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Desde Le Havre hacia Valparaíso - Revista de Marina

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DESDE LE HAVRE HACIA VALPARAISO<br />

Diario <strong>de</strong> viaje escrito a bordo <strong>de</strong> La Cubana.<br />

Juan Fe<strong>de</strong>rico Flühmann Berchthold<br />

Introducción.<br />

El autor, Juan Fe<strong>de</strong>rico Flühman Berchthold, inmigrante suizo,<br />

activo ciudadano <strong>de</strong> <strong>Valparaíso</strong> y fundador <strong>de</strong> una familia señera en<br />

la región, nació el 23 <strong>de</strong> mayo <strong>de</strong> 1837, en Nidau, Suiza, y falleció<br />

en <strong>Valparaíso</strong> el 8 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 1915. Casado con Nanette Gygax<br />

tuvieron tres hijas: Emma, Ana Marta Carmen y Clara Angela Otilia,<br />

la menor, y que fue la madre <strong>de</strong>l Dr. Ernesto Mundt Flühmann, quien<br />

nos ha hecho entrega <strong>de</strong> presente diario <strong>de</strong> viaje, notable <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />

punto <strong>de</strong> vista <strong>de</strong> la agu<strong>de</strong>za e ilustración <strong>de</strong>l autor, particularmente<br />

si se consi<strong>de</strong>ra que era un joven <strong>de</strong> sólo 21 años <strong>de</strong> edad.<br />

La partida se había fijado para el 20 <strong>de</strong> diciembre <strong>de</strong> 1858 pero fue<br />

postergada <strong>de</strong> un día para otro, en parte por las condiciones<br />

<strong>de</strong>sfavorables <strong>de</strong>l tiempo, en parte por baja marea.<br />

Los festivos <strong>de</strong> Navidad y Año Nuevo pasaron, aunque no<br />

inadvertidos pero sin causar regocijos ni sorpresas, como hacía<br />

muchos años no ocurría.<br />

En la mañana <strong>de</strong>l 2 <strong>de</strong> enero, por fin se puso La Cubana en<br />

movimiento, primero con dificultad tirada por sogas a lo largo <strong>de</strong> los<br />

muelles, <strong>de</strong>spués por un vaporcito a la bahía abierta y dirigida por<br />

un práctico por espacio <strong>de</strong> varias millas.<br />

Los marineros fueron <strong>de</strong>splegando las velas al ritmo <strong>de</strong> una<br />

canción española, evi<strong>de</strong>ntemente útil para ayudar al esfuerzo pero no<br />

por eso menos ensor<strong>de</strong>cedora.<br />

El sol fue saliendo por el claro horizonte e iluminó la ciudad<br />

con todas las localida<strong>de</strong>s y casas <strong>de</strong> campo que la ro<strong>de</strong>an, al puerto<br />

con su bosque <strong>de</strong> incontables mástiles y ban<strong>de</strong>ras, los dos faros que<br />

miran a las olas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un promontorio al norte <strong>de</strong> la ciudad y,<br />

finalmente, las costas <strong>de</strong> la Bretaña que se extien<strong>de</strong>n <strong>hacia</strong> el norte<br />

bajo una bruma azulada.<br />

Sólo con dificultad podía <strong>de</strong>sviar las miradas <strong>de</strong> la costa que


iba perdiendo, y me parecía como si esta mañana una fuerza invisible<br />

<strong>de</strong> golpe me separara <strong>de</strong> los años <strong>de</strong> una juventud vivida hasta este<br />

momento sin preocupaciones y, quizás, <strong>de</strong>masiado frívola, y un nuevo<br />

período <strong>de</strong> la vida estuviese comenzando, y sentí una opresión ante<br />

un futuro incierto. No sé si tiene esa misma sensación <strong>de</strong> temor todo<br />

aquel que <strong>de</strong>ja su patria, sus padres y amigos por largo tiempo o<br />

quizás, para siempre, pero no la podía reprimir a pesar <strong>de</strong>l gran<br />

<strong>de</strong>seo <strong>de</strong> buscar mi progreso en la lejanía. Me obligué a parecer<br />

alegre y lozano a causa <strong>de</strong>l ambiente en que me encontraba pero esa<br />

alegría fingida se me hizo muy amarga.<br />

Los barcos anclados en la bahía, los vapores que habían zarpado<br />

esta mañana sin preocuparse <strong>de</strong>l viento y <strong>de</strong> las olas, buscando la<br />

distancia más rápido que nosotros y la multitud <strong>de</strong> pequeñas<br />

embarcaciones <strong>de</strong> todo tipo proporcionaban <strong>hacia</strong> la mar abierta un<br />

cuadro bien atractivo. La naturaleza se había <strong>de</strong>spojado <strong>de</strong>l tiempo<br />

lluvioso y nublado <strong>de</strong> los últimos días <strong>de</strong>l año pasado y parecía<br />

quererse alegrar y animar para una <strong>de</strong>spedida afectuosa <strong>de</strong>l viejo<br />

mundo.<br />

Hacia la tar<strong>de</strong> nos habíamos alejado apenas 4 horas marinas <strong>de</strong><br />

la ribera,<br />

1<br />

el viento susurraba por las velas fláccidas y el barco<br />

avanzaba sólo penosamente; la costa seguía visible como una franja<br />

oscura. Al anochecer se levantó una tenue neblina en re<strong>de</strong>dor. El sol,<br />

refulgiendo como un disco rojo a través <strong>de</strong> la bruma, se hundió<br />

lentamente en la mar, y casi sin crepúsculo llegó la noche.<br />

3 <strong>de</strong> enero. Durante todo el día la mar estuvo tranquila, el sol<br />

calentaba; tuvimos el agrado <strong>de</strong> ver una vez más las costas <strong>de</strong> Francia<br />

en lontananza. Esta tar<strong>de</strong> se oyó <strong>de</strong> pronto a una buena distancia<br />

<strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l barco un claro rumor y un chapoteo; a ratos vimos aparecer<br />

en la superficie <strong>de</strong>l agua los dorsos color olivo y las anchas aletas<br />

<strong>de</strong> varios peces gran<strong>de</strong>s que se movían con viveza durante un momento<br />

y <strong>de</strong>saparecían para luego ofrecernos semejante aparición en otro<br />

punto. Los españoles <strong>de</strong>nominaban a estos animales ballenatos, una<br />

especie emparentada con la ballena pero que no alcanzaría más que 25<br />

pies <strong>de</strong> largo. Estábamos a pocas millas <strong>de</strong>l cabo La Hague al norte<br />

2


3<br />

<strong>de</strong> Cherburgo, cuando al barco lo cogió una corriente que lo impulsó<br />

a través <strong>de</strong>l canal en dirección a la isla Wight <strong>de</strong>bido a que ningún<br />

viento inflara las velas y luego, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la medianoche, divisamos<br />

las luces <strong>de</strong>l faro <strong>de</strong> Santa Catalina en la punta al sur <strong>de</strong> la isla.<br />

Los marineros tuvieron que trabajar toda la noche para mantener el<br />

barco alejado <strong>de</strong> la costa.<br />

4 <strong>de</strong> enero. Con el novilunio se levantó hoy un viento fresco <strong>de</strong>l<br />

noreste y así nos dirigimos con bastante rapi<strong>de</strong>z <strong>hacia</strong> el océano<br />

Atlántico a lo largo <strong>de</strong> la costa inglesa. Estaba en el camarote<br />

preocupado <strong>de</strong> escribir cuando se hizo presente en cubierta un<br />

movimiento inusual y se oyó el grito <strong>de</strong> ¡Un hombre al mar! Espantado<br />

me levanté <strong>de</strong> súbito, subí <strong>de</strong> prisa a la toldilla y vi como el<br />

capitán le lanzaba los salvavidas <strong>de</strong> corcho al marinero que se<br />

<strong>de</strong>fendía <strong>de</strong>sesperadamente <strong>de</strong> las olas. Las medidas necesarias se<br />

tomaron con rapi<strong>de</strong>z; las velas se recogieron en parte y en parte<br />

fueron viradas para frenar el curso <strong>de</strong>l barco; bajaron un bote ¡pero<br />

por <strong>de</strong>sgracia en vano! El infeliz, que no sabía nadar e impedido por<br />

las vestimentas, había perdido, al parecer, la conciencia; las olas<br />

le acercaron los salvavidas sin que lo notara, y en poco tiempo hubo<br />

una gran distancia entre él y nosotros. Durante algunos minutos vimos<br />

asomar su cabeza sobre el oleaje; repentinamente <strong>de</strong>sapareció, las<br />

olas se juntaron espumosas sobre su cabeza y el mar contaba con una<br />

víctima más. El capitán dijo ¡Gracia al hombre! Esa fue la oración<br />

fúnebre.<br />

Bien veía como sus compañeros miraban tristes <strong>hacia</strong> el lugar<br />

don<strong>de</strong> ese joven todavía lleno <strong>de</strong> vida hacía media hora había<br />

