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bert H - Publicaciones Periódicas del Uruguay

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50<br />

ELIANE ZAGURY<br />

GRACILlANO RAMOS: UN CLASICO<br />

51<br />

es, así, fundamental en la vivencia dramática <strong>del</strong><br />

personaje hecho autor y el autor hecho personaje.<br />

Esta situación se da por primera vez en la literatura<br />

brasileña con tal intensidad, superando el artificio<br />

literario tradicional de la narrativa en primera<br />

persona. Es un impacto para la crítica contemporánea,<br />

que en la persona de Jayme de Barros argumenta:<br />

-Por desgracia, en S. Bernardo hubo un<br />

error técnico: Paulo Honório, con su espíritu mezquino,<br />

de limitado horizonte, su mentalidad poco<br />

cultivada, no convence a nadie de que sería capaz<br />

de escribir este libro, que es una de las mejores<br />

novelas aparecidas aquí en los últimos tiempos. Se<br />

ve enseguida que quien lo escribió fue el mismo<br />

Sr. Graciliano Ramos, y que él no es Paulo Honório»<br />

(4). Oponemos aquí las palabras <strong>del</strong> propio<br />

novelista al criticar un trabajo ajeno: -Ciertamente<br />

hubo paciencia y demora en la composición.<br />

Describiendo un alma simple, vulgar, que se revela<br />

en sus cartas, el autor corre el riesgo de volverse<br />

vulgar también. Para escapar a esto se recurre a<br />

la técnica. Se advierten los pantanos disfrazados<br />

que es preciso evitar y las espinas insidiosas que<br />

nos hieren los dedos. Conoce perfectamente a su<br />

personaje, pero no se confunde con él en ningún<br />

momento. Doña laiá es una criolla honesta de una<br />

honestidad rigurosa y de piedra. El Sr. José Carlos<br />

Borges comprende su moral y su dureza. Y las<br />

fija en cartas que doña laiá haría sí supiese escribir.<br />

Si él nos mostrase las cartas de esa criatura,<br />

con su ortografía y su puntuación, la historia<br />

sería horrorosa. La redacción no es la de la vieja<br />

pero nos parece que lo es. La correspondencia,<br />

tiene por tanto verosimilitud, una verosimilitud obtenida<br />

a costa de repeticiones oportunas y de un<br />

vocabulario reducido, presumiblemente el que adoptan<br />

las mujeres de escasos recursos intelectuales<br />

y mucha devoción» (5). Me parece que con las debidas<br />

adaptaciones, lo dicho justifica S. Bernardo y<br />

traza con claridad la posición de la conciencia estilística<br />

<strong>del</strong> autor ante la ficción. Como Paulo<br />

Honório, el lenguaje de S. Bernardo es seco, directo<br />

y brutal (6). Lo que se consigue a través de<br />

un estilo casi telegráfico, de períodos cortos, cortados,<br />

incisivos. Y por la coordenación (casi siempre<br />

asindética) de las oraciones, un raciocinio más<br />

primitivo, que todavía no jerarquiza las acciones<br />

en relaciones de causa y efecto, mas apenas percibe<br />

un paralelismo o una concomitancia. Tomemos<br />

un ejemplo: -Continuaba observándolo, pero la observación<br />

era instintiva. Se despertó. Bostezando,<br />

mostrando los caninos amarillos y puntiagudos,<br />

Mendoya dio una palmada y pulverizó un mosquito.<br />

iMosquitos como balas! Había pasado una noche<br />

horrible» (7). Reducida a lo esencial, la frase estará<br />

basada en el substantivo o en el<br />

verbo; el ser<br />

en acclon. Todo lo demás surgirá con gran economía<br />

y siempre con mucha expresividad; la adjetivación<br />

estará basada menos en el deseo de caracterizar<br />

objetivamente el ser que en la función<br />

de expresar la posición afectiva de Paulo Honório<br />

en relación a él; de ahí que los medios expresivos<br />

sean variados, desde el adjetivo morfológicamente<br />

tal hasta el pronombre exclamativo. Por ejemplo:<br />

-Me levanté y me aproximé a la luz. Mis manos<br />

eran realmente enormes. Fui al espejo. Muy feo,<br />

el Dr. Magalhaes; pero yo, en aquella vida de mil<br />

diablos, peleando con los campesinos el día entero,<br />

al sol, estaba asustado. Quemado. iQué cejas! El<br />

pelo era grisáceo pero la barba emblanquecía.<br />

iSin afeitarme! iQué desprolijidad!» (pág. 161). Así<br />

