book of Leinster, Irish Texts Society,<br />

Londres, 1967, pp. 120 y 256.<br />

97 Táin Bó Cúalnge (versión del Libro de Leinster), vv. 4651-4653; editado en irlandés junto con una<br />

traducción inglesa por O´Rahilly, C., Táin Bó Cúalnge from the Book of Leinster, Irish Texts Society,<br />

Londres, 1967, pp. 128-129 y 264.<br />

178<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

del homérico Calcante, tuvimos oportunidad de examinar en el primer capítulo de este<br />

estudio.<br />

De acuerdo con lo que acabamos de anticipar, sabemos que la antigua clase<br />

intelectual irlandesa incluía entre sus competencias funciones muy diversas. De hecho,<br />

en su obra sobre el druidismo, además del ya citado senchae (guardián de los anales y<br />

demás tradiciones pseudo-históricas de la comunidad, así como de las genealogías<br />

reales), Jean Markale se permite mencionar algunas de las denominaciones<br />

correspondientes a otras tantas especializaciones de la institución druídica 98 , a saber, el<br />

líaig (curandero especialista en plantas medicinales y quirurgía mágica), el deogbaire<br />

(escanciador de sustancias embriagadoras y alucinógenas sólo por él conocidas), el<br />

cruittire (arpista maestro en armonías capaces de alegrar los espíritus o de hacer<br />

sucumbir a los hombres), el fáith (adivino, vidente e intérprete de presagios y augurios),<br />

el breithem (juez y maestro de la palabra certera), el cainte (poeta satírico y maestro de<br />

la palabra mágica cantada o recitada) y, por último, el scélaige (poeta épico, narrador de<br />

los relatos tradicionales y maestro de verdad). 99<br />

Habida cuenta de nuestro actual propósito, en este tercer apartado del segundo<br />

capítulo nos vamos a centrar exclusivamente en la figura druídica de los maestros de<br />

tradición, para lo cual, ya nos encontremos ante historiadores, jueces o poetas, habremos<br />

de tratarlos a todos por igual, con independencia del nombre de su especialidad. De<br />

hecho, son los propios manuscritos irlandeses los que dan cuenta de un nombre<br />

específico para todos ellos, fili (filid en plural), el cual, tras la irrupción del Cristianismo<br />

en la isla, terminó por adueñarse del campo semántico que había poseído el término druí<br />

(druida), utilizado hasta entonces para designar al conjunto de la clase intelectual. Por lo<br />

tanto, es en la labor de estos filid, en tanto que grupo institucional heredero y<br />

equivalente del de los druidas célticos, donde debemos localizar los esfuerzos de la<br />

antigua comunidad irlandesa por preservar sus propias tradiciones orales.<br />

98 Markale, J., Druidas. Tradiciones y dioses de los celtas, Taurus, Madrid, 1989, p. 21.<br />

99 En los relatos irlandeses contenidos en los manuscritos medievales se puede localizar fácilmente a los<br />

diferentes integrantes de la clase intelectual druídica, así como numerosos pasajes en los que se<br />

mencionan sus capacidades o en los que ellos mismos exhiben sus habilidades y conocimientos. Quien así<br />

lo desee puede encontrar numerosas referencias sobre estos mismos pasajes en el Dictionary of the Irish<br />

language. Based mainly on old and middle Irish materials. Compact edition, Royal Irish Academy,<br />

Dublín, 1998.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

Al igual que los seanchaithe de la Irlanda moderna, entre los antiguos celtas de<br />

las Islas Británicas siempre existió un grupo de individuos pertenecientes a la clase<br />

privilegiada que, a falta de escritura, se dedicaron a la difícil tarea de memorizar las<br />

tradiciones de su comunidad para poder narrarlas posteriormente cuando así se lo<br />

reclamara su pueblo durante las festividades más relevantes o en cualquier otro<br />

momento que se creyera oportuno. Sin ir más lejos, en la cuarta rama de los relatos<br />

galeses conocidos como Mabinogion podemos localizar una de estas situaciones<br />

especiales en las que el recitado de la tradición oral de un pueblo ocupa el centro de<br />

atención durante una reunión. Se trata de la pieza titulada Math, hijo de Mathonwy, en<br />

uno de cuyos episodios se describe la llegada del gran hechicero Gwydyon,<br />

acompañado por un grupo de supuestos bardos, a la corte de Pryderi, señor de la región<br />

suroccidental de la actual Gales:<br />

«Les recibieron bien. Aquella noche, Gwydyon se sentó a un lado de<br />

Pryderi.<br />

–Mucho nos alegraría oír un relato a alguno de aquellos jóvenes<br />

─dijo Pryderi.<br />

–Señor –respondió Gwydyon–, es una costumbre entre nosotros que<br />

la primera noche en que nos encontramos junto a un gran hombre, el<br />

Pennkerdd (jefe de bardos) tome la palabra. Te relataré con mucho gusto un<br />

cuento.<br />

Gwydyon era el mejor narrador de cuentos del mundo. Y aquella<br />

noche distrajo a la corte con agradables cuentos y relatos» 100 .<br />

Por supuesto, los ejemplos que pueden ser citados no se limitan exclusivamente<br />

a la primera literatura galesa. Como no podía ser de otra manera, también Irlanda recoge<br />

en sus manuscritos buen <strong>número</strong> de ellos, entre los que cabe destacar, por<br />

paradigmático, aquel en el que el fili Forfoll, durante todo un invierno, desde el 1º de<br />

noviembre al 1º de mayo, recita a su anfitrión, el rey Mongán del Ulster, una historia<br />

diferente cada noche:<br />

100 Traducido del galés por Cirlot, V., Mabinogion, Promociones de Publicaciones Universitarias,<br />

Barcelona, 1986, pp. 141-142.<br />

180<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

«Durante su reinado, Mongán residía en Ráith Móir Maige Lini. Hasta él<br />

llegó Forgoll, el fili. [...] Cada noche el fili recitaba una historia [scél] a<br />

Mongán. Tan grande era su conocimiento que así estuvieron desde shamuin<br />

a béltaine» 101 .<br />

Aunque pueda parecer inverosímil, esta misma situación, según la cual los<br />

antiguos maestros de tradición eran capaces de regalar a su auditorio un relato distinto<br />

cada noche durante largos períodos de tiempo, no debe ser juzgada como ficticia, pues,<br />

de hecho, tal y como nos recuerdan Alwyn y Brinley Rees 102 , a lo largo de sus<br />

investigaciones sobre el folklore de la población irlandesa de la primera mitad del siglo<br />

XX, James H. Delargy logró encontrar al menos un caso idéntico al referido en el<br />

antiguo relato legendario sobre la vida del rey Mongán.<br />

Por lo demás, ya César, allá por el siglo –I, había constatado entre los galos la<br />

costumbre de confiar a la memoria sus propias tradiciones:<br />

«Se dice que aprenden allí [entre los druidas] gran <strong>número</strong> de versos. Y así,<br />

algunos permanecen en la instrucción veinte años» 103 .<br />

Por otro lado, es también el procónsul romano el primero en advertir que los<br />

celtas, aunque conocían y empleaban la escritura en ciertas ocasiones 104 , debido a algún<br />

interdicto de sus druidas no desearon poner por escrito su propia literatura de tradición<br />

oral:<br />

101 Editado en irlandés junto con una traducción inglesa por Meyer, K., The voyage of Bran, Llanerch<br />

Publishers, Felinfach, 1994, pp. 45-46 y 49.<br />

102 Rees, A. / Rees, B., Celtic heritage. Ancient tradition in Ireland and Wales, Thames and Hudson,<br />

Londres, 1998, p. 16.<br />

103 Julio César, Guerra de las Galias, VI, 14, 3; traducción de García Yebra, V. / Escolar Sobrino, H.,<br />

Gredos, Madrid, 2001, pp. 242-243.<br />

104 Julio César, Guerra de las Galias, I, 29, 1. En su lucha particular contra los enemigos del Ulster<br />

también Cú Chulainn emplea la escritura, en este caso oghámica, con procedimientos que hacen de ella<br />

un instrumento mágico vinculado a los conocimientos y las artes de los druidas que le instruyeron durante<br />

su infancia; véanse, por ejemplo, los versos 450-460 de la edición de O´Rahilly, C., Táin Bó Cúalnge<br />

from the Book of Leinster, Irish Texts Society, Londres, 1967, pp. 13 y 150. Sin embargo, la presencia del<br />

ogham en los relatos irlandeses no corresponde con la realidad histórica, pues sabemos que estas<br />

inscripciones no se remontan más allá de la época Cristiana, lo que hace imposible su presencia entre los<br />

celtas paganos.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

«Y no estiman que sea lícito encomendar estas cosas a las letras [neque fas<br />

esse existimant ea litteris mandare], aunque usan de las letras griegas en<br />

casi todas las restantes cosas, en los asuntos públicos y privados. Me<br />

parecen haber instituido esto por dos causas, por que ni quieren que su<br />

doctrina [disciplinam] se extienda al vulgo, ni que los que aprenden,<br />

confiados en las letras [litteris] (los escritos), cultiven menos la memoria; lo<br />

cual sucede casi a la mayoría, que descuidan la diligencia en aprender bien y<br />

la memoria con ayuda de las letras [praesidio litterarum]» 105 .<br />

Como muestra el comentario de César, el problema de la conveniencia o<br />

inconveniencia de la escritura no fue desconocido por el mundo grecorromano. Una de<br />

las manifestaciones más bellas realizadas durante la Antigüedad en torno a esta cuestión<br />

puede ser localizada en el Fedro de Platón, diálogo de madurez en el que Sócrates,<br />

preocupado por las posibilidades dialógicas del lenguaje escrito, viene a desestimar los<br />

discursos redactados con tinta, incapaces de defenderse a sí mismos, en favor de<br />

aquellos otros que se escriben en el alma del que escucha:<br />

«Así, pues, tanto el que deja escrito un manual, como el que lo recibe, en la<br />

idea de que de las letras derivará algo cierto y permanente, está<br />

probablemente lleno de gran ingenuidad [...] al creer que las palabras<br />

escritas son capaces de algo más que de hacer recordar a quien conoce el<br />

tema sobre el que versa lo escrito. [...] Pues eso es, Fedro, lo terrible que<br />

tiene la escritura [grafh/] y que es en verdad igual a lo que ocurre con la<br />

pintura. En efecto, los productos de ésta se yerguen como si estuvieran<br />

vivos, pero si se les pregunta algo, se callan con gran solemnidad. Lo mismo<br />

que les pasa a las palabras escritas [lo/goi]. Se creería que hablan como si<br />

pensaran [le/gein], pero si se les pregunta con el afán de informarse sobre<br />

algo de lo dicho, expresan tan sólo una cosa que siempre es la misma» 106 .<br />

En las palabras del filósofo ateniense, al igual que hubo de suceder entre los<br />

celtas, podemos localizar las reticencias que todavía en el siglo –IV los griegos sentían<br />

por la literatura escrita, huérfana de padre, en favor de la oralidad. Es evidente que<br />

Platón puso por escrito su propias reflexiones filosóficas bajo la forma de diálogos, sin<br />

embargo, si atendemos a sus propias palabras 107 , el de Atenas siempre consideró esta<br />

105 Julio César, Guerra de las Galias, VI, 14, 3-4; traducción de García Yebra, V. / Escolar Sobrino, H.,<br />

Gredos, Madrid, 2001, pp. 242-243.<br />

106 Platón, Fedro, 275 c-d; traducción de Luis GIL, Labor, Barcelona, 1994, p. 366.<br />

107 Platón, Fedro, 276 d.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

labor como una diversión, lo que viene a mostrar el apego que aún sentía por la antigua<br />

forma oral de la tradición griega. Por ello, añorada incluso por Platón, el cual representa<br />

el punto de inflexión en Grecia entre la oralidad y la escritura, cabe preguntarnos por las<br />

características de la tradición oral, ¿cuál fue su utilidad durante la Antigüedad? ¿Por qué<br />

hubo de convertirse en una pieza clave para pueblos como los celtas o los griegos de la<br />

Época Oscura?<br />

Hemos de advertir en primer lugar que no existe contradicción alguna en lo que<br />

acabamos de apuntar y aquello otro que fue afirmado en el segundo apartado del primer<br />

capítulo, a saber, la pertenencia por parte del filósofo ateniense a una nueva corriente de<br />

pensamiento que venía a negar en la Grecia del siglo –IV las formas tradicionales de la<br />

sabiduría, ligadas por herencia a la palabra oral, no escrita. Platón nunca llegó a<br />

oponerse a la oralidad, sino a las pretensiones de veracidad inmanentes a la palabra<br />

asertórica e incuestionable de los antiguos maestros de tradición. Ya advertimos en su<br />

momento que la verdad adquiere en la obra del filósofo ateniense unas connotaciones<br />

que no están presentes entre sus antecesores y rivales, las cuales vienen a hacer de<br />

aquélla, no ya el resultado de la revelación de lo sagrado, sino la adecuación entre el<br />

pensamiento y la esencia de lo pensado. Por todo ello, podemos decir que nada hay en<br />

el giro gnoseológico iniciado por Platón que pueda ser considerado como una crítica a la<br />

oralidad en sí misma. De hecho, como muestra el que escribiera diálogos, el de Atenas<br />

siempre creyó en la razón dialógica, enemiga, como no, de la palabra asertórica, su más<br />

profunda negación. De ahí que el enfrentamiento de Platón con la tradición sólo se<br />

produjera en cuanto al “mensaje”, y no en cuanto al “medio” en el que aquél se<br />

transmitía, pues mientras que en el primero de estos dos niveles el diálogo se opone a la<br />

palabra asertórica, en el segundo, lejos de existir oposición entre oralidad y escritura,<br />

ésta aparece tan sólo como el vástago indefenso del lógos vivo.<br />

Dejando a un lado a Platón, es nuestro propósito, como hemos prometido,<br />

centrarnos a continuación en el papel desempeñado por la oralidad en el devenir de las<br />

costumbres y tradiciones de los pueblos ágrafos de la Antigüedad, y concretamente en el<br />

de la población de la Irlanda pagana. ¿Cuál fue su principal función entre los irlandeses?<br />

¿Qué fue lo que hizo de la oralidad el instrumento de poder de la clase intelectual<br />

druídica?<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

Con objeto de ilustrar esta cuestión, el estatuto que los celtas asignaron a la<br />

palabra oral puede ser apreciado de manera inmejorable en la descripción de una de las<br />

divinidades galas realizada en el siglo II por el filósofo escéptico Luciano de Samosata.<br />

El dios en cuestión no es otro que Ogmios, el cual puede ser identificado con el Ogma<br />

de los irlandeses. Según la descripción del autor griego, el cual, debido a la piel de león<br />

y la clava que porta el dios, reconoció en él a Heracles, no cabe duda de que Ogmios-<br />

Ogma se encuentra estrechamente relacionado con el poder seductor de la elocuencia:<br />

«A Heracles los celtas lo llaman Ogmio ( )/Ogmion), usando una voz del<br />

país, y la imagen del dios la pintan muy rara. Para ellos es un viejo en las<br />

últimas, calvo por delante, enteramente canoso en los pelos que le quedan,<br />

llena su piel de arrugas y tostada hasta la completa negrura, como los viejos<br />

lobos de mar. Antes lo tomarías por un Caronte o un Japeto del Tártaro que<br />

por Heracles. Pero a pesar de sus trazas, tiene la indumentaria de Heracles:<br />

lleva ceñida la piel de león, tiene la maza en la diestra, porta el carcaj en<br />

bandolera y su mano izquierda muestra el arco tenso [...] Pero aún no he<br />

dicho lo más sorprendente de su imagen. Ese Heracles viejo arrastra una<br />

enorme masa de hombres, atados todos de las orejas. Sus lazos son finas<br />

cadenas de oro y ámbar, artísticas, semejantes a los más bellos collares. Y,<br />

pese a ir conducidos por elementos tan débiles, no intentan la huida –que<br />

lograrían fácilmente–, ni siquiera resisten o hacen fuerza con los pies,<br />

revolviéndose en sentido contrario al de la marcha, sino que prosiguen<br />

serenos y contentos, vitoreando a su guía, apresurándose todos con la<br />

cadena tensa al querer adelantarse; al parecer, se ofenderían si se los soltara.<br />

Pero lo que me resultó más extraño de todo no vacilaré en relatarlo: no<br />

teniendo el pintor punto al que ligar los extremos de las cadenas, pues en la<br />

diestra llevaba ya la maza y en la izquierda tenía el arco, perforó la punta de<br />

la lengua del dios y representó a todos arrastrando desde ella, ya que se<br />

vuelve sonriendo a sus prisioneros» 108 .<br />

Es evidente que Luciano de Samosata no comprendió en un primer momento el<br />

alcance mítico de la imagen del dios Ogmios, pues, como él mismo confiesa, quedó<br />

confundido ante la inusual ubicación de las conexiones que, bajo la forma de finas<br />

cadenas, conectaban la lengua del dios con las orejas de sus cautivos. Lo cierto es que<br />

no podemos reprenderle por ello, pues mientras que los griegos habían dejado atrás la<br />

oralidad hacía siglos, entre los celtas, en cambio, ésta se encontraba todavía<br />

perfectamente activa y operante. Como consecuencia, bajo ningún concepto debemos<br />

108 Luciano de Samosata, Heracles, 1-3; traducción de Espinosa Alarcón, A., Gredos, Madrid, 1981, pp.<br />

96-97.<br />

184<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

buscar en Ogmios el tipo de dios-héroe que representa Hércules. Al contrario, más allá<br />

de la clava y la piel de león, la fuerza que exhibe el dios no es física, sino intelectual,<br />

pues, qué duda cabe, el dios céltico que aparece descrito en el texto de Luciano no es<br />

otro que el de la elocuencia; circunstancia ésta por la que se lo representa en edad tan<br />

avanzada, a la manera de los ancianos y druidas que habían dedicado sus vidas al<br />

estudio y la instrucción. Por lo tanto, es el poder de la palabra lo que subyace a la<br />

imagen mítica del dios, el mismo poder que pudimos observar en la antigua sabiduría<br />

griega 109 y el mismo que sólo puede manifestarse de esta manera en poblaciones donde<br />

la oralidad, a través de la memoria de los maestros de verdad y de tradición, es el medio<br />

de preservación de la cultura.<br />

Una vez mostrado el vínculo que une la palabra con las formas orales que<br />

dominan la cultura y el pensamiento de los pueblos iletrados, cabe ahora preguntarnos<br />

por otro tipo de relación no menos importante, la cual puede ser localizada en el<br />

binomio que a continuación nos proponemos estudiar, a saber, el formado por la<br />

tradición oral y el pensamiento mítico. Pues, no debemos olvidarlo, el pensamiento<br />

específico de las sociedades ágrafas se encuentra profundamente estructurado en<br />

función de las posibilidades que le ofrece la oralidad como soporte.<br />

Tal y como ha sido expresado por Eric A. Havelock en su obra ya clásica La<br />

musa aprender a escribir, en poblaciones como la griega de la Época Oscura o la<br />

irlandesa pagana, la oralidad fue «el instrumento que servía para establecer una<br />

tradición cultural» 110 . De hecho, continúa aquél, no puede negarse que en estos grupos<br />

humanos el lenguaje oral, «lo que dice y la manera de decirlo, conforma él mismo la<br />

tradición que guía la conducta social» 111 . Ahora bien, más allá de la equivalencia en<br />

estas sociedades entre tradición y oralidad, la sola presencia de esta última como medio<br />

acústico de almacenamiento y transmisión cultural hubo de preformar la manera según<br />

la cual estos pueblos fueron capaces de aprehender su entorno entregándolo a un tipo de<br />

pensamiento que hemos de reconocer como mítico. En éste, el lenguaje abstracto al que<br />

conduce la alfabetización no se encuentra presente; no, al menos, como lo concebimos<br />

109 Léase en este respecto el pequeño escrito atribuido a Gorgias, Encomio de Helena.<br />

110 Havelock, E. A., La musa aprende a escribir. Reflexiones sobre oralidad y escritura desde la<br />

Antigüedad hasta el presente, Paidós, Barcelona, 1996, p. 105.<br />

111 Havelock, E. A., La musa aprende a escribir. Reflexiones sobre oralidad y escritura desde la<br />

Antigüedad hasta el presente, Paidós, Barcelona, 1996, p. 108.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

en nuestra cultura. Por ello, en lugar de las fórmulas abstractas que prescriben en las<br />

sociedades alfabetizadas el comportamiento a seguir, en las culturas iletradas son los<br />

casos concretos que representa el mito los que sirven de modelo de comportamiento<br />

para la población.<br />

Dicho esto, teniendo en cuenta que durante las últimas páginas hemos intentado<br />

mostrar brevemente el influjo de la oralidad sobre las sociedades en las que opera, antes<br />

de concluir este segundo capítulo no podemos eludir una última cuestión, la cual no se<br />

halla muy alejada de la que ya hemos mencionado en el párrafo anterior. Se trata en este<br />

caso de dilucidar hasta qué punto el examen de los mitos orales irlandeses puede dar<br />

cuenta de los patrones y modelos sociales vigentes entre los habitantes de la isla. Es<br />

decir, ¿son los mitos irlandeses, bajo la forma que han llegado hasta nosotros,<br />

susceptibles de reflejar la organización social y las creencias religiosas de la Irlanda<br />

pagana? Como vamos a ver a continuación, no es ésta una tarea sencilla, pues, en<br />

efecto, entre nosotros y el entorno de realidades que queremos desentramar se<br />

interponen no menos de dos problemáticas diferentes.<br />

Por un lado, lo que las leyendas y relatos orales de los irlandeses vienen a<br />

mostrarnos de su pasado pagano, lejos de ser el reflejo directo de una realidad social,<br />

corresponde en muchos aspectos al intento por parte de los amanuenses que los pusieron<br />

por escrito de recrear un marco social y material que hacía ya tiempo había dejado de<br />

existir. Es cierto que las costumbres y tradiciones célticas que sobrevivieron al tránsito<br />

que condujo a Irlanda desde la Edad del Hierro hasta la Edad Media han sido<br />

atestiguadas por la arqueología como numerosas, sin embargo, todo parece indicar que<br />

en este proceso muchas otras hubieron de perderse. Por ello, a pesar de que los relatos<br />

de que disponemos dan cuenta en no pocas ocasiones de las formas de vida propias de<br />

la Edad del Hierro, el retrato de la sociedad que en ellos aparece corresponde en esencia<br />

con el de la Irlanda de los primeros tiempos del Cristianismo (siglos V-VIII).<br />

Por otra parte, como ya mostrara Claude Lévi-Strauss en su Antropología<br />

estructural dos, los relatos míticos pertenecientes a tradiciones orales, incluso aquellos<br />

que los antropólogos recogen de primera mano, no siempre responden fielmente a la<br />

realidad del grupo social que los crea. «La relación del mito con lo dado es segura»,<br />

escribe aquél, «pero no en forma de re-presentación. Es de naturaleza dialéctica, y las<br />

186<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

instituciones descritas en los mitos pueden ser inversas de las instituciones reales» 112 ; lo<br />

que aplicado a nuestro análisis viene a suponer que las costumbres y tradiciones que<br />

aparecen en los diferentes mitos irlandeses no tienen por qué corresponder con modelos<br />

de comportamiento a seguir, sino con verdades negativas, esto es, con contramodelos<br />

susceptibles de ser evitados por la población.<br />

Ahora bien, habida cuenta del objeto concreto de nuestro estudio, ninguna de<br />

estas dos problemáticas puede impedirnos completamente el acceso a las formas míticas<br />

del antiguo pensamiento irlandés, pues, como apunta Lévi-Strauss 113 , si bien hemos de<br />

evitar buscar en los mitos el fiel reflejo de la realidad etnográfica a la que pertenecen o a<br />

la que se retrotraen, a través del estudio y el análisis de las composiciones de tradición<br />

oral nos es perfectamente posible acceder a las categorías inconscientes del pensamiento<br />

mítico que hubo de crearlas; categorías que difícilmente pueden aparecer disfrazadas y<br />

cuya pervivencia a lo largo de los tiempos se ve favorecida por su propia naturaleza oral<br />

e inconsciente. Por lo tanto, no existen motivos para detener nuestra investigación, la<br />

cual aparece perfectamente viable.<br />

Dicho esto, una vez preparado el terreno para el análisis de las estructuras<br />

míticas del antiguo pensamiento céltico irlandés, damos por concluido este segundo<br />

capítulo. En las páginas que figuran a continuación es nuestro propósito acercar al lector<br />

al conjunto de las relaciones que constituyen la vida intelectual de la antigua Irlanda.<br />

Para ello, siguiendo la división ofrecida por Georges Dumézil, nos centraremos en la<br />

primera de las tres funciones indoeuropeas, a saber, aquella que se ocupa de la<br />

administración de lo sagrado, del poder y de la justicia, y la cual, a través del binomio<br />

rey-druida, viene a articularse en torno a la soberanía sagrada sin cuya presencia<br />

perfectamente reglada no puede concebirse entre los celtas la vida en sociedad. Así<br />

pues, sin más dilación, podemos pasar ya al estudio de estas cuestiones.<br />

–CAPÍTULO III–<br />

112 Lévi-Strauss, C., “La gesta de Asdiwal”; en Antropología estructural. Mito, sociedad, humanidades,<br />

Siglo XXI, México D. F., 2004, p. 169.<br />

113 Lévi-Strauss, C., “La gesta de Asdiwal”; en Antropología estructural. Mito, sociedad, humanidades,<br />

Siglo XXI, México D. F., 2004, p. 170.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

EL DRUIDA, EL REY Y LA SOBERANÍA SAGRADA<br />

En el año 82, en la región septentrional de la isla de Bretaña, apenas separada de<br />

Irlanda por una estrecha franja de mar, Cneo Julio Agrícola, gobernador romano de la<br />

provincia, hubo de recibir la visita de ciertos caudillos irlandeses, los cuales solicitaron<br />

su ayuda para poner fin a los conflictos internos en los que se encontraba sumida su<br />

propia isla. Apunto estuvo Agrícola de enviar algunos de sus contingentes a Irlanda,<br />

pero los planes de ocupación se vieron sucesivamente postergados, hasta que finalmente<br />

quedaron paralizados. Con ello, el último de los pueblos célticos libres pudo continuar<br />

su propio devenir histórico sin que la larga mano de la romanización llegara nunca a<br />

alcanzarlo. 114 Más preocupada por los asuntos que acaecían dentro de sus amplias<br />

fronteras, poco sabía Roma del gran favor que estaba haciendo a la historia de la<br />

humanidad, pues sólo gracias a su indecisión podemos hoy contemplar en el caso<br />

irlandés el único escenario en el que los antiguos celtas, a través de las fuentes que<br />

obran en nuestro poder, todavía pueden hablarnos con su propia voz.<br />

Ajena al dominio romano, la estructura social irlandesa evolucionó de manera<br />

plenamente autónoma durante los primeros siglos de nuestra era, prolongando de ese<br />

modo su carácter céltico hasta bien entrada la Alta Edad Media. Por ello, con objeto de<br />

acercar al lector al escenario donde hubieron de fraguarse los mitos que van a constituir<br />

en las siguientes páginas el fundamento de nuestro análisis, es nuestro propósito<br />

detenernos brevemente en el comentario de la estructura básica de su sociedad.<br />

De acuerdo con la opinión del eminente historiador Daniel A. Binchy, la antigua<br />

sociedad irlandesa puede ser descrita como «tribal, rural, jerárquica y familiar (usando<br />

esta palabra en su más antiguo sentido, donde indica una sociedad en la que la familia,<br />

no el individuo, es la unidad)– en <strong>completo</strong> contraste con la sociedad unitaria,<br />

urbanizada, igualitaria e individualista de nuestro tiempo» 115 . Bajo estos parámetros, era<br />

la posesión de propiedad privada, principalmente ganado y objetos de lujo, lo que<br />

afianzaba a los miembros de las familias que formaban las clases privilegiadas por<br />

114 El hallazgo arqueológico en 1996 de una fortaleza romana apenas a quince millas de Dublín no altera<br />

en absoluto el alcance de nuestra afirmación, pues, aún así, Irlanda jamás fue romanizada.<br />

115 Binchy, D. A., “Secular institutions”; en Early Irish society, Cultural Relations Committee of Ireland,<br />

Dublín, 1954, p. 54.<br />

188<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

encima de las gentes del común. Pues, al igual que en la Ilíada, poema que comparte sus<br />

rasgos arcaizantes con las composiciones irlandesas más antiguas, la estima de un<br />

hombre, ya fuera éste hábil y valeroso, se juzgaba en relación al estatuto de su familia.<br />

Así aparece reflejado, al menos, en uno de los relatos más populares del Ciclo del<br />

Ulster, El cuento del cerdo de Mac Dathó, donde uno de los guerreros que pugna por<br />

trinchar el enorme cerdo que el anfitrión ofrece como plato fuerte de su banquete no<br />

duda a la hora de mofarse del origen humilde de uno de sus rivales:<br />

«¿Y qué –dijo Cet–, los hijos de pastores [bachlach] con sus motes van a<br />

pelear conmigo?» 116 .<br />

Asimismo, en tanto que muestra del papel desempeñado por las riquezas entre<br />

los antiguos irlandeses, pero también en cuanto que reflejo de la necesidad del carácter<br />

aristocrático en relación a las clases privilegiadas, no podemos dejar de mencionar aquí<br />

la famosa escena con la que se inicia El robo del toro de Cooley en su versión del Libro<br />

de Leinster. En esta escena, comúnmente conocida como “La conversación sobre la<br />

almohada”, la reina Medb de Connacht y su marido, Ailill, rivalizan entre sí por causa<br />

de sus riquezas personales, lo que les conduce, sin que parezca importarles, a robar el<br />

famoso toro ulate y, como consecuencia, a la guerra contra la vecina provincia del<br />

Ulster. 117<br />

No necesitamos ahondar más en estas cuestiones, pues correríamos el riesgo de<br />

alejarnos demasiado del auténtico propósito de este capítulo y del enfoque que más le<br />

conviene. Creemos que con lo expuesto es suficiente para que el lector pueda hacerse<br />

una mínima idea acerca de las características más relevantes de la antigua sociedad<br />

irlandesa, especialmente en lo que se refiere a las clases privilegiadas. Pues, no lo<br />

olvidemos, en la Irlanda pagana los miembros de la clase intelectual, los druidas,<br />

116 Scél Mucci Mic Dathó, § 12; traducción de Moralejo Laso, A., “Cuentos de la cerda de Mac Dathó”;<br />

en Homenaxe a Álvaro Cunqueiro, Universidade de Santiago de Compostela, Santiago de Compostela,<br />

1982, p. 161. Quien así lo desee puede consultar también el original irlandés junto con una traducción<br />

inglesa en la edición de Chadwick, N. K., An early Irish reader, Cambridge University Press, Cambridge,<br />

1927, pp. 12 y 21. Baste aquí indicar las connotaciones peyorativas inherentes al término irlandés<br />

designado para referir al pastor y siervo, bachlach, una de cuyas acepciones denota a la persona<br />

ignorante, al patán.<br />

117 Táin Bó Cúalnge (versión del Libro de Leinster), vv. 1-87; editado en irlandés junto con una<br />

traducción inglesa por O´Rahilly, C., Táin Bó Cúalnge from the Book of Leinster, Irish Texts Society,<br />

Londres, 1967, pp. 1-3 y 137-140.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

pertenecían a los estratos privilegiados, donde ocupaban una posición tan relevante<br />

como la de su rey. Dicho esto, por lo tanto, podemos pasar ya sin más dilación al<br />

primero de los tres apartados que han de conducirnos en este capítulo a desentramar<br />

algunas de las claves más importantes que conforman el antiguo pensamiento céltico<br />

irlandés.<br />

–6–<br />

LA INSTITUCIÓN DRUÍDICA: SABIOS, ADIVINOS Y POETAS<br />

Si hemos de seguir la opinión de Jean Markale, la institución druídica hubo de<br />

concernir «a todos los celtas sin excepción», tanto a los goidelos como a los bretones,<br />

constituyendo «uno de los cimientos de la unidad céltica» 118 . Para elaborar este<br />

razonamiento, los especialistas se sirven principalmente de los comentarios de Julio<br />

César, los cuales conforman una de las referencias más importantes en este respecto,<br />

sobre todo si tenemos en cuenta el hecho de que el procónsul romano llegó a conocer en<br />

profundidad a los galos. Debido a su utilidad, es nuestro propósito citar a continuación<br />

algunos de estos comentarios sobre la institución druídica que aparecen en la obra de<br />

César, para lo cual habremos de ignorar en esta ocasión, por irrelevantes, las<br />

acusaciones que puedan considerarlos como propaganda de utilidad política cuyo<br />

objetivo era justificar la ocupación de la Galia:<br />

«[Los druidas] atienden el culto divino [rebus divinis intersunt], ofician en<br />

los sacrificios públicos y privados [sacrificia publica ac privata procurant],<br />

interpretan los misterios de la religión [religiones interpretantur]: a ellos<br />

acude gran <strong>número</strong> de adolescentes para instruirse, y les tienen mucho<br />

respeto. Pues ellos sentencian casi todas las controversias públicas y<br />

privadas y, si se comete algún delito, si ocurre alguna muerte, si hay algún<br />

pleito sobre herencias o linderos, ellos son los que deciden y determinan los<br />

premios y los castigos: si alguna persona, particular o pública, no se atiene a<br />

su fallo, la ponen en entredicho de los sacrificios. Este castigo es para ellos<br />

el más grave. [...] Al frente de todos estos druidas hay uno, que tiene entre<br />

ellos la autoridad suprema. Muerto éste, o bien le sucede otro que aventaje a<br />

los demás en prestigio o, si hay varios iguales, se hace la elección por<br />

118 Markale, J., Druidas. Tradiciones y dioses de los celtas, Taurus, Madrid, 1989, p. 29.<br />

190<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

votación de los druidas; en ocasiones, llegan a disputarse la primacía con las<br />

armas. En cierta época del año, se reúnen los druidas en un lugar sagrado [in<br />

loco consecrato] 119 del país de los carnutes, considerado como el centro de<br />

toda la Galia. Aquí concurren de todas partes los que tienen pleitos, y se<br />

atienen a sus decretos y sentencias» 120 .<br />

Cierto es, no todos lo fragmentos que pueden ser extraídos de la obra de César<br />

son tan objetivos como éste, más ¿por qué habríamos de poner en duda la veracidad del<br />

aquí citado? ¿Dónde se encuentran en él los elementos etnocéntricos que pueden ser<br />

reconocidos como propaganda política anti-céltica? No cabe, por lo tanto, poner en<br />

entredicho las buenas intenciones del procónsul romano; no, al menos, en esta ocasión.<br />

Asimismo, tampoco es posible acusarle de no haber comprendido correctamente el<br />

alcance de la institución que tuvo oportunidad de conocer, pues, más allá de la<br />

confianza que nos transmiten sus siete años de campaña en tierras célticas, al ser<br />

contrastada con el resto de los informes que poseemos sobre el druidismo, la<br />

descripción de César no puede sino aparecer como perfectamente fiable.<br />

Una vez libres de toda sospecha, los comentarios del procónsul nos obligan a<br />

reconocer en el druidismo la columna vertebral de la antigua sociedad céltica. En efecto,<br />

no es difícil descubrir en los druidas a los auténticos guías e ideólogos de la población,<br />

siempre dispuestos a interceder en los asuntos tanto públicos como privados, ya fueran<br />

éstos de carácter práctico o contemplativo. De hecho, fue precisamente esta amplitud de<br />

sus ocupaciones la que llevó a sus vecinos grecorromanos a nombrarles como filósofos.<br />

Así lo hace, al menos, Cicerón, quien tuvo el honor de coincidir y conversar con uno de<br />

éstos druidas galos:<br />

«llegué a conocer personalmente al heduo Diviciaco [...], quien manifestaba<br />

conocer la ciencia de la naturaleza [naturae rationem], a la que los griegos<br />

llaman physiología [fusiologi/an]» 121 .<br />

Lo que no dista mucho de lo también expuesto por César:<br />

119 Probablemente en el interior de un bosque, ocupando un claro del mismo.<br />

120 Julio César, Guerra de las Galias, VI, 13, 4-12; traducción de Valentín García, Yebra, V., / Escolar<br />

Sobrino, H., Gredos, Madrid, 2001, pp. 238-241.<br />

121 Cicerón, Sobre la adivinación, I, 41, 90; traducción de Escobar, A., Gredos, Madrid, 1999, p. 119.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

«[Los druidas] disputan y enseñan a la juventud [disputant et iuventuti<br />

tradunt] muchas cosas acerca de los astros y del movimiento de ellos [de<br />

sideribus atque eorum motu], acerca de la magnitud del mundo y de las<br />

tierras [de mundi ac terrarum magnitudine], de la naturaleza de las cosas [de<br />

rerum natura], de la fuerza y poder de los dioses inmortales [de deorum<br />

immortalium vi ac potestate]» 122 .<br />

En tal caso, según puede observarse en estas citas, cabe admitir la posibilidad de<br />

que la clase intelectual céltica conociera, no ya la astronomía, lo que es muy posible,<br />

sino, incluso, la filosofía natural o physiología, por lo que habrían alcanzado los cuatro<br />

primeros niveles de los cinco que, según Aristóteles 123 , conformaban la antigua<br />

sabiduría 124 . Mas, ¿hasta dónde hubieron de extenderse sus conocimientos?<br />

Si seguimos las fuentes irlandesas, los filid o druidas formaban parte del grupo<br />

instruido conocido como áes dána, esto es, la «gente de dones especiales» 125 . Este<br />

grupo, al que ya nos hemos referido en más de una ocasión como “clase intelectual”,<br />

estaba formalmente integrado por todos aquellos que se habían entregado al estudio<br />

prolongado hasta alcanzar cualesquiera de las numerosas especialidades de la jerarquía<br />

druídica, algunas de las cuales ya fueron citadas en el segundo capítulo. Por ello, ya<br />

actuaran como médicos, juristas o historiadores de la tradición, ya como adivinos,<br />

poetas o artesanos de gran habilidad, no cabe duda de que los sacerdotes y filósofos<br />

pertenecientes al áes dána monopolizaban la totalidad de la vida intelectual irlandesa:<br />

«soy fuerte [dice Sencha], soy listo [am trebar], soy noble [am án], soy<br />

diestro en las incursiones enemigas, soy consumado poeta [am ollam], soy<br />

sabio [am gáeth]. No soy olvidadizo. Converso con el rey. Estoy atento a<br />

sus palabras. Soy árbitro en los combates ante Conchobar, ante Conchobar<br />

122 Julio César, Guerra de las Galias, VI, 14, 6; traducción de Valentín García, Yebra, V., / Escolar<br />

Sobrino, H., Gredos, Madrid, 2001, pp. 242-243.<br />

123 Desgraciadamente, Acerca de la filosofía, la obra de Aristóteles que se ocupaba de estas cuestiones, no<br />

ha llegado hasta nosotros, a pesar de lo cual su contenido nos es parcialmente conocido gracias a los<br />

cometarios de autores más tardíos. En su libro Los siete sabios (y tres más), Alianza, Madrid, 1996, pp.<br />

19 y ss., Carlos García Gual ha traducido los comentarios de uno de éstos autores, Juan Filópono, el cual<br />

viene a recuperar para la posteridad las líneas centrales de la división establecida por el de Estagira.<br />

124 Siendo el quinto y último no otro que la filosofía primera, también conocida como metafísica.<br />

125 Adoptamos aquí la traducción ofrecida por Eamon Butterfield en el “Epílogo histórico” incluido en El<br />

perro del Ulster. Una gesta de la antigua Irlanda, Muchnik, Barcelona, 1988, p. 208.<br />

192<br />

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victorioso en la batalla. Yo dicto la sentencia en el Ulad [concertaim bretha<br />

Ulad] sin mover a rebeldía a las partes» 126 ;<br />

descripción ésta que, además de concordar perfectamente con lo expuesto por César en<br />

sus comentarios, viene a situar a los druidas a la misma altura que los sabios, magos y<br />

chamanes, todos ellos representantes de un tipo concreto de sabiduría que en Grecia<br />

hubo de ganarse la adhesión de figuras como Pitágoras o Empédocles y que Platón<br />

terminó por transponer al plano de la filosofía. Ahora bien, más allá de las diversas<br />

especializaciones que pueden ser constatadas entre los miembros de la clase intelectual<br />

céltica, durante las próximas páginas es nuestro propósito centrarnos exclusivamente en<br />

las funciones druídicas de los dos grandes maestros de la palabra sagrada, a saber, el<br />

adivino y el poeta.<br />

Por lo que se refiere a las facultades adivinatorias de los celtas, en las fuentes<br />

grecorromanas pueden localizarse numerosas referencias que ponen de manifiesto el<br />

proceder mántico de los druidas. Cicerón, sin ir más lejos, no duda en señalar al druida<br />

heduo Diviciacos como intérprete de presagios a la manera del homérico Calcante:<br />

«predecía [profitebatur] –en parte a través de augurios [partim auguriis],<br />

y en parte a través de pronósticos [partim coniectura]– lo que iba a pasar<br />

[quae essent futura]» 127 .<br />

Sin embrago, es Diodoro de Sicilia, en un pasaje que suele atragantárseles a los<br />

especialistas más celtófilos, quien mejor viene a ilustrar el componente sagrado de la<br />

adivinación inductiva:<br />

«Los galos [...] recurren a adivinos [ma/ntesin], a los que consideran<br />

merecedores de gran reconocimiento; estos adivinos predicen el futuro<br />

mediante la observación del vuelo de los pájaros y el sacrificio de las<br />

víctimas, y todo el pueblo está atento a sus dictados. Observan una<br />

126 Compert Con Culainn, § 7; traducción de Ortiz, P., / Renales, J., “La concepción de Cú Chulainn”; en<br />

La embriaguez de los ulates y otras andanzas de Cú Chulainn, Torre Manrique Publicaciones, Madrid,<br />

1989, p. 66. Quien así lo desee puede consultar el original irlandés en la edición de Van Hamel, A. G.,<br />

“Compert Con Culainn”; en Compert Con Culainn and other stories, Stationery Office, Dublín, 1933, p.<br />

7.<br />

127 Cicerón, Sobre la adivinación, I, 41, 90; traducción de Escobar, A., Gredos, Madrid, 1999, p. 119.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

costumbre extraña e increíble, sobre todo cuando deben indagar respecto a<br />

algunos asuntos de importancia; en estos casos, en efecto, ofrecen en<br />

sacrificio la vida de un hombre, al que apuñalan con una daga en un lugar<br />

situado encima del diafragma, y cuando cae el hombre acuchillado, a partir<br />

de la observación de la caída, de la convulsión de los miembros, y también<br />

de la efusión de la sangre, los adivinos comprenden el futuro, fieles a una<br />

antigua práctica de observación de estos hechos usada durante muchos<br />

años» 128 .<br />

Más allá del rechazo que la lectura de este tipo de comentarios suele suscitar hoy<br />

en día, el sacrificio de seres humanos durante la Antigüedad, lejos de suponer una<br />

aberración, hubo de poseer un significado y una utilidad bien definidas. 129 En el caso<br />

concreto de los celtas, el sacrificio no implicaba connotaciones sociales negativas. Al<br />

contrario, a través de la muerte ritual de la víctima, la cual no siempre era forzada a<br />

entregar su vida, el druida, en tanto que representante de la comunidad, entraba en<br />

contacto con el trasfondo sagrado de la realidad desde el cual extraía el conocimiento de<br />

lo trascendente. Este conocimiento era considerado de gran utilidad por la población, lo<br />

que, hasta cierto punto, viene a explicar la gran estima que el grupo social mostraba<br />

hacia sus druidas. Por otro lado, al entregar su vida como ofrenda, el así sacrificado<br />

pasaba a ser él mismo sagrado, pues no otro parece haber sido entre los indoeuropeos el<br />

significado del sacrificio, sino “hacer sagrado”. Por todo ello, aunque actualmente<br />

pueda parecernos cruel, en tanto que proceder adivinatorio, el sacrificio céltico no puede<br />

entenderse independientemente del trasfondo sagrado que siempre hubo de rodear las<br />

intervenciones de los druidas permitiéndoles conocer, en último término, el grado de<br />

integración de la sociedad en la naturaleza. Pero no adelantemos esta última cuestión,<br />

pues será tratada con detenimiento en los siguientes apartados de este capítulo.<br />

Dejando a un lado los sacrificios, la antigua literatura irlandesa también abunda<br />

en pasajes donde los miembros de la clase intelectual druídica, a través de su visión<br />

mántica, emiten profecías que, tarde o temprano, terminan por cumplirse. Tal es el caso,<br />

128 Diodoro de Sicilia, Biblioteca histórica, V, 31, 3; traducción de Torres Esbarranch, J. J., Gredos,<br />

Madrid, 2004, pp. 275-276. Este tipo de sacrificio adivinatorio céltico ha sido cuidadosamente estudiado<br />

por García Quintela, M. V., en su artículo “El sacrificio humano adivinatorio céltico y la religión de los<br />

lusitanos”, Polis 3 (Madrid, 1991), pp. 25-37.<br />

129 Léase el ensayo conjunto de Hubert, H. / Mauss, M., “De la naturaleza y de la función del sacrificio<br />

(1899)”; en Mauss, M., Lo sagrado y lo profano. Obras I, Barral, Barcelona, 1970, pp. 143-262.<br />

Asimismo, también puede consultarse la obra de Benveniste, E., Vocabulario de las instituciones<br />

indoeuropeas, Taurus, Madrid, 1983, pp. 350 y 371-376.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

por ejemplo, de la profecía que figura en el relato conocido como La embriaguez de los<br />

ulates, donde, por confusión de los escribas, se narra una cabalgata imposible que<br />

termina por conducir a los guerreros del Ulster, ebrios y extraviados, a la región<br />

suroccidental de la isla, poblada por su rivales. Éstos, alarmados por la súbita aparición<br />

de los campeones del norte, no dudan en interrogar a un anciano ciego, el cual se<br />

muestra perfectamente capaz de recordar la antigua profecía druídica que largo atrás<br />

había previsto la llegada de los ulates junto con la manera más propicia para acabar con<br />

ellos. 130 Efectivamente, los pasajes como éste que pueden ser localizados en los<br />

manuscritos irlandeses son numerosos, sin embargo, más allá de su <strong>número</strong> y utilidad,<br />

es el examen del propio nombre de los druidas el que mejor nos puede indicar en este<br />

momento de la exposición la verdadera naturaleza de las facultades adivinatorias que,<br />

según las fuentes, hubieron de poseer los miembros de la clase intelectual céltica.<br />

Tal como dijimos en el segundo capítulo, el vocablo goidélico empleado por los<br />

antiguos habitantes de la isla para nombrar a sus druidas suele aparecer en los<br />

manuscritos irlandeses bajo la forma druid (druí en singular). Ahora bien, si hemos de<br />

seguir a Jean Markale, esta forma (druí) proviene del antiguo céltico druwid, el cual<br />

«puede descomponerse fácilmente en dru-, prefijo aumentativo con sentido<br />

superlativo», «y en wid, término emparentado con la raíz indoeuropea del latín videre,<br />

“ver”, y del griego idein, igualmente “ver” y “saber”» 131 . Por lo tanto, la naturaleza<br />

superior de la sabiduría druídica se encontraría justificada por la potencia de su visión<br />

intelectiva; la misma que hace de Cathbad uno de los más destacados druidas del Ulster,<br />

siempre dispuesto a revelar los designios que se ocultan tras lo cotidiano:<br />

«Cathbad el druida se encontraba instruyendo a sus discípulos en el noreste<br />

de Emain [...]. Uno de ellos preguntó a su maestro qué agüero [shén] y<br />

augurio [solud] traía ese día, si bueno o malo. Entonces dijo Cathbad que un<br />

130 Mesca Ulad, §§ 42-43, vv. 787-816; editado en irlandés por Carmichael Watson, J., Mesca Ulad,<br />

Dublin Institute for Advanced Studies, Dublín, 1983, pp. 35-36. Traducido al castellano por Ortiz, P. /<br />

Renales, J., “La embriaguez de los ulates”; en La embriaguez de los ulates y otras andanzas de Cú<br />

Chulainn, Torre Manrique Publicaciones, Madrid, 1989, pp. 160-161.<br />

131 Markale, J., Druidas. Tradiciones y dioses de los celtas, Taurus, Madrid, 1989, p. 24.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

muchacho que tomara las armas (ese mismo día) sería noble y afamado,<br />

aunque de corta y pasajera vida» 132 ;<br />

de ahí que Cú Chulainn, quien accidentalmente había oído las palabras de Cathbad, se<br />

dirigiera rápidamente al encuentro de su padre nutricio, el rey Conchobar, para recibir<br />

de él las armas y el carro propios de los guerreros irlandeses.<br />

Por lo demás, si en los manuscritos es la visión profética la que posibilita a los<br />

druidas como Cathbad el acceso a los designios ocultos, en otras ocasiones es el valor<br />

sagrado y asertórico de su palabra, sostenida por aquélla, la que les permite imponer los<br />

destinos. Así sucede, por ejemplo, en el famoso pasaje incluido en El robo del toro de<br />

Cooley en el que el gran héroe del Ulster, cuyo auténtico nombre es Sétanta, recibe su<br />

famoso apodo, Cú Chulainn (Perro de Culann) de boca de Cathbad. Según cuenta el<br />

relato, Culann el herrero había invitado a Conchobar, el gran rey del Ulster, a un<br />

banquete que hubo de celebrarse en su hacienda. Ésta se encontraba protegida por un<br />

enorme perro cuyo cometido, aquella noche, no era otro que velar por la seguridad de<br />

los invitados, incluido Conchobar. Una vez que todos se encontraban en el interior de la<br />

casa, aparece el jóven Sétanta, quien había recibido permiso por parte del rey para<br />

asistir al banquete de su anfitrión. Cumpliendo con su cometido, el perro ataca al<br />

muchacho, por lo que éste no tiene más remedio que matarlo, provocando gran sorpresa<br />

entre los asistentes y una profunda aflicción en el herrero; circunstancia ésta que<br />

conduce a Sétanta a ofrecerse él mismo como guardián de las posesiones de Culann y<br />

ante la cual Cathbad no puede sino emitir el siguiente dictamen:<br />

«Tu nombre será entonces Cú Chulainn (el Perro de Culann)» 133 .<br />

132 Táin Bó Cúalnge (versión del Libro de Leinster), vv. 922-927; editado en irlandés junto con una<br />

traducción inglesa por O´Rahilly, C., Táin Bó Cúalnge from the Book of Leinster, Irish Texts Society,<br />

Londres, 1967, pp. 25 y 163. Este mismo pasaje puede ser localizado en la versión que recoge el Libro de<br />

la vaca parda, O´Rahilly, C., Táin Bó Cúailnge. Recension I, Dublin Institute for Advanced Studies,<br />

Dublín, 2002, vv. 610-615, pp. 19 y 142.<br />

133 Táin Bó Cúailnge (versión del Libro de la vaca parda), v. 603; editado en irlandés junto con una<br />

traducción inglesa por O´Rahilly, C., Táin Bó Cúailnge. Recension I, Dublin Institute for Advanced<br />

Studies, Dublín, 2002, pp. 19 y 142. El pasaje también figura en la versión del Libro de Leinster, Táin Bó<br />

Cúalnge from the Book of Leinster, Irish Texts Society, Londres, 1967, vv. 907-908, pp. 25 y 162-163.<br />

196<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

Desde ese día, tal y como dijera el druida, el niño se convirtió en el gran<br />

defensor del Ulster, comportándose como su perro guardián, siempre dispuesto a darlo<br />

todo, incluso su vida, para salvaguardar la integridad de la provincia, aun cuando para<br />

ello tuviera que enfrentarse él solo contra todos los ejércitos de Irlanda.<br />

Por otro lado, el cual se encuentra en estrecha relación con el episodio que<br />

acabamos de resumir (esto es, con la capacidad de los druidas para fijar los destinos),<br />

entre los miembros de la clase intelectual irlandesa también nos es posible localizar a<br />

los encargados de administrar y dar a conocer a la población el aspecto negativo de lo<br />

sagrado. En efecto, todo lo que sabemos a propósito de los druidas parece indicarnos<br />

que eran ellos quienes prohibían el contacto con aquello que, de acuerdo con su visión<br />

profética, podía resultar fatal para un determinado individuo o para el conjunto de la<br />

comunidad. Es aquí, de hecho, donde debemos buscar el origen de los famosos<br />

interdictos y prohibiciones, conocidos como gessi, que pueblan las páginas de los<br />

manuscritos irlandeses. La manera de imponer estos interdictos consistía en<br />

proclamarlos verbalmente, lo que nos sitúa de nuevo ante el carácter sagrado y<br />

asertórico de la palabra. Además, si tenemos en cuenta que su transgresión traía la<br />

desgracia, es muy posible que estos tabúes terminaran apareciendo ante la comunidad<br />

como las condiciones necesarias para el mantenimiento del equilibrio que debía existir<br />

entre la sociedad humana y el trasfondo sagrado de la realidad cotidiana. Éste y no otro<br />

parece ser el significado de los extraños interdictos que figuran en el relato irlandés<br />

conocido como El ataque a la casa de huéspedes de Dá Derga. En éste, el reinado de<br />

Conaire mac Mess Buachalla sobre Tara aparece sujeto a no menos de siete gessi cuya<br />

transgresión por parte del rey le supone su propia perdición y la de su gente:<br />

«No llegarás a Tara rodeándola por el sur ni a Bregia rodeándola por el<br />

norte. No deberás cazar las bestias salvajes de Cerna. No saldrás más allá de<br />

Tara cada novena noche. No dormirás en una casa donde el resplandor del<br />

hogar sea visible después de la puesta del sol [...]. Tres de rojo no irán<br />

delante de ti a la casa de otro de rojo. Ningún robo será cometido en tu<br />

reinado. Después de ocultarse el sol ninguna mujer u hombre entrará en la<br />

casa donde tú estés. No detendrás la disputa de dos de tus hombres» 134 .<br />

134 Togail Bruidne Dá Derga, § 16; editado en irlandés junto con una traducción inglesa por Stokes, W.,<br />

“The destruction of Dá Dergas´s hostel”, Revue Celtique 22 (París, 1901), pp. 26-27.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

En efecto, si la soberanía fue siempre para los celtas un asunto de índole sagrado<br />

donde se jugaba el porvenir y la prosperidad de todo el grupo humano, la naturaleza de<br />

las gessi impuestas sobre Conaire no podían sino indicar la brevedad y futilidad de su<br />

reinado.<br />

Dejando a un lado la visión profética, el estatuto sagrado de la palabra, tal y<br />

como ha sido descrito, puede ser igualmente localizado entre los poetas y maestros de<br />

tradición vinculados a la clase intelectual druídica. En este respecto, la composición<br />

irlandesa conocida como El libro de las invasiones incorpora unos versos en los que su<br />

autor llega a nombrase a sí mismo como maestro de verdad a la manera de los antiguos<br />

poetas griegos:<br />

«Yo soy Ua Floind, aquel que ha elegido llevar las verdades [fioru] hasta los<br />

reyes» 135 ;<br />

es decir, aquel que comparte con los reyes la verdad (fír, fírinne) que reside en sus<br />

versos. La misma verdad que otro de los poetas que intervienen en la compilación dice<br />

poseer, sin mentira alguna, cuando recita la lista de los líderes goidélicos que<br />

arrebataron la isla de Irlanda a las tribus semidivinas conocidas como Túatha Dé<br />

Danann:<br />

«la memoria [memra] de sus nombres retengo, sin mentira [gan<br />

iomarbá]» 136 .<br />

Por otro lado, como ya ocurriera en Grecia, los irlandeses también hubieron de<br />

soñar con realizar hazañas que pudieran ser narradas o cantadas por los poetas,<br />

adquiriendo de ese modo un renombre inmortal. Este mismo deseo, sin ir más lejos,<br />

puede ser constatado perfectamente en uno de los pasajes de El robo del toro de Cooley<br />

135 Leabhar Gabhála, § 41; editado en irlandés junto con una traducción inglesa por Stewart Macalister,<br />

R. A. / Macneill, J., Leabhar Gabhála. The book of conquests of Ireland, Hodges, Figgis and Company<br />

Ltd., Dublín, 1916, pp. 70-71. Una traducción no muy lejana a la nuestra es ofrecida por Ramón Sainero<br />

en Leabhar Ghabhála. El libro de las invasiones, Akal, Madrid, 1988, p. 72.<br />

136 Leabhar Gabhála, § 170; editado en irlandés junto con una traducción inglesa por Stewart Macalister,<br />

R. A. / Macneill, J., Leabhar Gabhála. The book of conquests of Ireland, Hodges, Figgis and Company<br />

Ltd., Dublín, 1916, pp. 246-247; Sainero, R., Leabhar Ghabhála. El libro de las invasiones, Akal,<br />

Madrid, 1988, p. 178.<br />

198<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

en el que Cú Chulainn, al día siguiente de haber sembrado el pánico y la destrucción<br />

entre las filas incursoras, decide salir bien temprano al campo de batalla para mostrarse<br />

ante los poetas enemigos, los cuales habrían de inmortalizarle en sus versos, libre del<br />

furor guerrero que deformara su aspecto la noche anterior:<br />

«Por la mañana, Cú Chulainn salió a reconocer la hueste y mostrar así su<br />

grácil y bello aspecto a las mujeres, muchachas y damas, a los poetas<br />

[filedaib] y áes dána, pues no tenía por honorable ni por digna la terrible y<br />

mágica apariencia bajo la que se había mostrado la noche anterior» 137 .<br />

Sin embargo, el pasaje que mejor puede mostrarnos la importancia que llegó a<br />

tener el renombre entre los irlandeses no es otro que aquel en el que Cú Chulainn, como<br />

ya vimos, acepta una breve vida si con ello puede alcanzar fama duradera. 138<br />

También Fer Diad, el gran oponente y hermano de armas de Cú Chulainn, no<br />

tiene más remedio que enfrentarse con éste en combate singular para evitar de ese modo<br />

la vergüenza de las sátiras que los poetas, por orden de la reina Medb de Connacht,<br />

podrían lanzar contra él:<br />

«mensajeros y heraldos fueron enviados ante Fer Diad. Pero Fer Diad los<br />

rechazó y esquivó y de nuevo los volvió a rechazar negándose a ir con ellos,<br />

pues sabía para qué le querían, para pelear con su amigo, compañero y<br />

hermano de armas, Cú Chulainn mac Sualtaim, así que no fue con ellos.<br />

Entonces Medb le envió druidas [drúith], poetas satíricos [glámma] y<br />

mordaces oradores [crúadgressa] para que, contra él, lanzaran tres burlas<br />

[áera] y tres sátiras [glámma dícend] que jamás lo abandonaran y le hicieran<br />

surgir sobre su cara tres ampollas [bolga] –vergüenza [ail], reproche [anim]<br />

y deshonra [athis]–, las cuales habrían de matarlo antes de nueve días si es<br />

que no moría el primero» 139 .<br />

137 Táin Bó Cúailnge (versión del Libro de la vaca parda), vv. 2336-2340; editado en irlandés junto con<br />

una traducción inglesa por O´Rahilly, C., Táin Bó Cúailnge. Recension I, Dublin Institute for Advanced<br />

Studies, Dublín, 2002, pp. 71 y 189. Véase también la versión del Libro de Leinster, Táin Bó Cúalnge<br />

from the Book of Leinster, Irish Texts Society, Londres, 1967, vv. 2338-2342, pp. 63 y 203-204.<br />

138 Táin Bó Cúalnge (versión del Libro de Leinster), vv. 915 y ss; editado en irlandés junto con una<br />

traducción inglesa por O´Rahilly, C., Táin Bó Cúalnge from the Book of Leinster, Irish Texts Society,<br />

Londres, 1967, pp. 25 y ss. y 163 y ss. Este mismo pasaje puede ser localizado en la versión que recoge el<br />

Libro de la vaca parda, O´Rahilly, C., Táin Bó Cúailnge. Recension I, Dublin Institute for Advanced<br />

Studies, Dublín, 2002, vv. 610 y ss, pp. 19 y ss. y 142 y ss.<br />

139 Táin Bó Cúalnge (versión del Libro de Leinster), vv. 2617-2625; editado en irlandés junto con una<br />

traducción inglesa por O´Rahilly, C., Táin Bó Cúalnge from the Book of Leinster, Irish Texts Society,<br />

Londres, 1967, pp. 71-72 y 211-212. Este mismo pasaje puede ser localizado en la versión que recoge el<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 199


Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

Qué duda cabe, ningún otro pasaje de entre todos los que pueden ser localizados<br />

en la antigua literatura irlandesa es capaz de ilustrar, tal y como éste lo hace, el poder<br />

eficaz de la palabra druídica, pues ésta, si llegaba a ser encauzada en último extremo en<br />

la sátira conocida como glám dícenn, podía incluso poner fin a la soberanía del rey,<br />

atacando los cimientos sagrados sobre los cuales su reinado venía a sostenerse. En<br />

consecuencia, siendo menos que rey, ¿cómo no habría Fer Diad de aceptar el combate<br />

que los druidas le imponen? Por ello, temeroso de lo que los poetas pudieran hacerle, no<br />

tiene más remedio que aceptar su destino y morir a manos de su propio amigo y<br />

condiscípulo.<br />

Dicho esto, una vez examinado el triple estatuto de la palabra druídica en tanto<br />

que sagrada, verdadera y eficaz, cabe ahora centrarnos en el análisis de aquellos relatos<br />

irlandeses en los que el árbol y las aguas sagradas hacen acto de presencia, pues sólo a<br />

través del examen de estos elementos podremos alcanzar a comprender el origen mítico<br />

y el por qué del conocimiento de lo trascendente que caracteriza la sabiduría de los<br />

druidas.<br />

–7–<br />

LOS ÁRBOLES Y LAS AGUAS SAGRADAS COMO<br />

FUENTES SI<strong>MB</strong>ÓLICAS DE LA SABIDURÍA DRUÍDICA<br />

La creencia céltica en la naturaleza sagrada de los bosques no es en absoluto<br />

desconocida. ¡Ha sido tanto lo que se ha escrito en este respecto! Sin embargo, más allá<br />

de los tópicos, no conviene mitigar su importancia, pues en ella parecen residir buena<br />

parte de las vías que regulan el acceso a las estructuras míticas que conforman el<br />

antiguo pensamiento céltico irlandés.<br />

En efecto, los irlandeses siempre mostraron gran estima hacia sus bosques, pues,<br />

de lo contrario, jamás habrían concebido los diversos reinos que conformaban el Otro<br />

Libro de la vaca parda, O´Rahilly, C., Táin Bó Cúailnge. Recension I, Dublin Institute for Advanced<br />

Studies, Dublín, 2002, vv. 2577-2582, pp. 78-79 y 196.<br />

200<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

Mundo de la manera como aparecen reflejados en algunos de los relatos más famosos de<br />

la isla. En uno de éstos, conocido como La postración de Cú Chulainn, el reino feérico<br />

donde se extiende La Llanura del Placer (Mag Mell) aparece descrito como una región<br />

donde crecen ciertos árboles que no cesan de dar frutos:<br />

«Hay tres veces veinte árboles: encuentros que no son encuentros, los de sus<br />

copas; de cada árbol comen trescientos, de sus abundantes frutos [mes<br />

ilarda] sin cáscara» 140 .<br />

abundancia:<br />

Y entre todos éstos, un bello árbol de plata, símbolo inequívoco de la<br />

«Hay un árbol [crand] en la puerta del cercado: no es feo, antes armonioso;<br />

árbol de plata [crand airgit] sobre el que brilla el sol como sobre oro<br />

acendradísimo» 141 .<br />

Un árbol similar a éste, probablemente un manzano, puede ser igualmente<br />

localizado en la descripción del Otro Mundo que aparece en La navegación de Bran,<br />

donde el término irlandés empleado, bile (árbol anciano y venerado), no deja ninguna<br />

duda respecto a su naturaleza sagrada:<br />

«Había allí un anciano árbol [bile] en flor, sobre el que los pájaros<br />

trinaban las horas» 142 .<br />

El mismo exactamente de donde provenía la rama de manzano 143 con brotes de<br />

plata que le es mostrada a Bran como prueba del esplendor y la fertilidad del reino<br />

140 Serglige Con Culainn, § 33; traducción de Ortiz, P. / Renales, J., “La postración de Cú Chulainn”; en<br />

La embriaguez de los ulates y otras andanzas de Cú Chulainn, Torre Manrique Publicaciones, Madrid,<br />

1989, p. 204. Quien así lo desee puede consultar igualmente el original irlandés en la edición de Dillon,<br />

M., Dublin Institute for Advanced Studies, Dublín, 1975, vv. 502-505, p. 18.<br />

141 Serglige Con Culainn, § 33; traducción de Ortiz, P. / Renales, J., “La postración de Cú Chulainn”; en<br />

La embriaguez de los ulates y otras andanzas de Cú Chulainn, Torre Manrique Publicaciones, Madrid,<br />

1989, p. 204. Quien así lo desee puede consultar igualmente el original irlandés en la edición de Dillon,<br />

M., Dublin Institute for Advanced Studies, Dublín, 1975, vv. 498-501, p. 17.<br />

142 Imram Brain, § 7; editado en irlandés junto con una traducción inglesa por Meyer, K., The voyage of<br />

Bran, Llanerch Publishers, Felinfach, 1994, pp. 6-7.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 201


Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

feérico de donde fue traída. 144 Por ello, si atendemos a todas estas referencias, no cabe<br />

duda de que nos encontramos ante una antigua creencia según la cual el Otro Mundo era<br />

concebido como una región donde la fertilidad, reflejada en la abundancia de sus<br />

árboles y bosques, contribuía a reforzar la idea de que allí la sociedad y la naturaleza<br />

convivían en perfecta armonía.<br />

Que los bosques eran tenidos por los irlandeses como lugares sagrados se<br />

encuentra perfectamente constatado por la proximidad etimológica existente entre las<br />

voces irlandesas noíb (sagrado), neimed (santuario, lugar sagrado), y el galo nemeton<br />

(claro del bosque). Sabemos que los druidas se reunían en estos lugares 145 para debatir<br />

entre ellos y enseñar su doctrina a sus discípulos. Por ello, en tanto que mediadores en<br />

el inevitable conflicto que conllevaba integrar a la sociedad en el conjunto sagrado de la<br />

naturaleza, los miembros de la clase intelectual druídica aparecen retratados en los<br />

manuscritos irlandeses como los portadores de un tipo concreto de palabra cuyo poder y<br />

legitimidad parecen proceder simbólicamente de las regiones arbóreas. En caso<br />

contrario, ¿por qué habría Sencha de recurrir a su famosa rama de bronce para aplacar<br />

los ánimos durante las disputas internas de los ulates sino para poder así hacer uso de su<br />

palabra en tanto que representante de lo sagrado?:<br />

«Se levantó Sencha mac Ailella y agitó su rama [craíb] pacificadora hasta<br />

que hubo silencio y mutismo entre los ulates» 146 .<br />

De hecho, ya nos situemos en la Antigua Grecia o en la Irlanda pagana, el<br />

empleo de cetros, báculos, ramas o varas procedentes de determinados árboles se<br />

encuentra justificado, dentro de las estructuras que conforman el pensamiento mítico,<br />

por su utilidad para mostrar simbólicamente la relación que une a su portador con lo<br />

sagrado; de ahí que en ocasiones estén hechas de metales preciosos, símbolo éstos de la<br />

143 También el Más Allá de la leyenda artúrica, inequívocamente céltica, es llamado Avallon, esto es, “La<br />

Tierra de las Manzanas”.<br />

144 Imram Brain, §§ 2-3; editado en irlandés junto con una traducción inglesa por Meyer, K., The voyage<br />

of Bran, Llanerch Publishers, Felinfach, 1994, pp. 2-5.<br />

145 Véase, por ejemplo, la Farsalia de Lucano, I, 450-460; así como la Guerra de las Galias de César, VI,<br />

13, 10.<br />

146 Mesca Ulad, §10; traducción de Ortiz, P. / Renales, J., “La embriaguez de los ulates”; en La<br />

embriaguez de los ulates y otras andanzas de Cú Chulainn, Torre Manrique Publicaciones, Madrid, 1989,<br />

p. 136. El original irlandés puede ser consultado en la edición de Carmichael Watson, J., Mesca Ulad,<br />

Dublin Institute for Advanced Studies, Dublín, 1983, vv. 118-120, p. 6.<br />

202<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

abundancia. 147 En este respecto, uno de los mejores ejemplos del vínculo que une la<br />

sabiduría druídica con la naturaleza sagrada de los bosques puede ser localizado en la<br />

descripción de la recolección del muérdago que aparece en la Historia natural de Plinio<br />

el Viejo:<br />

«Los druidas, pues así llaman [los galos] a sus magos, consideran el<br />

muérdago y el árbol que en él se engendra –al que suponen siempre ser un<br />

roble– por lo más sagrado [...], y tienen por cierto que hace fértil a cualquier<br />

animal estéril que lo beba, pues es remedio contra todos los venenos» 148 .<br />

En efecto, el muérdago es una planta parasitaria que sólo sobrevive gracias a la<br />

savia que extrae de los árboles sobre los que crece y de los cuáles se nutre. Su favorito,<br />

no obstante, no es precisamente el roble, sino el manzano; dato éste que no influye para<br />

nada en el significado de la recolección que Plinio describe, pues lo verdaderamente<br />

importante de ésta es la naturaleza voraz del muérdago, compañero inseparable de<br />

algunos de los árboles que los celtas siempre consideraron sagrados y de los cuales<br />

extrae su fuerza vital (níab en antiguo irlandes). 149 Por todo ello, es muy posible que el<br />

motivo por el cual los druidas empleaban el muérdago no se encontrara muy alejado de<br />

la cualidad simbólica que poseía esta planta para ilustrar la naturaleza y la procedencia<br />

de la sabiduría druídica.<br />

Por lo que se refiere al escenario irlandés, la antigua literatura de la isla es<br />

perfectamente nítida cuando hace del árbol y las aguas sagradas fuentes simbólicas de la<br />

147 Sin ir más lejos, el carácter sagrado de los reyes célticos puede ser apreciado en este sentido en uno de<br />

los relatos irlandeses conocido como El festín de Bricriu, donde se describe al rey Conchobar portando<br />

una vara de plata (cló n-argit) que golpea contra el poste de la casa para acallar a sus hombres. Fled<br />

Bricrend, § 21; editado en irlandés junto con una traducción inglesa por Henderson, G., Fled Bricrend.<br />

The feast of Bricriu, Irish Texts Society, Londres, 1993, pp. 22-23.<br />

148 Plinio el viejo, Historia natural, XVI, 44. Para la traducción nos hemos permitido actualizar la versión<br />

realizada por el ilustre español Francisco Fernández, médico e historiador del rey Felipe II, publicada por<br />

Visor Libros, Madrid, 1998, 266-267. Por lo demás, el ritual de la recolección del muérdago ha sido<br />

descrito detalladamente por Jean Markale en “El muérdago y el ritual vegetal”; en Druidas. Tradiciones y<br />

dioses de los celtas, Taurus, Madrid, 1989, pp. 148-158. Véase también, del mismo autor, Las tres<br />

espirales. Meditación sobre la espiritualidad céltica, José J. de Olañeta, Palma de Mallorca, 1997, pp. 15<br />

y ss.<br />

149 De hecho, tal y como nos recuerda Émile Benveniste, «el irlandés noib, “sacer, santus”, de *noibo-,<br />

está en alternancia vocálica con *neibo-, que ha dado el sustantivo niab, “fuerza vital”». Vocabulario de<br />

las instituciones indoeuropeas, Taurus, Madrid, 1983, p. 354.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

sabiduría de los druidas. 150 Así sucede, sin ir más lejos, en una de las numerosas y<br />

breves composiciones topográficas conocidas como dindshenchas, la cual se ocupa del<br />

río Shannon. En ésta, tal y como puede advertirse en la traducción que ofrecemos a<br />

continuación, los árboles y las aguas sagradas conforman en la descripción del Pozo de<br />

Connla la imagen mítica del lugar donde reside el conocimiento que caracteriza la<br />

sabiduría de los poetas y druidas. Veámosla:<br />

«Sined, la hija de Lodan Lucharglan meic Lir [...] quiso contemplar el Pozo<br />

de Connla [Tiprait Connla], el cual se halla bajo las aguas 151 ; una cascada<br />

[tipra] donde se encuentran los avellanos [cuill] y la fuente de la sabiduría<br />

[heicsi], esto es, los avellanos de las artes poéticas [cuill crinmoind aiusa],<br />

cuyos frutos, flores y brotes maduran todos a un tiempo y caen junto con el<br />

agua hasta alcanzar el fondo, donde forman burbujas de púrpura real. Es<br />

entonces cuando el salmón mastica los frutos hasta que el jugo de las<br />

avellanas comienza a advertirse sobre su rojo vientre» 152 .<br />

Además, continúa el texto:<br />

«Siete arroyuelos de sabiduría [secht srotha éicsi] surgen [del pozo] para<br />

regresar allí de nuevo» 153 .<br />

Por lo tanto, tal y como aparece en el texto que acabamos de citar, los avellanos<br />

que se nutren de las aguas sagradas del pozo, así como sus frutos, vendrían a funcionar<br />

simbólicamente como fuentes de la sabiduría druídica; lo que explicaría por qué el<br />

salmón, el cual se encuentra vinculado a este tipo de pozos y nacimientos de agua, suele<br />

aparecer en los relatos irlandeses como el transmisor que regala tan preciados<br />

conocimientos a quien, por fortuna, como el gran héroe Finn, termina por apresarlo y<br />

consumirlo.<br />

150 Sobre esta cuestión resulta imprescindible la lectura del artículo de Watson, A., “The king, the poet<br />

and the sacred tree”, Études Celtiques 18 (París, 1981), pp. 165-180, y especialmente la parte titulada<br />

