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Pardo%20Bazan,%20Emilia%20-%20Pazos%20de%20Ulloa,%20Los

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tal vez por contarse en el número de los hombres fácilmente atraídos por las mujeres vivarachas,<br />

tenía de ellas opinión detestable y para sus adentros la expresaba en términos muy crudos.<br />

Dormían en habitaciones contiguas Julián y el marqués, pues Julián, desde su ordenación, había<br />

ascendido de categoría en la casa, y mientras la madre continuaba desempeñando las funciones<br />

de ama de llaves y dueña, el hijo comía con los señores, ocupaba un cuarto de importancia, y era<br />

tratado en suma, si no de igual a igual, pues siempre quedaban matices de protección, al menos<br />

con gran amabilidad y deferencia. De noche, antes de recogerse, el marqués se le entraba en el<br />

dormitorio a fumar un cigarro y charlar. La conversación ofrecía pocos lances, pues siempre<br />

versaba sobre el mismo proyecto. Decía don Pedro que le admiraban dos cosas: haberse resuelto<br />

a salir de los Pazos, y hallarse tan decidido a tomar estado, idea que antes le parecía irrealizable.<br />

Era don Pedro de los que juzgan muy importantes y dignas de comentarse sus propias acciones y<br />

mutaciones - achaque propio de egoístas - y han menester tener siempre cerca de sí algún inferior<br />

o subordinado a quien referirlas, para que les atribuya también valor extraordinario.<br />

Agradaba la plática a Julián. Aquellas proyectadas bodas entre primo y prima le parecían tan<br />

naturales como juntarse la vid al olmo. Las familias no podían ser mejores ni más para en una;<br />

las clases iguales; las edades no muy desproporcionadas, y el resultado dichosísimo, porque así<br />

redimía el marqués su alma de las garras del demonio, personificado en impúdicas barraganas.<br />

Solamente no le contentaba que don Pedro se hubiese ido a fijar en la señorita Rita: mas no se<br />

atrevía ni a indicarlo, no fuese a malograrse la cristiana resolución del marqués.<br />

- Rita es una gran moza... - decía éste explayándose -. Parece sana como una manzana, y los<br />

hijos que tenga heredarán su buena constitución. Serán más fuertes aún que Perucho, el de Sabel.<br />

¡Inoportuna reminiscencia! Julián se apresuraba a replicar, sin meterse en honduras fisiológicas:<br />

- La casta de los señores de Pardo es muy saludable, gracias a Dios...<br />

Una noche cambiaron de sesgo las confidencias, entrando en terreno sumamente embarazoso<br />

para Julián, siempre temeroso de que cualquier desliz de su lengua desbaratase los proyectos del<br />

señorito, y le echase a él sobre la conciencia responsabilidad gravísima.<br />

-¿Sabe usted - insinuó don Pedro - que mi prima Rita se me figura algo casquivana? Por el paseo<br />

va siempre entretenida en si la miran o no la miran, si le dicen o no le dicen... juraría que toma<br />

varas.<br />

-¿Que toma varas? - repitió el capellán, quedándose en ayunas del sentido de la frase grosera.<br />

- Sí, hombre..., que se deja querer, vamos... Y para casarse, no es cosa de broma que la mujer las<br />

gaste con el primero que llega.<br />

-¿Quién lo duda, señorito? La prenda más esencial en la mujer es la honestidad y el recato. Pero<br />

no hay que fiarse de apariencias. La señorita Rita tiene el genio así, franco y alegre...<br />

Creíase Julián salvado con estas evasivas, cuando, a las pocas noches, don Pedro le apretó para<br />

que cantase:<br />

- Don Julián, aquí no valen misterios... Si he de casarme, quiero al menos saber con quién y<br />

cómo... Apenas se reirían si porque vengo de los Pazos me diesen de buenas a primeras gato por<br />

liebre. Con razón se diría que salí de un soto para meterme en otro. No sirve contestar que usted<br />

no sabe nada. Usted se ha criado en esta casa, y conoce a mis primas desde que nació. Rita... Rita<br />

es mayor que usted, ¿no es verdad?<br />

- Sí, señor - respondió Julián, no teniendo por cargo de conciencia revelar la edad -. La señorita<br />

Rita cumplirá ahora veintisiete o veintiocho años... Después viene la señorita Manolita y la<br />

señorita Marcelina, que son seguidas..., veintitrés y veintidós... porque en medio murieron dos<br />

niños varones..., y luego la señorita Carmen, veinte... Cuando nació el señorito Gabriel, que<br />

andará en los diecisiete o poco más, ya no se pensaba que la señora volviese a tener sucesión,<br />

porque andaba delicada, y le probó tan mal el parto, que falleció a los pocos meses.<br />

- Pues usted debe conocer perfectamente a Rita. Cante usted, ea.<br />

- Señorito, a la verdad... Yo me crié en esta casa, es cierto; pero sin manualizarme con los<br />

señores, porque mi clase era otra muy distinta... Y mi madre, que era muy piadosa, no me<br />

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