como el adverbio, también intensivo, va con frecuencia<br />

a materializarse en una comparación de<br />

mucha expresividad: -Doña Gloria continuaba derecha<br />

como un palo de escoba» (pág. 194). «y el<br />

pequeño continuaba arrastrándose, cayendo, llorando,<br />

feo como los pecados» (pág. 156). -Había gastado<br />

los años trabajando como caballo de indio<br />

para criar aquella sobrina» (pág. 159). Etc.<br />

En Angústia, menos notoriamente que en S. Bernardo,<br />

el problema de la expresión también aparece<br />

como fundamental, aunque la narración en primera<br />

persona sea menos consciente de sí misma,<br />

ya que es un monólogo interior y no una creación<br />

literaria de Luis da Silva. Este protagonista, sin<br />

embargo, es periodista y escribe artículos en la<br />

prensa. De este modo, en la caracterización de su<br />

rival amoroso, dirá: -Julio Tavares no tenía ninguna<br />

de las cualidades que le atribuían. Era un sujeto<br />

gordo, colorado, risueño, patriota, hablador y<br />

escribidor [ ... ] Lenguaje intrincado, muchos adjetivos,<br />

ningún pensamiento» (8). Y dirá respecto a<br />

sí mismo: -Delante de él me sentía estúpido. Sonreía,<br />

restregaba mis manos con esa cobardía que<br />

la vida áspera me dio y no encontraba una palabra<br />

que decir. Mi lenguaje es bajo, acanallado. A veces<br />

farfullo palabras obscenas. No las adopto al escribir<br />

por falta de hábito y porque los periódicos<br />

no las publicarían, pero es mi manera natural de<br />

hablar cuando no estoy en presencia de los jefes»<br />

(pág. 43). Ahí, en la diferencia entre lo que<br />

(4) Jayme de Barros: .Chronica Literaria», en Estado de<br />

Minas, 17 de marzo de 1935.<br />

(5) Graciliano Ramos: «Justiticación <strong>del</strong> voto», en Unhas<br />

Tortas, Martins, S. Paulo, 1962, págs 153-154. El articulo<br />

no está fechado pero será tal vez de 1937 pues está inserto<br />

en una serie de trabajos de esta fecha.<br />

(6) .Este gran libro es corto, directo y brutal-, observa<br />

António Candido en «Ficc;:ao e Confissao-, en Caetés, 6a.<br />

edición. Martins, S. Paulo, 1961, pág. 20.<br />

(7) Graciliano Ramos: S. Bernardo, 7a. edición, Martins,<br />

S. Paulo, 1961, pág. 35.<br />

(8) Graciliano Ramos: Angústia, 8a. edición, Martins, S.<br />

Paulo, 1961, pág. 38.<br />

piensa o siente y lo que expresa y crea, es donde<br />

está el núcleo de la neurosis de Luis da Silva:<br />

su improductividad, su insatisfacción, su condicionamiento<br />

exterior. Aunque sea imposible pensar en<br />

una escritura automática tratándose de Graciliano<br />

Ramos, la tensión <strong>del</strong> lenguaje despojado que había<br />

en S. Bernardo se diluye. El monólogo interior<br />

lleva evidentemente a una prosa más flexible, que<br />

supone interrupciones, suspensiones, vuelta insistente<br />

de motivos (la cobra <strong>del</strong> viejo Trajano, la<br />

gordura de Juliao Tavares, etc.), paráfrasis en busca<br />

de la exteriorización psíquica más exacta de<br />

lo que todavía se está elaborando y no una expresión<br />

sintética. Por ejemplo: -La voz precipitada de<br />

Marina era ininteligible; la de Juliao Tavares se<br />

percibía nítidamente y me causaba asco: me hacía<br />

pensar en gordura, en blancura, en blandura, en<br />

cualquier cosa semejante al tocino crudo. Cuello<br />

enorme, sin huesos, todo grasa. Cuando el hombre<br />

andaba por la calle, mirando hacia arriba, risueño,<br />

con pasitos cortos, la papada temblaba. Aquello<br />

era bamboleante, fláccido, debía tener la consistencia<br />

de un buñuelo. De repente, doña Adélia<br />

comenzaba a hablar. Las mismas quejas de siempre,<br />

lamentaciones tranquilas. Nunca vi a nadie<br />

lamentarse así. Palabras arrastradas, monótonas,<br />

un pequeño silbido al final de cada pausa. Aquel<br />

sosiego me irritaba casi tanto como los derrames<br />

de Juliao Tavares» (págs. 85-86). Como se ve, Luis<br />

da Silva está siempre preocupado con el lenguaje<br />

de los personajes, la contracara de la angustiosa<br />

introversión en que está preso.<br />

En Vidas Sécas, el problema de la expresión<br />

también va a determinar la estructura formal. En un<br />