<strong>de</strong>saparecido, y más <strong>de</strong> alguno <strong>de</strong>be haber tenido en los labios una<br />

oración para ese que ahora <strong>de</strong>scansaba en la profundidad. ¿Acaso no<br />

fue este acontecimiento una advertencia <strong>de</strong> que la salud y la plenitud<br />

<strong>de</strong> la vida no protegen contra repentina muerte y que dada uno <strong>de</strong><br />

nosotros pudo haber sido arrastrado por la misma en una forma<br />

igualmente brusca y conmovedora? Este triste suceso constituyó, por<br />

supuesto, el tema <strong>de</strong> conversación <strong>de</strong>l día; se discutía y se lo<br />

trataba <strong>de</strong> explicar <strong>de</strong> cada manera posible. Se daban ejemplos <strong>de</strong>


4<br />

casos semejantes, cada uno más horroroso que el otro, como siempre<br />

ocurre entre la gente en semejantes ocasiones, pero todo ese hablar<br />

y discutir <strong>de</strong> poco servía; al muerto ya no lo podían hacer retornar.<br />

Esta noche vimos las últimas configuraciones <strong>de</strong> Europa, a saber, los<br />

faros <strong>de</strong> Start Point y Berry Head; el primero, mostrando cada minuto<br />

un disco luminoso durante 3 ó 4 segundos, y el segundo, una luz roja<br />

persistente que atravesaba la oscuridad <strong>de</strong> la noche.<br />

5 <strong>de</strong> enero. ¡Al fin se logró! Salimos <strong>de</strong>l Canal, nos dirigimos <strong>hacia</strong><br />

el sur y el barco, inclinado <strong>hacia</strong> un lado por el viento, corta las<br />

olas que rumorosas golpean contra su costado.<br />

Ya va siendo hora <strong>de</strong> <strong>de</strong>slizar algunas palabras sobre el barco<br />

y mis compañeros <strong>de</strong> ruta, dado que el ambiente constituye el<br />

principal factor para un viaje agradable.<br />

La Cubana es un hermoso barco con tres mástiles,<br />

<strong>de</strong> 900 toneladas, que navega con ban<strong>de</strong>ra chilena. La nave tiene<br />

aproximadamente 65 pasos <strong>de</strong> largo, un calado <strong>de</strong> 17 pies y 18 pies<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la línea <strong>de</strong> flotación hasta la altura <strong>de</strong> la balaustrada. La<br />

balaustrada, o sea, la pared <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra que ro<strong>de</strong>a la cubierta y <strong>de</strong> la<br />

cual se afirman las jarcias, tiene una altura <strong>de</strong> 5 pies. En la parte<br />

<strong>de</strong>lantera están los camarotes para los 22 marineros, todos españoles<br />

o chilenos, <strong>de</strong> tez morena, cabello negro, en su mayoría rechonchos<br />

y <strong>de</strong> contextura fornida.<br />

Más o menos en el centro<br />

<strong>de</strong> la cubierta está la cocina; luego la porqueriza con media docena<br />

<strong>de</strong> estos pasajeros gruñones que suelen hacerle visita al comedor,<br />

abusando <strong>de</strong>l ocasional permiso para gozar <strong>de</strong> libertad en la cubierta.<br />

Barriles, cajones, jarcias, anclas, vergas, tres botes salvavidas,<br />

un viejo cañón, forman en cubierta un verda<strong>de</strong>ro laberinto. Tres<br />

ovejas que brincan todo el tiempo en libertad y un perro oriundo <strong>de</strong><br />

Tierra <strong>de</strong>l Fuego completan nuestro Jardín Botánico en lo que a<br />

cuadrúpedos se refiere. En la parte posterior <strong>de</strong>l barco se levanta<br />

la cámara, que no alcanza a ocupar un tercio <strong>de</strong> todo el largo <strong>de</strong>l<br />

barco. En el centro se encuentra la sala <strong>de</strong> estar, comedor y sala <strong>de</strong><br />

reunión, todo en uno. Una mesa, dos bancos tapizados, igualmente un<br />

sofá, dos sillones cojos y un espejo turbio constituyen todo el lujo


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que se gastan aquí en lo que a estos objetos se refiere. A esta pieza<br />

dan las piecesitas <strong>de</strong>l capitán y los camarotes para los oficiales<br />

subalternos, los pasajeros, el cocinero y el mayordomo.<br />

Cada uno <strong>de</strong> estos camarotes tiene 6 pies <strong>de</strong> largo, 4,5 pies <strong>de</strong><br />

ancho y está provisto <strong>de</strong> dos camas colocadas una sobre la otra.<br />

Feliz es aquel que pue<strong>de</strong> ocupar el lecho superior, don<strong>de</strong> una<br />

pequeña ventilación le permite gozar <strong>de</strong> aire fresco durante la noche,<br />

puesto que estas ventanitas no dan directamente al agua; la<br />

balaustrada forma un angosto pasillo en torno a la cámara y una<br />

<strong>de</strong>fensa contra eventuales irrupciones <strong>de</strong>l oleaje. Pero aquel que<br />

ocupa el lugar <strong>de</strong> abajo <strong>de</strong>be respirar como en un cajón cerrado el<br />

aire pesado y mal oliente, salvo que prefiera dormir en cubierta al<br />

aire libre. Por lo <strong>de</strong>más no están los camarotes mal equipados;<br />

pintados <strong>de</strong> blanco, limpios y luminosos. Se duerme sobre los<br />

colchones <strong>de</strong> crin vegetal tan bien como lo permite el constante<br />

balanceo y bailoteo <strong>de</strong>l barco. El techo <strong>de</strong> la cámara es la toldilla<br />

mencionada más arriba, un poco más elevada que la balaustrada y<br />

ro<strong>de</strong>ada <strong>de</strong> una baranda <strong>de</strong> fierro. <strong>Des<strong>de</strong></strong> ahí baja una escalera a la<br />

cubierta propiamente tal. Dos jaulas para gallinas forman los<br />

asientos <strong>de</strong> la toldilla, provistas <strong>de</strong> unos 20 plumíferos más viejos<br />

que la sarna pero a los que el cocinero se atreve a dar nada menos<br />

que el pomposo nombre <strong>de</strong> pollos. ¡Ahora, <strong>de</strong> las gallinas a los<br />

marineros! El capitán C.F.F. Mandaluniz, español <strong>de</strong> Bilbao, nacido<br />

en Vizcaya, hombre <strong>de</strong> unos 40 años, es una persona <strong>de</strong>l todo amable,<br />

alegre y lozana, <strong>de</strong> agradable compañía. En los 25 años que ha pasado<br />

en el mar ha tenido ocasión <strong>de</strong> visitar casi todos los países costeros<br />

<strong>de</strong>l mundo y sabe relatar en formar amena sobre sus múltiples viajes.<br />

Oficiales a bordo son el hermano <strong>de</strong>l capitán, un poco más joven<br />

que éste pero bastante sordo, como consecuencia <strong>de</strong> una enfermedad.<br />

A cada palabra que uno le grita a los oídos comienza, constantemente,<br />

con un escueto ¡Ah, caramba! y sus singulares respuestas, muchas<br />

veces equivocadas, causan una general carcajada durante la comida,<br />

que él no parece tomar a mal en lo más mínimo.<br />

El primer contramaestre es <strong>de</strong> edad, alto y enjuto,


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como uno ve pintado en los cuadros a Don Quijote; el segundo, joven,<br />

bajo y gordo, ambos también españoles y gente bien correcta.<br />

Pasajeros <strong>de</strong> primera y compañeros <strong>de</strong> mesa <strong>de</strong>l<br />

capitán junto con los oficiales, son dos jóvenes españoles <strong>de</strong> 15 años<br />

que van a <strong>Valparaíso</strong> para apren<strong>de</strong>r el comercio. Su principal<br />

entretención consistente en fabricar cigarrillos y en quemar lo<br />

fabricado. En el trato no tienen nada <strong>de</strong> malo salvo una manía, que<br />

llega a dar náuseas, <strong>de</strong> alabar todo lo que viene <strong>de</strong> España. Creo que<br />

no se avergüenzan <strong>de</strong> sus piojos sólo porque son producto exportado<br />

<strong>de</strong> su patria.<br />

A<strong>de</strong>más tenemos a una francesa, soltera, modista, que va a<br />

<strong>Valparaíso</strong> con un bagaje <strong>de</strong> 32 años y algunos dientes postizos, en<br />

busca <strong>de</strong> su suerte por allá. De seguro que va a encontrar su lugar<br />

ocupado. Con mi personal insignificancia somos ocho en la mesa. Un<br />

francés algo mayor que yo, viajando <strong>de</strong> segunda clase, ocupa la cama<br />

inferior en mi camarote, comparte la comida con el cocinero y el<br />

camarero, o mayordomo como lo <strong>de</strong>nominan los españoles.<br />

8 <strong>de</strong> enero. El viento fresco <strong>de</strong>l norte nos lleva contentos; en 24<br />

horas recorremos un promedio <strong>de</strong> 50 ó 60 horas marinas. Todos los días<br />

vemos velas en el horizonte que vienen y <strong>de</strong>saparecen según sea que<br />

ellas nos aventajen o que el viento nos sea más favorable a nosotros.<br />

Las noches son oscuras y frías. En la ancha estela que el barco <strong>de</strong>ja<br />

tras <strong>de</strong> sí se ve brillar y centellear el agua salada como por miles<br />

<strong>de</strong> luciérnagas.<br />

12 <strong>de</strong> enero. Hoy estamos pasando a unas 30 horas por el oeste <strong>de</strong><br />

Ma<strong>de</strong>ira; la atmósfera está agradable y mucho más templada; a veces,<br />

como ocurre en las zonas calurosas, se <strong>de</strong>scarga una nube <strong>de</strong>jando caer<br />

una fuerte lluvia, mientras en toda la redonda ríe el más hermoso<br />

cielo azul. Los peces que vemos con mayor frecuencia son los <strong>de</strong>lfines<br />

o marsoplas <strong>de</strong> 4 a 5 pies <strong>de</strong> largo y, generalmente, en grupos<br />

numerosos. Saltan uno tras otro, dos o tres pies sobre el nivel <strong>de</strong>l<br />

agua <strong>de</strong> una ola a la siguiente, formando una verda<strong>de</strong>ra fila india.<br />

En esa forma persiguen al barco por largos trechos hasta que éste los<br />

sobrepasa en su carrera y nosotros los per<strong>de</strong>mos <strong>de</strong> vista.