“The tree and the poet”, pp. 166-169.<br />

151 Esto es, en las regiones feéricas y submarinas que, según la mitología irlandesa, también forman parte<br />

del Otro Mundo.<br />

152 Sinann (Rennes Dindshenchas, § 59); editado en irlandés junto con una traducción inglesa por Stokes,<br />

W., “The prose tales in the Rennes Dindshenchas”, Revue Celtique 15 (París, 1894), pp. 456-457.<br />

153 Sinann (Rennes Dindshenchas, § 59); editado en irlandés junto con una traducción inglesa por Stokes,<br />

W., “The prose tales in the Rennes Dindshenchas”, Revue Celtique 15 (París, 1894), pp. 456-457.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

Con objeto de ilustrar estas cuestiones podríamos citar otros cuantos ejemplos en<br />

los que las aguas y los árboles sagrados aparecen como soportes de la sabiduría de la<br />

clase intelectual céltica, mas no por ello vendríamos a ampliar la información que ya ha<br />

sido ofrecida. Por ello, una vez examinado el origen y las virtudes de la sabiduría<br />

druídica, creemos oportuno dar paso al tercero y último de los apartados que conforman<br />

este capítulo, pues sólo ahora podremos alcanzar a comprender perfectamente el<br />

verdadero alcance de la influencia que los druidas irlandeses llegaron a tener, no ya<br />

sobre la población, sino, incluso, sobre sus reyes.<br />

–8–<br />

EL DRUIDA, EL REY Y LA SOBERANÍA SAGRADA<br />

Desde que Georges Dumézil dedicara el conjunto de sus investigaciones a<br />

desentramar la estructura ideológica trifuncional de las antiguas sociedades<br />

indoeuropeas, entre ellas la irlandesa, el estudio comparado de los relatos míticos de<br />

estos pueblos ha logrado en muchos casos despejar el acceso a su pasado oscuro e<br />

incierto. Gracias a estas investigaciones 154 , hoy sabemos que la ideología de los<br />

distintos grupos indoeuropeos se articulaba por lo común sobre tres pilares o funciones<br />

bien definidas (la soberanía, la fuerza física y la fecundidad) de cuya colaboración<br />

armoniosa dependía la prosperidad de la sociedad sobre la que operaban. Aún así, más<br />

allá de la utilidad de las dos últimas funciones, sólo la primera de estas tres interesa a<br />

nuestro estudio, pues es en ella, como advierte Dumézil, donde habremos de encontrar<br />

la «administración de lo sagrado, del poder y del derecho» 155 , lo que equivale a decir<br />

que es en ella donde habremos de localizar las tareas y asignaciones del druida y del<br />

rey.<br />

Las diferentes composiciones célticas que han llegado hasta nosotros, ya sean<br />

éstas irlandesas, galesas o bretonas, contienen numerosas ejemplos del binomio<br />

154 Las principales obras de Georges Dumézil son perfectamente conocidas, lo que hace innecesario<br />

citarlas aquí. No obstante, quien así lo desee puede consultar la bibliografía que incluimos al final de este<br />

estudio, pues allí podrá encontrar algunos de los títulos que nos han sido útiles para elaborar estas<br />

páginas.<br />

155 Dumézil, G., El destino del guerrero. Aspectos míticos de la función guerrera entre los indoeuropeos,<br />

Siglo XXI, México D. F., 1990, p. 3.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

indoeuropeo rey-druida. Algunos de éstos, como es el caso del formado por Sencha y<br />

Conchobar en el Ciclo del Ulster, ya han sido mencionados en este estudio, sin<br />

embargo, de entre todos los que pueden ser citados, el más representativo de todos, a<br />

nuestro juicio, no es otro que el constituido, cómo no, por el afamado rey bretón,<br />

Arturo, y su inseparable consejero y mago, heredero de los druidas, Merlín. Más allá de<br />

lo que pueda parecer, no es éste un ejemplo menor; por el contrario, en él es<br />

perfectamente posible reconocer el papel decisivo del druida en lo que concierne a la<br />

elección del rey como gobernante sagrado, que no divino, y a su tarea de dirigir y<br />

controlar el buen comportamiento de este último con el objeto de salvaguardar la<br />

prosperidad del reino y de la comunidad en él incluida. Efectivamente, a través de su<br />

visión profética Merlín predice y prepara la llegada de Arturo, el rey llamado a devolver<br />

el esplendor y la prosperidad a los bretones. Tal y como apunta Markale, «es Merlín el<br />

que, por persona interpuesta, se encarga de la educación del joven Arturo; es él quien<br />

establece las pruebas mediante las cuales se reconocerá a Arturo como monarca<br />

sagrado: el episodio del bloque de piedra en el que está clavada la espada es el<br />

equivalente de los rituales mágicos que precedían a la elección del rey entre los<br />

irlandeses. Es Merlín el que aconseja a Arturo en todas sus acciones, el que le hace<br />

emprender expediciones, el que le hace establecer la Mesa Redonda y sus caballeros. En<br />

fin, es él el que desvela las grandes líneas de la leyenda del Graal y el que provoca la<br />

famosa Búsqueda del Graal. Y el reino empezará a periclitar el día en que Merlín<br />

desaparezca» 156 .<br />

En efecto, en tanto que intermediarios entre lo profano y la naturaleza sagrada<br />

conforme a la cual la sociedad irlandesa debía regirse, tan sólo los druidas albergaban<br />

privilegios por encima de su rey. Así lo expresa con toda claridad uno de los pasajes<br />

más citados de la antigua literatura de la isla, el cual puede ser localizado en La<br />

embriaguez de los ulates:<br />

«Uno de los gessa [interdictos] de los ulates es hablar antes que el rey, y<br />

uno de los gessa del rey es hablar antes que un druida» 157 .<br />

156 Markale, J., Druidas. Tradiciones y dioses de los celtas, Taurus, Madrid, 1989, pp. 39-40.<br />

157 Mesca Ulad, § 16; traducción de Ortiz, P. / Renales, J., “La embriaguez de los ulates”; en La<br />

embriaguez de los ulates y otras andanzas de Cú Chulainn, Torre Manrique Publicaciones, Madrid, 1989,<br />

206<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

Además, cuando así se requería, eran los druidas quienes debían preparar el<br />

ritual mántico conocido como tarbfhes (literalmente “festín del toro”) a través del cual<br />

debía ser elegido el nuevo rey. En esta ocasión el pasaje que mejor puede ilustrar este<br />

proceso se localiza en La postración de Cú Chulainn, pues no por azar es éste uno de<br />

los más importantes documentos antropológicos de la antigua Irlanda que obran en<br />

nuestro poder:<br />

«se hizo la ceremonia del toro [tarbfhes]. En ella se destinaba al sacrificio<br />

un toro blanco, y a un solo hombre a engullir hasta la saciedad de su carne y<br />

de su caldo. Bajo este hartazgo, se producía un sueño [chotlud] mientras<br />

cuatro druidas cantaban [chantain] un conjuro de la verdad [ór fírindi]. Por<br />

obra de los druidas, se revelaba en la visión [aslingi] qué clase de hombre<br />

debía ser hecho rey, según su aspecto y descripción observados en la visión,<br />

y qué se debía hacer al respecto» 158 .<br />

Este ritual, qué duda cabe, puede ser puesto en conexión con los procedimientos<br />

de adivinación mántica que fueron examinados al comienzo de este estudio. En efecto,<br />

el sueño (cotlud) que aparece descrito en el pasaje que acabamos de contemplar nos<br />

recuerda el sueño de tipo incubatorio al que se sometían los gobernantes mesopotámicos<br />

y minoico-micénicos para alcanzar la revelación. Asimismo, también la visión<br />

(aislinge), fruto del viaje onírico provocado por comer la carne del toro, se encuentra en<br />

la misma línea que las visiones chamánicas que, como sabemos, hubieron de trastocar<br />

en Grecia la concepción tradicional del alma-vida abriendo la puerta al pitagorismo. De<br />

la misma manera, el conjuro de la verdad (ór fírindi) que los druidas cantan con objeto<br />

de propiciar una visión legítima no se encuentra muy alejado de las pretensiones de<br />

veracidad que exhiben los maestros de verdad griegos cuando hacen depender sus<br />

conocimientos de potencias mítico-religiosas como Mnemósyne o de ramas de laurel<br />

p. 140. El original irlandés puede ser consultado en la edición de Carmichael Watson, J., Mesca Ulad,<br />

Dublin Institute for Advanced Studies, Dublín, 1983, vv. 234-235, p. 11.<br />

158 Serglige Con Culainn, § 23; traducción de Ortiz, P. / Renales, J., “La postración de Cú Chulainn”; en<br />

La embriaguez de los ulates y otras andanzas de Cú Chulainn, Torre Manrique Publicaciones, Madrid,<br />

1989, p. 192. Quien así lo desee puede consultar el original irlandés en la edición de Dillon, M., Dublin<br />

Institute for Advanced Studies, Dublín, 1975, vv. 246-250, p. 9. Por lo demás, el tarbfhes también<br />

aparece descrito en La destrucción de la casa de huéspedes de Dá Derga, § 11; relato editado en irlandés<br />

junto con una traducción inglesa por Stokes, W., “The destruction of Dá Derga´s hostel”, Revue Celqtique<br />

22 (París, 1901), pp. 22-23.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

llamadas a vincular su persona con lo sagrado; pues, no lo olvidemos, en Irlanda la<br />

sabiduría druídica también provenía en último término de las aguas y los árboles<br />

sagrados. Sin embargo, más allá de estas similitudes, las cuales nos ayudan a<br />

comprender mejor ambos escenarios, lo verdaderamente importante de este ritual<br />

mántico, aquello por lo que resulta tan valioso para nuestro estudio, es su capacidad<br />

para mostrar el aspecto sagrado de una ceremonia en la que, por mediación de los<br />

druidas, se debía elegir a la persona que en lo sucesivo habría de garantizar con su<br />

comportamiento la prosperidad del grupo social.<br />

La elección del rey dependía por entero de los druidas, pues éstos, en tanto que<br />

portadores de la sabiduría sagrada, eran los únicos que podían legitimarlo para el poder.<br />

Con objeto de ilustrar esta misma afirmación, en su artículo The king, the poet and the<br />

sacred tree Alden Watson ha descrito la ceremonia de investidura de uno de estos reyes<br />

tal y como aparece registrada en una antigua oda irlandesa. 159 Según ésta, eran los filid,<br />

los herederos de los druidas, quienes otorgaban al elegido la vara que le convertía en rey<br />

y que en ocasiones era cortada directamente del árbol sagrado de la tribu, símbolo de la<br />

soberanía real. Por ello, escribe Watson, «el concepto que subyace bajo este ritual es<br />

evidente: la sabiduría sagrada es el componente básico de la soberanía. El rey no puede<br />

llegar a ser rey ni continuar siéndolo a menos que sea imbuido con la sabiduría sagrada<br />

que sólo el poeta [el fili] puede otorgarle» 160 . Como consecuencia, el rey debía respetar<br />

a los druidas que lo habían sentado en el trono y satisfacer sus demandas, siempre y<br />

cuando éstas no perjudicaran a la comunidad, pues, de lo contrario, aquéllos podían<br />

volverse contra él y retirarle su autoridad.<br />

De acuerdo con los manuscritos que obran en nuestro poder, uno de los<br />

procedimientos usuales empleados por la clase intelectual druídica como represalia ante<br />

el incumplimiento por parte del monarca de los tres requisitos ineludibles de la<br />

soberanía consistía en derribar el árbol de donde el rey, por mediación de los druidas,<br />

extraía la legitimidad sagrada de su reinado. De nuevo, el mejor ejemplo que podemos<br />

citar es un pequeño fragmento perteneciente a una de las numerosas dindshenchas o<br />

composiciones topográficas, la cual se ocupa, por lo demás, de la llanura conocida como<br />

159 Watson, A., “The king and the poet”; en “The king, the poet and the sacred tree”, Études Celtiques 18<br />

(París, 1981), pp. 176-179.<br />

160 Watson, A., “The king and the poet”; en “The king, the poet and the sacred tree”, Études Celtiques 18<br />

(París, 1981), p. 177.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

Mag Mugna. En ésta, según el texto, se alzaba un gran roble sagrado vinculado a la<br />

monarquía suprema de Irlanda:<br />

«Tres clases de frutos había sobre él, a saber, bellotas, manzanas y<br />

avellanas; y cuando el primero caía, otro fruto solía crecer. Largo tiempo<br />

permaneció oculto, hasta el nacimiento de Conn el de las Cien Batallas 161<br />

[...]. Ninine el poeta lo derribó en los días de Domnall meic Murchad, rey de<br />

Irlanda, el cual había rechazado una de las demandas de Ninine» 162 .<br />

Como no podía ser de otro modo, la capacidad del árbol sagrado de Mag Mugna<br />

para producir frutos constantemente responde en el pensamiento creador de mitos a la<br />

imagen del rey céltico que debe abastecer a su pueblo. Por ello, cuando el monarca no<br />

cumplía con lo que de él se esperaba, eran los miembros de la clase intelectual druídica<br />

los que tenían el imperativo moral de acabar con su reinado. En esta línea, otro de los<br />

métodos que solían emplear, el cual ya ha sido mencionado en este capítulo, consistía<br />

en recurrir a la sátira, pues ésta, tal y como experimenta en su persona el rey Bres mac<br />

Elatha en el relato conocido como La segunda batalla de Mag Tuired, era capaz de<br />

derribar a los monarcas como si de árboles se trataran:<br />

«En cierta ocasión, un poeta [file] llegó a la casa de Bres solicitando<br />

hospitalidad (esto es, Coirpre mac Étaín, el poeta de las Túatha Dé). Entró<br />

en una estrecha, negra, oscura y pequeña casa; y allí no había ni fuego ni<br />

muebles ni ropa de cama. Unos panecillos le fueron servidos sobre una<br />

pequeña fuente, sin otro acompañamiento. Al día siguiente se levantó y no<br />

estaba agradecido. Mientras cruzaba el patio dijo,<br />

“Sin comida rápidamente sobre una fuente,<br />

Sin leche de vaca con la que crece un ternero,<br />

Sin una morada de hombre después de caer la noche,<br />

Sin la compañía de cuenta-cuentos –esa es la condición de Bres.”<br />

161 Rey supremo de Irlanda, a un tiempo histórico y legendario.<br />

162 Mag Mugna ocus Brechmag (Rennes Dindshenchas, § 34); editado en irlandés junto con una<br />

traducción inglesa por Stokes, W., “The prose tales in the Rennes Dindshenchas”, Revue Celtiques 15<br />

(París, 1894), pp. 419-421.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

“La prosperidad [maín] de Bres no existirá más,” dijo, y fue verdad.<br />

Sólo hubo ruina sobre él desde aquella hora, y esa fue la primera sátira<br />

[hóer] que fue hecha en Irlanda» 163 .<br />

Tal y como se aprecia en este episodio, en tanto que símbolo de la abundancia de<br />

su pueblo, cuando el rey incumplía alguna de las tres cualidades que la soberanía<br />

sagrada exigía de él, incluida la generosidad, era tarea del druida hacerle comprender su<br />

error antes de que aquél acabara con la prosperidad del reino. Pues, en efecto, la<br />

capacidad del rey céltico para hacer florecer la tierra está fuera de toda duda. En este<br />

respecto, la antigua literatura irlandesa contiene numerosos pasajes que pueden ilustrar<br />

perfectamente esta última afirmación. Sin ir más lejos, en El libro de las invasiones<br />

podemos leer la siguiente referencia a propósito del rey mítico Eochaid mac Erc:<br />

«bueno fue ese rey Eochaid hijo de Erc; no hubo lluvia durante su reinado,<br />

solamente rocío. No hubo ningún año sin fruta» 164 .<br />

Asimismo, también Conchobar, en La embriaguez de los ulates, aparece<br />

retratado en el texto como garante de su pueblo:<br />

«Al cabo de un año, a quien hubiese ido allí [al Ulster] le habría parecido el<br />

cóiced 165 , gracias a Conchobar, una fuente de abundancia [thuli] y de<br />

justicia [téchta]» 166 .<br />

En otras ocasiones, lejos de afirmarse directamente en los manuscritos las<br />

cualidades mágico-religiosas del monarca para llevar la prosperidad a su reino, el<br />

163 Cath Maige Tuired, § 39; editado en irlandés junto con una traducción inglesa por Gray, E. A., Cath<br />

Maige Tuired. The second battle of Mag Tuired, Irish Texts Society, Londres, 1998, pp. 34-35. Una<br />

segunda versión manuscrita de este pasaje ha sido recogida por Hull, V., “Cairpre mac Edaine´s satire<br />

upon Bres mac Eladain”, Zeitschrift für Celtische Philologie 18 (Halle, 1930), pp. 63-69.<br />

164 Leabhar Gabhála, § 88; traducción de Sainero, R., Leabhar Ghabhála. El libro de las invasiones,<br />

Akal, Madrid, 1988, p. 109. Quien así lo desee puede consultar también el original irlandés junto con una<br />

traducción inglesa en la edición de Stewart Macalister, R. A. / Macneill, J., Leabhar Gabhála. The book<br />

of conquests of Ireland, Hodges, Figgis and Company Ltd., Dublín, 1916, pp. 136-137.<br />

165 Literalmente “el quinto”, esto es, cada una de las cinco provincias que conformaban la isla.<br />

166 Mesca Ulad, § 11; traducción de Ortiz, P. / Renales, J., “La embriaguez de los ulates”; en La<br />

embriaguez de los ulates y otras andanzas de Cú Chulainn, Torre Manrique Publicaciones, Madrid, 1989,<br />

p. 136. El original irlandés ha sido editado por Carmichael Watson, J., Mesca Ulad, Dublin Institute for<br />

Advanced Studies, Dublín, 1983, vv. 130-131, p. 6.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

pensamiento mítico que hubo de componer estos relatos hace depender estas mismas<br />

cualidades de imágenes simbólicas, como la formada por el árbol, de gran eficacia. Es<br />

en esta línea donde debemos situar, por ejemplo, los famosos calderos de la abundancia<br />

que suelen poseer algunos reyes célticos para alimentar a su pueblo, pues, de éstos, tal<br />

como se indica en La segunda batalla de Mag Tuired, nadie que estuviera hambriento<br />

se alejaba jamás insatisfecho. 167<br />

Ahora bien, para ser garante y sustento de su gente el monarca debía cumplir una<br />

serie de requisitos, tanto físicos como morales, sin los cuales la soberanía sagrada habría<br />

de abandonarlo. En efecto, tal como lo expresa Pedro Pablo García May, «el rey estaba<br />

obligado a ser un hombre [...] “<strong>completo</strong>” en su interior y en su exterior» 168 , pues, de lo<br />

contrario, desprovisto él mismo de la perfección, entendida conforme al ideal céltico,<br />

¿cómo podría a su vez extender ésta a sus dominios?<br />

Por lo que se refiere a los requisitos físicos de los reyes, éstos no podían bajo<br />

ningún concepto poseer discapacidades o imperfecciones que les impidieran efectuar<br />

sus actividades acostumbradas. En este respecto, el ejemplo que los especialistas<br />

acostumbran a citar no es otro que el de Núada, rey de las Túatha Dé Danann que, tras<br />

perder uno de sus brazos en batalla, tuvo que ceder el trono al ya citado Bres mac<br />

Elatha:<br />

«Hubo enfrentamiento en lo concerniente a la soberanía [flathae] de los<br />

hombres de Irlanda entre los Túatha Dé y sus mujeres, pues Núada no era<br />

elegible para la realeza después de que su mano fuera cercenada. Entonces<br />

decidieron que sería apropiado para ellos entregarle la monarquía a Bres<br />

mac Elatha» 169 .<br />

Sin embargo, tampoco Bres pudo conservar por mucho tiempo la vara real, pues<br />

terminó por incumplir los requisitos que obligaban al rey a seguir en todo momento el<br />

ideal de comportamiento que el ejercicio de la soberanía exigía:<br />

167 Cath Maige Tuired, § 6; editado en irlandés junto con una traducción inglesa por Gray, E. A., Cath<br />

Maige Tuired. The second battle of Mag Tuired, Irish Texts Society, Londres, 1998, pp. 24-25.<br />

168 García May, P. P., Los mitos celtas, Acento, Madrid, 2002, p. 23.<br />

169 Cath Maige Tuired, § 14; editado en irlandés junto con una traducción inglesa por Gray, E. A., Cath<br />

Maige Tuired. The second battle of Mag Tuired, Irish Texts Society, Londres, 1998, pp. 26-27.<br />

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Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

«Por parte de su familia materna –las Túatha Dé– hubo gran murmullo en<br />

contra suya, pues sus armas estaban siempre sin engrasar. Tan a menudo<br />

como podían acudir [a la casa de Bres], no llegaban nunca a oler la cerveza<br />

ni a ver a sus poetas, ni a sus bardos, ni a sus satiristas, ni a sus harpistas, ni<br />

a sus gaiteros, ni a sus trompeteros, ni a sus juglares, ni a sus bufones<br />

entreteniéndoles en la casa» 170 .<br />

En definitiva, Bres era demasiado avaro y despreocupado de sus funciones como<br />

para responder a las exigencias y necesidades de su pueblo. Por ello, como<br />

consecuencia de su falta de atenciones para con su huésped, el poeta satírico Coirpre<br />

mac Étaín, ¿cómo no habría éste de lanzar contra él la sátira que finalmente hubo de<br />

acabar con su reinado?<br />

En efecto, el rey debía mostrar generosidad en todo momento, mas con ello no<br />

era suficiente, pues, tal como aparece expresado de forma negativa en las condiciones<br />

de matrimonio que la reina Medb de Connacht impuso sobre su marido según le<br />

recuerda a éste al comienzo de El robo del toro de Cooley, el monarca debía ser,<br />

además, un hombre sin celos y sin cobardía:<br />

«yo exigía un regalo de novia inusual, tal como el que ninguna otra mujer<br />

había reclamado con anterioridad de un hombre de entre los hombres de<br />

Irlanda, a saber, un esposo sin avaricia [cen neóit], sin celos [cen ét] y sin<br />

temor [cen omon]» 171 .<br />

De hecho, no podía ser de otro modo, pues, de acuerdo con Alwyn y Brinley<br />

Rees, dentro del marco trifuncional indoeuropeo, «cuanto más elevada sea la jerarquía<br />

social, tanto más ese estado social es exigente, y hay que hacer notar que la falta más<br />

grave que pueda cometer una clase social consiste en rebajarse al nivel de la clase que<br />

está inmediatamente debajo de ella: la avaricia es excusable en un siervo, pero<br />

representa la negación de la vocación del agricultor [tercera función]; el miedo no es<br />

incompatible con la misión pacífica del agricultor, pero para el guerrero [segunda<br />

170 Cath Maige Tuired, § 36; editado en irlandés junto con una traducción inglesa por Gray, E. A., Cath<br />

Maige Tuired. The second battle of Mag Tuired, Irish Texts Society, Londres, 1998, pp. 32-33.<br />

171 Táin Bó Cúalnge (versión del Libro de Leinster), vv. 26-28; editado en irlandés junto con una<br />

traducción inglesa por O´Rahilly, C., Táin Bó Cúalnge from the Book of Leinster, Irish Texts Society,<br />

Londres, 1967, pp. 1 y 138.<br />

212<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

función] es el defecto más grave; los celos [...] son una cualidad normal del carácter del<br />

guerrero, pero pueden destruir la imparcialidad que se exige del juez [primera función].<br />

Ahora bien, un rey debe poseer las virtudes de todas las funciones, pero sin sus<br />

debilidades» 172 ; lo que concuerda perfectamente con el deber sagrado de su persona<br />

para llevar la prosperidad a su pueblo. Por otro lado, el hecho de que fuera Medb, tal<br />

como recuerda ella misma en los primeros versos de la Táin, y no los druidas, quien<br />

exigiera de su consorte las virtudes propias de las tres funciones como requisito para<br />

unirse con ella sobre el trono de Connacht es un dato enormemente significativo, pues<br />

¿qué motivos y qué privilegios podría tener aquélla para actuar así?<br />

Si seguimos la opinión de los especialistas, entre ellos Georges Dumézil 173 , bajo<br />

la óptica del pensamiento mítico Medb no sería únicamente la reina de Connacht, sino<br />

que, sobre todo, vendría a funcionar como símbolo y evemerización de la soberanía<br />

(flaith) sagrada con la que el futuro rey debía contraer matrimonio. Como recordará el<br />

lector, ésta no es la primera vez que en este estudio mencionamos el matrimonio<br />

sagrado, pues éste, en tanto que procedimiento ritual para reconducir lo humano hacia lo<br />

divino y conseguir, de ese modo, la integración de la sociedad en la naturaleza, ya fue<br />

examinado cuando hablamos de los gobernantes mesopotámicos. En este respecto, al<br />

igual que sucedía en Oriente Próximo, donde los gobernantes debían unirse ritualmente<br />

con la Gran Diosa, en los antiguos relatos irlandeses también es posible localizar<br />

numerosos episodios en los que determinados personajes femeninos, deidades<br />

encarnadas, ofrecen a menudo “la amistad de sus muslos” a cambio de la tan preciada<br />

soberanía. 174 Cierto es, los manuscritos no siempre revelan que estas mujeres<br />

representan a la Diosa Madre, pues el pensamiento mítico que hubo de sentirlo así era<br />

un pensamiento vivo, esto es, incompatible con la tiranía del papel. En efecto, al<br />

encontrarse arraigadas en lo más profundo del inconsciente colectivo de todos los celtas,<br />

este tipo de nociones y creencias podían sobrevivir en el mito, pero no en los libros;<br />

172 Rees, A. / Rees, B., Celtic heritage. Ancient tradition in Ireland and Wales, Thames and Hudson,<br />

Londres, 1998, p. 130. Por lo demás, la traducción ha sido tomada de la obra de Dumézil, G., Mito y<br />

epopeya. II. Tipos épicos indoeuropeos: un héroe, un brujo, un rey (versión española de Madero Báez, S.<br />

R.), Fondo de Cultura Económica, México D. F., 1996, p. 335.<br />

173 Dumézil, G., “Las reinas Medb” y “Medb, la soberanía y las virtudes regias”; en Mito y epopeya. II.<br />

Tipos épicos indoeuropeos: un héroe, un brujo, un rey, Fondo de Cultura Económica, México D. F.,<br />

1996, pp. 328-331 y 332-337.<br />

174 Dumézil, G., “Las reinas Medb” y “Medb, la soberanía y las virtudes regias”; en Mito y epopeya. II.<br />

Tipos épicos indoeuropeos: un héroe, un brujo, un rey, Fondo de Cultura Económica, México D. F.,<br />

1996, pp. 328-331 y 332-337.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 213


Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

pues las letras escritas, como sabía Platón, sólo son útiles mientras el lógos que las dio a<br />

la tinta coexiste con ellas. Por ello, una vez que el regalo envenenado del Cristianismo<br />

(la escritura) terminó por hacer innecesaria la presencia en Irlanda de los maestros<br />

druídicos de tradición, el transcurso de unas pocas generaciones fue suficiente para<br />

transformar la memoria en olvido y la verdad en superstición.<br />

Sea como fuere, lo cierto es que en Irlanda, hasta la llegada del Cristianismo, los<br />

encargados de componer los relatos que conformaban la auténtica tradición fueron<br />

siempre los miembros de la clase intelectual druídica. Éstos, tal como dijimos, eran los<br />

encargados de administrar la relación del grupo social con lo trascendente. Por ello, en<br />

tanto que delegados de la naturaleza sagrada, es más que posible que fueran los druidas<br />

quienes formularan en Irlanda la estructura simbólica del matrimonio sagrado haciendo<br />

de él el mecanismo mítico a través del cual el monarca adquiría la legitimidad para<br />

reinar. Pues, en efecto, si su sabiduría fluía y brotaba desde las aguas y los bosques de la<br />

Gran Diosa (la Madre Tierra), ¿cómo no habrían los druidas de velar por lo humano<br />

integrado en Ella? A nuestros ojos, por lo tanto, el rey céltico debe ser entendido como<br />

la apuesta de los druidas para alcanzar el equilibrio y vivir en armonía con la naturaleza<br />

sagrada.<br />

* * * * * * * * * * * * * * *<br />

A través de las páginas que conforman este estudio hemos podido apreciar un<br />

tipo muy concreto de sabiduría, hoy devenida en superstición, donde la última palabra<br />

hubo siempre de pertenecer a los miembros de la institución druídica. Éstos, además de<br />

ser maestros de verdad, lo fueron también de tradición, pues, gracias al mito, entendido<br />

éste no como relatos, sino como soporte de su pensamiento no alfabetizado, llegaron a<br />

constituirse en los auténticos educadores de su pueblo. Más aún, la influencia que<br />

llegaron a ejercer los druidas sobre sus conciudadanos hubo de extenderse también a la<br />

administración de lo sagrado, pues sólo ellos de entre todos los miembros de la<br />

comunidad estaban plenamente capacitados para alcanzar a penetrar con su visión<br />

mántica el trasfondo último de la realidad donde se fijaban los destinos.<br />

214<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Garrobo Robles, Raúl: «El druida, el rey y la soberanía sagrada».<br />

...en definitiva, entre los celtas irlandeses no podía haber lugar para lo profano,<br />

pues de ello se cuidaron siempre su druidas, a saber, de reconducir lo humano (la<br />

sociedad) hacia lo sagrado (la naturaleza), integrando aquélla en ésta.<br />

–BIBLIOGRAFÍA 175 –<br />

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175 No encontrará el lector en esta sección las referencias bibliográficas de las fuentes grecorromanas y<br />

mesopotámicas. No obstante, si así lo desea, siempre puede consultarlas en las notas a pie de página<br />

incluidas en nuestro estudio.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 215


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Sloterdijk; entre rostros, esferas y espacio interfacial.<br />

Ensayo de una historia natural de la afabilidad.<br />

Dr. Adolfo Vásquez Rocca<br />

Pontificia Universidad Católica de Valparaíso – Universidad Complutense<br />

Resumen<br />

Se aborda el desarrollo del retrato como un fenómeno que no atañe únicamente a la<br />

historia del arte sino de modo fundamental a la antropología. Para ello se examinan las<br />

tesis de Sloterdijk expuestas en su trilogía Esferas, en particular lo que él denomina<br />

“espacio interfacial o esfera sensible de proximidad bipolar de rostros”, para mostrar<br />

finalmente como ella constituye una historia propia y peculiar de catástrofes que da<br />

cuenta del desarrollo de lo humano, una antropogénesis que va desde las<br />

sincronizaciones histórico-tribales de los juegos de ternura protoescénicos hasta la<br />

hostilidad de las guerras modernas.<br />

Palabras clave:<br />

Interfacial, Esferas, identidad, rostros, retrato, protracción, afabilidad, espejo,<br />

antropogénesis.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008) 226-235. http://www.revistadefilosofia.org


Sloterdijk; entre rostros, esferas y espacio interfacial.<br />

Ensayo de una historia natural de la afabilidad.<br />

Dr. Adolfo Vásquez Rocca<br />

Pontificia Universidad Católica de Valparaíso – Universidad<br />

Complutense<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 221


Adolfo Vásquez Rocca: «Sloterdijk; entre rostros, esferas y espacio interfacial».<br />

1.- Entre rostros, Antropogénesis y Espacio Interfacial.<br />

El arte contemporáneo puede ser puesto en relación con ciertas preocupaciones<br />

antropológicas en torno al tema de la representación, tanto la de sí mismo como la del<br />

radical otro. Esta tensión entre identidad y alteridad, entre lo propio reconocible y la<br />

alteridad exótica recorre la cultura bajo la forma de lo que Sloterdijk denomina espacio<br />

interfacial 1 .<br />

Este espacio interfacial o esfera sensible de proximidad bipolar de rostros tiene una<br />

historia propia y peculiar de catástrofes que aquí nos proponemos examinar.<br />

La relación de alteridad, cara a cara, a la que también se refiere Lévinas, es una<br />

relación ética originaria, fundante de la afectividad y que se expresa a través de la imagen,<br />

a través del rostro que me mira y me reclama, sin que pueda olvidarle, sin que pueda dejar<br />

de ser responsable de su miseria. 2<br />

Así para Lévinas el rostro, y en particular la mirada, es el principio de la conciencia<br />

emotiva, ya que la identidad sólo puede constituirse a partir de la mirada del otro; frente a<br />

ella develamos nuestra frágil desnudez, nos volvemos vulnerables y comprensibles, somos<br />

traspasados.<br />

Así el ser humano no puede entenderse ni ser entendido sino en una compleja red de<br />

relaciones, constituidas por miradas que se entrecruzan con otras, en un entorno amueblado<br />

por signos identitarios de diverso orden y registro, por la fisionomía del rostro, por el<br />

acento de un gesto facial.<br />

1<br />

2<br />

SLOTERDIJK, Peter, Esferas I, Cap. 2: “Entre rostros. Sobre la emergencia de la esfera íntima<br />

interfacial”, Editorial Siruela, Madrid, 2003, pp. 135 a 195<br />

LEVINAS, Emmanuel, Humanismo del Otro Hombre, Caparrós, Madrid, 1993, p. 46<br />

222<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Adolfo Vásquez Rocca: «Sloterdijk; entre rostros, esferas y espacio interfacial».<br />

Así, la cuestión de ¿qué es el rostro? no puede ser respondida desde una perspectiva<br />

exclusivamente plástica, es decir, desde las consideraciones técnicas asociadas a la factura<br />

de un retrato, sino atendiendo a los problemas psicológicos-fisonómicos de la<br />

representación o, más precisamente, a las condiciones de su inaccesibilidad. Así la historia<br />

del retrato occidental está dividida en un retrato inocente y fiel que goza del rostro<br />

representándolo en la forma clásica, y un retrato que tiene para sí todo el respeto y toda la<br />

conciencia en los medios de expresión de la pintura, pero que no goza de su objeto porque<br />

no sabe o no quiere representarlo. El rostro mismo ha desaparecido de la pintura moderna y<br />

con él, todos los reconocimientos, y filiaciones con la tradición de la psicología clásica. El<br />

rostro, como lo supo plasmar Bacon 3 , no es algo fijo. El rostro, el de los otros tanto como el<br />

nuestro, cambia, se deforma, se esfuma. Ninguna imagen puede darnos la idea del todo.<br />

Una foto no lo abarca. Se adhiere a lo real, pero no lo devela. De ahí la imposibilidad<br />

baconiana de completar el retrato de un hombre.<br />

Así el desarrollo del retrato bajo ninguna circunstancia puede entenderse sólo como<br />

un fenómeno que atañe únicamente a la historia del arte; aunque tampoco una historia de la<br />

imagen, ampliada mediática y culturalmente, podría dar suficiente cuenta todavía del<br />

nacimiento del rostro a partir del espacio interfacial, dado que esto envuelve un<br />

acontecimiento que remite a mucho antes de toda cuestión representativa, esa es<br />

precisamente la tesis de Sloterdijk en Esferas I. La elevación del rostro profano a la<br />

categoría de retrato es ella misma una operación muy tardía y precaria en el espacio-entrerostros,<br />

que como tal no puede aparecer en ningún retrato aislado. El arte del retrato, en<br />

tanto proceso de revelado que pone de manifiesto o saca a la luz la individualidad,<br />

pertenece a un amplio movimiento de producción de rostros que posee un estatus propio de<br />

género histórico más allá de toda manifestación histórica artística y plástica. La posibilidad<br />

3<br />

VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, "Francis Bacon; la deriva del yo y el desgarro de la carne". Francis Bacon;<br />

The Drift of I and the tear apart of the flesh (VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo) - Vol. 18 , 2006, en Arte,<br />

Individuo y Sociedad, Facultad de Bellas Artes, UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID. En<br />

versión impresa pp. 151-164; Versión electrónica:<br />

http://www.ucm.es/BUCM/revistas/bba/11315598/articulos/ARIS0606110151A.PDF<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 223


Adolfo Vásquez Rocca: «Sloterdijk; entre rostros, esferas y espacio interfacial».<br />

de facialidad va unida al proceso de antropogénesis mismo 4 . Todo lo específico y singular<br />

que se anota en el rostro como rasgo de carácter o como patrón y línea de temperamentos<br />

regionales y propiedades adquiridas sólo puede entrar en el rótulo facial a través de la<br />

protracción del tierno entretenimiento del mutuo iluminarse de los rostros de madres e hijos<br />

en el período del cobijo posnatal. Su hacia aquí y hacia allá está anclado en antiguas<br />

sincronizaciones histórico-tribales de los juegos de ternura protoescénicos; es parte de un<br />

conjunto de esquemas innatos de participación bipersonal emotiva 5 .<br />

El individualismo moderno, por su parte, nace cuando la misma gente redacta su<br />

autodescripción, cuando ensaya la autocreación de sí, es decir, cuando empieza a reclamar<br />

los derechos de autor sobre sus propias historias, autobiografías y opiniones, así como<br />

también los derechos sobre su imagen, convertidos así en diseñadores y empresarios de su<br />

propia apariencia.<br />

En la configuración de la identidad tenemos que tramarnos un yo y, mal o bien, lo<br />

intentamos. Todas las figuras disimulan el vacío, que se adueña de las formas, se adueña de<br />

las ficciones. El teatro de nuestras cualidades, nuestra imagen del mundo, nuestro<br />

compromiso... el vacío engulle este tipo de estructuras como si nada. Todas las pretensiones<br />

de construir un yo estable a partir de lo social nos llevan a una posición que carece de<br />

autenticidad y anclaje ontológico. Los cuadros modernos están llenos de identidades a la<br />

deriva, de rostros sin perfiles, de nuevos espacios del anonimato. El espacio público se<br />

comporta –a este respecto– no como un espacio social, determinado por estructuras y<br />

jerarquías, sino como un espacio protosocial, un espacio previo a lo social al tiempo que su<br />

requisito, premisa escénica de cualquier sociedad.<br />

4<br />

5<br />

SLOTERDIJK, Peter, Esferas I, Cap. 2: “Entre rostros. Sobre la emergencia de la esfera íntima<br />

interfacial”, Editorial Siruela, Madrid, 2003, 156.<br />

BILZ, Rudolf, “Sobre la participación emocional. Una contribución al problema del ser humano en su<br />

entorno”, En R. B. , Die unbewältigte Vergangenheit des Menschengeschlechts. Beiträge zu einer<br />

Paläoanthropologie, Frankfurt 1967, pp. 39 – 73.<br />

224<br />

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Adolfo Vásquez Rocca: «Sloterdijk; entre rostros, esferas y espacio interfacial».<br />

De allí que haya que interrogar ¿Cómo realizar un retrato de un hombre que posee<br />

una identidad en fuga? ¿Hay posibilidades ciertas de fijar una imagen en medio del vértigo,<br />

en el fluir de las nuevas sociedades líquidas? Los juegos de lenguaje habituales fracasan<br />

ante las experiencias del origen y los intentos de reconocimiento identitario. Quien desea<br />

avanzar en este punto entra necesariamente en el terreno fronterizo entre descubrimiento o<br />

invención. Así sólo será posible fijar una imagen anclada a una identidad por medio de<br />

nuestra auto-narración, de la invención de sí, a través de esa mirada bizca hacia la tensión<br />

entre lo que hemos sido y lo que buscamos ser. Todo hombre se construye así, por sus<br />

palabras, por lo que dice y se dice de sí mismo. El relato de un hombre sobre sí mismo es lo<br />

único que poseemos para re-construirlo.<br />

Con frecuencia sucede que, para agotar de una manera más completa un estudio, el<br />

artista se inspira en fotografías de una misma persona a distintas edades: el retrato<br />

definitivo podrá representarlo más jóvenes o bajo un aspecto distinto al que ofrece en el<br />

momento de posar porque lo que le pareció más real, más verdadero, es ese aspecto que<br />

descubrió como el más revelador de la auténtica personalidad, de algo común a toda la<br />

imagen proceso con los que los juegos de la memoria tiene que habérselas.<br />

En el retrato conceptual no debieran interesar las fotos de búsqueda y captura<br />

objetiva, dado que su intención es más bien la representación de personalidades disociadas.<br />

Su intención no es crear un efecto andrógino, sino una especie de diagnóstico esquizoide.<br />

La pintura halla, quizás, su prueba decisiva en el retrato y tal vez, más<br />

particularmente, en el autorretrato. Este parece restablecer el carácter especular que<br />

constituye, quizás, su más secreta verdad. En el reto que el espejo suscita al pintor éste<br />

parece desprenderse de toda adherencia objetiva; alcanza, por fin, la desnudez psíquica. La<br />

pintura es el dibujo de nuestro sistema nervioso proyectado sobre el lienzo.<br />

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Adolfo Vásquez Rocca: «Sloterdijk; entre rostros, esferas y espacio interfacial».<br />

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Adolfo Vásquez Rocca: «Sloterdijk; entre rostros, esferas y espacio interfacial».<br />

2.- Rostros y Máscaras.<br />

Interfacialidad, cabe precisar, no es sólo la zona de de una historia natural-social de<br />

la afabilidad. Cuando el arte moderno muestra rostros todavía, levanta acta a la vez de una<br />

permanente catástrofe interfacial. Desde tiempos muy tempranos la historia de los<br />

encuentros con el extraño fue también una escuela visual del terror. Bacon 6 , da cuenta de<br />

ello desde una sacralidad secular que representa icónicamente el cuerpo como carne, como<br />

lo humano mutilado que regresa a la animalidad, que se encierra y enfrenta a sí mismo<br />

desbordando los estereotipados discursos de la masculinidad y la construcción cultural de<br />

los géneros, que, obsesionado por su proximidad a la muerte y su semejanza al cadáver<br />

llega a disolverse, a desaparecer o a devenir monstruo.<br />

Las culturas más antiguas necesitan de la máscara como el medio de afrontar lo nohumano,<br />

lo extrahumano, con un correspondiente no-rostro o rostro sustitutorio. En la<br />

época arcaica, como en la moderna, lo que era rostro se convierte en el retrato en escudo<br />

contra aquello que deforma y niega los rostros. La máscara es el escudo facial que se<br />

levanta en la guerra de las miradas 7 .<br />

Resuena a través de esas máscaras el silencio hierático de lo sagrado, que invade el<br />

rostro y los ojos hasta fijarlos en una especie de reposo rígido y majestuoso. No hay el<br />

menor atisbo de movimiento ni de dinamismo, o de fuerza potencial que pudiera ser<br />

desplegada, en esos rostros convertidos, en su travesía del límite, en auténtico material<br />

sagrado.<br />

6<br />

7<br />

Mientras el papa gritando de Francis Bacon muestra todavía un rostro en explosión, los autorretratos de<br />

Andy Warhol alcanzan el estado del desprendimiento de sí en la distribución automática. Ambas obras<br />

tienen todavía un lugar en el margen del arte expresivo, ya que no sólo la desmembración, sino también la<br />

congelación del rostro, están sujetas al principio expresión. De éste se derivan decididamente nuevos<br />

procedimientos de la estética facial en las artes plásticas.<br />

VASQUEZ ROCCA, Adolfo, “La moda en la posmodernidad. Deconstrucción del fenómeno fashion"; En<br />

NÓMADAS. 11 | Enero-Junio.2005. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas. Universidad<br />

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Adolfo Vásquez Rocca: «Sloterdijk; entre rostros, esferas y espacio interfacial».<br />

Se trata de ese silencio hierático que invade el espacio de su travesía hacia el más<br />

allá del límite del mundo.<br />

No hay en esos rostros ya alegría ni dolor; placer ni displacer; felicidad ni amargura.<br />

Todo el complejo y tupido relato de los cambios emocionales de fortuna e infortunio ha<br />

sido trascendido.<br />

Estos rostros nos miran desde más allá de la tragedia y de la comedia. No ríen; pero<br />

tampoco lloran. Están ahí para que los contemplemos en un acto que trasciende la pura<br />

fruición estética. O que sublima ésta hacia el acto de veneración propio de la actitud<br />

religiosa ante lo que posee virtualidad y valencia sagrada.<br />

Complutense, Madrid. http://www.ucm.es/info/nomadas/11/avrocca2.htm<br />

228<br />

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Adolfo Vásquez Rocca: «Sloterdijk; entre rostros, esferas y espacio interfacial».<br />

3.- Espejo y espejismo o dónde comienza a equivocarse Lacan.<br />

Recapitulemos. ¿Qué es un rostro? Lo que se ofrece a la vista de los demás. Veo el<br />

rostro de enfrente, no hay autorreflexión. Al principio era la realidad interfacial primaria,<br />

luego vino el encuentro de rostros humanos en imágenes especulares.<br />

Peter Sloterdijk nos ofrece una breve historia del espejo como objeto-utensilio:<br />

antes de mediados del siglo XX no hay una extensión de los espejos a las grandes masas de<br />

población (esto lo recuerda cuando rebate el teorema de Lacan). Así pues, gracias a esa<br />

cultura saturada de espejos es que pudieron triunfar ideas como la de una relación<br />

originaria de autorreferencia o el narcisismo freudiano. El mito de Narciso es también visto<br />

como un accidente de la naciente autorreflexión. Ese rostro ante el que cae embobado no es<br />

aún el suyo propio.<br />

Al principio encontramos un juego bipolar interfacial en donde el otro hace las<br />

veces de espejo personal, pero con la peculiaridad de que es lo contrario de un espejo: no<br />

hay ni la discreción de un reflejo en cristal o en metal, ni tampoco una reproducción de la<br />

imagen sino un eco afectivo.<br />

Llega un momento en que "los individuos se retiran habitualmente del campo de<br />

intercambio de miradas --que los griegos siempre comprendieron también como campo de<br />

intercambio de palabras-- a una situación donde ya no necesitan el complemento de la<br />

presencia de los otros, sino que, por decirlo así, son ellos mismos los que pueden<br />

complementarse a sí mismos" 8 .<br />

Esa identidad facial del yo--tener un rostro propio-- coincide con el surgimiento del<br />

individualismo (alguien que ha de valerse por sí mismo): el individuo adopta la óptica de<br />

una mirada extraña dirigida a él mismo. Estos sujetos del régimen individualista han caído<br />

230<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Adolfo Vásquez Rocca: «Sloterdijk; entre rostros, esferas y espacio interfacial».<br />

en manos del poder del espejo. Se inicia así la ilusión del poder realizar, sin un otro real, "el<br />

papel de las dos partes en el juego de relación en la esfera bipolar; esta ilusión se va<br />

concretando en el curso de la historia europea de los medios y mentalidades hasta llegar a<br />

un punto en el que los individuos mismos se consideran definitivamente como lo primero<br />

sustancial, y sus relaciones con otros, como lo segundo accidental" 9 .<br />

El juego de autocomplementación del individuo ante el espejo (y otros medios<br />

egotécnicos, como el libro) es utilizado para la sublime ficción de la autonomía, un sueño<br />

de dominio sobre uno mismo, como el del estoicismo. Es la imagen, por ejemplo, del sabio<br />

que puede ser su propio señor, sin dejarse penetrar por ninguna mirada ajena. Se proscribe a<br />

los demás de su espacio interior y se los sustituye por medios técnicos de<br />

autocomplementariedad. Surge una sociedad moderna llena de individuos que viven dentro<br />

de una poderosa ficción real: "en el fantasma de una esfera íntima que contiene un único<br />

habitante, ese individuo mismo. Esa quimera real sostiene todas las relaciones<br />

individualistas. Garantiza el caso particular de cada individuo en una burbuja tupida de<br />

redes, cuando uno en ocasiones en realidad quiere huir de sí mismo y de su yo<br />

autocontagioso.<br />

Como se hace evidente esta teoría de la interfacialidad supone hacerse cargo del<br />

teorema de Lacan, sobre el estadio del espejo.<br />

A modo de reseña diremos que, según Lacan, en el período pre-especular el infante<br />

se experimenta como una imagen fragmentada e indistinto de lo otro exterior, de modo que<br />

la autoimagen en el espejo opera como liberadora de aquella insoportable autosensación.<br />

Debe entenderse así el estadio del espejo, en el sentido lacaniano, como una<br />

identificación imaginaria efecto del asumir una imagen. El infans construye su unidad<br />

alrededor de la imagen de su propio cuerpo en el espejo, lo cautivante es -precisamente-<br />

8<br />

9<br />

SLOTERDEIJK, Peter, Esferas I, Siruela, Editorial Siruela, Madrid, 2003, p. 190.<br />

SLOTERDEIJK, Peter, Esferas I, Siruela, Editorial Siruela, Madrid, 2003, p. 192<br />

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Adolfo Vásquez Rocca: «Sloterdijk; entre rostros, esferas y espacio interfacial».<br />

esta imagen unificada, cuyo reconocimiento asume con júbilo 10 .<br />

Sin embargo, como mostrará Sloterdijk, esta pieza teórica temprana, la más famosa,<br />

del corpus de las doctrinas lacanianas representa una brillante construcción equivocada:<br />

construida en función de falsas evaluaciones de la comunicación diádica temprana entre el<br />

niño y su complementador-compañero 11 , que, prescindiendo de los medios prenatales de<br />

suplementación, es por regla general la madre. La propia imagen especular, como tal, no<br />

puede aportar al auto diagnóstico del niño nada que no estuviera delineado en él ya, desde<br />

hace tiempo, al nivel de los juegos de resonancia vocales, táctiles, interfaciales y<br />

emocionales, y sus sedimentos internos 12 . Antes de todo encuentro con la propia imagen<br />

especular, un infante no-desatendido “sabe” muy bien y muy exactamente lo que significa<br />

ser una vida invulnerada en el interior de un dúo soportador-contenedor. “En una estructura<br />

psíquica de dúplice unicidad, suficientemente bien conformada, aparece la autoexperiencia<br />

figurativa del niño, que ocasionalmente percibe su reflejo en un medio vítreo, metálico o<br />

acuoso, como un estrato de percepción suplementario, divertido y curioso, sobre un tejido,<br />

tupido ya y reconfortante, de experiencias de resonancia; en absoluto aparece la imagen en<br />

el espejo como la primera y omnirrebasante información sobre el propio poder-ser-íntegro;<br />

hay, en todo caso. un barruntar inicial de la propia presencia como cuerpo coherente entre<br />

cuerpos coherentes en el espacio visual real” 13 . Pero este ser-imagen-cuerpo íntegro no<br />

significa casi nada frente a las certezas preimaginarias, noeidéticas, de integridad dual<br />

sensitivo-emocional. Un niño que crece en un continuum suficientemente bueno está<br />

suficientemente informado también, y desde hace tiempo, por otras fuentes, sobre los<br />

motivos de su contención en una forma que le colma. Su interés por la coherencia está más<br />

o menos satisfecho mucho antes de las informaciones especular-eidéticas. Por su imagen<br />

vista en el espejo no aprende a conocer ninguna posibilidad de ser y de felicidad,<br />

10 LACAN, Jacques, (Escritos 1): “El estadio del espejo como formador de la función del yo”,<br />

[Comunicación presentada en el XVI Congreso Internacional de Psicoanálisis, en Zurich, el 17 de julio de<br />

1949]<br />

11<br />

12 SLOTERDIJK, Peter, Esferas I, Excurso 9: “Dónde comienza a equivocarse Lacan”, Editorial Siruela,<br />

Madrid, 2003, pp. 479 - 480<br />

13 SLOTERDIJK, Peter, Esferas I, Excurso 9: “Dónde comienza a equivocarse Lacan”, Editorial Siruela,<br />

232<br />

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Adolfo Vásquez Rocca: «Sloterdijk; entre rostros, esferas y espacio interfacial».<br />

radicalmente nueva, fundada exclusivamente en lo imaginario-visual. Aquí cabe considerar<br />

como dato cultural significante –según hemos descrito– que antes del siglo XIX la mayoría<br />

de los hogares europeos no tenían espejo, de modo que, bajo el aspecto histórico-cultural<br />

más simple y llano, el teorema lacaniano, que se enuncia como un dogma antropológico<br />

válido intemporalmente, aparece como algo además de impreciso atendiendo al dato de las<br />

tempranas impresiones, como impreciso e infundado históricamente.<br />

Madrid, 2003, p. 480.<br />

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Adolfo Vásquez Rocca: «Sloterdijk; entre rostros, esferas y espacio interfacial».<br />

4.- Temblores de Aire o cuando la guerra carece de rostro.<br />

Desde perspectiva históricas y antropológicas contemporáneas, en el curso de la<br />

reflexión en torno a la estética de la guerra –inaugurada por Jünger y sus Tempestades de<br />

Acero 14 y continuada por Sloterdijk en sus Temblores de Aire 15 –, podemos sostener que la<br />

guerra moderna ha cambiado de modo radical con el hecho logístico –no menor– de no<br />

poder verle el rostro al enemigo, esto hace que ya no pueda hablarse de un Frente. En el<br />

frente ya no se hayan actores humanos sino monitores, cámaras (la imagen reemplaza a las<br />

palabras escritas, con su aplastante fuerza visual y mediática), ya no se ve el rostro del<br />

adversario ni el de las víctimas sólo mercados, edificios devastados y oficinas de monitoreo<br />

con evaluadores militares. Las guerras modernas son, pues, asépticas, son guerras donde<br />

no se ven las víctimas, donde no hay sangre ni quejidos de heridos.<br />

El paradigma de la guerra mediática fue la noche del 17 de enero de 1991 cuando<br />

las imágenes enviadas por la CNN dieron la vuelta al mundo, una guerra donde no se veían<br />

las víctimas, donde no había sangre ni quejidos de los heridos... La imagen reemplaza a las<br />

palabras escritas, con su aplastante fuerza visual..<br />

De allí que el retrato moderno clásico, ya no puede corresponder a rostros que se<br />

forman en el intercambio de miradas monstruosas y mecánicas; por eso es comprensible la<br />

impresión de que en amplias zonas del arte de la Modernidad la protracción se ha detenido,<br />

o bien ha comenzado a poner de relieve en el rostro humano lo no-humano, extrahumano.<br />

La detracción y la abstracción han ganado la supremacía como energías plástico faciales<br />

conformadoras frente a la protracción. Ánimos deformadores y vaciadores del rostro han<br />

transformado el portrait en détrait y en abstrait; al retrato corresponde una doble tendencia<br />

del arte facial: expresar estados más allá de la expresión, por un lado, y transformar el<br />

rostro en prótesis posthumana, por otro. No en vano el nuevo lugar más característico del<br />

14 JÚNGER, Ernst, Tempestades de Acero, Ed. Tusquets, Barcelona, 2005<br />

15 SLOTERDIJK, Peter, Temblores de aire, en las fuentes del terror, Ed. Pre-Textos, Valencia 2003<br />

234<br />

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Adolfo Vásquez Rocca: «Sloterdijk; entre rostros, esferas y espacio interfacial».<br />

mundo mediático innovado es esa interface que no designa ya el espacio de encuentro entre<br />

rostros, sino el punto de contacto entre rostro y no-rostro o entre dos no-rostros.<br />

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Pacto de Estado contra la Pobreza<br />

PACTO DE ESTADO CONTRA LA POBREZA<br />

firmado por los grupos políticos a propuesta de la<br />

Coordinadora de ONG para el Desarrollo-España<br />

Los/as abajo firmantes, fuerzas políticas que reflejan la pluralidad democrática de opciones<br />

representadas en el Congreso de los Diputados,<br />

Consideramos,<br />

1.- Que existe un imperativo ético, social, político y económico de lograr el objetivo de erradicar la<br />

pobreza en el mundo mediante la acción decidida y efectiva de la cooperación internacional.<br />

2.- Que con ese fin, España ha asumido, a lo largo de su andadura democrática, una larga serie de<br />

compromisos internacionales planteados en el marco de la comunidad internacional así como<br />

nacionales.<br />

3.- Que los Objetivos de Desarrollo del Milenio, proclamados en la Asamblea General de las Naciones<br />

Unidas del año 2000, y ratificados en la Asamblea General de 2005, constituyen un marco apropiado<br />

para avanzar, en el medio plazo, en la erradicación de la pobreza.<br />

4.- Que garantizar el cumplimiento de dichos objetivos requiere de un esfuerzo sostenido por parte de<br />

la comunidad internacional, esfuerzo al que España debe contribuir firmemente desde la mayor de las<br />

decisiones tomando en cuenta los principios del Consenso Europeo de Desarrollo.<br />

5.- Que la adhesión de España a la Declaración del Milenio y a sus contenidos constituye un fuerte<br />

elemento de consenso político y social, tal y como se deduce de la voluntad general de la ciudadanía<br />

por mantener una política de solidaridad activa hacia los países empobrecidos.<br />

6.- Que el marco institucional y político en el cual se desarrolla este esfuerzo solidario es fruto del<br />

trabajo realizado en diferentes legislaturas, habiéndose conseguido avances tales como la Ley de<br />

Cooperación Internacional, la creación del Consejo de Cooperación, la creación de la Comisión de<br />

Cooperación del Congreso, y habiéndose producido en la presente legislatura un importante esfuerzo<br />

de todos los actores de la cooperación española –gobierno, partidos políticos, administraciones<br />

autonómicas y locales, ONGD, universidades, empresas, sindicatos- para avanzar conjuntamente en:<br />

• El incremento de la AOD, tanto en términos absolutos como relativos, y el cumplimiento de los<br />

compromisos internacionales de España<br />

• El diálogo, la coordinación y la concertación entre los diferentes actores<br />

• El esfuerzo conjunto de planificación, seguimiento y evaluación de la ayuda<br />

• El avance en la coherencia de políticas<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.orgMadrid, 19 de diciembre de 2007 - Pág.237


Pacto de Estado contra la Pobreza<br />

• La introducción de instrumentos que buscan impulsar la calidad de la cooperación<br />

• El desarrollo participativo de estrategias geográficas y sectoriales<br />

• La elaboración y aprobación de una ley de gestión de la deuda externa<br />

• La aprobación del Estatuto de los Cooperantes<br />

Este esfuerzo y estos avances son un patrimonio común de españoles y españolas, fruto del acuerdo<br />

político y de la movilización ciudadana.<br />

7.- Que en sus programas de actuación y electorales, las diferentes fuerzas políticas abajo firmantes<br />

hemos expresado en reiteradas ocasiones nuestro compromiso con el objetivo de conseguir una<br />

cooperación de calidad y con una financiación suficiente para cumplir sus metas.<br />

8.- Que es necesario actualizar los compromisos adquiridos en el pasado para lograr un cumplimiento<br />

efectivo de los mismos, en especial en lo referente al Pacto por la Solidaridad firmado en 1996, y<br />

ampliar dichos compromisos a la luz de las nuevas realidades políticas, sociales e internacionales.<br />

9.- Que en respuesta a lo anterior, resolvemos concretar dicha voluntad en un pacto político por la<br />

erradicación de la pobreza en el mundo, entendiendo la necesidad de que los principios y aspectos<br />

clave de la política de cooperación tengan continuidad, independientemente del partido político que en<br />

cada momento ejerza la acción de gobierno, por lo que acordamos mediante consenso un conjunto de<br />

orientaciones políticas, medidas concretas de gestión e iniciativas legislativas que respondan de forma<br />

sostenible a los grandes desafíos que tiene nuestra cooperación al desarrollo, como son la progresión<br />

del aumento de cantidad y calidad de nuestra AOD, la coherencia de políticas y la plena incorporación<br />

de los principios de la Declaración de París, la adecuada orientación de la mayor presencia multilateral<br />

de nuestra cooperación, la mejora de la coordinación de la pluralidad de actores –que es una de las<br />

señas de identidad de nuestro sistema de ayuda- y la necesaria reforma institucional para responder<br />

adecuadamente a todos estos desafíos:<br />

A. ORIENTACIONES POLÍTICAS<br />

La política de España en el ámbito de la cooperación debe tener una orientación clara dirigida a:<br />

a) Alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) y la erradicación de la pobreza.<br />

b) Garantizar de manera eficaz el impacto de la Ayuda Oficial al Desarrollo.<br />

c) Cumplir los compromisos internacionales adquiridos sobre armonización y alineamiento de la ayuda<br />

en línea con los principios de la Declaración de París así como los principios del Consenso Europeo de<br />

Desarrollo.<br />

d) Apostar por la democracia como condición indispensable para el desarrollo, planteando como<br />

objetivo la promoción de la calidad de la misma y el ejercicio y respeto de los derechos humanos, con<br />

especial atención al fortalecimiento del Estado de Derecho, la buena gestión de los asuntos públicos y<br />

la promoción de la democracia representativa y participativa y del pluralismo político.<br />

Pág.238- <strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org Madrid, 19 de diciembre de 2007


Pacto de Estado contra la Pobreza<br />

e) Reconocer el papel de las ONGD como actores relevantes en la política de cooperación, apoyar su<br />

fortalecimiento y fomentar la participación y el diálogo social.<br />

f) Convertir la política de cooperación en una política de Estado, no condicionada por intereses<br />

comerciales, políticos ni económicos del gobierno.<br />

g) Fomentar la sensibilización acerca de la pobreza y la desigualdad a escala internacional.<br />

h) Reformar en profundidad el sistema institucional de cooperación al desarrollo y avanzar en materia<br />

de coordinación y coherencia de políticas, teniendo como objetivo la consecución de los ODM.<br />

i) Reforzar el liderazgo de la Comisión de Cooperación del Congreso, del Consejo de Cooperación y de<br />

la Comisión Interterritorial como ámbitos de negociación y consenso de la política de cooperación<br />

española, poniendo una especial atención a la necesidad de coordinación entre las administraciones<br />

estatal, autonómica y local, en la que debe jugar un importante papel la Comisión Interterritorial.<br />

j) Avanzar e impulsar nuevas propuestas de generación de mecanismos de financiación internacional<br />

para el desarrollo, así como en la lucha contra la evasión de capitales, los paraísos fiscales y el fraude<br />

fiscal, estudiando la posibilidad de destinar a ayuda al desarrollo un porcentaje de los fondos<br />

recuperados en operaciones contra el blanqueo de capitales.<br />

k) Apostar por una política multilateral que ponga sobre la mesa una agenda internacional de<br />

cooperación al desarrollo.<br />

l) No utilizar la acción humanitaria como herramienta subordinada a la política exterior y cumplir los<br />

principios de independencia, neutralidad e imparcialidad de la acción humanitaria, revisando a partir de<br />

estos principios cuál puede ser el rol de las Fuerzas Armadas.<br />

m) Garantizar que la cooperación al desarrollo española esté gestionada por instituciones adaptadas al<br />

reto, con la capacidad de gestión, flexibilidad y conocimientos necesarios para ello, lo que supone<br />

dotarlas de adecuados recursos humanos, financieros y técnicos.<br />

n) Mantener una política de transparencia informativa dirigida a la población española a través de las<br />

instituciones involucradas en la cooperación al desarrollo y del Congreso, para que se conozca con<br />

detalle la ayuda oficial al desarrollo destinada por España y su impacto.<br />

o) Canalizar los fondos hacia quienes más los necesitan: las poblaciones empobrecidas, dando<br />

prioridad a las necesidades sociales básicas, la educación, la salud, la salud demográfica y<br />

reproductiva, el acceso al agua potable y saneamiento básico, y aquellos programas cuyo único interés<br />

y objetivo directo sea erradicar la pobreza, incluyendo la perspectiva de género como aspecto capital<br />

en el desarrollo de las comunidades.<br />

p) Promover en el seno de la Unión Europea la coherencia de políticas, en particular en materia de<br />

comercio y de agricultura incorporando los derechos humanos como criterios en el seno de las<br />

negociaciones comerciales bilaterales y multilaterales.<br />

q) Aplicar los principios e iniciativas incluidas en este pacto de estado en el ámbito autonómico y local.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.orgMadrid, 19 de diciembre de 2007 - Pág.239


Pacto de Estado contra la Pobreza<br />

B. MEDIDAS CONCRETAS DE GESTIÓN<br />

B.1 AYUDA OFICIAL AL DESARROLLO<br />

a) Mantener un esfuerzo en materia de Ayuda Oficial al Desarrollo que garantice que antes del año<br />

2012, el 0,7% de la Renta Nacional Bruta sea destinada a Ayuda Oficial al Desarrollo por todas las<br />

administraciones del Estado, Comunidades Autónomas y Entes Locales. Para ello, aprobar un<br />

calendario detallado de cumplimiento anual.<br />

b) Orientar las prioridades sectoriales de la AOD bilateral hacia Servicios Sociales Básicos (SSB)<br />

garantizando que la AOD destinada a SSB en ningún caso será inferior al 20% de la AOD<br />

sectorialmente distribuible, y reforzar la prioridad geográfica de nuestra cooperación procurando que<br />

antes de 2015 se esté destinando al menos el 25 % de la AOD geográficamente especificable hacia<br />

los Países Menos Adelantados (PMA), con especial atención al África Subsahariana, a través de una<br />

progresión anual de incremento de la ayuda a los PMA.<br />

c) Concentrar el incremento de la Ayuda Oficial al Desarrollo en los instrumentos no reembolsables,<br />

asegurando, en línea con la trayectoria de los últimos años, que la cooperación reembolsable no<br />

supere el 5% del total de la AOD.<br />

d) De acuerdo al compromiso de la Declaración de París, realizar avances continuos en la<br />

desvinculación de la AOD de la compra de bienes y servicios de origen español (ayuda ligada) para<br />

situarse al menos en un porcentaje similar al promedio del CAD antes del año 2010.<br />

e) Mantener la tendencia de las contribuciones a las instituciones multilaterales no financieras,<br />

reforzando la presencia en los órganos de toma de decisiones de dichas instituciones y definiendo una<br />

estrategia de cooperación multilateral.<br />

f) Presentar un informe anual a la Comisión de Cooperación del Congreso sobre la contribución de<br />

España a los organismos multilaterales (financieros y no financieros), especificando los recursos<br />

destinados, así como los objetivos prioritarios perseguidos con los mismos, haciendo balance de los<br />

avances en su cumplimiento.<br />

g) En cumplimiento de la Ley de Cooperación Internacional y con la finalidad de reforzar la<br />

transparencia, acompañar los Presupuestos Generales del Estado con un informe agregado que<br />

explique con claridad las cantidades presupuestadas cada año como parte de la AOD, los criterios<br />

utilizados para su contabilización y las principales partidas en las que se distribuye.<br />

h) Incorporar en el Plan Director y mantener en los Planes anuales una planificación presupuestaria<br />

detallada, indicando al menos los porcentajes previstos por sectores e instrumentos.<br />

i) Incrementar el porcentaje de recursos de cofinanciación de proyectos gestionados por ONGD en<br />

sintonía con el incremento total anual de la AOD.<br />

Pág.240 - <strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org Madrid, 19 de diciembre de 2007


Pacto de Estado contra la Pobreza<br />

j) Destinar como mínimo un 5% del total de los recursos canalizados a través de ONGD a proyectos de<br />

Educación para el Desarrollo y Sensibilización Ciudadana como parte esencial de la política de<br />

cooperación.<br />

k) Congelar la dotación de los créditos FAD hasta que no se haya cumplido la previsión del Plan<br />

Director de desarrollar un Plan de Evaluación del Instrumento.<br />

B.2 DEUDA<br />

a) Que en la próxima legislatura, el plan de renegociación y cancelación presentado por el Gobierno de<br />

acuerdo con lo establecido en la disposición transitoria segunda de la Ley 38/2006, de 7 de diciembre,<br />

reguladora de la gestión de la deuda externa, garantice la cancelación del 100 % de la Deuda bilateral<br />

de los Países Menos Adelantados sin que ello suponga una reducción del destino de fondos a través<br />

de la AOD bilateral no reembolsable vía programas y proyectos.<br />

b) Avanzar en la puesta en marcha de programas de conversión de deuda por desarrollo,<br />

especialmente orientados a SSB y vinculados a la consecución de los ODM en el resto de países en<br />

vías de desarrollo, sin que ello implique un freno al incremento de fondos a través de la AOD bilateral<br />

no reembolsable vía programas y proyectos. El canje de deuda será gestionado con la máxima<br />

transparencia y ha de realizarse garantizando la participación de la sociedad civil, especialmente la del<br />

Sur. De acuerdo con los principios de la Declaración de París, los programas de conversión deberán<br />

avanzar en la desvinculación de la promoción de inversiones de empresas españolas.<br />

c) Promover en el ámbito internacional la creación de un Tribunal Internacional de Arbitraje sobre la<br />

Deuda Externa, donde acreedores y deudores estén igualmente representados y las decisiones se<br />

tomen por una instancia neutral.<br />

d) Establecer un compromiso calendarizado de adoptar mecanismos eficaces, participativos y<br />

transparentes para buscar una solución a la sostenibilidad de la deuda, de manera que sea compatible<br />

con la inversión social necesaria para alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Igualmente, se<br />

buscará una solución a los casos de deudas contraídas por los Estados y que hayan sido originadas<br />

en proyectos empresariales fallidos, que no hayan respetado los derechos humanos, que hayan<br />

provocado desastres ambientales, que hayan sido desarrollados sin tener en cuenta el interés general,<br />

o que haya evidencias de mal uso de los créditos por parte de sus gestores.<br />

e) Establecer unos principios para la prevención de nuevo endeudamiento, incluyendo la elaboración<br />

del proyecto de reforma legal de FAD y CESCE comprometido en la Ley 38/2006 de 7 de diciembre,<br />

reguladora de la gestión de la deuda externa, proyecto que deberá ser presentado en el Congreso<br />

dentro de la presente legislatura, y tramitada en el primer año de la próxima legislatura.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org Madrid, 19 de diciembre de 2007 - Pág. 241


Pacto de Estado contra la Pobreza<br />

B.3 COMERCIO<br />

La posición del gobierno español en temas comerciales debe respetar en todo momento lo dispuesto<br />

en la Ley de Cooperación y en el Plan Director de la Cooperación Española en relación al principio de<br />

Coherencia de las diferentes políticas con el objetivo de luchar contra la pobreza.<br />

a) Proponer en el seno de la UE y de la OMC nuevas reglas comerciales que aseguren que los<br />

acuerdos comerciales tanto bilaterales como multilaterales beneficien a las poblaciones de los países<br />

pobres facilitando el acceso de sus productos a nuestros mercados y evitando que la liberalización<br />

comercial indiscriminada pueda deteriorar la realidad social, económica y medioambiental de los países<br />

más vulnerables.<br />

b) Asimismo, el gobierno español debe monitorear que la UE garantice que las políticas y prácticas<br />

comerciales no disminuyan los estándares sociales y medioambientales alcanzados, en especial los<br />

laborales, y establecer vínculos más estrechos con la OIT, la FAO y la UNCTAD, con el fin de que las<br />

decisiones de Naciones Unidas y los Acuerdos Multilaterales sean respetados.<br />

c) La UE y el Gobierno español deben cumplir con el compromiso de eliminar los subsidios a la<br />

exportación y cualquier otro tipo de subsidio interno que genere dumping.<br />

d) Proponer iniciativas a nivel internacional y nacional para regular las actividades y las inversiones de<br />

grandes empresas en los países más pobres, asegurando que sus actividades no tienen un impacto<br />

negativo sobre los derechos humanos ni a nivel ambiental o social.<br />

e) Crear, durante 2008, el comité consultivo sobre comercio internacional, con la presencia de<br />

administraciones públicas, agentes económicos y sociales y organizaciones de la sociedad civil.<br />

f) Realizar, al menos una vez cada legislatura, un informe sobre el impacto social y ambiental de los<br />

acuerdos bilaterales de protección recíproca de inversiones firmados por España con terceros países,<br />

en especial, con PMA.<br />

C. INICIATIVAS LEGISLATIVAS<br />

a) En línea con lo expuesto en el Plan Director de la Cooperación Española 2005-2008 sobre el<br />

fomento de la aplicación de políticas y normativa relativa a la RSC entre las empresas y organizaciones<br />

empresariales que actúen en cooperación, se regularán normativamente los criterios de RSC exigibles<br />

a estos actores de la cooperación cuando gestionen recursos económicos públicos. Adicionalmente, en<br />

el resto de normativa que se elabore sobre RSC se tendrán siempre en cuenta las acciones de las<br />

empresas españolas en el exterior.<br />

b) Elaborar, en cumplimiento de las previsiones de la Ley 38/2006, una Ley de reforma del instrumento<br />

Fondo de Ayuda al Desarrollo (FAD) y del CESCE a fin de convertirlo en un instrumento crediticio<br />

integrado y coherente con el objetivo de lucha contra la pobreza.<br />

Pág.242 - <strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org Madrid, 19 de diciembre de 2007


Pacto de Estado contra la Pobreza<br />

c) Reformar la normativa relativa a subvenciones de cooperación a través del desarrollo de la<br />

disposición adicional 18ª de la Ley 38/2003, General de Subvenciones para asegurar que recoge de<br />

manera adecuada las especificidades de la cooperación internacional como un ámbito propio de<br />

actuación, sin que ello suponga rebajar sustancialmente las garantías que se deben dar en la gestión<br />

de fondos públicos; este desarrollo tendrá también un reflejo en las normativas y bases reguladoras de<br />

subvenciones de cooperación de Comunidades Autónomas y Entes Locales.<br />

d) Realizar las reformas legales necesarias para que los donativos y las contribuciones de las personas<br />

físicas a las ONGD puedan deducirse, al menos, en los mismos términos y porcentajes que en el caso<br />

de las personas jurídicas, para lo cual el porcentaje establecido en el artículo 19.1 de la Ley 49/2002 de<br />

régimen fiscal de las entidades sin fines lucrativos e incentivos fiscales al mecenazgo deberá ser<br />

incrementado al menos al 35 %.<br />

e) Avanzar en los desarrollos que requiere el Estatuto del Cooperante, realizando las negociaciones<br />

que correspondan con las Comunidades Autónomas.<br />

f) Reformar la Agencia Española de Cooperación Internacional, dando los pasos necesarios para que<br />

se pueda asegurar que se cuente con la capacidad de gestión, flexibilidad presupuestaria y política<br />

laboral necesaria para gestionar con eficiencia los recursos de la AOD, y en especial, ampliando el<br />

acceso de profesionales de la cooperación, consagrando la gestión por objetivos y un adecuado<br />

tratamiento a los temas sectoriales e impulsando el papel de las Oficinas Técnicas de Cooperación.<br />

g) Poner en marcha un Intergrupo Parlamentario para avanzar en la reflexión y el análisis sobre la<br />

coherencia de políticas.<br />

h) No se debería utilizar la AOD para compensar el exceso de emisiones de CO 2 que se producen en<br />

