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LO SOCIAL EN LA VIDA Y EN EL PENSAMIENTO<br />

progresivo, en una cima o, a la inversa, descendiendo de los constructos más<br />

embarullados y complejos, llegar a los contactos entre personas individuales<br />

particulares? ¿Por dónde empezar entonces?<br />

He escogido el camino que me parece relativamente más seguro, esto es: el<br />

que me desvíe lo menos posible hacia especulaciones y afirmaciones indemostrables<br />

por ser el que más de inmediato se puede comprobar en experiencias<br />

efectivas; el que lleva de lo concreto a lo abstracto; el camino que va desde el<br />

individuo de carne y hueso —desde el «yo» perceptivo y sentiente, que experimenta<br />

sufrimientos y alegrías— hasta los constructos sociales meramente<br />

representados, asentados en el mundo de las ideas; en definitiva, hasta el estado,<br />

el pueblo, la iglesia, el círculo cultural, la humanidad.<br />

Cierto: la afirmación de que el «yo» sea lo concreto y un a modo de quantum<br />

que surge listo y clausurado en el círculo de lo social precisa de una interpretación<br />

restrictiva. Por de pronto, recuérdese la mencionada maraña de relaciones<br />

recíprocas que hace que el «yo» esté expuesto permanentemente al influjo<br />

de las fuerzas sociales y que, por lo tanto, jamás se halle como un ser ya<br />

«listo» en el comercio entrehumano.<br />

3. El «Yo»<br />

Tras estas observaciones delimitadoras querría atreverme a escoger como<br />

punto de partida en mi ocupación con «lo social» el «yo»: esto es, y por lo<br />

pronto, cada persona en particular 3 ; lo que suele denominarse con el aborrecible<br />

término de individuo. Digo aborrecible porque suscita la representación de<br />

una especie de mecanismo que se anuncia a sí mismo como totalidad y nos<br />

aleja de la imagen de un ser vivo y sensorial. Ni tampoco puede decirse que la<br />

impartibilidad (valga la expresión) sea una característica del ego; si bajo cierto<br />

punto de vista se nos puede aparecer como una totalidad circunscrita por la<br />

piel del cuerpo, bajo otro punto de vista se nos desgarra más bien su naturaleza<br />

en múltiples partes; el individuo se nos convierte en dividuo (Dividuum).<br />

Por eso hace ya tiempo que propuse reemplazar un nombre tan áspero y<br />

falso como ése por el de «singular» (Singulare), justo porque para el sociólogo<br />

el problema fundamental estriba en su contraposición al plural de la mayoría<br />

humana.<br />

3<br />

Nota del traductor: El término Einzelne —que entre el amplio elenco terminológico empleado<br />

por Wiese es el más abstracto e incluyente— pensamos que ha de verterse al castellano<br />

con la locución de «individuo-particular»; o, mejor aún, con la de «particular-individuo», resaltando<br />

así más las nociones de «partícula» y de «indiviso», a la vez que se nos sugiere esa significación<br />

coloquial castellana que se le confiere al término cuando se emplea para tratar de caracterizar<br />

a una persona como «personaje», en tanto que «individuo-peculiar» o «individuo-singular».<br />

En las líneas que siguen, así como en el resto del ensayo, se verá cómo todo este entramado<br />

semántico se encuentra, además, detrás de las categorizaciones teóricas wiesianas, lo que nos<br />

obliga, por lo demás, a seleccionar en cada caso muy cuidadosamente cada vocablo de nuestro<br />

idioma entre sus sinónimos u homónimos.<br />

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