7<br />

14 <strong>de</strong> enero. <strong>Des<strong>de</strong></strong> hace tres días estamos viendo constantemente un<br />

barco a sólo algunas horas <strong>de</strong> distancia, a la misma altura nuestra<br />

y siguiendo la misma dirección. Hoy al medio día se acercó<br />

aproximadamente a 3/4 <strong>de</strong> hora, izó como saludo la ban<strong>de</strong>ra inglesa:<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> eso nosotros <strong>de</strong>splegamos la <strong>de</strong> Chile. Luego <strong>de</strong>spués hizo<br />

el inglés aparecer algunas ban<strong>de</strong>ras pequeñas <strong>de</strong> diferentes formas y<br />

colores; cada una representaba una cifra y el número resultante <strong>de</strong><br />

su composición fue consultado por el capitán en un libro grueso, y<br />

con un surtido <strong>de</strong> signos parecidos enviamos la respuesta. Las<br />

preguntas y respuestas se sucedían con bastante rapi<strong>de</strong>z pese a que<br />

los colores <strong>de</strong> las ban<strong>de</strong>ras sólo eran reconocibles con ayuda <strong>de</strong>l<br />

catalejo. El barco era el clíper inglés Inglis, que venía <strong>de</strong><br />

Liverpool e iba, igualmente, a <strong>Valparaíso</strong>. Mutuamente nos <strong>de</strong>seamos<br />

un feliz viaje, nuevamente saludamos, lo que se hace izando la<br />

ban<strong>de</strong>ra gran<strong>de</strong> <strong>de</strong>l barco y nos separamos. Hacia la tar<strong>de</strong> ganamos una<br />

pequeña ventaja y <strong>de</strong>jamos el Inglis atrás.<br />

El libro <strong>de</strong>l cual se servía el capitán para esta telegrafía es<br />

bastante voluminoso. Contiene los nombres <strong>de</strong> todos los barcos<br />

conocidos y las preguntas y respuestas <strong>de</strong> toda clase posibles. Está<br />

traducido a todos los idiomas <strong>de</strong> los pueblos marítimos; en esta forma<br />

pue<strong>de</strong>n comunicarse un inglés y un español mientras que apenas se<br />

podrían enten<strong>de</strong>r verbalmente en el supuesto caso que cada uno sólo<br />

conociese su lengua natal.<br />

El inventor <strong>de</strong> este método para enten<strong>de</strong>rse en el mar <strong>de</strong> un barco<br />

al otro, es el capitán Marrgat, el famoso novelista inglés.<br />

Ya estoy bastante acostumbrado en el barco y a su reglamento.<br />

En la mañana al <strong>de</strong>spuntar el día me <strong>de</strong>spierta, regularmente,<br />

el ruido <strong>de</strong> los marineros que barren y lavan la cubierta y sus<br />

pare<strong>de</strong>s. A las 7 sirven café, té, leche concentrada,<br />

mantequilla salada con pan fresco (lo amasan todas las mañanas).<br />

A las 11 el <strong>de</strong>sayuno se compone <strong>de</strong> tres guisos, vino a<br />

discreción; <strong>de</strong> postre, queso holandés, fruta seca, té, café.<br />

En la tar<strong>de</strong> a las 5, <strong>de</strong> almuerzo, una sopa sabrosa, tres o<br />

cuatro guisos y también vino y postre. Los días domingo se agrega


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champaña y bizcochos.<br />

Las provisiones constan <strong>de</strong> papas, lentejas, arvejas, porotos,<br />

arroz, fruta seca y verduras. Conservas <strong>de</strong> carne <strong>de</strong> vacuno, carne <strong>de</strong><br />

ternera, carne <strong>de</strong> venado, todas ya preparadas en latas bien cerradas<br />

que sólo hay que calentar. Sardinas y otros pescados escabechados,<br />

bacalao seco, jamón y lengua ahumada hay en abundancia. Igualmente<br />

hay varias clases <strong>de</strong> vinos, licores finos, cerveza y leche. Esta<br />

última es una substancia parecida a la mantequilla que viene en latas<br />

cerradas y que se diluye con suficiente cantidad <strong>de</strong> agua caliente,<br />

con lo cual recupera su color blanco. Pero su sabor no es más que el<br />

<strong>de</strong> una bebida dulzarrona.<br />

Los marineros reciben por la mañana café sin leche con<br />

bizcochos. Al medio día, carne salada <strong>de</strong> cerdo o vacuno con papas.<br />

En la tar<strong>de</strong>, verduras y té. Los bizcochos se parecen, en el sabor,<br />

al pan ácimo <strong>de</strong> los judíos, y si no están <strong>de</strong>masiado añejos, y a falta<br />

<strong>de</strong> algo mejor, no son tan incomibles como me lo había imaginado.<br />

Vienen en forma <strong>de</strong> pequeños bollos redondos, bastante gruesos.<br />

El mareo se manifestó sólo en forma <strong>de</strong> dolores <strong>de</strong> cabeza y<br />

vértigo, sin vómitos. Siguiendo un consejo que me dieron, me obligué<br />

a hacerle el <strong>de</strong>bido honor a todas las comidas pero no puedo asegurar<br />

si le <strong>de</strong>bo agra<strong>de</strong>cer a esa precaución o a mi constitución que me<br />

libré en tres días con un malestar muy poco intenso. Durante el día<br />

encuentro bastante entretención con los pocos libros que traje<br />

conmigo. El inglés y el español los reparto en mi tiempo y, en<br />

compañía <strong>de</strong> algunas buenas obras alemanas, me ayudan a pasarlo con<br />

algo útil y sin aburrimiento. A<strong>de</strong>más me prestó el señor<br />

Mandaluniz la obra <strong>de</strong> Walter Scott traducida al español y, gracias<br />

a mi facilidad para memorizar, ya he aprendido muchos fragmentos <strong>de</strong><br />

este idioma. A<strong>de</strong>más he <strong>de</strong>scubierto dos ingleses entre los marineros,<br />

con los cuales procuro pulir mi pronunciación dura <strong>de</strong>l inglés.<br />

Después <strong>de</strong>l almuerzo nos quedamos frecuentemente sentados el capitán,<br />

la señorita y yo. El señor Mandaluniz sólo habla español, la doncella<br />

estuvo algunos años en Río <strong>de</strong> Janeiro por lo cual conoce el idioma<br />

portugués, emparentado con aquél; yo, por mi parte, produzco un


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menjunje con fragmentos <strong>de</strong> francés, italiano y español. Naturalmente<br />

que una conversación tal suena algo parecida a la jerigonza; pero lo<br />

esencial es que uno se entienda mutuamente, lo que ocurre<br />

habitualmente sin gran dificultad.<br />

18 <strong>de</strong> enero. Esta mañana pasamos aproximadamente 15 horas al oeste<br />

<strong>de</strong> la isla San Antonio cerca <strong>de</strong>l cabo Ver<strong>de</strong>. El viento nos impidió<br />

acercarnos un poco más; con eso per<strong>de</strong>mos toda esperanza <strong>de</strong> ver tierra<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>Le</strong> <strong>Havre</strong> hasta el cabo <strong>de</strong> Hornos, salvo que una evería nos<br />

obligue a tocar puerto en Río o Montevi<strong>de</strong>o, como suele ocurrir. Hoy<br />

vemos los primeros peces voladores que se elevan por largos trechos,<br />

aunque no mucho, sobre el nivel <strong>de</strong>l agua. Entre el día y la noche,<br />

cuatro <strong>de</strong> esos peces tuvieron, para ellos, la <strong>de</strong>sgraciada i<strong>de</strong>a <strong>de</strong><br />

volar sobre la cubierta don<strong>de</strong> el cocinero los tomó <strong>de</strong> inmediato a su<br />

custodia. Su carne es muy sabrosa y se parece a la <strong>de</strong> los "egli" <strong>de</strong><br />

los lagos suizos. Tenían aproximadamente 1 pie <strong>de</strong> largo con excepción<br />