España y para cumplir los compromisos españoles derivados del Protocolo de Kyoto, ni a través de la<br />

adquisición de créditos en los mercados internacionales, ni a través del apoyo a los Fondos de Carbono<br />

o a los Mecanismos de Desarrollo Limpio. No se imputará, por tanto, como AOD un porcentaje mayor<br />

del 2 % de los desembolsos orientados a este fin.<br />

Se creará una comisión de seguimiento del Pacto que incluya a las fuerzas políticas firmantes y a una<br />

representación de la Coordinadora de ONG para el Desarrollo-España, así como a los agentes<br />

económicos y sociales, que se reunirá de manera anual para realizar un seguimiento y evaluación de<br />

cumplimiento del mismo. Para ello, cada partido político designará la persona encargada de su<br />

seguimiento a nivel nacional.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org Madrid, 19 de diciembre de 2007 - Pág.243


Pacto de Estado contra la Pobreza<br />

Los grupos políticos representados por los/as abajo firmantes se comprometen, en su ejercicio<br />

parlamentario y en sus responsabilidades de Gobierno estatal, local y/o autonómico, a impulsar los<br />

mecanismos necesarios para la puesta en marcha de estas políticas e iniciativas, de acuerdo al<br />

calendario establecido en el presente documento.<br />

Madrid, 19 de diciembre de 2007<br />

Fdo: D. José Blanco<br />

Partido Socialista Obrero Español (PSOE)<br />

Fdo: Dña. Ana Pastor<br />

Partido Popular (PP)<br />

Fdo: Dña. Montserrat Muñoz<br />

Izquierda Unida (IU)<br />

Fdo: D. Cales Campuzano<br />

Convergència i Unió (CiU)<br />

Fdo: Dña. Laia Cañigueral<br />

Esquerra Republicana de<br />

Catalunya (ERC)<br />

Fdo. Aitor Esteban<br />

Partido Nacionalista Vasco<br />

(PNV)<br />

Fdo: D. Luís Mardones<br />

Coalición Canaria (CC)<br />

Fdo: D. Joan Herrera<br />

Iniciativa per Catalunya Verds<br />

(ICV)<br />

Fdo: Dña. Olaia Fernández<br />

Bloque Nacionalista Galego<br />

(BNG)<br />

Fdo. José Antonio Labordeta<br />

Chunta Aragonesista<br />

(CHA)<br />

Fdo: Dña. Begoña Lasagabaster<br />

Eusko Alkartasuna (EA)<br />

Fdo: Dña. Uxue Barkos<br />

Nafarroa Bai (NaBai)<br />

Fdo: D. José María Medina<br />

Coordinadora de ONG para el<br />

Desarrollo-España<br />

Pág.244 - <strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org Madrid, 19 de diciembre de 2007


La educación contra la exclusión<br />

Dra. Coralia Pérez Maya<br />

Profesora de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo-México.<br />

Resumen: Es casi imposible en la actualidad no haber escuchado ligado a aspectos biológicos,<br />

sociales, culturales, psicológicos entre otros el término exclusión. La exclusión si bien no responde a un<br />

concepto universal ya forma parte del entorno social.<br />

Asumir la exclusión en el ámbito educativo significa no fomentar el respeto mutuo, el no reconocimiento<br />

de otros estilos de vida, la existencia de situaciones de discriminación, la no capacidad para<br />

comprender a los otros, la no atención y actuación con sentido comunitario, la no ayuda mutua, la no<br />

inclusión de todas las personas implicadas en la educación, la no diversificación de las posibilidades<br />

didácticas metodológicas, o sea, la homogeneidad de la enseñanza que no hace posible la adaptación del<br />

alumnado y no contemplar la flexibilidad en la planificación y desarrollo curricular y en la evaluación<br />

del aprendizaje; así como no potenciar los apoyos profesionales y no profesionales en la cooperación<br />

para la inclusión social.<br />

De ahí que la educación sin exclusión es entenderla desde tres dimensiones importantes: la<br />

igualdad y equidad de oportunidades, la eliminación de las desigualdades y la búsqueda de formas nuevas<br />

para el logro de una educación para todos de acuerdo a sus necesidades humanas.<br />

Es un hecho reconocido que a pesar de algunos esfuerzos realizados a través de estrategias y<br />

programas, éstos son muy puntuales por lo cual los resultados han sido muy insuficientes o inadecuados<br />

en relación con las necesidades de los niños y los jóvenes vulnerables a la marginación y la exclusión.<br />

Los programas dirigidos a distintos grupos marginados y excluidos han funcionado al margen de las actividades<br />

educativas generales: programas especiales, establecimientos y educadores especializados. Y a<br />

veces la escuela se ha mantenido al margen de las propuestas que desarrollan algunos organismos u<br />

ONGs.<br />

A pesar de las excelentes intenciones, el resultado ha sido con demasiada frecuencia la exclusión:<br />

oportunidades de educación de “segunda clase” que no garantizan la posibilidad de continuar los<br />

estudios, o una diferenciación que se convierte en una forma de discriminación que deja a los niños con<br />

diversas necesidades fuera de la corriente dominante de la vida escolar y, más tarde, ya de adultos, al<br />

margen de la comunidad social y cultural en general<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Education against exclusion<br />

Abstract: Nowadays it is almost impossible have not heard the term exclusión linked to biological,<br />

social, cultural and psychological aspects among others. The exclusion although does not correspond<br />

to a universal concept, it is already part of the social environment.<br />

To assume the exclusion in the educational field means not to promote the mutual respect, the<br />

un-recognition of different ways of life, the existence of discrimination situations, the incapacity to understand<br />

the others, the lack of attention and performance with comunitary sense, the lack of mutual aid,<br />

not to include all the persons involved in the eduction, the lack of diversification of the didactic methodological<br />

possibilities, that is, the education homogeneity which does not make possible the students’<br />

adaptation and to not consider the flexibility in the curricular planification and development and in the<br />

learning evaluation; as well as to not promote the professional and non-professional supports in the cooperation<br />

for the social inclusion.<br />

Hence education without exclusion has to be understood from three important dimensions: the<br />

equality and equity of opportunities, the elimination of inequalities and the search of new forms to the<br />

achievement of an education for everyone according to their human necessities.<br />

It is well known that despite some efforts made by means of strategies and programs, these are<br />

very prompt, that is why the results have been very insufficient or inappropriate in relation with the necessities<br />

of the children and young people vulnerable to marginalization and exclusion. The programs<br />

addressed to different marginalized and excluded groups have worked apart from the general educational<br />

activities: special programs, specilized premises and teachers. And sometimes the school has kept out of<br />

the proposals that some organizations or NGO’s carry out.<br />

In spite of the excellent intentions, the result has been too frequently the exclusion: “second<br />

class” educational opportunities which do not guarantee the possibility of continuing studies, or a differentation<br />

that becomes in a form of discrimination which left the children with various necessities out from<br />

the predominant trend of the school life and, later, already adults, out from the social and cultural community<br />

in general.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


La educación contra la exclusión 1<br />

Dra. Coralia Pérez Maya<br />

Profesora de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo-México.<br />

Cuando una sociedad no puede enseñar es que esta sociedad no puede enseñarse; es<br />

que tiene vergüenza, es que tiene miedo de enseñarse a sí misma; para toda humanidad,<br />

enseñar, en el fondo es enseñarse; una sociedad que no enseña es una sociedad que no<br />

se quiere, que no se valora; y éste es precisamente el caso de la sociedad moderna.<br />

Charles Péguy, 1904 en Para la Vuelta<br />

Es casi imposible en la actualidad no haber escuchado ligado a aspectos<br />

biológicos, sociales, culturales, psicológicos entre otros el término exclusión. La<br />

exclusión si bien no responde a un concepto universal ya forma parte del entorno<br />

social.<br />

Vinculada a la pobreza está la exclusión social son fenómenos generales que han<br />

estado presentes en las sociedades por siglos. Estos términos son complejos,<br />

multidimensionales y, algunas veces, controvertidos. En consecuencia, las definiciones<br />

varían y no puede haber debate ni acuerdo sobre estos temas sin comprender la manera<br />

en que son definidos, sus características esenciales, así como el entender y reconocer la<br />

intrincada relación que existe entre ellos.<br />

Muy ligada al estudio de la exclusión está la cultura que también puede ser una<br />

trampa. Mientras ilumina espacios, señala recorridos y rescata patrimonio, puede<br />

silenciar la pobreza y la exclusión. En este punto cabría preguntarse cómo se presenta el<br />

mundo sociocultural en una sociedad fracasada con la existencia de excluidos/incluidos;<br />

hoy día la hegemonía del capital es la del conocimiento y de la cultura, esta última se ha<br />

convertido en un centro de poder ya que por medio de ella y sus redes de comunicación<br />

1 .- Conferencia presentada al “Congreso: identidad cultural como factor de exclusión social. El papel de<br />

la cooperación. Oviedo 2007, Organizado por el Instituto de Estudios para la paz y la cooperación.<br />

www.universidadabierta.org<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 243


Pérez Maya, Coralia: «La educación contra la exclusión»<br />

teleinformática son capaces de manipular y manejar al sujeto por medio de vías<br />

ideológicas e intelectuales, entonces la cultura se convierte en un problema de inequidad<br />

y diferenciación entre el que realmente posee la cultura y la gran masa que solo imita<br />

por medio de las redes de comunicaciones los modos y maneras de los países centro<br />

globalizadores, y aún más grave es la existencia de grandes sectores que no llegan a<br />

tener un perfil cultural sino que crean su propia subcultura que los une al mundo de las<br />

necesidades primarias.<br />

La globalización induce a cambios en la sociedad y desde luego en la cultura, ello<br />

es fácil de captar cuando hacemos un breve análisis y observamos en primera instancia<br />

dentro de la economía un cambio en las relaciones de producción basadas en un<br />

capitalismo global incorporado en la red informacional con otros dos elementos<br />

significativos, como son la productividad en función de la innovación y la creatividad<br />

con flexibilidad en la organización y los medios. Aspecto importante de destacar es la<br />

redefinición del trabajo.<br />

La globalización por supuesto no solo atañe a la producción y a la sociedad,<br />

también afecta y modifica al conjunto de relaciones culturales pues necesita de ella para<br />

dar a conocer y afirmar sus valores y su ética, o bien sea para generar su rechazo. Es<br />

indudable que la globalización capitalista contiene no sólo los aspectos referidos a la<br />

productividad, el conocimiento y la información, sino que contiene otras dimensiones<br />

referidas a valores políticos, sociales, morales, estéticos y culturales.<br />

Estos cambios han generado un aumento progresivo de la pobreza, el gran<br />

contingente de desempleados producto del cambio globalizante y de los requerimientos<br />

de conocimiento y especialización del trabajo conducen hacia nuevas formas de<br />

pobreza, hacia la exclusión social.<br />

La pobreza se extiende, convirtiéndose en uno de los principales desafíos de este<br />

final de milenio es el resultado de un incremento espectacular de las desigualdades.<br />

Mientras que una minoría de privilegiados vive en la comodidad moral, intelectual y<br />

material de la “aldea global”, una aplastante mayoría de pobres apenas puede<br />

244 <strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Pérez Maya, Coralia: «La educación contra la exclusión»<br />

simplemente sobrevivir: la diferencia de ingresos entre la quinta parte de los seres<br />

humanos más ricos y la quinta parte de los seres humanos más pobres era de 74 a 1 en<br />

1997, frente al 30 a 1 de 1960 (Informe Mundial sobre el Desarrollo Humano, PNUD,<br />

1999). La globalización no hace más que reforzar esta tendencia. El abismo se va<br />

ampliando, el acceso a la cultura, a la educación, a los servicios sociales y la sanidad, al<br />

empleo, a la vivienda, no es el mismo para todo el mundo, y depende del origen<br />

geográfico o étnico, la edad, el sexo, o la apariencia física.<br />

Estas diferencias expulsan a sectores enteros de la sociedad y arrojan a los más<br />

desfavorecidos a la marginación. Este fenómeno es especialmente en países en<br />

subdesarrollados y es un error pensar que la exclusión atañe únicamente a una minoría.<br />

En materia de educación, en muchos países en desarrollo el <strong>número</strong> de analfabetos<br />

supera ampliamente la mitad de la población y, dentro de este grupo, la mayoría son<br />

mujeres.<br />

Aunque se han conseguido avances alentadores, se estima que quedan todavía<br />

113 millones de niños en edad de cursar estudios primarios que no van a la escuela<br />

(Foro Consultivo Internacional sobre Educación para Todos, 2000). El 90% de ellos<br />

viven en países de rentas bajas y medias, y más de 80 millones en África. Un gran<br />

<strong>número</strong> de los niños que cursan la escuela primaria la abandonan antes de concluir esos<br />

estudios.<br />

La exclusión también es un proceso acumulativo en todo el mundo. Los iletrados<br />

de los países desarrollados -que se han beneficiado de la obligación escolar y no son<br />

totalmente analfabetos, pero no dominan suficientemente los conocimientos básicos<br />

necesarios para poder arreglárselas en la vida cotidiana-, sufren marginación social y<br />

económica.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 245


Pérez Maya, Coralia: «La educación contra la exclusión»<br />

¿Qué se entiende por exclusión social?<br />

Los distintos especialistas que trabajan en la cuestión no acaban de llegar a una<br />

definición común de la exclusión social, a continuación algunas definiciones según<br />

Wehle, B. (1999):<br />

? La Oficina Estadística de la Comisión Europea, considera la exclusión social<br />

como un fenómeno multidimensional que impide a los individuos participar plenamente<br />

en la sociedad.<br />

? En el informe Combatir la Exclusión en Irlanda 1990-94, Patrick Commins<br />

indica que, en su opinión, la exclusión social es el resultado del mal funcionamiento de<br />

uno de los cuatro componentes siguientes:<br />

- el sistema democrático jurídico-legal, que debe velar por la integración social<br />

de todos los ciudadanos;<br />

- el mercado de trabajo, que debe velar por la integración económica;<br />

- el Estado del bienestar, que debe velar por la integración social;<br />

- la familia y las relaciones de proximidad, que deben velar por la integración<br />

interpersonal.<br />

? La exclusión social es un fenómeno más complejo, en el que intervienen,<br />

además de la falta de acceso a determinados servicios, factores sociodemográficos, de<br />

situación sociocultural y de nivel de calidad de vida.<br />

En el Reino Unido, por ejemplo, en el marco del debate actual sobre qué políticas se<br />

deben llevar a cabo, han surgido tres enfoques diferentes:<br />

- Un enfoque “integracionista”, que convierte el empleo en el elemento clave de la<br />

inserción social, porque condiciona al mismo tiempo los ingresos, la identidad, la<br />

autoestima y el acceso a redes de información y de contactos;<br />

246<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Pérez Maya, Coralia: «La educación contra la exclusión»<br />

- un enfoque “pobreza”, según el cual las causas de la exclusión se encuentran en la<br />

exigüidad de los ingresos y en la insuficiencia de los recursos materiales;<br />

- un enfoque “marginalidad” (subclase), que considera a los excluidos como<br />

individuos que se sitúan fuera de las normas comúnmente admitidas por la sociedad,<br />

y en consecuencia son portadores de una “cultura de la pobreza” o “cultura de la<br />

dependencia”. En este enfoque, los excluidos son responsables de su estado de<br />

pobreza, la cual se reproduce de generación a generación.<br />

El fundamento primario de la exclusión lo constituye la diversidad social. La<br />

sociedad debe constituir el núcleo de inclusión, de realización de lo humano; a ella<br />

atañe la distribución la riqueza y las oportunidades. Según Cruz (2007) a pesar de las<br />

contradicciones sociales que hoy vivimos, caracterizada por las guerras indiscriminadas,<br />

las consecuencias de las políticas neoliberales , el mal uso de los recursos naturales, la<br />

pobreza, el desempleo, la marginación, y la reducción de oportunidades y posibilidades<br />

de acceso a la educación, la salud; se niega la responsabilidad de la sociedad; por ello<br />

se registra que es necesario recurrir a nuevas formas de pensar, actuar, convivir y sentir<br />

en ámbitos tan importantes como la educación y la cooperación .<br />

Un factor que refuerza la pobreza es la exclusión social, que es multidimensional<br />

y se encuentra inserta en las instituciones sociales, y es el resultado de prácticas<br />

discriminatorias de naturaleza económica y social. En tanto que las prácticas<br />

discriminatorias restringen severamente el acceso a los servicios y al empleo necesario<br />

para alcanzar un nivel mínimo para la subsistencia, hay una alta relación entre pobreza y<br />

exclusión social. América Latina y el Caribe es una región caracterizada por<br />

inequidades sociales y económicas por lo tanto, existen espacios de exclusión social.<br />

Asumir la exclusión en el ámbito educativo significa no fomentar el respeto<br />

mutuo, el no reconocimiento de otros estilos de vida, la existencia de situaciones de<br />

discriminación, la no capacidad para comprender a los otros, la no atención y actuación<br />

con sentido comunitario, la no ayuda mutua, la no inclusión de todas las personas<br />

implicadas en la educación, la no diversificación de las posibilidades didácticas<br />

metodológicas o sea la homogeneidad de la enseñanza que no haga posible la<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 247


Pérez Maya, Coralia: «La educación contra la exclusión»<br />

adaptación del alumnado y no contemplar la flexibilidad en la planificación y<br />

desarrollo curricular y en la evaluación del aprendizaje; así como no potenciar los<br />

apoyos profesionales y no profesionales en la cooperación para la inclusión social.<br />

De ahí que la educación sin exclusión es entenderla desde tres dimensiones<br />

importantes: la igualdad y equidad de oportunidades, la eliminación de las<br />

desigualdades y la búsqueda de formas nuevas para el logro de una educación para<br />

todos de acuerdo a sus necesidades humanas.<br />

Una forma en la que se manifiesta la exclusión es con personas con<br />

discapacidad, por poner algún ejemplo y en la región Asia-Pacífico se estima que hay<br />

alrededor de 400 millones de personas con discapacidad, y que el 40% de ellas vive en<br />

situación de pobreza. Las condiciones existentes impiden que las personas con<br />

discapacidad tengan acceso a oportunidades que están abiertas para las personas sin<br />

discapacidad, tales como salud, nutrición, educación, empleo y otros servicios sociales,<br />

así como participación en la vida comunitaria, incluyendo los procesos de toma<br />

decisiones. En América Latina y el Caribe, donde se estima que aproximadamente 50<br />

millones de personas tienen alguna discapacidad, es posible inferir que existen ciertas<br />

similitudes en la situación de ambas regiones. Sin embargo, como sucede en América<br />

Latina y el Caribe, la falta de datos estadísticos constituye un obstáculo para que los<br />

gobiernos tengan una dimensión más clara del problema.<br />

De acuerdo con Yeo (UNESCO, 1999) la causa básica de la pobreza es la<br />

exclusión: exclusión de la vida social, económica y política. En lo que se refiere a<br />

Trinidad y Tobago, un estudio realizado en 2004 sobre reducción de la pobreza y<br />

desarrollo social ha revelado que el 24% de la población es clasificada como pobre, y<br />

que entre estas personas, la mayoría son mujeres. El nivel de pobreza que existe es, en<br />

parte, resultado de la pobreza de la base institucional del país en lo que se refiere a<br />

suministro de servicios sociales y en la reducción y alivio de la pobreza. Las causas de<br />

pobreza que se identificaron son relevantes para la situación de exclusión social de las<br />

personas con discapacidad en el país.<br />

248<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Pérez Maya, Coralia: «La educación contra la exclusión»<br />

Es bien sabido que hay un vínculo entre pobreza y discapacidad Benítez y et.at.,<br />

2006, que está estrechamente relacionada con la situación económica general de un país<br />

y las condiciones de vida de la gente con discapacidad. En algunos países en desarrollo<br />

existe un ciclo de pobreza que está ligado a altas tasas de analfabetismo, desnutrición,<br />

desempleo y subempleo, así como a una baja movilidad ocupacional y a un acceso<br />

limitado a programas de vacunación y cuidados de salud materno-infantil. Es muy<br />

probable que la gente con discapacidad tenga condiciones de salud, vida y trabajo<br />

sumamente precarias.<br />

La discapacidad puede considerarse un indicador alterno de la pobreza. En<br />

términos de salud, 50 por ciento de las discapacidades son prevenibles.<br />

El abogar por la inclusión de la gente es un tema transversal y multidimensional,<br />

así como un asunto de derechos humanos. Se refiere también a la creación de alianzas y<br />

coaliciones, al trabajo conjunto para alcanzar metas individuales y grupales, cuidando<br />

uno del otro, aprendiendo y combatiendo la discriminación. Sin embargo, aún hay<br />

muchas inquietudes y puntos de debate sobre la promoción de estrategias efectivas para<br />

abogar por estos derechos: ¿Cómo construir las alianzas y coaliciones? ¿Con quién<br />

construir estas alianzas? ¿Cómo se sostendrá el movimiento?<br />

Resulta interesante realizar una panorámica de los esfuerzos que se hacen en<br />

algunos países para evitar la exclusión en el ámbito educativo.<br />

“La alfabetización, y por ende toda la tarea de educar, sólo será<br />

auténticamente humanista en la medida en que procure la integración del<br />

individuo a su realidad nacional, en la medida en que le pierda el miedo a<br />

la libertad, en la medida en que pueda crear en el educando un proceso de<br />

recreación, de búsqueda, de independencia y, a la vez, de solidaridad”<br />

(Pablo Freire)<br />

Según lo citado en Fuentes de la UNESCO En muchos países, sobre todo en el<br />

África subsahariana, los índices de escolarización en la enseñanza primaria siguen<br />

siendo excesivamente bajos, alcanzando en algunos casos apenas el 30% o el 40% de la<br />

clase de edad correspondiente. Pero, aunque el restante 60% o 70% de personas que no<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 249


Pérez Maya, Coralia: «La educación contra la exclusión»<br />

pueden acceder a la escuela no sean marginales, están fuera de la educación. Esta<br />

exclusión precoz puede arruinar su vida futura, pues se sabe que quien no ha tenido la<br />

oportunidad de acceder al primer escalón de la formación inicial, difícilmente alcanzará<br />

los pisos superiores. La educación es un proceso acumulativo: cuanto más tiempo se<br />

está escolarizado, más se intenta mejorar los conocimientos a lo largo de la vida adulta.<br />

Son el amargo exponente de una definición del Consejo de Europa, según la cual<br />

los excluidos son “unos grupos enteros de personas (que) se encuentran parcial o<br />

totalmente fuera del campo de aplicación efectiva de los derechos humanos”.<br />

(www.coe.int)<br />

Algunas experiencias de la UNESCO<br />

En el mundo hay más de 84 millones de niños en edad escolar que no van a la escuela,<br />

880 millones de adultos analfabetos y varios millones más que no tienen los<br />

conocimientos que requieren nuestras sociedades, cada vez más competitivas.<br />

La UNESCO en su proyecto “Educación contra exclusión” promueve y une en una<br />

red 18 programas dirigidos a los jóvenes de 18 países, como<br />

?Lao,<br />

?Mongolia, India,<br />

?Mozambique, Haití,<br />

?Senegal, Egipto, Palestina,<br />

?Azerbaiyán, Sudáfrica y<br />

?Francia.<br />

Las experiencias que apoya y quiere dar a conocer la UNESCO -también para<br />

atraer la atención de los donantes- son variadas: cursos nocturnos para niños<br />

trabajadores, enseñanza de oficios menores a personas analfabetas, formación práctica,<br />

reinserción social y profesional de jóvenes en dificultad, acogida y atención a niños de<br />

la calle, etc. Los artículos de este tema central presentan algunas de esas experiencias.<br />

250 <strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Pérez Maya, Coralia: «La educación contra la exclusión»<br />

Una red de experiencias innovadoras<br />

En la India existen fábricas artesanas de tapices, un ejemplo de exclusión en una<br />

de ellas tantas es que en Rajastán (noroeste de India). De los 12 empleados, cinco o seis<br />

tienen menos de 14 años, la edad mínima legal. Cuantos más jóvenes son, más de prisa<br />

trabajan en el telar, gracias a la finura de sus dedos. Los niños que acuden a las 150<br />

escuelas nocturnas de la región. En Rajastán, cerca del 70% de los niños no están<br />

escolarizados. Trabajan para ayudar a mantener a su familia. No todos son explotados<br />

por jefes sin escrúpulos, a cambio de un salario mísero: la mayoría ayudan a su familia<br />

cuidando del ganado o encargándose de las tareas domésticas. (UNESCO, 1999)<br />

El “Colegio de los descalzos” empezó creando escuelas nocturnas para niños<br />

como Kartar. Ahora existen 275 escuelas de este tipo en nueve Estados indios. La sede<br />

del está situada en Tilonia es un lugar donde se respira utopía, y funciona en régimen de<br />

autosuficiencia gracias al ingenio de sus voluntarios. La electricidad, por ejemplo, es<br />

exclusivamente de origen solar. Toda la instalación la realizaron los vecinos, formados<br />

por el profesorado del “colegio de los descalzos”. (UNESCO,1999) .<br />

El hambre es mala consejera en las escuelas nocturnas se incluyen canciones,<br />

marionetas y teatro. Los niños aprenden a contar, a leer y a escribir en hindi, se<br />

familiarizan con las normas sociales de su comunidad, adquieren conocimientos sobre<br />

autogestión y el sistema de castas, descubren las teorías sociales y políticas y los<br />

grandes personajes nacionales. La agricultura y la ganadería no se descuidan. Así, se<br />

sensibiliza a los niños en la importancia del aprovechamiento de las tierras áridas y en<br />

los efectos desastrosos de la tala de árboles. La escuela está estrechamente ligada a su<br />

vida cotidiana, donde el trabajo ocupa un lugar importante.<br />

El enfoque del “Colegio de los descalzos” es pragmático. Ram-Neiwas, uno de<br />

los voluntarios del SWRC, explica: “en Occidente ustedes siempre están diciendo<br />

‘¡prohibamos el trabajo infantil!’ Pero si prohibimos que esos niños trabajen, ¿cómo se<br />

van a alimentar? La primera necesidad de un niño es comer. Si no tiene nada en el<br />

estómago, el resto es secundario. Es necesario enseñarle a saber lo que es bueno para él<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 251


Pérez Maya, Coralia: «La educación contra la exclusión»<br />

y lo que no; permitirle adquirir progresivamente una autonomía de criterio y<br />

comprender el mundo que le rodea”.<br />

En Haití en gigantesco barrio pobre en las afueras de Petion-Ville, una ciudad<br />

encopetada que domina Puerto Príncipe, se presenta como un reto al urbanismo. Casitas<br />

anárquicamente pegadas a la montaña, pendientes fuertes y acceso difícil, insalubridad,<br />

falta de desagües y de letrinas, una hora de pista de montaña para ir a buscar agua, etc.<br />

Cerca de 20.000 personas viven al día, sin saber cómo será el mañana en este lugar<br />

azotado por el tráfico de drogas y la prostitución. Cerca de 20.000 personas viven al día,<br />

sin saber cómo será el mañana en este lugar azotado por el tráfico de drogas y la<br />

prostitución. Sin embargo, allí, algunos grupos de jóvenes piensan en “embellecer el<br />

barrio”. (UNESCO,1999)<br />

La inclusión educativa presupone la concepción de una universidad abierta a la<br />

cultura y a la sociedad, que permita la mejora global de la institución como -<br />

organización en la solución de problemas desde la práctica de la reflexión, brinde la<br />

posibilidad de comprender los problemas que siempre se han presentado con respecto a<br />

los procesos de enseñanza y aprendizaje para dar respuesta a las necesidades de todos<br />

los estudiantes, ofrece el concepción de la "educación de las personas diferentes a la<br />

educación diferente de las personas", donde se traducen en especial, otras dimensiones<br />

de la vida universitaria y profesional, de forma tal que permita reconocer la necesidad<br />

de profesionales distintos en sus concepciones y prácticas que sean capaces de dar<br />

respuesta a través del proceso formativo a todos sus alumnos desde estilos de trabajo<br />

colectivos y cooperativos. (Gutiérrez y et.al, 2006)<br />

Los últimos 40 años en Cuba han constituido un período de intensa labor para<br />

lograr la educación de todas las personas, la plena incorporación activa y consciente a la<br />

vida social, desprovista de toda actitud de rechazo y discriminación. Desde 1959 la<br />

Revolución cubana promueve la necesidad de universalizar el conocimiento, con el fin<br />

de crear facilidades para que todas las personas puedan tener acceso a la educación, la<br />

cual se ha llevado a cabo a través de la reforma integral de la enseñanza que tuvo tomo<br />

premisa la Campaña de Alfabetización y constituyó el punto de partida de todas las<br />

252 <strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Pérez Maya, Coralia: «La educación contra la exclusión»<br />

transformaciones que se han sucedido en los diferentes niveles de enseñanza.<br />

La universalización del conocimiento, expresada recientemente en términos de<br />

Cultura General e Integral y de estudiar durante toda la vida, abarca el quehacer de la<br />

sociedad dirigido a cultivar al máximo posible la inteligencia del pueblo cubano a través<br />

de las vías formales y no formales. Forman parte de este concepto la universalización de<br />

la enseñanza general y la universalización de la universidad. (Gutiérrez y et.al, 2006)<br />

La universalización de la universidad caracteriza el sistemático proceso de<br />

transformaciones dirigido a la ampliación de posibilidades y oportunidades de acceso a<br />

la universidad. En la década del sesenta se establece la enseñanza universitaria gratuita<br />

y la creación de un sistema de becas para estudiantes de los sectores más humildes de la<br />

población; se desarrollan cursos de nivelación para decenas de miles de ciudadanos que<br />

no habían podido formarse como bachilleres para su ingreso a la universidad, y la<br />

ciencia y la técnica comienzan a ponerse al servicio de la nación.<br />

Se producen cambios significativos en el ingreso a la educación superior; de<br />

forma masiva iniciaron estudios universitarios trabajadores que habían vencido el<br />

duodécimo grado; se incrementa a partir de esos años la creación de Centros de<br />

Educación Superior con énfasis en las universidades médicas y pedagógicas; se crean<br />

unidades docentes, filiales y sedes universitarias en aras de lograr mayor acceso a la<br />

educación superior.<br />

En el momento de la creación del Ministerio de Educación Superior en julio de<br />

1976, ya la matrícula ascendía a 83 957 estudiantes. Se inicia en 1979 la educación a<br />

distancia, ampliando así más las vías de ingreso y acceso. En los años ochenta y noventa<br />

continúa creciendo la red de centros universitarios, se atiende la educación de posgrado<br />

y de forma priorizada la investigación científica, y se inician las transformaciones en los<br />

planes de estudio logrando mayor pertinencia en función de las necesidades de la<br />

sociedad.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 253


Pérez Maya, Coralia: «La educación contra la exclusión»<br />

A partir del año 2000 se llevan a cabo importantes programas socioeducativos,<br />

como la creación de los cursos de superación integral para jóvenes desvinculados del<br />

estudio y el trabajo, las transformaciones educación primaria y secundaria, la<br />

calificación y superación de los trabajadores de la industria azucarera, la formación de<br />

trabajadores sociales para la atención individual a las problemáticas sociales, la<br />

formación masiva de instructores de arte, la introducción masiva de los medios de la<br />

información y la comunicación a la enseñanza y los cursos de habilitación profesores de<br />

Educación Física.<br />

La garantía de la continuidad de estudios universitarios constituyó el inicio de<br />

una nueva etapa en la universalización de la educación superior, considerado el mayor<br />

reto que se haya, planteado la universidad cubana en la historia. Todos los egresados de<br />

los programas de la Revolución comienzan a recibir sus estudios Universitarios en los<br />

lugares donde residen y trabajan. (Gutiérrez y et.al, 2006)<br />

En los últimos años, la aparición de nuevas formas de discriminación, asociadas<br />

al proceso de la globalización y al rápido avance de la ciencia y la tecnología han<br />

exigido nuevas respuestas a los retos emergentes de la sociedad actual. En la<br />

Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y la<br />

Intolerancia, celebrada en Durban, Sudáfrica en 2001, la UNESCO recibió el mandato<br />

de fortalecer su acción en esta lucha. (Fuentes, UNESCO)<br />

A tal fin, adoptó en el año 2003 una Estrategia Integrada para la lucha contra el<br />

racismo. Basada en la movilización de líderes de opinión y el establecimiento de una<br />

red formada por un amplio espectro de actores, dicha estrategia se centra en la<br />

profundización del conocimiento y el pensamiento científico, el desarrollo de<br />

investigaciones y el fortalecimiento de la educación y la conciencia ciudadana.<br />

Se plantean diez compromisos para combatir el racismo y la discriminación en<br />

las ciudades de América Latina y Caribe, a través de la educación formal en el ámbito<br />

de sus competencias y/o mediante acciones educativas no formales e informales.<br />

254<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Pérez Maya, Coralia: «La educación contra la exclusión»<br />

Perspectivas de la Exclusión Social en Chile<br />

Existen tres dimensiones fundamentales de la exclusión social:<br />

a) La dimensión económica, que se refiere sobre todo a la satisfacción de<br />

necesidades, especialmente a través del empleo y los salarios.<br />

b) La dimensión institucional, que se refiere a las instituciones-formales e<br />

informales-que regulan la vida social, y en nuestro caso el mercado del trabajo<br />

(instituciones de regulación de los contratos, de seguridad social, de capacitación,<br />

etc.).<br />

c) La dimensión cultural, que se refiere a los valores y pautas de conducta que<br />

guían a los miembros de la sociedad, y en nuestro caso sobre todo frente al empleo.<br />

( Universidad austral de Chile)<br />

En el caso de los Estados Unidos mexicanos Schmelkes en Miranda, Patrinos y<br />

López (2007) señala con respecto a las escuelas indígenas, en México el 10 % de la<br />

población se considera indígena, alrededor de seis millones de mexicanos mayores de<br />

cinco años se dicen hablantes de una lengua indígena. Si a ello le se suman los menores<br />

de esta edad que viven en hogares donde el jefe habla una de estas lenguas, la cifra se<br />

eleva a siete millones 300 mil. Y, si además, se consideran aquellos que no hablándola<br />

habitan en un hogar donde el jefe de familia habla lengua indígena, la cifra se eleva a<br />

poco más de diez millones.<br />

La desventaja de los grupos escolares en escuelas indígenas respecto de grupos<br />

escolares también resulta evidente en el índice construido por el Instituto Nacional de<br />

Evaluación Educativa (2005) sobre la probabilidad de concluir la primaria en el período<br />

normativo: ésta es de 0.73 para primarias publicas y de 0.49 para indígenas.<br />

Los estudios sobre efectividad escolar no niegan el peso de los factores<br />

socioeconómicos sobre el avance y los resultados educativos de los alumnos en México<br />

el 89.7 % de la población indígena se encuentra por debajo de la línea de pobreza. Este<br />

solo dato es lo suficientemente elocuente para hacernos ver la fuerza del conjunto de<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 255


Pérez Maya, Coralia: «La educación contra la exclusión»<br />

factores que contribuyen, en una parte muy importante, a explicar las diferencias en<br />

avance y rendimiento escolar entre indígenas y los no indígenas.<br />

En un estudio realizado para el Instituto Nacional para la Evaluación de la<br />

Educación, Fernández (2003) encuentra que, para el caso del aprendizaje del castellano,<br />

se observan dos variables cuyo efecto es negativo: el índice de marginación de la<br />

localidad (con datos del Consejo Nacional de Población) y pertinencia de la escuela al<br />

sector de la educación indígena. Para el caso de las matemáticas, la pertenencia de la<br />

escuela al sector indígena, junto con el contexto sociocultural en el que se encuentra y<br />

la supervisión del director, tanto en lo disciplinario como en la evaluación del docente,<br />

no sólo afecta negativamente el rendimiento sino que incrementan los efectos de la<br />

desigualdad social.<br />

Estos datos bastan para indicarnos que, efectivamente, la escuela indígena<br />

tendría que proponerse mitigar los efectos de las características socioeconómicas de las<br />

familias de los alumnos y de su falta de familiaridad con la escuela para lograr<br />

aprendizajes adecuados o al menos más similares a los de otros niños en diferentes<br />

circunstancias. Sin embargo, esta escuela no está en condiciones propicias para lograr lo<br />

anterior.<br />

Por ello las políticas educativas deben fortalecer su capacidad de apoyar a cada<br />

escuela para lograrlo, se requiere un esfuerzo especial de actualización de docentes; la<br />

equidad del sistema educativo en educación básica pasa necesariamente, por el<br />

mejoramiento de la educación destinada a las poblaciones indígenas. Es necesario tener<br />

en cuenta los factores asociados con el aprendizaje a partir del contexto intercultural y<br />

bilingüe de las poblaciones indígenas.<br />

De acuerdo con la Secretaría de Educación Pública, un millón 300 mil jóvenes<br />

de entre 19 y 23 años abandonaron sus estudios al concluir el bachillerato o en alguna<br />

etapa del nivel superior, y cuatro de cada 10 lo hicieron por motivos económicos. En el<br />

nivel medio superior, la situación no es mejor: 28 por ciento de los jóvenes pobres entre<br />

15 y 19 años no trabaja ni estudia; 27 por ciento sólo trabaja; 8 por ciento hace las dos<br />

256 <strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Pérez Maya, Coralia: «La educación contra la exclusión»<br />

actividades, y sólo 37 por ciento recibe sólo instrucción académica. En contraste, 65 por<br />

ciento de los que no viven en pobreza sí asiste a la escuela. (Miranda, Patrinos y López<br />

(2007)<br />

Con el programa de becas para educación media superior y superior se<br />

entregarán 400 mil apoyos a estudiantes, con la finalidad de evitar la deserción e<br />

incrementar el acceso a esos niveles de enseñanza. (Avilés, K. Periódico La Jornada, 7<br />

de marzo, 2007)<br />

Trindade (2004) señala con respecto a la educación no formal de jóvenes<br />

desfavorecidos y la lucha contra la exclusión en Brasil la heterogeneidad que las<br />

prácticas en la educación no formal es innegable, partiendo tanto de las acciones<br />

establecidas como de los públicos interesados o de las entidades formativas. Cuando<br />

estas prácticas son dirigidas a jóvenes desfavorecidos, actúan sobre todo como figura de<br />

complemento de la educación formal ofrecida por la escuela. Sin embargo, las tentativas<br />

de respuestas a las necesidades de una determinada juventud, la de los barrios pobres y<br />

con menos oportunidades, son ofrecidas no por las autoridades públicas sino más bien<br />

por asociaciones de la sociedad civil.<br />

Las estrategias actuales son insuficientes<br />

Tradicionalmente la educación obligatoria, normalizada y pública ha sido un<br />

instrumento fundamental para crear y consolidar un sentimiento común de pertenencia,<br />

identidad y cohesión social dentro del modelo del Estado Nación. Ahora bien, a veces la<br />

escuela no sólo fracasa en el cumplimiento de esta función esencial, sino que además<br />

refleja, o incluso exacerba, las tensiones y conflictos políticos y sociales existentes. La<br />

eficacia de la educación formal como instrumento de integración y cohesión social se<br />

cuestiona cada vez más a medida que los rápidos cambios estructurales correlativos a<br />

los múltiples procesos de mundialización van haciendo más endebles los modelos<br />

tradicionales de organización social, política y económica. Las más de las veces, las<br />

preocupaciones por el deterioro de la cohesión social están relacionadas con el aumento<br />

de las desigualdades en la distribución de los ingresos que se observan dentro de los<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 257


Pérez Maya, Coralia: «La educación contra la exclusión»<br />

países y entre los distintos países, así como con la creciente exclusión social y el<br />

incremento patente de los casos de violencia en todas las sociedades. En efecto, la<br />

combinación de las disparidades socioeconómicas con la exclusión social y con factores<br />

culturales de fácil politización, como la cuestión étnica, lingüística y religiosa, suele<br />

conducir a la violencia y a la ruptura de la cohesión social. Se podría aducir que las<br />

manifestaciones de violencia física son un indicio de la ruptura de los vínculos sociales,<br />

unida a los múltiples procesos de exclusión social que se dan en los planos cultural,<br />

político y económico. (Tawil, S.)<br />

Es un hecho reconocido que a pesar de algunos esfuerzos realizados a través de<br />

estrategias y programas, éstos son muy puntuales por lo cual los resultados han sido<br />

muy insuficientes o inadecuados en relación con las necesidades de los niños y los<br />

jóvenes vulnerables a la marginación y la exclusión. Los programas dirigidos a distintos<br />

grupos marginados y excluidos han funcionado al margen de las actividades educativas<br />

generales: programas especiales, establecimientos y educadores especializados. Y a<br />

veces la escuela se ha mantenido al margen de las propuestas que desarrollan algunos<br />

organismos u ONGs.<br />

A pesar de las excelentes intenciones, el resultado ha sido con demasiada<br />

frecuencia la exclusión: oportunidades de educación de “segunda clase” que no<br />

garantizan la posibilidad de continuar los estudios, o una diferenciación que se convierte<br />

en una forma de discriminación que deja a los niños con diversas necesidades fuera de<br />

la corriente dominante de la vida escolar y, más tarde, ya de adultos, al margen de la<br />

comunidad social y cultural en general (UNESCO, 1999).<br />

La urgencia de atender las necesidades de los alumnos vulnerables a la<br />

marginación y la exclusión mediante oportunidades educativas pertinentes se señaló<br />

también en el Foro Mundial de la Educación de Dakar celebrado en abril de 2000:<br />

258<br />

“Una tarea esencial será procurar que la amplia visión de la<br />

Educación para Todos, como concepto integrador, se refleje en las políticas<br />

de cada país y de los organismos de financiación. La Educación para<br />

Todos deberá [...] tener en cuenta las necesidades de los pobres y más<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Pérez Maya, Coralia: «La educación contra la exclusión»<br />

desfavorecidos, comprendidos los niños que trabajan; los habitantes de<br />

zonas remotas; los nómadas; las minorías étnicas y lingüísticas; los niños,<br />

jóvenes y adultos afectados por conflictos, el VIH/SIDA, el hambre<br />

o la mala salud; y los que tienen necesidades especiales de aprendizajes”<br />

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260<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


La identidad en acción<br />

La cultura como factor discursivo de exclusión y de lucha<br />

Manuel Delgado<br />

Universitat de Barcelona<br />

Resumen: La proliferación de espacios abstractos como los cibernéticos, el flujo de capitales y verdades,<br />

el aumento de las interrelaciones y los mestizages protagonizan el desvanecimiento creciente de las viejas<br />

ilusiones de pureza cultural y abocan a la búsqueda obsesiva de autenticidades identitarias que, ajenas al<br />

mundo, no pueden ser más que puramente teóricas y encontrar su confirmación sólo en el dogmatismo<br />

ideológico o en las efusiones sentimentales.<br />

En casos extremos, sólo la violencia fanática podrá restablecer esa unidad nunca conocida, pero que se<br />

puede sentir como perdida o enajenada. Frente al desorden y la fragilidad de lo real, sólo queda ya la<br />

estabilidad inmutable de las identidades más feroces, un orden atroz que se alimenta de sus propios<br />

frenesís y que será más severo cuanto más se empeñe la experiencia en desmentirlo y que no dudará en<br />

aplastar, en cuanto sea preciso, aquello o aquellos que se atrevan a recordarle que sólo puede existir como<br />

sueño para unos y pesadilla para otros.<br />

Identity in action.<br />

Culture as a discursive factor of exclusion and fight.<br />

Abstract: The spread of abstract spaces as the cybernetic ones, the capital flow and truth flow, the increase<br />

of interrelationships and mixed races are involved in the increasing blurring of the old hopes of<br />

cultural purity and address to the obsessive search of identitary authenticities which, oblivious to the<br />

world, can not be more than purely theoretical and find their confirmation only in the ideological dogmatism<br />

or in the sentimental effusiveness.<br />

In extreme situations, only the fanatical violence could restore that unity never known, but that can be felt<br />

as lost or insane. Against the disorder and the fragility of the real, it only remains the unchanging stability<br />

of the most ferocious identities, an awful order which lives on its own frenzies and which would be more<br />

severe the more strives experience to deny it, and which would not doubt in crushing, as it might be necessary,<br />

that or those who dare to remember it that it can only exist as a dream for ones and as a nightmare<br />

for anothers.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


La identidad en acción<br />

La cultura como factor discursivo de exclusión y de lucha 1<br />

Manuel Delgado<br />

Universitat de Barcelona<br />

1. Identidades feroces<br />

Hace tiempo que la cuestión de la identidad –entendida al menos como<br />

sustancia– ha sido sobreseida por la antropología. La presunción teórica según la cual al<br />

sentimiento de identidad étnica le correspondía una concepción del mundo determinada<br />

y exenta y de que tal cosmovisión pudiera resultar alterada por fenómenos de<br />

contaminación o degeneración ha sido desautorizada en las últimas décadas desde una<br />

disciplina que –cuanto menos en Europa– ha asumido a las culturas como su ámbito de<br />

explicación, sin que ello suponga que hayan dado por descontado en ningún momento<br />

que las culturas puedan explicar alguna cosa. La teoría de la aculturación, característica<br />

de la escuela culturalista norteamericana –Redfield, Linton, Herkovits, Lewis, Aguirre<br />

Beltrán, entre otros–, ya recibió una severa descalificación en los años sesenta por parte<br />

de la antropología y la sociología neomarxistas –Balandier, Ribeiro. A la vez, las<br />

discusiones suscitadas en el seminario que organizara Jean-Marie Benoist a mediados<br />

de los 70 –publicada a la sombra del nombre de uno de sus intervinientes, Claude Lévi-<br />

Strauss– 2 tuvieron la virtud de desligitimar en gran medida cualquier pretensión de<br />

sustantivizar el concepto de identidad, al que negaron toda posibilidad de ser reconocido<br />

como conjunto de hechos objetivables, más allá de su valor real como incierto nudo<br />

entre instancias, irreales en sí, inencontrables cada una de ellas por separado.<br />

Trasladando al campo de las relaciones entre grupos los postulados sobre la<br />

construcción relacional del self en Goffman, la escuela nórdica de Frederik Barth<br />

sostuvo por aquel entonces que la diferenciación étnica era más el resultado, en forma<br />

de categoría adscriptiva, de la interacción de un grupo humano con otros, que una<br />

1 Conferencia pronunciada en el CONGRESO: Identidad cultural como factor de exclusión social. El<br />

papel de la cooperación. Oviedo 2007. Organizado por el Instituto de Estudios para la Paz.<br />

www.universidadabierta.org<br />

2 Claude Lévi-Strauss, ed., La identidad, Petrel, Barcelona, 1988.<br />

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Delgado, Manuel: «La identidad en acción. La cultura como factor discursivo de exclusión y de lucha»<br />

instancia inmanente dotada de unos contenidos esenciales. 3 Como escribiera Jean<br />

Pouillon: “Unidades superpuestas definibles por y en ellas mismas, (las etnias) no<br />

alimentan la base de una clasificación, sino que, al contrario, constituyen su producto.<br />

No se clasifica porque hay cosas que clasificar; es porque se clasifica que se las<br />

descubre”. 4<br />

En una última etapa de reflexión, autores como Pierre-André Taguieff 5 o Michel<br />

Wieviorka 6 han esgrimido ese mismo escepticismo conceptual para denunciar los<br />

intentos por absolutizar la diferenciación étnica y sustituir el viejo racismo biológico<br />

por otro que naturaliza las peculiaridades culturales. Es cierto que cuando se plantea<br />

cuál es el nivel de racismo que afecta a nuestra sociedad, todavía lo más común es que<br />

el balance remita a las imágenes más tópicas del antiguo racismo biológico: agresiones<br />

contra negros o magrebíes con cargo a bandas de skins, discriminaciones en el acceso a<br />

locales públicos de personas de piel oscura, actuaciones políticas que segregan<br />

miembros de "minorías étnicas", abusos policiales contra inmigrantes ilegales, etc. Todo<br />

y ser preocupantes, estas expresiones de racismo contra personas de otras "razas" están<br />

muy lejos de amenazar la convivencia civil en las sociedades europeas, aunque son<br />

perfectas para alarmar a la población acerca de nuevos peligros que comporta la<br />

inmigración –entre ellos, ahora también el del aumento del racismo–, al tiempo que<br />

permiten alimentar el antirracismo oficial y que el izquierdismo de clase media continúe<br />

practicando su virtuosismo. Lo que no se computa casi nunca es la extensión entre las<br />

mayorías sociales y el grado de ascendente en las políticas públicas que tienen las<br />

nuevas retóricas para la negación de ciertos seres humanos, retóricas que ya hace tiempo<br />

que han renunciado a sus recursos legitimadores clásicos y han encontrado argumentos<br />

frescos con los que sostener la naturalidad de las asimetrías que podemos contemplar a<br />

todos los niveles –de los cotidianos a los más institucionales– en las relaciones sociales.<br />

Y es que es cierto que hace bastante que el viejo racismo biológico dejó de ser,<br />

en efecto, la ideología responsable de la mayoría de situaciones de discriminación que<br />

3 Frederik Barth, Los grupos étnicos y sus fronteras, FCE, México DF., 1977.<br />

4 Jen Pouillon, Le cru et le su, Seuil, París, 1993, p. 122.<br />

5 Pierre -André Taguieff, La force du préjugé. Essai sur le racisme et ses doubles, Gallimard, París, 1987.<br />

6 Michel Wieviorka. El espacio del racismo, Paidós, Barcelona, 1992.<br />

262<br />

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se producen en la actualidad en sociedades como la nuestra. Hoy por hoy, los marcos de<br />

desigualdad más importantes que afectan a comunidades diferenciadas no se justifican<br />

en razones genéticas, sino sobre todo en la presunción que ciertos rasgos culturales,<br />

valorados como negativos, permiten colocar al grupo que los detenta en los estratos más<br />

bajos de una determinada jerarquía moral y justifica su frecuente instalación estructural<br />

en lugares de alta vulnerabilidad social, con frecuencia sin derechos o con menos<br />

derechos que el resto de la población. Hablamos de lo que se presenta en la actualidad<br />

como racismo diferencialista, racismo identitario, fundamentalismo cultural, etnicismo<br />

o racismo cultural, términos intercambiables que remiten a las nuestras estrategias<br />

discursivas de y para la exclusión social. 7<br />

Este racismo de nuevo cuño funciona inferiorizando a aquellos cuya supuesta<br />

identidad étnica aparece investida de cualidades negativas, al mismo tiempo que se<br />

ensalzan las virtudes de lo que se tiene por el auténtico temperamento nacional o étnico<br />

propio. Al defender el derecho a preservar su imaginaria pureza cultural, el grupo<br />

mayoritario o dominante se protege de toda presunta contaminación marginando,<br />

excluyendo, expulsando o impidiendo el acceso a los agentes considerados portadores<br />

de impureza, ya sean minorías interiores o contingentes humanos procedentes del<br />

exterior. En ocasiones, los factores de riesgo para la homogeneidad cultural de la<br />

comunidad, uno de cuyos sectores la imagina como asediada o en peligro, pueden<br />

proceder de instancias políticas superiores, como un Estado opresor o invasor, o un<br />

gobierno propio considerado traidor, demasiado descuidado de las "esencias patrias"<br />

que debería proteger. También de las vías a través de las cuales se supone que penetran<br />

influencias "extranjerizantes", como los mass-media. Sin embargo, sobre todo, se<br />

interpreta que el peligro principal proviene de los inmigrantes, es decir los contingentes<br />

de trabajadores pobres y sus familias que han venido “de fuera” para instalarse en el<br />

corazón del territorio que el sector agraviado considera propio, elementos a quienes se<br />

puede acusar de no haberse “integrado” culturalmente, en el sentido de no haberse<br />

incorporado a lo que se presume el ethos del país de acogida y “ensuciarlo” con<br />

costumbres ajenas.<br />

7 Cf. Verena Stolcke, “Talking culture: new boundaries, new rethoric of exclusion in Europe”, Current<br />

Anthropology, XXXVI/1 (1995), pp. 1-24.<br />

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El racismo cultural establece que compartir una determinada identidad colectiva<br />

comporta características de las que, a la manera de un programa genètico, los miembros<br />

psicofísicos son portadores hereditarios. La caduca noción de raza es de este modo<br />

sustituida por un mixtificado concepto de cultura, cuya génesis ha sabido establecer con<br />

acierto Gustavo Bueno. 8 Dicho de otro modo, y como señala Adam Kuper en su<br />

<strong>completo</strong> repaso de las teorías antropológicas sobre la cultura, “la cultura se utiliza<br />

como eufemismo políticamente correcto de raza”. 9 En la línia de su acepción más<br />

romántico-idealista, la cultura es entendida como una entidad inefable, que imprime a<br />

quienes han estado formados en ella en una determinada visión del mundo,<br />

imponiéndoles una orientación vital y determinando sus actitudes y opiniones. Al igual<br />

que sucedía con el viejo racismo biològico, el racismo cultural naturaliza una diferència<br />

que se acepta que es cultural, pero que se considera como instalada más allá de la<br />

voluntad personal de quines la detentan. En la medida que considera las culturas com<br />

entidades exentas, ahistóricas, homogéneas i en última instància incommesurables, el<br />

racismo cultural llega a las mismas conclusiones que el caduco y desprestigiado racismo<br />

biològico, que pueden resumirse en que las diferencias entre grupos humanos –antes<br />

fenotípicas, hoy conductuales– son irrevocables.<br />

Este racismo diferencialista desarrolla una actitud hacia los extraños que sólo en<br />

apariencia debería resultar contradictoria. Por un lado, los rechaza, puesto que desconfía<br />

de ellos al percibirlos como una fuente de suciedad que altera la integridad cultural de la<br />

nación. Pero, al mismo tiempo, los necesita, en cuanto que su presencia le permite<br />

construir y endurecer lo que de incomparable encuentra en su propia singularidad<br />

cultural. Es frecuente que el racismo cultural o étnico aparezca en la base del<br />

nacionalismo primordialista, es decir de aquel nacionalismo que se considera<br />

fundamentado en esencias inmutables y que presume la existència de un talante<br />

particular e inconfundible en aquellos que merecen ser considerados como “de los<br />

nuestros”, incluibles por tanto en la nación. El nacionalismo esencialista se considera<br />

legitimado para establecer quién y qué merece ser homologado en tanto que “propio”, y,<br />

8 Gustavo Bueno, El mito de la cultura, Prensa Ibérica, Madrid, 1994.<br />

9 Adam Kuper, Cultura, Paidós, Barcelona, 2001, p. 75.<br />

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por contra, quién y qué ha ser considerado extraño, contaminante, peligroso y, en<br />

consecuencia, excluible.<br />

De acuerdo con el nacionalismo primordialista, quien aspire a ser investido<br />

como "uno de nosotros" debe aceptar ser sometido al molde unificador de aquellos que<br />

se consideran depositarios de una metafísica "cultura nacional" –la Kulturnation<br />

romántica–, una situación pristina y esplendorosa que, según el nuevo racismo<br />

diferencialista, existiría "antes" de la llegada de los forasteros y que la presencia de<br />

estos amenaza con desvirtuar. Será por tanto el grado de adhesión a la soñada cultura<br />

esencial de un país lo que permita distribuir en términos "étnicos" los grados de<br />

ciudadanía política, de los que dependerán, a su vez, los diferentes niveles de<br />

integración-exclusión socioeconómica y legal. Esta forma flexible de racismo,<br />

inseparable de dinámicas de etnificación de la mano de obra, permite conceptuar de<br />

forma razonada la inevitabilidad de prescindir de aquellos principios igualitarios que la<br />

democracia liberal proclama haber instituido como inviolables. Así, los inmigrantes del<br />

propio Estado, por ejemplo, podrán merecer un derecho a la ciudadanía nominalmente<br />

pleno, pero serán susceptibles de recibir un estatuto especial en cuanto que su<br />

insuficiente integración cultural hará de ellos miembros “precarios” o “insuficientes”.<br />

Con respecto a los inmigrantes procedentes de otros países –en nuestro caso,<br />

especialmente de los extracomunitarios–, su destino será el de acabar en los márgenes o<br />

fuera ya de los límites de lo que se considera el núcleo más irrenunciable de la cultura<br />

autóctona, y por lo tanto estará del todo justificada su exceptuación del derecho a la<br />

ciudadanía.<br />

Tenemos por tanto que la identidad –en concreto aquella cuyo núcleo básico es<br />

la “cultura”– es, hoy, el instrumento discursivo mediante el que personas y grupos<br />

enteros son colocados en desventaja en la vida social, como consecuencia de su<br />

asignada incompetencia crónica e insalvable para incorporarse a la vida civil<br />

plenamente normalizada. Lo vemos en ciertos movimientos nacionalistas de signo<br />

secesionista, que emplean criterios etnicistas para plantear la necesaria expulsión o<br />

exclusión de una parte de la población de territorios que consideran propios. Ello resulta<br />

del hecho de que todos los nacionalismos, por definición, existen a partir de dos<br />

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Delgado, Manuel: «La identidad en acción. La cultura como factor discursivo de exclusión y de lucha»<br />

características que suelen ser consubstanciales a la construcción de cualquier “nosotros”<br />

político y que Clifford Geertz designaba como esencialismo y epocalismo, la primera<br />

relativa a ingredientes presumidamente tradicionales, costumbrarios, idiomáticos,<br />

temperamentales, fenotípicos –es decir, “raciales”–; la segunda, aludiendo al lugar que<br />

el propio proyecto étnico-nacional ocupa en lo que se supone que son las grandes<br />

dinámicas históricas, su dirección y su significado, es decir esos grandes proyectos<br />

civilizatorios a los que es indispensable incorporarse, como puedan ser el progreso, la<br />

modernidad u, hoy en día, la globalización económica, la revolución tecnológica, etc. 10<br />

Esos son los rasgos de lo que hoy se da en agrupar bajo el capítulo algo grosero<br />

de “los nacionalismos”, haciendo alusión a territorios en los que se registran<br />

movimientos en pro de su constitución en Estados. Pero también lo son de las grandes o<br />

pequeñas naciones-Estado, que desde su misma formación han aspirado a la<br />

homogeneidad o cuanto menos a la congruencia de sus componentes identitarios y que<br />

han visto como un problema cualquier amago que desmienta esa uniformidad buscada.<br />

De hecho, cabe remarcar que la reflexión de Clifford Geertz que se acaba de evocar<br />

toma como ejemplos de su argumentación naciones-Estado en vías de incorporación a la<br />

plena modernidad –Marruecos e Indonesia– y que albergan graves problemas étniconacionalistas<br />

en su interior –la Berbería y el Sahara en el primer caso; Papúa, Molucas,<br />

Aceh o Timor, en el segundo. Esto debería ser enfatizado, puesto que también los<br />

Estados-nación reconocidos vigilan celosamente el mantenimiento de aquella misma<br />

identidad que se habían ocupado de inventar, para colocarla en la base de su proyecto<br />

político. Para mantener esa unidad identitaria, niegan o vulneran el derecho de las<br />

minorías que administran a tener una identidad propia, por construida y artificial que<br />

esta sea, pero que nunca lo será por fuerza más de aquella otra que pretende<br />

subsumirlas. En ese sentido, es cierto lo que a veces se afirma, de que lo que se opone a<br />

un nacionalismo es siempre otro nacionalismo. Eso, o una identidad en apariencia<br />

alternativa a la nacional o étnica, que sería la del cosmopolita o ciudadano del mundo,<br />

que, como todo el mundo sabe, es aquel que esté donde esté, vaya donde vaya, siempre<br />

se sentirá superior a los demás. Es decir, todo nacionalista se siente y se sabe superior a<br />

10 Clifford Geertz, “Después de la revolución: El destino de los nacionalismos en los nuevos estados”, en<br />

La interpretación de las culturas, Gedisa, Barcelona, 1987, pp. 210-214.<br />

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Delgado, Manuel: «La identidad en acción. La cultura como factor discursivo de exclusión y de lucha»<br />

los demás nacionalistas, pero es superado por quien se proclama ciudadano del mundo,<br />

que, suele estar seguro de que tiene motivos para considerarse a si mismo éticamente<br />

superior tanto a unos como a otros.<br />

El nacionalismo de las naciones-Estado y su creciente agresividad es lo que<br />

Arjun Appadurai ha analizado en su último libro publicado entre nosotros, 11 retomando<br />

una percepción recurrente en antropología –de la mano de Mary Douglas, por<br />

ejemplo 12 – acerca de la preocupación que todas las sociedades experimentan por<br />

mantener a raya a su principal enemigo, que no es tanto el desorden como la<br />

ambigüedad. Ese pavor ante el desdibujamiento de los perfiles y de los límites es lo que<br />

vendrían a apaciguar modalidades de agresión destinadas a castigar a los sospechosos de<br />

haber vulnerado o cuestionado las fronteras simbólicas que protegen al grupo –a<br />

cualquier grupo– de los peligros que lo acechan.<br />

Aplicando tal premisa, Appadurai observa que las grandes dinámicas<br />

globalizadoras no han hecho sino intensificar ese ingrediente estratégico del que<br />

dependieron los Estados-nación, que fue, desde y para su nacimiento, la homogeneidad<br />

cultural de los territorios y gentes administrados. El estallido de las certezas culturales<br />

compartidas que dieron consistencia a las naciones modernas –y perdón por el<br />

pleonasmo– ha llevado a la generalización de lo que Appadurai denomina la “angustia<br />

de lo in<strong>completo</strong>”, que se está traduciendo en un creciente ensañamiento contra toda<br />

minoría, real o inventada, que amenace sus supuestas integridad y fijeza idiosincrásicas.<br />

Como si todo Estado-nación –formado o en ciernes; aquí y en todas partes– llevara en<br />

sí, larvado en su narcisismo fundador, el germen del etnocidio o, como apunta<br />

Appadurai, del ideocidio.<br />

El fenómeno derivaría, como otros asociados a la violencia como recurso contra<br />

la ansiedad colectiva, de una proliferación de sistemas celulares, un tipo de organización<br />

molecular que está en la base hiperactiva y al tiempo hiperdispersa tanto del terrorismo<br />

11 Arjun Appadurai, El rechazo de las minorías. Ensayo sobre una geografía de la furia, Tusquets,<br />

Madrid, 2007.<br />

12 Mary Douglas, Pureza y peligro, Siglo XXI, Madrid, 1992.<br />

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Delgado, Manuel: «La identidad en acción. La cultura como factor discursivo de exclusión y de lucha»<br />

internacional como del nuevo intervencionismo imperialista, tanto del capitalismo<br />

financiero como de quienes se atreven a plantarle cara. Un mundo cada vez más<br />

invertebrado y modular, más regido por códigos desconocidos, en el que los Estadosnación<br />

aparecen como cada vez más marginados y –lo peor para ellos– cada vez más<br />

prescindibles. Es frente a esa consciencia de crisis e inseguridad que las mayorías que<br />

cuentan con Estados propios contemplan cualquier excepción identitaria procedente del<br />

exterior o emergente en su seno como un factor de riesgo y una anomalía a neutralizar.<br />

Riesgo y anomalía no obstante indispensables, puesto que, como se ha hecho notar más<br />

atrás para cualquier identidad, es de ellos o mejor contra ellos de donde también los<br />

Estados constituidos obtienen la evidencia paradójica de una existencia propia que nadie<br />

mejor para corroborar que quienes la cuestionan.<br />

Es en relación con ello que debería soliviantar ese tópico que da por sentado que<br />

lo que se da en llamar “el exacerbamiento de los nacionalismos” se combate viajando,<br />

aceptando al otro que llega y conociendo al otro al que se llega, aumentado las dosis de<br />

cosmopolitismo, etc. Lo que viene a sostener Appadurai es justo lo contrario.<br />

Es la promiscuidad cultural, la proliferación de espacios abstractos como los<br />

cibernéticos, el flujo de capitales y verdades, el aumento de las interrelaciones y las<br />

mixturas, lo que lleva a desvanecerse toda ilusión de pureza y a buscar el contrapeso de<br />

tal frustración en autenticidades identitarias que, ajenas al mundo, no pueden ser más<br />

que puramente teóricas y encontrar su confirmación sólo en el dogmatismo ideológico o<br />

en la efusión sentimental. En casos extremos, sólo la violencia fanática podrá<br />

restablecer esa unidad nunca conocida, pero que se puede sentir como perdida o<br />

enajenada. Frente al desorden y la fragilidad de lo real, sólo queda ya la estabilidad<br />

inmutable de las identidades más feroces, un orden atroz que se alimenta de sus propios<br />

frenesís y que será más severo cuanto más se empeñe la experiencia en desmentirlo y<br />

que no dudará en aplastar, en cuanto sea preciso, aquello o aquellos que se atrevan a<br />

recordarle que sólo puede existir como sueño para unos y pesadilla para otros.<br />

2. A la igualdad por la diferencia. Los usos emancipadores de la identidad<br />

268<br />

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Ahora bien, una vez constatado que, en efecto, tanto la exclusión como la<br />

inclusión forzosa de grupos humanos es hoy ejecutada en base a argumentos en clave<br />

identitaria, no es menos cierto que la identidad puede servir –y sirve con idéntica<br />

eficacia– para que esos mismos grupos sociales maltratados busquen en la identidad –no<br />

pocas veces aquella que se les asignó con fines estigmatizadores– un instrumento a<br />

través del cual hipostatar y sintetizar sus intereses particulares y la lucha por su<br />

emancipación. Sabemos bien que ese ha sido el caso de todas los conflictos<br />

antiimperialistas, de todas las guerras de liberación nacional y de todas las<br />

vindicaciones de sectores que se sienten de un modo u otro inferiorizados injustamente<br />

y plantean contenciosos vindicativos, de las comunidades indígenas en Lationamérica a<br />

las asociaciones de sordomudos, de gais, de lesbianas o de personas diagnósticadas por<br />

trastornos mentales, grupos hasta ahora estigmatizados que pueden reclamar su derecho<br />

a la diferencia identitaria, en nombre de una visión del mundo que les sería<br />

ideosincrásica y para la que exigirían respeto y consideración. Los mismos inmigrantes<br />

pueden asumir la identidad étnica que se les ha atribuido de forma no pocas veces<br />

arbitraria, para defender sus derechos, en la línea de la vieja consigna indigenista<br />

“Como indios nos oprimieron; como indios nos liberaremos”.<br />

Ese uso del diferencialismo como argumento para las luchas en pos de la<br />

equidad se basa en un postulado lógico, cual es que para ser reconocido alguien o algo<br />

como sujeto –colectivo, en el caso de las identidades grupales del signo que sea– es<br />

indispensable ser habilitado antes como entidad diferenciada y diferenciable. De ahí la<br />

consigna antirracista “Todos iguales, todos diferentes·”. No es casual, puesto que la<br />

identidad es el requisito que todo Estado moderno exige siempre a sus interlocutores.<br />

En otras palabras, no se puede interpelar o ser interpelados por una Administración, del<br />

tipo que sea, sino se detenta algún tipo de reducción a la unidad que le permita<br />

identificarse –aparecer como dotado de identidad, individual o colectiva– ante ella.<br />

Cabría detenerse en cómo esa potencialidad del diferencialismo como argumento<br />

para el igualitarismo fue asumido doctrinalmente y formalizado por la propia izquierda<br />

revolucionaria, con la consecuente modificación que llevara del emblemático<br />

“Proletarios de todos los países, uníos”, al “Proletarios y pueblos oprimidos del mundo,<br />

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uníos“. Eso sucedió a partir del momento en el que, en el contexto de la impugnación<br />

del imperialismo británico en Asia como peligro inmediato para una Unión Soviética<br />

asediada y en guerra civil, se celebra el Congreso de los Pueblos de Oriente en Bakú, en<br />

septiembre 1920, poco después del segundo congreso de la Internacional Comunista. Se<br />

ha de tener en cuenta, no obstante, que el camino para este reconocimiento de las luchas<br />

anticolonialistas como eposodios o facetas de la lucha de clases, ya había aparecido<br />

antes de manera abundante en la obra teórica del propio Lenin, que ya se había<br />

pronunciado antes en favor del derecho de autodeterminación de los pueblos, al tiempo<br />

que había llamado la atención sobre los diferentes sentidos –antágonicos incluso– que<br />

podía tener la “lucha por la patria”, cuanto ésta la esgrimían las naciones imperialistas y<br />

cuando lo hacían las poblaciones oprimidas. 13 Recuérdese el “Informe sobre la situación<br />

internacional y las tareas fundamentales de la Internacional Comunista”, leído por Lenin<br />

semanás atrás del congreso de Bakú, en el marco del congreso de la Internacional<br />

Comunista, en que aparecía de forma explícita la convicciòn de que la revolución<br />

socialista ya no tenía como único protagonista a la clase trabajadora de los pueblos<br />

“civilizados”, sino a la masa inmensa, de cientos de millones de desposeídos que sufrían<br />

el capitalismo bajo su forma imperialista. 14<br />

Ello en paralelo a la asunción por los partidos comunistas, y en especial y en<br />

primera instancia por los austro-marxistas –Bauer, Kautsky– y, más adelante, por Stalin<br />

de los postulados románticos e idealistas –Herder, Humboldt; Marr en el caso específico<br />

ruso 15 –, que identificaban lengua y espíritu nacional. Así, podemos leer a Stalin: "La<br />

nación es una comunidad estable, històricamente constituïda, de lengua, de territorio, de<br />

vida económica y de psicologia, manifesta esta en la comunidad de cultura." 16 De ese<br />

contexto surgieron las bases teóricas que orientaron la doble naturaleza nacionalista e<br />

13 Una completa compilación de este tipo de materiales teóricos, en V.I. Lenin, La lucha de los pueblos de<br />

las colonias y países dependientes contra el imperialismo, Progreso, Moscú, 1973.<br />

14 En ibidem, pp. 381-387.<br />

15 Sobre la influencia de Marr en las tesis nacional-lingüísticas de Stalin, me remito a un libro de Sebastià<br />

Serrano: Língüística i qüestió nacional, Eliseu Climent, Valencia, 1979. En esta obra, ganadora del<br />

premio Joan Fuster de 1978, Serrano defendía que las tesis de Stalin eran del todo asimilables al proyecto<br />

noucentista de homogeneización lingüística: "...La intevención de Stalin estaba plenamente justificada,y<br />

su solución en el marco del contexto lingüístico teòrico-pràctico era la más sensata, llena de buen<br />

sentido... Fabra y el 'Institut d'Estudis Catalans estariían absolutamente de acuerdo con la filosofia<br />

lingüística de Stalin" (p. 144).<br />

16 J. Stalin, Marxismo y cuestión nacional, Barcelona, Anagrama, 1977, p. 40; de un artículo de 1950.<br />

270<br />

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Delgado, Manuel: «La identidad en acción. La cultura como factor discursivo de exclusión y de lucha»<br />

internacionalista de las luchas contra el capitalismo a nivel planetario, que a partir de<br />

ese momento hacían compatible y hasta articulable el patriotismo esencialista con las<br />

tesis marxistas, generando guerras y revueltas que fueron al mismo tiempo<br />

revolucionarias y nacionalistas, incluso lo que hoy con tanto desprecio se llamaría<br />

“etnicistas”. Esa fue la orientación del papel de los comunistas a la hora de apoyar,<br />

muchas veces en solitario –cabe pensar en el ejemplo del PCF y su apoyo a Abd-el-<br />

Krim o a los movimientos nacionalistas en las Antillas o África negra– la insurgencia<br />

contra los imperios francés o británico en los años 20 y 30 del siglo XX. Y lo fue en<br />

muchos otros casos posteriores, de los que los ejemplos serían bien abundantes en todos<br />

los continentes. En todos ellos los partidos comunistas asumieron como propias las<br />

vindicaciones nacionalistas, haciéndolas inseparables de las de clase. Sabemos que así<br />

ha sido y están siendo en muchísimos casos, en los que las tomas de posición<br />

revolucionarias han sido esencial y esencialistamente patrióticas. Son bien conocidos<br />

los ejemplos registrados a lo largo de los añios 50 y 60: Angola, Cabo Verde, Cuba,<br />

Argelia, Guinea Bissau, Vietnam, Chile y la mayoría de países de lo que un día fue el<br />

movimiento de los no alineados. La revolución cubana, con su consigna “Patria o<br />

muerte, venceremos”, explicita bien esa síntesis. Líderes revolucionarios bien conocidos<br />

lo fueron también de movimientos fuertemente nacionalistas, como Ahmed Ben Bella,<br />

Samora Machel, Amílcar Cabral, Ho Chi Minh, Patricio Lumumba, Sekou Touré y el<br />

propio Fidel Castro.<br />

Y lo mismo valdría para Eurpopa, donde los partidos comunistas plantearon la<br />

lucha antifascista en clave patriótica, sobre todo, como es lógico, en el contexto de la<br />

ocupación nazi de sus territorios. Pero es también el caso español y el de los partidos<br />

comunistas en Catalunya, por ejemplo, como fue el caso del POUM, de la Unió<br />

Socialista, de Estat Català-Partit Proletari, del Bloc Obrer i Camperol y, cómo no, de la<br />

fusión de algunos de los mencionados en ell Partit Socialista Unificat de Catalunya, el<br />

PSUC, que protagonizó el único caso en que Catalunya ha sido admitida como nación<br />

con entidad propia en un organismo internacional, en este caso la III Internacional.<br />

Recuérdese que la defensa de la República tuvo en España, de la mano precisamente del<br />

PCE, una considerable dimensión nacionalista y de liberación nacional, con sus<br />

frecuentes exhortaciones a la defensa de la patria contra los invasores italinos y<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 271