excelente artículo, Rui Mourao condiciona los capítulos<br />

cerrados, pertenecientes separadamente a<br />

cada personaje con el aspecto de soledad e imposibilidad<br />

de intercomunicación en que se encuentra<br />

cada uno de ellos, en su primariedad expresiva<br />

(9). Lo que resulta también de la narración<br />

en tercera persona: toda la configuración expresiva<br />

tiene que llegar desde afuera, descriptivamente,<br />

en una interpretación dramática en que el límite autor-personaje<br />

está bien marcado, a pesar de la<br />

presencia de la técnica <strong>del</strong> estilo indirecto libre.<br />

En S. Bernardo esta técnica aparece cuando el autor-Paulo<br />

Honório y el personaje-Paulo Honório se<br />

superponen, en una dramática temporal: -No obstante<br />

haber muerto, me parece bien que él vaya a<br />

trabajar. iVago!» (pág. 115). En Angústia el estilo<br />

indirecto libre propuesto por la dramatización temporal<br />

pasa casi inadvertido, ya que condice más<br />

(9) Rui Mourao: «Vidas Sécas de Graciliano Ramos», en<br />

Revista de Cultura Brasileña, tomo IV, núm.13, junio de<br />

1965, Embajada <strong>del</strong> Brasil en Madrid.<br />

naturalmente con la fantasía <strong>del</strong> monólogo interior,<br />

disfrazándose en recreaciones narrativas o digresiones<br />

afectivas superpuestas al contenido anímico actual.<br />

Establecida así la premisa de que el problema<br />

expresivo <strong>del</strong> personaje es lo que va a crear la<br />

estructura formal de la novela de Graciliano Ramos<br />

(así como la tipificación social es la que crea<br />

la configuración <strong>del</strong> personaje, como observó Car­<br />

Ias Nelson Coutinho en el artículo antes· mencionado),<br />

podremos llegar a un concepto <strong>del</strong> clasicismo<br />

estilístico en el autor, teniendo en cuenta<br />

principalmente esa misma diversidad de estructura<br />

y lenguaje de las tres novelas.<br />

Realismo<br />

El concepto de realismo en literatura es bastante<br />

complejo. Puede ser verosimilitud. Lo que quiere<br />

decir: una realidad interna tan coherentéquése<br />

nos presenta verosímil, esto es, posiblédé ser<br />

penetrada y admitir la participación afectiva e .intelectual<br />

<strong>del</strong> lector en su trama. De ese modo llegaríamos<br />

fatalmente a afirmar que no habría< arte<br />

sin realismo. Lo que no deja de ser verdad, pues<br />

el concepto de verosimilitud es cambiante dentro<br />

de la historia: nada más verosímil para el hombre<br />

de la Edad Media que las aventuras maravillosas<br />

de los caballeros bretones o los milagros de la<br />

Virgen María, así como nada más verosímil hoy<br />

que un viaje espacial. Sin embargo no todos los<br />

hombres evolucionan al mismo tiempo, por condiciones<br />

socio-económicas, intelectuales, etc. Así, la<br />

cultura se superpone en capas, creando varias<br />

-verosimilitudes» relativas. Lo mismo se da con las<br />

culturas que se superponen. Entonces la antigua<br />

-verosimilitud» pasa a ser fantasía-símbolo,. que<br />

como artificio técnico de la literatura crea a través<br />

de una suprarrealidad la -verosimilitud» actual. Es<br />

el caso, por ejemplo, de la presencia de los mitos<br />

griegos en la literatura moderna, o de la presencia<br />

de la metamorfosis (el poder mágico de la brujería)<br />

en la literatura <strong>del</strong> absurdo. Un proceso semejante<br />

es el de la utilización de la "verosimilitud» de la<br />

literatura popular oral como suprarrealidadsimbó­<br />

Iica de la "verosimilitud» de una obra de literatura<br />

culta; caso típico el de la figura de Iemanjáen la<br />

novela Mar Morto, de Jorge Amado. Es ese; por<br />

tanto, el concepto de realismo inherenteala pro~<br />

pia verdad de la ficción. ¿Cuál sería,. empero,· el<br />

concepto de ese otro realismo que, síenc.Jounacorriente<br />

y un temperamento literario, se· generaliza<br />

como escuela en la segunda mitad· <strong>del</strong>siglopasado?<br />

Sería una «verosimilitud» creada con Iamateria<br />

de lo cotidiano, de la realidad sensibleeiJn-

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