<strong>de</strong> uno que casi alcanzó 1,5 pie. Las alas o aletas <strong>de</strong> las que se<br />

valen para volar tienen un tamaño aproximado al <strong>de</strong> una mano humana<br />

mediana. Si bien nos acercamos al ecuador, no es intenso el calor.<br />

El viento que sopla casi caliente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Senegambia relaja mucho más<br />

que el calor <strong>de</strong>l sol. Por lo <strong>de</strong>más hizo colocar el capitán un toldo<br />

con una vela vieja sobre la toldilla don<strong>de</strong> estaremos protegidos <strong>de</strong><br />

los cálidos rayos <strong>de</strong>l sol.<br />

22 <strong>de</strong> enero. Hasta esta mañana persistió el viento africano, y ahora<br />

reina <strong>de</strong> golpe la calma total; ningún susurro mueve las velas o riza<br />

la enorme superficie; el barco se mueve lentamente e inerte para allá<br />

y para acá, una vez <strong>hacia</strong> la <strong>de</strong>recha, otra vez <strong>hacia</strong> la izquierda;<br />

avanza media eslora y lo vuelve a retro<strong>de</strong>cer en la próxima hora.<br />

Distamos aproximadamente 60 horas <strong>de</strong> la línea don<strong>de</strong> reinan vientos<br />

todo el año, y ahora po<strong>de</strong>mos permanecer errantes durante largas<br />

semanas en este corto trecho, como a los barcos ya les ha ocurrido.<br />

El agua para bebida es tibia y mala. El vino y la cerveza que sirven<br />

en la tar<strong>de</strong> y en la noche como refresco, también están tibios;<br />

hume<strong>de</strong>cen el paladar pero no refrescan.<br />

24 <strong>de</strong> enero. Nadie pensó en un inmediato cambio atmosférico. Durante


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el almuerzo se obscureció el cielo. Fueron dadas las ór<strong>de</strong>nes<br />

pertinentes, pero apenas pudimos terminar la comida cuando ya la<br />

tormenta zumbaba en las velas, arrancó dos <strong>de</strong> ellas, cuyos jirones<br />

on<strong>de</strong>aban como ban<strong>de</strong>ras al viento. Las olas que súbitamente se<br />

levantaron caían sobre la cubierta, y durante una hora cayó una<br />

lluvia como verda<strong>de</strong>ro diluvio. Pero <strong>de</strong> repente, tal como llegó, se<br />

calmó el temporal y todavía antes <strong>de</strong> que llegara la noche, las olas<br />

habían pasado a un movimiento lento y profundo. Hacia el norte<br />

continuó un fuerte relampagueo hasta bien avanzada la noche.<br />

27 <strong>de</strong> enero. Ahora hemos <strong>de</strong>jado atrás las 60 horas perdidas y esta<br />

noche cruzamos la línea. Los marineros españoles parece que no hacen<br />

la respectiva fiesta, que también va cayendo cada vez más en <strong>de</strong>suso<br />

en los restantes pueblos. En los 25 días que estamos sobre las olas<br />

hemos recorrido 1400 horas y cruzamos la línea solar, siguiéndola a<br />

la distancia <strong>de</strong> 300 horas <strong>de</strong> la isla Santo Tomás en la costa<br />

africana. Esta mañana me <strong>de</strong>spertó el carpintero para<br />

mostrarme un tiburón. Atrás, junto al timón se hallaban entre los<br />

aparejos <strong>de</strong> pesca un anzuelo <strong>de</strong>l grosor <strong>de</strong> un <strong>de</strong>do y <strong>de</strong> tamaño<br />

proporcionado, fijo a una ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> hierro <strong>de</strong> 2 pies <strong>de</strong> largo, la<br />

cual fue afirmada a un soga nueva y firme y provista <strong>de</strong> una carnada<br />

<strong>de</strong> unas buenas 2 libras <strong>de</strong> carne. Al ser lanzado el anzuelo, el pez<br />

retrocedió unos pies para ganar espacio, volvió el vientre <strong>hacia</strong><br />

arriba, arrancó el cebo e hizo <strong>de</strong>saparecer ese gran trozo en sus<br />

fauces en menos tiempo que el ser humano necesita para <strong>de</strong>glutir una<br />

cereza. Nuevamente se le puso carnada y esta vez el animal <strong>de</strong> presa<br />

quedó aparentemente cazado. Los marineros tiraban con todas sus<br />

fuerzas y habían sacado <strong>de</strong>l agua el tronco <strong>de</strong>l animal cuando el<br />

escualo, con un esfuerzo <strong>de</strong>sesperado, logró zafarse <strong>de</strong>sapareciendo<br />

para siempre, sin <strong>de</strong>spedirse.<br />

5 <strong>de</strong> febrero. Ahora esperemos tener viento constante, más o menos<br />

favorable. <strong>Des<strong>de</strong></strong> el punto en que cruzamos la línea ecuatorial<br />

navegamos en dirección a la costa americana hasta 60 horas <strong>de</strong> Bahía<br />

y seguimos ahora a lo largo <strong>de</strong> ésta, a veces bastante cerca y luego<br />

a más <strong>de</strong> 100 horas distantes <strong>de</strong> la misma.


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8 <strong>de</strong> febrero. Estamos a la altura <strong>de</strong> Río <strong>de</strong> Janeiro a 100 horas <strong>de</strong><br />

la orilla. El calor ha alcanzado su máxima intensidad. La brea con<br />

que se calafatean las junturas <strong>de</strong> la cubierta se pone al mediodía,<br />

como líquido fluido; se <strong>de</strong>splaza sobre la misma según los movimientos<br />

<strong>de</strong>l barco. Uno suele correr peligro como los pájaros <strong>de</strong> quedarse<br />

pegado en la trampa encolada. El termómetro según Réaumur indicaba<br />

hoy 36E en la pieza (45EC). Por lo tanto, mientras uste<strong>de</strong>s tienen que<br />

calentar la estufa dos veces al día para tener las piezas<br />

confortables, echo yo <strong>de</strong> menos el agua fresca y me quedo a menudo<br />

toda la noche en cubierta, sólo con camisa y pantalón, a cielo<br />

abierto, buscando el fresco reparador que no consigo en el camarote<br />

estrecho.<br />

El cielo está sin nubes y <strong>de</strong>spejado; raras veces vi en casa un<br />

firmamento tan esplendoroso como se ve todas las noches aquí, en las<br />

zonas cálidas. Las salidas y las puestas <strong>de</strong> sol se ven acompañadas<br />

<strong>de</strong> maravillosos juegos <strong>de</strong> colores y <strong>de</strong> nubes que forman variados<br />

cuadros, por lo que uno cree ver cada día un nuevo milagro.<br />

A las cuatro y media horas comienza el alba, a las cinco y media<br />

aparece el sol y a las seis y media <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> se acerca al<br />

horizonte <strong>de</strong>l oeste; da la impresión <strong>de</strong> acelerar su curso y cuando<br />

toca el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l agua <strong>de</strong>saparece en pocos minutos. Las nubes que en<br />

torno suyo reúne, se <strong>de</strong>scoloran y <strong>de</strong>saparecen; la luna como una hoz<br />

envía su pálida luz sobre las olas; las estrellas aparecen una tras<br />

otra; aquí o acullá alguno se pone a cantar, los otros se tien<strong>de</strong>n<br />

sobre los cajones o sobre los atados <strong>de</strong> jarcias y tratan <strong>de</strong> dormir;<br />

aquel que <strong>de</strong>sea va a la cama, y así avanza un día tras otro <strong>hacia</strong> su<br />

fin, y con tiempo y paciencia también se alcanzará la meta <strong>de</strong>l viaje.<br />

10 <strong>de</strong> febrero. El vino <strong>de</strong> mesa se había bebido todo y <strong>de</strong>bía<br />

embotellarse un nuevo barril. Se pregunta por los corchos y no se los<br />

encuentra en ninguna parte. El capitán, enfadado, en un arranque <strong>de</strong><br />

mal genio, or<strong>de</strong>na traer a la luz todas las provisiones <strong>de</strong> la <strong>de</strong>spensa<br />

que se encuentra en la bo<strong>de</strong>ga <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la sala <strong>de</strong> estar. Los<br />

marineros bajaron <strong>de</strong> ese recinto oscuro don<strong>de</strong> reina un calor<br />

extremadamente aplastante. Los numerosos barriles caminaron <strong>de</strong> mano


12<br />

en mano a la cubierta y todo anduvo bien hasta <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sayuno.<br />