Delgado, Manuel: «La identidad en acción. La cultura como factor discursivo de exclusión y de lucha»<br />

alemanes, pero también contra “los moros que trajo Franco”, en el marco de un discurso<br />

que no cabría dudar a la hora de calificar como racista, en el sentido más habitual del<br />

término. 17 Este fuerte componente nacionalista, influenciado por las tesis asumidas por<br />

la III Internacional, tuvo exponentes de notable elocuencia –aunque ciertamente<br />

marginales– hasta épocas bien tardías, como fue el caso del FRAP, una organización<br />

que se cuidaba bien de enfatizar en sus siglas su dimensión “patriótica”.<br />

También cabe tener presente que ese primordialismo étnico-nacionalista que la<br />

izquierda marxista hace suyo y que funciona como eje de numerosos movimientos de<br />

liberación nacional de los llamados países del tercer mundo, contagió, por así decirlo, a<br />

determinados conflictos europeos, como es bien conocido en casos como el corso, el<br />

bretón, el nordirlandés o, en el caso español, de catalanes, vascos y gallegos, que en<br />

todos los casos –al menos en algunas de sus corrientes principales– asumieron<br />

posiciones políticas de signo marxista-leninista. Tambien ahí cabria recordar que el<br />

hecho no es específicamente novedoso y no responde, como se ha sostenido, a la<br />

influencia del FLN argelino, por ejemplo. En la década de los años 10 del siglo XX,<br />

Lenin ya se ocupó de criticar a quienes consideraban que el derecho de<br />

autodeterminación que se reclamaba para los pueblos colonizados no era aplicable al<br />

caso de conflictos análogos que tenían su escenario en la propia Europa. El propio<br />

Lenin ya establecía que lo que se reconocía como objetivo legítimo para Turquia,<br />

Egipto, India, Jiva o Bujará –por citar los casos que él mismo proponía–, lo era también<br />

para Finlandia, Polonia o Ucrania, e incluso para Irlanda, por cuya revolución de 1916<br />

expresó toda su simpatía. 18<br />

Esta breve exposición ha puesto de relieve cómo fue posible que dos doctrinas<br />

de apariencia antitética –nacionalismo e internacionalismo– pudieron llegar a hacerse no<br />

17 Acerca de la representación de los marroquíes durante la Guerra Civil –sádicos, violentos, sanguinarios,<br />

de una sexualidad insaciable que se traducía en todo tipo de aberraciones y abusos–, por parte de la<br />

propaganda republicana, sobre todo la comunista, véase el magnífico trabajo recopilatorio de Eloy<br />

Martín-Corrales, capítulo VI de La imagen del magrebí en España. Una perspectiva siglos XVI-XX,<br />

Bellaterra, Barcelona, 2002, pp. 153-177..<br />

18 Cf. al respecto, Lenin, “Balance de la discusión sobre la determinación”, sobre todo los puntos 6, “¿Se<br />

puede contraponer las colonias a Europa en esta cuestión”, y 10, “La insurrección irlandesa de 1916”. En<br />

op. cit., pp, 244-259.<br />

272<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Delgado, Manuel: «La identidad en acción. La cultura como factor discursivo de exclusión y de lucha»<br />

sólo compatibles, sino hasta inseparables en determinadas circunstancias históricas. Ello<br />

no advierte sino de que la identidad no sólo se negocia y resulta de negociaciones; no<br />

sólo es el resultado de un sistema de afinidades y oposiciones cuyos contenidos son<br />

arbitrarios. Advierte cómo la identidad étnica o nacional no es la causa, sino el resultado<br />

de complejas dinámicas históricas, sociales, políticas, económicas, etc., y que no puede<br />

ser entendida al margen de la manera como grupos humanos con intereses y objetivos<br />

específicos la emplean como fuente de legitimidad. De este modo, tendríamos que no es<br />

la nación lo que da pie a los diferentes nacionalismos: son los distintos nacionalismos –<br />

cada uno de ellos contemplable como singular y en relación y como resultado de<br />

contextos siempre singulares– los que inventan –literalmente– la nación que defienden y<br />

en nombre la cual afirman luchar.<br />

De este modo, con las identidades, al igual que tanto con sus formalizaciones<br />

doctrinales como con sus emanaciones sentimentales –los nacionalismos, los etnicismos<br />

del tipo de que sea–, se debería aplicar el principio analítico que proponía Radcliffe-<br />

Brown para el estudio de las religiones, que no pueden ser estudiadas sino en acción. 19<br />

Puestos a proponer definiciones, se asumuría como propia aquella en que se ha basado<br />

la larga tradición de la antropología social europea: aquella según la cual la cultura<br />

sería, ante todo, la forma que adoptan las relaciones sociales –“el vestido”, diría<br />

Edmundo R. Leach en su clásico sobre los kachin birmanos–, 20 lo que supone que toda<br />

vindicación culturalista e identitaria debe ser interpretada como la expresión de una<br />

estructura societaria dada y sus necesidades y conflictos. Eso no implica entender la<br />

cultura como una trasposición mecanica de lo que el marxismo vulgar ha entendido<br />

siempre como la dimensiòn ideológica, proyección precisa de una determinada<br />

infraestrutura tecnoecològica y tecnoeconómica. Más bien, que se trata de una<br />

visibilización de un referente permanentemente móvil y, por tanto, procurador de todo<br />

tipo de sombras y ambivalencias. Esa última perspectiva es la que ha orientado buena<br />

parte de las teorías procuradas por la antropología acerca de ese asunto al que una<br />

19 A.-R. Radcliffe -Brown, “Religión y sociedad”, Estructura y función en la sociedad primitiva,<br />

Península, Barcelona, 1996, p. 176. La analogía no es nada arbitraria. Son abundantes y cada vez más<br />

frecuentes las percepciones de hasta qué punto la cultura nacional o étnica funcionan de manera análoga a<br />

como lo hace la religión, y con sus mismas funciones cohesionadoras.<br />

20 “La cultura proporciona la forma, el ‘vestido’ de la situación social” (E.R. Leach, Sistemas políticos en<br />

la alta Birmania, Anagrama, Barcelona, 1976, p. 38).<br />

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Delgado, Manuel: «La identidad en acción. La cultura como factor discursivo de exclusión y de lucha»<br />

generalización tan injusta como injustficada ha globalizado bajo el epígrafe de “el<br />

problema de los nacionalismos”, un asunto cuya clarificación, una vez rescatada del<br />

campo de las patologías políticas y hasta mentales, se desplaza ahora, de la mano de<br />

autores como Gellner o Llobera –por citar sólo algunos referentes accesibles al lector<br />

español–, 21 a las nuevas formas de transmisión de pautas culturales que caracterizaron el<br />

tránsito de las sociedades premodernas a las modernas sociedades urbano-industriales,<br />

es decir a la modernidad.<br />

21 Véanse, como ejemplos accesibles de este tipo de enfoques, Ernest Gellner, Nacionalismo, Destino, Barcelona,<br />

1998, y J.R. Llobera, El dios de la modernidad, Anagrama, Barcelona, 1996.<br />

274<br />

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Inmigración e Identidad<br />

Román García Fernández,<br />

Dr. Filosofía, Director Internacional del Instituto de Estudios para la Paz.<br />

Resumen:<br />

La idea de identidad es una idea confusa y la utilización de la palabra "identidad"<br />

para referirse a características de las personas tales como la raza, la etnia, la<br />

nacionalidad, el género, religión o la sexualidad está profundamente imbuida de esas<br />

características sociales. Para demostrarlo se comentan dos aportaciones. La primera realizada<br />

por Jane Elliot en 1970 desde el aprendizaje emocional. La segunda realizada desde el<br />

punto de vista sociológico es un experimento clásico de las ciencias sociales sobre inclusión<br />

y exclusión social llevado a cabo en 1953 en las montañas de Sans Bois, en el parque estatal<br />

Robbers Cave, en Oklahoma. Se concluye que los grupos identitarios, lejos de ser una<br />

estructura primaria, es una construcción social que se establece frente a otro grupo, incluso a<br />

partir de elementos que les son foraneos o extraños. Por tanto, debemos entender con Appiah,<br />

Jean-Loup Amselle, o Donald Horowitz, que la identidad no es la causa de los<br />

conflictos, sino al contrario, una consecuencia. En definitiva podríamos concluir que es el<br />

otro el que determina nuestra identidad: La identidad del emigrante se forma por la<br />

exclusión, el rechazo, la falta de integración o marginación de la sociedad receptora. La<br />

construcción de la identidad de los inmigrantes como tales, o como miembros de<br />

identidades nacionales, culturales o religiosas, la hacen las sociedades receptoras de la<br />

inmigración. Nuestra legislación, el tratamiento en la prensa, las medidas de integración<br />

y discriminación, el término “sin papeles”,...<br />

Nos resta añadir que para que se produzcan este tipo de elementos no se necesita<br />

que sean estos sean ciertos, ni excluyentes, pues se mueve en el plano de los relatos, con<br />

una lógica similar al mito.<br />

Palabras claves:<br />

Identidad, discriminación, racismo, xenofobia, homogeneidad,<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, III, 17 (marzo 2008) 275-288. http://www.revistadefilosofia.org


Immigration and Identity<br />

Román García Fernández<br />

PhD. of Philosophy, Internacional Director of the Instituto de Estudios para la Paz y la<br />

Cooperacion-IEPC (Peace and Cooperation Studies Institute)<br />

Abstract:<br />

The idea of identity is a confused idea and the use of the word “identity” to refer<br />

to individuals’ features such as race, ethnic group, nationality, genre, religion or<br />

sexuality is deeply imbued with those social features. In order to prove it two<br />

contributions are mentioned. The first one was made by Jane Elliot in 1970 from the<br />

emotional learning. The second one was made from the sociological point of view, it is<br />

a classical experiment of the social sciences about the social inclusion and exclusion<br />

which took place in 1953 on Sans Bois Mountains, at Robbers Cave State Park,<br />

Oklahoma. It was concluded that the identitary groups, far from beeing a primary<br />

structure, it is a social construction which is established in front of another group, even<br />

from foreign or strange elements to them. Therefore, we have to understand with<br />

Appiah, Jean-Loup Amselle, or Donald Horowitz, that the identity is not the cause of the<br />

conflicts, but on the contrary, a consequence. Summarizing we can conclude that it is the<br />

other one who determines our identity: The immigrant identity is developed by the<br />

exclusion, the rejection, the lack of integration or marginalization of the receiving<br />

society. The construction of the immigrants identity as such, or as members of national,<br />

cultural or religious identities, is made by the societies which receive the immigration.<br />

Our legislation, the treatment in the press, the integration and discrimination meassures,<br />

the term “sin papeles” (illegal), ...<br />

We have to add that in order that this kind of elemets take place they don’t must<br />

be true, nor exclusive, as they move in the level of the tales, with a logic similar to the<br />

myth.<br />

Key words:<br />

Identity, discrimination, racism, xenophobia, homogeneity.<br />

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García Fernández, Román: «Inmigración e Identidad»<br />

Inmigración e Identidad 1<br />

Román García Fernández,<br />

Dr. Filosofía, Director Internacional del Instituto de Estudios para la Paz.<br />

1.- El problema de la identidad<br />

El uso contemporáneo de la palabra "identidad" para referirse a características de<br />

las personas tales como la raza, la etnia, la nacionalidad, el género, la religión o la<br />

sexualidad adquirió preeminencia por primera vez en la psicología social en la década de los<br />

cincuenta, particularmente en los trabajos de Erik Erikson y Alvin Gouldner. Este uso del<br />

término refleja la convicción de que la identidad de cada persona -en el sentido más<br />

antiguo de quién se es en verdad- está profundamente imbuida de esas características<br />

sociales 2 . Y el predominio creciente de esta convicción es un hecho de la vida contemporánea.<br />

En el pensamiento moral y político de la actualidad se ha vuelto un lugar común suponer<br />

que los proyectos de una persona pueden configurarse a partir de tales características de su<br />

identidad, y que, si bien no se trata de una obligación moral, es al menos algo permisible<br />

desde el punto de vista moral. Dense cuenta que, y lo adelanto ya, se plantea la identidad<br />

como pertenencia a un grupo para configurar o constituir la identidad personal.<br />

1 .- Conferencia pronunciada en el Congreso sobre inmigración<br />

2 .- Según Apiah, p.114, el uso de la palabra "identidad" en este sentido suele remontarse a Erik Erikson;<br />

por ejemplo, en "Identity and the life cycle", Psychological Issues i, 1959; sin embargo, Erikson evoca en general<br />

algo bastante íntimo mediante este término, una especie de integridad psicológica "interna". No obstante, en<br />

un ensayo de 1956, habla de la relación entre "el concepto que la persona tiene de sí misma y el concepto<br />

que su comunidad tiene de ella". De varias maneras, retoma temas explorados por algunos de sus<br />

predecesores inmediatos. En 1922, Max Weber, en Economía y sociedad, describía la Gemeinsamkeit, la<br />

identidad étnica, como el derivado de un pasado común, pero agregaba: "Por otra parte, es ante todo el<br />

sistema político, sin desmedro de cuan artificialmente esté organizado, el que inspira la creencia en la<br />

etnicidad común" (Economy and society: an outline of interpretive sociology, ed. por Claus Wittich y Guenther<br />

Roth, Berkeley y Los Ángeles, University of California Press, 1979 [trad. esp.: Economía y sociedad, México,<br />

Fondo de Cultura Económica, 1944]). Erikson afirma que comenzó a emplear las expresiones "identidad" y "crisis<br />

de identidad" en la década de 1930, y que "parecían naturalmente enraizadas en la experiencia de la<br />

emigración, la inmigración y la americanización" (Erik H. Erikson, "'Identity crisis' in autobiographical<br />

perspective", en Life history and the historical moment, Nueva York, Norton, 1975, p. 43); véase Adam Kuper,<br />

Culture: the anthropologists' account, Cambridge, Harvard University Press, 1999, p. 237 [trad. esp.: Cultura: la<br />

versión de los antropólogos, Barcelona, Paidós Ibérica, 2001]. Aun así, Apiah considera que Erikson suele usar el<br />

término donde otros podrían haber usado "yo" o "ego". La noción distintiva de "identidad social" se usa<br />

por primera vez de manera extensiva en los escritos de Alvin W. Gouldner en la década de 1950.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 275


García Fernández, Román: «Inmigración e Identidad»<br />

2.- La identidad desde el punto de vista psicológico<br />

Quiero empezar por citar una de las experiencias clásicas es la llevada a cabo<br />

desde el aprendizaje emocional por Jane Elliot en 1970, que conocemos por un<br />

documental realizado por William Peters en 1985 3 , a partir de la grabación original.<br />

La profesora Elliot, somete a los niños de primaria, de una pequeña población<br />

estadounidense, con el 100% de la población blanca, a un experimento emocional: ¿Que<br />

se siente al ser discriminado?.<br />

A partir del color de los ojos establece dos grupos: el de los ojos azules y el de<br />

los ojos marrones. El grupo de los “ojos azules” recibe estímulos positivos, mientras<br />

que el de los “ojos marrones” negativos: Los que tienen los ojos azules son más listos,<br />

responsables, tienen padres mejores, …. Los de ojos marrones son mas lentos, torpes,<br />

violentos, … Seguidamente establece unas normas discriminatorias en las que el grupo<br />

de ojos azules tiene privilegios: cinco minutos más de recreo, pueden beber de la fuente,<br />

etc.,<br />

Para que sea evidente el color de los ojos se identifica a los “ojos marrones” con<br />

un pañuelo en el cuello.<br />

Los conflictos no se hacen esperar, en recreo comienzan los insultos y a partir de<br />

ellos las peleas. Las palabras “ojos marrones” que hasta ahora no se utilizaban para<br />

denominar a nadie comienzan a oírse y son consideradas como un insulto 4 .<br />

En el punto álgido de esta situación la profesora Elliot señala a los niños que se<br />

ha equivocado, que los que tienen los “ojos marrones” son más listos y establece el<br />

mismo procedimiento, solo que ahora el grupo discriminado es el de “los ojos azules”.<br />

La situación vuelve a repetirse de la misma manera.<br />

Curiosamente en las pruebas realizadas los niños de estar en un grupo u otro,<br />

varían casi hasta el 50% más de estar en el grupo dominante a estar en grupo<br />

3 .- Una clase dividida, William Peters, 1985, EE.UU., 55'<br />

http://www.stage6.com.mx/videoclips.php?seccion=videos&id=1395948<br />

276<br />

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García Fernández, Román: «Inmigración e Identidad»<br />

discriminado. A las preguntas de la profesora de a qué se debe el cambio de puntuación<br />

los niños responden que el pañuelo no les dejaba pensar.<br />

Este experimento fue realizado durante una semana escolar (cinco días)<br />

3.- La identidad desde el punto de vista sociológico.<br />

Desde el punto de vista sociológico podemos citar un experimento clásico de las<br />

ciencias sociales sobre inclusión y exclusión social llevado a cabo en 1953 en las montañas de<br />

Sans Bois, en el parque estatal Robbers Cave, en Oklahoma 5 . El experimento consistió en<br />

formar dos grupos de chicos más o menos homogéneo: protestantes, blancos, de clase media,<br />

varones, de 11 años, urbanos; se les llevó a dos campamentos separados ubicados en el<br />

parque. Cada grupo ignoraba la existencia del otro. Al cabo de dos días obtuvieron permiso<br />

para moverse por el Parque, entonces los miembros del equipo informaron a cada uno de<br />

los grupos que había otro campamento de niños en las cercanías. De inmediato, los dos<br />

grupos actuaron de forma competitiva, desafiándose mutuamente a enfrentarse en deportes,<br />

como béisbol o el juego de tiro de cuerda, a la vez que emprendieron otro tipo de acciones<br />

como "derribo de tiendas" y obtención de trofeos del campamento ajeno. Los grupos<br />

adoptaron un nombre que les identificara: "las Serpientes" y "las Águilas". Adoptaron<br />

banderas que se convirtieron en trofeos. Las banderas no sólo se capturaban, sino que<br />

también se quemaban y se hacían jirones. La experiencia se terminó cuando un grupo del<br />

equipo de investigación advirtieron que uno de los grupos se estaba armando con<br />

piedras para emprender una represalia. Habían transcurrido cuatro días.<br />

Debemos señalar que los rasgos distintivos, nombre, características éticas del grupo,<br />

etc., se fueron estableciendo de forma contingente.<br />

“Los dos grupos se asignaron a sí mismos: las Serpientes y las Águilas. Los grupos<br />

no llegaron con esos nombres, y a los chicos no se les ocurrió que necesitaran una<br />

4 .- Sobre la carencia de significado de los insultos véase Austin: Como hacer cosas con palabras. Paidos.<br />

Especialmente el experimento de los alumnos alemanes de filología alemán.<br />

5 .- Muzafer Sherif, O. J. Harvey, B. Jack White, William R. Hood y Carolyn W. Sherif, The Robbers Cave<br />

experiment: intergroup conflict and cooperation, Middletown, Wesleyan University Press, 1988; publicado<br />

originalmente por el Institute of Group Relations, Universidad de Oklahoma, 1961. Puede verse un resumen en<br />

Appiah, K.A.: “Las exigencias de la identidad”, Claves de la Razón Práctica, 172 (mayo, 2007) 18-25.<br />

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García Fernández, Román: «Inmigración e Identidad»<br />

denominación hasta que se enteraron de que en las cercanías acampaba otro grupo 6 . Entre las<br />

Serpientes surgió una ética de "dureza" después de que se supo que uno de los chicos que<br />

gozaba de mayor prestigio en el grupo había soportado con estoicismo una herida leve sin<br />

contarle a nadie. Por razones igual de contingentes, el uso de palabrotas también se volvió<br />

una práctica común en ese grupo. Durante una conversación que tuvo lugar después de un<br />

partido de béisbol que habían ganado las Águilas, los miembros del grupo triunfante atribuyeron<br />

su victoria a una plegaria grupal que habían llevado a cabo antes del juego. Pero<br />

luego de deliberar un poco más, las Águilas llegaron a la conclusión de que la respectiva<br />

derrota de las Serpientes, a su vez, se había debido en gran parte a la propensión que tenían los<br />

miembros de ese grupo a decir palabrotas. "Eh, chicos, no digamos más palabrotas: va en<br />

serio", exhortó un miembro de las Águilas al resto del grupo, y la propuesta obtuvo aceptación<br />

general 7 . Durante el transcurso de un subsecuente partido de fútbol, las Serpientes (que<br />

ganaron por un margen muy escaso) hicieron alarde de su ventaja e insultaron a sus<br />

contrincantes. En lugar de pagarles con la misma moneda, las Águilas, que consideraban<br />

que les traería mala suerte gritar frente a las Serpientes, no sólo se abstuvieron de decir<br />

palabrotas sino también de presumir. Estas diferencias se reflejaban en la manera en que cada<br />

uno de los grupos describía al otro. Para las Serpientes (en sus debates internos), las<br />

Águilas eran "mariquitas", "cobardes", "bebitos". Para las Águilas, las Serpientes eran "una<br />

pandilla de malhablados", "perdedores" y "vagabundos" 8 . Uno de los grupos se consideraba<br />

a sí mismo -y era considerado- devoto, piadoso y de hábitos higiénicos; el otro, bullicioso,<br />

duro y zaparrastroso” 9 .<br />

La conclusión de Appiah sobre este experimento es que: A menudo<br />

interpretamos que son las diferencias culturales las que dan origen a las identidades<br />

colectivas; sin embargo, lo que ocurrió en Robbers Cave sugiere que podríamos sacar la<br />

conclusión inversa” 10 .<br />

Por nuestra parte, podemos señalar, a partir de esa experiencia, que es la<br />

confrontación con otros grupos la que establece la identidad y esta las diferencias<br />

culturales (siguiendo a Appiah), que muchas veces son establecidas de forma casual. Sin<br />

embargo, una vez establecidas, funcionan como refuerzo identitario del grupo.<br />

6 .- Uno de los acontecimientos registrados resulta muy sugerente: cuando las Águilas, mientras jugaban en el<br />

campo de béisbol, oyeron por primera vez el nombre de las Serpientes, de cuya presencia se habían enterado<br />

apenas hacía uno o dos días, uno de los miembros del grupo hizo un comentario acerca de "esos negros que<br />

andan acampando" (ibid., p. 95). Así, lo primero que se les ocurrió como designación de uso múltiple para<br />

referirse al grupo excluido fue una expresión que, para ellos, expresaba una notable distinción social. (Más<br />

tarde comenzaron a usar el epíteto "comunista" como término derogatorio.)<br />

7 .- Ibid., p. 111.<br />

8 .- Ibid., p. 116.<br />

9 .- Appiah: pp. 112-113.<br />

10 .- Appiah: p.113<br />

278<br />

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García Fernández, Román: «Inmigración e Identidad»<br />

Enfrentamiento<br />

Identidad<br />

Rasgos culturales<br />

Identidad<br />

Numerosos son los ejemplos históricos que podemos señalar de cómo un<br />

grupo se establece como grupo identitario: Los malayos llegaron a reconocerse<br />

como tales sólo después de la llegada de los chinos; los hindúes no fueron hindúes<br />

hasta que los británicos crearon esa clase a principios del siglo XIX, incluyendo en<br />

ella a todos los que no fueran miembros de los famosos cultos monoteístas, y la<br />

identidad comenzó a destacarse sólo en oposición a los musulmanes del sur de<br />

Asia 11 . El origen de España es precisamente una provincia romana, y los romanos<br />

llamaban provincia a la atribución de poderes para mover las legiones dentro de una<br />

zona, en este caso contra los cartagineses. En la actualidad, podemos observar como la<br />

política exterior de los EUA, de lucha contra el eje del mal, la que está estableciendo una<br />

identidad musulmana a un cúmulo de pueblos que tienen poco que ver entre sí y cuyas<br />

diferencias religiosas eran muy importantes e irreconciliables (por primera vez suníes y<br />

chiitas están manteniendo relaciones).<br />

11 .- Donald Horowitz, Ethnic groups in conflict, Berkeley y Los Ángeles, University of California Press,<br />

1985, p. 179.<br />

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García Fernández, Román: «Inmigración e Identidad»<br />

De esta forma, las identidades debemos considerarlas, como han mantenido<br />

Appiah, Jean-Loup Amselle, o Donald Horowitz, como consecuencia -y no como<br />

causa- de los conflictos" 12 .<br />

En definitiva podríamos concluir que es el otro el que determina nuestra identidad,<br />

o dicho en forma general: es otro quien determina la identidad. La identidad del emigrante<br />

se forma por la exclusión, el rechazo, la falta de integración o marginación de la sociedad<br />

receptora.<br />

La identidad es un constructo social. Sin embargo, cabe señalar que el hecho de que<br />

la identidad sea un constructo social no quiere decir que sea menos poderosa y peligrosa<br />

que si tuviese una realidad esencial.<br />

4.- La contradicción esencial de la identidad.<br />

Curiosamente, la idea de identidad, como idea de “yo” ha sido criticada.<br />

Nosotros no vamos a entrar en esa cuestión, sino en la contradicción que existe en<br />

la identidad como pertenencia a una clase, lo cual supone, ella misma, que es plural.<br />

La pertenencia al grupo es necesaria para la identidad personal, luego la identidad<br />

personal no es más que compartir algo con otros, si se comparte, ya no es<br />

identitario, ya no es propio.<br />

5.- La identidad como idea falsa.<br />

Por lo dicho hasta ahora, la identidad es un constructo social y psicológico que<br />

no tiene una realidad esencial, por tanto no tiene una existencia real. Pero ¿Qué<br />

queremos decir con: “esto no existe”?. Evidentemente decir: “esto no existe” es una<br />

contradicción. En alguna medida le estamos dando una realidad, en cuanto lo tratamos<br />

como “esto”, como ha señalado Hanson 13 .<br />

12 .- Jean-Loup Amselle, Mestizo logics: anthropology ofidentity in África and elsewhere, Stanford, Stanford<br />

University Press, 1998, p. 33. Horowitz, Ethnicgroups...,op. cit., p. 69. Appiah, pp. 113-114.<br />

13 .- Hanson, N.R.: En lo que no creo, Cuadernos Teorema, Universidad de Valencia, Valencia, 1976.<br />

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García Fernández, Román: «Inmigración e Identidad»<br />

Ahora bien, decir que algo no tiene una realidad esencial, no quiere decir que no<br />

exista, ni que no sea importante. Sólo que si es una construcción podemos ver como se<br />

construye y hacia donde.<br />

Levi-Strauss, cuenta en el capítulo X de la Antropología Estructural, en el<br />

capítulo titulado “El hechicero y su magia”, el estudio que realiza Canon sobre la magia,<br />

en el que describe como un individuo que es hechizado por un conjuro muere tras un<br />

tiempo de agonía. Evidentemente que entre el hechizo y la muerte del sujeto no existe<br />

una causalidad directa, sino que existen una serie de factores psicológicos y<br />

sociológicos que establecen esa relación circunstancial en el sentido que si variamos<br />

alguna de las condiciones o circunstancias, a pesar del hechizo, no se produciría la<br />

muerte. Levi-Strauss señala que el efecto del hechizo necesita la creencia en las leyes de<br />

la magia por parte del sujeto que es hechizado y por parte de la comunidad. Es por eso<br />

que el sujeto que cree en la magia, al ser hechizado cae en una depresión. El grupo, que<br />

comparte esas creencias, se aparta de él como de un apestado. El sujeto, aislado,<br />

refuerza su depresión y comienza a des dejarse y a no comer. Este cúmulo de<br />

situaciones es lo que le lleva a la muerte.<br />

La identidad, desde el punto de vista esencial, no existe. Es un fenómeno social<br />

y psicológico equiparable a la magia, y en ese sentido tendría las mismas características.<br />

Tiene que ser aceptada por el sujeto<br />

Estar respaldada socialmente<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 281


García Fernández, Román: «Inmigración e Identidad»<br />

6.- La estructura de las identidades sociales<br />

Appiah establece varias características por las que se puede describir la<br />

relación entre la identificación y la identidad. De esta forma la identidad colectiva<br />

tendría la siguiente estructura o requisitos para formarse 14 .<br />

En primer lugar, se requiere la existencia de términos en el discurso público que<br />

sean usados para seleccionar a los portadores de la identidad mediante criterios de<br />

adscripción, de manera que algunas personas sean reconocidas como miembros del grupo:<br />

mujeres u hombres; blancos o negros; homosexuales o heterosexuales.<br />

En segundo, que la mayoría de los miembros de la sociedad tenga un<br />

conocimiento recíproco de la existencia de los términos y sepa también que existe cierto<br />

grado de consenso respecto de cómo identificar a aquellos a quienes deberían ser<br />

aplicados esos términos, es decir, un conjunto de estereotipos (que pueden ser verdaderos o<br />

falsos).<br />

En tercer lugar, la interiorización de esas etiquetas como partes de la identidad<br />

individual de al menos algunos de los que portan la etiqueta y que esa etiqueta conlleve<br />

un comportamiento ante algunos hechos.<br />

Y por último, la identificación se caracteriza por contar con una fuerte dimensión<br />

narrativa que no se restringe a la modernidad<br />

Nos resta añadir que para que se produzcan este tipo de elementos no se necesita<br />

que sean estos sean ciertos, ni excluyentes, pues se mueve en el plano de los relatos, con<br />

una lógica similar al mito.<br />

14 .- Appíah Ofreció por primera vez una descripción de esta forma en Kwame Anthony Appiah y Amy<br />

Gutmann, Color conscious: the política morality ofrace, Princeton, Princeton University Press, 1998.<br />

Nosotros lo tomas aquí de Appiah pp.117-118.<br />

282<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


García Fernández, Román: «Inmigración e Identidad»<br />

7.- Inmigración<br />

Si ahora abordamos el concepto de “inmigración”, tenemos que aceptar varias<br />

paradojas, como las que plateaba Manuel Delgado en Las Jornadas sobre Inmigración y<br />

exclusión social, del IEPC 2007 Oviedo, ¿Qué es un inmigrante? ¿Se nace inmigrante?<br />

¿Cuántas generaciones tienen que pasar para dejar de ser inmigrante?<br />

¿Qué es un afroamericano?<br />

¿Qué es un italoamericano?<br />

¿Qué es Chaves?<br />

La primera cuestión que debemos señalar es que en todos los continentes y zonas<br />

geográficas del mundo, a lo largo de toda la historia documentada tanto por escrito como<br />

por restos fósiles, hombres y mujeres se han desplazado a lo largo de grandes distancias -<br />

en pos de mejores condiciones de vida, del comercio, del imperio, del conocimiento, de<br />

conversos, de esclavos- instalándose en tierras muy lejanas y configurando las mentes y<br />

las vidas materiales de los pobladores de otras regiones del mundo con objetos y con ideas<br />

que venían de muy lejos. En la época, según muchos, más oscura de la humanidad, en la<br />

Edad Media, hombres se desplazaron por toda Europa, modificando la forma de<br />

construcción y dando lugar al Románico.<br />

No sólo los movimientos migratorios de la antigüedad modelaron la política, la<br />

escultura, la economía, y también la arquitectura. Las migraciones llevaron la lengua y la<br />

religión a pueblos remotos: los españoles llevaron la religión y la lengua a Venezuela,<br />

Filipinas, pero también la rueda. Los bantús poblaron la mitad del continente africano, y<br />

llevaron una lengua y una religión, pero también la herrería y nuevas formas de<br />

agricultura.<br />

Los efectos son claros en la religión: los estados islámicos se extienden desde<br />

Marruecos hasta Indonesia; el cristianismo, a menudo llevado por los misioneros en nombre<br />

del imperio, es fuerte en todos los continentes, mientras que el judaísmo ha viajado a cada<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 283


García Fernández, Román: «Inmigración e Identidad»<br />

continente casi sin indicios de difusión doctrinaria; y el budismo, que hace mucho tiempo<br />

migró desde la India hacia el este y el sudeste de Asia, puede ahora encontrarse en Europa y<br />

en África, y también en las Américas. Y más curiosamente podemos encontrar en Europa a<br />

los discípulos de John Smith.<br />

Los movimientos migratorios en la antigüedad fueron tan intensos que algunas<br />

teorías sobre el origen del hombre mantienen que tiene un origen común en una zona de<br />

Africa y que los hombres de cromañón fueron dispersándose por el mundo. A través del<br />

Canal de Suez, pasaron a Asia. Por el Bósforo hacia Europa. Y por el estrecho de Bering a<br />

América del Norte y luego, a través del Istmo de Panamá a América del Sur. Así mismo, y<br />

gracias a los navegantes polinesios, se pobló todo el Pacífico. Una historia que comenzó<br />

hace apenas alrededor de cien mil años desde que nuestros ancestros salieron de África para<br />

poblar todo el planeta. No es de extrañar que el agente Smith, en Matrix, considerase a la<br />

especie humana un virus.<br />

El anhelo nómada tiene raíces profundas en nosotros. Los historiadores<br />

antiguamente contaban que los hombres del paleolítico eran nómadas y que con la<br />

domesticación y la agricultura se habían hecho sedentarios en el Neolítico. En la actualidad,<br />

algunos antropólogos como Marvin Harris niega esa idea y consideran que el Hombre se<br />

hizo sedentario cuando no tuvo mas remedio por la desaparición de la mega fauna. Así los<br />

284<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


García Fernández, Román: «Inmigración e Identidad»<br />

indios de las praderas eran nómadas y se dedicaban a la caza, a pesar de que ya conocían la<br />

agricultura 15 .<br />

Si bien, la interacción y mezcla de sociedades y formas de vida es un fenómeno<br />

muy antiguo, este no ha sido “armónico” y en muchas ocasiones ha producido grandes<br />

derramamientos de sangre e incluso los intercambios amistosos, muchas veces, han llevado<br />

a la disolución de las sociedades, en la medida que se han modificado por la influencia<br />

mutua. El llamado “descubrimiento” de América, no sólo supuso una hecatombe para el<br />

“nuevo mundo”, sino que supuso una convulsión en Europa que movió sus cimientos<br />

resquebrajando las estructuras e ideas del Antiguo Régimen.<br />

Las conductas o costumbres exitosas, a pesar del intento de cierre y aislamiento de<br />

las sociedades, se han ido expandiendo de un lugar a otro. La rueda, la fundición del hierro,<br />

la pólvora, la penicilina… Han ido siendo adoptadas por unos pueblos tras otros en un<br />

esquema de difusión que ha llegado a considerarse como la formula del origen y<br />

transmisión de la cultura por el Difusionismo.<br />

De esta forma, puede ser entendida la historia de la humanidad como un proceso de<br />

doble vuelta en la que, por una parte, en el proceso de adaptación al medio se forman<br />

especificidades, soluciones particulares y, por otra, en la medida que son exitosas o suponen<br />

técnicas que mejoran la producción o consiguen la superioridad de un grupo sobre otro son<br />

asimiladas por todos los pueblos. Muchos son los ejemplos históricos o antropológicos que<br />

podíamos señalar, pero por citar solamente uno: el estado Teológico Iraní, que no duda en<br />

aceptar la tecnología atea de la física nuclear, en vez de rezar para alcanzar el cielo sin<br />

intentar enviar al infierno a sus enemigos.<br />

Estas dos dimensiones, o tensiones, marcan las tendencias de la humanidad. Por una<br />

parte el proceso de globalización iniciado, en este sentido, desde el principio de la<br />

humanidad y acentuado hoy en día a través de los medios de comunicación y, por otro, el<br />

deseo a la diferencia, a lo propio, que en muchos casos se plantea como supervivencia,<br />

15 .- Marvin Harris: Caníbales y Reyes. Alianza.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 285


García Fernández, Román: «Inmigración e Identidad»<br />

como defensa de la forma de vida propia (y hablo desde el punto de vista económico). Es el<br />

fenómeno de los micro nacionalismos que quieren “poner puertas al monte”.<br />

8.- Identidad e inmigración<br />

¿Puede defenderse una cultura o una identidad particular hoy cuando la CNN y la<br />

BBC han llegado a audiencias de todo el planeta?, Podría decirse que podemos vivir sin<br />

muchos de los productos globales, desde la leche en polvo Nestlé hasta los automóviles<br />

Mercedes Benz, desde Coca Cola al Roc and Roll. Pero podría decirse lo mismo de<br />

Windows de Microsoft, de la energía atómica, o de la rueda. Los grupos religiosos<br />

americanos que viven bajo el rechazo a la tecnología, pueden vivir porque son protegidos<br />

por el Estado.<br />

Así mismo, los problemas del mundo contemporáneo y nuestra creciente<br />

interconexión no nos ha convertido, por supuesto, en miembros de una comunidad<br />

única, en moradores de la famosa "aldea global". Existen problemas de la humanidad a los<br />

que no se puede dar soluciones particulares o nacionales. La cuestión ecológica está clara,<br />

pero la mundialización de la economía y la pauperización del Tercer Mundo, son<br />

problemas que la humanidad debe abordar en su conjunto.<br />

¿Que conclusiones podemos sacar de lo expuesto hasta este momento? Pues ni<br />

más ni menos que la construcción de la identidad de los inmigrantes como tales, o como<br />

miembros de identidades nacionales, culturales o religiosas, la estamos haciendo las<br />

sociedades receptoras de la inmigración. Nuestra legislación, el tratamiento en la prensa,<br />

las medidas de integración y discriminación, el término “sin papeles”,...<br />

La judicialización de un fenómeno. La exclusión de los “emigrantes” de la<br />

ciudadanía. La existencia de unos ciudadanos de segunda, los emigrantes de segunda<br />

generación están identificando a una población con unas señas identitarias. Es previsible<br />

que Rajoy tuviese razón y que los campos de reclutamiento y adiestramiento de los<br />

286<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


García Fernández, Román: «Inmigración e Identidad»<br />

terroristas islámicos no haya que ir buscarlos muy lejos, incluso las causas más importantes<br />

las puede encontrarlas entre las medidas que implementaron sus colaboradores.<br />

Debemos reflexionar sobre lo que queremos decir en nuestra sociedad con<br />

“igualdad de oportunidades”, precisamente ahora cuando está amenazada por la de<br />

“suerte”. No tenemos que hablar del acceso de la mujer al papado, sino preguntarnos que<br />

quiere decir la Ministra española, en un Estado de Derecho como el nuestro, con: “la mujer<br />

está discriminada laboralmente”. ¿Es el acceso a la función pública ecuánime? ¿Porqué un<br />

discapacitado tiene derecho a un sueldo digno y un ingeniero senegalés a morir ahogado en<br />

las costas de Canarias?<br />

Pero vuelvo a insistir, el problema no está en las dificultades para llegar, para<br />

hacerse legal, para incluso nacionalizarse. Está en que Europa, el mundo desarrollado<br />

ostenta unos valores falsos, no sólo en la sociedad, sino en sus instituciones. Una moral<br />

kantiana, que es puramente formal, pero no material. Que una empresa privada contrate al<br />

primo o a quien desee, sin un proceso de selección que garantice la ecuanimidad, suele ser<br />

entendido por todos, pero que la función pública no cuente con procedimientos, o si<br />

contaba estos se han deteriorado hace tiempo. Cuando Sindicatos, catedráticos, directores<br />

administrativos, etc., pervierten el sistema para adjudicar la plaza al “candidato de la casa” .<br />

¿Qué les cabe esperar a los inmigrantes de segunda generación? La revuelta francesa no se<br />

puede explicar sin estos parámetros.<br />

La guerra contra Al-kaeda está perdida por occidente en la medida que sus valores<br />

morales están podridos. La barbarie se impone porque el imperio se derrumba.<br />

9.- Globalización y cosmopolitismo<br />

Si la identidad se define por el enfrentamiento de unos contra otros ¿Tiene sentido<br />

ser ciudadano del mundo? ¿Podemos hablar de globalización? ¿No se trata del la guerra<br />

hobbesiana de todos contra todos?. ¿Los vínculos que nos unen a nuestra localidad y a<br />

nuestra posición son insalvables?. ¿Es posible el cosmopolitismo, en el sentido estoico,<br />

cuando se trata de un movimiento ligado al imperio?. Aphiah propone como salida “un<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 287


García Fernández, Román: «Inmigración e Identidad»<br />

provincianismo -una vez más- inflado con pretensiones universalistas”, sin embargo ya los<br />

cínicos, que en este punto coincidían con los estoicos, utilizaban la expresión paradójica de<br />

“ciudadano del cosmos”, pues para pertenecer al cosmos hay que ser de alguna parte. Para ser<br />

universal hay que ser particular y no al revés, que es lo que ocurre muchas veces desde<br />

posiciones centrales o de poder: utilizando este para imponer a los demás.<br />

Es la crítica fundamental del relativismo cultural a la idea de valores universales:<br />

que estos son particulares y etnocéntricos. La defensa de los valores occidentales como<br />

universales no pasa por la defensa de la tolerancia el laicismo, la ciudadanía, el derecho<br />

a la integridad física (tanto física como psicológica o sexual), la igualdad, la libertad de<br />

expresión garantizada por medios al servicio público; sino la defensa de occidente<br />

blanco, cristiano, de un modelo de familia caduco.<br />

Bibliografía<br />

Appiah, K.A.: La ética de la identidad. Buenos Aires, Kratz, 2007.<br />

Appiah, K.A.: “Las exigencias de la identidad”, Claves de la Razón Práctica, 172<br />

(mayo, 2007) 18-25.<br />

Austin: Como hacer cosas con palabras. Paidos.<br />

Hanson, N.R.: En lo que no creo, Cuadernos Teorema, Universidad de Valencia,<br />

Valencia, 1976.<br />

Marvin Harris: Caníbales y Reyes. Alianza.<br />

Hidalgo, Alberto: “La globalización como fetiche”, Tiempo de Paz, 60 (2001) 17-30<br />

Heidegger, M.: Identidad y diferencia. Barcelona, Anthropos, 1988 (1957).<br />

Muzafer Sherif, O. J. Harvey, B. Jack White, William R. Hood y Carolyn W. Sherif, The<br />

Robbers Cave experiment: intergroup conflict and cooperation, Middletown,<br />

Wesleyan University Press, 1988; publicado originalmente por el Institute of Group<br />

Relations, Universidad de Oklahoma, 1961.<br />

Lévi-Strauss, Claude (ed.): La identidad. Barcelona, Petrel, 1988<br />

288<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


El país de los hermanos Coen<br />

Javier González Fernández.<br />

1. Una noche en el cine<br />

Noche del nueve de Febrero de 2008. Es sábado y estoy en una ciudad de<br />

provincias, mi ciudad. Por circunstancias que no vienen al caso me he visto obligado a<br />

retrasar mi habitual cita con el cine de los viernes a media tarde para un sábado por la<br />

noche, y ya sé de antemano que lo lamentaré. Imagino la sala repleta de domingueros<br />

del séptimo arte y de jovencitos que empezarán su habitual jornada de marcha<br />

devorando palomitas y bisbiseando sin disimulo todo tipo de sandeces. Como en la<br />

película interviene Javier Bardem, que además está nominado al “óscar” al mejor actor<br />

secundario, tampoco faltarán ramilletes de histéricas prestas a fijarse en todo menos en<br />

las virtualidades artísticas del susodicho o de la película.<br />

La película es, como habrán podido imaginar, No es país para viejos, de los siempre<br />

interesantes hermanos Coen (Joel y Ethan), que han trasladado fielmente al cine la<br />

novela homónima del no menos interesante escritor norteamericano Cormac McCarthy.<br />

Conozco antes de ver la película a este escritor, aunque no he leído la novela, y he visto<br />

y retengo en un lugar destacado de mi memoria películas anteriores de los hermanos<br />

Coen: Muerte entre las flores (1990), Fargo (1996) y O Brother (2000). Conozco a la<br />

mayor parte de los actores del reparto, que aparece encabezado por un Tommy Lee<br />

Jones que casi nunca decepciona. También sé de la creciente – aunque inevitablemente<br />

problemática– proyección mediática de los Coen, que si con Fargo obtuvieron el<br />

“óscar” al mejor guión, ahora están nominados nada menos que a ocho estatuillas, y, por<br />

último, alguna noticia me ha llegado de sus próximos trabajos (Burn after reading y A<br />

serious man, cinta esta última que empezarán a rodar en abril).<br />

Llego al local veinte minutos antes. Voy bien acompañado. En el típico trasiego de<br />

personas que salen y entran de las diferentes salas me encuentro a un antiguo amigo del<br />

colegio y a su compañera. Él, que fue concejal de la ciudad durante muchos años, me<br />

comenta que ha tenido que ponerse a preparar oposiciones ahora que tiene ya cuarenta<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 13 (septiembre 2007). http://www.revistadefilosofia.org 289


Espejo de miradas<br />

años. Le miro con cierta ironía y le pregunto, “bueno, en otro orden de cosas, ¿qué tal la<br />

película?”. “Bien”, me responde, “hacía dos años que no veíamos cine en una sala”.<br />

Procuro que no me desvele el argumento o alguna de las claves de la misma – ya ven,<br />

aún confío en la inteligencia de mis amigos –, pero no puedo evitar que me haga un<br />

comentario inquietante: “El final no añade nada”. In media res, me ha saludado, por<br />

fuerza de manera efímera, una colega de profesión que curiosamente – o no tanto – ha<br />

ido a ver la misma película. Ha acompañado su saludo con una mueca extraña y le ha<br />

dado tiempo a decirme: “Muy buena y muy extraña como todas las de los Coen. Tiene<br />

un humor algo extravagante, pero no sé…; no sé. Tengo que asimilarla”. Y se fue de<br />

una manera algo nerviosa, como mi antiguo compañero, a quien su suegra urgía a través<br />

del móvil para que se hiciera cargo de la nieta, que había quedado bajo su cuidado.<br />

Entro en la sala con mi acompañante. Ideas vagas y apenas elaboradas me distraen<br />

levemente: el final que nada añade, el “tengo que asimilarla” de mi amiga, escenas de<br />

viejas películas de los Coen… Nos ha tocado sentarnos delante de unas veinteañeras.<br />

Les tengo que decir que por favor quiten las chaquetas de nuestros asientos. Lo hacen,<br />

no sin cierta sorpresa, a pesar de lo natural de la demanda. Palomitas, coca colas,<br />

chismorreos…, se las ve venir. El film se abre con una escena espectacular en la que un<br />

psicópata (Javier Bardem entra en escena) estrangula con unas esposas al ayudante del<br />

sheriff. Terminada la escena mis arracimadas veinteañeras se relajan e impiden con sus<br />

cuchicheos entender cabalmente los diálogos – cachorros de los primeros amaneceres de<br />

la LOGSE, pienso para mí –. Desde ese momento ya sé que tendré que volver a la sala<br />

en una tarde gris de la semana para recrearme en los diálogos. Así lo haré tres días<br />

después, no sin antes haber comprado el libro de McCarthy. Al final una de las<br />

jovencitas se lamenta: “Bah, qué asco de película, no tiene inicio” – quiso decir<br />

planteamiento –, “ni nudo, ni desenlace”. Sonrío. Al menos una vez se ha hecho justicia.<br />

2. Cornac McCarthy<br />

¿Quién es Cornac McCarthy? El famoso e influyente crítico y teórico literario<br />

Harold Bloom, autor de El Canón Occidental, lo considera, junto a Thomas Pynchon,<br />

Don DeLillo y Philip Roth, uno de los cuatro mayores novelistas de su tiempo, que es,<br />

si atendemos a los años de producción de sus obras, nuestro tiempo. En efecto,<br />

290<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Espejo de miradas<br />

McCarthy ha publicado desde el año 1965 hasta<br />

hoy un ramillete de muy interesantes novelas y<br />

obras de teatro. Destacan en él los tres<br />

volúmenes que componen la llamada “Trilogía<br />

de la frontera”: All the Pretty Horses (Todos los<br />

hermosos caballos, 1992, ganador del National<br />

Book Award), The Crossing (En la frontera,<br />

1994) y Cities of the Plain (Ciudades en la<br />

llanura, 1998). También The Road (La<br />

carretera, 2006, Premio Pulitzer de ficción en<br />

2007), y, como no, No Country for Old Men<br />

(No es país para viejos, 2005). Ya antes, en el<br />

año 2000, había sido llevada al cine por Billy<br />

Bob Thornton la primera parte de la Trilogía de<br />

la Frontera. Con más pena que gloria, todo hay<br />

que decirlo. Pero, ¿cómo es el universo y la<br />

prosa de este escritor norteamericano con fama<br />

de hosco y huidizo que actualmente vive en el<br />

Retrato de Cor nac McCarthy<br />

“Sería difícil pensar en otro escritor mayor que<br />

haya participado menos de la vida literaria”, dijo<br />

de él el cronista que le entrevistó para el New<br />

York Times en 1992.<br />

norte de Santa Fe (Nuevo Méjico) pero que creció en Knoxville (Tennessee)? ¿Hasta<br />

qué punto los hermanos Coen han traducido fielmente en imágenes el texto de No es<br />

país para viejos?<br />

Ante todo, habría que decir que la narrativa de McCarthy, con resonancias de<br />

Faulkner y Dostoiveski entre otros muchos, está centrada en la Norteamérica rural y que<br />

incluye un notable esfuerzo por desmitificarla, por deshacer los tópicos que durante<br />

decenios se han ido forjando sobre los vaqueros, granjeros, predicadores y todo tipo de<br />

personajes típicos del centro, oeste y sur de los Estados Unidos. McCarthy nos dibuja un<br />

mundo violento, racista, primitivo, bárbaro, cuyos pobladores viven con frecuencia en la<br />

miseria moral y hasta material más absoluta. Violencia, crímenes y sangre llenan muchas<br />

de las páginas de sus novelas. Textos claros y directos no exentos de profundidad,<br />

hiperrealismo y crudeza no exenta de lirismo, tramas centrales bien definidas no exentas<br />

de una descripción a veces obsesiva de los detalles. Textos que han ido aumentando en<br />

contención, causticidad y precisión conforme han pasado los años y que poco tienen que<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 291


Espejo de miradas<br />

ver con los excesos de su primera prosa. Textos, en cualquier, caso en los que se nos<br />

habla de un mundo aparte, extemporáneo, distinto, escenario muchas veces del choque<br />

irremediable entre el pasado y el presente, entre el campo y la ciudad. Un mundo en el<br />

que, a pesar de todo y en relación a lo que nos interesa aquí, puede adivinarse la<br />

pervivencia de una cierta ética del cowboy. Un hombre solitario, rudo, viril, acompasado<br />

con la naturaleza y con las costumbres y cuyo primitivismo no estorba la presencia de<br />

escasos pero firmes principios morales, entre los que está, por ejemplo, la compasión.<br />

Recordemos en No es país para viejos la secuencia en la que Llewelyn Moss (Josh<br />

Brolin), soldador de profesión aunque con alma de cowboy, no puede conciliar el sueño<br />

porque le negó el agua a un narcotraficante moribundo. Sobresaltado se incorpora y<br />

acude en plena noche a su auxilio en un desierto amenazante…<br />

En el caso de No es país para viejos, ¿han sabido recoger fielmente los hermanos<br />

Coen el espíritu de la novela mcCarthiana? La respuesta es sí. Rotundamente sí. Y no<br />

era tarea fácil apresar en imágenes y diálogos la densidad y sutileza de la obra. Por ello<br />

diría, repitiendo una cita que me es muy cara, que en la traducción del lenguaje literario<br />

al lenguaje fílmico los Coen han demostrado la verdad de una lúcida sentencia de<br />

Bonnefoy: “Con dos instrumentos diferentes, en el seno de la orquesta, se ejecuta la<br />

misma música”. 1<br />

Que la adaptación ha sido modélica es opinión común entre los críticos. Así, por<br />

ejemplo, Jordi Costa nos dice: “Con una depuradísima caligrafía visual que logra hacer<br />

hablar hasta a las piedras – y a las rayas que las botas de un policía estrangulado dejan<br />

sobre el linóleo– los Coen se han convertido en los mejores traductores de McCarthy<br />

[…] Los cineastas han sido más elípticos que el escritor, han hecho justificados recortes<br />

y han logrado que un reparto excepcional logre el milagro de transustanciar una<br />

abstracción en materia, en carne palpable”. 2 Mejor elogio de esta traducción no puede<br />

hacerse, en mi opinión.<br />

3. Los hermanos Coen<br />

1 ) Bonnefoy, Ives: La traducción de la poesía, Pre-Textos, Valencia, 2002, p. 54.<br />

2 ) Costa, Jordi, “Elegía por el ‘western’ ” en El País, 8 de Febrero de 2008, p. 44.<br />

292<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Espejo de miradas<br />

Pero, ¿quiénes son en realidad los hermanos Coen? Pues son dos talentosos cineastas<br />

nacidos a mitad de la década de los<br />

cincuenta en Minneapolis, Minnesota<br />

(Estados Unidos). El mayor, Joel Coen<br />

(1954), estudió cinematografía en el<br />

Instituto de Cine y Televisión de Nueva<br />

York. Ethan Coen (1957), por su parte,<br />

estudió Filosofía en la Universidad de<br />

Princenton. Han trabajado juntos desde<br />

muy jóvenes, siendo ellos mismos los<br />

primeros en reforzar la idea de que “lo que<br />

el espectador ve” es producto indistinguible<br />

de la creatividad de ambos. Comparten, por<br />

consiguiente, las tareas relativas al guión, la<br />

producción y la realización. También se han<br />

ganado conjuntamente cierta fama de<br />

huraños y parcos, lo cual debe de ser –<br />

sospecho – una virtud nada desdeñable en el<br />

estruendoso y altisonante circo<br />

hollywoodiense. Lo que es indudablemente<br />

una virtud en todas partes es la humildad, y<br />

humildad sincera derrochan cuando en<br />

relación a No es país para viejos señalan que<br />

los principales méritos del film han de<br />

llevárselos Scott Rudin (el productor), por<br />

haber puesto en sus manos la novela de<br />

McCarthy, y el propio McCarthy, cuya obra<br />

se habrían “limitado a traducir”.<br />

Retrato de los hermanos Cohen<br />

El director Joel Cohen y su esposa, la<br />

actriz Frances McDorman<br />

La filmografía de los Coen es en algún sentido un pequeño homenaje a los más<br />

diversos géneros cinematográficos. Sangre fácil (Blood Simple, 1984), por ejemplo, que<br />

es su primera película, se inscribe en la tradición del cine negro americano. Más allá de<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 293


Espejo de miradas<br />

la temática concreta que aborda, ya aparecen en ella algunos rasgos que se convertirán<br />

en constantes en la producción posterior de los hermanos de Minnesota: estilo<br />

extravagante, sorprendente sentido del humor, predominio del universo masculino,<br />

nihilismo, etc. Arizona Baby (1987) es una comedia inspirada en el cartoon; Muerte<br />

entre las flores (Miller’s Crossing, 1990) es un thriller con ecos de nuevo del mejor<br />

cine negro; El gran Lebowski (The Big Lebowski, 1998) mezclaba sabiamente la<br />

screwbal comedy con el thriller y así sucesivamente.<br />

El estrecho parentesco de los Coen queda de alguna manera reforzado con sus<br />

respectivos matrimonios. Joel Coen se casó en 1984 con la actriz Frances McDorman,<br />

que aparecía en la película Sangre fácil, y que luego obtendría la estatuilla a la mejor<br />

actriz por Fargo (1996).<br />

En 1992 Ethan se casó con Tricia Crooke, que colaboraba habitualmente con ellos<br />

realizando labores de montaje.<br />

Para terminar este apartado voy a hacer una breve referencia en las líneas que siguen<br />

a las que considero son sus tres películas más destacadas con anterioridad a la que nos<br />

ocupa en este artículo. Me refiero a Muerte entre las flores (1990), Fargo (1996) y Oh<br />

Brother (2000). En la primera, inspirándose en buena medida en textos de Dashiel<br />

Hammett, los Coen nos presentan una intrincada historia de enfrentamientos mafiosos<br />

que sirve de excelente excusa para reflexionar sobre temas como la familia, la amistad,<br />

la venganza, la fidelidad, la corrupción o la justicia. Nos sitúa en el año 1929 y en<br />

esencia nos describe la rivalidad entre dos hombres, Tom Reagan (Gabriel Byrne) y Leo<br />

(Albert Finney), que pugnan por una misma mujer, Verna (Maria Gay Harden). Leo es el<br />

líder del principal clan mafioso de la ciudad y Tom trabaja para él. Este clan se acabará<br />

enfrentando al italiano de Johnny Caspar (John Polito). Johnny está enemistado con<br />

Bernie Bermbaum (John Turturro), que es el hermano de Verna y que está protegido por<br />

Tom y Leo. Como curiosidad decir que John Turturro, uno de los actores fetiche de los<br />

Coen, es uno de los principales intérpretes de Barton Fink (1991), que fue galardonada<br />

en el Festival de Cannes con la Palma de Oro a la mejor película.<br />

En Fargo la acción se sitúa en la ciudad homónima de Dakota del Norte. Jerry<br />

Lundegaard (William H. Macy) contrata a dos individuos para que secuestren a su<br />

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Espejo de miradas<br />

mujer y exijan un rescate a su suegro, un hombre adinerado llamado Wade (Harve<br />

Presnell). La idea es repartirse el rescate entre los tres. El secuestro resulta sencillo pero<br />

posteriormente las circunstancias empeoran y se entra en una espiral de muertes y de<br />

violencia en la que Jerry será arrestado. También aquí hay material abundante para<br />

estimular la reflexión: la avaricia, la muerte, la familia de nuevo, la traición, la valentía,<br />

la confianza… Memorable por cierto la escena en la que uno de los secuestradores<br />

intenta deshacerse del cuerpo del otro introduciéndolo en ¡una picadora de madera! Por<br />

último, Oh Brother es una inteligente comedia en la que, tomando como trasunto La<br />

Odisea de Homero, se describe la historia de tres reclusos que se fugan de una cárcel<br />

sureña y que deciden en una rocambolesca fuga salpicada de todo tipo de accidentes e<br />

incidentes grabar una canción para ganar dinero. Tienen la esperanza de encontrar un<br />

valioso tesoro, pero en el camino tendrán que sortear muchas dificultades y tratar con<br />

muchos y variados personajes. El líder de tan peculiar trío es Everett Ulises McGill<br />

(George Clooney), que no tiene problemas en “manejar” a sus compañeros de fuga dada<br />

su habilidad dialéctica y también porque, como se dice en un momento dado, es el único<br />

que domina el pensamiento abstracto. George Clooney obtuvo un merecido Globo de<br />

Oro por su actuación.<br />

4. Sinopsis y diálogos clave<br />

Sinopsis: La trama se desarrolla en Tejas a finales de los años setenta del<br />

pasado siglo. Un soldador con alma y modales de cowboy (Llewelyn) encuentra un<br />

extraño rastro de sangre cuando se encontraba cazando gacelas en una estepa<br />

desértica. Lo sigue y ante sus ojos, al fondo, se abre una inquietante estampa: varias<br />

rancheras aparecen diseminadas y como abandonadas en aquel solitario páramo. Se<br />

acerca con sigilo y rifle en mano. Hay cadáveres por todas partes abrasados por el sol.<br />

En uno de los vehículos encuentra varios fardos repletos de droga. En otro descubre<br />

aún con vida a uno de los narcos. Es mejicano y está moribundo. Le dice lo que él ya<br />

sabía: que alguien se ha marchado con el dinero. Llewelyn lo localiza no muy lejos de<br />

allí. Está muerto también. Le quita la maleta con el dinero que tendría que haberse<br />

entregado en la operación: dos millones de dólares. Su vida a partir de estos momentos<br />

será una pesadilla. Perseguido por los jefes de los narcos y sobre todo por Anton<br />

Chigurh, un extraño psicópata que eliminará a todo cuanto se interponga entre ambos,<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 295


Espejo de miradas<br />

incluyendo a sus antiguos compañeros de pillaje. La película es básicamente la historia<br />

de esta peculiar persecución. Llewelyn intentará sin éxito proteger a su esposa del<br />

psicópata enviándola a Odesa con su madre, pero Anton acabará encontrándola y<br />

matándola. No sin antes haberlo matado a él, al que localiza con facilidad debido a un<br />

receptor que portaba en la maleta del dinero, a Carson Wells, un excombatiente del<br />

Vietnam que había sido enviado por un preboste de los negocios turbios (papel éste<br />

interpretado por Sthepen Root) para recuperar el dinero, y a este último. El sheriff Bell,<br />

encargado del caso, le sigue el rastro continuamente a Chigurh, aunque bastante tiene<br />

con intentar comprender la lógica de lo que sucede y con corregir las interpretaciones<br />

de su torpe ayudante Wendell. Finalmente, tras haber asesinado a Carla Jean (la mujer<br />

de Llewelyn), Chigurh sufre un espectacular accidente del que sale maltrecho. Pero<br />

sobrevive.<br />

Visto el resumen, éstos son, en mi opinión, los diálogos más importantes de la<br />

película. Los que aquellas veinteañeras ocultaban con sus murmullos y los que tuve que<br />

reconstruir algunos días después con la paciencia de un alquimista. Subrayo las frases o<br />

reflexiones que me parecen claves para la ulterior crítica filosófica.<br />

A<br />

(Carson Wells (Woody Harrelson) encuentra a Llewelyn Moss (Josh Brolin)<br />

recuperándose de sus heridas en un hospital de la frontera mejicana con EEUU)<br />

- Llewelyn: ¿Y quién es ese tipo? ¿Un maldito psicópata?<br />

- Carson: Bueno, yo no lo describiría así.<br />

- Llewelyn. ¿Y cómo lo describirías?<br />

- Carson: Pues yo diría que no tiene sentido del humor. Se llama Chigurh.<br />

- Llewelyn: ¿Chingo?<br />

- Carson: Chigurh. Anton Chigurh. ¿Sabes cómo te encontró? […] Veo que no<br />

lo entiendes.<br />

[…]<br />

- ¿A qué te dedicas?<br />

- Llewelyn: Me he retirado.<br />

- Carson: Y, ¿qué hacías antes?<br />

- Llewelyn: Soldador. […] Si puedo soldar lo sueldo.<br />

[…]<br />

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Espejo de miradas<br />

- Carson: Oye, tienes que darme el dinero. No tengo otro motivo para<br />

protegerte.<br />

[…]<br />

- Carson: ¿Cómo sabes que no va camino de Odesa?<br />

- Llewelyn: Y, ¿qué haría en Odesa?<br />

- Carson: Matar a tu mujer.<br />

- Llewelyn: Tal vez debería preocuparse él por mí.<br />

- Carson: No lo creo. Sí… No estás hecho para esto. Eres un tipo corriente que<br />

tropezó con aquellos vehículos… Me alojo en el Eaagle, al otro lado del río.<br />

Llámame cuando estés harto. Dejaré incluso que te quedes algo.<br />

- Llewelyn: Si quisiera hacer un trato, ¿por qué no hacerlo con ese tal Chingo?<br />

- Carson: No, no lo entiendes. No puedes hacer tratos con él. Aunque<br />

devolvieras el dinero te mataría sólo por ocasionarle molestias. Es un tipo<br />

peculiar. Incluso diría que tiene principios, principios por encima del dinero,<br />

de las drogas…, y de todo eso. No es como tú, ni siquiera como yo.<br />

(Ed Tom Bell, el sheriff Bell ( Tommy Lee Jones), charla con el sheriff de El Paso<br />

(Rodger Boyce), muy veterano ya, sobre lo absurdo de los crímenes de Chigurh)<br />

B<br />

- Sheriff de El Paso: Todo por el condenado dinero, Tom. El dinero y las<br />

drogas. La verdad, no hay quien comprenda nada. ¿Qué sentido tiene? ¿A qué<br />

conduce? Si me hubieras dicho hace 20 años que vería a chicos pasear por las<br />

calles de Tejas con el pelo verde y anillos en la nariz te aseguro que no te<br />

habría creído.<br />

- Sheriff Bell: Vivir para ver. Creo que si se pierden las buenas formas se pierde<br />

todo.<br />

- Sheriff de El Paso: Es una corriente…<br />

- Sheriff Bell: Sí.<br />

- Sheriff de El Paso: Una corriente de pesimismo. Pero no es lo único malo.<br />

- Sheriff Bell: No, no es.<br />

- Sheriff de El Paso: Sin embargo, eso no explica lo de tu hombre.<br />

[…]<br />

Aunque lo que pasó en el hotel Eaagle se sale de lo normal. […] ¿Quién<br />

hace una cosa así? ¿Cómo te defiendes de un tipo así?<br />

C<br />

(El sheriff Bell va a visitar a Ellis (Barry Corbin), que fuera ayudante de su abuelo,<br />

también sheriff, y que ahora vive sólo en una casa desvencijada)<br />

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Espejo de miradas<br />

- Bell: El hombre que te disparó, ¿murió en prisión? (Ellis está en una silla de<br />

ruedas)<br />

- Ellis: En Louisiana, sí<br />

- Bell: ¿Qué habrías hecho si lo hubieran soltado?<br />

- Ellis: Ah…, no lo sé, nada. No habría tenido sentido.<br />

- Bell: Me sorprende que digas eso.<br />

- Ellis: Mira, si te empeñas en recuperar lo que te arrebataron acabas perdiendo<br />

otras cosas. Lo que hay que hacer es intentar taponar la herida. Tu abuelo no<br />

me obligó a trabajar como su ayudante… Loretta dice que lo dejas. ¿Por qué lo<br />

haces?<br />

- Bell: No lo sé… Todo esto me supera. (Hace una mueca de sonrisa) Siempre<br />

pensé que cuando me hiciera viejo Dios irrumpiría en mi vida de algún<br />

modo…, y no lo ha hecho. No le culpo…, yo en su lugar tendría la misma<br />

opinión de él.<br />

[…]<br />

- Ellis: […] ¿Te contó tu padre alguna vez como murió tu tío Mac? Le pegaron<br />

un tiro en el porche de su casa […] Aparecieron siete u ocho hombres pidiendo<br />

esto y lo otro. El tío Mac fue entonces a buscar su escopeta, pero se<br />

adelantaron. Le mataron en la entrada. La tía Ela intentaba detener la<br />

hemorragia mientras él trataba de recuperar su escopeta. Se quedaron sobre sus<br />

caballos viéndole morir. Al cabo de un rato uno dijo algo en indio y entonces<br />

se marcharon. El tío Mac supo que había llegado su hora. Le atravesaron el<br />

pulmón izquierdo, y como se suele decir, se acabó.<br />

- Bell: ¿Cuándo murió?<br />

- Ellis: ¿En 1909?<br />

- Bell: No, me refiero a si fue en el acto, aquella noche, o cuándo.<br />

- Ellis: Creo que aquella noche. Ela le enterró a la mañana siguiente. Le cavó<br />

una fosa en aquella tierra hostil… (Mirándole fijamente) Lo que te ocurre no<br />

es nada nuevo. Esta tierra te trata con dureza. No puedes detener lo que<br />

vendrá. Las cosas no esperan a nadie. Eso es vanidad.<br />

D<br />

(Anton Chigurh (Javier Bardem) encuentra a Carla Jean Moss (Nelly Macdonald), la<br />

mujer de Llewelyn, y lleva a término la amenaza que le había hecho a éste)<br />

- Carla: No tienes motivos para hacerme daño.<br />

- Chigurh: No, pero di mi palabra.<br />

- Carla ¿Tu palabra?<br />

- Chigurh: A tu marido.<br />

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Espejo de miradas<br />

- Carla: No tiene sentido. ¿Le diste tu palabra de que ibas a matarme?<br />

- Chigurh: Tu marido tuvo la oportunidad de salvarte, pero te utilizó para<br />

intentar salvarse él.<br />

[…]<br />

- Carla: No tienes por qué hacerlo.<br />

- Chigurh: Todos me dicen lo mismo.<br />

- Carla: ¿Qué te dicen?<br />

- Chigurh: Me dicen, “no tienes por qué hacerlo”.<br />

- Carla: No lo hagas.<br />

- Chigurh: De acuerdo. (Coge una moneda y la lanza al aire). No puedo hacer<br />

nada más. (Tapándola con la mano) Elige.<br />

[…]<br />

- Chigurh: (Endureciendo la expresión) Elige.<br />

- Carla: No, no voy a elegir.<br />

- Chigurh: Elige.<br />

- Carla: La moneda no decide nada. Lo decides tú.<br />

- Chigurh: Bueno, he llegado aquí igual que la moneda.<br />

(Lo fatal acontece, aunque en este caso los hermanos Coen nos ahorran los<br />

detalles violentos o escabrosos)<br />

E<br />

(Bell, ya retirado, dialoga en su hogar con su esposa Loretta (Tess Harper))<br />

- Loretta: ¿Cómo has dormido?<br />

- Bell: No lo sé. He tenido dos sueños.<br />

- Loretta: Ahora tienes tiempo para soñar. ¿Algo interesante?<br />

- Bell: Siempre son interesantes para quien sueña.<br />

- Loretta: (Con una mezcla de amor y condescendencia) Tom…, ¿puedes<br />

contármelo?<br />

- Bell. Está bien. En los dos aparecía mi padre. Fue una sensación rara. Soy más<br />

viejo que él hace veinte años, así que…, él se ve más joven que yo. […] El<br />

segundo era como si volviéramos atrás en el tiempo. Estaba atravesando las<br />

montañas de noche y cruzando aquel terrible desfiladero. Hacía frío y había<br />

nieve alrededor. Él me adelantaba y seguía adelante sin decirme ni siquiera<br />

una palabra al pasar. Iba envuelto en su manta con la cabeza gacha. Al<br />

pasarme podía ver que llevaba un fuego dentro de un cuerno como se hacía<br />

antes y veía el cuerno porque la llama que llevaba dentro lo iluminaba. En el<br />

sueño yo sabía que él iba a seguir y a encender una hoguera en medio de<br />

aquella oscuridad y aquel frío. Sabía que cuando yo llegara él estaría allí… Y<br />

me desperté.<br />

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Espejo de miradas<br />

5. Crítica filosófica<br />

En lo primero en lo que los hermanos Coen han sido fieles a la novela de McCarthy<br />

es en el título, No es país para viejos. No es una cuestión trivial. El título recoge una de<br />

las ideas más importantes – aunque no la más importante – de la película, a saber, la<br />

idea según la cual los viejos son incapaces de entender el porqué de las cosas que<br />

suceden, el sentido de lo que acaece, sobre todo cuando lo acaecido es especialmente<br />

trágico y brutal. En la medida en que tanto la novela como la película son obras de arte<br />

– y lo son en grado superlativo –, ha de entenderse que, más allá de las circunstancias<br />

concretas de tiempo y lugar y más allá también de la peculiar historia que se relata, algo<br />

hay en ellas de universal o al menos de universalizable, y parte de ese “algo” hay que<br />

buscarlo en el hecho de que los viejos de cualquier tiempo y lugar, precisamente en<br />

razón de su vejez, tienen múltiples dificultades para ver una lógica, un significado, a<br />

muchas de las cosas que suceden, cuyos protagonistas son, con frecuencia,<br />

pertenecientes a cohortes más jóvenes. El sinsentido y el absurdo de lo horrendo y hasta<br />

de lo diferente en general y de los crímenes de Anton Chigurh en particular, es puesto<br />

de manifiesto reiteradamente en la película, sobre todo en los soliloquios del anciano<br />

sheriff Bell y en los diálogos entre viejos. Se ve, por ejemplo, cuando el sheriff de El<br />

Paso le dice a Bell: “Todo por el condenado dinero, Tom. El dinero y las drogas. La<br />

verdad, no hay quien comprenda nada. ¿Qué sentido tiene? ¿A qué conduce? Si me<br />

hubieras dicho hace 20 años que vería a chicos pasear por las calles de Tejas con el pelo<br />

verde y anillos en la nariz te aseguro que no te habría creído.” Y más adelante,<br />

refiriéndose a los asesinatos de Chigurh, dice: “¿Quién hace una cosa así? ¿Cómo te<br />

defiendes de un tipo así? ” (cfr. diálogo B, supra).<br />

En consecuencia, los problemas de adaptación y de comprensión de los viejos, así<br />

como las dificultades de la comunicación intergeneracional están presentes tanto en<br />

McCarthy como en los Coen. Problemas y dificultades que son vistas por todos ellos<br />

con cierta angustia, razón por la cual es muy probable que asintieran ante aquella frase<br />

del gran Cervantes que decía: “El que larga vida vive mucho mal ha de pasar”. Por otra<br />

parte, en No es país para viejos, ocurre lo que en la vida en general: los jóvenes hablan<br />

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<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Espejo de miradas<br />

a través de sus acciones y los viejos a través de sus palabras. Los jóvenes se dejan<br />

arrastrar por acontecimientos que muchas veces no eligen ni quieren y los viejos<br />

reflexionan sobre ellos, casi siempre con sorpresa y estupor.<br />

Ahora bien, no hay que detenerse aquí en la interpretación. En realidad la cuestión es<br />

más profunda y radical. No es exactamente que los viejos no entiendan ni hayan<br />

entendido nunca en ningún lugar lo que les pasa a los jóvenes. Es que lo que les pasa a<br />

los jóvenes – y como decía antes lo que acaece en general – es literalmente<br />

incomprensible, absurdo. En efecto, la realidad es absurda siempre y este absurdo se<br />

explicita de manera cruel ante hechos horribles. Los viejos no escapan de este absurdo<br />

pero pueden, a diferencia de los jóvenes, verlo y reflexionar sobre él. Quizá pueda<br />

interpretarse como sabiduría este leve consuelo que otorga la visión del sinsentido<br />

propia de quien hace tiempo que se alejó de la vorágine del vivir. En el diálogo entre el<br />

sheriff Bell y Ellis, quizá el diálogo más esclarecedor de la película, se observa cómo el<br />

crimen que paraliza el sentido y anula la comprensión – aunque no impide que “la vida<br />

siga” – ha existido siempre: “¿Te contó tu padre alguna vez como murió tu tío Mac? Le<br />

pegaron un tiro en el porche de su casa […] Aparecieron siete u ocho hombres pidiendo<br />

esto y lo otro. El tío Mac fue entonces a buscar su escopeta, pero se adelantaron. Le<br />

mataron en la entrada. La tía Ela intentaba detener la hemorragia mientras él trataba de<br />

recuperar su escopeta. Se quedaron sobre sus caballos viéndole morir. Al cabo de un<br />

rato uno<br />

dijo algo en indio y entonces se marcharon. El tío Mac supo que había llegado su hora.<br />