Cuando se pretendió volver a guardar, aunque sin haber encontrado lo<br />

que se buscaba, estalló súbitamente un <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n verda<strong>de</strong>ramente<br />

babilónico. El capitán <strong>de</strong>cía por la escotilla "vino blanco", la gente<br />

entendía "cognac", y si <strong>de</strong>cía "arroz" contestaban <strong>de</strong>s<strong>de</strong> a<strong>de</strong>ntro en<br />

coro "ron".<br />

Sospechando lo ocurrido, hizo subir a la gente y nunca había<br />

visto una llegada tan estrambótica. Eran unos ocho o nueve. Uno había<br />

tenido que hacer con un tarro <strong>de</strong> pintura roja y apareció totalmente<br />

rojo bermellón como un indígena antropófago. Otro, pegoteado con una<br />

masa <strong>de</strong> sudor y harina; los terceros, finalmente, galoneados <strong>de</strong> negro<br />

en todo el cuerpo, porque sólo tenían los pantalones sin camisa por<br />

el calor. Pero lo que les era común a todos era una borrachera tal<br />

que ninguno podía estar bien <strong>de</strong> pie. Abajo se habían regalado con una<br />

botella <strong>de</strong> aguardiente forrada en paja, y el calor había acelerado<br />

y aumentando el efecto <strong>de</strong> la bebida espiritosa. Recién arriba se<br />

<strong>de</strong>senca<strong>de</strong>nó el espectáculo. Tambaleando y maldiciendo se <strong>de</strong>splazaba<br />

la comparsa <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la pieza <strong>hacia</strong> la cubierta don<strong>de</strong> la comedia<br />

fácilmente hubiera podido terminar en un drama. Los marineros se<br />

insultaban mutuamente, luego se llegó a los empujones; los ingleses<br />

querían boxear y los españoles sacaron los cuchillos. El capitán<br />

apaciguó a la gente y logró evitar actos <strong>de</strong> violencia. Al día<br />

siguiente también hizo recaer clemencia sobre los culpables en vez<br />

<strong>de</strong> autoridad, partiendo <strong>de</strong>l principio que un buen marinero siempre<br />

es borracho.<br />

11 <strong>de</strong> febrero. Esta mañana encontramos una columna <strong>de</strong> bonitos, una<br />

especie <strong>de</strong> atún con el dorso azul oscuro y el vientre blanco<br />

plateado, sin escamas. Al poco rato, un marinero pescaba tres que<br />

pesaban unas 4 libras cada uno. El apero que se usa para este fin es<br />

como un tenedor <strong>de</strong> 6 u 8 fuertes dientes <strong>de</strong> fierro con puntas <strong>de</strong><br />

flecha. El mango <strong>de</strong> ocho pies <strong>de</strong> largo se afirma a una cuerda. El<br />

marinero aguarda el momento en que el pez se le acerca, lanza el<br />

dardo y si ha hecho bien la puntería, los dientes penetran en el<br />

cuerpo <strong>de</strong>l animal y éste es sacado como con un tenedor. La carne <strong>de</strong>


13<br />

los bonitos es seca pero nos fue muy bienvenida como alternativa para<br />

la carne en conserva y la salada.<br />

18 <strong>de</strong> febrero. Uno <strong>de</strong> los días más agradables lo tuvimos ayer, más<br />

o menos a la altura <strong>de</strong> Montevi<strong>de</strong>o. El calor se había disipado<br />

paulatinamente y nuestros pulmones respiraban un aire purísimo. El<br />

viento se calmó, imperceptiblemente <strong>de</strong>saparecieron las olas y <strong>de</strong><br />

nuevo se me concedió po<strong>de</strong>r contemplar la gran extensión <strong>de</strong> agua sin<br />

el menor movimiento. El sol se puso con su acostumbrado esplendor<br />

pero junto con <strong>de</strong>saparecer en el oeste, aparecía lentamente en el<br />

cielo por el este la luna llena, iluminando súbitamente con sus rayos<br />

las aguas azul oscuras. Ninguna neblina, ninguna nubecita empañaba<br />

el horizonte en la redonda. Las estrellas, como recelosas <strong>de</strong> ese<br />

brillo <strong>de</strong>sacostumbrado, aparecieron en menor número que otras veces,<br />

y sólo algunos <strong>de</strong> los grupos más hermosos brillaban en el universo<br />

claro.<br />

Nuestro barco solitario en el vasto<br />

yermo, con sus blancas velas, que adquirían un aspecto casi<br />

fantasmal, la luz pálida y débil, el profundo silencio <strong>de</strong> la noche<br />

sólo interrumpido por el chapaleo <strong>de</strong> un pez, causaban una impresión<br />

muy singular sobre mi ánimo. Estaba sentado en la parte <strong>de</strong>lantera <strong>de</strong>l<br />

barco sólo con el marinero <strong>de</strong> guardia, y estando poco dispuesto a<br />

mantener una conversación, <strong>de</strong>jé libre curso a mi capacidad<br />

imaginativa. Vagando <strong>hacia</strong> el pasado, <strong>de</strong>sfilaron <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> mis ojos<br />

los cuadros <strong>de</strong> los años <strong>de</strong> juventud. Me parecía que el mar se<br />

transformaba en el lago <strong>de</strong> Neuenburg (lago Neuchâtel) con sus ricas<br />

riberas ver<strong>de</strong>s, los ventisqueros con nieve eterna al fondo. Entonces<br />

<strong>de</strong>sapareció el cuadro y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el fondo <strong>de</strong>l mar emergió<br />

Herzogenbuchsee, sus campiñas fértiles y sus precipicios boscosos.<br />

Vi a mis parientes y conocidos ir y venir en sus diarios quehaceres.<br />

Una parte <strong>de</strong> la noche la pasé en este estado entre <strong>de</strong>spierto y<br />

soñando hasta que el aire más frío, que anuncia la llegada <strong>de</strong>l<br />

próximo día, me obligó a abandonar el puesto, y en la mañana<br />

siguiente el ligero sueño reparador había superado y borrado ese<br />

ataque <strong>de</strong> nostalgia.<br />

Sábado 26. No estaba reservado ver estas aguas bajo una forma menos


agradable. El pasado domingo 20 nos encontrábamos a 39E sur y a más<br />

o menos 200 horas <strong>de</strong>l bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> la costa. El cielo se nubló, un fuerte<br />

viento <strong>de</strong>l suroeste (o sea, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el cabo <strong>de</strong> Hornos) nos trajo lluvia<br />

y frío. El capitán dijo que eso era el preludio <strong>de</strong> la orquesta previo<br />

a la apertura <strong>de</strong> la ópera y, en realidad, con cada hora crecía el<br />

huracán y la noche había adquirido una terrible furia. Hacía mucho<br />

rato que habíamos recogido todas las velas salvo una pequeña corrida,<br />

y tenido que entregar el barco a su voluntad, o mejor dicho, al juego<br />

<strong>de</strong> las olas.<br />

En medio <strong>de</strong>l amenazante peligro el hombre no pue<strong>de</strong> menos <strong>de</strong><br />

admirar lo grandioso <strong>de</strong> esta escena furiosa. Cuán ciertas son las<br />

palabras <strong>de</strong>l poeta alemán: "Y bulle y hierve y brama y silba, Como<br />

cuando agua con fuego se mezclan, Hasta el cielo salpica la espuma<br />

humeante. Y oleada sin fin sobre oleada se empujan". etc.<br />

2<br />

El barco<br />

con su enorme masa y peso, revolcado como una pelota, <strong>de</strong> pronto entre<br />

dos cerros <strong>de</strong> agua cuyas abruptas la<strong>de</strong>ras amenazaban aplastarlo;<br />

momentos <strong>de</strong>spués, como por encanto, elevado por sí mismo sobre el<br />

dorso <strong>de</strong> una ola, a su lado un abismo don<strong>de</strong> el agua espumante se<br />

arremolina y al cual se precipita con la velocidad <strong>de</strong> una flecha.<br />

Amenazantes ruedan las po<strong>de</strong>rosas olas y se lanzan sobre el barco<br />

y a ratos <strong>de</strong>rraman su agua que cae bramando como un torrrente sobre<br />

la cubierta, zamarreando barriles, cajones y todo lo movible, incluso<br />

<strong>de</strong>rriba marineros, hasta que se escurre lentamente por las aberturas<br />

para eso dispuestas. Así continúa <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace casi ocho días, sin que<br />

podamos prever el término <strong>de</strong>l temporal y, aunque <strong>de</strong> cuando en cuando<br />

un amable rayo <strong>de</strong> sol estimula neustra esperanza, por <strong>de</strong>sgracia<br />

nuestra alegría es siempre <strong>de</strong> corta duración. Negros nubarrones,<br />

lluvia que azota, granizadas con pesados trozos <strong>de</strong> hielo completan<br />

el cuadro que el señor Lippacher, al contemplarlo, seguramente lo<br />

haría entonar su cancioncita: "Está lloviendo y nevando y corre un<br />

viento helado..."<br />

3<br />

Cuesta introducir la comida en la boca y,<br />

a pesar <strong>de</strong> unos rieles paralelos sobre la mesa que <strong>de</strong>ben impedir que<br />

se caigan los platos, no es raro que éstos salgan volando al suelo<br />

con un envión inesperado. La sopa y otros guisos líquidos muestran<br />

14


15<br />

el indomable <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> abandonar las fuentes y chorrear sobre las<br />

rodillas <strong>de</strong> las huéspe<strong>de</strong>s.<br />

Cada uno sujeta una botella <strong>de</strong> vino entre los pies (los vasos<br />