Le atravesaron el pulmón izquierdo, y como se suele decir, se acabó.” Y por si hubiera<br />

alguna duda acerca del carácter recurrente de todo Ellis apostilla poco después: “Lo que<br />

te ocurre no es nada nuevo” (cfr. diálogo C, supra).<br />

Que la realidad fue, es y siempre será un sinsentido, quizá incluso un contrasentido,<br />

es lo que permite encuadrar está película dentro de lo que en otra parte he llamado “cine<br />

nihilista”. El nihilismo que predomina en ella es, como suele suceder en las películas<br />

que se inscriben en esta tradición, un nihilismo moral: “[…] el nihilismo del que se ha<br />

nutrido cierta tradición de cineastas remite más bien al llamado nihilismo moral, es<br />

decir al nihilismo que niega la existencia de valores morales válidos y que muy<br />

frecuentemente concluye con un lema muy caro a sus partidarios: ‘todo es vano’. Si<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 301


Espejo de miradas<br />

todo es vano nada merece la pena, y si nada merece la pena la vida carece de sentido. En<br />

la mayoría de sus linajes el nihilismo es pariente cercano del pesimismo y de la<br />

pasividad”. 3 La constatación de la ausencia de un sentido en la vida, la perplejidad y<br />

parálisis ante lo horrible que ya he comentado, es asumido por los viejos de la película<br />

más con resignación que con dolor, más con melancólica tristeza que con trágica<br />

desesperación. Para quien piense que cuando relaciono esta película con el tema del<br />

sentido de la vida estoy arrimando el ascua a mi sardina le regalo esta significativa frase<br />

de McCarthy, el padre de la criatura que aquí estamos analizando: “Sólo me interesan<br />

los autores que tienen negocios con la vida y la muerte. Para mí, Proust y Henry James<br />

no son literatura”. 4<br />

Ahora bien, llegados a este punto nos encontramos con un problema mayor. La<br />

actuación de Anton Chigurh, sencillamente capital en la película, sin duda alguna el<br />

corazón de la trama que en ella se plantea, no parece absurda ni contradictoria. Ejecuta<br />

sus planes con una lógica implacable y persigue su objetivo (los dos millones de<br />

dólares) con frialdad e inteligencia. Actúa con sentido (finalidad, intención, significado,<br />

objetivo), como también actúa con sentido Llewelyn Moss en su afán por protegerse él<br />

y proteger a su mujer del asesino y huir con el dinero. No obstante, el sentido local y<br />

particular de unas acciones o de unos personajes no otorga un sentido global a la<br />

realidad en la que se desenvuelven, y puede incluso – como es este caso – ser<br />

precisamente el desencadenante para que esta realidad más global e inclusiva carezca de<br />

sentido. Es decir, una realidad global e inclusiva, un marco global de referencia, unos<br />

parámetros definidos, devienen en algo absurdo cuando los sentidos (forzosamente<br />

particulares) que se entretejen – en el mejor de los casos – o yuxtaponen en su seno o no<br />

ofrecen una resultante previsible, o carecen de valor (moral). 5 Desde este punto de vista,<br />

para los viejos de No es país para viejos la realidad es absurda porque los “sentidos”<br />

que imprimen a sus acciones los más jóvenes – sobre todo Anton Chigurh – son a un<br />

tiempo inmorales e inesperados.<br />

3 ) Díaz Díaz, Laura y González Fernández, Javier: Escapando de Matrix, <strong>Eikasia</strong> Ediciones, Oviedo,<br />

2007, p. 99.<br />

4 ) Citado por Chus Neira en “Cormac McCarthy, el gigante americano”, La Nueva España, 14 de Febrero<br />

de 2008, suplemento 793, pp1-2.<br />

5 ) Para examinar los problemas que suscita la coordinación de los sentidos particulares con un sentido<br />

global y lo delicado o incluso falaz que resulta en muchas ocasiones hablar de “sentidos globales” cfr. El<br />

sentido de la vida, de Gustavo Bueno, Pentalfa Ediciones, Oviedo, 1996.<br />

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<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Espejo de miradas<br />

Con todo, no es aceptable ni suficiente decir que la realidad descrita es absurda<br />

porque la actuación de Chigurh no encaja con un marco moral que se toma como<br />

referencia. Habría que probar que el marco moral de los ancianos es mejor que el de<br />

Chigurh, y eso, desde una perspectiva filosófica competente llevaría su tiempo. Habría<br />

que mostrar la necesidad de poseer un marco moral de referencia, comparar unos<br />

marcos morales globales de referencia con otros…<br />

En realidad, el problema que plantea esta película y la novela en la que se inspira es<br />

más un problema lógico o dialéctico que moral. McCarthy y los Coen parecen haber<br />

quedado fascinados, como casi todo el mundo por otra parte, por la “astucia del mal”. Y<br />

la fascinación – que no la sorpresa –, queridos lectores, es enemiga mortal de la<br />

Filosofía. Anton Chigurh es presentado de manera inequívoca como un tipo<br />

extraordinario. El psicópata en general es visto con indisimulada, aunque sometida,<br />

admiración, y el hecho de que sea capaz de actuar eficazmente y de dotar a sus acciones<br />

de un sentido parece ser suficiente para “tapar” la inmoralidad de sus acciones. Hay una<br />

especie de “exaltación de la coherencia” en casi todas las películas sobre psicópatas y<br />

No es país para viejos no es una excepción. Carson Wells le recuerda a Llewelyn Moss<br />

que él a diferencia de Chigurh es una persona corriente, uno más del montón. Incluso<br />

insinúa que el marco moral de referencia de Chigurh no sólo es distinto sino superior al<br />

suyo: “Incluso diría que tiene principios, principios por encima del dinero, de las<br />

drogas…, y de todo eso” (cfr. diálogo A, supra). Pero insisto, la principal objeción<br />

filosófica que cabe hacer a la película es lógica, no moral.<br />

Anton Chigurh actúa, que duda cabe, con cierta coherencia, con cierto sentido.<br />

Elimina los obstáculos que se interponen en su camino para obtener el dinero. En su<br />

delirio – visto desde afuera, obviamente– parece representarse a sí mismo como una<br />

especie de superhombre que tiene la extraña potestad de decidir sobre el destino de los<br />

demás. El hombre tiene un margen de posibilidades a la hora de elegir su futuro, pero<br />

tomada una decisión ha de ser coherente con la misma y llevarla hasta sus últimas<br />

consecuencias. Hay que aceptar el destino que en parte nos imponen y que en parte nos<br />

hemos autoimpuesto. Así, en un momento determinado conmina a un pobre vendedor a<br />

que elija entre la cara y la cruz de una moneda. El hombre elige a su pesar, acierta y<br />

Chigurh le perdona la vida. Podría haber fallado y entonces Chigurh le habría matado o<br />

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Espejo de miradas<br />

podría haberse negado a elegir, como hizo Carla Jean Moss (cfr. diálogo D, supra), en<br />

cuyo caso correría la misma suerte. Hay que aceptar – piensa Chigurh– el destino. Es lo<br />

que hizo el vendedor. Es lo que debería haber hecho Carson Wells cuando sentado<br />

frente a él sabía que lo iba a matar e intentó en vano llegar a un acuerdo con su asesino:<br />

“ Deberías aceptar tu situación. Sería mucho más digno”, le dijo Chigurh. Tampoco<br />

aceptó su destino, esto es el escaso margen de actuación que le daba Chigurh, Llewelyn<br />

Moss. Chigurh le dio dos posibilidades: o entregarle el dinero y salvar a su mujer o no<br />

entregárselo y que su mujer fuera asesinada. La muerte del propio Llewelyn se da por<br />

hecha y no entra en el trato: “Aunque devolvieras el dinero te mataría sólo por<br />

ocasionarle molestias”, había sentenciado ya antes Carson Wells. “No puedes detener lo<br />

que vendrá”, dijo en su momento Ellis. Llewelyn no entrega el dinero y Chigurh lo<br />

elimina.<br />

Pues bien, no se trata de juzgar la moralidad en la actuación de Chigurh o sus<br />

peculiares paranoias demiúrgicas, no. Se trata de constatar que a su peculiar lógica del<br />

sentido no se le opone lógica alternativa ninguna en ningún momento de la película. A<br />

lo más que llegan es a decirle “No tienes por qué hacerlo”. En efecto, esto le dice<br />

Carson Wells y más tarde Carla Jean Moss (cfr. diálogo D, supra). Nada más. Ahí se<br />

acaba el “debate dialéctico”, ahí se percibe la recurrente fascinación por el mal. Nada<br />

nuevo en este tipo de películas. Lo habitual es que al malvado “nadie le tosa”<br />

dialécticamente. Otras películas, sin embargo, oponían al psicópata un mínimo de<br />

resistencia. Pienso, por ejemplo, en Seven, que aun siendo una buena película, es<br />

inferior a No es país para viejos. Sin embargo, había en Brad Pitt y sobre todo en<br />

Morgan Freeman un cuestionamiento razonable del proceder del asesino (Kevin<br />

Spacey).<br />

Llegamos al final que tan indiferente dejaba a mi amigo, el ex concejal. 6 Bell dialoga<br />

con su esposa Loretta. Le cuenta un sueño (cfr. diálogo E, supra). Nada radicalmente<br />

nuevo aporta su narración pero sí sirve para redondear el sentido del film y para<br />

apuntalar una idea básica que antes había asomado levemente. Al habitual tono de<br />

6 ) Sin embargo es un final que ha dado que hablar: “Lo más comentado de No es país para viejos es su<br />

final, una conclusión nada convencional para un filme nihilista de suspense y violencia fiel hasta en las<br />

comas a la novela del mismo título de Cormac McCarthy”. Rocío Ayuso en “El humor violento une a<br />

Bardem y los Coen en el camino al Óscar”, El País, 8 de febrero de 2008, p. 44.<br />

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<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Espejo de miradas<br />

retirada y abatimiento que preside toda su actuación, Bell añade ahora la añoranza por<br />

un tiempo perdido en el que ansiaba encontrar asideros a los que agarrarse o con los que<br />

protegerse. “Siempre pensé que cuando me hiciera viejo Dios irrumpiría en mi vida de<br />

algún modo…, y no lo ha hecho”, confesaba en su conversación con Elis. Dios siempre<br />

calló. Antes y ahora. Pero al menos antes tenía un padre que le daba calor cuando tenía<br />

frío y esperanza cuando le invadía miedo, un padre que le daba seguridad y protección,<br />

como en cierta forma insinúa en un sueño: “El segundo era como si volviéramos atrás<br />

en el tiempo. Estaba atravesando las montañas de noche y cruzando aquel terrible<br />

desfiladero. Hacía frío y había nieve alrededor. Él me adelantaba y seguía adelante sin<br />

decirme ni siquiera una palabra al pasar. Iba envuelto en su manta con la cabeza gacha.<br />

Al pasarme podía ver que llevaba un fuego dentro de un cuerno como se hacía antes y<br />

veía el cuerno porque la llama que llevaba dentro lo iluminaba. En el sueño yo sabía que<br />

él iba a seguir y a encender una hoguera en medio de aquella oscuridad y aquel frío.<br />

Sabía que cuando yo llegara él estaría allí… Y me desperté.” (cfr. diálogo E, supra).<br />

Antes de que esta conversación se produzca Chigurh ha tenido un accidente. Acaba<br />

de matar a Carla y conduce un vehículo tranquilamente cuando un terrible impacto le<br />

deja<br />

malherido. Ellis tenía razón. Es vanidad no resignarse a la suerte que el destino depara a<br />

cada uno, es vanidad intentar detener lo que vendrá...<br />

Cuando escribo estas líneas me llega la información de que No es país para viejos ha<br />

sido la gran triunfadora en el reparto de los “óscars” de este año. No podía ser de otra<br />

forma.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 305


CINEASTAS ASTURIANOS PREMIADOS<br />

Javier González Fernández<br />

Sirva esta página para dar nuestra enhorabuena a dos jóvenes cineastas<br />

asturianos que pasean sus obras – en este caso dos cortometrajes – con éxito por el<br />

mundo. Se da la circunstancia de que ambos han sido entrevistados desde la páginas de<br />

nuestra revista en el último año. A continuación reproduzco cómo se hacía eco de la<br />

noticia el diario La Voz de Asturias a través de su edición digital e impresa del día 24 de<br />

Enero de 2008 en un artículo firmado por Luis Ordoñez:<br />

“El cine asturiano anota dos nuevos premios y en lugares bien distantes: In<br />

between , de José Enrique Iglesias se llevó el primer premio de la primera edición del<br />

festival de Küstendorf, en Serbia; mientras que A golpe de tacón , de Amanda Castro,<br />

triunfó en Valparaíso, en Chile, donde recibió el premio Centenario Salvador Allende<br />

del Festival de Cine Social y de Derechos Humanos.<br />

In between se lleva el Huevo de oro galardón con el que se reconoce a los<br />

ganadores en Küstendorf y que es el festival creado por Emir Kusturica para promover<br />

el cine no comercial. Kustirica se enamoró de esta localidad fronteriza entre Serbia y<br />

Bosnia durante el rodaje de La vida es un milagro y allí se quedó a vivir. El corto de<br />

Iglesias --producido por la Escuela Nacional de Cine de Polonia donde ha sido<br />

estudiante-- narra en 17 minutos una historia de amor, pero también de soledad y miedo<br />

al compromiso que ya participó en el festival de cine de Gijón y que acapara premios y<br />

nominaciones en certámenes españoles e internacionales desde EEUU a Alemania<br />

pasando por Italia o Brasil.<br />

CINE SOCIAL A golpe de tacón retrocede en su trama a la huelga minera de<br />

1962 en Asturias, una de las primeras que se convocó durante la dictadura y se hace eco<br />

de la participación de las mujeres en la protesta y su defensa de los golpes de la policía<br />

con, literalmente, los tacones de sus zapatos.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 13 (septiembre 2007). http://www.revistadefilosofia.org 307


Espejo de miradas<br />

Rodado en Mieres y Langreo el año pasado, el cortometraje de Amanda Castro<br />

se alzó en Chile con el galardón de homenaje a Allende dentro de la sección Mujeres y<br />

Luchas Sociales del certamen de cine social. Este cortometraje competirá, además, el<br />

próximo mes de febrero en la categoría de banda sonora de los premios AMAS de la<br />

música asturiana. A golpe de tacón también participó en el festival de cine de Gijón,<br />

dentro de la sección Esbilla.”<br />

Fotograma de A golpe de tacón, de Amanda Castro<br />

José Enrique Iglesias, cineasta asturiano de Pola de Siero formado en Polonia (Foto del<br />

Comercio Digital 26 enero 2007)<br />

308<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, año III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

La reforma de la filosofía en la enseñanza media<br />

Como fenómeno teórico-ideológico.<br />

Andrés González Gómez<br />

IES. Doctor Balmis, Alicante<br />

“no parece exagerado afirmar que, según sea nuestra relación con Platón,<br />

así será nuestra relación con los demás y con nosotros mismos, esto es,<br />

nuestra disposición ideológica”<br />

Pérez Herranz, F. M, la eliminación de la subjetividad de los fines. Platón y las<br />

matemáticas, <strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, 12, Extraordinario I (2007).<br />

http://www.revistadefilosofia.org, pág 222<br />

Europa habla a los hombres.<br />

En octubre de 2002, el Comité de Ministros de la UE, preocupado “por la creciente<br />

apatía política y civil y la falta de confianza en las instituciones democráticas, y por el<br />

aumento de casos de corrupción, racismo, xenofobia, nacionalismo violento, intolerancia<br />

ante las minorías, discriminación y exclusión social, elementos que representan todos ellos<br />

una importante amenaza a la seguridad, estabilidad y crecimiento de las sociedades<br />

democráticas” , decidió que entre los objetivos que debían cumplir los Estados miembros<br />

del “Club” figurara el de impulsar la “educación para la ciudadanía democrática” , un<br />

proyecto orientado a aprovechar el “papel que desempeña la educación en la promoción de<br />

la participación activa de todos de los individuos en la vida política, social y cultural” .<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, III 17 (mazo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 309


QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

Nuestro diagnóstico: se trata de un fenómeno ideológico-teórico.<br />

La cuestión es (y este es, precisamente, nuestro diagnóstico) que, a su paso por<br />

España, este proyecto europeo se ha manifestado como un portentoso fenómeno teórico de<br />

dimensiones ideológicas extraordinarias, colosales. ¿Quién puede negarse a constatar, hoy,<br />

la existencia de este fenómeno? La Federación de Sociedades de Filosofía (FESOFI) llegó a<br />

afirmar, en los días previos a la aprobación de la LOE (cuando se celebraba ya en el<br />

Congreso el debate en torno a las enmienda a la Ley), que la materia de Filosofía y<br />

Ciudadanía significaba “el final de la Filosofía sistemática en el Bachillerato y su<br />

conversión en otra cosa”. Pero ¿qué otra cosa es esa en la que se convierte o transforma la<br />

Filosofía sistemática que se impartía hasta ahora en el Bachillerato? Nosotros pensamos<br />

que estamos asistiendo a un proceso de transformación en el que lo que se despliega o<br />

desarrolla es la esencia de un fenómeno teórico-ideológico. Asistimos, pues, a un cambio<br />

esencial. Nosotros partimos aquí del supuesto de que un cambio semántico en la<br />

denominación de algo implica necesariamente un cambio sustancial en el contenido de ese<br />

algo, pues los nombres son conceptos e Ideas, y los conceptos y las Ideas, desde planos<br />

distintos, se refieren a las operaciones que los sujetos corpóreos realizan con objetos. No se<br />

trata, pues, de una “mera cuestión semántica” que deja intacto el contenido. No se trata de<br />

un mero cambio de rótulos o “etiquetas” para identificar lo mismo. Partimos del supuesto<br />

de que se ha removido el contenido de la asignatura de Filosofía I y que la materia de dicho<br />

contenido se ha configurado de otro modo. Y esto necesariamente tiene que poder “verse”<br />

en los propios textos que ha escrito “el legislador” para orientar al profesorado en su<br />

actividad docente, textos legislativos que estarán repletos de apariencias al estar<br />

ejercitándose en ellos una justificación filosófica de la nueva configuración que se le da a<br />

materia.<br />

Un diagnóstico alternativo: se trata de un hecho normativo.<br />

Por supuesto, contemplamos aquí la posibilidad de que alguien pudiera hacer un<br />

diagnóstico sobre el “estado actual de la cuestión” en el presente “en marcha” totalmente<br />

310<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, III 17 (mazo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

diferente al nuestro. Alguien podría objetarnos, por ejemplo, que no estamos ante ningún<br />

fenómeno teórico-ideológico, sino, pura y simplemente, ante un hecho normativo de<br />

carácter político-administrativo enmarcado dentro de las más absoluta y “prosaica”<br />

normalidad democrática propia, claro está, del Estado social y democrático de Derecho. A<br />

quienes hayan optado por hacer este otro diagnóstico sobre el “estado actual de la<br />

cuestión”, ya le adelantamos que “resbalará” por su cráneo todo cuanto aquí podamos<br />

decirle. Puede pues, ahorrarse el trabajo de tener que leerlo. Por nuestra parte, a quienes<br />

hayan optado por reivindicar el hecho “empírico”, “prosaico” y “puro”, en lugar de dar<br />

testimonio de la existencia del fenómeno constatándolo, tan sólo una cosa tenemos que<br />

decirle: que “con su pan se coma” el hecho enterito.<br />

Hacer dialéctica para “salvar” el fenómeno.<br />

Pero si estamos de acuerdo en que estamos asistiendo como “testigos de vista” al<br />

despliegue de un fenómeno, entonces estamos obligados (en tanto que ciudadanos<br />

responsables) a intentar “salvar el fenómeno” eliminando las apariencias en un intento de<br />

racionalización del mismo que trate de regresar a la esencia que el fenómeno despliega al<br />

trazar su trayectoria positiva sobre un fondo o entorno envolvente. La esencia no es una<br />

esencia metafísica que esté “más allá” del fenómeno oculta tras de él (esto es, la esencia no<br />

es un noúmeno kantiano). La esencia se realiza positivamente a través del material<br />

fenoménico, y para ver recortado el contorno de su figura en el entorno o fondo envolvente,<br />

será necesario “tallar” esa figura o “recortarla” eliminando o superando apariencias (tanto<br />

veraces como falaces) del propio material fenoménico. Una vez tallada, recortada la<br />

esencia, habrá que progresar hacia el material fenoménico de partida dispuestos a iniciar de<br />

nuevo otra vez el camino de regressus a la esencia, pues dicho material fenoménico sigue<br />

sufriendo variaciones o modificaciones al estar el fenómeno todavía “en movimiento”. ¿No<br />

llamó a esto Platón hacer dialéctica?<br />

El momento mismo de constitución de la verdadera filosofía –que según nuestros<br />

presupuestos, es el momento preciso de cristalización de la “filosofía académica”- es el<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, III 17 (mazo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 311


QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

momento (como no podía ser de otro modo) de la sistematización del método filosófico.<br />

Platón lo formuló en su célebre pasaje de La República (532 a) como la estructura de un<br />

proceso que, partiendo necesariamente de los fenómenos (y bajo el concepto de fenómenos<br />

hay que incluir no solamente a las imágenes y percepciones, sino también a las creencias,<br />

contenido de la ??????) va regresando hacia las esencias (? ????????regressus)<br />

para después volver de nuevo a los fenómenos (????????? ?progessus) en un movimiento<br />

circular. La vuelta a los fenómenos equivale a una racionalización de los mismos, pero no<br />

a su agotamiento: nuevos contenidos descubiertos en ellos mediante el progressus<br />

impulsarán un movimiento, también nuevo de regressus 1 .<br />

No pretendemos, ni muchísimo menos, estar agotando la racionalización del<br />

fenómeno, así que, como es lógico, estamos completamente abiertos al “diálogo” con todos<br />

aquellos que estén dispuestos a esforzarse por intentar “salvarlo”, incluso aunque su intento<br />

de “salvación” pueda diferir sustancialmente del nuestro.<br />

Fenómeno y apariencia.<br />

Es necesario, pues, antes que nada, que precisemos (aún más) el sentido en el que<br />

nosotros usamos aquí el término fenómeno. El término fenómeno lo usamos aquí en el<br />

sentido helénico del mismo (por ejemplo, el sentido en el que usa Platón el término<br />

fenómeno cuando exige a Eudoxo, el matemático, “salvar” el movimiento de<br />

retrogradación de los planetas superando las hipótesis, esto es, las apariencias veraces, que<br />

él ha construido discursivamente) y no en el sentido germánico, que parece ajustarse más<br />

bien al término latino apariencia (en sentido kantiano, por ejemplo, el sujeto interviene<br />

activamente en la construcción del fenómeno poniendo las estructuras formales de su<br />

“conciencia”). Podemos respaldar esta tesis filológicamente, acudiendo a lo que Antonio<br />

Ramón, experto en filología clásica y profesor de instituto, nos ha dicho a cerca del peso<br />

específico de cada uno de estos dos términos (reproducimos aquí la nota que amablemente<br />

1 Gustavo Bueno, El animal divino. Ensayo de una filosofía materialista de la religión; Ed. Pentalfa,<br />

Oviedo, 1996, pág 30.<br />

312<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

nos proporcionó el profesor Ramón en respuesta a nuestras inquietudes):<br />

Fenómeno: ??????????, lo que aparece o se manifiesta; de brillar ?? ????y el<br />

sufijo de participio -? ???? // Filosofía: Lo que aparece ante nosotros como objeto de<br />

observación.-2 cosa extraordinaria (cfr ESEVERRI HUALDE C. Diccionario etimológico<br />

de Helenismos españoles, Ed. Aldecoa, Burgos 1994)<br />

Apariencia: del lat. Apparentia, aparición y ésta del verbo appareo aparecer, ser visible.<br />

Se trata de un sustantivo relacionado con el participio del presente activo del verbo.<br />

Desde el punto de vista lingüístico veo una diferencia importante entre los dos términos: el<br />

griego es un participio de voz media, el del latín es activo. La voz media griega puede<br />

interpretarse como una voz pasiva en ocasiones, pero lo que es claro es que no es activa.<br />

Por tanto el término griego parece hacer más referencia a algo “dejado”, en cambio el<br />

latino se refiere más a una acción activa por parte del sujeto que él mismo se muestra.<br />

Una cosa es el fenómeno que se manifiesta “por sí mismo” ante varios testigos de<br />

vista (“ante nosotros”) como un suceso o configuración procesual extraordinaria sobre la<br />

que no cabe dar, por su carácter anómalo (y nada “prosaico”), un “testimonio clónico”, y<br />

otra cosa diferente es lo que aparece interpuesto entre un sujeto y un objeto o disposición de<br />

objetos (r), desempeñando la función, o bien de un objeto o disposición de objetos (a) que<br />

facilita la posibilidad de que (r) se constituya como una disposición objetiva identificable<br />

(apariencia veraz), o bien de un objeto o disposición de objetos (a´) que dificulta u<br />

obstaculiza que (r) pueda constituirse como una disposición objetiva identificable por parte<br />

del sujeto (apariencia falaz) 2<br />

2 Un análisis comparativo, esta vez filosófico, de las dos acepciones del término fenómeno, la<br />

“helénica” y la “germánica”, así como un análisis de la distinción fenómeno / hecho puede encontrarse en<br />

Gustavo Bueno, La vuelta a la caverna. Terrorismo, guerra y globalización, Ediciones B, Barcelona 2004,<br />

págs 167-173 y Gustavo Bueno, El mito de la felicidad, Ediciones B, Barcelona, 2005, págs 56-57. Un<br />

análisis de la Idea de apariencia puede encontrarse en Gustavo Bueno, Televisión: apariencia y verdad, Ed<br />

Gedisa, Barcelona 2002, págs 28-36.<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

Europa habla a los hombres y España responde en nombre de la Humanidad<br />

haciendo filosofía.<br />

Partiendo de la constatación del fenómeno, la cuestión que se plantea entonces es<br />

esta: ¿por qué en España el proyecto de “educación para la ciudadanía democrática” se<br />

manifiesta como un fenómeno teórico-ideológico? Nuestra respuesta es la siguiente: porque<br />

la actual dirección del PSOE, algunos de cuyos miembros ocupan hoy el Gobierno de<br />

España, ha decidido asumir el proyecto europeo y llevarlo a cabo de un modo (nosotros<br />

decimos) “solemne” (“señorial”, “majestuoso”) dándole el “brillo y el esplendor” que<br />

solamente una fundamentación (o justificación) filosófico académica puede otorgarle.<br />

¿Quién puede, hoy, negar esto?<br />

El fondo en el que se presenta el fenómeno.<br />

El fondo o entorno envolvente que desempeña el papel de dispositivo escénico en el<br />

que se manifiesta el fenómeno, es para nosotros una contradicción dialéctica estructural (y,<br />

por tanto, un conflicto objetivo) entre el catolicismo español y una corriente ideológica<br />

humanista del socialismo español, entre socialdemócrata y libertaria, cuya fuente de<br />

alimentación es el continuo Kant-Krause; se trata, pues, de un socialismo filosófico o<br />

genérico que deduce la igualdad del supuesto a priori de que las almas o conciencias de<br />

los ciudadanos son similares; de modo que la igualdad racional equivaldría a un<br />

“socialismo de las almas” puramente metafísico 3 . En la práctica, este socialismo genérico<br />

está orientado más hacia la equidad en sentido correctivo que hacia la igualdad material, de<br />

modo que, según sus coordenadas, la igualdad racional de los sujetos se basa antes en la<br />

isonomía que en la isegoría. Se trata, en suma, de un socialismo genérico de la justicia<br />

universal que trata de igualarlo todo a través de la ley con el fin de alcanzar la cohesión<br />

social. Para este socialismo metafísico de las almas, la educación de los individuos es el<br />

principal instrumento del que dispone el Estado para alcanzar la cohesión social, el buen<br />

3 Gustavo Bueno, Primer Ensayo sobre las categorías de las “Ciencias políticas”, Ed. Biblioteca Riojana,<br />

Logroño, 1991; pág 116.<br />

314<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

orden público. La educación de los individuos no es, para este socialismo metafísico, una<br />

responsabilidad de los padres que éstos confían subsidiariamente en el Estado, sino que es<br />

responsabilidad de todos, un esfuerzo compartido –se dice-.<br />

La emancipación política de los españoles.<br />

Así pues, con independencia de cuales sean los finis operantis del Gobierno<br />

presentes en el momento de tomar la decisión de fundamentar filosóficamente la ciudadanía<br />

(como antaño se fundamentaba filosóficamente la física), lo cierto es que, al tomarla, la<br />

contradicción estructural se ha hecho visible, y de ahí el fenómeno. El conflicto entre la<br />

Conferencia Episcopal y el actual Gobierno de España es objetivo, y con esto queremos<br />

decir que no brota accidentalmente por motivos meramente coyunturales o partidistas de<br />

cálculo electoral. La lucha electoral será, en todo caso, un modo de tratar de deshacer<br />

temporalmente el conflicto, pero no es la causa del mismo. El Gobierno entiende que el<br />

Espíritu Santo, esto es, la Iglesia Católica, ya no puede dar brillo y esplendor a la filosofía<br />

mundana del pueblo español. Que el catolicismo ya no es el Espíritu del Pueblo español. El<br />

Gobierno entiende que el pueblo español ha cambiado ideológicamente, y que a su nueva<br />

filosofía mundana o sentido de la vida solamente cabe darle brillo y esplendor desde su<br />

propia filosofía académica. Para el actual Gobierno, España es ya un fractal de la<br />

Humanidad que no cabe en la Iglesia Católica a pesar de ser ésta un Espíritu Santo<br />

universal, de modo que el hombre español necesita de un nuevo Espíritu más universal aún<br />

que el católico para ser verdaderamente libre. Se trata de emancipar políticamente a los<br />

españoles liberando al Estado de la Iglesia Católica.<br />

Así de claro expresa Giner de los Ríos los términos en los que se produce el<br />

conflicto del que hablamos:<br />

Mas si, esencialmente, no hay ni puede haber género alguno de antagonismo entre<br />

la religión del Mesias y la libertad fundada por ella sobre bases indestructibles, acontece<br />

con harta frecuencia, esta división que aqueja al espíritu contemporáneo: que los amigos<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

del catolicismo son enemigos de la libertad, y que los amigos de la libertad son enemigos<br />

del catolicismo 4 .<br />

Ortí y Lara, en su crítica al Discurso inaugural del curso académico del año 1857<br />

pronunciado por Sanz del Río, dice lo siguiente:<br />

¡qué enemigo tan poderoso se prepara contra la fe católica y por lo tanto<br />

contra la ventura de la patria, si el señor Sanz del Río enseña en su cátedra las<br />

doctrinas que profesa en su discurso inaugural¡ 5<br />

Por tanto, el conflicto no es de ahora, viene de largo. Lo que pasa es que ahora nos ha<br />

estallado a nosotros en las narices y nos ha pillado por sorpresa.<br />

La metodología: dialéctica y dogmatismo.<br />

La cuestión es: con independencia de cuál sea el contenido doctrinal de su filosofía<br />

académica ¿qué tipo de metodología es la que ejercita alguien que decide que puede ofrecer<br />

los fundamentos filosóficos del ser ciudadano y enseñar, precisamente por ello, como ser<br />

un buen ciudadano?<br />

Parece claro, pues, que el actual Gobierno de España, ocupado (por el momento)<br />

por los socialistas, ha decidido que el ser ciudadano descanse sobre los sólidos<br />

fundamentos que puede proporcionarle la filosofía académica, para que brote de ella<br />

espléndido y luminoso, en armonía con el ser del Hombre (con la Humanidad) y con el ser<br />

de la Naturaleza. Pero ¿de qué filosofía académica se trata? ¿De qué tipo de filosofía<br />

académica hablamos cuando usamos la expresión fundamentos filosóficos de la<br />

ciudadanía? ¿De qué modo procede metodológicamente esta filosofía académica que es –<br />

según FESOFI-otra cosa distinta de la filosofía sistemática?<br />

4 A.Jiménez Garcia. El krausismo y la Institución Libre de Enseñanza Ed Cincel, pág 198.<br />

316<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

Desde luego, no parece que sea una filosofía que ande cerca de asumir,<br />

metodológicamente al menos, los presupuestos del materialismo histórico de Marx, pues<br />

desde dichos presupuestos, uno tendría que comenzar más bien suponiendo justamente lo<br />

contrario, esto es: que es la filosofía la que tiene fundamentos ciudadanos y no la<br />

ciudadanía la que tiene fundamentos filosóficos (la ciudadanía, como es lógico, tiene que<br />

tener, antes que fundamentos filosóficos, fundamentos de otro orden y muy diversos entre<br />

sí: económico-políticos, religiosos, culturales, sociológicos, científico-tecnológicos, etc),<br />

pues, en definitiva, es “el ser social (el ser ciudadano) el que determina la conciencia<br />

(filosófica) y no la conciencia (filosófica) la que determina el ser social (ser ciudadano)”.<br />

Desde el materialismo histórico, el tema que se podría plantear sería más o menos este: los<br />

fundamentos ciudadanos de la filosofía y el lugar que le corresponde ocupar a la filosofía<br />

en el conjunto de los saberes de la ciudad.<br />

Parece pues, que la reflexión que se va a hacer sobre los fundamentos filosóficos del<br />

ser ciudadano no ejercita metodológicamente el supuesto materialista de cualquier reflexión<br />

sobre lo histórico (y el ser ciudadano es un ser histórico), pues dicho ejercicio<br />

metodológicamente materialista, obliga a rechazar de plano cualquier intento de<br />

fundamentar directamente el ser de la ciudadanía desde una filosofía académica.<br />

La conciencia ciudadana está integrada por múltiples formas de conciencia<br />

histórico-culturalmente determinadas (conciencia religiosa, conciencia moral, conciencia<br />

política, conciencia económica, conciencia nacional, conciencia científica, conciencia<br />

técnica o tecnológica, &) que no resultan ser compatibles “todas con todas”, razón por la<br />

cual resulta imposible poder armonizarlas en un todo exento de contradicciones. Partiendo<br />

de estas diversas formas de conciencia como algo históricamente ya dado en el presente “en<br />

marcha”, la filosofía académica, en una reflexión de “segundo grado”, trata de analizar<br />

todas las Ideas que van brotando de las contradicciones existentes entre las diversas formas<br />

de conciencia con el propósito de tratar de sistematizar el conjunto de todas ellas. Para que<br />

la conciencia filosófica pueda desempeñar una función crítica en relación a la sociedad<br />

5 A.Jiménez Garcia. El krausismo y la Institución Libre de Enseñanza Ed Cincel, pág 171<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

política en la que está implantada institucionalmente, es necesario que abra sus ventanas<br />

para que entren en ella corrientes de experiencia procedentes de sociedades históricas ya<br />

fenecidas. La crítica al presente por mediación del pasado arrojará como resultado la<br />

necesidad de desconectar de la conciencia ciudadana “en marcha” aquellos componentes<br />

falsos (de falsa conciencia, ideológicos) que conforman su constitución en el presente, con<br />

el fin de que en el futuro, dicha conciencia ciudadana pueda seguir desarrollándose,<br />

liberada ya de dichos componentes falsos, en un estadio de racionalidad superior. De este<br />

modo entendemos nosotros la función crítica o catárquica que la filosofía académica<br />

sistemática tiene que ejercer sobre las filosofías mundanas que brotan espontáneamente de<br />

las propias contradicciones objetivas entre las diversas determinaciones históricas de la<br />

conciencia ciudadana en el presente práctico “en marcha”. Una función crítica que,<br />

suponemos, ha de ejercerse siempre en cada presente práctico “en marcha”, pues<br />

consideramos imposible llegar alguna vez a un hipotético estadio de racionalidad definitivo<br />

en el que una conciencia ciudadana ya totalmente depurada, crea haber conseguido<br />

“cancelar” todas las contradicciones.<br />

Desde las coordenadas metodológicas de materialismo histórico, resulta imposible<br />

concebir una “Idea de ciudadanía” que no sea internamente inconsistente, contradictoria,<br />

pues no hay una Idea de ciudadanía sino muchas y en conflicto entre sí.<br />

Por ello, el proyecto de una «educación del ciudadano», en sentido amplio, se<br />

resuelve en realidad en un conjunto de proyectos constituido por sistemas de objetivos<br />

distintos y contradictorios. Sabiendo que ningún individuo, al margen de la educación,<br />

puede llegar a ser espontáneamente francés o alemán, catalán o gallego, católico o<br />

protestante, ¿deberá prevalecer la educación del ciudadano como español, como catalán o<br />

como europeo? ¿pensaremos en la educación del individuo como ciudadano de la ciudad<br />

comunista, o bien en la educación del ciudadano de la ciudad democrático burguesa, con<br />

economía de mercado y abundante repertorio de videos para el tiempo de ocio?<br />

¿educaremos al individuo como ciudadano de la «Ciudad de Dios» (católica, calvinista o<br />

musulmana) o como ciudadano de la «Ciudad terrestre»? ¿educación del individuo como<br />

318<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, III 17 (mazo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

ciudadano o miembro de la cultura occidental, o bien como miembro de la cultura china,<br />

hindú o acaso, como muchos antropólogos o misioneros propugnan, como individuo de la<br />

tribu amazónica de los yanomamos? Todas estas preguntas llevan a un grado casi<br />

insuperable de dificultad el problema del lugar que pueda corresponder a la filosofía en la<br />

educación 6 .<br />

La toma de partido por nuestras coordenadas metodológicas es, por tanto, dialéctica;<br />

es una toma de partido por la tradición dialéctica de la filosofía académica frente a todos<br />

aquellos que por dedicarse académicamente a la filosofía crean posible fundamentar<br />

filosóficamente la esencia de un modo determinado de ser ciudadano que se “encarne” en<br />

la existencia encajado perfectamente en el “marco legal” que da “forma jurídica” a un tipo<br />

determinado de Estado de Derecho, el que sea (pues todo Estado es Estado de Derecho),<br />

presente o virtual.<br />

Cualquier proyecto político que trate de llevar a cabo a través de la educación<br />

controlada por el Estado la “cuadratura del círculo”, no puede ser otra cosa, desde nuestras<br />

coordenadas, que un proyecto político “tiránico” (para Platón la tiranía llegaba como<br />

consecuencia de la degeneración de la democracia), de derechas o de izquierdas, lo mismo<br />

da.<br />

Cualquier proyecto filosófico orientado en este sentido no puede ser otra cosa que<br />

un proyecto de moldeamiento skinneriano de los sujetos operatorios que no cuenta con<br />

ellos como sujetos racionales.<br />

En consecuencia, manifestamos aquí nuestro “ateísmo esencial total” en relación a<br />

estas nuevas asignaturas de Educación para la Ciudadanía y Filosofía y Ciudadanía.<br />

Doctrinalmente este ateísmo nuestro podría ser calificado como ateísmo platónico:<br />

-A ver- dije yo-, si sigo tu discurso, me parece que estás hablando del arte<br />

6 Gustavo Bueno, ¿Qué es filosofía? Ed. Pentalfa, Oviedo, 1995, págs 54<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, III 17 (mazo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 319


QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

político y prometes hacer buenos ciudadanos a los hombres.<br />

-Sócrates, esa misma es, en efecto, la oferta que estoy realizando.<br />

-Posees un precioso campo artístico –repliqué-, si es que lo posees. Mira, no<br />

voy a decir ante ti otra cosa distinta a la que pienso, ya que yo creía,<br />

Protágoras, que esto no era enseñable, pero, al afirmarlo tú, no sé como dudar<br />

de tus palabras 7 .<br />

En una sociedad democrática, nadie tiene el derecho de erigirse en maestro de<br />

virtudes ético-morales y políticas, pues ningún ciudadano es en esto a priori virtuoso, sino<br />

que todos están sujetos a la obligación de esforzarse por llegar a serlo demostrando ante los<br />

demás en público, en cada caso, ante cada problema concreto, y con hechos, en qué<br />

consiste ser un bueno ciudadano. Platón mismo hace explícita en Protágoras la diferencia<br />

entre ser y el llegar a ser aplicándola, precisamente, a la Idea de virtud:<br />

- (...) Y ahora mira si también te parece esto como a mí, pues no me resulta<br />

evidente que Simónides se contradiga a sí mismo. Así que revélanos primero tu<br />

opinión. ¿te parece que ser y llegar a ser son la misma cosa u otra distinta?<br />

- Por Zeus, que distinta –dijo Pródico.<br />

- ¿Y que en los primeros versos –dije- el mismo Simónides nos reveló su propia<br />

opinión: que “llegar a ser de verdad un hombre bueno es difícil”?<br />

- Tienes razón –dijo Pródico.<br />

- Pero censura a Pítaco –añadí--, no como cree Protágoras, que cree que dice<br />

justo lo que él mismo, sino que dice otra cosa, ya que Pítaco no afirmó que eso,<br />

el llegar a ser cabal, fuera difícil, como Simónides, sino el serlo. Bien,<br />

Protágoras, según dice nuestro Pródico no son lo mismo el ser y el llegar a ser,<br />

y si no es lo mismo ser que el llegar a ser, Simónides no se contradice a sí<br />

mismo 8 .<br />

El procedimiento metodológico ejercitado por el Gobierno es un procedimiento muy<br />

semejante al de la Teología Dogmática; parte de los principios ideológicos promulgados<br />

por la UE en torno a la “ciudadanía democrática” tomándolos como una verdadera<br />

proclamación de derechos positivos ciudadanos; toma dichos principios proclamados como<br />

si fueran axiomas evidentes en sí mismos, “dogmas de fe” revelados por Dios (Europa) a<br />

los Hombres (España); los toma prácticamente como derechos naturales de los ciudadanos;<br />

y entonces, finalmente, procede a dar “brillo y esplendor” a dicha “palabra revelada” con el<br />

7 Platón, Protágoras 319b Ed. Alianza editorial.<br />

320<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

“arte” que le proporciona la filosofía de sus especialistas universitarios en Derecho Político<br />

o Constitucional.<br />

Se puede afirmar de manera rotunda que el krausismo español no aparece como el<br />

resultado positivo del viaje de Sanz del Río, sino que varios años antes había ya un grupo<br />

de krausistas españoles, prekrausistas, esto es, seguidores del krausismo jurídico de<br />

Ahrens, vinculados a posiciones progresistas en la Facultad de Derecho de la Universidad<br />

Central: Julián Sanz del Río, J. Álvaro de Zafra, Lorenzo Arrazola y Ruperto Navarro<br />

Zamorano, este último traductor del Cours de Droit Naturel de Ahrens al castellano. Que<br />

el krausismo entre por la Facultad de Derecho no es mera casualidad, pues, como ha<br />

señalado Abellán: la implantación de krausismo no es pura casualidad, sino que viene<br />

determinada por la necesidad de una dinámica social que exige dicha implantación bajo<br />

una específica modalidad que hace que el krausismo llegue a España a través de la<br />

filosofía del Derecho, por ser precisamente las cuestiones de la propiedad, del poder<br />

político y la organización social las que de un modo más vivo interesaban...Se explica<br />

entonces el interés de estos pensadores por el Derecho y el nuevo ordenamiento jurídico<br />

del país con el que pretender servir a los intereses político sociales de la nueva burguesía<br />

establecida frente al ímpetu conservador de la aristocracia feudal y teocrática 9<br />

Este procedimiento metodológico ejercita el modo según el cual Kant pensó de hecho<br />

la relación existente entre la filosofía mundana y la filosofía académica; el filósofo, en tanto<br />

que artista de la razón, deja intacta a la filosofía mundana, no la critica dialécticamente,<br />

porque al ser el mundo la obra de Dios en seis días, lo mundano es para Kant lo natural; y<br />

el filósofo, desde la Academia (es decir, desde la Cultura), debe imitar lo natural dándole el<br />

brillo y el esplendor que merece para mayor gloria de Dios. La distinción kantiana entre la<br />

filosofía mundana y la filosofía académica no contiene, ni siquiera virtualmente, la potencia<br />

crítico-dialéctica del materialismo histórico. Lo mundano no es en Kant el ser histórico que<br />

determina la conciencia. En Kant lo mundano legisla porque es obra de Dios; en Marx el<br />

8 Platón, Protágoras 340b-d, Ed. Alianza editorial<br />

9 A.Jiménez Garcia, El krausismo y la Institución Libre de Enseñanza; pág 61.<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

ser histórico legisla porque el mundo es obra del trabajo de los hombres. De ahí que el<br />

materialismo histórico de Marx también pueda ser interpretado en términos de un<br />

socialismo genérico de la igualdad material o efectiva mucho más próximo a la ética que a<br />

la moral. Por tanto, como un socialismo filosófico universalista que implica la crítica<br />

radical a cualquier forma de gnosticismo.<br />

Así pues, este procedimiento metodológico teológico-dogmático ejercitado por el<br />

Gobierno, está en las antípodas de la tradición dialéctica de la filosofía académica como<br />

saber políticamente implantado.<br />

El Hombre, el Ciudadano y la Educación: libertades y buen talante.<br />

¿Puede alguien creerse que el lema del PSOE, “Motivos para creer” es una mera<br />

anécdota carente de sustancia teológica? Se trata de que los españoles nos creamos que con<br />

ZP en el Gobierno, habremos alcanzado ya una conciencia ciudadana que, en armonía con<br />

el Hombre (con el Ideal del “Hombre nuevo” de Giner de los Rios) y con la Naturaleza (un<br />

organismo científico superior en el que “todo está relacionado con todo”) ha superado ya<br />

todas las dificultades, todas las contradicciones.<br />

Una Idea de Ciudadano en armonía con la Idea de Hombre (entendida, a su vez,<br />

como la concreción del Ideal de la Humanidad); esta es, a nuestro juicio, la esencia de la<br />

Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos socialista:<br />

La preocupación máxima de Giner fue en todo momento el ideal de la educación<br />

del hombre por el hombre a partir del desarrollo integral de las propias aptitudes y<br />

capacidades. Hacer hombres espontáneos y libres que puedan transformar la sociedad<br />

desde abajo, ya que desde el poder establecido, como había demostrado la experiencia<br />

revolucionaria, no era posible llevar a cabo la transformación radical de la sociedad<br />

española. Porque lo que Giner deseaba era la formación de un hombre nuevo, de un<br />

hombre interior, en consonancia perfecta con la nueva España que anhelaba. Alguien se<br />

322<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

ha referido a los fines diametralmente opuestos de Menéndez Pelayo y de Giner. Para el<br />

polígrafo santanderino, España, si había de continuar siendo, tenía que ser en mucho lo<br />

que fue (...) Para Giner, por el contrario, España, si había de continuar siendo, tenía que<br />

ser en mucho lo que no fue; es decir, la España abierta y tolerante, con vocación<br />

europeísta, con conciencia integradora de los elementos diversos y multiformes de nuestra<br />

cotidiana realidad. Toda su labor pedagógica irá orientada en este sentido, y de aquí el<br />

lugar tan importante que, dentro de su sistema, ocupa la educación, pues esta educación, a<br />

escala nacional, será la que saque a España de la ignominia del momento, convencido –<br />

como está- de que la consecución de régimen estable para el país depende del mayor grado<br />

de educación del pueblo, esto es, que la democratización depende, implícitamente, de la<br />

instrucción 10 .<br />

Crítica de Marx al Estado burgués como Estado de Derecho.<br />

Ahora bien, fue precisamente Marx el que levantó acta de la contradicción existente<br />

entre la Idea de Hombre y la Idea de Ciudadano en la sociedad burguesa al criticar la<br />

Constitución francesa de 1793:<br />

Les droits de l´homme, los derechos humanos, se distinguen en cuanto tales de los<br />

droits du citoyen, los derechos políticos. ¿Quién es ese homme distinto del citoyen? Ni más<br />

ni menos que el miembro de la sociedad burguesa. ¿Por qué se llama hombre, hombre a<br />

secas? ¿Por qué se llaman a sus derechos “derechos humanos”? ¿Cómo explicar este<br />

hecho? Por la relación entre el Estado político y la sociedad burguesa, por lo que es la<br />

misma emancipación política.<br />

Constatemos ante todo el hecho de que, a diferencia de los droits du citoyen, los<br />

llamados derechos humanos, los droits de l´homme, no son otra cosa que los derechos del<br />

miembro de la sociedad burguesa, es decir del hombre egoísta, separado del hombre y de<br />

la comunidad (...) El Estado político se comporta tan espiritualistamente con la sociedad<br />

10 A.Jiménez Garcia, El krausismo y la Institución Libre de Enseñanza; pág 149<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

burguesa como el cielo con la tierra (...) Un solo acto constituye el Estado político y<br />

realiza a la vez la disolución de la sociedad burguesa en individuos independientes, cuya<br />

relación es el derecho como lo era el privilegio entre los hombres de los estamentos y los<br />

gremios. Ahora bien, el hombre en cuanto miembro de la sociedad burguesa, el hombre<br />

apolítico, tiene que aparecer como el hombre natural. Les droits de l´homme se presentan<br />

como droits naturels, porque la actividad consciente de sí se concentra en el acto político.<br />

El hombre egoísta es el resultado pasivo, meramente dado de la disolución de la sociedad,<br />

objeto de la certeza inmediata y por tanto objeto natural. La revolución política disuelve la<br />

vida burguesa en sus partes integrantes, sin revolucionar ni someter a crítica esas mismas<br />

partes. Para ella la sociedad burguesa, el mundo de las necesidades, del trabajo, de los<br />

intereses privados, del derecho privado son la base en que se apoya, un último presupuesto<br />

y por consiguiente su base natural. Por último el hombre en cuanto miembro de la<br />

sociedad burguesa pasa por el hombre propiamente tal, homme a diferencia del citoyen,<br />

pues es el hombre en su existencia sensible, individual, inmediata; en cambio el hombre<br />

político no es sino el hombre abstracto, artificial, el hombre como una persona alegórica,<br />

moral. El hombre real no es reconocido más que en la figura del individuo egoísta; el<br />

hombre verdadero en la del ciudadano abstracto. 11<br />

Desde la perspectiva kantiano-krausista (pre-marxista) del Gobierno, los derechos<br />

que amplían las libertades de los ciudadanos no son derechos positivos que unos<br />

ciudadanos ejercen frente a otros oponiéndose a ellos y a sus derechos, porque han<br />

conseguido la suficiente fuerza política para conquistarlos y defenderlos, sino derechos<br />

naturales cuya fuerza de obligar emana de la mismísima Naturaleza Humana intemporal.<br />

Desde estos presupuestos dogmáticos ¿quién puede manifestarse en contra de la ampliación<br />

de las libertades? El que lo haga, directamente será acusado de estar en contra de la defensa<br />

de los derechos humanos.<br />

Cualquier ciudadano que manifieste estar en contra de la ampliación de las<br />

libertades individuales, inmediatamente quedará descalificado como alguien que carece de<br />

11 Marx, Antología de textos, Ediciones Península, pág 54-51-58-59.<br />

324<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

las cualidades afectivo-emocionales o de las habilidades sociales necesarias para lograr<br />

ponerse en el lugar “del otro”; alguien, en suma, que no tiene buen talante. Nos<br />

atreveríamos a sostener que el buen talante es el concepto psicológico en el que se realiza la<br />

trascendental buena voluntad kantiana. Así que, para que los españoles tengamos todos<br />

buen talante, Educación para la Ciudadanía para todos desde bien pequeñitos.<br />

Por otro lado, el Gobierno tiene así, de este modo, acorralada a la Conferencia<br />

Episcopal, pues los Acuerdos Iglesia – Estado del año 1979 tienen rango legal de Tratado<br />

Internacional en materia de derechos humanos. ¿Busca el Gobierno una coartada para<br />

abordar una reforma de la Constitución en lo tocante a las relaciones del Estado con la<br />

Iglesia? Parece que por aquí van los tiros. Gregorio Peces-Barba en un artículo publicado<br />

en la revista Claves de Razón Práctica titulado La reforma de la Constitución dice lo<br />

siguiente:<br />

Para alcanzar aquel consenso todos tuvimos que ceder y abandonar muchos de<br />

nuestros principios más queridos. Los sectores procedentes del franquismo abandonaron<br />

su posición dominante y se sometieron a las reglas dela democracia. Los sectores de la<br />

oposición democrática de izquierdas-socialistas y comunistas- cedieron mucho, incluidos<br />

valores que estaban presentes en las instituciones de la Segunda República. Las renuncias<br />

de los sectores procedentes del franquismo tuvieron valor en tanto en cuanto facilitaron la<br />

viabilidad del nuevo proyecto; pero tuvieron menos porque el futuro del “status quo” era<br />

imposible. El franquismo carecía de futuro. Las renuncias de la izquierda fueron más<br />

relevantes, afectaron a la forma del Estado, a símbolos muy queridos, a una enseñanza<br />

laica y a una nueva forma de relación con la Iglesia Católica, entre otras cosas 12 .<br />

Ahora bien, la tesis que nosotros vamos a sostener aquí es que defender la<br />

existencia de una supuesta naturaleza humana intemporal de la cual brotan unos supuestos<br />

derechos humanos naturales, es tan dogmático como defender la existencia de unos<br />

12 Gregorio Peces-Barba, La reforma de la Constitución; Claves de Razón Práctica; Diciembre de 2004, nº<br />

148.<br />

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derechos naturales que brotan de Dios; la cuestión es que los llamados derechos humanos,<br />

ni son derechos porque son deberes, ni son naturales porque son positivos, esto es, deberes<br />

positivos de carácter precisamente ético y no moral o político 13 .<br />

El Ciudadano, la Naturaleza y Educación: Kant-Krause.<br />

Y una Idea de Ciudadano en armonía con la Idea de Naturaleza; esta es, a nuestro<br />

juicio, la esencia de la asignatura de Ciencias para el mundo contemporáneo:<br />

El sistema de la ciencia contiene todo el conocimiento y las ciencias particulares se<br />

integran y relacionan entre sí dentro de la ciencia universal que Krause gusta de llamar<br />

con el apelativo de Wesenlehre, ciencia del Ser, esto es, ciencia de Dios. Lo genuino de la<br />

ciencia es que constituye un todo orgánico o, como acertadamente dice un krausiste<br />

notable, la ciencia es un todo formado de muchas partes, un organismo (TIBERGHEIN,<br />

1875, VOL. Iv, p. 119). Para llegar a ser un todo orgánico la ciencia necesita estar<br />

informada por un solo principio; este principio tiene que ser a la vez principio del ser y del<br />

conocer, pues la unidad de la ciencia requiere unidad en el principio que la rige 14 .<br />

Krause desarrolló su metafísica en la dirección marcada por el criticismo<br />

espiritualista kantiano 15 . Concibe su “sistema de la ciencia”, el llamado “racionalismo<br />

armónico panenteísta” como la doctrina que expresa verdaderamente el sentido general de<br />

la filosofía crítica de Kant:<br />

Krause, como cualquier otro filósofo alemán de la época, se tiene por el único legítimo<br />

heredero de Kant, y en este sentido ataca a los pensadores idealistas anteriores, porque<br />

entiende que han desvirtuado la auténtica tradición kantiana (...) La doctrina de Krause<br />

pretende conciliar los idealismos subjetivos de Kant y Ficthe con los idealismos absolutos<br />

13 Gustavo Bueno, El sentido de la vida; Ed Pentalfa, Oviedo, 1996; Lectura quinta.<br />

14 A.Jiménez Garcia, El krausismo y la Institución Libre de Enseñanza; pág 43.<br />

15 Véase Gustavo Bueno, La fe del ateo, Ed. Temas de Hoy; Madrid 2007, págs 255-257: Criticismo<br />

filosófico y límites del criticismo kantiano.<br />

326<br />

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de Schelling y Hegel, pero esta reconciliación de los diferentes idealismos por vía del<br />

racionalismo armónico le lleva a Krause a una especie de eclecticismo como no podía ser<br />

menos al tomar de unos y de otros lo que cree más conveniente para su sistema (...) la<br />

oposición de Schelling, de quien había sido discípulo, y la persecución que sufrió durante<br />

más de veinte años por parte de la masonería, de la que fue expulsado en 1810 por haber<br />

divulgado en una obra sus secretos, fueron dos barreras insalvables para el conocimiento<br />

y difusión de sus obra (...) a la muerte de Fichte intenta ocupar su cátedra, pero no lo<br />

consigue por la fuerte oposición de la masonería 16<br />

Y precisamente en línea con el panenteísmo sitúa Gustavo Bueno hoy a la filosofía<br />

crítica de Kant:<br />

No es fácil reconocer en la obra de Kant un «sistema» teniendo a la vista las<br />

diversas posiciones que Kant mantuvo en Ontología. Sus pretensiones fueron, sin duda,<br />

sistemáticas; pero nos inclinamos a concluir que no logró establecer un sistema ontológico<br />

consistente, y esto no por negligencia o por cualquier otro motivo psicológico, sino porque<br />

objetivamente le habría sido imposible conciliar sus más características concepciones<br />

idealistas-críticas (expuestas en la Crítica de la Razón Pura de 1780) y, en particular, sus<br />

doctrinas espiritualistas sobre la Libertad, con las tendencias materialistas de su filosofía<br />

precrítica (por ejemplo, las que expuso en Historia general de la Naturaleza y Teoría del<br />

Cielo, de 1755), que intentó recuperar seis años después de la Crítica de la Razón Pura en<br />

sus Principios metafísicos de la ciencia natural (1786) y en otros escritos incluidos, como<br />

Opus Postumum, en los dos tomos de la edición canónica de las obras de Kant. Nuestra<br />

Tesis 7 se concreta en torno a la visión del «sistema ontológico kantiano» como sistema<br />

ambiguo e inconsistente, en realidad, como un embrión de sistema, que no pudo llegar a<br />

término, porque sus contradicciones internas afectaban al propio organismo en germen.<br />

(...) De esta manera cabría afirmar que Kant está recomponiendo, a partir del idealismo<br />

trascendental, la misma estructura de la ontología cristiana, es decir, la «obra de los seis<br />

días». Un Deus absconditus más allá de los fenómenos, pero que, cuando nos situamos en<br />

16 A.Jiménez Garcia, El krausismo y la Institución Libre de Enseñanza; pág 42.<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

la perspectiva de la Naturaleza, seguirá siendo un noúmeno (el noúmeno que Fichte o<br />

Hegel negarán como entidad trascendente a la realidad de la Naturaleza o de la Libertad).<br />

(...)La Ontología de Kant se nos ofrece, de este modo, como una reconstrucción, desde el<br />

idealismo, de la Ontoteología: Dios creador y su obra de los seis días, en la que<br />

sucesivamente, desde la Nada, van apareciendo «evolutivamente» los diferentes reinos de<br />

la Naturaleza, y, después de ellos, los de la Libertad humana (la Antropología). Libertad<br />

que culmina con la constitución de la ley moral, que es santa, y reclama de nuevo el Alma<br />

racional, el Mundo, ordenado al servicio del hombre, y Dios. Pero no es posible la<br />

transición de la Metafísica de la Naturaleza (a partir del horizonte epistemológico del que<br />

se había partido: espacio y tiempo como formas a priori, categorías) a la Física, que<br />

habría de ir orientada a un monismo de signo naturalista (o materialista). Ni es posible la<br />

transición de la metafísica moral de la libertad a la antropología, y menos aúna la historia<br />

humana, que Kant también reconstruye (siguiendo, por cierto, la pauta del Génesis) en<br />

1786 –el mismo año de la publicación de los Principios metafísicos de las ciencias<br />

naturales– en su Presunto comienzo de la historia humana. El idealismo transcendental<br />

hace imposible vincular en un sistema consistente la Ontología General, la Ontología de la<br />

Naturaleza y la Ontología de la Libertad. Se limita a yuxtaponer estas partes de la<br />

Ontología, siguiendo la pauta de la Ontoteología tradicional cristiana, y prescindiendo,<br />

eso sí, de cualquier contenido positivo de la Religión (La Religión en los límites de la razón<br />

pura). Kant se situaría así más cerca del panteísmo evolutivo, o del panenteísmo, que<br />

formularán sus sucesores, que del agnosticismo, o del ateísmo, o del teísmo 17<br />

Kant y la Biblia.<br />

En el libro de Andrés Lema-Hincapié Kant y la Biblia. Principios kantianos de<br />

exégesis bíblica, (Editorial Anthropos) hemos encontrado elementos más que suficientes<br />

para apoyar o confirmar este diagnóstico que ahora hace el profesor Gustavo Bueno sobre<br />

17 Gustavo Bueno, Confrontación de doce tesis características del sistema del Idealismo trascendental con<br />

las correspondientes tesis del Materialismo filosófico, El Basilisco, 2ª época, nº 35, 2004, págs 29-30.<br />

328<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

la ontología kantiana como onto-teología. Jean Grondin autor del prólogo al citado libro<br />

nos dice lo siguiente:<br />

Véase esta única pregunta: ¿puede la razón pura conocerse a sí misma<br />

directamente? Al igual que Descartes, Kant parece presuponer una respuesta positiva a lo<br />

largo de su obra, pero ésta es una evidencia que las dos vertientes de su filosofía crítica ,<br />

la teórica y la práctica, ponen en duda y de manera muy fundamental. De hecho, los<br />

Paralogismos muestran que la razón pura sucumbe a sofismas cuando pretende conocerse<br />

así misma. Todo aquello que puede decirse con certeza de nuestro pensamiento es que<br />

piensa –dice Kant. Todos conocen su cáustica conclusión: el “yo pienso” constituye el<br />

“único texto” de la psicología racional. El pensamiento es pues un texto, a la espera de<br />

hermeneútica (...) La razón pura va entonces acompañada de hermeneútica. De allí,<br />

quizás, la tendencia prometeica de Kant a excluir la hermeneútica de su empresa, aún<br />

cuando no pueda no practicarla. Es esta hermeneútica no escrita la que Andrés Lema-<br />

Hincapié nos permite descubrir al poner a la luz los principios más o menos declarados de<br />

la exégesis kantiana. Así, el señor Lema-Hincapié nos ayuda a comprender a Kant mejor<br />

de lo que él mismo llegó a comprenderse 18 .<br />

Y el propio autor de la obra, Lema-Hincapié, reproduciendo algunos pasajes de la<br />

Crítica de la razón práctica y de El conflicto de las facultades nos precisa en la<br />

Introducción:<br />

Como habré de mostrarlo en los desarrollos posteriores de esta investigación, la<br />

exégesis de Kant lucha sin descanso para expulsar lo arbitrario del sentimiento en relación<br />

con la interpretación escritutaria. El sentido moral que la razón práctica asigna a las<br />

Escrituras se dice libre de las fantasmagorías del “misticismo religioso en consideración<br />

del amor de Dios” y del “misticismo meramente moral que infecciona muchos espíritus”<br />

(...)<br />

18 Andrés Lema-Hincapié Kant y la Biblia. Principios kantianos de exégesis bíblica, Editorial Anthropos,<br />

pág XI-XII<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

Para Kant, la Biblia, que es “el texto de la religión considerada revelada” guarda<br />

junto a la ganga estatutaria, válida únicamente dentro de una creencia histórica, una<br />

doctrina religiosa pura en armonía con las exigencias de nuestra moralidad. Caracterizar<br />

esta doctrina religiosa pura o esta fe de la razón, y fundar un acuerdo entre lo bíblico<br />

revelado y lo racional práctico será tarea principal de los trabajos interpretativos de Kant.<br />

Las escrituras como vehículo o instrumento de “conducción” moral son asimismo el “texto<br />

de una doctrina de fe sistemática, tanto por la exposición catequística como por la<br />

homilética”<br />

(...) En este sentido, la interpretación kantiana de la Biblia se quiere heredera de<br />

un uso catequético de la Biblia. Aquellas verdades que los relatos y las representaciones<br />

bíblicas nos ofrecen responden a un deseo radicalmente humano por una confirmación<br />

sensible, en la experiencia (per viam analogiae), de nuestros conceptos y principios<br />

prácticos más elevados.<br />

El valor homilético de las escrituras consiste en su naturaleza de ser un llamado a<br />

nuestro corazón, en su naturaleza de poder interpelar las disposiciones originarias de<br />

nuestra voluntad. Los pasajes y las imágenes bíblicas permiten elaborar un sermón cuyo<br />

fin es el mejoramiento práctico del hombre. Este mejoramiento adquiere dos formas<br />

complementarias: por una parte, el mejoramiento es individual, es decir, él concierne a<br />

cada uno de los lectores. Por otra parte, el mejoramiento se hace manifiesto en el camino<br />

que va de una comunidad ética concreta a una Iglesia invisible. La comunidad ética tiene<br />

como fundamento la Biblia en cuanto algo históricamente revelado. A su turno,<br />

desbordando los límites estrechos de un fe de iglesia, la Biblia sirve de apoyo sensible a la<br />

Iglesia invisible, esto es a la comunidad ética perfecta, inalcanzable por siempre y que<br />

como horizonte abierto anima a los hombres hacia la perfectibilidad moral. Aquí es donde<br />

reside el privilegio de las escrituras, y no en su carácter revelado. Gracias a su<br />

colaboración en el origen de dos Iglesias históricas –el judaísmo y el cristianismo-, la<br />

330<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

Biblia contribuye a la realización del objetivo del objetivo religioso de la razón: la<br />

perfección moral del hombre 19 .<br />

Kant, un cura laico.<br />

Y por lo que sabemos, este valor homilético de las escrituras debió estar siempre<br />

muy presente en las lecciones de filosofía moral que impartía Kant en la Universidad de<br />

Königsberg. Véase si no el modo en que un alumno suyo le recuerda como profesor de<br />

filosofía moral:<br />

La importa dejada por sus cursos sobre filosofía moral era tan honda que un<br />

antiguo alumno (Jachmann) todavía se entusiasmaba con su evocación después de dos<br />

décadas: “¡Cuán a menudo nos conmovía hasta hacernos saltar las lágrimas, con cuánta<br />

frecuencia lograba estremecer nuestro corazón, de forma que tanto nuestro espíritu como<br />

nuestro sentimiento se veían liberados de las cadenas del eudemonismo egoísta y elevados<br />

hasta la autoconciencia de la voluntad libre! Kant nos parecía entonces inspirado por una<br />

fuerza celestial que sabía contagiar a quienes le escuchábamos llenos de admiración. En<br />

verdad, nadie salía de sus clases sobre ética sin haber mejorado su talante moral 20<br />

Kant era, pues, en términos de Marx, algo bastante parecido a un cura laico:<br />

Ciertamente Lutero venció la esclavitud por devoción; pero poniendo en su lugar la<br />

esclavitud por convicción. Si quebró la fe en la autoridad, fue porque restauró la autoridad<br />

de la fe. Si transformó a los curas en laicos, fue porque transformó a los laicos en curas 21<br />

Kant o Marx ¿qué dirección habrá de seguir la filosofía materialista?<br />

19 Andrés Lema-Hincapié Kant y la Biblia. Principios kantianos de exégesis bíblica, Editorial Anthropos;<br />

véase Introducción.<br />

20 Karl Vorländer, Immanuel Kant. Der Mann und das Werk, vol II, Felix Meiner, Berlín, 1924, p<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

Kant no parte “in media res” de la obra hecha por los hombres en el mundo a través<br />

de la ciencia (el famoso factum kantiano), sino que parte de la obra hecha por Dios en seis<br />

días, esto es, Kant parte de la Biblia, y desde su filosofía crítica procede a darle “brillo y<br />

esplendor” a las Sagradas Escrituras para que tengan un sentido práctico racional.<br />

Descartamos, pues, que la filosofía materialista pueda desarrollarse en la dirección marcada<br />

por Kant. Para Kant, la filosofía mundana es la fe del vulgo y la filosofía académica la fe<br />

del filósofo. Y no parte de la física en marcha con la gravitación newtoniana, porque para<br />

Kant, el progreso que se ha producido de Kepler a Newton es un progreso que se mantiene<br />

a nivel fenoménico, prueba de que para Kant, los fenómenos se dan en la conciencia del<br />

sujeto como fenómenos formalmente constituidos, pues materialmente, el fenómeno se da<br />

como apariencia sin sentido para el sujeto (caos de sensaciones procedentes del noúmeno).<br />

El seguro camino de la verdad (el camino de los juicios sintéticos a priori) es el camino del<br />

progreso en la perfección de la medición de los fenómenos, pero no el camino del regressus<br />

de los fenómenos a la esencia de los mismos.<br />

La crítica a la “razón pura” (al gnosticismo) sin concesión alguna a fuentes<br />

irracionales de conocimiento, partiendo “in media res” del trabajo que hacen los hombres<br />

en el mundo a través de las ciencias, es algo que hizo Carlos Marx en su Crítica a la<br />

Economía Política; Toda ciencia estaría de más si la forma de manifestarse las cosas y la<br />

esencia de éstas coincidiesen directamente, dice Marx. Para Marx la Economía Política está<br />

de más como ciencia porque es simplemente ideología, un saber que describe la forma en la<br />

que se manifiestan los fenómenos económicos pero que es incapaz de regresar a la esencia<br />

de los mismos; en comparación con las ciencias de la naturaleza (incorporadas por Marx a<br />

la producción histórica como fuerzas productivas), capaces de regresar a la esencia de los<br />

fenómenos (como reconoce el propio Engels al negar la existencia del noúmeno), la<br />

Economía Política resulta ser, para Marx, un saber ideológico a través del cual una clase<br />

social determinada, la clase capitalista, “encubre” su dominio sobre las otras dos clases<br />

sociales que integran la estructura social de la sociedad capitalista, a saber: la clase obrera y<br />

la clase terrateniente. No podemos decir que Marx haya representado explícitamente una<br />

21 Marx, Antología de textos seleccionados por Jacobo Muñoz, Ediciones Península, pág 43.<br />

332<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

teoría sobre los límites de la ciencia a partir de un análisis gnoseológico de las ciencias en<br />

marcha. Ni tampoco podemos aventurar ninguna tesis a cerca del grado en el que dicha<br />

teoría de la ciencia pudiera estar siendo ejercitada por Marx en su crítica. Pero sí podemos<br />

afirmar que el pluralismo ontológico-general implicado en la tesis platónica de la symploké<br />

de las Ideas está ejercitado por Marx a través de la Idea de Naturaleza que aparece en los<br />

Grundrisse 22 , una obra en la que Marx planifica desarrollar su crítica al capitalismo (a la<br />

sociedad capitalista) es seis tomos, de los cuales sólo uno salió a la luz, el correspondiente a<br />

los libros de El Capital 23 . Por tanto, parece claro que Marx planeaba desarrollar una crítica<br />

al capitalismo que se quedó solamente en una crítica al capital, pero que según sus planes,<br />

debía desarrollarse también como crítica a la propiedad terrateniente, crítica al trabajo<br />

asalariado (las tres primeras críticas constituirían, según Marx, la “totalidad interna de la<br />

circulación”), crítica de la “síntesis dentro del Estado” de la “totalidad interna de la<br />

circulación”, crítica a las relaciones exteriores del Estado en función del volumen de su<br />

participación en el comercio internacional, y finalmente, crítica de las crisis del capitalismo<br />

en el contexto del mercado mundial 24 .<br />

Por tanto, parece evidente que no debe confundirse, por un lado, capital con<br />

capitalismo y, por otro lado, parece evidente también que las clases sociales que integran la<br />

estructura social de la sociedad burguesa son, según Marx, tres (clase capitalista, clase<br />

terrateniente y clase obrera) y no dos (burguesía y proletariado); si burguesía y proletariado<br />

son clases, entonces lo son en un sentido diferente en que lo son la clase capitalista y la<br />

22 Gustavo Bueno, Sobre el significado de los Grundrisse en la interpretación del marxismo; Rev. Sistema,<br />

nº2, 1973, pág 27.<br />

23 Michael A. Lebowitz, Más allá de El Capital, Ed Akal, Madrid, 2005, pág 74.<br />

24 Michael A. Lebowitz, Más allá de El capital. La economía política de la clase obrera en Marx, Ed. Akal,<br />

pág 74: No se trata de referencias aisladas: la concepción de su obra como un trabajo en seis tomos puede<br />

encontrarse en las páginas de los Grundrisse, los cuadernos en los que Marx estaba trabajando es esa época.<br />

Los primeros tres libros servirán a la determinación de “la totalidad interna” de la circulación, estudiando las<br />

tres clases que consideraba como premisas de la actividad económica. Tras ese desarrollo de la estructura<br />

interna de la producción, iba a desarrollar la “síntesis dentro del Estado”, el Estado externamente en el<br />

volumen sobre comercio internacional y, finalmente, el mercado mundial (y las crisis). Sólo en el último de<br />

estos libros sería adecuadamente investigado el tema del capitalismo; dicho esto, entonces el autor cita a<br />

Marx: El comercio mundial, la conclusión, en la que la producción se plantea como totalidad unida en todos<br />

sus momentos, pero en la que al mismo tiempo entran en acción todas las contradicciones. El mercado<br />

mundial constituye entonces, de nuevo, tanto la premisa del todo como su sustrato.<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

clase obrera respectivamente. Pero ahora no podemos extendernos más sobre este crucial<br />

asunto.<br />

El triunfo de Kant sobre Platón y Marx, se ve en los textos que el legislativo escribe<br />

para orientar la actividad docente del profesorado.<br />

La sustancia de la filosofía kantiana es hoy, precisamente, el principio activo que<br />

riega ideológicamente el engranaje de las estructuras de nuestro presente:<br />

Nuestras primeras palabras, en esta conmemoración del segundo centenario de la<br />

muerte de Kant, sean de reconocimiento a su condición de astro de primera magnitud en el<br />

horizonte de la historia del pensamiento occidental. Podría afirmarse que la presencia de<br />