han sido suprimidos) y con el plato en la mano, busca como un<br />

acróbata, mantener el equilibrio.<br />

En la cama uno es lanzado alternativamente con fuerza contra la<br />

pared y luego, con un rápido contragolpe, queda expuesto a caer sobre<br />

las maletas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la cama superior. Agréguese a eso el constante<br />

sonar <strong>de</strong>l cubierto y <strong>de</strong> los objetos livianos, el alarmante crujir <strong>de</strong>l<br />

barco, el rugido y silbido <strong>de</strong>l temporal en el aparejo, el bramido <strong>de</strong><br />

las olas, lo cual se reune para ahuyentar el anhelado sueño.<br />

En cubierta se habían embarcado cuatro hermosos carruajes en<br />

gran<strong>de</strong>s cajones. En la última noche las olas golpearon repetidas<br />

veces con fuerza contra ellos, amenazando tumbarlos a pesar <strong>de</strong> las<br />

fuertes amarras y exponiendo el barco a peligro. Para evitar una<br />

posible <strong>de</strong>sgracia, or<strong>de</strong>nó el capitán que al alba los cuatro cajones<br />

fuesen lanzados sobre borda.<br />

Los marineros se pusieron rápidamente a la obra, <strong>de</strong>sarmaron los<br />

cajones y, <strong>de</strong>spreocupándose <strong>de</strong>l temporal, no pudieron abstenerse <strong>de</strong><br />

saludar con un sonoro ¡hurra! cada hermoso coche <strong>de</strong> gala que tiraban<br />

al agua.<br />

A pesar <strong>de</strong> nuestra mala situación, nadie perdió el buen humor,<br />

excepto la "doncella". Después <strong>de</strong>l almuerzo el capitán nos hace<br />

representaciones <strong>de</strong> los bailes nacionales y cantos <strong>de</strong> los negros en<br />

la costa <strong>de</strong> Africa y en La Habana que no quisiera reventar <strong>de</strong> risa.<br />

Si lo hace para levantarnos el ánimo y hacernos olvidar el peligro<br />

que se cierne, no lo sé, pero tengo buen motivo para suponerlo. Por<br />

mi parte <strong>de</strong>jo su libre curso a las cosas que no puedo cambiar. El<br />

barco es firme y Dios, que nos ha guiado <strong>hacia</strong> acá, pue<strong>de</strong> ponerle<br />

barreras al temporal y llevarnos felices a puerto.<br />

1 <strong>de</strong> marzo. Para nuestra complacencia se calmó ayer el temporal; <strong>de</strong><br />

nuevo respiramos libremente y nos alegramos <strong>de</strong>l movimiento lento <strong>de</strong>l<br />

mar que hasta hace poco estaba tan agitado.<br />

Hoy estamos en el grado 45 y 160 horas <strong>de</strong> la ribera. El viento


16<br />

nos empuja paralelamente al mencionado grado en dirección a la tierra<br />

firme.<br />

3 <strong>de</strong> marzo. Hoy, a 100 horas <strong>de</strong> la costa patagónica, viramos nuestro<br />

rumbo <strong>hacia</strong> el sur, o sea, directamente <strong>hacia</strong> las islas Falkland.<br />

Sacrificamos un chanchito gordo, lo que al capitán le dio<br />

motivo para mencionar que en Vizcaya la matanza era una fiesta<br />

familiar a la cual se convidaba a los amigos, y el señor Mandaluniz<br />

escuchó complacido mi relato <strong>de</strong> un acontecimiento parecido en<br />

Herzogenbuchsee. Aquí en el mar, por cierto, no hacemos esa<br />

clase <strong>de</strong> ceremonias. Del chanchito se hacen salchichas, se le asa<br />

a fuego lento y a la parrilla, y en ocho días le toca el turno a<br />

otro.<br />

6 <strong>de</strong> marzo. El día 6, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> mucho cruzar, ora al oeste, ora al<br />

sur, nos encontramos exactamente en el paralelo 47 y a sólo 40 horas<br />

<strong>de</strong> las tierras paragónicas. Dejaron caer la sonda y a las 65 brazas<br />

(40,6 pies) se tocó fondo. <strong>Des<strong>de</strong></strong> ahí navegamos con viento favorable<br />

entre la tierra firme y las islas Falkland, en dirección a la punta<br />

oriental <strong>de</strong> la Tierra <strong>de</strong>l Fuego, esperando ver esta tar<strong>de</strong>, en<br />

cualquier momento, la tierra una vez cruzado el grado 54.<br />

Ahora llegamos a las regiones don<strong>de</strong> nadie más se queja <strong>de</strong>l calor<br />

aunque aquí todavía es verano. Cada día que a uste<strong>de</strong>s, habitantes <strong>de</strong>l<br />

norte, los acerca a la primavera, en el lado sur <strong>de</strong> la tierra nos<br />

acerca al otoño y al invierno. Pero es notable que el señor<br />

Mandaluniz, quien cruza por décima vez el cabo <strong>de</strong> Hornos, no pudiese<br />

recordar haber encontrado jamás un tiempo tan espléndido en estas<br />

extensiones, aun en las mejores épocas <strong>de</strong>l año. A la distancia<br />

brumosa surgió poco a poco una línea negra en el horizonte que fue<br />

reconocida como tierra. El capitán <strong>de</strong>seaba convercerse <strong>de</strong> la<br />

exactitud <strong>de</strong> us cálculos; hizo recoger algunas velas para aminorar<br />

el andar <strong>de</strong>l buque a fin <strong>de</strong> reconocer la costa, lo que la llegada <strong>de</strong><br />

la noche no le permitía.<br />

10 <strong>de</strong> marzo. Esta mañana estaba ya antes <strong>de</strong> las 5 en pie. Lo que ayer<br />

en la tar<strong>de</strong>, a una distancia <strong>de</strong> 15 horas, aparecía incierto y oscuro,<br />

estaba ahora, con el claro y frío aire matinal, nítido <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>


17<br />

nuestra vista. Una costa larga y montuosa se extendía a <strong>de</strong>recha.<br />

Lo que sentí con esta visión es difícil <strong>de</strong> <strong>de</strong>scribir. ¡Con qué<br />

placer y alegría saluda el hombre a la tierra, aunque resultara ésta<br />

ser la más pequeña y triste en la redon<strong>de</strong>z <strong>de</strong>l globo, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />

haber estado casi 70 días suspendido entre el cielo y el agua!<br />

Hacia el oeste se extendía el cabo San Diego y la punta más<br />

oriental <strong>de</strong> la Tierra <strong>de</strong>l Fuego, y justo <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> nosostros,<br />

separada <strong>de</strong> dicha Tierra por el estrecho <strong>de</strong> <strong>Le</strong> Maire, la isla <strong>de</strong> los<br />

Estados <strong>de</strong> unas 11 horas <strong>de</strong> largo, junto con algunas más pequeñas,<br />

<strong>de</strong>nominadas islas <strong>de</strong>l Año Nuevo. Un viento suave nos acercó<br />

lentamente a la isla <strong>de</strong> los Estados y esta tar<strong>de</strong> sólo 2 horas nos<br />

separaban <strong>de</strong> su ribera. Con una atmósfera extraordinariamente clara<br />

y transparente se podía reconocer cada peñasco y avizorar cada rincón<br />

mediante el buen "Dollond" <strong>de</strong>l capitán.<br />

En vano busca el ojo un lugarcito ver<strong>de</strong>; ningún árbol había<br />

echado sus raíces en esta isla solitaria. Lomas <strong>de</strong> tierra café,<br />

cerros cupuliformes <strong>de</strong>snudos cuyos <strong>de</strong>speña<strong>de</strong>ros grises y escarpados<br />

que se hun<strong>de</strong>n en profundos <strong>de</strong>sfila<strong>de</strong>ros y valles, era el cuadro que<br />

se presentaba.<br />

Patos silvestres, albatroses, gaviotas, anidan en las rocas;<br />

sólo las focas habitan ese erial don<strong>de</strong> ningún hombre mora y raras<br />

veces <strong>de</strong>sembarca.<br />

Esta noche ro<strong>de</strong>amos la punta más saliente <strong>de</strong> la isla, el cabo<br />

San Juan, en dirección <strong>hacia</strong> las zonas más frías.<br />

27 <strong>de</strong> marzo. Hoy puedo comenzar mi relato con la alegre exclamación<br />

¡estamos a salvo! ¡Cabo <strong>de</strong> Hornos y cabo Victoria, los fantasmas <strong>de</strong><br />

los navegantes, ya los <strong>de</strong>jamos atrás! Sólo queda llenar la laguna que<br />

se produjo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el 10 <strong>de</strong>l presente, y para evitarles la pregunta por<br />

qué he estado tiempo ocioso, voy a a<strong>de</strong>lantarles aquí la respuesta o<br />

disculpa.<br />

Primero quería darles la agradable sorpresa que habíamos cruzado<br />

felizmente esa pasada peligrosa. Por otro lado, el frío y los saltos<br />

a veces casi locos <strong>de</strong> la señorita Cubana me habrían impedido escribir<br />

aun cuando hubiese sentido <strong>de</strong>seo para ello. ¡Pero, vamos al grano!