Kant, en el siglo XXI, es más inmediata que la que pudo tener en los siglos XIX y XX, hasta<br />

la caída del nazismo y de la Unión Soviética. La presencia de Kant, durante los siglos XIX<br />

y XX, habría estado, por decirlo así, mediatizada por los nuevos principios que fueron<br />

abriéndose a través de Hegel, Comte y Marx; y en su proyección concreta en el siglo XX,<br />

del nazismo, la tecnocracia y el comunismo soviético, respectivamente. Pero una vez que el<br />

nazismo y el comunismo han caído, y una vez que las tecnocracias, y la idea del progreso<br />

que ellas implicaban, han sido reducidas a límites más estrechos, Kant recupera la<br />

hegemonía. Por ello, cuando conmemoramos la muerte de Kant, no lo hacemos en nombre<br />

de su memoria, sino en nombre de la percepción de Kant que el presente comienza a tener.<br />

El reconocimiento de la actualidad de Kant va ligado, por tanto, a la idea de que Kant es<br />

el punto de cristalización de las ideologías de la época moderna, que revolucionan el<br />

orden antiguo: de la Ilustración, de la Democracia y de la Ciencia 25 .<br />

Por tanto, para alguien que pretenda mantenerse en la tradición dialéctica de la<br />

filosofía académica desde coordenadas metodológicas platónico-marxistas, Kant no es<br />

25 Gustavo Bueno, Confrontación de doce tesis características del sistema del Idealismo trascendental con<br />

las correspondientes tesis del Materialismo filosófico, El Basilisco, 2ª época, nº 35, 2004, pág 3.<br />

334<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

actualmente una guía, es más bien una fortaleza a atacar. (...) hay que liberarse del yugo<br />

kantiano 26 .<br />

El triunfo de Kant en la reforma de los planes de filosofía para la enseñanza media<br />

es patente tanto metodológica como doctrinalmente.<br />

Decíamos al principio de nuestra exposición que se ha removido el contenido de la<br />

asignatura de Filosofía I y que la materia de dicho contenido se ha configurado de otro<br />

modo. Nuestra tesis es que se ha configurado de un modo kantiano.<br />

La nueva materia de bachillerato Filosofía y Ciudadanía “se configura –dice el<br />

Real Decreto-- con un doble planteamiento: por un lado, pretende ser una introducción a<br />

la filosofía y a la reflexión filosófica; por otro, y continuando el estudio de la ciudadanía<br />

planteado en la etapa obligatoria, pretende retomar lo que es la ciudadanía y reflexionar<br />

sobre su fundamentación filosófica”. Así pues:<br />

a) por un lado, el lado de la “racionalidad teórica”, “piensa lo que quieras”; desde los<br />

presupuestos “teórico-filosóficos” del proyecto de educación para la ciudadanía, da igual lo<br />

que el profesor de filosofía vaya a hacer pensar a los alumnos por este “lado teórico”, ya<br />

que la verdad sobre el contenido de los asuntos que le incumben a este lado de la<br />

racionalidad discurre ya por el “seguro camino del Sistema de la ciencia”; ya anunciamos<br />

anteriormente que esta es la razón de ser de la asignatura de Ciencias para el Mundo<br />

Contemporáneo”; Una asignatura que desempeña, por tanto, un papel fundamental en el<br />

proyecto de educación ciudadana que trata de llevar a cabo el Gobierno. El “vacío” del que<br />

adolece la “racionalidad teórica” en el Real Decreto es, como el propio vacío físico, una<br />

apariencia falaz configurativa de ausencia 27 .<br />

26 http://www.fgbueno.es/hem/2004b12.htm<br />

27 Véase Gustavo Bueno, Televisión: apariencia y verdad, Ed Gedisa, Barcelona 2002, págs 28-36.<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

b) y por el otro lado, el lado de la “racionalidad práctica”, lo que te dice el legislador es<br />

“pero obedece”, esto es, fundamenta filosóficamente el ser ciudadano haciendo al alumno<br />

pensar lo que te decimos que tiene que pensar al respecto.<br />

La tesis central que recorre ahora (y novedosamente) todo el programa de la<br />

asignatura Filosofía y Ciudadanía es que la filosofía se divide o bien en filosofía teórica o<br />

bien en filosofía práctica. Esta tesis es claramente kantiana 28 . Kant está presente en el<br />

proyecto filosófico del Gobierno tanto metodológica como doctrinalmente. Para Kant, la<br />

filosofía, en general, según la forma del conocimiento, se divide en filosofía especulativa y<br />

en filosofía práctica. Pero este criterio de división se cruza, a su vez, con otro que divide<br />

materialmente a la filosofía en función de su objeto. Y en función de su objeto, para Kant,<br />

toda filosofía o bien es filosofía teórica o bien es filosofía práctica. Si hacemos el cruce<br />

tenemos:<br />

a) Filosofía teórica-especulativa (teoría-teórica).<br />

b) Filosofía teórica-práctica (teoría-práctica).<br />

c) Filosofía práctica-especulativa (práctica-teórica).<br />

d) Filosofía práctica-práctica (práctica-práctica).<br />

En el programa de la asignatura, “el legislador” está ejercitando una Filosofía<br />

práctica-especulativa, es decir, que la aparentemente “parte práctica” (sin más) del temario,<br />

en realidad es una parte práctica cargadita de teoría. Para darse cuenta de ello, basta con<br />

comparar el Decreto 39/2002, de 5 de marzo de la Comunidad Valenciana, que regula,<br />

todavía hoy, el programa de la asignatura de Filosofía I en esta Comunidad, con el Real<br />

Decreto ministerial en el que figura el programa de la nueva asignatura de Filosofía y<br />

28 Puede consultarse en este sentido el Proemio de sus Lecciones de Ética. Krause, como buen discípulo de<br />

Kant, recogió la tesis del maestro a cerca del primado de la racionalidad práctica sobre la racionalidad teórica;<br />

los krausistas españoles siempre lo tuvieron claro: No creemos necesario insistir en el carácter reformador<br />

y práctico de la filosofía de Krause. Los mismos krausistas y los historiadores del krausismo han puesto de<br />

relieve insistentemente que la doctrina de Krause, sobre todo en su modalidad española, fue una tendencia<br />

a la reforma práctica de la vida, de la cultura y del modo de ser español; A.Jiménez Garcia, El krausismo y<br />

la Institución Libre de Enseñanza; págs 81-82.<br />

336<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

Ciudadanía. El Decreto 39/2002 tiene un núcleo temático que se enuncia con un rótulo que<br />

dice:<br />

Estado”.<br />

“El poder y el Estado. Principales teorías sobre el origen de la sociedad y el<br />

El criterio de evaluación que especifica los conocimientos que el alumno debe tener<br />

en relación a este tema dice:<br />

“reconocer y explicar aspectos significativos de la vida humana en sociedad,<br />

analizando los problemas fundamentales que la filosofía plantea sobre la<br />

organización social, la relación individuo-sociedad y las distintas formas de<br />

gobierno. Este criterio hace referencia a la capacidad de explicar la dimensión<br />

social del ser humano, para comprender y valorar la organización social como<br />

marco del desarrollo personal, así como el origen del Estado”.<br />

Ni una sola mención a que el alumno tenga que tomar partido por un tipo<br />

determinado de teorías que tengan que ser identificadas por él como aquellas teorías que<br />

ofrecen los fundamentos filosóficos que legitiman su acción político-moral como ciudadano<br />

de un determinado tipo de sociedad política. Por tanto, aquí el profesor tiene libertad (de<br />

cátedra) para tomar partido (apagógicamente) por un tipo determinado de filosofía y, desde<br />

ella, tejer sistemáticamente una “teoría de teorías” para exponer la cuestión de un modo<br />

crítico, contrastando cada una de las filosofías clasificadas con aquella que le haya<br />

permitido a él hacer su clasificación sistemática y, por tanto, justificando dialécticamente<br />

ante el alumno su toma de partido. No de otro modo procede metodológicamente la<br />

filosofía académica o platónica (valga la redundancia) 29 .<br />

29 Por filosofía académica entendemos nosotros, con todo el derecho que nos confiere la historia, la filosofía<br />

de tradición platónica. Platón fue el fundador de la Academia, y con ella, de un método característico de<br />

filosofar: el método dialéctico. Un método que comporta, entre otras cosas, la exposición del “estado de la<br />

cuestión” en el presente (científico, político, religioso, &.), la determinación de las diversas alternativas<br />

(generalmente en la forma de una taxonomía de teorías, o, en general de una “teorías de teorías” pertinente) y<br />

el análisis crítico de todas ellas, tomando partido, si es posible, por alguna, bien sea atraídos por la evidencia<br />

intrínseca de sus fundamentos positivos, bien sea huyendo de la debilidad de los fundamentos que apreciamos<br />

en las alternativas rechazadas; Gustavo Bueno, EL sentido de la vida. Seis lecturas de filosofía moral, Ed.<br />

Pentalfa, Oviedo, 1996, pág 8.<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

En el plan de estudios de la asignatura de Filosofía y Ciudadanía recogido en el Real<br />

Decreto ministerial está este mismo tema pero enunciado de este otro modo:“Origen y<br />

legitimidad del poder político”.<br />

El cambio es evidente: se ha introducido la palabra “legitimidad”. ¿Por qué? La<br />

respuesta la tenemos en el enunciado del criterio de evaluación que especifica los<br />

conocimientos que debe adquirir el alumno al estudiar este “nuevo” tema:<br />

“Señalar las diferentes teorías acerca del origen del poder político y su<br />

legitimación, identificando las que fundamentan el Estado democrático y de<br />

derecho y analizar los modelos de participación y de integración en la<br />

compleja estructura social de un mundo en proceso de globalización. Con este<br />

criterio se trata de valorar la asimilación del origen y la legitimidad del poder<br />

político, de las diferentes concepciones del Estado y de la fundamentación y<br />

funcionamiento de la democracia, analizando las posibilidades y el deber de<br />

intervención del ciudadano y de la ciudadana, tomando conciencia de la<br />

necesidad de participar en la construcción”.<br />

Es claro: el alumno tiene que tomar partido por las teorías que ofrecen los<br />

fundamentos filosóficos que legitiman su participación ciudadana en una forma de sociedad<br />

política determinada (el llamado Estado Social y democrático de Derecho), sin duda porque<br />

se considera, dogmáticamente, que dicha forma de sociedad política (la democracia de<br />

mercado pletórico y juegos de azar como mecanismo de movilidad social) es la única forma<br />

posible que puede contener unos fundamentos filosóficos verdaderos. Simplemente, se ha<br />

cerrado el paso a cualquier intento de poder ejercitar la crítica dialéctica al imposibilitar que<br />

en el presente entren las corrientes de experiencia del pasado procedentes de sociedades ya<br />

fenecidas.<br />

En definitiva: el legislativo manda a los profesores que tomen la filosofía que les<br />

propone como la filosofía mundana a la que tienen que dar brillo y esplendor desde su arte<br />

338<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

académico.<br />

Principio de obediencia debida, desobediencia civil y libertad de cátedra.<br />

Tenemos que reconocer que la jugada es magistral; “piensa lo que quieras, pero<br />

obedece”. ¿Cabe algo más impecablemente democrático? ¿de dónde extraer la “legitimidad<br />

moral” para resistirse a obedecer al Estado Democrático de Derecho? Como vamos a tratar<br />

de demostrar, el Gobierno se opone a la objeción de conciencia promocionada por la<br />

Conferencia Episcopal a la asignatura, desde el principio formalista de la obediencia debida<br />

también claramente kantiano. Según este principio formalista, la objeción de conciencia<br />

está pensada en relación a la forma de la ley en general, sin atender al contenido específico<br />

de su materia; por tanto, la objeción de conciencia no puede ser una dimensión de la buena<br />

voluntad humana (excepción hecha, claro está, de la objeción de conciencia al deber de<br />

defender a España con las armas; esta objeción de conciencia vinculada a la “paz perpetua”<br />

(¡que curioso verdad!) es la única que estaba amparada legalmente por la Constitución en<br />

su art. 30.2).<br />

Así pues, frente al dogmático derecho natural jurídico-político postulado por el<br />

Gobierno para defender el principio formalista kantiano de la obediencia debida, tenemos<br />

el no menos dogmático poder civil natural postulado por la doctrina de la Iglesia para<br />

defender la objeción de conciencia. La cuestión es que la Iglesia lleva siglos defendiendo<br />

esa doctrina 30 , y, en cambio, hasta ahora, ningún Gobierno democrático se había visto en la<br />

necesidad de tener que hacer una defensa tan ostentosa del principio kantiano de la<br />

obediencia debida a las leyes promulgadas de forma legítima por el Estado de Derecho.<br />

La Iglesia Católica, al defender la objeción de conciencia a la ley, no está<br />

defendiendo ningún derecho natural de contenido político; está defendiendo un deber moral<br />

30 Citamos aquí, como paradigma de la doctrina de la Iglesia en este asunto, la obra de Francisco de Vitoria,<br />

Sobre el poder civil, una obra en consonancia con los valores del humanismo renacentista; es sobradamente<br />

conocido el hecho de que Vitoria es reconocido como el fundador del derecho internacional por sus obras<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

del ciudadano, a saber: la desobediencia civil ante lo injusto; por motivos teológicos (o<br />

quizás meramente diplomáticos) la Iglesia le llama a este deber “objeción de conciencia”,<br />

pero para nosotros, que somos materialistas y lo de la conciencia nos parece algo “oscuro y<br />

confuso” (“La conciencia es como una cámara oscura: invierte la realidad y traspone lo que<br />

está arriba a lo que está abajo, y viceversa”, decía Marx) es lisa y llanamente el deber de<br />

todo ciudadano de resistir a los desmanes totalitarios o tiránicos del poder político; la<br />

Iglesia dirá que ese deber obliga en conciencia porque la fuerza de obligar emana o brota de<br />

Dios; nosotros decimos que la fuerza de obligar emana o brota de ella misma en tanto que<br />

institución pública que tiene la fuerza social necesaria para movilizar y organizar a la<br />

ciudadanía en su lucha de resistencia civil contra el poder político. Es el Estado el que está<br />

sosteniendo que los ciudadanos no tenemos derecho a ejercer ese deber civil, primero<br />

porque no es legal (el derecho a la objeción de conciencia sólo es recogido por la<br />

Constitución en relación a las obligaciones militares, art. 30.2), y segundo porque, como<br />

dice el kantiano Peces-Barba, la desobediencia civil u objeción de conciencia no es “una<br />

dimensión de la (buena) voluntad humana”. Por tanto, es el Estado el que está suponiendo,<br />

desde su humanismo metafísico, un humanismo ilustrado tan metafísico como el<br />

humanismo renacentista de Vitoria, una Naturaleza Humana intemporal de la cual brotan,<br />

“desde la eternidad”, unos supuestos derechos humanos absolutos. Para el Gobierno los<br />

derechos ciudadanos son la realización positiva de derechos naturales, y por eso el<br />

contenido de la educación que quiere impartirse incluye Ciudadanía y Derechos Humanos,<br />

dando por supuesta, de forma gratuita, la armonía entre el Hombre y el Ciudadano. Pero<br />

¿quién es ese Hombre distinto del Ciudadano? ¿Dónde está esa Humanidad de la cual<br />

formaría parte, supuestamente, este Hombre intemporal?<br />

Por las declaraciones que han venido haciendo hasta ahora, todo parece indicar que<br />

los “padres espirituales” del proyecto educativo tienen bien claro que la resistencia al<br />

mismo por vía jurídica no llevará a los rebeldes a ningún puerto que no sea su ruina. Se<br />

saben ganadores. De eso no tenemos ninguna duda.<br />

Sobre los indios y Sobre el derecho de la guerra; Existe una edición de estas tres obras de Vitoria en la<br />

Editorial tecnos.<br />

340<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

El uso en sentido positivo del derecho a la libertad de cátedra (art. 20 c) de la<br />

Constitución) lo tienen limitado los profesores de enseñanzas no universitarias por la<br />

sentencia del tribunal Constitucional STC 5/1981, de 13 de febrero. Según esta sentencia<br />

que, sin duda, debe conocer muy bien el gobierno, el contenido positivo de este derecho<br />

disminuye en los niveles educativos inferiores al universitario porque en estos niveles el<br />

profesor “no puede orientar ideológicamente su enseñanza con entera libertad de la<br />

manera que juzgue más conforme a sus convicciones”<br />

Veamos lo que piensan algunos de los “padres espirituales” de la educación<br />

ciudadana sobre el derecho a la objeción de conciencia de los padres, y entonces podremos<br />

sacar conclusiones a cerca qué es lo que le podría pasar a un profesor de filosofía que<br />

decidiera resistirse al mandato apelando al uso de su derecho a la libertad de cátedra en<br />

sentido negativo, un uso que, según la sentencia del Constitucional arriba citada, habilita al<br />

docente de cualquier nivel educativo “para resistir cualquier mandato de dar a la<br />

enseñanza una orientación ideológica determinada”.<br />

Para José Antonio Marina (filósofo de reconocido prestigio en España, asesor de la<br />

patronal católica del sector de la enseñanza privada en temas de educación para la<br />

ciudadanía, y autor del libro de texto de la editorial SM, vinculada a la orden de los<br />

marianistas en cuyo seno se educaron los Rubalcaba, Marchesi y Alejandro Tiana,<br />

promotores de la LOGSE) “no hay ninguna justificación” posible para plantear la objeción<br />

de conciencia a la asignatura, ya que según él, ¡atención! “sería como declararse objetor a<br />

que se estudie la Teoría de la Evolución”. Marina dice que el derecho de los padres a<br />

educar a sus hijos “no es absoluto” porque está limitado por el “derecho del niño a ser bien<br />

educado”. Para echarse a temblar.<br />

Siguiendo la senda del filósofo, el Sr. Ramón Areces, presidente del Principado de<br />

Asturias, repitió ese prodigio de tesis gnoseológica para justificar su decisión de recurrir la<br />

decisión de la sala de lo contencioso administrativo del Tribunal Superior de Justicia de<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

Asturias de suspender cautelarmente la obligatoriedad de asistir a clase de Educación para<br />

la Ciudadanía a unos alumnos cuyos padres habían decidido acogerse a la objeción<br />

conciencia.<br />

La medida cautelar debió escocer mucho porque obligó a salir a escena, ni más ni<br />

menos, que a Gregorio Peces-Barba. En la presentación de su libro Educación para la<br />

Ciudadanía y los Derechos Humanos (Ed. Espasa), el “padre” de la Constitución y del<br />

proyecto ideológico, afirmó que era “imposible” que el Tribunal Superior de Justicia de<br />

Asturias fallara a favor de los padres cuando se pronunciara finalmente sobre “el fondo” del<br />

asunto (llegó a insinuar que ponía en juego su prestigio profesional a que así ocurriría). Sus<br />

razones: la objeción de conciencia “no es una dimensión de la voluntad humana de los<br />

ciudadanos ni basta con que uno la declare”; “¿qué sociedad podría resistir si unos<br />

obedecen y otros deciden no hacerlo?”, se preguntó. Vino a concluir que la objeción de<br />

conciencia no es legítima porque “no es legal”, y que no es legal porque ni está respaldada<br />

por el Estado a través de una ley, ni hay sentencias del Tribunal Constitucional relacionadas<br />

con asuntos de esta naturaleza (este señor sabe perfectamente que nuestras democracias son<br />

bastante kantianas). Así que advirtió a los padres de los niños que si decidían llevar<br />

demasiado lejos su rebeldía, sus hijos podrían quedarse sin el graduado al no cursar la<br />

asignatura 31 .<br />

Por tanto, si algún profesor decide resistir y declararse en rebeldía apelando al uso<br />

negativo de su derecho a la libertad de cátedra, se le dirá que su libertad de cátedra está<br />

limitada por el Tribunal Constitucional, y que no tiene ningún derecho a “imponer” su<br />

31 El día 13 de febrero aparecía una noticia en el diario El Mundo que decía: “La Justicia asturiana rechaza el<br />

derecho a objetar en educación para la Ciudadanía”; según el diario, “las sentencias señalan que los<br />

contenidos de la asignatura no vulneran los derechos fundamentales y admiten el derecho del Estado a regular<br />

y planificar las materias y los contenidos de la enseñanza, independientemente de las convicciones morales de<br />

cada uno”; “Es tas primeras sentencias, siete en total, -continúa diciendo el diario- han sido calificadas de<br />

“positivas” por el Gobierno del Principado. Sin embargo, para Benigno Blanco, el presidente del Foro<br />

Español de la Familia, la sentencia no dedica “ni una sola línea a analizar la incompatibilidad entre los<br />

contenidos de Educación para la Ciudadanía y la objeción de conciencia de los padres, con lo que, a su juicio,<br />

no hace referencia “en nada” a la cuestión que éstos le han planteado al Tribunal”. Es evidente que Peces<br />

Barba es un experto que no se equivoca y que el pobre de Benigno todavía no se ha enterado de lo kantianos<br />

que son nuestros Estados de Derecho.<br />

342<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

“filosofía”, pues para estos señores, cualquier filosofía que no sea la suya es “ideología”,<br />

dado que la suya sería para ellos “ciencia del ser” al considerar que su “sustancia” está<br />

disuelta, pero actuante, en el diálogo inter-disciplinar y pluri-disciplinar de las ciencias<br />

(naturales y humanas), único método posible, el del “diálogo”, de acercamiento a la<br />

verdad 32 . De ahí que Gregorio Peces-Barba manifestara también su “temor”, en la<br />

presentación de su libro (a la que aludíamos antes), a que la asignatura se convirtiera en una<br />

“maría” por causa de un “déficit” de formación entre el profesorado encargado de<br />

impartirla: “para impartir esta asignatura no basta con tener un título de historia y<br />

filosofía porque tiene algunas especificidades muy complejas”, señaló el catedrático, quien<br />

abogó por la formación de un cuerpo especializado en esta materia”, leemos en la noticia.<br />

Así que no nos extraña en absoluto que desde la Plataforma Ciudadana por una<br />

Sociedad Laica, se proponga el establecimiento de un Estatuto de Laicidad que debería<br />

regir la actuación de las instituciones y sus autoridades y los servicios públicos y sus<br />

funcionarios, y hoy, volvemos a refrendar más todavía, su necesidad: Estatuto de Laicidad<br />

que no identificamos con un Código de Laicidad elaborado a través de la Ley o texto<br />

jurídico cerrado y definitivo, sino como un bloque de legalidad constituido por un conjunto<br />

coherente de normas, principios y acuerdos, enmarcados en las decisiones jurisdiccionales<br />

del TC, que permitan garantizar a todos los ciudadanos cualquiera que sea su creencia, la<br />

libertad de conciencia y creencia, la neutralidad de autoridades y funcionarios (...) 33<br />

Asistimos a un conflicto moral entre dos grupos (la Conferencia Episcopal y el<br />

Gobierno) en los que la fe se vive desde presupuestos teóricos incompatibles, de modo que<br />

la convivencia entre ellos no puede ser otra más que una convivencia polémica. Es el<br />

Gobierno el que se empeña en “borrar” la polémica fingiendo que aquí no pasa nada porque<br />

todo se enmarca en la más absoluta normalidad democrática enmarca en el respeto a los<br />

derechos humanos. De un modo dogmático “cancela el conflicto” blindando sus principios<br />

ideológicos en un halo de “neutralidad” desde el cual se auto-conciben como axiomas cuya<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

evidencia no requiere de la confrontación dialéctica con otros sistemas de principios<br />

ideológicos. Se dice entonces que “el Estado no tiene moral” porque la “moral pública<br />

laica” no es más que un denominador común de las diversas morales extraído a través de<br />

procedimientos formales dialógicos. De este modo, la moral del Gobierno se transmuta en<br />

moral de Estado, la moral de todos los ciudadanos.<br />

La sintonía Peces-Barba – Marina.<br />

La sintonía entre Peces-Barba y José Antonio Marina ha sido manifiesta desde el<br />

principio. El 13/12/ 2005 el Semanal Digital publicaba una noticia en la podía leerse lo<br />

siguiente: Peces-Barba propone, en vez de Religión, Rudimentos de Ética y derecho. En el<br />

interior de la noticia podía leerse lo siguiente: el rector de la Universidad Carlos III,<br />

Gregorio Peces-Barba, mentor de San Segundo, reclama en privado una vieja asignatura<br />

de principios del siglo XX para nuestros colegios en sustitución de la Religión. Se trata de<br />

la llamada Rudimentos de ética y derecho. Peces- Barba considera esa asignatura<br />

imprescindible para dotar intelectualmente a los escolares de “reglas del juego básicas<br />

para la convivencia en el Estado de Derecho.<br />

Poco después, en su columna dominical en el diario El Mundo, José Antonio Marina<br />

comentaba, como siempre, alguna frase, y esa vez la frase era de Gregorio Peces-Barba (la<br />

cosa, pues, había pasado ya de ser algo que el por entonces Alto Comisionado para las<br />

Victimas del Terrorismo mantenía en privado a ser algo que defendía ya en público): Hace<br />

falta una asignatura de ética pública y derecho, una pedagogía de la convivencia y la<br />

libertada. Marina comentaba así la frase de marras:<br />

Estoy de acuerdo y, lo que es más importante, también lo está la ministra de<br />

educación, que ha propuesto una nueva asignatura –“Educación para la ciudadanía- en<br />

todos los niveles de la enseñanza primaria y secundaria. Tenemos que apoyar tan<br />

espléndida idea. La Ciudad es el símbolo de la convivencia justa. La principal función de<br />

33 Manifiesto de diciembre de 2004.<br />

344<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

la enseñanza obligatoria es formar buenos ciudadanos. Aquí no valen florituras<br />

relativistas. La Constitución española se funda en unos valores éticos claramente<br />

expresados. Todos los ciudadanos deben conocerlos, amarlos e introducirlos en su vida<br />

personal. En un momento en que la convivencia se degrada, cuando se hacen cada vez más<br />

frecuentes los fracasos personales y familiares, y crece la violencia y la marginación,<br />

debemos educar para vivir dignamente. La “educación para la ciudadanía” tiene un<br />

recorrido largo, por eso debe impartirse en todos los niveles. Comienza en la psicología y<br />

termina en la ética. En los cursos preescolares debe cuidar de la evolución afectiva del<br />

niño y del aprendizaje de las primeras normas de urbanidad, es decir, las necesarias para<br />

vivir en la urbe, en la ciudad. Debería terminar en el último curso de secundaria con una<br />

reflexión sobre los principales valores y sobre los fundamentos éticos de nuestro sistema<br />

político y jurídico. Entre ambos extremos está el aprendizaje <strong>completo</strong> de una vida feliz y<br />

noble.<br />

Se trata de reducir la ética del plano de la racionalidad institucional de la persona<br />

humana al plano de la racionalidad psicológica del individuo abstracto, porque el objetivo<br />

es generar una adhesión afectivo-emocional inquebrantable a la ley. Por eso hay que cuidar<br />

la evolución afectiva del niño, porque el niño no debe pensar la desobediencia, la<br />

disidencia. Puede desobedecer a sus padres si sus padres lo educan mal, pero no pueden<br />

desobedecer al Estado porque el Papa-Estado, asesorado por filósofos como Marina nunca<br />

se equivoca y siempre educa buenos ciudadanos.<br />

Sostenemos que detrás de la defensa del principio de la obediencia debida a la ley<br />

que hace Gregorio Peces-Barba (y Marina) frente al derecho a la objeción de conciencia de<br />

los padres, están latiendo, una vez más, las tesis del gran filósofo del “Reino de las<br />

Libertad”, Kant:<br />

Pero si una ley pública es legítima y, por consiguiente, irreprochable<br />

(irreprensible) desde el punto de vista del derecho, están también ligadas a ella la facultad<br />

de coaccionar y, por el otro lado, la prohibición de oponerse a la voluntad del legislador,<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, III 17 (mazo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 345


QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

incluso aunque no sea de obra; es decir: el poder que en el Estado de efectividad a la ley<br />

no admite resistencia (es irresistible), y no hay comunidad jurídicamente constituida sin tal<br />

poder, sin un poder que eche por tierra toda resistencia interior, pues ésta acontecería<br />

conforme a una máxima que, universalizada, destruiría toda constitución civil, aniquilando<br />

el único estado en que los hombres pueden poseer derechos en general.<br />

De ahí se sigue que toda oposición contra el supremo poder del legislativo, toda<br />

incitación que haga pasar a la acción el descontento de los súbditos, todo levantamiento<br />

que estalle en rebelión, es el delito supremo y más punible en una comunidad, porque<br />

destruye sus fundamentos. Y esta prohibición es incondicionada, de suerte que, aun cuando<br />

aquel poder o su agente –el jefe de Estado- haya llegado a violar el contrato originario y a<br />

perder con eso, ante los ojos del súbdito, el derecho a ser legislador por autorizar al<br />

gobierno para que proceda de modo absolutamente despótico (tiránico), a pesar de todo<br />

sigue sin estar permitida al súbdito ninguna oposición a título de contraviolencia” 34 .<br />

¿Kant dice esto (contra Hobbes) para dar la Razón a la Historia o para que la<br />

Historia le de la Razón algún día? Es evidente que para Gregorio Peces-Barba y demás<br />

filósofos de su escuela, el principio jurídico-político de la obediencia debida es una<br />

consecuencia necesaria que hay que extraer del propio formalismo moral kantiano. El<br />

sujeto tiene autonomía (es libre) para ser plenamente consciente de su deber (someter su<br />

voluntad a ley moral universal para que sea buena), pero no puede ser consciente de haber<br />

obrado bien al cumplirlo:<br />

Kant reconoce a menudo que la razón humana no está ella misma en capacidad de<br />

sondear la moralidad de sus propias acciones. Aunque el imperativo categórico se nos dé<br />

íntimamente con una evidencia irrefutable por medio de nuestra razón, nos es imposible<br />

saber si alguna vez hemos obrado moralmente, es decir, por puro respeto con la ley moral.<br />

De allí la necesidad, según Kant, de admitir, o de “postular”, un ser omnisciente que sería<br />

34 Kant, De la relación entre teoría y práctica en el Derecho Político. (Contra Hobbes)<br />

346<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

el único capaz de sopesar la moralidad de nuestro obrar y de otorgarnos una felicidad<br />

proporcional a dicho obrar. Se trata, es claro, de un postulado de la razón misma: es la<br />

razón práctica la que en cierto modo exige la existencia de un ser que la conociese mejor<br />

de lo que ella misma se conoce (...) Como recuerda el señor Lema-Hincapié, a pesar de<br />

que Kant intenta atenuar el alcance de la doctrina protestante de la justificación, aquí él<br />

sigue siendo luterano 35<br />

Ante la imposibilidad de poder saber si efectivamente estás obrando bien al<br />

rebelarte contra el poder político establecido, lo mejor es someterse libremente a la ley del<br />

Estado ¿Por qué? Porque el Estado recibe su autoridad directamente procedente de Dios, y<br />

por tanto, la obediencia al Estado es el único medio posible al alcance del sujeto para saber<br />

que su voluntad concuerda o está en consonancia con la voluntad de Dios. Por tanto, piensa<br />

lo que quieras pero obedece (o lo que es lo mismo, piensa siempre en consonancia con los<br />

intereses del poder político).<br />

El Reino de los Cielos no es de este Mundo.<br />

En cambio, la Iglesia Católica siempre se ha caracterizado por defender (frente al<br />

arrianismo, el islamismo, el calvinismo y el anglicanismo) su autonomía como sociedad<br />

civil que, estando al servicio del Estado, está dispuesta, en cambio, a enfrentarse a él<br />

cuando sea necesario defender a los súbditos (que también son sus fieles) de las prácticas<br />

totalitarias o tiránicas del poder político; y esto lo defiende la Iglesia porque según su<br />

doctrina, la de Vitoria, por ejemplo, el rey no recibe la autoridad directamente de Dios, sino<br />

que la recibe indirectamente a través del poder civil, un poder civil que cede al rey la<br />

autoridad política para ser gobernado con justicia y en consonancia con el bien común; una<br />

autoridad política que, por ello, solamente puede ser una autoridad de derecho positivo. El<br />

padre Mariana defendió incluso la legitimidad moral del regicidio si la intervención del rey<br />

en la economía implica una subida arbitraria de los precios lesiva para el pueblo. De ahí<br />

35 Andrés Lema-Hincapié Kant y la Biblia. Principios kantianos de exégesis bíblica Ed. Anthropos,<br />

Barcelona, 2006, Prólogo pág XI.<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

que la Iglesia Católica defienda la legitimidad moral de la objeción de conciencia aunque<br />

no sea legal, pues según su doctrina, la objeción de conciencia está pensada siempre en<br />

relación a la materia de una ley positiva dada, y no en función de la forma de ley en general<br />

vacía de contenido. Frente a los desmanes totalitarios del Gobierno, nosotros, que somos<br />

ciudadanos españoles católicos, vemos en la defensa de la objeción de conciencia que<br />

promueve la Conferencia Episcopal un reducto de libertad 36 .<br />

Frente a quienes crean que gracias a su Gobierno se está realizando ya en el Mundo<br />

el “Reino de los Cielos”, ahí estará la Iglesia para recordarles que el “Reino de los Cielos”<br />

no es de este Mundo.<br />

La impotencia de la conciencia.<br />

No es que nosotros, desde nuestras coordenadas filosóficas le demos la razón a la<br />

Iglesia, es que la Iglesia, desde sus coordenadas filosóficas, abre la posibilidad de que los<br />

ciudadanos, cualesquiera que sean sus coordenadas filosóficas, puedan organizar<br />

institucionalmente su desobediencia civil con ciertas garantías de tener algún poder efectivo<br />

frente al poder del Gobierno. ¿O es que se da por supuesto que solamente cabe oponerse a<br />

las coordenadas filosóficas del Gobierno desde la “concordancia de la conciencia” con las<br />

coordenadas filosóficas de la Iglesia? De sobra sabemos que lo de “la conciencia” está de<br />

más porque nuestras coordenadas filosóficas son materialistas (partimos<br />

metodológicamente del materialismo histórico), y, por tanto, tenemos claro que desde<br />

nuestra “conciencia” (bastante insignificante, por otro lado) no vamos a poder frenar u<br />

obstaculizar los desmanes despóticos, tiránicos y totalitarios del Gobierno de turno. No<br />

hacemos residir nuestra capacidad de resistir en nuestras conciencias subjetivas<br />

individuales. Lo que desde las coordenadas filosóficas de la Iglesia es objeción de<br />

conciencia, para nosotros, desde las nuestras, es lisa y llanamente desobediencia civil.<br />

Plantear estas cuestiones como si se tratara de problemas de “conciencia”, solamente puede<br />

348<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

llevar al que dice ser racionalista a interminables callejones sin salida, los callejones sin<br />

salida de su idealismo. Nuestras conciencias, con el apoyo institucional de la Iglesia<br />

podrán, en todo caso, intentar resistir; solas en plan cartesiano tratando de resistir a los<br />

“engaños del genio maligno” no tienen nada que hacer. Descartes salvó a su conciencia de<br />

las garras de la locura (del genio maligno) con la ayuda de Dios. Nosotros pretendemos<br />

salvarnos de la locura del Gobierno con la ayuda de la Iglesia ¿quién es más racionalista?<br />

¿Ateos católicos o católicos ateos?<br />

Lo de ser creyente o ateo en relación a la Idea de Dios de las religiones no tiene<br />

absolutamente nada que ver aquí en relación a nuestra toma de partido por la Conferencia<br />

Episcopal en su polémica por el Gobierno en relación a la Educación para la Ciudadanía.<br />

Somos ciudadanos (que más da si ateos o creyentes en relación a ese Dios religioso) que<br />

tomamos partido por la Conferencia Episcopal frente al Gobierno, porque nos declaramos<br />

ateos esenciales en relación a la Idea de Ciudadanía que el Gobierno quiere imponer a<br />

nuestros hijos. Y afirmamos que es pertinente usar aquí el término ateo porque pensamos<br />

que la Idea de Ciudadanía universal armoniosa que nos impone el Gobierno está<br />

fundamentada onto-teológicamente. Por tanto, nos declaramos ateos esenciales en relación<br />

al Dios de los filósofos, en este caso, en relación al Dios de los filósofos kantianokrausistas.<br />

Nos declaramos católicos ateos porque nuestra perspectiva es la propia de quien se<br />

mueve dentro de los parámetros de la racionalidad ético-moral.<br />

Filósofos (o intelectuales en general) que se declaran ateos católicos los hay, y no<br />

sólo en España. El miércoles 13 de diciembre de 2006, Alex Rosal publicaba una columna<br />

en el suplemento Razón y Fe del diario la Razón titulada Ateos devotos. Habla de un grupo<br />

de intelectuales italianos que no tienen fe, no creen en Dios, son ateos, pero su increencia<br />

36 Gustavo Bueno, La fe del ateo. Las verdaderas razones del enfrentamiento de la Iglesia con el Gobierno<br />

socialista, Ed. Temas de hoy, Madrid, 2007, cap 5.<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

no les impide admirar y apoyar a la Iglesia católica en la defensa de un determinado<br />

modelo de civilización. Para ello han creado un grupo llamado “Ateos devotos”, y entre<br />

sus integrantes están personalidades como el político Marcello Pera, anterior Presidente<br />

del Senado italiano; la ya fallecida Oriana Fallaci, o el director del diario IL Foglio,<br />

Giuliano Ferrara. Están convencidos de que Europa es Europa gracias a sus raíces<br />

cristianas y no precisamente a la influencia del iluminismo o el racionalismo, como<br />

elementos determinantes. Y apoyan a Benedicto XVI en su lucha contra la dictadura del<br />

relativismo imperante sin ningún tipo de complejos. Y para ello no rechazan la razón. Todo<br />

lo contrario. Gracias a la razón, dicen, han descubierto la grandeza del cristianismo, y no<br />

como algo del pasado, sino como una fuerza viva que crea civilización hoy y que aporta<br />

una “convivencia” armónica en la sociedad.<br />

En España, perdón, en este país, Gustavo Bueno, el filósofo asturiano, se ha<br />

lanzado al ruedo de lo políticamente incorrecto y ya se define como “ateo católico”. Se<br />

apunta a las mismas tesis que los italianos. Son ateos que alertan del peligro de implantar<br />

un progresismo vacío como moral pública.<br />

Pero nosotros, ni somos filósofos, ni tampoco intelectuales (no hemos firmado<br />

ningún manifiesto en apoyo de la filosofía, por ejemplo). Simplemente somos católicos<br />

ateos en relación a la Idea teológico-dogmática de ciudadanía que nos vende el Gobierno<br />

para hacérsela consumir a nuestros hijos. No damos el paso de apoyar a la Iglesia católica<br />

en la defensa de un determinado modelo de civilización porque suponemos que dar ese<br />

paso implicaría pasar del orden de la racionalidad ético-moral al orden de la racionalidad<br />

moral-política. Y eso es demasiado para la escasa potencia de nuestras coordenadas<br />

filosóficas.<br />

No pretendemos tampoco dar ninguna “lección de moral” a nadie con nuestra toma<br />

de partido. Simplemente estamos diciendo que, como padres, estamos con todos aquellos<br />

que con el apoyo institucional de la Iglesia Católica están presentando oposición real al<br />

Gobierno haciendo con ello algo bueno para sus hijos. Tomamos partido por la moral de<br />

350<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

aquel grupo en cuyo interior puede abrirse paso, en relación a la materia de la que estamos<br />

tratando (la educación), la concepción de la ética por la que, a su vez, también tomamos<br />

partido. Por tanto, en relación a otras materias no podemos decir a priori si tomaríamos<br />

partido por la moral católica. Habría que examinar con prudencia cada caso concreto. Por<br />

cierto, para Aristóteles, la prudencia es una virtud intelectual; para Kant, el formalista, la<br />

prudencia no es más que la habilidad pragmática de quien sigue en sus acciones máximas<br />

hipotéticas carentes de significado ético-moral. En esto, como es lógico, tampoco somos<br />

kantianos y sí aristotélicos.<br />

La razón práctica kantiana se mueve dentro de los parámetros de la racionalidad<br />

moral-política. Según Kant, los deberes para con los demás deben estar subordinados a los<br />

deberes para consigo mismo, que son concebidos por Kant como deberes para con toda la<br />

humanidad; y dentro de los deberes para con los demás, los deberes del afecto o de la<br />

benevolencia (deberes éticos según nuestras coordenadas) deben estar subordinados a los<br />

deberes fundados en la justicia o derecho ajeno, un derecho ajeno que no es el de un<br />

particular, sino el derecho de todo el género humano en su conjunto. Kant se concibe a sí<br />

mismo como alguien que por prestar servicio al Estado en calidad de “artista de la razón”,<br />

presta al mismo tiempo un servicio a la Humanidad entera al considerar al Estado al que<br />

sirve portador de valores universales relacionados con la justicia distributiva:<br />

Cualquiera tiene derecho a disfrutar los bienes del mundo. Sin embargo, aunque<br />

cada cual tenga una participación idéntica en los mismos, Dios no los ha distribuido<br />

proporcionalmente, encomendando al hombre establecer esa división, de modo que cada<br />

cual disfrute de esos recursos vitales teniendo en cuenta la felicidad ajena sin sustraer<br />

nada de la cuota que les corresponde a los demás. 37<br />

¿Cómo puede el hombre cumplir con lo que le ha encomendado Dios, distribuir<br />

proporcionalmente de un modo geométrico los bienes del mundo, si no es a través de la<br />

acción política realizada desde la plataforma de un Estado? En este socialismo kantiano de<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

la justicia universal, es la virtud ética de la generosidad la que puede darse prácticamente<br />

por anulada. Para Kant, el bien ético no sería más que un mal remedio que viene a suplir la<br />

carencia de justicia universal.<br />

En todo caso, lo que sí hemos hecho (por si podía ayudar a alguien) ha sido sacar a la luz<br />

los problemas a los que podría tener que enfrentarse un profesor de filosofía que decidiera<br />

resistir “en conciencia” apelando al uso de su libertad de cátedra. La pregunta que se harían<br />

desde el Gobierno ante un profesor que decidiera tomar esta postura sería más o menos esta<br />

(si no nos equivocamos): “¿Y para qué (libertad positiva) querrá este tío hacer uso de su<br />

libertad de cátedra?”<br />

Gustavo Bueno finaliza el capítulo 5 de La fe del ateo diciendo:<br />

Sólo queda mantener viva la confianza en otros profesores que, en virtud de su<br />

derecho a la libertad de cátedra, interpreten la Educación para la Ciudadanía<br />

como Educación para la Ciudadanía española.<br />

Nos parece muy bien que D. Gustavo Bueno tenga fe en estos profesores. Desde<br />

luego, en el caso de llegáramos a conocer alguno, le haríamos llegar muestras de nuestra<br />

solidaridad, pues, aunque resulte paradójico, en la dirección indicada por el profesor Bueno,<br />

la “cuadratura del círculo” adquiriría al menos cierto sentido. Pero, en todo caso, a nosotros<br />

nos parece que no es cuestión de ponerse a hacer hermeneútica crítica con la intención de<br />

ser heterodoxo en relación a los textos legales con los que el legislador trata de orientar la<br />

actividad del profesor. Se trata, desde nuestras coordenadas, de hacer dialéctica, y, en<br />

consecuencia, se trata de negarnos, por motivos ético-morales (no políticos), a que a<br />

nuestros hijos se les fundamente filosóficamente el modo en el que tiene que ser<br />

ciudadanos, porque de esto nos ocupamos nosotros. Ni siquiera en el caso de que se tratara<br />

de una Educación para la Ciudadanía Española fundamentada desde el Materialismo<br />

Filosófico (¿frente a qué otra ciudadanía educaríamos a los niños y adolescentes como<br />

ciudadanos españoles?).<br />

37 Kant, Lecciones de Ética, Ed. Crítica; pág 28.<br />

352<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

Proyectos ilustrados de educación para la ciudadanía.<br />

Según el manifiesto hecho público por la Plataforma ciudadana por una sociedad<br />

laica en septiembre de 2002, el laicismo es una filosofía política que, ante todo, es una<br />

ética ilustrada que promueve los valores de la libertad, de la igualdad y de la justicia. Pero<br />

también es, por otro lado, un movimiento social que promueve un proyecto ilustrado que se<br />

basa en la educación de la ciudadanía en los valores comunes que todos compartimos. Por<br />

todo ello:<br />

La Escuela pública y laica debe ser dotada de la capacidad suficiente para la<br />

formación ético-cívica de los ciudadanos, promoviendo en los distintos niveles educativos<br />

el conocimiento y la práctica docente de los valores constitucionales de libertad, justicia y<br />

tolerancia. En consecuencia, apoyamos la propuesta de introducción en la etapa de<br />

Primaria y de Secundaria de un Área o materia de Educación ético-cívica con carácter<br />

común y obligatorio, dado que la laicidad es un proyecto ilustrado que se basa en la<br />

educación de la ciudadanía en los valores comunes que todos compartimos.<br />

La cuestión es que para los defensores del laicismo, su filosofía es la única que<br />

puede garantizar la libertad de conciencia ideológica de los españoles en materia de<br />

creencias religiosas y morales. ¿Por qué? Porque para los partidarios de esta filosofía, el<br />

artículo 16.3 de la Constitución (Ninguna confesión tendrá carácter estatal) reconoce la<br />

laicidad positiva del Estado 38 . En definitiva, que para los intelectuales que firman los<br />

manifiestos de esta plataforma ciudadana, el Estado tiene una filosofía (político-ética<br />

ilustrada) reconocida por la Constitución y es la suya, la filosofía por la que ellos han<br />

tomado partido y defienden como movimiento social. Para defender esta posición, como<br />

no, se acude a los argumentos de abogado, a la argumentación jurídica. Victorino Mayoral<br />

(Presidente de la Fundación Cives encargada de “reciclar” profesores de filosofía en<br />

educadores de ciudadanía) saca las sentencias del Tribunal Constitucional y “dispara”:<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

Como dice el Tribunal Constitucional en su sentencia 46/2001 del 15 de febrero en su<br />

fundamento jurídico 4, el artículo 16.3 de la Constitución Española introduce “una idea de<br />

aconfesionalidad o laicidad positiva que veda cualquier tipo de confusión entre los fines<br />

religiosos y estatales.<br />

Como movimiento social, el laicismo es un “movimiento de resistencia” contra la<br />

necesidad histórica de la co-operación estructural entre España y la Iglesia Católica; una<br />

co-operación histórica cuyos mecanismos sociológicos están expresamente recogidos en la<br />

Constitución del 78, precisamente en su artículo 16.3: los poderes públicos tendrán en<br />

cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes<br />

relaciones de cooperación con la Iglesia y las demás confesiones. El laicismo como<br />

filosofía “político-ética” del Estado de Derecho tiene un objetivo claro: que la co-operación<br />

del Estado con las religiones terciarias monoteístas no tenga “densidad histórica”. Por eso<br />

podemos leer en el manifiesto del año 2002 lo siguiente: Así, la religión católica que,<br />

durante muchos siglos, fue en España la base de las convicciones morales de gran parte<br />

de la población, ya no es en la actualidad el único referente ético para una mayoría de los<br />

ciudadanos.<br />

El problema es que el Tribunal Constitucional, tomando también como fundamento<br />

jurídico el artículo 16.3 de la Constitución, ha dictado en 2007 sendas sentencias (STC<br />

38/2007 de 15 de febrero y 86/2007 de 19 de abril respectivamente) que blindan la<br />

constitucionalidad de los Acuerdos entre España y la Santa Sede en materia de educación<br />

firmados por el Rey Juan Carlos I el 3 de enero de 1979. La Constitución ampara estos<br />

Acuerdos Estado-Iglesia otorgándoles el rango legal de un Tratado Internacional en<br />

materia de Derechos Humanos (Art. 94.1c y Art. 96). Y esta legalidad hemos de entenderla<br />

como legalidad asumida por todos los gobiernos democráticos (incluido el actual) en tanto<br />

en cuanto ninguno de ellos ha considerado necesario, por ahora, abrir la vía estipulada<br />

por el Art. 95.2 de la Constitución para impugnarla ante el alto tribunal. Esta legalidad<br />

está reconocida, pues, por la LOGSE, por la LOCE y por la LOE actual.<br />

38 En defensa de un sociedad laica; Manifiesto de diciembre de 2004.<br />

354<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

En el Capítulo II de la LOCE (De los derechos y deberes de padres y alumnos;<br />

Artículo 2. Alumnos; apartado b.) se decía que Todos los alumnos tienen el derecho y el<br />

deber de conocer la Constitución Española y el respectivo Estatuto de Autonomía con el fin<br />

de formarse en los valores y principios reconocidos en ellos y en los tratados y Acuerdos<br />

Internacionales de Derechos Humanos ratificados por España. La LOE, Ley Orgánica de<br />

Educación actualmente vigente, reconoce la legalidad de los Acuerdos Estado-Iglesia, pero<br />

claro, se olvida de hacer saber a los padres y a los alumnos que el contenido de dicha<br />

legalidad es el propio de un Tratado Internacional ratificado por España en materia de<br />

Derechos Humanos; la LOE dice en su Capítulo I. Principios y fines de la educación.<br />

Artículo 1. Principios: El sistema educativo español, configurado de acuerdo con los<br />

valores de la Constitución y asentado en el respeto a los derechos y libertades reconocidos<br />

en ella, se inspira en los siguientes principios. El Gobierno nos impone una Idea de<br />

Ciudadano en armonía con la Idea de Hombre (la asignatura no se llama Educación para<br />

la Ciudadanía Española, sino Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos),<br />

pero se olvida de hacer saber a los alumnos y los padres que el sistema educativo también<br />

está asentado en el respeto a los derechos humanos (lo de humanos es un añadido nuestro<br />

que no figura en la Ley). ¿Qué pasa, que se enarbola la bandera de la defensa de los<br />

derechos humanos cuando se trata de otros, y esa bandera se esconde, en cambio, cuando<br />

se trata de los católicos? La apelación a la ética a la que hace referencia la filosofía<br />

laicista, no es más que el recurso a una cortina que, con apariencia benévola de moral<br />

pública “de todos”, trata de ocultar un problema político de fondo muy importante: la<br />

decidida voluntad de las izquierdas actuales de vencer ideológicamente en una contienda<br />

civil que perdieron hace casi setenta años en el campo de batalla. Lo cual implica que,<br />

hasta que las izquierdas no den por finalizada su peculiar guerra ideológica con el<br />

fantasma de Franco, en España vamos a seguir estando en perpetua transición a la<br />

democracia.<br />

Nos planteamos la siguiente pregunta: ¿acaso no está ya ejercitada implícitamente<br />

una Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos en el Artículo 2 b) de la<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, III 17 (mazo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 355


QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

LOCE? ¿Por qué representar explícitamente una Educación para la Ciudadanía y los<br />

Derechos Humanos introduciendo asignaturas específicas para ello? Es evidente que los<br />

contenidos de las asignaturas no se reducen al conocimiento positivo del entramado<br />

jurídico-político del Estado de Derecho, sino que son contenidos que van, desde el<br />

moldeamiento afectivo-emocional de la conciencia psicológica de los niños en primaria<br />

(entrando en cuestiones que tienen que ver con el derecho a la intimidad familiar), hasta el<br />

moldeamiento de la conciencia filosófica de los adolescentes con la fundamentación<br />

filosófica de la ciudadanía en el bachillerato (una fundamentación que es, en realidad, al<br />

rechazar el contraste “crítico” con otras filosofías procedentes de sociedades ya fenecidas,<br />

un fundamentalismo). Y entre un extremo y el otro, la que queda completamente anulada,<br />

secuestrada, neutralizada por la llamada “moral pública de mínimos”, es la conciencia ética,<br />

conciencia que nosotros hacemos residir en la acción práctica regulada por la virtud de la<br />

fortaleza, tal como ésta es definida por Espinosa en su Ética.<br />

La moralidad de una sociedad política determinada está constituida por un sistema<br />

de normas morales y éticas dentro del cual el derecho positivo toma una orientación<br />

ideológica determinada en detrimento de otras, en función de cuáles sean los grupos<br />

sociales que resulten victoriosos en la lucha por la justicia social. La orientación ideológica<br />

actual de nuestro entramado jurídico tiende a no reconocer el derecho de los padres a<br />

educar moralmente a sus hijos de acuerdo con sus propias convicciones (artículo 27.3 de la<br />

Constitución), porque por encima de ese derecho el derecho del Estado a regular y<br />

planificar las materias y los contenidos de la enseñanza, independientemente de las<br />

convicciones morales de cada uno. Esto convierte automáticamente lo que antes era un<br />

derecho positivo reconocido como tal en un deber ético, de modo que los padres que<br />

entienden vulnerado su derecho se ven en la obligación de desobedecer al Estado<br />

protegiendo a sus hijos de la orientación ideológica que actualmente adopta su<br />

ordenamiento jurídico. De ahí que, ante la avalancha de objetores a la asignatura, el Estado<br />

se vea en la obligación, a su vez, de hacer una defensa del principio de obediencia debida<br />

para justificar ideológicamente la orientación del entramado jurídico que le es favorable.<br />

356<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, III 17 (mazo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

Y entonces, como no se puede echar jurídicamente de las aulas a la Iglesia Católica<br />

usando la vía del derecho, se la va arrinconando ideológicamente para expulsarla por la vía<br />

de los hechos, tratando de demostrarle sociológicamente con ello, que su nexo de identidad<br />

histórico con España está roto. El Gobierno cumple con lo acordado con la Santa Sede<br />

poniendo una asignatura alternativa a la Religión evaluable y computable (y esta era la<br />

única novedad que introducía la LOCE en relación a la LOGSE, pero ahora nadie sale a la<br />

calle gritando que el PSOE pone “religión obligatoria” para todos), pero, al mismo tiempo,<br />

para “respetar los derechos de todos”, mantiene una alternativa a la alternativa que consiste<br />

en una “debida atención educativa” que se va a llenar de “excatólicos”. Además elimina la<br />

asignatura alternativa a la religión en el bachillerato. ¿Y para demostrarle esto a la Iglesia<br />

Católica hace falta echar mano de la Filosofía?<br />

La cuestión es ¿por qué de la a-confesionalidad del Estado (art.16.3) se sigue que el<br />

Estado tenga que tener una filosofía “oficial”? Sin duda porque para los partidarios de esta<br />

filosofía político-ética (lado “práctico”), las cuestiones prácticas son indisociables de la<br />

cuestión de Dios (lado “teórico”). No estamos ante una filosofía práctica atea, sin Dios,<br />

sino ante una filosofía práctica cuyo Dios filosófico-racional puede garantizar la<br />

convivencia armónica y pacífica entre todas las religiones positivas. Por tanto, en la medida<br />

en que el laicismo resulte ser impotente para cumplir con su objetivo de sacar la enseñanza<br />

de la religión católica de las escuelas, fomentará la igualdad de oportunidades entre todas<br />

las confesiones (que tienen acuerdos con el Estado en materia de educación) y garantizará<br />

que todas puedan estar en las escuelas 39 . Empezando por el Islam, religión oficial de<br />

muchos de los Estados que se han solidarizado con Zapatero en el impulso de la Alianza de<br />

las Civilizaciones. El 18 de noviembre de 2004 se cerró un acuerdo entre el Gobierno<br />

socialista y el secretario general de la Comisión Islámica de España en virtud del cual, se<br />

ampliarían en los sucesivos años las plazas de profesores de Islam en todas aquellas<br />

39 Las Leyes 24/1992, 25/1992, 26/1992, de 10 de noviembre, aprobadas por el Gobierno socialista presidido<br />

por Felipe González, establecen acuerdos de cooperación del Estado con la federación de entidades religiosas<br />

Evangélicas de España, la federación de Comunidades Israelitas de España y la Comisión Islámica de España.<br />

La voluntad del Gobierno de impulsar el desarrollo de estos otros Acuerdos de co-operación con otras Iglesias<br />

es clara; es, de hecho, una de las novedades introducidas por la LOE (en la Disposición adicional segunda) en<br />

relación a la LOGSE.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, III 17 (mazo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 357


QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

comunidades autónomas con mayor presencia de población musulmana 40 . Así que no tiene<br />

nada de extraño que la Comisión Islámica de España haya pedido expresamente el voto<br />

para el PSOE en las próximas elecciones generales. En suma, puesto que co-opera con<br />

Zapatero en el impulso de la Alianza de las Civilizaciones, el Islam respeta los Derechos<br />

Humanos. Pero la Iglesia Católica es contraria a la defensa de los derechos humanos porque<br />

se opone a la ampliación de derechos que impulsa el Gobierno.<br />

Ahora bien, es evidente que dentro del PSOE hay dos tendencias claramente<br />

diferenciadas en relación a ese Dios “neutral” que fundamenta la Alianza de las<br />

Civilizaciones. En noviembre de 2004 se celebró en Bilbao el Congreso de Cristianos<br />

Socialistas Vascos. Pepe Banco, Moratinos, López Aguilar, Ramón Jáuregui, Patxi López,<br />

entre otros, estaban entre los asistentes.<br />

En el Congreso se debatieron ponencias tales como Las condiciones de posibilidad<br />

para tender puentes entre el PSOE y el Mundo cristiano o La aportación que se puede<br />

esperar de los cristianos a las políticas sociales hoy. Pepe Blanco se confesó cristiano y<br />

aseguró que no existe contradicción entre socialismo y cristianismo, más bien al contrario.<br />

Sin embargo advirtió de que “nadie puede pretender que las normas jurídicas vengan<br />

dictadas por principios religiosos que sólo pueden vincular a quienes los profesan 41 . Pero<br />

si los cristianos socialistas tienen algo que aportar a las políticas sociales (como dice el<br />

temas de una de las ponencias del Congreso), y éstas necesitan de leyes positivas para<br />

desarrollarse, una de dos, o el cristianismo que profesan los socialistas no es religión o las<br />

políticas sociales que promueve el PSOE no están impulsadas por los socialistas cristianos.<br />

Por otro lado, Carlos García de Andoni dejó a las claras la existencia en el PSOE de una<br />

tendencia más beligerante hacía la religión católica: no queremos resignarnos a un choque<br />

de trenes entre las tendencias más laicistas del PSOE y las más antisocialistas de la<br />

Iglesia. Por eso reclamamos diálogo y moderación”<br />

40 Diario El Mundo del 7/12/2004.<br />

41 Diario El Mundo del 27/11/2004<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

Pero ¿cómo es posible que dentro del PSOE puedan convivir tan pacíficamente (es<br />

decir, sin prácticamente muestras de disensiones) estas dos tendencias aparentemente tan<br />

opuestas como lo son la tendencia laicista y la tendencia cristiana? Nuestra hipótesis al<br />

respecto tiene que ver, como es lógico, con el racionalismo armónico panenteísta de<br />

Krause. Según este sistema, una cosa es Dios como Ser uno y entero, separado y ajeno a<br />

todos los ámbitos de la realidad mundana, y otra cosa es Dios como Ser supremo que une a<br />

los ámbitos de la realidad mundana garantizando la armonía entre ellos. Los ámbitos de la<br />

realidad mundana son tres: la naturaleza y el espíritu constituyen aquello que se opone a la<br />

unidad de Dios. Pero esta oposición se supera a través de la síntesis entre la naturaleza y el<br />

espíritu, una síntesis garantizada por Dios, no en tanto que uno y entero, sino en tanto que<br />

Ser supremo. El resultado de la síntesis es la armonía del mundo, esto es, el tercer ámbito<br />

de la realidad mundana, la humanidad. De modo que Dios es trascendente al mundo en<br />

tanto que Ser uno y entero y al mismo tiempo inmanente al mundo en tanto que Ser<br />

supremo. Y la humanidad es el ámbito de la realidad mundana en el que se realiza de forma<br />

plena el despliegue del Ser uno sobre el mundo como Ser supremo. El objetivo último del<br />

sistema krausista es ofrecer una racionalización del dogma católico de la Santísima<br />

Trinidad. Un objetivo siempre buscado por católicos convertidos al luteranismo, que tratan<br />

de justificar su ruptura con la fe católica demostrando filosóficamente a través de su<br />

adhesión a Kant que la Ilustración es la herencia propia de la Reforma (así también, por<br />

ejemplo, Reinhold). Así pues, tenemos a Dios Padre Uno y entero, Dios Hijo Ser supremo y<br />

la Humanidad Espíritu Santo.<br />

La tendencia laicista del PSOE, impulsada sobre todo por filósofos académicos,<br />

estaría situada en la perspectiva del Dios Padre Uno y entero, defendiendo la posición de<br />

“neutralidad” de ese Dios en relación a las tres grandes formas de religión terciaria<br />

monoteísta (cristianismo, judaísmo e islamismo). En cambio, la tendencia cristiana estaría<br />

situada en la perspectiva del Dios Hijo Ser supremo<br />

Y con el Espíritu Santo, es evidente que está relacionado ese Ideal que propone<br />

Zapatero a la Humanidad con el nuevo ropaje de una Alianza de Civilizaciones, una<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

propuesta de armonía y paz entre las tres grandes religiones garantizada por el Dios Padre<br />

de los krausistas.<br />

Pero nuestra sorpresa fue mayúscula al enterarnos de que el del PSOE no era el<br />

único proyecto ilustrado de Educación para la Ciudadanía puesto en marcha en España.<br />

Marchando en la misma dirección pero en sentido contrario al PSOE, los marxistas de la<br />

corriente althusseriana encabezados por los hermanos Carlos y Pedro Fernández Liria,<br />

también están, al parecer, por la labor de fundamentar filosóficamente el ser ciudadano<br />

llenándolo de contenido marxista y, como no, también de contenido kantiano. Kant es el<br />

vínculo que mantiene unidos en la izquierda (en la misma dirección) a estos dos proyectos<br />

ilustrados de Educación para la Ciudadanía.<br />

Esta es la presentación previa de una entrevista concedida por el profesor Carlos<br />

Fernández Liria a la revista El Viejo Topo. Para que no se diga que nos inventamos.<br />

Pocos libros han causado tanto revuelo político en España en los últimos años<br />

como Educación para la ciudadanía, un ensayo sin duda muy singular y previo a un<br />

manual de texto que los autores, Luis Alegre, Carlos y Pedro Fernández Liria, están<br />

escribiendo actualmente. Para hablar de ello y de asuntos afines y no afines, hemos<br />

entrevistado a Carlos Fernández Liria, profesor de filosofía en la Universidad<br />

Complutense de Madrid.<br />

En una reciente entrevista con Diagonal, el mismo Fernández Liria señalaba que el<br />

problema del concepto de ‘multitud’ es que multitudes las había a patadas y de lo más<br />

variado. La oposición venezolana, con sus diversas y heterogéneas actuaciones, respondía<br />

bien al concepto. Multitudes, “a nuestro modo de ver, tiene ese doble problema: para<br />

definir al agente de los cambios, es un mal negocio renunciar al concepto de ‘clase social’<br />

y, desde luego, para definir el contenido de lo que queremos defender es un negocio<br />

360<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

criminal prescindir del concepto de ‘ciudadanía’ y del proyecto político ilustrado que le<br />

corresponde”.<br />

Clase social, marxismo, proyecto ilustrado,…No es una mala tarjeta de<br />

presentación. El propio Fernández Liria concluía en estos términos: si prescindimos del<br />

concepto de ‘clase social’ no comprendemos casi nada y si prescindimos de la categoría de<br />

‘ciudadanía’ nos quedamos sin mucho que defender. Razonablemente, Fernández Liria y<br />

sus compañeros no están dispuestos a renunciar a ninguno de estos dos conceptos ni a los<br />

proyectos políticos que incorporan.<br />

En respuesta a la invitación que nos hicieron por carta por parte de la Coordinadora<br />

del área de Educación de Esquerra Unida de Alicante, asistimos el pasado día ocho de<br />

febrero a una conferencia ofrecida por el profesor Carlos Fernández Liria en la Sede de la<br />

Universidad de Alicante. Alguna anécdota graciosa de aquella noche podríamos contar<br />

aquí, pero no creemos que venga al caso. Dejamos para mejor ocasión la realización de un<br />

análisis comparativo de ambos proyectos de izquierda ilustrada de Educación para la<br />

Ciudadanía, pues dicho análisis podría quedar obsoleto en el mismo momento en el que<br />

entrara en liza cualquier otro proyecto filosófico de educación para la Ciudadanía. De<br />

momento, pues, preferimos mantenernos a la espera, aunque también es verdad que muchas<br />

de las críticas que hemos hecho al proyecto ilustrado del PSOE, serían también aplicables<br />

al proyecto ilustrado de estos profesores universitarios de izquierda “alter-globalización”.<br />

Por ejemplo: obligados a ser doctrinalmente marxistas en su defensa de un socialismo<br />

histórico-positivo, estos profesores se han olvidado de ser marxistas desde un punto de<br />

vista metodológico.<br />

Este texto del profesor Fernando Miguel Pérez Herranz, creemos que recoge nuestra<br />

intención de envolver críticamente a los dos proyectos ilustrados de Educación para la<br />

Ciudadanía puestos en marcha hasta el momento:<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

Lo que más indigna de la historia contemporánea es la cantidad de violencia,<br />

de destrucción y de muerte, envueltas por ideologías que arrancan de la<br />

Ilustración y contra las cuales se alzan todas las voces sensatas. Lo terrible no<br />

es la muerte individual, sino la absolutización del Bien-Yo frente a la<br />

absolutización del Mal-Otro. Que haya dominado el concepto de Yo como un<br />

todo desde Descartes a Freud es debido, entre otras razones, a la represión de<br />

aquellas filosofías que sólo podían desarrollarse por la vía de la metáfora<br />

literaria. Las formas de conciencia desplegadas por los jesuitas es el mejor<br />

contraejemplo del yo ilustrado 42 .<br />

FINAL.<br />

Otras obligaciones tanto personales como profesionales nos exigen poner fin aquí a<br />

nuestro trabajo, al que ya no podemos dedicarle más tiempo.<br />

Ahora bien, si la expresión democrática del pueblo que va a producirse<br />

próximamente no supone ningún obstáculo serio para el despliegue del fenómeno teórico<br />

ideológico cuyo análisis aquí meramente hemos esbozado, manifestamos aquí nuestro<br />

compromiso de seguir racionalizándolo dialécticamente haciendo uso de la libertad<br />

ideológica que nos garantiza la Constitución Española (Artículo 16.1).<br />

Quedan pues en la reserva, previstos para otra ocasión (que deseamos no se<br />

produzca), los análisis de algunas apariencias que es necesario superar críticamente para<br />

poder percibir los límites del contorno de la figura actual de la esencia del fenómeno.<br />

Concretamente son cuatro, y los enunciamos aquí, al final de nuestro trabajo por si a<br />

alguien le parece estimulante desarrollarlos por su cuenta:<br />

1. Análisis del “secuestro” de la “ética” entendida como “acción práctica” ontológicamente<br />

fundamentada, por parte de la “ética” entendida como “teoría” o “doctrina”<br />

gnoseológicamente fundamentada. Este secuestro se estaría llevando a cabo hoy,<br />

fundamentalmente, a través de la distinción entre una ética de máximos y una ética de<br />

42 Fernando Miguel Pérez Herranz, El sujeto diamérico: tentación epicúrea y afirmación estoica; pág 73; en<br />

Filosofía y Cuerpo. Debates en torno al pensamiento de Gustavo Bueno; Ed. Libertarias; Madrid; 2005.<br />

362<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

mínimos. Que los especialistas en Ética que impulsan del desarrollo de esta distinción están<br />

comprometidos, a su vez, en el desarrollo de la Educación para la Ciudadanía y los<br />

derechos Humanos, lo demuestra la obra de Adela Cortina Ciudadanos del Mundo. Hacia<br />

una Teoría de la Ciudadanía (Ed. Alianza).<br />

2. Análisis del secuestro de la Patria por parte de la Constitución: la doctrina habermasiana<br />

del patriotismo constitucional. Dionisio Llamazares, titular de Laicidad y Libertades<br />

Públicas de la Universidad Carlos III afirma que el proyecto ilustrado de Educación para la<br />

Ciudadanía se basa en la doctrina del patriotismo constitucional:<br />

El concepto de patriotismo constitucional no se deriva del concepto decimonónico<br />

del patriotismo, sino de una expresión del filósofo alemán Jürgen Habermas, que<br />

especifica que la patria no es una demarcación geográfica, ni el origen familiar, sino el<br />

acuerdo de “unos valores cívicos y las normas de comportamiento y convivencia para vivir<br />

en paz y respeto a los valores diferentes, siempre que no estren en contradicción con los<br />

comunes”<br />

3. Análisis del republicanismo civil de Pettit como doctrina desde la cual se entiende hoy,<br />

por parte de los kantiano-krausistas, el institucionismo como comunidad espiritual:<br />

La historia de la Institución no se circunscribe a los sesenta años de existencia de<br />

una academia de enseñanza privada, sino que trasciende y desborda los locales mismos de<br />

la Institución para difundirse por toda la geografía nacional, moviendo mentalidades y<br />

espíritus, creando centros paralelos con objetivos muy concretos, hasta conseguir una<br />

verdadera colonización espiritual de España: esto es el institucionismo. Zulueta fue el<br />

primero en percatarse de esta doble perspectiva gineriana:<br />

“Pero existen dos Instituciones, aunque las dos no formen más que una. Hay la<br />

Institución, establecimiento de enseñanza, y hay la Institución, comunidad<br />

espiritual.<br />

La primera de que hemos hablado es, en puridad, una escuela, un colegio. La<br />

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QUID PRO QUO: FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN.<br />

segunda es una realidad social más amplia y más compleja. La forman las<br />

familias de los alumnos, los antiguos alumnos ya mayores, un núcleo de<br />

profesores liberales que simpatizan con esta corriente de educación, muchas<br />

personas de distintas ideas y profesiones, más o menos influidas por ella y que<br />

se sienten más o menos estrechamente agrupadas en una dirección común” 43 .<br />

4. Análisis de la influencia de los principios de la pedagogía institucionista sobre la actual<br />

orientación psico-pedagógica de la educación en detrimento de la adquisición de<br />

conocimientos. El libro de Alicia Delibes Liniers, La gran estafa. El secuestro del sentido<br />

común en la educación (Ed. Grupo Unisón ediciones) es, sin lugar a dudas, actualmente,<br />

una referencia inexcusable en este sentido<br />

Alicante, 28 de febrero de 2008.<br />

43 A. Jiménez garcía, El krausismo y la Institución Libre de Enseñanza, Ed. Cincel; págs 148-149.<br />

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Sueño V: el sueño de los justos<br />

Javier López Alós ?<br />

“…en suma, no ser capaz de aquello que quiera o desee, sólo<br />

son limitaciones para la representación y la fantasía, porque en realidad no son<br />

tales, ya que tienen su necesario fundamento en la esencia y pertenecen a la<br />

naturaleza de la cosa; del mismo modo que el ente libre de esas limitaciones, el<br />

ilimitado ente divino sólo es un ente de la representación, de la fantasía y de los<br />

sentimientos o del ánimo bajo el control de la fantasía.”<br />

L. FEUERBACH, La esencia de la religión, 36.<br />

Sobre el mundo post-mortem hay una gran confusión que todo lo esotérico no ha<br />

hecho más que aumentar. Pero conviene saber, yo puedo saberlo, que casi todos los<br />

muertos (desde luego todos los de los que yo tengo noticia hasta ayer mismo) ya han<br />

resucitado. Sin embargo, siguen durmiendo plácidamente ajenos a su propia presencia<br />

porque nadie les ha avisado. Sólo uno, vestido de nazareno, y atento a no molestar, se<br />

levantó con las sandalias en la mano para no hacer ruido. De vuelta al mundo de los<br />

vivos a nadie se le ocurrió preguntarle por los otros muertos, los que dormían, los que<br />

siguen ahí durmiendo.<br />

Yo, aunque morí la semana pasada soy insomne desde los doce años. Fue el mío<br />

un final algo violento y el resultado es que no puedo hablar, por eso escribo esta nota<br />

antes de irme: si algún muerto despierta y lee esto, que avise por favor a los demás, que<br />

están todos resucitados.<br />

? Ilustración a cargo de Isabel Albaladejo Gómez.<br />

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Un relato para cualquiera<br />

Javier López Alós ?<br />

“Y yo, al menos, ¿no soy algo?”<br />

R. DESCARTES: Segunda meditación metafísica.<br />

Son las cuatro y cincuenta y seis minutos de la tarde. Si lo digo ahora es porque<br />

ahora me he dado cuenta del todo, ahora puedo decirlo. A las cuatro y cincuenta y<br />

cinco, por ejemplo, aún no dudaba; a las cuatro y cuarenta, simplemente pensaba en<br />

cualquier cosa, creo que en que hay un grifo que gotea.<br />

Pero ahora lo sé y no veo la razón para no manifestarlo en toda su pureza: estaba<br />

equivocado, muy equivocado.<br />

Desde hace una semana, desde hace un mes, es muy posible que<br />

desde siempre, siempre… eso no puedo precisarlo, el caso es que<br />

estaba equivocado. Admito que no me consuela que los demás<br />

también estén equivocados; sé que lo están tanto o más que yo,<br />

según. Y qué. Eso no me ayuda.<br />

( Hay un grifo que gotea.)<br />

Lo peor es que los minutos siguen pasando y tampoco ahora puedo<br />

decir que ya esté en lo cierto.<br />

? Ilustración a cargo de Isabel Albaladejo Góme z.<br />

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Las piezas de g.<br />

Javier López Alós ?<br />

“Toda la industria del hombre estriba en aproximar las<br />

sustancias naturales unas a otras o en separarlas; el resto es<br />

una operación secreta de la naturaleza.”<br />

F. BACON: Novum organum, I, 4.<br />

Querido doctor: si le escribo a usted, para qué andarme con rodeos, es porque<br />

estoy desesperado. Sé que entenderá bien el sentido de estas palabras: por supuesto, le<br />

tengo en gran concepto, no necesito extenderme sobre esto, lo sabe, son muchos años<br />

ya… Pero lo fundamental, lo nuevo, es que estoy desesperado.<br />

Creo que está al corriente de algunas cosas, de otras no estoy seguro. Algunas,<br />

sin embargo, diría que es imposible que las sepa, casi acabo yo de descubrirlas o de<br />

entenderlas por primera vez. Le ruego, doctor, que tenga paciencia, y que me perdone<br />

si le repito alguna información que ya posee. Por mi parte, intentaré ser preciso y, como<br />

usted siempre insiste, “claro, más claro”.<br />

Sucedió una tarde, cuando aún quedaba luz y unas pocas personas por el parque<br />

que ya conoce. Creo que el otoño acababa oficialmente de empezar. Como muchos días,<br />

más aún presintiendo la humedad, escurría yo las horas de mi convalecencia paseando a<br />

solas, usted perdone, sin enfermeras ni familia que me atosigasen, por entre los<br />

recovecos que forman los estanques y las sombras de las grandes ramas de palmera. A<br />

veces me detenía y trataba de golpear con mi muleta los dátiles esparcidos por el suelo;<br />

debía de parecer un jugador de críquet que se ha caído del caballo pero que se obstina<br />

en seguir la partida cuando todos ya se han ido. En todo caso, algo de eso había, desde<br />

luego, aunque nunca hubiese montado a caballo siquiera. En cierto modo, jinete de mí<br />

mismo, me había desbocado sobre una montura de dos ruedas y de mi descabalgadura<br />

? Ilustración a cargo de Isabel Albaladejo Gómez.<br />

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Calle Filosofía sección a cargo de Javier López Alós<br />

daba aún testimonio la muleta que utilizaba para andar. Los seis meses que pasaron<br />

entremedias ya se los contó mi hermana, según me consta.<br />

Alternaba el ejercicio con un poco de lectura. En esos días de cambio de<br />

estación, la luz filtrada entre las palmas verdes se parecía mucho a la que pasa a través<br />

de una persiana, lo cual, junto a sonidos dispersos y difícilmente identificables, me<br />

producía una sensación de hogareña calidez que no podía en ningún modo obtener en mi<br />

propia casa. Hay momentos en la vida en que leer se convierte en un acto demasiado<br />

íntimo para hacerlo en cualquier lado. Usted lo sabe. Y la seguridad y la familiaridad<br />

que se llega a obtener en espacios donde nadie conoce que te encuentras o quién eres es<br />

entonces una salvaguarda de la intimidad. Por ejemplo, de pronto, un parque en otoño a<br />

las seis y media de la tarde puede ser inaccesible a la perturbación. En días señalados,<br />

incluso al dolor. Esos días leía yo poesía.<br />

Permítame una confesión que tiene su importancia: mi primer acercamiento a la<br />

poesía fue completamente infantil. No quiero decir que tuviese lugar durante mi primera<br />

edad, sino que me comporté al respecto como un niño. Sin el menor pudor, me<br />

apropiaba de todo aquello que me llamaba la atención, que no era ni más ni menos que<br />

aquello que sentía que estaba hablando de un modo u otro de mí y de mis cosas. Fueron<br />

unos tiempos, en el final de mi adolescencia, de unas lecturas epidérmicas y<br />

deliberadamente irreflexivas. Pero fueron intensas, y hasta en su melancolía, o gracias a<br />

ella, diría que felices.<br />

Recuerdo una chica, de mi edad, íbamos juntos a clases particulares de francés.<br />

Usted no la conoció porque esto pasó en el pueblo, durante un verano. La cosa fue y<br />

dejó de ser, en principio no tuvo nada más, pero una tarde no me permitió entrar en la<br />

academia y me pidió que habláramos un poco. Tenía los ojos hinchados de llorar.<br />

Seguramente llevaba así varios días, pero yo no me había dado cuenta o no habíamos<br />

coincidido de frente, no sé, lo cierto es que no era consciente de lo mal que lo estaba<br />

pasando. Se llamaba María y hasta hoy nadie se ha expuesto de esa forma por mí. Le<br />

dejé hablar durante varios minutos, sin interrumpirla, me encendí un cigarro (por cierto,<br />

ya no fumo), le ofrecí un poco de agua, fui correcto. Cuando terminó y volvió a<br />

370<br />

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Calle Filosofía sección a cargo de Javier López Alós<br />

mirarme, esperé a que bajara otra vez los ojos, aunque no lo hizo. Me sentí mal. Sé que<br />

no es una sintomatología muy específica, pero así es como me sentí.<br />

- ¿Sabes quién es Gerardo Diego?<br />

- El poeta, claro. Voy mal en francés, pero no soy tonta. ¿Y qué tiene que<br />

ver…?.- Entonces no le dejé acabar la frase.<br />

- Hay un poema de Gerardo Diego… creo que puede servir para explicar mi<br />

punto de vista… Una a una desmonté las piezas de tu alma. / Vi cómo era por dentro: /<br />

sus suaves coyunturas, / la resistencia esbelta de sus trazos. / Te aprendí palmo a<br />

palmo. / Pero perdí el secreto / de componerte. / Sé de tu alma menos que tú misma, / y<br />

el juguete difícil / es ya insoluble enigma.<br />

desapareció escaleras arriba.<br />

Ya le he dicho que<br />

se llamaba María, y<br />

jamás he visto a<br />

nadie devolverme<br />

con tan poco tanto<br />

desprecio.<br />

Tampoco, ni<br />

siquiera después<br />

del accidente,<br />

recuerdo haberme<br />

vuelto a sentir tan<br />

ridículo.<br />

- Excuse moi, J'<br />

arrive tard à la<br />

classe-, y<br />

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Calle Filosofía sección a cargo de Javier López Alós<br />

Años más tarde, cuando este recuerdo era apenas un segundo entre muchos<br />

segundos que acelerar y cuando hacía poco, desde que pude caminar por mi propio pie,<br />

que había recuperado la afición juvenil por leer poesía, tuve a la fuerza que evocar<br />

aquella experiencia y otra vez la vergüenza me estremeció. No sé hasta cuándo…<br />

Insisto en que toda esta confesión era necesaria, porque me pesa el<br />

remordimiento igual que cuando te cargan a traición con un objeto muy voluminoso. No<br />

esperaba esta sensación y, aunque sé que a usted no le gustan las bromas macabras, mi<br />

disposición corporal tampoco era la apropiada. Pero también le cuento todo esto porque<br />

necesito explicarme; para ser exactos, necesito ser entendido y usted, al que considero<br />

un verdadero hombre de ciencia, no me dará la espalda, sé que no.<br />

La tarde que le digo yo estaba sentado en un banco de piedra. Un par de días<br />

antes ya había pensado que la serenidad del especio sugería disfrutar con una selección<br />

de poemas, tal fue mi desgracia, de Gerardo Diego: “Guitarra”, “Romance del Duero”,<br />

“El ciprés de Silos”, “El sueño”… hasta que, al pasar una página, de pronto, allí estaba<br />

“Una a una desmonté las piezas de tu alma”. Salté nervioso las páginas sin saber qué<br />

buscaba, o, tal vez, no queriendo saber que allí no encontraría nunca una nota de María<br />

ni una foto suya, porque ese libro lo compré más tarde, siempre demasiado tarde,<br />

cuando María ya me había conocido lo suficiente como para no tener que sufrir por mí.<br />

Después, durante diez o quince minutos, la desolación no me dejó moverme. ¿Es lo que<br />

llaman un shock? Tampoco quería seguir leyendo. Únicamente ansiaba no estar solo.<br />

Quería ver a María, pedirle perdón, pedirle que “me dejase hacer un árbol con sus<br />

trenzas” y como siempre hacer propios todos los versos que a ella le gustasen.<br />

Y esto es lo que sabe y no sabe usted, querido doctor: mi hermana o mi tía le<br />

habrán contado que vi el fantasma de María, que me he vuelto loco, que me están<br />

haciendo pruebas para diagnosticarme, que estoy con ansiolíticos y antiepilépticos…<br />

Pero eso es sólo una parte de la verdad. Lo esencial está omitido, sospecho, y es que<br />

estoy sufriendo mucho y que ello se debe precisamente a que, por primera vez en mi<br />

vida, perseguí lo auténtico. Reconocerá conmigo, querido doctor, que mi situación<br />

actual no es justa.<br />

372<br />

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Calle Filosofía sección a cargo de Javier López Alós<br />

Yo abrí los ojos, ya le he dicho que no sé cuánto tiempo estuve como ausente.<br />

Tenía el libro abierto en la página del poema, si bien no recordaba haber vuelto a él.<br />

Pero ya no estaba solo: a mi derecha estaba María con esa mano extendida hacia arriba<br />

y la misma media sonrisa de los diecisiete años. Antes de poder abrir la boca, de la<br />

mano empezaron a saltar figuras geométricas como si fuese una fuente, luego ramas de<br />

árbol, caballos, siluetas de estrellas y un delfín en la cesta de un triciclo… y, en medio,<br />

aparecieron fugazmente instantes felices de mi vida. Le juro que fue así como pasó y<br />

que fue lo más hermoso que veré en los años que me quedan. Todo se mezcló, comenzó<br />

a girar en círculo y se redujo, todavía dando vueltas, a la palma derecha de María.<br />

-¿Qué es todo esto?- pregunté con gratitud.<br />

- Es lo mejor de tu alma, desmontada pieza a pieza.- Entonces dejó de sonreír y<br />

cerró el puño brutalmente. El crujido que se oyó quizá fue de sus dedos, pero pudo ser<br />

también lo que acababa de destrozar. Ni siquiera tuve que reprimir un grito; cuando<br />

volvió a abrir la mano, las marcas por la presión me distrajeron de tratar de comprender<br />

lo que había ocurrido.<br />

- Excuse moi, J´arrive tard…-, dijo mientras se marchaba sin que yo pudiera oír<br />

adónde o seguirla. Cuando reaccioné, salí tras ella, avanzando con toda la rapidez de la<br />

que era capaz, la cual, como sabe, no es ni era entonces mucha. Sé que estuve<br />

deambulando por el parque, angustiado, dolorido, pero no recuerdo cuánto ni cómo.<br />

Parece ser que me encontraron entre unos arbustos, inconsciente. La muleta estaba a<br />

doscientos metros y del libro nadie me pudo decir nada. Suponen que tuve una crisis<br />

nerviosa y que me desmayé, o alguna cosa así. Yo no lo sé, doctor. Mi siguiente<br />

recuerdo ya es en la clínica con todo el mundo pidiéndome que me calmase, aunque yo<br />

no estaba alterado. Sólo quería que buscasen a María. Y, a partir de aquí, toda la<br />

confusión que usted ya conoce.<br />

No quisiera que me interpretara mal. Mi intención no es ponerle en un<br />

compromiso. Sé que piensan que estoy trastornado, que el accidente… A mí eso ya me<br />

da igual. Lo único que le pido, querido doctor, amigo, es que al menos crea usted en mí,<br />

que tanto le he respetado siempre. No se lo pediría si no me fuese absolutamente<br />

imprescindible, pues, como digo, estoy desesperado: por favor, entre lágrimas se lo<br />

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Calle Filosofía sección a cargo de Javier López Alós<br />

pido, busque usted a María, dígale que la amo, que me perdone, que le haré un árbol con<br />

sus trenzas si ella quiere, que le perdono por triturarme el alma y salir corriendo. Y<br />

dígale que he vuelto a estudiar francés.<br />

Con el aprecio de siempre,<br />

G. D.<br />

374<br />

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Pelayo Perez, BITACORA<br />

Addenda y 2<br />

Un Bitácora quizás tenga algunas prerrogativas, y sus peligros evidentemente.<br />

Nos permite extender, dar por finalizado un impulso y retomarlo de nuevo con la excusa<br />

de los comentarios que algunos lectores nos hacen llegar, máxime cuando, como es el<br />

caso, la lectura continuada de las entregas anteriores proporciona una visión en<br />

perspectiva que, en sus partes, se vuelve más compleja, por la conclusión que anticipa el<br />

texto y, como sucede en nuestro caso, la permanencia en un estado de abierto ante el<br />

cual dábamos por concluido nuestro ensayo.<br />

Pero este supuesto “estado de abierto”, de inconcluso, nosotros no lo creemos<br />

tal, sobre todo si tenemos en cuenta las pretensiones que arrancan del comentario<br />

primero acerca de lo obvio y que no pretendía sino ser eso que el título ya indicaba,<br />

ocultándolo: que lo obvio es lo menos obvio que existe. Insistir en el notorio hecho de<br />

que no hay “un solo hecho” que sea obvio no indica sino la ingenuidad en la que nos<br />

movemos habitualmente, hasta que esa “obviedad” se cae por sí sola. Diríamos entonces<br />

que, llegados a este punto, una conclusión primera es que no existe absolutamente “nada<br />

obvio”, puesto que las obviedades, si las hay, que pueden señalarse en la experiencia<br />

común, las que corresponden digamos a la vida cotidiana, tendrían que haber resuelto<br />

previamente el problema de la obviedad de la vida misma. Y esta experiencia, que lo es,<br />

de rareza, de extrañamiento, que tanta literatura y tanta filosofía ha estimulado, más allá<br />

del momento psicológico inexcusable, nos coloca, por derroteros que no nos parecen<br />

obedecer a los solos criterios personales del autor ante la problemática alma/cuerpo o<br />

mente/cerebro que desplegamos como núcleo primordial en un intento de sistematizar<br />

esa dualidad clásica, como uno de los casos preclaros de esa absoluta falta de obviedad<br />

experimentada empero como la más cotidiana acaso de entre todas las posibles: la que<br />

los conceptos de intencionalidad e intersubjetividad enmarcan.<br />

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Pelayo Pérez: BITACORA<br />

El hecho de hablar, así pues, de relacionarnos unos con otros, de mirarnos, de<br />

oír, de gesticular, de percibir en fin, tiene una formulación científica que, sin embargo,<br />

durante milenios permaneció, y permanece aún para la mayoría de los seres humanos,<br />

oculta, informulable. Se hacían cosas, se transformaban y se producían “formas”<br />

inéditas e inauditas, como por ejemplo la escritura, y a las que la sola forma del mito<br />

podía dar sentido. Ese exocerebro del que hablara el antropólogo Roger Bartra no es<br />

sino el grupo étnico mismo, la forma social en sí misma, en su operatividad. Pero,<br />

paradójicamente, las ciencias no desvanecen nuestra habitualidad, la experiencia de lo<br />

obvio, al contrario, la afianzan.<br />

Que el “principio antrópico” pueda ser posible, sobre todo en su versión débil, o<br />

que la nanotecnología posibilite operaciones impensables aún hoy, todo ello se admite<br />

con una ‘naturalidad’ que el propio hombre de ciencia considera, valga la redundancia,<br />

“de lo más natural”. ¿Cómo podríamos, ante esta obviedad natural, oponer la evidencia<br />

de que la Naturaleza no existe? Inmersos en el caosmos, para utilizar la joyceana<br />

expresión de Deleuze, ¿ cómo no ver entonces el problema de este ser-en-el-mundo de<br />

súbito desnaturalizado? Pues a nuestro entender, la refutación de lo obvio, de todo lo<br />

obvio, no puede sino llevarnos, en un primer movimiento, a ese estado de<br />

desnaturalización, a esa consecuencia radical del hecho, que previamente habremos<br />

aceptado tras las reflexiones pertinentes, de que efectivamente algo así como La<br />

Naturaleza no existe. Y sin embargo, dicho de forma natural, si no existe ‘la’<br />

Naturaleza, ¿ cómo es que existen fenómenos naturales? No es esta una pregunta<br />

cualquiera ni merece una respuesta irónica, una sonrisa de desdén. Es una pregunta que<br />

ha recorrido el movimiento mismo del pensar y que tiene en la “historia de la filosofía”<br />

variadas y controvertidas respuestas, hasta su cerebralización actual: como si los<br />

“fotones” pulsaran las teclas neurológicas de nuestros sotware. La frase anterior , no<br />

exenta de cierta ‘maledicencia’ por nuestra parte, lo dice todo. Ahora el “entendimiento<br />

agente” cae del lado de la materia cuántico-general, de la energía y las formas del<br />

resultado de su acción sobre el “cerebro” computacional, donde reside el<br />

“entendimiento paciente”. Ni siquiera es así como está planteado en las neurofilosfías<br />

actuales, pero deducir este esquema no es insólito según creemos, y aclararlo, ordenarlo,<br />

376<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, III 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Pelayo Perez, BITACORA<br />

clasificarlo, criticarlo en fin, era nuestro interés en todo este periplo. Pero no<br />

quisiéramos caer nosotros en el defecto que criticamos reiteradamente, en esa trituración<br />

amalgamática de la pluralidad, en este caso categorial. Si nosotros partimos del<br />

pluralismo ontológico, no podemos sino postular el pluralismo categorial, pero de tal<br />

suerte que, como demuestra Gustavo Bueno en su insuperable teoría de la ciencia, las<br />

categorías con las que cada ciencia se constituye no son comensurables entre sí ni, por<br />

tanto, reducibles unas a otras. Una ciencia, así pues, no puede ser la medida canónica de<br />

otra.<br />

Por otra parte, y para cerrar este apartado, el problema del computacionalismo,<br />

del sotware, es precisamente este: el de la estructura computacional inherente a la<br />

“relación” cerebro-fenómenos, en tanto este “relacionalismo”, que es el nombre de la<br />

filosofía moderna, oculta como creemos estar dejando ver un idealismo de la relación,<br />

cuando no una metafísica espiritualista encubierta (el sotware). Es cierto, desde nuestro<br />

planteamiento, tanto la “relación”, cuanto la “estructura” de sentido tienen que ver con<br />

el pluralismo ontológico, por un lado, y con la dialéctica epistemológica,<br />

construccionista por el otro. Pero aquí aparece algo que en el planteamiento que<br />

criticamos se soslaya, el ‘mundo de las ideas’, y su entramado, su symploké, porque solo<br />

desde esta tríada podemos precisamente ‘cerrar’ el campo, alcanzar una “totalidad” que<br />

supera e incorpora las dos caras enfrentadas de esa “relación” que el racionalismo<br />

científico, y las filosofías inherentes al mismo, sostienen. Sin las “ideas” no podemos<br />

rebasar nunca el problema ontológico que la epistemología plantea con su tratamiento<br />

de los fenómenos, de los fenómenos que se nos ‘presentan’ ante los ojos y que, por<br />

medio de los conceptos, ordenamos, describimos, clasificamos más allá de la percepción<br />

individual de cada “sujeto percipiente”. Y sin embargo, parece obvio que así nunca<br />

rebasamos el momento positivo de nuestra relación con los fenómenos mismos y que no<br />

podemos alcanzar un tratamiento universal de los mismos. Estos problemas, como se<br />

sabe, competen ya a los intentos lógicos, por un lado, y matemáticos por el otro, de<br />

superar este escollo del conocimiento. Pues el tratamiento computacional, o las teorías<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, III 17 (marzo 2008). http://www.revis tadefilosofia.org 377


Pelayo Pérez: BITACORA<br />

cognitivas, incluida la aventura posibilista sobre la Inteligencia Artificial, no dejan de<br />

ser intentos de matematizar el cerebro y de reducir el problema de la mente a una<br />

“forma” universal estructurante como sería la lógica de Boole. 1<br />

Ahora bien, en realidad no estamos sino dando vueltas sobre el mismo problema:<br />

el de la realidad del “entendimiento”, por cuanto al mentar a la estructura, al sotware, a<br />

la “computación”, etc.., no hacemos sino metaforizar el movimiento mismo del pensar.<br />

Pues el movimiento, el tiempo, es la idea que nos permite encajar las partes<br />

estructurales o estructurantes de los fenómenos, darles forma mediante esa mentada<br />

“relación”, la cual sin duda no puede sino remitir a este movimiento que estamos ahora<br />

destacando. Movimiento que ya no puede ser “caótico” sino al contrario, ordenador del<br />

‘caos’, del principio indiscernible e indeterminado de la materia general. El movimiento<br />

estructurante, la temporalidad, dice pues de la existencia del “entendimiento”, del<br />

sentido de su acción, del sentido onto-lógico. Ahora bien, desde la ciencias y sus<br />

filosofías, desde el estado presente de la cuestión, creemos que este “entendimiento”<br />

sigue arrastrando dos rémoras: su antropomorfismo, por una parte, y su espiritualismo<br />

teologizante por otra.<br />

Nuestra posición tiene que habérselas con estas dos formas en sus variaciones y<br />

enmascaramientos, de las que somos por otra parte deudores. Y si afrontamos la crítica<br />

de ambas posiciones, ¿ qué entenderemos entonces por ‘entendimiento’? La respuesta,<br />

según creemos, ya esta dada en estas páginas y explícita en las líneas antecedentes<br />

cuando hablamos del movimiento, de la estructura dialéctica de la materia, de su<br />

devenir. Pero afinando aún más, diríamos que “los conceptos conjugados”, como ya<br />

hemos indicado anteriormente, es una de la concepciones más pertinentes al respecto,<br />

donde cuerpo y alma, o mente y cerebro, no se oponen ni se anulan o subsumen, sino<br />

que se conjugan conformando una unidad superior, el ‘sujeto operatorio y cognoscente’,<br />

y que nosotros, partiendo de esta concepción, creemos poder formular del siguiente<br />

1<br />

Sobre esta temática apuntada en estas líneas –el corelacionismo, y el idealismo espiritualista de la<br />

ciencia contemporánea, así como su matematización- remit imos a un discípulo de Alain Badiou, el cual<br />

ha publicado recientemente un bello y provocativo ensayo del cual daremos cumplida cuenta en una<br />

próxima entrega. Véase, Quentin Meillesoux, Aprés la finitude, Ed. Seuil, 2007.<br />

378<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, III 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Pelayo Perez, BITACORA<br />

modo. Esa conjugación es posible por cuanto esa “estructura dialéctica” de la materia,<br />

ese movimiento ordenante, lógico material, “se” encarna en el cerebro viviente,<br />

incorporando el “mundo” en ese mismo cerebro, en tanto en cuanto ese “mundo” no es<br />

sino el producto del “tiempo de la vida”, la totalidad en marcha, en obra de los cerebros<br />

diacrónicos, múltiples que mantienen en el tiempo una relación material con los<br />

fenómenos, los cual aparecen como tales en tanto en cuanto existen esos cerebros y esa<br />

relación. Hay sin duda una circularidad, la del propio Mundo del cual partimos y al cual<br />

regresamos, pero en cuanto rompemos la misma, unicamente nos quedan las “partes”, la<br />

dilución atómica, indeterminada de los mismos. El “entendimiento” encarnado es pues<br />

el centro operatorio que reordena estas partes, en cuya relación- partes extra partesdescubrimos<br />

el mundo de las formas, pero sin la cual no obtenemos nada, ni formas ni<br />

partes. Una breve anotación, dado el intrincado problema que se nos ‘abre’ tras estas<br />

líneas y que tiene un tratamiento ya clásico y dispar como es lógico. Nos referimos al<br />

“aparecer”, pues éste implica necesariamente una referencia nítida a las formas de lo<br />

que aparece (siendo este ‘lo que’ una de las claves del argumento), formas que solo<br />

pueden concebirse mediante el argumento del cuerpo, de la pluralidad (partes extra<br />

partes) de los propios cuerpos, orgánicos o no, y de las relaciones – apotéticas, distales,<br />

etc.- que entre ellos se dan y donde categorías como la ‘dimensión’, u otras de<br />

raigambre topológica, cobran un sentido mayor.<br />

En ese límite, no podemos sustentar el artilugio de la línea recta. Es decir,<br />

convertir el círculo trazado en una línea recta, en donde situaríamos A como inicio y B<br />

como final, o como fuente causal y despliegue horizontal de los efectos. La<br />

bidimensionalidad no es sino una ficción del lenguaje, de su extensión de izquierda a<br />

derecha, del empirismo que pretende encerrar la eternidad en las manecillas del reloj o<br />

circunscribir el tiempo en la dimensión matemática del mismo.<br />

Al alcanzar el límite fenoménico, solo nos queda “el entendimiento”, nuestro<br />

entendimiento con sus características ‘internas’, a las que acaso accedemos rebasando<br />

precisamente las relaciones factuales, eidéticas que, en medio de los fenómenos,<br />

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Pelayo Pérez: BITACORA<br />

descubrimos (fenómenos psicológicos, neurológicos, perceptuales, etc..). Ahora es el<br />

momento del solo entendimiento, de la estructura de sentido de esa relación establecida<br />

en el mundo.<br />

Recordemos que, tras ese primer movimiento, mencionamos el intento<br />

sobresaliente de un grupo de científicos y filósofos que, en torno a la fenomenología,<br />

habían postulado la posibilidad de naturalizar la Fenomenología, en tanto en cuanto<br />

ésta disciplina filosófica, esta metodología, sería como tal acaso una consecuencia de<br />

esa desnaturalización aquí mentada. Pues la reducción fenomenológica, incluso desde<br />

su inicio en los clásicos, no es sino una consecuencia de la experiencia crítica,<br />

reflexionante, acerca de la nada obvia experiencia de la vida. Volvemos, así pues, al<br />

inicio de estas entregas, al mundo de la vida y al tiempo de la vida.<br />

Vueltos de nuevo al punto de partida, y considerando los recorridos efectuados,<br />

así como las conexiones que nos han suscitado, el problema de la mente-cerebro-cuerpo<br />

se nos plantea de una forma más nítida, por cuanto al menos dos cosas aparecen claras.<br />

La primera, respecto del alma, a la imposibilidad de considerarla separada, aislada, en<br />

tanto que opuesta al cerebro. Y la segunda, en consecuencia, la imposibilidad de<br />

concebir el cerebro separado y aislado del alma. Es cierto, salta a la vista otro problema,<br />

sobre todo si radicalizamos la posición crítica frente a toda obviedad, como venimos<br />

resaltando, pues en esa posición debemos (su)ponernos y mantenernos, y ese problema<br />

atañe a la realidad ontológica del “alma”, por cuanto la realidad fenomenológica<br />

respecto del cerebro se agota en el límite mismo de su análisis regresivo y radical. Es<br />

decir, respecto al fenómeno biológico implicado, el límite es la célula, pero para<br />

alcanzar ese límite, ese núcleo común – común a todos los seres vivientes, con cerebro o<br />

sin él- desde el cual postularemos un despliegue que manifieste la evolución de ese<br />

mismo núcleo, su “darwinización” diríamos, entonces ya habremos rebasado el<br />

fenómeno cerebral a considerar, sin posibilidad de concluir que todo cerebro está “ya”<br />

en toda célula. La biología, pese a las desmesuras genetistas, creemos que no permite<br />

eso y no lo permite porque su justificación no se sostiene lógica, formalmente, además<br />

de materialmente. A no ser que introduzcamos la hipótesis ideológica de una Biología<br />

380<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, III 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Pelayo Perez, BITACORA<br />

hipostasiada, espiritual y creadora. Otra cosa es la acción genética, las células troncales<br />

especializadas que aparecen en el cerebro, pero tal que ya el cuerpo del animal superior<br />

está “dado”, producido diríamos por el proceso múltiple y dialéctico de la propia<br />

evolución de las formas biológicas plurales.<br />

Pero es justamente en estos límites donde el problema resurge con más<br />

virulencia si cabe y es ahí donde anotamos una tendencia perniciosa, a nuestro juicio, de<br />

invadir unas ciencias el campo de las otras, alisando así los problemas y las filosofías<br />

derivadas de cada ciencia. Y sin embargo, son esos mismos límites infranqueables los<br />

que nos permiten seguir el curso teorético de cada ciencia y retomar las filosofías, más<br />

o menos espontáneas, que de su movimiento surgen.<br />

Queremos resaltar que sin el cerebro no aparece, ni puede aparecer, ante<br />

nosotros ‘el alma’, salvo que abandonemos la dogmática cientificista que puede<br />

alcanzar este estadio donde el cerebro ‘ya no es’. Esta torsión de las palabras, este<br />

exceso de la retórica no es sino una forma de llegar a una conclusión manifiesta: que<br />

partimos y nos mantenemos siempre “entre cerebros” realmente existentes, unos<br />

cuerpos frente a otros, vivientes o no y que tanto la actitud del científico que reduce un<br />

ser vivo a sus células e incluso a sus componentes genéticos, alcanzando el límite<br />

material y categorial de su análisis, como el fenomenólogo que suspende todo juicio<br />

acerca del fenómeno que tiene ante sí, el cuerpo viviente del otro, o el suyo apercibido,<br />

esbozado, “reconstruido”, etc.., ninguno puede sin faltar a los hechos, a su verdad, negar<br />

que están haciendo “como si”, pues el cerebro del fenomenólogo necesariamente vive,<br />

es, cuanto el del científico o el del patólogo que disecciona un cerebro en su<br />

laboratorio... En fin, el fárrago, el embrollo, y la oscura ‘densidad’ no harían sino<br />

ocultar, ahora sí, una evidencia que Hegel manifestara con suma agudeza: no se pueden<br />

observar los fenómenos por la espalda.<br />

Es cierto que podemos ‘separar’, clasificar, ordenar según categorías, los<br />

fenómenos del mundo: físicos, biológicos, lingüísticos, culturales, etc.. y triturarlos,<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, III 17 (marzo 2008). http://www.revis tadefilosofia.org 381


Pelayo Pérez: BITACORA<br />

alcanzar los límites de su aparecer, de su misma “atomicidad”. Pero, a partir de ahí, y de<br />

las teorías que al respecto construyamos, si rebasamos esos límites comenzaremos a<br />

especular, empezaremos acaso a hablar de otra cosa, cuando no de aquello que los<br />

fenómenos ocultan tras su espalda.<br />

Ya decía Foucault, con su agudeza habitual, en Las Palabras y las Cosas, que la<br />

biología no trataba acerca de la vida, sino de los fenómenos biológicos. La “vida”<br />

quedaría a la espalda de estos, inobservable, inanalizable, inconceptualizable. Pero si “la<br />

vida”, y lo mismo se diga del “alma, de la mente”, no son cognoscibles, a la manera en<br />

que lo son las “células” o “el cerebro”, no por ello dejan de ser pensables.<br />

Y al hilo de este comentario, quisiéramos recoger un item que circula por entre<br />

los neurocientíficos, y que resume el nudo de la cuestión: “ ¿cómo se produce el salto de<br />

la biología a la subjetividad?” Y bien, vemos aquí como la denuncia de Foucault cuando<br />

rastrea la genealogía de las ciencias biológicas sigue vigente. Para nuestros efectos, no<br />

cabe duda de que la pregunta sería, en todo caso, la inversa: ¿ Como se produce ‘el<br />

salto’ desde la subjetividad a la biología? Y, al oponer los dos interrogantes, acaso<br />

comencemos a columbrar que el “salto” es justamente lo que no se produce, pero sí el<br />

proceso y un proceso plural, engarzado, donde las partes materiales y las partes<br />

formales, no por ello menos materiales, entraman una corporeidad que, en su<br />

particularidad biológica, no salta hacia una subjetividad resultante de sus actividad, sino<br />

que ésta despliega la subjetividad inmanente que, en todo caso, da sentido al fenómeno<br />

biológico, inexplicable desde el punto de vista ‘fisicalista’, inconmensurable con sus<br />

categorías, aunque determinado por ellas, en tanto en cuanto partes compositivas de ese<br />

fenómeno enlazan con partes de los fenómenos físicos y químicos, como manifiesta la,<br />

por eso mismo, llamada bioquímica.<br />

Aquí apuntamos al entrelazamiento subyacente a todas nuestras entregas. Por un<br />

lado, la corporeidad, en toda su compleja estructura dinámica y geométrica,<br />

tridimensional como ya hemos apuntado, y organológica, temporalizante, que remite al<br />

metabolismo y a los procesos entrópicos que le son propios. Pero lejos de enredarnos en<br />

382<br />

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Pelayo Perez, BITACORA<br />

conceptos no siempre fáciles de abordar, lo que éstos hacen es esclarecer,<br />

paradójicamente, la mirada hacia esa subjetividad inmanente. Es decir, decimos que no<br />

son los fenómenos biológicos, su unidad corpórea, su evolución y su “diferencia y<br />

repetición”, así como su actividad implicada, quienes producirían órganos, conductas,<br />

especificaciones particulares, las que, en última instancia, generarían algo así como la<br />

“subjetividad”, de donde que la etología o la psicología encontrarían un fundamento<br />

‘material’ y las neurociencias una confirmación ‘natural’, específica, centrada en el<br />

núcleo- en el “teorema de la conciencia 2 ” como resalta Pérez-Herranz en su conferencia<br />

sobre Hegel, tan incisiva e imprescindible al respecto.<br />

La fenomenología del cuerpo fundamenta por sí misma, a nuestro juicio, que la<br />

subjetividad es inherente a la misma. Queremos decir justamente que son los fenómenos<br />

biológicos los que no se explican sin el postulado ontológico de la “subjetividad”. Pero<br />

aquí hemos alcanzado un límite que rebasaría el “mundo conformado” desde el cual<br />

partimos. La cuestión del Sujeto, del Ego ( E) en la terminología fenomenológica y en el<br />

‘materialismo filosófico’, se plantea como acuciante y con la necesidad de ser aclarada<br />

en este límite mismo en el que nos situamos. Si el Ego trancendental lo es, en el<br />

pluralismo materialista y dialéctico en el que nos movemos, es una “instancia” que no<br />

rebasa los límites materiales, categoriales del Mundo, así pues, que tiene precisamente<br />

en los sujetos operatorios múltiples la condición y estatuto de su misma<br />

transcendentalidad ( el lenguaje, las normas, las técnicas, etc.., pasan de unos a otros y<br />

el saber así adquirido permite la reflexividad, la diacrónica tersura que el lenguaje<br />

hablado y escrito unifica, sincroniza por así decir, pero de tal suerte que el movimiento<br />

dialéctico material entre unos momentos y otros, entre unos grupos y otros, entre unos<br />

sujetos y otros, pone de manifiesto la mentada transcendentalidad). Así pues, diríamos<br />

que la subjetividad es egoiforme precisamente por ser corpórea.<br />

2 Fernando M. Pérez-Herranz: Hegel y el cerebro: “El ser del espíritu es un hueso”. Eikasía. Revista de<br />

Filosofía, año III, 15 ( Diciembre 2007).<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, III 17 (marzo 2008). http://www.revis tadefilosofia.org 383


Pelayo Pérez: BITACORA<br />

Pero, planteemos una pregunta ingenua: ¿ por qué el cuerpo? ¿ Porqué la<br />

corporeidad tridimensional de los fenómenos biológicos nos daría la respuesta, o mejor,<br />

la confirmación de esa “subjetividad inmanente” que tendría, al modo deleuziano, en el<br />

cerebro su locus ineluctable? ¿Un cerebro plástico, cambiante, un brain working(¿)<br />

para decirlo al modo global en el cual nos movemos, retomando así la tesis de la autora<br />

francesa que tanto hemos comentado en estas páginas, Catherine Malebou? En realidad<br />

no es otra cosa, creemos, que la interpretación que damos, llevada al límite de ese<br />

cerebro viviente, de ese cerebro expectante del que habla Pérez-Herranz.<br />

Aquí se nos abre una línea de trabajo que excede nuestro planteamiento. O, más<br />

bien, que es la consecuencia a seguir de nuestro rudimentario planteamiento, pero que<br />

en estas consideraciones últimas no podemos sino apuntar, acaso para así enlazar con un<br />

futuro trabajo, el que tenga en cuenta las aportaciones de Sánchez Urbina, y las<br />

investigaciones de Richir, entre otros, que solamente hemos indicado como vías<br />

posibles de tratamiento de estos arduos problemas. La autoconciencia-conciencia, que<br />

ya merecieron un comentario anterior por nuestra parte, exige precisamente la realidad<br />

‘ontológica’ de la corporeidad y de una corporeidad operatoria, múltiple, “perceptual”.<br />

La conciencia, por seguir con la cita que generó estas líneas, no emerge de la<br />

autoconciencia ni es producto de un “salto” cualitativo, acaso debido a la complejidad<br />

del sistema nervioso, de las millonarias conexiones sinápticas. La conciencia y la<br />

percepción están emparentadas sino son lo mismo, pero las operaciones implicadas así<br />

como las relaciones entre unos sujetos y otros, como hemos indicado varias veces,<br />

producen novedades, son, como diría Nicolai Hartmann, la verdadera fábrica del<br />

Mundo 3 , y es desde este Mundo, desde sus “formas”, desde las relaciones eidéticas que<br />

se generan, que esa “conciencia” puede re-flexionar, alcanzar su autoconciencia y dar<br />

sentido, es decir, sustentar, fundamentar, estabilizar la mismidad de sí misma, en tanto<br />

en cuanto tiene que ser alterada, desestabilizada, arrancada o desgarrada, por forzar la<br />

imágen expresiva, de la inmanencia para alcanzar, precisamente mediante la relación<br />

con ‘su otro’, la objetividad.<br />

3 Nicolai Hartman, Ontología, II, Fondo de Cultura Económica, 1956, trad. Jose Gaos.<br />

384<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, III 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Pelayo Perez, BITACORA<br />

Y ahí, a nuestro entender, la mente se manifiesta como verdadera<br />

externalización, no del cerebro sino de sus operaciones que se ejercen en el medio<br />

externo, como una mens al modo espinosista, pues desde la trama de los cerebros, de los<br />

cuerpos diaméricamente dados, en su ‘horizontalidad’, el modo del pensamiento, surge<br />

‘verticalmente’, como la resultancia misma de sus operaciones corpóreas, como su<br />

atributo esencial.<br />

En definitiva, si seguimos los análisis categoriales al efecto, aceptando los<br />

recorridos cognitivos, emotivos, perceptivos, eto/psicológicos, etc..incluyendo los<br />

estudios hormonales, endocrinológicos no menos que los sexuales, por caso, implicados<br />

en el conocimiento científico de los fenómenos biológicos desde su “teorema<br />

(pluri)celular”, el resultado no puede ser otro que la ‘verdad’ misma que sustenta el<br />

postulado de la subjetividad.<br />

Ahora bien, si la “sensibilidad”, la “percepción”, la “imaginación y la fantasía”,<br />

así como la “memoria” forman parte de la subjetividad , ¿ qué diferencia, si es que la<br />

hay, existe entre estas figuras y los fenómenos neurofisiológicos como el sentir, el ver,<br />

el hablar, el tocar, el moverse, el coger, etc..?<br />

Llegados aquí, tenemos, al menos sea problemáticamente, estos términos:<br />

“subjetividad”, “cuerpos vivientes”, “funciones corpóreas”, “percepción”,<br />

“operaciones”, “sexualidad”, y “cuerpos inorgánicos”. No hace falta resaltar que nos<br />

referimos aquí con estos términos a los animales superiores y al ser humano, pero<br />

implicando a todas las especies vivientes que ‘aseguran’ la continuidad de la materia<br />

viviente en este caso, aunque sus cuerpos, sus diferencias, y su mortalidad en fin,<br />

manifiesten la necesaria contingencia por un lado, y la discrecionalidad, por el otro. El<br />

postulado del materialismo filosófico, partes extra partes, nos parece fundado<br />

precisamente en esta pluralidad “sintáctica”.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, III 17 (marzo 2008). http://www.revis tadefilosofia.org 385


Pelayo Pérez: BITACORA<br />

El enigma, pues lo hay y es lo que da al filosofar su sentido y “espesor”, se<br />

mantiene, pues la “subjetividad” no es sino el nombre nuclear del mismo. Una<br />

subjetividad que encarna, enlaza, entrama, se conjuga con los cuerpos vivientes, no<br />

desde un Afuera ab-soluto, sino en sí, en su propia inmanencia, una inmanencia<br />

alterada, en movimiento. No se puede entender la subjetividad sin el movimiento,<br />

creemos, sin la alteración, cuya transformación, cuyo ser-en-el-mundo, está sustentado<br />

precisamente en la realidad de los fenómenos biológicos, en su “presentación”, en “el<br />

acontecimiento” de la ‘vida’. La “vida” tiene manos y piernas, tiene ojos y oídos, es<br />

una vida sexuada, finita y ello por ser una vida pensante. Y ahí nos encontramos con la<br />

subjetividad fáctica, intersubjetiva, en su relación con el mundo, produciendo técnicas,<br />

normas, leyes, ciudades, teoremas, ciencias y filosofía. Así pues, concluiremos que esta<br />

subjetividad que se destaca se nos manifiesta como esquema organológico general.<br />

Cuando escribimos o leemos el sintagma neurociencias, lo que llama la atención<br />

no es el término ‘neurológico’ en su inmediatez en sí, sino el término ciencias a él<br />

asociado. No porque las ‘-ciencias’ del sufijo no sean tales, sino porque lo que no<br />

pueden ser es un exudado, un epifenómeno, un espejismo ‘interior’ del cerebro, sino<br />

que son un producto, una construcción histórica de las subjetividades corpóreas que,<br />

para alcanzar ese momento semántico, histórico, han necesitado, obviamente, de la<br />

evolución material y formal de los entes biológicos. El ‘paso’ a explicar es el de las<br />

neuronas, digamos, hasta “las ciencias” de las neuronas. Y es que en este requiebro<br />

lingüístico, lo que sí destaca es, justamente, el gran problema de Husserl: el<br />

psicologismo; es decir no saldríamos de la relación de los “cuerpos y los lenguajes”<br />

como denuncia Badiou, por tanto circularíamos sin cesar por el “interior” de nuestros<br />

cráneos dando nombre a las re-presentaciones del Mundo que por medio de los<br />

lenguajes reconstituiríamos en ‘cada uno’ de nosotros.<br />

Pero la frase destacada, neurociencias, nos dice que ya está construido “el<br />

mundo”, con sus rutas mitológicas, sociales e históricas, mostrándonos categorías<br />

distintas a las neurofisiológicas, e irreducibles a las categorías etológicas, a las meras<br />

conductas corpóreas. La sociología y la filosofía de las ciencias tendrían mucho más que<br />

386<br />

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Pelayo Perez, BITACORA<br />

decir al respecto. En este sentido, hay que resaltar una vez más la importancia y la<br />

potencia que la teoría del cierre categorial muestra, permitiendo unas clasificaciones<br />

que no podemos dejar de tener en cuenta, pues son precisamente las categorías las que<br />

nos permiten pensar adecuadamente a través de estos recorridos por la pluralidad de los<br />

fenómenos y las múltiples filosofías que cada ciencia, cuando no cada científico,<br />

exhiben. De hecho, ya que hemos citado anteriormente a Nicolai Hartman a propósito<br />

de “su Fabrica del Mundo”, destaquemos como en la Introducción del tomo IV de la<br />

mentada Ontología, Hartmann arremete contra la tendencia a nivelar las categorías por<br />

parte de las ciencias y sus filosofías, a la “mezcolanza” de unas con otras, concluyendo<br />

que las “categorías son lo único verdaderamente importante”.<br />

Estamos intentando cerrar nuestras propias rutas, y como quiera que fueron<br />

iniciadas desde horizontes fenomenológicos, remitiremos una vez más al gran Marc<br />

Richir, quien, en uno de sus últimos ensayos, arduo y de muy exigente lectura, nos<br />

pone, entre otros problemas, ante una perspectiva radical que tiene en la reducción<br />

fenomenológica, por él llamada hiperbólica, unas posibilidades sumamente fértiles para<br />

abordar no solo la cuestión general de lo obvio, sino la particular destacadamente de la<br />

relación mente-cerebro, quedando la cuestión del psicologismo desbordada según<br />

nuestro criterio.<br />

Recordemos que el par Leibkörper nos había sido ya útil para mostrar la<br />

diferencia esencial acerca del problema clásico del dualismo y que, en su misma<br />

concepción, el monismo implicado nos parecía asimismo superado. Claro está, los<br />

recorridos y exhaustivos análisis llevados a cabo por Husserl o, en este caso,<br />

posteriormente por Merleau-Ponty hasta el final de sus días, mostraban los escollos<br />

que, desde Kant al menos, este nudo gordiano venía planteando. En el ‘materialismo<br />

filosófico’, por un lado y en la ‘dialéctica materialista’ por otro, creíamos haber<br />

encontrado modulaciones poderosas que permitían un tratamiento de los problemas<br />

capaces de afrontar los requerimientos de nuestro tiempo en un Mundo que las<br />

categorías científicas, sociales, tecnológicas o políticas han ido transformando ante<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, III 17 (marzo 2008). http://www.revis tadefilosofia.org 387


Pelayo Pérez: BITACORA<br />

nuestros ojos y por lo cual las filosofías de raigambre idealista se nos muestran como<br />

incapaces de ordenar, de ‘explicar’ adecuadamente ese “mundo de la vida” en el cual<br />

nos encontramos y desde el cual pensamos.<br />

Richir, en el estudio mentado, aborda en los fragmentos sobre el tiempo el<br />

fenómeno del Leib, de la subjetividad, del cuerpo animado, de las fantasiai y los<br />

problemas “del lenguaje sin presente asignado”. De súbito, nos encontramos ante la<br />

pura mirada del “cuerpo interno”. Ni que decir tiene que, para acceder a este radical<br />

estrato, Richir parte ‘de lo que hay’, de la “mirada natural”, de los “fenómenos”. Una<br />

vez desplegado su recorrido arquitectónico, que es su finalidad, el paso a los fragmentos<br />

sobre el espacio, va a depararnos un encuentro con el enigmático y clásico término<br />

platónico de la chorâ, pero ahora los problemas acerca “del lugar”, de la mirada, de la<br />

espacialización, del sentido, van a apoyarse, por ejemplo, en la relación de la madre con<br />

el niño apenas nacido. Las miradas de una y otro, la alimentación, el regazo, etc..van<br />

configurando un “lugar”, y los movimientos espaciales, pero va mostrando las<br />

diferencias con el estadio anterior, puesto que aquí ya aparece, necesariamente, el<br />

“cuerpo externo” y el lenguaje en presencia asignable. El Leibkörper está ya ante<br />

nosotros, con su facticidad y sus relaciones intersubjetivas, de sentido....Proseguir sería<br />

excesivo y un desvío innecesario, puesto que nuestra finalidad es mostrar esa<br />

conjugación de la subjetividad con el cuerpo objetivo, que configura la unidad del<br />

cuerpo viviente. Hemos querido con esta referencia modular los conceptos husserlianos<br />

a los que nos hemos estado refiriendo a lo largo de nuestros propios fragmentos, nos<br />

referíamos al tiempo de la vida y al mundo de la vida, que sin duda estos “fragmentos<br />

sobre el tiempo y el espacio” permiten abordar con la habitual radicalidad del filósofo<br />

belga.<br />

No quisiéramos, y en esta misma línea, clausurar este intento sin referirnos a<br />

Espinosa, y no sólo por haber sido el gran crítico del racionalismo cartesiano, el cual, no<br />

hará falta insistir en ello, mantiene su vigencia y extiende su sombra sobre toda esta<br />

388<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, III 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Pelayo Perez, BITACORA<br />

problemática aquí abordada. Espinosa, como ya mostrara agudísimo Vidal Peña en su<br />

insuperable ensayo 4 , nos da una clave ontológica en su Etica, según creemos, en su<br />

tratamiento sobre el cuerpo y que el alma, como idea del mismo, no hace sino<br />

explicitar.<br />

Nos referimos, en la línea que venimos siguiendo claro está, a la diferencia entre<br />

Natura naturans y Natura naturada. Es aquí donde encontramos fundada la idea de la<br />

“subjetividad corpórea”, pues el postulado de la corporeidad se sigue de la diferencia<br />

misma establecida por Espinosa. Pues son las operaciones del cuerpo, la existencia<br />

corpórea misma, la que permite explicar la “continuidad” de la Materia y la “ruptura”<br />

discrecional que esos mismos cuerpos marcan. Son los cuerpos quienes dan “forma” a<br />

esa materia indeterminada, general, que se co-determina mediante ellos, por ellos.<br />

El quiasmo de la natura naturans/natura naturada, se articula con la corporeidad,<br />

y sin embargo, es el gran escollo que la encarnación merleaupontiana no pudo superar y<br />

que en su último intento, en lo visible y lo invisible, intentaba reexponer triturando<br />

críticamente sus presupuestos anteriores. Pero si no hay quiasmo, ni tampoco dualidad<br />

“entre” la res extensa y la res cogitans, y la infructuosa búsqueda de una adecuación<br />

imposible (adecuatio intellectus in re) parece incapaz de ocultar el espiritualismo<br />

subyacente o el nihilismo consecuente con su misma imposibilidad, no nos queda otra<br />

salida que el pluralismo, puesto que “el Uno no-es”, como dice Badiou criticando tanto<br />

el parmenideo ser y pensar son lo mismo, cuanto el neoplatónico Uno y sus<br />

emanaciones. Pues, en cualquier caso, “el Ser Uno” no puede sino convertirse en el<br />

mismísimo Dios y, por otro lado, no resolviendo tampoco la problemática expuesta,<br />

como no sea utilizando el nombre de Dios en vano, es decir utilizando a Dios como la<br />

respuesta infinita, sobrehumana, así pues inaccesible, y a la que por tanto nunca<br />

podremos aspirar, el conocimiento paradójicamente nos lleva hasta sus límites, hasta<br />

su misma negación.<br />

4 Vidal PEÑA, El materialismo de Spinoza. Ensayo sobre la ontología spinozista. Revista de Occidente,<br />

Madrid, 1974<br />

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Pelayo Pérez: BITACORA<br />

El teorema del cuerpo es común a la filosofía de Bueno como a la de Badiou, el<br />

cual partiendo del “uno-que-no-es”, muestra como, por cuanto existe el cuerpo viviente,<br />

el sujeto operatorio, puede realizar la “cuenta-por-uno” y cuya “consecuencia” no sólo<br />

está manifiesta en las “matemáticas”, en la geometría, sino en las ciencias, en las<br />

culturas y lenguajes, es decir, en “el Mundo”.<br />

Concluiríamos, entonces que, a diferencia de la mayoría de los científicos,<br />

nosotros no podemos sostener que “el alma” es un producto lingüístico del propio<br />

cerebro y que, a diferencia de la lectura que de Espinosa hace el celebrado neurólogo A.<br />

Damassio, la mente no es la idea que nos hacemos del cerebro o que el cerebro “se”<br />

hace de sí mismo, como tampoco la subjetividad es un ‘estado’ neurológico.<br />

Ni el alma ni la mente son representaciones, expresiones lingüísticas. Son Ideas,<br />

son verdades, y la prueba de que lo son no es ni idealista ni metafísica, es el propio<br />

cerebro. No hay Subjetividad porque existe el cerebro, existe el cerebro porque hay<br />

Subjetividad. Y es el cuerpo, el cuerpo viviente, el que por medio de sus operaciones, de<br />

su factualidad, nos permite conocer la Objetividad de la misma, su (re) presentación<br />

como Mundo. No se nos escapa que, en estas líneas, acaso hemos recalado, una vez más<br />

quizás, en la “metafísica de la subjetividad”, a la que aboca el despliegue del cogito<br />

cartesiano. Las cuestiones implicadas, sobremanera el ego cogito, y las determinaciones<br />

categoriales, en este caso, de las neurociencias, demarcan el territorio por el cual hemos<br />

de transitar y, dado que nuestra posición no es aún radicalmente fenomenológica, la<br />

reducción de estos fenómenos y el enfrentamiento con la problemática del Leib, como<br />

“cuerpo de carne”, que nos lleva desde Husserl a Merleau-Ponty y desde estos a Richir,<br />

no está, sin estos recorridos previos, todavía a nuestro alcance para, acaso y tras ellos,<br />

abordar la problemática del Ego transcendental, cuestión a la que solo hemos podido<br />

apuntar, desbordados por las reflexiones en torno a los fenómenos co-determinantes que<br />

el nudo mente-cerebro abre.<br />

Por eso entonces podemos regresar a la Etica de Espinosa y admirar su<br />

penetrante y lúcida conclusión: “El alma es la Idea del cuerpo”.<br />

390<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, III 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Pelayo Perez, BITACORA<br />

Diremos, entonces, que las Ideas no pueden naturalizarse, cerebralizarse, como<br />

no puede forzarse el empirismo hasta ese punto de confusión donde, partiendo de la 5<br />

experiencia común, positiva, “lo subjetivo” y “lo objetivo” pretendan decir lo mismo<br />

que nosotros aquí y ahora. Si podemos y debemos pensar, con mayor o menor acierto,<br />

en la “subjetividad” o en la “objetividad” sin duda lo hacemos partiendo de “lo obvio”,<br />

de la experiencia común, de nuestras propias sensaciones y emociones, de nuestra<br />

percepción, y apercepción, de los cuerpos animados, vivos, que nos rodean y de nuestro<br />

propio cuerpo. No podríamos no partir de aquí, y no podríamos no admitir las<br />

investigaciones, los experimentos, las operaciones quirúrgicas, médicas, analíticas sobre<br />

estos mismos cuerpos, así como las teorías científicas que han ido construyéndose a<br />

través de la historia del pensamiento. Pero todas ellas no abordan “realmente” la<br />

“subjetividad”, su verdad, qué sea realmente o cómo sea posible.<br />

No hemos querido adentrarnos en el peculiar materialismo de Gilles Deleuze, el<br />

materialismo rizomático, diríamos, frente al materialismo filosófico, el materialismo de<br />

5 Aquí se hace necesario remitir a la ya mentada conferencia de Pérez-Herranz, soberbia y magistral al<br />

respecto, en la cual se recoge, por cierto y muy pertinentemente, el concepto de ortograma que introdujo<br />

hace unos años Alberto Hidalgo y que precisamente transciende la “extensión” diamérica de los sujetos<br />

operatorios, para arribar al “grupo”, a esa especie de sujeto pensante en el cual actúa atributivamente el<br />

espíritu (¿ alienado?) de los sujetos individuales que a él pertenecen. Pero, teniendo muy en cuenta estos<br />

desarrollos que siguen las vías abiertas por Gustavo Bueno, entonces, en el hiatus donde nosotros<br />

pretendemos situarnos, se nos plantea el problema de la apresentación del “cuerpo de carne” a otro<br />

“cuerpo de carne”, es decir, la intersubjetividad, la cual nos hace reflexionar sobre el mentado concepto<br />

merleaupontiano y su esfuerzo por superar el psicologismo husserliano, aprisionado entre el cogito<br />

cartesiano y los análisis kantianos al respecto. En este sentido, la mención a Richir queda justificada por<br />

las líneas precedentes, pues es éste autor quien recoge la problemática con la cual signamos este ensayo,<br />

“el tiempo de la vida” y el “mundo de la vida”, ya que las cuestiones planteadas de nuevo en esta nota<br />

tienen un nombre propio en Husserl: el presente viviente, cuya extensión, nos aclara Richir en<br />

Phénomenes Temps et Etres (J.Millon, 1987), retoma Heidegger en Ser y Tiempo y nutren la problemática<br />

del último Merleau-Ponty (Lo visible y lo invisible y el Ojo y el Espiritu), que no son sino el territorio<br />

roturado desde el cual parte críticamente el fenomenólogo belga.<br />

En definitiva, el cerebro es un “fenómeno” positivo, ahí ante mi cerebro. Reducirlo, hace<br />

destacar a “la mente”, pero esta aparece como otro “fenómeno ahí”. El hiatus del que hablamos y que<br />

estos desarrollos intentan cubrir se sitúa “ahí” precisamente.<br />

Citemos, así pues, a Richir : “Si, en effet, il n’y a pas de ego pur susceptible de se manifester en<br />

lui-même de manière ultime, mais seulement une certaine structure réflexive qui est celle du Présent<br />

vivant, et qui est du même coup celle de la con-science, il y a bien une équivoque entre une ipséité<br />

irréfléchie mais foncièrement indéterminée dans sa reflexión, pourvu que celle-ci s’effectue sans concept<br />

deja donné, et l’ipséité telle qu’elle se determine en ego dans la reflexión d’un cogito- Husserl le savait<br />

bien lui-même...” (M.Richir, o.c., introducción, pg. 41).<br />

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Pelayo Pérez: BITACORA<br />

la symploké. Ya lo ha hecho sintomáticamente Badiou en una relación controvertida y<br />

cambiante que recoge en su ensayo sobre Deleuze 6 , pero no podemos dejar de pasar,<br />

aunque solo sea de puntillas, sobre el “subjetivismo”, el “empirismo” y la peculiar<br />

interpretación deleuziana de Espinosa y su concepto nuclear del conatus como deseo,<br />

un deseo biologizado, psicologizado en exceso y que enlazaría con sus fuentes<br />

deudoras: Nietzsche y Bergson.<br />

Pero sin duda el movimiento, la operatoriedad, la “subjetividad encarnada”, la<br />

sexualidad a la que hemos ya hecho mención, etc...tienen que ver, y mucho, con este<br />

cuerpo viviente, con este cerebro expectante al que hemos intentado cernir para una<br />

mejor comprensión, una comprensión que por fuerza tiene que pasar por la trama<br />

psicológica y etológica y que se desvía por las vías de la cognición, del funcionalismo,<br />

de un mecanicismo que tiene en la extensión psicologizante de las existencias la<br />

manifestación de un subjetivismo reprobable, manipulado, de suerte que el cerebro y la<br />

mente empiezan a dejar de ser un problema científico-filosófico, para convertirse en un<br />

fenómeno ideológico, en la suturante body care que protege de las luces excesivas, de<br />

las exposiciones solares y otras climáticas alteraciones.<br />

Terminaremos, pues, con una osadía, la de exponer desnudamente un teorema<br />

que permitiría, pensamos, concebir, desde el hiperrealismo postulado por el<br />

‘materialismo filosófico’ el problema mente-cerebro ( que llegados aquí no puede<br />

sostenerse sin la tríada: mente-cerebro-cuerpo), de tal suerte que esa teoría permitiría<br />

dar cuenta de los ensayos filosóficos que, hasta la fecha, las categorías científicas<br />

implicadas en el mismo ( respecto al cuerpo, respecto al deseo, respecto a los ‘órganos’,<br />

respecto a los cuerpos no orgánicos, respecto a la “cultura”, etc.) nos permiten.<br />

Este teorema nuclear lo llamaríamos: teorema de la conducta.<br />

Conducta: ni qué decir tiene que el uso que aquí hacemos del término ya ha<br />

atravesado las categorías que circunscriben su momento positivo. Más que a la etología<br />

o la neuropsicología, y por supuesto a la “ética o la moral” en cuanto atañen a las<br />

6 Alain Baidou, El Clamor del Ser. Ed. Manantial, 1997.<br />

392<br />

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Pelayo Perez, BITACORA<br />

“pasiones del alma”, es decir, del cuerpo, ahora nos referimos a la “conducta”, corpórea<br />

sí, pero en tanto en cuanto remite al movimiento, al tiempo, al espacio, a la alteridad y,<br />

por supuesto, al otro (cuerpo).<br />

Vivir, morir, procrear, ir y venir, sobrevivir, hablar, mirar, oír, recordar,<br />

anticipar, tallar, escribir, reunirse, amar, convivir, asociarse, narrar, legislar, construir<br />

símbolos, ciudades, mitos, religiones, ciencias, filosofías...ec-sistir, no puede concebirse<br />

sin el cuerpo, y éste es inconcebible sin el sistema nervioso, sin los órganos, sin las<br />

áreas, partes entramadas, células...<br />

La sensibilidad, la percepción, la subjetividad en fin, exigen esta realidad<br />

fenoménica, esta materialidad donde un conatus sensible abre las rutas del sentido, de<br />

la razón y del lenguaje, que es la forma de esa misma conducta, de ese ser en el mundo.<br />

FINAL<br />

EL APARECER<br />

El problema del aparecer y, en consecuencia, el de la presentación, o donación<br />

(un vocablo excesivo y que nos parece no desvinculado del todo de un cierto impulso<br />

teológico), es nuclear y determinante en la problemática que hemos intentado redefinir.<br />

Correlativo a este problema, surge el qué y el quién. ¿ Qué es lo que aparece y a quién<br />

aparece? Naturalmente, otras preguntas como el cómo o el por qué/ para qué no pueden<br />

eludirse. Pero intentar siquiera esbozar respuestas, o mejor, preguntas ordenadas al<br />

respecto, no es el planteamiento de este ensayo. Tienen que ver con el sentido y, sin<br />

duda, con “lo obvio” y, cómo no, con el dualismo mente-cerebro en su dimensión<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, III 17 (marzo 2008). http://www.revis tadefilosofia.org 393


Pelayo Pérez: BITACORA<br />

epistemológica. Pero antes de intentar un abordaje de la problemática del conocimiento,<br />

del sentido posible del mismo, desde su dimensión inmediata, empírica, como<br />

experiencia sensible, que inhiere e implica al cuerpo-cerebro destacadamente, hasta<br />

desbordar esta inmediatez de la relación sujeto(s)-objeto(s) y enfrentarnos ante la<br />

realidad del conocimiento “abstracto”, teorético, nos parece que este aparecer debe ser<br />

dilucidado, por cuanto es ahí donde Lo Obvio se nos va a mostrar con toda su pujanza<br />

desarbolante, pues lo que aparece en el aparecer es lo obvio por naturaleza, son las<br />

cosas mismas “en persona, en carne y hueso”, como repite una y otra vez Husserl. Sí,<br />

son las cosas mismas, pero en tanto que aparecen, aparecen como “apariencias”.<br />

Aparecen “en persona”, es cierto, pero aparecen “vestidas” y esto ya “no es obvio”,<br />

pues implica el conocimiento de su “desnudez”.<br />

Las cosas-en-sí-mismas solo pueden aparecer como aparecientes, como<br />

apariencias, mas, como señala en reiteradas ocasiones Gustavo Bueno al respecto, estas<br />

apariencias son materiales, es decir, no son meras re-presentaciones, apariencias<br />

formales en la conciencia, sin correlato material. Lo cual no quiere decir que esas<br />

apariencias sean todas ellas verdaderas, al contrario, pueden ser falsas, en tanto en<br />

cuanto el juicio de la conciencia percipiente puede engañarse, o las formas de las<br />

mismas pueden engañarnos (un espejismo por ejemplo, el cual aún engañándonos no<br />

deja por ello de ser real, material). 7<br />

Y aquí hemos tocado el núcleo de la cuestión.<br />

Sin más rodeos, ¿cómo pueden aparecer las cosas? Y cómo pueden aparecer las<br />

cosas aparecientes si no existiera “el cuerpo-cerebro? Puesto que ya no estamos en el<br />

territorio “de lo obvio”, estas preguntas no resultarán extrañas salvo para quién se<br />

empecine en mantenerse aferrado a ese “experiencia positiva”, desde la cual no hará<br />

7 Vid.,al respecto, Gustavo BUENO, Televisión, Apariencia y verdad. Ed. Gedisa Asimismo, véase al<br />

respecto, la conferencia ya citada de Ricardo Sánchez Ortiz de Urbina en el Congreso sobre Filosofía Y<br />

Cuerpo, celebrado en Murcia en Setiembre del año 2004. En este sentido, véase asimismo, el muy<br />

interesante ensayo del fenomenólogo checho, Jan Patocka, Qu’est-ce que la phénoménologie, sobre todo<br />

el apartado dedicado a la epojé y la reducción fenomenológicas, y donde examina las condiciones de<br />

posibilidad del “aparecer”, o.c. pgs.224 y ss. En J. Millon, 2002.<br />

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<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, III 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Pelayo Perez, BITACORA<br />

más que dar vueltas en vano para explicar cómo un cerebro puede “ver” las cosas ahí<br />

afuera. Pero esa no es, obviamente, la cuestión. Entre otras cosas, porque ese “cerebro”<br />

es uno de los fenómenos aparecientes, perteneciendo a ese mundo de las cosas que se<br />

nos aparecen de forma natural. Es cierto, el neurocientífico, o el antropólogo como<br />

hemos visto, ordenará pertinentemente la pluralidad de “datos” al respecto, criticará las<br />

interpretaciones “míticas”, elaborará teorías a partir de las experiencias clínicas, del<br />

trabajo de campo contrastado y con ello, curiosamente, habrá desbordado su propio<br />

cerebro individual para, inserto el un movimiento socio-histórico, alcanzar reflexiva,<br />

críticamente un conocimiento imprescindible sobre la multiplicidad de fenómenos que<br />

su ciencia rotura y ordena. No hará falta volver sobre estas cuestiones, salvo para<br />

apuntar a esa cuestión nuclear, el aparecer.<br />

Que el mundo fenoménico se nos aparezca si y solo si somos sujetos corpóreos,<br />

por tanto, monadas ‘con ventanas’, abiertas al afuera de nuestro propio cerebro, no<br />

resuelve, pese a las neurofilosofías vigentes, la cuestión de la mente y del cerebro, sino<br />

tal vez la cuestión del cerebro, lo que ya es mucho según creemos. Al contrario, lo<br />

reabre al situarnos ante la interrogación desbordante de “este punto de vista” que es la<br />

mónada-cerebro. Aquí, la finitud, lo extenso y lo inextenso, se entrecruzan y remiten<br />

más allá de los límites fijados, pues apelan a la cuestión del lugar de ese punto de vista<br />

y, sobre todo, a la infinitud.<br />

Diríamos entonces que el alma sin el cerebro no es nada, pero al mismo tiempo<br />

hemos de decir que el cerebro sin el alma no es nadie.<br />

Lo anterior no es ni un juego de palabra ni una ocurrencia literaria, sino que, a<br />

nuestro juicio, expone todos los términos del problema replanteado en estás páginas.<br />

Dicho esto, volvamos a la pregunta inicial: ¿ cómo se presenta la cosa misma<br />

ante la conciencia si esta no fuera corpórea? Ahora bien, lo que se presenta no es la<br />

cosa-misma, sino su apariencia: la cosa misma en su materialidad es “impresentable”, es<br />

in-forme, es el transfondo fenomenológico, pero es plural y deviene, se transforma. Así<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, III 17 (marzo 2008). http://www.revis tadefilosofia.org 395


Pelayo Pérez: BITACORA<br />

pues, y dicho lo anterior, sino introducimos el cuerpo, esas transformaciones, esa<br />

pluralidad, ese volcarse partes extra partes lo será sin aparecencia, sin manifestación;<br />

lo sería, más bien, e hipotéticamente...para nadie. Este movimiento, este devenir, estas<br />

transformaciones lo son en tanto en cuanto existe alguien. Ese “alguien” no puede ser<br />

otro que el sujeto operatorio, el ser vivo, el percipiente...de lo que, entonces y por eso<br />

mismo, aparece. Pero teniendo en cuenta que ese ‘alguien’ no es el fin del aparecer,<br />

sino que ese ‘alguien’ lo es en tanto en cuanto es uno de los polos del aparecer mismo.<br />

Correlativamente, este alguien lo será, entonces, por su relación con el ‘aparecer’, pues<br />

desligado de áquel, sería nada, inapareciente él mismo.<br />

Si reducimos el cerebro-cuerpo al “hueso”, por retomar el problema planteado<br />

en estas páginas por Pérez-Herranz a propósito de Hegel, y pretendiéramos así pues<br />

rescatar al “espíritu” de su cárcel material, como lo hace Hegel mediante la dialéctica de<br />

la conciencia y su camino hacia la cumbre de la autoconciencia y de la Razón,<br />

convertiríamos el aparecer y las apariencias en formas internas, psicológicas, estéticas,<br />

de ese mismo cerebro que, por sus manos, por su conducta, por su trabajo, hace mundo<br />

y desde esa mundaneidad así construída se “supera”, pero de tal forma que en ese<br />

movimiento ‘ascendente’ va dejando atrás la “cáscara”, el residuo. Si hiciéramos esto<br />

oponiendo alma y cuerpo recaeríamos en el espiritualismo, estaríamos hipostasiando<br />

uno de los polos en juego, el alma, frente al otro, el cerebro, desechable, hueso de un<br />

cadáver. Y entonces, el cartesianismo latente no habría sido resuelto, recayendo así en el<br />

monismo del Espíritu, que no puede dar cuenta de ‘sí mismo’ desde sí mismo, salvo<br />

enajenándose, pero ¿ en qué y cómo si ‘todo’ es Espíritu? El “resto” es una genial<br />

añagaza, precisamente a la cual el materialismo filosófico se enfrenta.<br />

Pero si retomamos la posición espinosista, como nos recuerda Sánchez-<br />

Corredera en su teoría de la justicia publicada en las páginas de esta misma Revista 8 , la<br />

natura naturans y la natura naturada , derivándose esta de aquélla, se presenta ante<br />

nosotros precisamente porque somos cuerpo, somos no ya el hiato entre una y otra, sino<br />

8 Vid., SÁNCHEZ-CORREDERA,Silverio. Para una Teoria de la Justicia, VI, véase especialmente la<br />

nota 21, y todo el apartado referido a la antropogénesis y el Ego trancendental, en <strong>Eikasia</strong>, 16, año III,<br />

enero 2008.<br />

396<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, III 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Pelayo Perez, BITACORA<br />

“el ahí” donde la natura naturans aparece ante sí-misma, ¿ y cómo puede ser esto sino<br />

es por la espacialización, por la corporeidad, mediante los cuerpos vivientes que<br />

perciben las distintas formas, los distintos lados, los esbozos múltiples que las cosas<br />

ante ellos y con ellos configuran?<br />

Estos “fenómenos”, por otra parte, lo son en tanto en cuanto aparecen a unos<br />

sujetos corpóreos, como venimos diciendo, cuyos flujos de conciencia se sintetizan en<br />

formas (eidos) del aparecer de los mismos, es decir, en tanto en cuanto las cosas en<br />

persona aparecen como fenómenos, por tanto velándose, ocultándose en tanto que<br />

precisamente “aparecen”; nos encontramos, claro está, ante el problema de la aletheia<br />

heideggeriana. Si este planteamiento de Heidegger es correcto, deja de serlo, según<br />

creemos, en tanto en cuanto mantiene el dualismo insalvable entre “el ser y el ente”<br />

que, una y otra vez, venimos denunciando a lo largo de estas páginas. No es menos<br />

cierto que el impulso crítico de Heidegger fue notable en la reexposición de esta su<br />

peculiar “antropología filosófica”, al introducir el “ser” en el “aquí”, tachonado de<br />

existenciales, de correspondencias corpóreas ineludibles que, sin embargo, no hizo sino<br />

bascular en un ‘desprecio’ del individuo corpóreo, del “sujeto ante lo obvio” que, por<br />

serlo, consideraba inauténtico, un <strong>número</strong>, alguien que había olvidado, había dado la<br />

espalda al “ser” y entre los que destacadamente figuraban los técnicos, los científicos,<br />

los constructores de la ‘diabólica’ Gestell. No menos pesimista, pero desde otras<br />

coordenadas, era su hasta entonces maestro, Husserl cuando escribe su alegato contra la<br />

decadencia de Europa en su no menos célebre Die Krisis. Pero aquí, como ya es notorio,<br />

los problemas del adecuacionismo, y del dualismo cartesianiamo por tanto, se<br />

recrudecen, llevándonos desde el nihilismo a la ‘esperanza’ en el ‘Dios que vendrá”, ese<br />

Dios que Descartes colegía precisamente por el hecho del encontrado infinito como<br />

inmanente al sujeto.<br />

La fenomenología siguió otros derroteros tras estos seísmos y la implosión de las<br />

ciencias, y el triunfo de lo que hemos llamado “materialismo democrático” siguiendo a<br />

Badiou, pero todo el desarrollo crítico posterior de la fenomenología siguió pivotando<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, III 17 (marzo 2008). http://www.revis tadefilosofia.org 397


Pelayo Pérez: BITACORA<br />

sobre este ‘hiato’, el cual adquiere en Merleau-Ponty y, posteriormente, en Marc Richir<br />

categoría ontológica inexcusable. Pero es la vía pluralista y dialéctica, creemos, la<br />

única que ofrece una salida airosa de este enfrentamiento entre “el ser y el ente”, del<br />

dualismo cartesiano en definitiva y en el cual están presos los planteamientos<br />

neurofilosóficos hasta hoy en día, ya porque basculen hacia un monismo imposible,<br />

como ya hemos destacado, ya porque recaen subrepticiamente en la problemática del<br />

“homúnculo” , la cual desde las posiciones cientificistas o empíricas no tiene solución<br />

ni posibilidad alguna de ser siquiera tratado con rigor.<br />

El problema pues del Ego transcendental sigue “ahí”, aunque diversas categorías<br />

nos permiten afrontarlo: autoconciencia-conciencia (cuerpo interno/cuerpo externo),<br />

idea de persona, idea del “hombre”...sujeto operatorio/ sujeto cognoscente...Sánchez-<br />

Corredera, en el texto citado, en su brillante reexposición antropogénica, expone el<br />

concepto de Ego transcendental con detalle y pertinencia, y desde esa analítica habrá<br />

que trabajar para seguir roturando radicalmente el problema de “fondo” que la ‘caida de<br />

lo obvio’ manifiesta, problema abierto, en este caso, ante el fundamental, nuclear nudo<br />

de la mente(alma)/ cuerpo(cerebro).<br />

Sin embargo, el problema permanece “abierto”, expuesto si acaso en su<br />

perentoriedad y nos traslada al fenómeno más obvio de entre todos, y desde el cual<br />

partimos indubitablemente. Y este no es otro que el propio “cuerpo”, un cuerpo que,<br />

llegados aquí, no se deja reducir a su mera presentación, a su positividad, al cuerpo<br />

organológico que las distintas ciencias ordenan y conocen hasta su núcleo celular. Pues<br />

este cuerpo perceptor, sensible, semoviente, no es otro que el cuerpo externo,<br />

körper(M1), pero un cuerpo peculiar animado (Leib), un cuerpo donde el “verbo se ha<br />

encarnado”(Leibkörper), un cuerpo compuesto que contiene otro cuerpo interno,<br />

velado, revestido, para nada obvio y sin embargo reconocible, al que podemos acceder<br />

desde ‘partes’ que corresponden al cuerpo externo y partes que corresponden al cuerpo<br />

interno, ‘ahí’ donde el movimiento del alma, para utilizar la terminología clásica,<br />

transforma las sensaciones e imágenes en conceptos e ideas y donde, haciendo<br />

abstracción de los fenómenos psicológicos (M2, en nuestro lenguaje) concomitantes,<br />

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<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, III 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Pelayo Perez, BITACORA<br />

aparece desnudo el fenómeno (del Lenguaje) “sin presente asignable” como resalta<br />