18<br />

<strong>Des<strong>de</strong></strong> la isla <strong>de</strong> los Estados, con viento favorable, fuimos a<br />

parar diagonalmente en dos días al grado 57, justo por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l<br />

cabo <strong>de</strong> Hornos. Pero aquí se terminó por un tiempo la diversión. De<br />

pronto se levantó el viento <strong>de</strong>l oeste con tal furia que apenas<br />

tuvimos tiempo <strong>de</strong> sustraer las velas a su ímpetu y durante cinco días<br />

fuimos columpiados con más fuerza aún que frente a la costa<br />

patagónica. Para cierto consuelo nuestro, teníamos por lo menos<br />

compañía en nuestra situación <strong>de</strong>sgraciada. Siete barcos bailaban con<br />

nosotros el coro obligado, algunas entre ellos, pequeñas goletas<br />

bergantines que, al parecer, no yacían sobre rosas.<br />

Lo que le ha dado gran celebridad al cabo <strong>de</strong> Hornos no es tanto<br />

el peligro <strong>de</strong> naufragios, como la tenacidad con que los vientos<br />

opuestos impi<strong>de</strong>n el ingreso al océano Pacífico. Ha ocurrido que<br />

barcos han tenido que luchar 6 semanas y aún más para recorrer el<br />

trecho <strong>de</strong> sólo 150 horas <strong>de</strong> largo. Sí, hace dos años una fragata<br />

nueva en su viaje inaugural <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Génova a <strong>Valparaíso</strong>, permaneció 13<br />

meses en camino, <strong>de</strong> los cuales la mayor parte los estuvo en esta<br />

región con averías <strong>de</strong> toda clase, sin lograr atravesar.<br />

¡Fuimos afortunados! El día 17, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber sido<br />

<strong>de</strong>splazados en diferentes direcciones, nuevamente nos encontramos a<br />

la altura <strong>de</strong>l estrecho <strong>de</strong> <strong>Le</strong> Maire; el viento roló un poco <strong>hacia</strong> el<br />

norte y con renovado aliento buscamos ganar el oeste. Ese mismo día<br />

vimos dos pequeñas islas <strong>de</strong> las cuales una forma con su extremo sur<br />

el cabo <strong>de</strong> Hornos y la segunda, ubicada bien cerca, el cabo Engaño,<br />

porque frecuentemente se confun<strong>de</strong> con el primero.<br />

El 18 navegamos en torno a la isla Diego Ramírez, cuya visión<br />

nos la impidió una <strong>de</strong>nsa neblina y, siguiendo a lo largo <strong>de</strong>l grado<br />

58, llegamos, en varios días sin contratiempos, lo suficientemente<br />

al oeste como para po<strong>de</strong>r virar <strong>hacia</strong> el norte.<br />

Alternativamente teníamos aguaceros, granizadas y también<br />

algunas pulgadas <strong>de</strong> nieve, que usamos para hacer bolas. El barómetro<br />

cayó en la pieza unos 5 a 6 grados bajo cero. Pero el paso <strong>de</strong> las<br />

zonas cálidas <strong>hacia</strong> acá fue tan rápido que este frío,<br />

excepcionalmente escaso, se hizo molesto.


19<br />

En un pequeño plano adjunto he dibujado nuestro ir y venir. Los<br />

barcos se ven a veces obligados a llegar hasta el grado 60; más al<br />

sur no parece posible porque aquí la temperatura es en promedio, a<br />

20 grados <strong>de</strong> latitud, más fría que en el polo norte. A quien llega<br />

en los meses <strong>de</strong> diciembre, enero y febrero (verano) le toca vivir un<br />

día largo, sin noche. A las 11 <strong>de</strong> la noche se pone el sol pero antes<br />

que <strong>de</strong>saparezca, el crepúsculo comienza en el oriente la claridad<br />

matinal. El astro mismo se hace nuevamente visible <strong>hacia</strong> las 2. Los<br />

meses <strong>de</strong> junio, julio y agosto son una larga noche. El sol sube sólo<br />

algunos palmos sobre el horizonte; aparece a las 9 <strong>de</strong> la mañana y ha<br />

completado su curso en tres horas. Pero esto es casi la única<br />

diferencia entre el verano y el invierno; la naturaleza no reconoce<br />

en estas tristes regiones ninguna ley <strong>de</strong> hermosa y mala estación.<br />

Contaba el capitán que una vez, en pleno verano, había visto a los<br />

marineros llorar <strong>de</strong> frío y visto congelarse las lágrimas en las<br />

mejillas, y haberse visto obligado, para hacer realizar un trabajo<br />

en el velamen, a tomar una cuerda en la mano para inculcar calor y<br />

disciplina a los marineros a los que el hielo había hecho olvidar la<br />

obediencia. Sin duda era un método barato para restaurar y <strong>de</strong>spabilar<br />

a la tripulación entumecida.<br />

Esta vez no vimos nada semejante; cruzamos el cabo <strong>de</strong> Hornos en<br />

relativamente corto tiempo, más o menos en la época en que el día y<br />

la noche son casi iguales y con un tiempo no tan rudo. Nos sentimos<br />

felices <strong>de</strong> haber escapado <strong>de</strong> tal duelista a pesar <strong>de</strong> que el viaje no<br />

nos ofreció comodida<strong>de</strong>s, precisamente porque en nueve <strong>de</strong> diez veces<br />

a uno le toca algo cien por ciento peor. En los días en que no se<br />

podía <strong>de</strong>splegar ninguna vela y el barco más bien retrocedía que<br />

avanzaba, numerosas bandadas <strong>de</strong> aves marinas lo ro<strong>de</strong>aban volando y<br />

gritando; se posaban <strong>de</strong>trás a corta distancia sobre las olas y<br />

atrapaban voraces lo que les tiraba. Mediante un cor<strong>de</strong>l resistente<br />

fue lanzado un anzuelo mor<strong>de</strong>ntado con un pedacito <strong>de</strong> tocino. Los<br />

pájaros lo picotearon con fuerza pero con igual celeridad fue<br />

recogida la cuerda, el anzuelo se enredó en la curvadura <strong>de</strong>l pico<br />

largo y, pese a la fuerte resistencia, fueron llevados los golosos


20<br />

a cubierta don<strong>de</strong> se bamboleaban torpemente. De esa manera pillaron<br />

más o menos 2 docenas. La mayoría tenía el tamaño <strong>de</strong> un ganso, 6 a<br />

7 pies <strong>de</strong> evergadura, pecho blanco, alas negras y un pico largo. Se<br />

dice que éstos nos son comestibles por su penetrante olor a aceite<br />

<strong>de</strong> pescado. Pero entre ellos había 3 albatroses que se caracterizan<br />

por sus hermosas plumas blanco-café y su pico blanco brillante <strong>de</strong> 4,5<br />

pulgadas <strong>de</strong> largo. De una punta <strong>de</strong>l ala a la otra medían 10 pies.<br />

La carne <strong>de</strong> los albatroses se la entregaron a los marineros. Por<br />

curiosidad fui a probar ese guiso y, en contra <strong>de</strong> lo esperado, no lo<br />

encontré nada <strong>de</strong> malo. La carne era tierna y con gusto a carne <strong>de</strong><br />

caza, casi como carne <strong>de</strong> conejo. Por supuesto que todas las partes<br />

grasosas las habían separado cuidadosamente. Estos pájaros sacan con<br />

frecuencia <strong>de</strong> apuro cuando los barcos tienen que permanecer largo<br />

tiempo en el cabo <strong>de</strong> Hornos y se encuentran escasos <strong>de</strong> alimentos. En<br />

estos días vimos una especie interesante <strong>de</strong> puerco <strong>de</strong> mar (marsopla)<br />

que sólo se encuentra en este mar sureño. El dorso y el vientre son<br />

<strong>de</strong> color olivo claro, en cambio, la cabeza, la cola y una parte <strong>de</strong>l<br />

cuerpo, blanco brillante (ver dibujo adjunto). La cabeza <strong>de</strong> este<br />

animal contiene un aceite fino usado para engrasar armas u otros<br />

utensilios parecidos contra su oxidación, y buscado por ese motivo<br />

por los cazadores <strong>de</strong> ballenas.<br />

Anteriormente mencioné el cabo Victoria. Este se encuentra en<br />

el extremo occi<strong>de</strong>ntal <strong>de</strong>l estrecho <strong>de</strong> Magallanes y es por los barcos<br />

casi tan temido como el cabo <strong>de</strong> Hornos porque el viento <strong>de</strong>l suroeste,<br />

que pasa a ser <strong>de</strong>spués el más ventajoso, en este punto amenza con<br />

lanzarlos contra la tierra. El gobierno <strong>de</strong> Chile tiene el proyecto<br />

<strong>de</strong> establecer en el estrecho <strong>de</strong> Magallanes una base <strong>de</strong> pequeños<br />

vapores para remolcar los barcos por ese estrecho con lo cual se<br />

evitaría el largo viaje en torno a la Tierra <strong>de</strong>l Fuego.<br />

1 <strong>de</strong> abril. Nuevamente se ha confirmado el refrán chino que dice: "De<br />

diez pasos que uno tiene que andar, nueve son la mitad <strong>de</strong>l camino".<br />