Richir, es decir, la voluntad, el entendimiento la “percepción y la fantasía” en sentido<br />

puro (M3). El tiempo y el espacio enlazan y destejen formas y figuras que, no obstante,<br />

el pensamiento entreteje sobre la trama de las Ideas. Pero aquí lindamos con el<br />

“transfondo” sin forma, sobre la Materia general “desvestida” y todo cuanto se diga será<br />

especulación cuando menos.<br />

Ahora bien, si el cuerpo fuera solamente “este cuerpo ahí” ante los ojos, el<br />

fenómeno que aparece ante mí, ante ‘mi cuerpo’, convertido en una especie de “muñeca<br />

rusa” tras cada experiencia técnica, analítica, y las respectivas ciencias, hasta diluirlo<br />

paradójicamente en “esa mancha” de energía que capta una gammagrafía de positrones<br />

por caso, si sólo fuera esto y sólo esto, quedaría inexplicada la propia gammacámara<br />

para empezar, pero sobre todo, quedaría en la más absoluta oscuridad la existencia de<br />

ese mismo cuerpo tras su dilución bio-química, salvo que otorguemos indebidamente a<br />

los “atómos” y a sus relaciones cuantitavas cualidades demiúrgicas, cuando no<br />

creadoras, que, en nombre de la ciencia, decimos negar.<br />

El fenómeno del cuerpo es precisamente eso, un fenómeno, y es un fenómeno<br />

material, pero por ello mismo exige la elucidación de su mismo “aparecer”. El círculo<br />

reaparece una y otra vez, como no puede ser de otra forma al partir in medias res y<br />

mantenernos, en principio, dentro de la metodología filosófica no especulativa, por<br />

tanto, ateniéndonos a la lógica material y reflexionando precisamente a partir de las<br />

teorías y experiencias científicas al respecto.<br />

Pero aquí, para no caer en el círculo ni en la especulación científica, en su<br />

peculiar idealismo, el que corresponde al “formalismo”, al “lenguaje” especulativo de<br />

su propia racionalidad hipostasiada y dogmática, es necesario “abrir” esa muñeca rusa,<br />

para desnudarla, abordando el problema de sus atributos ocultos, y que la relacionan<br />

con el espacio y el tiempo, con la diacronía, con la pluralidad de cuerpos vivientes, con<br />

su extensión morfológica evolutiva y su conformación como “tiempo de la vida” y<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, III 17 (marzo 2008). http://www.revis tadefilosofia.org 399


Pelayo Pérez: BITACORA<br />

“mundo de la vida”; y es entonces cuando la “autoconciencia” ‘aparece’ efectivamente<br />

como ‘previa’ a la conciencia, en tanto esta pertenece al orden de la percepción, del<br />

cuerpo sensible, externo y aquella, al orden de la inteligibilidad, de la “psicología”<br />

como idea del “alma” y sus atributos, la voluntad y el entendimiento.<br />

Entramado en el cerebro, el entendimiento y la voluntad “aparecen” ante<br />

nosotros en lo que hacemos, en lo que manifestamos, en lo que decimos, en cuanto<br />

construimos, y en todos los fenómenos mundanos que se refieren al grupo, a la<br />

sociedad, a la historia: las instituciones simbólicas, el lenguaje, la cultura, posibilitando<br />

la transitividad y la reflexividad del autos, del Sí mismo fenomenológico, el cual no<br />

precisa apelar a homúnculo alguno. La carne del cuerpo y la carne del mundo ( el<br />

‘tiempo de la vida’ y el ‘mundo de la vida’ con los que iniciamos estas entregas)<br />

muestran su relación mediante la realidad del cuerpo viviente, y éste reaparece no como<br />

condición del realismo racionalista, sino como pivote del hiperrealismo que postula el<br />

materialismo filosófico, que afecta al mismo entendimiento agente, es decir, al sujeto<br />

operatorio y al sujeto cognoscente.<br />

Como dijimos anteriormente, lo finito y lo infinito, el espacio y el tiempo, los<br />

puntos de vista, el lugar o la contingencia...tensan la red que hemos intentando extender<br />

y lo hace precisamente hacia un “territorio” que no puede eludirse tras estos recorridos:<br />

la cosmología, física, metafísica y filosófica. Sin un tratamiento filosófico de la<br />

cosmología implicada, en realidad se hace realmente intratable cuanto hemos expuesto,<br />

pero sin intentar estos pasos previos, ese abordaje ni siquiera se podría pensar con un<br />

mínimo de anclaje en medio de las cosas y su apercepción fenoménica. Es pues, tras<br />

este punto y final que el esfuerzo de pensar realmente comienza.<br />

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<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía, III 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


EL TONEL DE DIÓGENES<br />

Por Antonio José López Cruces<br />

Humoremas del amor y el sexo<br />

Por Antonio José López Cruces<br />

Soñaba con un príncipe azul, pero acabó yéndose con un viejo verde.<br />

Ella llenaba su vida; él vaciaba la de ella.<br />

La dependienta que te pregunta “¿Desea usted algo más?” desconoce la<br />

naturaleza humana.<br />

“Luis, ¿quieres a María y a su madre la cotilla y a su padre el borrachín y a tu<br />

cuñado el psicópata y a tu cuñada la histérica hasta que la muerte os separe?”.<br />

La adolescente adoraba a Felipe de Bombón.<br />

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EL TONEL DE DIÓGENES<br />

Por Antonio José López Cruces<br />

“¡Y ahora que tenía las llaves de su corazón cambia la cerradura!”.<br />

La película que acaba en boda tiene enlace, no desenlace.<br />

El marido a su esposa: “¡Deja ya de besuguearme y de hacerme quisquillas!”.<br />

Aunque la estrechaba entre sus brazos, seguía tan gordita como siempre.<br />

La carnicera guapa: “¿Qué le pongo?”. El embobado cliente: “Un kilo de<br />

ternura”.<br />

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EL TONEL DE DIÓGENES<br />

Por Antonio José López Cruces<br />

Desengaño semental.<br />

A los veinte. Él: “¡Llueve!” Ella: “¡Qué romántico!” A los setenta. Él:<br />

“¡Llueve!” Ella: “¡Qué reumático!”<br />

La ele de sexual es un símbolo fálico.<br />

La duquesa de Alba a Goya: “¡Paco, confiésame de una vez la verdad desnuda<br />

y la verdad vestida!”.<br />

El vecino a los amantes de al lado: “¡Dejen ya de armar tanto jadeo!”.<br />

Humorema casi evangélico: “No se puede servir a dos señoras”.<br />

Aunque los amantes fogosos quieran quemar la noche, ésta es incombustible.<br />

Dios: "El hombre y la mujer no están hechos del mismo barro".<br />

Best-seller: “Vida sexual de los electrones”.<br />

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EL TONEL DE DIÓGENES<br />

Por Antonio José López Cruces<br />

Aquella novela erótica abundaba en notas a pie de vagina.<br />

Reprochó a Eneas su amor incomprenDido.<br />

Animales domésticos: maridos que maltratan en casa a sus mujeres.<br />

Noche de placer: tic-tac, tac-to, tic-tac, tac-to….<br />

La máquina macho dio a la máquina hembra un beso de tornillo.<br />

Antes de ligar, los esquimales tienen que romper el hielo.<br />

Don Juan: un exhi-vicio-nista.<br />

¡Los pillaron deshaciendo el amor!<br />

El ruso le hizo la respiración vodka a vodka.<br />

La famosa a los periodistas: “Sólo es mi compañero semental”.<br />

La mujer de un diabético no debe ser un bombón.<br />

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EL TONEL DE DIÓGENES<br />

Por Antonio José López Cruces<br />

Aquella pareja sólo se entendía cuando se tendía.<br />

El poeta renacentista a su amada, que le pregunta si es verdad que ha contraído<br />

una enfermedad venérea: "Sí, Filis".<br />

La abejita se fue de luna de miel.<br />

“Mi marido será machista, pero no me chista”.<br />

Santa Teresa encontraba a Dios entre los cacharros de su cocina, pero nunca lo<br />

halló fregándole los platos.<br />

Su boda con aquel calvo fue algo descabellado.<br />

La profesora quiso separar a sus estudiantes por sexos: "¡Faldas, arriba;<br />

pantalones, abajo!".<br />

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EL TONEL DE DIÓGENES<br />

Por Antonio José López Cruces<br />

Aunque soñaba con la mujer 10, acabó casándose con una que no llegaba al 3´5.<br />

Especie que nunca estará en peligro de extinción: el Macho Ibérico.<br />

El psiquiatra se declara: “Te debo un terrible trastorno obsesivo-compulsivo,<br />

Juani”.<br />

En “semental” sobra “mental”.<br />

En el manicomio todo el mundo leía “Cómo volver loca a su pareja en la<br />

cama”.<br />

El romántico a la romántica: “La acompaño en el sentimiento”.<br />

En “cariño” sobra “riño”.<br />

Vestía al desnudo y desnudaba a la vestida.<br />

No se entendían: ella era de cultura libresca y él de cultura ordenadoresca.<br />

Al viejo Don Juan sus días de vino y rosas se le tornaron días de cardos y agua<br />

mineral.<br />

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EL TONEL DE DIÓGENES<br />

Por Antonio José López Cruces<br />

La mujer del escenógrafo: “¡Todos los días me monta una escena!”.<br />

“Yo te amo, pero no sé si te aman mis neurotransmisores”.<br />

De la guerra de los sexos lo mejor es la lucha cuerpo a cuerpo.<br />

Las sirenitas: “Neptuno es un tuno”.<br />

Aquella película romántica estaba llena de afectos especiales.<br />

Se sentía preso de su libertad sexual.<br />

En “adoración” sobra “ración”.<br />

La mujer de Satanás: “Mi matrimonio es un infierno”.<br />

Los nudistas contemplaron escandalizados el cuadro de “La maja vestida”.<br />

El mono le hacía a la mona cucamonas.<br />

Novela por entregas: en cada capítulo una bella se entregaba al protagonista.<br />

Su novia formal ¡era más informal!<br />

Se miraban y entonces las niñas de sus ojos se ponían a charlar sin parar.<br />

El caníbal se la comió a besos.<br />

Al viejo Don Juan le instalaron en el hospital un marcabesos.<br />

El machista mide a todas las mujeres por el mismo trasero.<br />

“Y colorín colorado, se divorciaron y comieron perdices por separado.”<br />

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Noticia y Critica de Libros<br />

La vía mística no dual de José Díez Faixat<br />

Comentarios a la obra de José Díez Faixat:<br />

«Siendo nada, soy todo» (Dilema, 2007) y<br />

«Entre la evolución y la eternidad» (Kairós, 1996)<br />

Silverio Sánchez Corredera<br />

José Díez Faixat: Siendo nada soy todo. Un enfoque no dualista sobre la<br />

identidad Dilema Editorial, Madrid, 2007. 255 páginas<br />

José Díez Faixat: Entre la evolución y la eternidad. Una hipótesis sobre la pauta<br />

del devenir Editorial Kairós, Barcelona, 1996. 291 páginas<br />

José Díez Faixat es un pensador asturiano, arquitecto que no profesa, dedicado a<br />

la vida mística, que se ha visto compelido, según propia confesión, a tratar de trasladar a<br />

argumentación racional las evidencias intuitivas y contemplativas a las que habría<br />

llegado (progresando desde la mística, que habría trascendido esta plana y dual<br />

racionalidad, desde la que comúnmente habla la filosofía. Siempre según la perspectiva<br />

de nuestro autor).<br />

En este sentido presentamos una breve y concisa reflexión que sirva para<br />

enmarcar su propuesta y su pensamiento. Primero una presentación general (I). Después<br />

una reflexión más existencial, sobre la persona de carne y hueso (II). Y finalmente (III),<br />

la reproducción de una entrevista que ha tenido la deferencia de concedernos, con<br />

ocasión de la publicación de su segundo libro, recién publicado.<br />

El materialismo desde el que yo me muevo está muy distante de esta perspectiva<br />

mística, pero cualquier pensamiento que se precie ha de tener la fuerza de<br />

conmensurarse con cualquier otra postura e indicar, de este modo, los puntos críticos y<br />

débiles de esos otros planteamientos que no se comparten. Aquí no hemos hecho más<br />

que apuntar algunas líneas de fricción, sin intentar entrar a fondo en una crítica, porque<br />

hemos querido fundamentalmente que sea el lugar para que José Díez Faixat pueda<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía. III, 13 (septiembre 2006). http://www.revistadefilosofia.org 409


Noticia y Critica de Libros<br />

exponer sus ideas. El lector atento podrá él, por su cuenta, extraer las conclusiones que<br />

más encajen con sus principios y planteamientos filosóficos, y ver, quizás, si están bien<br />

asentados.<br />

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Noticia y Critica de Libros<br />

I<br />

José Díez Faixat pretende elaborar<br />

una síntesis entre Occidente y Oriente<br />

La filosofía de occidente viene debatiéndose entre dos esquemas: la<br />

trascendencia y la inmanencia. La trascendencia de este mundo en otra realidad: Dios;<br />

y, sin irse tan lejos, la exclusiva afirmación de lo que hay: de la realidad inmanente sin<br />

supuestos metafísicos.<br />

La mística ensaya una tercera vía. Los místicos occidentales (Eckhart,<br />

Molinos…) han indagado una modulación entre las dos posturas filosóficas básicas,<br />

pero para ser absorbidos a fin de cuentas por la línea de fuga de la trascendencia. Hemos<br />

de conceder que los místicos occidentales y los orientales tienen mucho en común, pero<br />

en el pensamiento oriental y, en concreto, en religiones como el brahmanismo, el<br />

budismo o el taoísmo se ha sido más sensible a una tendencia mística, que se ha<br />

resuelto en muchas ocasiones sin trascendencia personal, pero sin renunciar a algún tipo<br />

de «salvación» transpersonal, de fuerte carácter inmanente y panteísta: quedar salvado<br />

no en un Dios personal sino absorbido en el todo-divino.<br />

En España, José Díez Faixat ha elaborado recientemente una síntesis entre<br />

occidente y oriente, tratando de fundir la ciencia occidental con la mística oriental. En<br />

su último libro, «Siendo nada, soy todo» (Dilema, 2007) nos desvela los pliegues<br />

holográficos del sentir místico, sin renunciar a algunos fundamentales principios de la<br />

ciencia: la matematización de lo real y la teoría evolutiva. En las primeras treinta y<br />

nueve páginas nos sintetiza su hipótesis de los ritmos del devenir y del ciclo<br />

«atemporal» cósmico, partiendo de lo que en otra obra anterior, «Entre la evolución y<br />

la eternidad» (Kairós, 1996) había estudiado de modo detallado y específico.<br />

He de apuntar entre paréntesis, puesto que estoy jugando con la contraposición<br />

oriente/occidente, que toda ciencia, en cuanto tal, deja de ser occidental para pasar a ser<br />

civilizatoria, esto es, universal. Y que en cuanto la mística demuestre asentarse en<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía. III, 13 (septiembre 2006). http://www.revistadefilosofia.org 411


Noticia y Critica de Libros<br />

alguna estructura óntica más allá de la pura ficción psicológica, también pasará a ser<br />

universal: el tipo humano místico, dentro de sus variantes, demuestra ser muy similar, al<br />

margen del círculo cultural al que pertenezca. Incluso para un materialista pluralista,<br />

que se mueve en la inmanencia racionalista, la vía mística puede estar expresando una<br />

«verdadera realidad», aquélla que resulta de la conjunción de la búsqueda del equilibrio<br />

personal con lo que la realidad ambiente tiene de armónico con ese sujeto místico. Y<br />

como es verdad que hay procesos armónicos entre el sujeto y el resto envolvente, resulta<br />

ser un verdadero místico. Ahora bien, la severa reserva de quien no es místico (aunque<br />

valore a su modo esa vía de equilibrio interior) le viene de comprobar que también hay<br />

disarmonías, y que, entonces, hay que vivir al sol y a la sombra, en el amor y en la<br />

guerra. El místico elegirá el sol y el amor, y aun estos dos fundiéndolos en uno, siendo<br />

la sombra y la guerra fenómenos que pueden ser negados desde una «existencia<br />

depurada». Pero esta «pureza de vida» vuelve a hacerse inviable para el materialista<br />

porque la misma pluralidad de sujetos, la misma sociedad, es un principio irrebatible de<br />

disarmonía o, si se quiere, dialéctico, no enteramente armónico.<br />

El problema que tiene planteado la vía mística, a mi modo de ver, es que<br />

cumpliendo bien con los tramos psicológicos y éticos ha de sentirse desbordada por los<br />

problemas de la sociología, de la moral y de la política. Pero, justamente, estas tesis que<br />

yo defiendo, son las que mi amigo Jose me ha tratado de rebatir en nuestros paseos por<br />

el muro gijonés (la amistad no tiene por qué depender siempre de la ideología).<br />

Hace años leí con mucha aplicación «Entre la evolución y la eternidad», sin<br />

dejar de sentir una ambivalencia agridulce: aunque rechazaba la tesis metafísica global<br />

(puesto que se situaba en un «Todo» que yo no podía admitir sino como un<br />

pseudoconcepto: nadie sabe, según creo, lo que dice con esa palabra referida a «la<br />

totalidad de lo real»), no por ello dejaba de revisar aquella construcción de ideas que<br />

Jose arquitectónicamente trababa en su interior. El Universo vibra, según esa hipótesis,<br />

al compás de los mismos ritmos de la armonía musical (Kepler y los pitagóricos<br />

asentirían gustosos), según una cadencia matemática que venía a ser confirmada por los<br />

compases evolutivos de la paleontología, de la antropología, de la historia, de la<br />

embriología y de la psicología. Al margen de que pensara que aquello también tenía sus<br />

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Noticia y Critica de Libros<br />

falsaciones, no dejaba de reparar en el perfecto modelo matemático funcionando con<br />

precisión dentro de aquel esquema.<br />

En el adiós de la conversación entre el materialista y el místico, Jose tenía que<br />

concluir: «Silverio no acaba de admitir que el Todo no se deduce pero que sí se ve, sí se<br />

vivencia». Y así ando, con ceguera mística. Desde la amistad, lo que sí me atrevo a<br />

defender es que José Díez Faixat ha recorrido hasta el final esa vía mística, dentro de<br />

una coherencia de vida personal, dedicada a la indagación interior del intra-universo o,<br />

si se prefiere, a aquello que constitutivamente nos hace ser uni-verso.<br />

II<br />

El alma corpórea del místico<br />

Quien se lanza por la vía mística sabe muy bien que no puede prescindir del<br />

cuerpo. Lo anonada casi por momentos, pero ahí está impenitente siempre volviéndonos<br />

a su ser.<br />

Mi amigo Jose madruga todos los días sin dejar sitio a la molicie, pero la<br />

meditación diaria no puede suplir la frugal comida, la búsqueda de la paz con todo y con<br />

todos no evita que haya a veces de irritarse contra las fuerzas caprichosas o destructivas<br />

o reactivas o violentas. El equilibrio de un cuerpo sano le lleva a los imperturbables<br />

paseos, al encuentro de las olas cantábricas, salpicados en verano del gentío foráneo. Su<br />

mente ha de modelarse, como las demás, con la lectura de los libros. Arquitecto, que no<br />

practica, no por ello se ha negado a intentar dar solidez a sus ideas.<br />

No es tanto, entonces, la vida mística, un problema centrado en la<br />

descorporeización, sino en un modo distinto de entender las relaciones del cuerpo con el<br />

entorno.<br />

Los hedonistas buscan sumar el máximo de placeres, el místico trata de<br />

trascenderlos en la búsqueda de un éxtasis superior, sin negar ningún chacra. Contra la<br />

disipación, el autocontrol. Contra el exceso, la mesura. Contra el afán acumulativo, el<br />

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Noticia y Critica de Libros<br />

desapego de la riqueza. Contra el vértigo en la prisa, la tranquilidad de no estar<br />

perdiéndose nada. En lugar de las obsesiones neurotizantes, la cadencia regular de una<br />

vida apacible. En lugar del afán de recorrer el mundo, la tranquilidad de saber que este<br />

sitio es todos los sitios. En lugar de la multitud, la soledad. En lugar del ruido exterior,<br />

el remanso interior. En lugar de tanto discurso, más contemplación. En lugar de tanta<br />

sociedad, más yo-cósmico-comunitario. El «carpe diem» horaciano ha sido<br />

trascendido. Esta es la opción. Pero mejor lo ha contado él en sus libros. A mí me queda<br />

el problema de cómo discutir con un amigo que tiene un código semántico distinto al<br />

mío.<br />

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Noticia y Critica de Libros<br />

III<br />

Entrevista a José Díez Faixat,<br />

Hacia una tercera vía: la mística.<br />

Se propone en su obra romper el pensamiento dual.<br />

«Intento plantear una visión de la realidad<br />

que integre lo interior y lo exterior»<br />

«El hecho es que junto a la sensación<br />

habitual que tenemos de ser entidades finitas y<br />

separadas, también existe la vivencia última de<br />

una diáfana lucidez más allá de cualquier forma»<br />

SSC- Jose, quienes te conocemos sabemos que las olas del mar se preguntan<br />

quién es ese paseante del muro de Gijón tan constante como ellas mismas. Quienes no<br />

te conocen pueden, no obstante, preguntarse por tus libros. En tu nuevo libro, «Siendo<br />

nada, soy todo», podemos ahora ver quién hay detrás de ese místico paseante. ¿Te<br />

distancias tanto de la exclusiva razón científica como de la mística fugitiva del mundo?<br />

JDF— Sí. A lo largo de mi vida me he movido simultáneamente en ambos<br />

mundos, el científico, que trata de describir la realidad exclusivamente desde<br />

«fuera», como un puro objeto exterior, y el místico, que intenta comprender la<br />

realidad tan sólo desde «dentro», desde la pura subjetividad absoluta. Ambos<br />

lenguajes, tomados aisladamente, siempre me han parecido profundamente<br />

limitados y frustrantes, pues se cargan de entrada, de un plumazo, la mitad del<br />

mundo. Por eso, en este libro intento plantear una visión más comprehensiva de la<br />

realidad, que integre de forma coherente lo interior y lo exterior, el sujeto y el<br />

objeto, la atemporalidad y el tiempo.<br />

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Noticia y Critica de Libros<br />

filosofía?<br />

SSC - El misticismo no dual en el que estás, ¿qué tiene de religión y qué de<br />

JDF — Si por religión entiendes las estructuras eclesiales, los ritos, los<br />

códigos y demás, la mística no dual trasciende bastante todo eso. Y si al hablar de<br />

filosofía te refieres tan sólo a un mero juego mental que trata de comprender la<br />

totalidad del espectro de la realidad desde lo meramente racional, la mística<br />

también va más allá de ese planteamiento. Lo no dual apunta básicamente a una<br />

pura vivencia (la autoevidencia siempre presente) en la que suceden todas las<br />

cosas. La religión, en teoría, camina hacia ella. La filosofía, puede intentar<br />

describirla. La mística, la vive directamente.<br />

SSC - «Siendo nada, soy todo» nace de tu anterior libro, «Entre la evolución y la<br />

eternidad», ¿qué es lo que los une?<br />

JDF — Ambos libros, como sus títulos indican, apuntan a esa visión integral<br />

de la realidad que abraza, simultáneamente, la vacuidad y las formas. En el<br />

primero se pone más énfasis en el aspecto temporal y científico. En el segundo,<br />

donde he intentado ser más legible y pedagógico, se insiste más en el aspecto<br />

atemporal y místico. Básicamente, los dos se mueven en la misma dirección.<br />

SSC - Tus tesis sintonizan con una línea de místicos modernos y con la<br />

psicología de la transpersonalidad. ¿Cuál es tu aportación?<br />

JDF — Tienes razón. Actualmente hay un movimiento emergente en el<br />

pensamiento occidental que se mueve en esta línea «integral». Yo, personalmente,<br />

me siento muy en sintonía, por ejemplo, con la obra de Ken Wilber. Mi aportación<br />

tendría sus raíces en la hipótesis sobre el ritmo de la evolución que desarrollé en el<br />

primer libro. Sobre aquella tesis que discurría a través de un modelo matemático,<br />

intento ahora profundizar más en sus consecuencias vitales y trascendentes.<br />

416<br />

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Noticia y Critica de Libros<br />

SSC - Tus ideas van desde el planteamiento de una ontología y cosmología,<br />

pasando por una explicación matemática del devenir (la matemática de la música), hasta<br />

una mística superadora de la dualidad sujeto-objeto… ¿qué dirías a un diagnóstico del<br />

sentido común general que señalara algunos engranajes e ideas como delirantes?<br />

JDF — La mente, por definición, se mueve en un lenguaje dual y, por eso,<br />

cualquier referencia a lo no dual a la mente le suena como un puro delirio. Pero lo<br />

no dual no es una mera idea, sino una vivencia irrefutable, la autoevidencia<br />

siempre presente, que es «previa» a cualquier separación mental de objetos y<br />

sujetos. En el libro invito a la gente a «darse cuenta», aquí y ahora, de esa<br />

autoevidencia, y apunto unas posibles pautas a seguir para llevar a cabo esa simple<br />

investigación.<br />

SSC - El ser humano queda máximamente negado (su existencia es aparente) y a<br />

la vez máximamente afirmado (su Sí mismo es toda la realidad eternamente). Pero<br />

realmente no hay ser humano. Cuando defines algo como el ser humano con términos<br />

opuestos ¿te contradices o no?<br />

JDF — El hecho es que junto a la sensación habitual que tenemos de ser<br />

entidades finitas y separadas, también existe la vivencia última de una diáfana<br />

lucidez más allá de cualquier forma. Es lo que los budistas llaman «nirvana», los<br />

hinduistas «nirvikalpa», los cristianos «divinidad»... Cualquier descripción<br />

integral de la realidad debe incluir forzosamente ambas vivencias. En el budismo<br />

tenemos «los tres cuerpos de Buda», en el hinduismo la «trimurti», y en el<br />

cristianismo la «trinidad»... Si nuestra lógica habitual no es capaz de integrar<br />

todos esos datos y experiencias, entonces no queda otro remedio que utilizar una<br />

lógica paradójica.<br />

SSC - He tenido la impresión, al leer tu libro, de que todo lo fenoménico, todo lo<br />

que evoluciona, todo lo que deviene pautadamente en la gradación que va de la materiaenergía<br />

a la conciencia no es más que una pseudoexistencia, es decir, que es<br />

verdaderamente un simulacro de la realidad primigenia, como su sombra ¿es así?<br />

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Noticia y Critica de Libros<br />

JDF — Más que «su sombra», yo diría «su automanifestación». Para que<br />

podamos percibir algo es necesario el contraste: sujeto/objeto, dentro/fuera,<br />

sonido/silencio, movimiento/quietud... El vacío no dual para contemplarse a sí<br />

mismo necesita desdoblarse en un juego aparente de opuestos. Así, el 0 puede<br />

manifestarse como +1 y –1, +2 y –2, etcétera, y de esta forma dar origen a este<br />

creativo despliegue universal que empezamos a vislumbrar.<br />

SSC - Me gustaría que explicaras a los lectores por qué, una vez que el devenir y<br />

la pluralidad de las cosas es comprendida fenoménicamente, planteas como su ser<br />

originario «el Todo» o «la Plenitud» o «el Vacío» (que son formas de «lo Uno» y del<br />

«Espíritu») en lugar de la materia (en sus diversos géneros) y su ser plural. ¿No sería<br />

todo más coherente?<br />

JDF — Como te he dicho, junto a la vivencia cotidiana del devenir y la<br />

pluralidad, existe también la vivencia universal de la quietud y la vacuidad, tal<br />

como la exponen todas las tradiciones que han buceado en el ámbito de la<br />

conciencia hasta su fondo. Por eso, igual que Galileo invitaba a los cardenales a<br />

mirar por el telescopio, yo invito a los «materialistas filosóficos», y a cualquiera, a<br />

mirar sin miedo en lo profundo de sí mismos... ¡ y a ver qué pasa!<br />

Gijón, 23 de febrero de 2008 1<br />

1 El presente artículo se ha elaborado sobre la base de otro anterior aparecido en la prensa española: La<br />

Nueva España, «Cultura», nº 794, jueves 21 de febrero de 2008.<br />

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KARL MARX El espíritu del Mundo. De Jacques Attali, Ed. FCE, 446 pgs.<br />

Pelayo Pérez<br />

Ahora que el filisteo Bernard Henri-Lévy publica un nuevo<br />

producto del nihilismo burgués, utilizando a Sartre para demoler<br />

el cadáver de la izquierda (Un grand cadáver à la renverse où les<br />

vers sont mis), bueno será leer esta brillante y agil biografía de<br />

Karl Marx, escrita por alguien nada sospechoso de izquierdismo,<br />

como es el caso del economista y ensayista francés, Jacques<br />

Attali,quien fuera en otro tiempo asesor de Miterrand, sobre el<br />

cual también ha escrito un polémico libro, y ahora según parece lo<br />

es de Sarkozy. Con estos mimbres, la lectura de la extensa y entusiasta biografía de<br />

Marx nos mantenía en alerta, pero no es hasta el final, tras el fallecimiento y lucha por<br />

la “herencia” marxiana que Attali deja ver su ideología y hacia donde quiere que sople<br />

ese “espíritu del mundo” por él recuperado.<br />

Y sin embargo, no podemos hacer otra cosa que recomendar muy fervientemente<br />

la lectura de este libro, que nos muestra cómo Marx no es un ‘cadáver’, un ‘perro<br />

muerto’, sino todo lo contrario. El propio Attali confiesa que en su juventud y años de<br />

formación no se sintió atraído ni por el marxismo ni por la figura de Karl Marx, pero<br />

fue a través de sus investigaciones que tuvo que adentrarse en el “corpus” marxiano<br />

descubriendo la potencia y genialidad de su pensamiento y, sobre todo, las<br />

anticipaciones que sobre nuestro mundo actual, y el capitalismo extendido a escala<br />

global, los que le hicieron rectificar su juicio y reconocer la inmensa figura intelectual y<br />

política del autor del Manifiesto Comunista y de El Capital.<br />

Si esto dice mucho a favor del ensayista francés, no es menos cierto que el Marx<br />

rescatado es “el genio”, el poderoso y comprometido ser humano que iremos<br />

descubriendo en su cotidianeidad y su lucha por la vida, imbuido por “ese espíritu del<br />

mundo” que lo sostiene por encima de tantas calamidades y penurias, y donde destacan<br />

sobremanera las figuras de Engels y su admirable esposa, Jenny. Pudiera parecer que la<br />

biografía de Attali bascula en exceso en los aspectos existenciales y “subjetivos” de la<br />

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Noticia y Critica de Libros<br />

biografía, hurtándonos la dimensión política, encubierta por el titanismo biográfico por<br />

un lado y la portentosa obra ‘intelectual’ llevada a cabo por Marx, por el otro.<br />

Por suerte no es el caso. Jacques Attali aplica el mismo<br />

principio a su biografía que aquel puesto de manifiesto por el<br />

propio Marx, respecto a como éste vinculaba su trayectoria<br />

existencial al curso de los acontecimientos históricos y políticos<br />

donde aquella se inserta. Y esta contextualización, si queremos<br />

llamarla así, este vinculo incesante entre la biografía que nos<br />

cuenta Attali y los ‘hechos’ históricos, sociales, científico-técnicos<br />

y políticos, es lo que convierte a esta nueva biografía sobre Marx en un libro necesario e<br />

imprescindible. Pues este ‘paso atrás’ desde el presente hasta el siglo XIX, al girar sobre<br />

el núcleo biográfico de Marx, va reconstruyendo el “cuerpo” sociohistórico de un<br />

tiempo que se ha extendido hasta el final del siglo XX, convirtiéndose así pues en la<br />

‘genésis’ de nuestro tiempo, en la geología estratificada sobre la que se asienta este<br />

nuevo siglo y de la que nos resultaría imposible decir una sola palabra cabal sin haber<br />

hecho este recorrido hasta el surgimiento mismo del capitalismo y de los estados-nación<br />

en y con los que surge.<br />

Vivaz, documentado hasta la exhaustividad, brillante, entusiasta, Attali logra<br />

ordenar una miríada de datos, nombres, fechas, lugares y hechos sin perder nunca el<br />

centro regulador ni el interés del lector. Es un libro necesario para los marxistas<br />

sombríos y para quienes empalidecen con los nuevos tiempos, pero sobre todo es un<br />

libro necesario para quienes quieran comprender algo más, ver más lejos, ir más allá del<br />

horizonte de los necios y las proclamas.<br />

En cualquier caso, un rico y hermoso libro, un modelo biográfico muy del gusto<br />

francés, que nos hace columbrar este nuevo mundo que Marx supo anticipar, y que<br />

convierte a la figura inagotable del filosofo alemán en la más viva y extrema que<br />

puedan recibir.<br />

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Noticia y Critica de Libros<br />

JESÚS A. BLÁZQUEZ GONZÁLEZ: Unamuno y Candamo. Amistad y epistolario<br />

(1899-1936), Ediciones 98, Madrid, 2007.<br />

por Antonio José López Cruces<br />

El autor de la obra que reseñamos,<br />

doctor en<br />

Geografía e Historia por la<br />

Universidad Complutense que reparte su interés<br />

entre la Biblioteconomía y la Documentación y<br />

la historia social de la cultura española durante<br />

el periodo 1898-1936, nos ofrece en ella una<br />

exhaustiva información sobre la estrecha<br />

relación literaria y humana que Unamuno<br />

mantuvo a lo largo de su vida con el escritor y<br />

crítico Bernardo González de Candamo y<br />

Sánchez (1881-1967). Aunque algunas de las cartas de Unamuno a Candamo ya han<br />

sido publicadas, nunca antes habían visto la luz las dirigidas por Candamo a Unamuno,<br />

ni tampoco había sido editado el conjunto de las cruzadas entre ambos: un total de 97<br />

cartas (28 del vasco), de las cuales casi 70 son inéditas, dato que por sí solo da una idea<br />

del enorme interés del presente volumen. La mayoría de las 97 cartas, 91 en concreto,<br />

está fechada entre 1900 y 1906; la última de las recogidas es del 6 de marzo de 1922.<br />

El volumen, que lleva un interesante prólogo del hijo de Candamo, Luis G. de<br />

Candamo y Feliu (Madrid, 1922), titulado “Recuerdos de niñez y casi mocedad con<br />

Unamuno y Candamo” (19-39), está dividido en dos partes de distinto carácter:<br />

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Noticia y Critica de Libros<br />

“Amistad entre Miguel de Unamuno y Bernardo G. de Candamo (1899-1936)” (41-<br />

223); “Epistolario entre Miguel de Unamuno y Bernardo G. de Candamo” (225-231). El<br />

tomo concluye con dos Apéndices, que recogen el prólogo de Unamuno al poemario de<br />

Candamo Estrofas (Madrid, 1900) (403-405) y el artículo publicado por Candamo en El<br />

Fígaro el 14 de octubre de 1918 titulado “Miguel de Unamuno” (407-410).<br />

En estas páginas vamos a centrarnos en las orientaciones que el escritor vasco da<br />

entre 1900 y 1902 al inquieto joven, aún indeciso sobre el camino que debe seguir en el<br />

mundo del pensamiento, así como en otros aspectos del libro que puedan interesar a los<br />

lectores de Eikasía. Descuidaremos, entonces, el rico caudal de información que aporta<br />

Blázquez González sobre los escritores a los que Candamo trató de cerca: Villaespesa,<br />

Rubén Darío, Gómez Carrillo, Bargiela, Maeztu, Salvador Rueda o Juan Ramón<br />

Jiménez. Especialmente interesantes son las páginas dedicadas a la relación de<br />

Unamuno y Candamo con Azorín, Valle-Inclán y Baroja (111-121).<br />

UNA LARGA AMISTAD<br />

Dieciséis años separan a ambos escritores: cuando Candamo cumple los 20, el<br />

vasco tiene 36. Unamuno será para Candamo una influencia decisiva en unos años<br />

cruciales para su formación cultural y sentimental. Consciente de ello, éste se mostrará<br />

en todo momento agradecido al maestro por sus consejos, que considera “guías para mi<br />

carrera intelectual”. “Soy un enfermo que se somete de grado a la voluntad del médico”<br />

le dice en carta de julio de 1900. Unamuno le toma pronto cariño y en carta de mediados<br />

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Noticia y Critica de Libros<br />

de octubre de ese año le confiesa: “casi miro como cosa propia la carrera y el porvenir<br />

de usted”.<br />

Nacido en París en el seno de una familia asturiana cosmopolita, Candamo<br />

realiza sus primeros estudios en Oviedo y Madrid, pronto tiene acceso a las literaturas<br />

francesa, alemana y rusa y desde 1897 entra en contacto con el mundo literario<br />

madrileño y frecuenta biblioteca del Ateneo. Como recuerda Luis G. de Candamo,<br />

cuando Rubén Darío llega a España, trae una carta de presentación del novelista<br />

guatemalteco Enrique Gómez Carrillo dirigida a Candamo para que éste introduzca al<br />

nicaragüense en los círculos literarios de la capital; de su mano el autor de Prosas<br />

profanas conocerá a Villaespesa, Juan Ramón Jiménez o Salvador Rueda. Por entonces<br />

Candamo admira a Clarín, Azorín y Unamuno, a los que considera los principales<br />

maestros de los escritores jóvenes. En 1899 tiene ocasión de conocer al vasco, que está<br />

a punto de conseguir la cátedra de griego en la Universidad de Salamanca.<br />

En sus cartas Unamuno intentará alejarlo de sus queridos escritores franceses:<br />

“No acabo de comprender esa atracción que sobre ustedes ejerce París”. A su juicio,<br />

mejor que los poetas franceses son Coleridge o Wordsworth. Verlaine y Mallarmé le<br />

parecen unos “poseurs”, gentes que “no acertaron a decir lo que pensaban, porque<br />

pensaban incompletamente y en pura niebla”. Unamuno convierte a Candamo en su<br />

confidente, le envía sus versos, lo recomienda a directores de revistas y periódicos,<br />

comenta con él las obras de los jóvenes autores y hace que conozca a sus amigos<br />

Grandmontagne, Boris de Tannenberg, Arzadun o Federico de Onís cuando éstos visitan<br />

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Madrid. Gracias a sus cartas, obtiene información sobre lo que siente, piensa y escribe<br />

la juventud madrileña más avanzada.<br />

UNA AFECTUOSA EDUCACIÓN INTELECTUAL Y SENTIMENTAL<br />

En su carta de 12 de febrero de 1900, Unamuno confiesa a Candamo que le<br />

molestan los literatos que sólo leen literatura: “Me hace mucha gracia los que sientan<br />

plaza de nietzscheanos, sin comprender que el pobre Nietzsche nutrió su mente con la<br />

médula del león de los filósofos postkantianos. Por mi parte, cada día estoy más<br />

satisfecho de los años que llevé estudiando metafísica y psicología, y de mis lecturas de<br />

todo género de ciencias. Pasaje hay al final de mi Paz en la Guerra que me fue sugerido<br />

por la lectura de un tratado de geología, y creo, sin embargo, que no tiene el menor<br />

rastro de pedantería científica. No hay error más grande que el de creer que la ciencia<br />

ahoga la espontaneidad artística. No se la ahogó al gran Goethe”. Siempre ha admirado<br />

a los escritores que como el poeta Leopardi, el “teólogo” Kierkegaard, el dramaturgo<br />

noruego Ibsen o el poeta portugués Guerra Junqueiro, el autor de Os simples (Los<br />

sencillos) muestran poseer una densa cultura: “Verlaine con cultura habría sido un<br />

portentoso poeta. (…) En los versos estupendos de Leopardi no hay fórmulas<br />

abstractas, ni deducciones filosóficas, y, sin embargo, de ruina filosófica nacieron”.<br />

Deberá huir Candamo de echarse al coleto la “literatura de bulevar” producida<br />

por “la turbamulta de literatos parisienses que del savoir faire no pasan”. En lugar de las<br />

insustanciales chácharas de café, le dice, “prefiero leer mi Hegel, mi Schleiermacher y<br />

mi Schopenhauer”. Ante la admiración que manifiesta Candamo por el filósofo y<br />

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Noticia y Critica de Libros<br />

moralista suizo H. F. Amiel, cuya obra Fragmentos de un diario íntimo parece haberlo<br />

decantado hacia un “arte reposado, tranquilo”, le escribe primero: “Éste sí que tenía<br />

cultura vasta y honda, y se había nutrido de filosofía, sobre todo de filosofía de la<br />

religión y hasta de teología protestante, y de ciencias”, para enseguida pasar a<br />

advertirle: “Pero el reposo y la paz pueden resultar y deben resultar del movimiento y de<br />

la guerra. Hay dos reposos, el de la quietud muerta de lo inmóvil, y el que resulta de<br />

poderosas fuerzas que se mantienen en equilibrio. (Sobre esto se ha escrito algo,<br />

inspirado, mire usted lo que son las cosas, por lo que en mecánica se llama el polígono<br />

de fuerzas). Cuerpos hay que en su reposo están desenvolviendo poderosísimas<br />

fuerzas”. No le insiste en la cuestión de “la paz como raíz y culminación a la vez de la<br />

guerra”, pues ya la desarrolló en su novela de Paz en la Guerra.<br />

El 4 de febrero de 1900, Candamo comunica a Unamuno que prepara Fiestas del<br />

alma, un libro en el que estudiará a poetas y filósofos de la talla de Verlaine, Goethe y<br />

Nietzsche y comentará las nuevas tendencias literarias de Francia. De Ruskin anda<br />

buscando traducciones al francés de Las siete lámparas y de Pintores modernos y otros<br />

de sus estudios de estética. Aunque domina el francés y tiene profesor de ruso, confiesa<br />

abiertamente: “aún no sé inglés”.<br />

El 13 de marzo, Unamuno indica a su corresponsal que prepara el volumen Tres<br />

ensayos, que contiene los titulados “¡Adentro!”, “La ideocracia” y “La fe”. Tras<br />

aventurar que el último causará escándalo entre los católicos, le explica su concepción<br />

de la fe: “La fe no es adhesión de la mente a un principio abstracto, sino entrega de la<br />

confianza y del corazón a una persona; para el cristiano a la persona histórica de Cristo.<br />

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Noticia y Critica de Libros<br />

Tal es mi tesis, en el fondo una tesis luterana”. Si hubiera de aceptar alguna etiqueta,<br />

ésta sería la de ideoclasta y rompeideas. “¿Qué cómo quiero romperlas? Como las<br />

botas, usándolas”.<br />

Vuelve Unamuno a atacar el literatismo de los escritores modernistas en su carta<br />

de 16 de abril. De Rubén Darío asegura: “Tiene un valor positivo muy grande, pero<br />

carece de toda cultura que no sea exclusivamente literaria. (Este es, a mi juicio, el mal<br />

mayor de nuestros literatos, y si no, vea usted a Benavente). Sin sentido filosófico y<br />

hasta metafísico, ético, científico y religioso del mundo se podrá ser un homme de<br />

lettres, pero no un gran escritor, un escritor de veras genial, un clásico, en fin. Estos<br />

sentidos los han tenido los grandes genios, cuando no adquiridos, nativos”.<br />

Este año prologa Unamuno afectuosamente el poemario Estrofas de Candamo:<br />

“Pocas cosas me interesan tanto como un joven que se busca, y se busca en los demás”.<br />

El novel autor necesita, a su parecer, “visiones de realidad exterior”, pues observa en él<br />

un “sentimentalismo vago y vaporoso”. Es alguien que “quiere ser y querer ser es más<br />

profundo que ser sin quererlo”.<br />

En la carta de 30 de mayo, comenta que vio en Plasencia un eclipse, previamente<br />

jaleado por la prensa, por lo que ninguno de los que lo contemplaron le dirigió una<br />

mirada virgen. Piensa enviar a La Nación de Buenos Aires un artículo sobre “la leyenda<br />

del eclipse”, sobre cómo los ignorantes se postraban ante la ciencia hablando con<br />

respeto sumo de los sabios astrónomos: “Creemos en la ciencia con fe de carbonero, por<br />

respeto a la autoridad y nada más, y como a todos nos queda nuestro rinconcito de duda,<br />

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Noticia y Critica de Libros<br />

aunque por pudor lo guardamos, en el momento de empezar el fenómeno (¡qué palabra<br />

más fea!) dijimos: ¡Vaya! ¡Ya está aquí!”. Después tuvo ocasión de admirar la puesta de<br />

sol, “el eclipse del día”, cuya belleza se olvida a diario. Y concluye su epístola<br />

volviendo a aconsejar al admirador de Amiel: “Interésese por las luchas económicosociales,<br />

éticas, religiosas y hasta políticas”, pues entonan y enriquecen el espíritu sin<br />

dañar al artista. Aunque predica en sus libros la interiorización, nunca aconsejará el<br />

“turriburnismo”, el confinarse en la torre de marfil.<br />

En su carta de 1 de julio, insiste: “Evite la enfermedad de Amiel” y no huya de<br />

los combates: “Lucha espiritual y lucha fuerte. Estudie ciencias naturales, físicas,<br />

químicas, etc., sociología, todo lo que pueda, e intente interesarse por el problema<br />

económico-social, el religioso, etc. Va usted a soñador solitario, y aunque esto no es<br />

malo ni mucho menos, creo mejor aprovechar ese fondo para otra cosa”.<br />

Candamo confiesa en carta de finales de agosto estar releyendo el Obermann de<br />

Senancour, que le recomendó Unamuno y que lo dejó anonadado: “¡Cuánto agradezco<br />

la indicación!”. Y le adelanta que planea un cuento sobre una loca que mira los astros y<br />

a la que “Sirio le parece un diamante con sus cambios infinitos”. Encargará a París<br />

Esquisse d´une Philosophie de la Religion d´aprés la Psychologie et d´Histoire, libro de<br />

Auguste Sabatier que Unamuno le ha recomendado, pues “las cuestiones religiosas me<br />

preocupan verdaderamente”. Está leyendo el Tratado teológico-político de Spinoza.<br />

Luego piensa leer su Ética, “la médula de su método”, y a Descartes, “para conocer la<br />

transformación de su doctrina en la doctrina de Spinoza”.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía. III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 427


Noticia y Critica de Libros<br />

En su carta de 31 de agosto, Unamuno le asegura que sus “vaguedades” y<br />

perpetuo soñar son idénticos a los de sus veinticinco años. Y le recomienda la<br />

contemplación de las estrellas: “Donde se vive deprisa, ¿quién ve el vivir del cielo?<br />

¿Quién como aun aquí sucede, espía a la madrugada la salida de Orión, ciñendo a las<br />

Tres Marías?”. Pregunta a su amigo si conoce Bruges-la-Morte), del poeta y novelista<br />

belga G. Rodenbach, pues “En la Ámsterdam del siglo XVII meditó Spinoza”. Y corre a<br />

advertirle una vez más contra los peligros inherentes al Obermann, el personaje de<br />

Senancour que pasea su tedio por los ventisqueros de los glaciares suizos. Se trata de<br />

“un libro inmenso, pero no de fácil lectura, a ratos lánguido y arrastrado, pero a ratos de<br />

una intensidad de entrañamiento a la que han llegado pocos. Pero no se deje ganar por<br />

su encanto. No se incapacite para la acción”. Para el cuento que prepara sobre el alma<br />

de las piedras preciosas, le recomienda la lectura de La materia bruta y la materia viva<br />

–título traducido también como La materia inerte y la materia viva– del matemático y<br />

filósofo belga Delboeuf. No deje de contemplar a menudo el cielo estrellado: “Salga<br />

usted una noche al campo raso y vea Antares parpadeando (cerca de él anda ahora<br />

Saturno), a Vega y Espiga con un blanco azulado, a Arturo amarillento. Es lo que suelo<br />

hacer muchas noches desde la era detrás de mi casa”. Felicita al alumno aplicado porque<br />

nota que hace caso de sus consejos: “Celebro que le interesen los estudios filosóficos,<br />

son, creo, la mejor base de la inspiración poética, digan lo que sugieran los poetas de<br />

pura exterioridad. Los más grandes poetas han meditado mucho, de un modo o de otro,<br />

en el misterio de la vida y de la existencia, del principio y del fin de las cosas, o lo han<br />

sentido”. Evite, pues, la poesía de pura sensación que no llega al “alma de las cosas”.<br />

428<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía. III, 17(marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Noticia y Critica de Libros<br />

En septiembre, Candamo comunica a su admirado maestro que acaba de leer con<br />

entusiasmo el diálogo de Platón Fedro, o De la belleza: “Cuánto horizonte abierto!<br />

¡Cuánta alegría espiritual! ¡No puede usted imaginarse la íntima satisfacción que he<br />

tenido al saber por este diálogo que si amamos la belleza es porque un día hemos<br />

conocido la esencia! Me he creído algo superior y he gozado intensamente. ¡He hallado<br />

en mí mayores entusiasmos!”.<br />

A mediados de octubre, Unamuno afirma haber leído Robert Elsmere, de<br />

Humphry Ward. La novela narra la pérdida de la fe y el abandono de la iglesia<br />

anglicana por uno de sus ministros, que, decepcionado de aquel culto, decide crear una<br />

“nueva hermandad” en un barrio pobre de Londres. El futuro autor de San Manuel<br />

Bueno, mártir, confiesa a Candamo: “Todos los relatos de crisis religiosas me interesan<br />

grandemente, y cada día que pasa me dedico más a estudios religiosos, y todo lo que a<br />

religión se refiere me atrae”. Si la literatura francesa le disgusta es precisamente por “su<br />

escaso sentido religioso, por su fondo pagano”. A Francia la salva “esa animosa minoría<br />

protestante” en la que destacan François Guizot, Vincent Ephren, Albert Réville y<br />

Auguste Sabatier.<br />

Quien, como nos recuerda Paulino Garagorri en su libro Unamuno y Ortega,<br />

tendrá durante algún tiempo la pretensión de convertirse en “el Lutero español” y en<br />

carta a Jiménez Ilundacin aventura que seguramente sólo el protestantismo podrá salvar<br />

a los españoles “del irreligiosismo y de la indiferencia y del olvido de la otra vida”,<br />

elogia a continuación a “protestantes de alma” como Rousseau o Amiel: “El grupo de<br />

los suizos es de lo más simpático. Es gente que une a un hondo sentido religioso un<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía. III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 429


Noticia y Critica de Libros<br />

profundo sentido científico, fe íntima (no la dogmática) y respeto a la razón. No es<br />

gente que admita los milagros; se han desprendido de la mitología cristiana, pero se<br />

quedan con lo hondo del cristianismo, con la religión de Jesús. Y hasta la ciencia la<br />

toman religiosamente, con unción”. Tras señalar la muerte de los antiguos dogmas del<br />

cristianismo, dice estar seguro de que “lo que del cristianismo vive (lo íntimo de él)<br />

arraigará en la filosofía científica moderna. Y llegará día en que los grandes principios<br />

científicos modernos de la conservación de la energía, de la unidad de las fuerzas<br />

físicas, de la evolución de las especies orgánicas, etc. sean dogmas religiosos, fuente de<br />

consuelo y de conducta para los hombres. ¿Cómo? No lo sé. Pero ¿quién en tiempo de<br />

Platón hubiera dicho que aquella doctrina abstracta y fría del logos habría de encarnar<br />

en la doctrina, llena de calor y vida en un tiempo, del Verbo humanado, produciendo<br />

tempestades de íntima pasión? Aquí tiene usted la tesis de un largo ensayo que medito<br />

acerca de la Religión y la Ciencia”.<br />

Arrepentido de haber recomendado a su soñador amigo la lectura del Obermann,<br />

y como vacuna contra el tipo del literato especializado y contra el peligroso atractivo<br />

que para él pueden tener lecturas como el Diario íntimo de Amiel, el Diario y las<br />

Cartas de Maurice de Guérin o el René, ou les effets des passions de Chateaubriand,<br />

vuelve a ponerle ante los ojos como modelo al “gran Goethe”, siempre interesado por<br />

todo lo relativo a “la ciencia, la religión y la vida”. Y en caso de que el problema<br />

religioso no le sea indiferente y desee orientarse por “la tendencia cristiana más racional<br />

y más libre”, le recomienda una vez más la lectura de Esquisse d´une Philosophie de la<br />

Religion de Sabatier, “un libro lleno de nobleza y de sinceridad.”<br />

430<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía. III, 17(marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Noticia y Critica de Libros<br />

En su carta de 29 de noviembre, Unamuno, que asegura que trabaja sin descanso<br />

en sus Diálogos filosóficos, aconseja a Candamo que se vaya tupiendo de “cosas<br />

concretas, pues tan malo es el contenido sin continente como éste sin aquél”, con lo que<br />

evitará caer en “cierto ontologismo estético y sentimental. (…) Los ontólogos de toda<br />

laya parécenme que llevan un inmenso caldero, enorme molde de hacer quesos, pero les<br />

falta la leche y se quedan con el molde. (…) Cabras son las ciencias, cabras de que se<br />

saca leche que luego se cuaja de cualquier modo. Usted tiene moldes, moldes<br />

sentimentales, emotivos e imaginativos; vaya ahora atiborrándolos de sensaciones de<br />

bulto, concretas, reales, vivas, y para lograrlo chapúcese en la vida ordinaria, abra<br />

cuanto pueda los ojos y tome de todo nota. Es mejor su situación que la de los que<br />

llevan almacenadas impresiones, pero sin moldes en que verterlas.”<br />

En su carta de 29 de abril de 1901 el vasco dice vivir volcado de lleno en los<br />

temas religiosos. Está leyendo un estudio sobre la época apostólica del cristianismo de<br />

Karl Weizsacker, Das apostolische Zeitalter der chrisliehen Kirche; otro en torno a la<br />

influencia helena sobre el cristianismo, del teólogo inglés Edwin Hatch, Influence of<br />

Greek Ideas and Usages Upon the Christian Church; otro del filólogo e historiador<br />

Gaston Boissier, La fin du paganisme: étude sur les dernières luttes religieuses en<br />

Occident au quatrième siècle; y el Martin Luther, del profesor Lenz, de la Universidad<br />

de Marburgo. Simultanea estas lecturas con las poesías de Keats y del excelente poeta<br />

alemán Detleu von Libiencron. Insiste en alertar a Candamo contra el vicio del<br />

literalismo, tan separado usualmente de la cultura: “A Goethe su gran cultura científica<br />

lejos de perjudicarle le engrandeció”, y recuerda que “Libros (buenos libros) de<br />

botánica, geología y biología me han enseñado a sentir el paisaje más que descripciones<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía. III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 431


Noticia y Critica de Libros<br />

de otros. (…) El sentir y el pensar brotan de la misma fuente, son caras de la misma<br />

función. Sentir la ciencia y pensar el arte es buen camino para pensar ciencia y sentir<br />

arte”.<br />

A principios de mayo, Candamo comunica a Unamuno que Lázaro Galdeano le<br />

ha dado a traducir la primera parte de las Memorias de Goethe. Dócil a sus consejos de<br />

adentrarse en la obra de los grandes filósofos, lee de Schopenhauer El mundo como<br />

voluntad y representación: “Con esto adquiero muchas energías y me liberto de<br />

decadentismos y delicuescencias”.<br />

Y en su carta de 9 de diciembre, cuenta a su guía que está pasando por un<br />

“periodo de confusión intelectual extraordinario”. A estas alturas, Unamuno ha<br />

conseguido que, lejos de interesarse exclusivamente por la literatura modernista, se<br />

derrame por los distintos campos del saber. Confiesa Candamo: “No es sólo la literatura<br />

lo que me preocupa. Son las ciencias, la filosofía, la Historia, los estudios sociales,<br />

económicos, críticos, de pintura, de música, de arquitectura, todas las manifestaciones<br />

intelectuales, en fin, que me parecen inseparables y formando todas un solo cuerpo”. Sin<br />

embargo, le angustia verse incapaz de ordenar sus conocimientos y de “seguir un<br />

sistema para los conocimientos futuros”.<br />

En su respuesta de 13 de diciembre de 1901, Unamuno le confiesa que recibe<br />

con alto interés sus confidencias: “hasta su aspecto físico y su manera de presentarse me<br />

recuerda mis veinte años”. Y lo invita a leer lo que se le antoje, sin preocuparse de<br />

cómo se ordenará luego todo en su cerebro. Sonríe ante la expresión “curiosidad<br />

432<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía. III, 17(marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Noticia y Critica de Libros<br />

omnilateral” usada por su joven amigo: “¿Y me lo dice usted a mí que he leído de todo,<br />

que no hace aún cuatro años que me puse a estudiar un verano, con un amigo ingeniero,<br />

geometría proyectiva?”. Lea ante todo “filosofía pura (Descartes, Kant, Hegel, Spinoza,<br />

etc.), digan lo que quieran es la médula del león y aunque luego la olvide uno, le queda<br />

dentro”. El “periodo metafísico” salva a los literato de la caída en el literatismo. Y<br />

siguiendo con su “manía” de recomendar vivamente los estudios religiosos, le pregunta<br />

si ha leído ya Esquisse d´une philosophie de la religion de Sabatier. Para estudiar<br />

filosofía le sugiere que lea Histoire de la Philosophie moderne de H. Ritter, o Historia<br />

de la Filosofía moderna del filósofo danés Harald Höffding. No desdeñe Candamo las<br />

compilaciones y los extractos. Le será de gran utilidad en estos estudios la Librairie<br />

Félix Alcan, especializada en filosofía y psicología: “La biblioteca de filosofía<br />

contemporánea de Alcan le será utilísima. (…) Es necio y torpe desdeñar los<br />

Larousses”. Y concluye su carta confesando “con toda el alma” su búsqueda incesante<br />

de Dios: “Dios es inaccesible. Busque a Dios; en lo infinito y en lo eterno”.<br />

El 5 de marzo de 1902, Unamuno juzga negativamente Los enigmas del<br />

Universo del naturalista y filósofo alemán E. Haeckel, que Candamo leyó con interés:<br />

“En la parte científica es una enciclopedia de vulgarización que no me traía novedad<br />

alguna y en la parte filosófica, de una hosquedad enorme. En cuanto habla de la religión<br />

lo hace con gran ignorancia y con el rudo simplismo de los Büchner y Cía”. Y confiesa:<br />

“Estas gentes que vienen de la ciencia llegan a hacérseme insoportables; hay que<br />

decirles con Hamlet aquello de “hay muchas cosas que ignora la filosofía”. Se atienen a<br />

la razón como única fuente de verdad y no oyen la voz del corazón”. Y a continuación<br />

detalla lo que bulle últimamente en su cerebro. Cada vez siente “más respeto al mundo<br />

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Noticia y Critica de Libros<br />

del misterio y cada día se hace en mí más luz respecto a la fecunda lucha entre la razón<br />

y la fe, la ciencia y la religión. Mi ciencia es antirreligiosa, mi religión anticientífica y<br />

no excluyo a ninguna de las dos, sino que las mantengo en mí, frente a frente,<br />

negándose una a otra, y dando con su contradicción vida a mi conciencia. No quiero<br />

conservarlas, sino que se corrijan mutuamente. Mi filosofía hace añicos las supuestas<br />

pruebas todas de la existencia de Dios, mostrándome que Dios es irracional, que lo que<br />

no se explica sin él tampoco con él se explica, pero luego mi corazón me le releva y lo<br />

afirmo. (...) La filosofía es una matemática, la religión una intuición. Sobre esto y<br />

desarrollando este punto de vista proyecto escribir un libro titulado o bien Ciencia y<br />

religión o bien Razón y fe. En él asentaré la contradicción íntima e irreductible como<br />

principio fecundo de vida espiritual. No quiero buscar mi paz interior en armonías,<br />

concordancias y compromisos que llevan a la estabilidad inerte, no quiero que firmen<br />

paz mi corazón y mi cabeza sino que luchen entre sí, lealmente pero con vigor. (..) Mi<br />

vida toda se mueve por un principio de íntima contradicción. Me atrae la lucha y siento<br />

ansias de quietud y paz; estudio de ciencias y caigo en poeta; soy cristiano anti-pagano<br />

de corazón y explico clásicos griegos. De aquí que pueda decir que soy un espíritu en<br />

movimiento”.<br />

CANDAMO, UNAMUNO Y ORTEGA<br />

El capítulo XIX del libro (159-161) se titula “Amistad con Ortega y Gasset.<br />

Candamo y Unamuno en Faro (1907-08)”. Candamo fue uno de los mejores amigos del<br />

joven Ortega, como lo fueron Francisco Navarro Ledesma, Julio Cejador, Constantino<br />

Román Salamero o Andrés González Blanco. Ambos compartirán veladas en La<br />

434<br />

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Noticia y Critica de Libros<br />

Cacharrería del Ateneo, admirarán a los mismos autores y llegarán a fundar una revista,<br />

de la que sólo saldrá un <strong>número</strong>. Cuando Ortega marcha a Marburgo, Candamo<br />

mantendrá correspondencia con él, aunque, como nos recuerda el editor del epistolario,<br />

en la Fundación Ortega y Gasset no se conserva ninguna carta de Ortega fechada entre<br />

el 21 de enero y el 4 de julio de 1907. En carta de 21 de enero de este año, éste dirige a<br />

su padre, José Ortega Munilla, director de El Imparcial, estas palabras: “No me<br />

abandones la trinidad: Cejador, Candamo, González Blanco”. A su regreso de Alemania<br />

en septiembre de 1907, Ortega se vuelca en la creación del semanario Faro, proyecto en<br />

el que no se olvida de su amigo Candamo. El <strong>número</strong> 1 sale el 23 de febrero de 1908,<br />

financiado por Ramón Gasset, y tiene como objetivo dar luz a la cultura española y<br />

aproximar liberalismo y socialismo. En Faro Candamo, de tendencia liberal y<br />

republicana, escribe crítica literaria en la sección “Guía del Lector” entre junio 1908 y<br />

febrero de 1909, fecha en que la revista desaparece.<br />

Unamuno, amigo de Ortega y Munilla, inicia un intercambio epistolar con el hijo<br />

de éste en 1904, aunque su primera carta a Ortega que se conserva lleva fecha de 17 de<br />

mayo de 1906. En una carta de 4 de enero de 1905, decía Unamuno a Ortega Munilla:<br />

“A su hijo, que ignoro si ha salido o no para Alemania, le debo carta. Le escribiré”. Ese<br />

año Ortega lee con desagrado Vida de Don Quijote y Sancho. El 27 de febrero del año<br />

siguiente asistirá al mitin de Unamuno en el teatro de La Zarzuela de Madrid que,<br />

organizado por Candamo y Luis de Zulueta, tiene como fin combatir la Ley de<br />

Jurisdicciones y el militarismo. En adelante, el filósofo mantendrá con el rector de<br />

Salamanca una larga amistad y un importante contacto epistolar.<br />

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Noticia y Critica de Libros<br />

UNAMUNO RETRATADO POR CANDAMO<br />

El APÉNDICE II del libro (407-410) recoge el artículo “Miguel de Unamuno”<br />

publicado por Candamo en el periódico Fígaro el 14 de octubre de 1918. La revista<br />

aliadófila y teosófica Los Aliados, en la que colaboran Ortega, Pérez de Ayala o Julio<br />

Camba, celebra el 13 de octubre de 1918 un banquete en honor de Mariano de Cavia,<br />

Galdós y Unamuno, en desagravio a la censura de prensa que hubieron de soportar<br />

algunos de sus artículos sobre la guerra europea. Candamo asiste al acto en calidad de<br />

periodista de El Fígaro. En dicho periódico aparece al día siguiente una cordial<br />

semblanza sobre su admirado amigo. Lamenta que éste se aleje de la poesía y el ensayo<br />

por culpa de la política y recuerda luego el aspecto que tenía Unamuno cuando lo<br />

conoció en 1899: “con sus barbas negras, alrededor de un rostro redondeado, de vasco,<br />

con su pelo cortado en forma de cepillo, con sus gafas de espejuelos radiantes y su<br />

chaleco hasta el cuello, para eludir el uso de la corbata, y su sombrero flexible y<br />

semiesférico”. Recuerda también sus ojos, “aquellos ojos que miraban penetrantemente,<br />

inquisitivamente…”, así como su “espíritu ardoroso y apasionado”. Si el maestro se<br />

defendía antes con la tinta del calamar que huye, ahora pelea frente a frente, tiene<br />

discípulos como Federico de Onís y una “curiosidad omnilateral”. Negándose a creer en<br />

la muerte, anhela la inmortalidad. Sobre Del sentimiento trágico de la vida indica: “es<br />

una réplica, todo lirismo y emoción, a los hombres que tanto aman la vida en lo que<br />

tiene de sensualidad, de material; a estos hombres que se creen superiores a los otros<br />

porque han descubierto que Dios no existe”. Para creer en Dios y en la inmortalidad el<br />

alma, sólo hace falta voluntad. Hay en Unamuno una aspiración mística, también<br />

presente en Maeztu y en “las obras de un discípulo, no conformista, de un discípulo que<br />

436<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía. III, 17(marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Noticia y Critica de Libros<br />

no se deja sugestionar: José Ortega y Gasset”. Menciona luego los desastres coloniales<br />

del 98, el regeneracionismo de Costa, Picabea y Ganivet y la labor iconoclasta de la<br />

juventud que se entregó a la revisión de valores, “a lo nietzscheano”, y atacó a los<br />

autores de la generación anterior. Unamuno demostró ser por entonces “un hombre del<br />

porvenir” con su novela Paz en la guerra y ensayos como La enseñanza superior en<br />

España o Nicodemo el fariseo, en los cuales muestra el vasco el desconcierto del<br />

hombre culto obligado a vivir en medio de un “ambiente de baja burguesía, de plebeyez<br />

y de analfabetismo”. En 1905 publicó su Vida de don Quijote y Sancho y luego<br />

prosiguió con sus ensayos de siempre. En enero de 1914, leyó El Cristo de Velázquez en<br />

el salón del Ateneo, en el cual, sin las luces encendidas, “se percibía el relámpago de<br />

sus lentes”, que cabalgaban “en unas narices corvadas, de línea hebrea”; su rostro era<br />

por entonces “como la cara de un búho misterioso y agorero”. El poema constituye “la<br />

exaltación estética de la figura de Cristo conforme a la visión del pintor de La rendición<br />

de Breda. La anatomía del cuerpo humano en el que Dios ha residido, se describe<br />

portentosamente”, el poeta “estiliza, sutiliza, sublimiza el cuerpo del hombre<br />

divinizándolo”. El poema, perfilado durante años, aunque su autor sabe que “jamás<br />

conseguirá perfeccionarlo”, será su testamento literario. Unamuno, ahora volcado en la<br />

política, dijo en el Palace Hotel “cosas tremebundas” y “nadie le regateó el aplauso”.<br />

Pero Candamo concluye invitando ante todo a leer las obras de su amigo: “¡Unamuno<br />

político!… Admirable cosa. Pero es más admirable aún el Unamuno poeta de El Cristo<br />

de Velázquez o de los maravillosos ensayos. / Aplaudir no significa comprender”.<br />

LOS ÚLTIMOS AÑOS DE UNA LARGA AMISTAD<br />

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Noticia y Critica de Libros<br />

Al llegar la Dictadura de Primo de Rivera, tanto Unamuno como Candamo serán<br />

desterrados: Unamuno, a Fuerteventura; Candamo, a Ciudad Real, donde deberá<br />

permanecer durante cinco años, aunque se le permitirá veranear con su familia en la<br />

localidad francesa de Royan. Cada vez que viaja a La Rochelle para alquilar la casa de<br />

las vacaciones, Candamo se baja del tren en la estación de Hendaya para pasar un día<br />

con Unamuno, escuchándole sus añoranzas de Salamanca y sus ansias por ver el final de<br />

la monarquía y la llegada de la República.<br />

Ya finalizado su destierro francés, Unamuno visitará a menudo la casa madrileña<br />

de los Candamo, en Claudio Coello 67, para que su amigo lo mantenga informado sobre<br />

la vida madrileña y, en concreto, sobre la del Ateneo. Como recuerda en el prólogo del<br />

libro Luis G. de Candamo, aquel vasco amigo de su padre le hacía pajaritas de papel<br />

mientras disertaba sobre Cocotología: “Con su voz nasal y vehemente explicaba que<br />

aquel papel cuadrado era la célula, o el zigoto del que podían surgir todos los seres<br />

imaginables. Había conseguido el camello, pero no se atrevía a crear el mono, según<br />

afirmaba entre risas, porque se parecía demasiado al hombre y Dios se podía enfadar”.<br />

Don Miguel bebe agua de limón y pregunta a Luisito a su vuelta del Instituto Escuela<br />

por su directora, María de Maeztu, a la que quiere bien. Por su parte, Luisito le habla de<br />

Alberti o de la visita al colegio de Antonio Machado. Unamuno lleva en sus bolsillos<br />

ajos crudos pelados, con los que, por consejo de los pastores de Salamanca, combate su<br />

artritis, y da vueltas entre sus dedos a una miga de pan para ejercitarlos a fin de no<br />

perder la agilidad al escribir.<br />

438<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía. III, 17(marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org


Noticia y Critica de Libros<br />

Los días 30 de septiembre y 1 de octubre de 1934, Candamo está en Salamanca<br />

para asistir a la última lección de Unamuno en la Universidad, motivo por el que escribe<br />

su artículo “Elogio de la palabra viva”: “Hacía muchos años que deseaba ver y oír a<br />

Miguel de Unamuno en esta mirífica y docta Salamanca, y he logrado mi ambición. Un<br />

poco de felicidad es felicidad…”. Los dos amigos compartirán las mismas inquietudes<br />

durante la II República y se verán separados definitivamente cuando estalle la guerra<br />

civil.<br />

<strong>Eikasia</strong>. Revista de Filosofía. III, 17 (marzo 2008). http://www.revistadefilosofia.org 439


Solicitud de comunicaciones<br />

Congreso internacional: La filosofía y la identidad europea<br />

Alicante, 15-17 de octubre de 2008<br />

Ponentes invitados:<br />

Giuseppe Cacciatore. Università di Napoli<br />

Sami Naïr. Institut d’Etudes et de Recherche Europe - Méditerrannée<br />

Elena Nájera. Universidad de Alicante<br />

Olivier Feron. Universidade de Évora<br />

Gerardo López Sastre. Universidad de Castilla La Mancha<br />

Luciano Malusa. Università di Genova<br />

Julián Marrades. Universidad de Valencia<br />

Fernando Pérez Herranz. Universidad de Alicante<br />

Solicitud de comunicaciones para el Congreso internacional: La filosofía y la identidad europea.<br />

La cuestión de los feminismos y de las mujeres en Europa formará parte de los temas del<br />

Congreso.<br />

Las comunicaciones dispondrán de 30 minutos para su exposición y 15 para su debate y<br />

podrán redactarse en cualquiera de las lenguas oficiales del congreso: castellano, inglés,<br />

francés, italiano o portugués.<br />

Los interesados en participar deberán enviar un resumen (de aproximadamente 1000 palabras)<br />

de la comunicación que desean presentar en el congreso. En la propuesta ha de constar el<br />

tema y el argumento a desarrollar, debiendo ir encabezada por el título de la comunicación, el<br />

nombre y la dirección electrónica del autor.<br />

Las propuestas serán seleccionadas según el sistema de arbitraje ciego y la notificación de<br />

aceptación será comunicada al interesado antes del 15 de junio de 2008.<br />

El documento ha de ser enviado en WORD o formato RTF, DIN A4, fuente TIMES NEW<br />

ROMAN 12, espacio simple, márgenes de 3 cms., texto justificado..<br />

Las propuestas han de ser remitidas a Elena.Najera@ua.es<br />

Fecha límite de envío de propuestas: 30 de mayo de 2008.<br />

Organización:<br />

- Área de Filosofía del Departamento de Humanidades Contemporáneas de la Universidad de<br />

Alicante<br />

- Departamento de Metafísica y Teoría del Conocimiento de la Universidad de Valencia<br />

- Sociedad Académica de Filosofía


Call for Papers<br />

International Conference: Philosophy and the European Identity<br />

Alicante, Spain, 15-17 October 2008<br />

Invited speakers:<br />

Giuseppe Cacciatore. Università di Napoli<br />

Sami Naïr. Institut d’Etudes et de Recherche Europe - Méditerrannée<br />

Elena Nájera. Universidad de Alicante<br />

Olivier Feron. Universidade de Évora<br />

Gerardo López Sastre. Universidad de Castilla La Mancha<br />

Luciano Malusa. Università di Genova<br />

Julián Marrades. Universidad de Valencia<br />

Fernando Pérez Herranz. Universidad de Alicante<br />

We would like to encourage you to participate in the International Conference: Philosophy and<br />

the European Identity.<br />

Feminisms and Women in Europe will be part of the central themes.<br />

We welcome papers submission, for 30 minutes talk followed by a 15 minutes discussion in<br />

either of the official languages of the conference, Spanish, English, Italian, Portuguese or<br />

French.<br />

Submissions should consist of a detailed summary of the intended talk (about 1000 words).<br />

Summaries are expected to indicate the topic, to present the main theme of the talk and provide<br />

a sketch of the main arguments. Please, specify at the beginning of the summary the exact talk<br />

title, your name, your address and e-mail. Decisions on acceptance will be based on this<br />

summary.<br />

Please, make sure that the document is in WORD- or rtf-format (either PC or MAC) formatted as<br />

follows: page settings DIN A4, all margins 3 cm, font TIMES NEW ROMAN 12 pt, single line<br />

spacing, title of the talk in bold letters, justified and centred. Please, print your name and<br />

address in standard (non-bold). Main text also justified.<br />

Selection: All abstracts will be blind-refereed. Notification of acceptance will be sent by 15 June<br />

2008.<br />

Papers should be sent to Elena.Najera@ua.es<br />

Deadline for submissions: 30 May 2008.<br />

Organizers:<br />

- Área de Filosofía del Departamento de Humanidades Contemporáneas de la Universidad de<br />

Alicante<br />

- Departamento de Metafísica y Teoría del Conocimiento de la Universidad de Valencia<br />

- Sociedad Académica de Filosofía


17<br />

r e v is t a d e f ilo s o f ƒa<br />

www.revistade filosofia.com

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