Se <strong>de</strong>cía que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> cabo Victoria se llega a <strong>Valparaíso</strong> en 8 a 10<br />

días; que los vientos siempre son propicios. Intimamente todos se<br />

alegran; uno cree tan fácilmente lo que <strong>de</strong> corazón se <strong>de</strong>sea. Pero


21<br />

quien otra vez permanece cuatro días en que ese punto es La Cubana<br />

y ¿por qué? Por que el señor viento, en vez <strong>de</strong> soplar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el sur,<br />

para variar, sopla una vez <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el norte, y el océano Pacífico, que<br />

todo el año merece su nombre, <strong>de</strong>sea ahora darse un poco <strong>de</strong><br />

movimiento, haciendo rodar bonitas montañas <strong>de</strong> agua. Ya el primer día<br />

dijo el capitán que este tiempo no tenía significado, que luego una<br />

lluvia cambiaría el curso <strong>de</strong>l viento. ¡Conforme! Pero el barómetro,<br />

que mirábamos cuando estábamos en el cabo <strong>de</strong> Hornos y tratábamos <strong>de</strong><br />

hacer subir con constantes golpecitos, se mantenía quieto; ¡ahora<br />

está subiendo este bribón! hasta la marca "muy seco" para gran rabia<br />

nuestra. Ojalá que el cambio ansiosamente esperado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace cuatro<br />

días no se haga esperar hasta que a nuestro barómetro le dé la gana<br />

<strong>de</strong> caer, <strong>de</strong> lo contrario que se vaya todo al diablo. Mañana van a ser<br />

tres meses que partimos <strong>de</strong> <strong>Le</strong> <strong>Havre</strong> y la vida a bordo ya me tiene más<br />

que saturado.<br />

10 abril. ¡Loado sea Dios! Nos acercamos a nuestra meta. Apenas hube<br />

escrito las líneas prece<strong>de</strong>ntes, como para avergonzarme por la<br />

impaciencia y la mal contenida rabia, cambió el viento <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el norte<br />

<strong>hacia</strong> el este; volamos rápidamente y luego se había recuperado lo<br />

perdido al recorrer 60, 70 y una vez 80 horas (240 millas) en un día.<br />

Hasta la altura <strong>de</strong> Chiloé seguimos a lo largo <strong>de</strong> la costa a más <strong>de</strong><br />

100 horas. Pero <strong>de</strong>s<strong>de</strong> esa isla nos acercamos más a la costa y <strong>de</strong><br />

tiempo en tiempo veíamos la tierra a través <strong>de</strong> la bruma. Aunque no<br />

hubiésemos podido ver la costa, la presencia <strong>de</strong> algas flotantes, las<br />

bandadas <strong>de</strong> pequeñas aves terrestres, el color <strong>de</strong>l agua que <strong>de</strong> azul<br />

oscuro pasó a un apacible ver<strong>de</strong> claro, nos habría anunciado la<br />

cercanía <strong>de</strong> la costa como le ocurrió a los compañeros <strong>de</strong> Colón. Al<br />

barco lo acicalaron; con arena fina fue pulida la cubierta; todas las<br />

piezas y las pare<strong>de</strong>s fueron barridas; los botes fueron bien pintados<br />

y la tripulación también experimentó un notorio cambio en lo que a<br />

físico se refiere. Quien supiese manejar la navaja y la tijera <strong>hacia</strong><br />

<strong>de</strong> barbero. La cubierta se transformó en una verda<strong>de</strong>ra peluquería.<br />

Quien no estaba bien provisto <strong>de</strong> camisas, o sea, que sólo tenía una<br />

y una mala, se <strong>de</strong>dicaba a lavar, y a cada lado <strong>de</strong>l aparejo colgaban


22<br />

vistosas prendas <strong>de</strong> vestir que aleteaban alegremente con el viento.<br />

Cada uno esperaba po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>sembarcar el último viernes 8 pero el 7 se<br />

calmó el viento a la altura <strong>de</strong> Concepción y hasta el sábado en la<br />

tar<strong>de</strong> tuvimos completa calma.<br />

11 abril (6 <strong>de</strong> la mañana). Ayer el viento se puso <strong>de</strong> nuevo favorable<br />

y en la pasada noche el oficial nos dio la noticia <strong>de</strong> que la costa<br />

era visible a corta distancia. A raíz <strong>de</strong> eso se recogieron todas las<br />

velas y se esperó hasta que el alba nos permitiera reconocer nuestra<br />

posición. Apenas la claridad anunció la llegada <strong>de</strong>l nuevo día subí<br />

a la toldilla para admirar esa tierra <strong>de</strong> promisión <strong>de</strong> Chile.<br />

Las cordilleras se extendían hasta don<strong>de</strong> alcanzaba la vista, en<br />

cuatro o cinco ca<strong>de</strong>nas paralelas, escalonadas una sobre la otra, y<br />

en el lejano norte brillaban vestisqueros <strong>de</strong> nieve eterna en el<br />

rosicler matutino. Al asomar el sol <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> las montañas cubriendo<br />

<strong>de</strong> fuego primero las más altas cumbres penetrando <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> súbito<br />

en los valles, fue como si <strong>de</strong> repente me viese transportado unas<br />

cuantas miles <strong>de</strong> horas <strong>de</strong> vuelta a la Patria, asistiendo a una salida<br />

<strong>de</strong> sol en el Weissenstein. Sí, la ilusión había sido tan cabal que<br />

me puse triste cuando el movimiento sobre el barco me retrotrajo a<br />

la realidad.<br />

Pero la general alegría reinante a bordo por la pronta llegada<br />

y la animada charla impidieron que esa penosa impresión echara raíces<br />

profundas y pronto recuperé mi humor comunicativo acostumbrado.<br />

Olvidadas estaban las penurias y fatigas sobrellevadas en<br />

nuestro viaje <strong>de</strong> 99 días, durante el cual habíamos <strong>de</strong>jado atrás<br />

aproximadamente 500 horas marinas, o sea, 15.000 millas, incluyendo<br />

los necesarios zigzagueos que un velero necesariamente <strong>de</strong>be hacer.<br />

Todos se alegraban; hasta el barco me parecía que estuviese<br />

navegando más liviano y más animado que antes, como un caballo que<br />

va trotando a casa.<br />

9 horas. El punto don<strong>de</strong> <strong>de</strong>be estar <strong>Valparaíso</strong> se <strong>de</strong>staca en cada<br />

momento mejor a través <strong>de</strong> la bruma. Todavía nos oculta la visión <strong>de</strong><br />

la ciudad misma una lengua <strong>de</strong> tierra que ro<strong>de</strong>a la rada. Pero ya se<br />

pue<strong>de</strong>n reconocer con claridad los cerros y valles <strong>de</strong> una tierra café


23<br />

rojiza escasamente cubierta <strong>de</strong> una hierba reseca. No se ve ningún<br />

árbol sobre estas colinas tostadas por el sol y esa infertilidad, esa<br />

vegetación grisácea y unas cuantas chozas <strong>de</strong> tablas <strong>de</strong>sparramadas dan<br />

una impresión poco favorable.<br />

Intercambiamos las habituales señales con el vigía <strong>de</strong>l faro<br />

ubicado un poco al sur <strong>de</strong> la ciudad y esas eran traspasadas a la<br />

bolsa en <strong>Valparaíso</strong>, aproximadamente 1,5 hora antes <strong>de</strong> nuestro<br />

arribo.<br />

Bor<strong>de</strong>amos la lengua <strong>de</strong> tierra mencionada y <strong>de</strong> pronto, como en<br />

un teatro cuando se levanta el telón, apareció <strong>Valparaíso</strong> ante<br />

nuestros ojos; un involuntario y prolongado ¡Ah...! salió <strong>de</strong> mi boca.<br />

Pero no me pareció que la región mereciera el nombre <strong>de</strong> "Valle<br />

<strong>de</strong>l Paraíso", no obstante, tomado en conjunto, era un panorama sin<br />

discusión hermoso.<br />

Una bahía en forma <strong>de</strong> herradura <strong>de</strong> aproximadamente 3,5 horas <strong>de</strong><br />

perímetro formaba la rada don<strong>de</strong> más <strong>de</strong> cien buques <strong>de</strong> todas las<br />

naciones <strong>de</strong> la tierra se encontraban anclados en largas filas.<br />

Al fondo, la ciudad construida como un anfiteatro <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la<br />

orilla <strong>de</strong>l mar hasta bien arriba, en los cerros.<br />

Los altos cerros y las formidables cúpulas con nieves eternas<br />

en el lejano horizonte a lo cual se agregaba un hermoso y claro y<br />

templado día trataba <strong>de</strong> iluminarlo todo <strong>de</strong> la manera más ventajosa<br />

posible.<br />

Las velas se van recogiendo una tras otra y La Cubana,<br />

continuando con su impulso, pasa lentamente entre las otros barcos<br />

hasta ponerse a tiro <strong>de</strong> escopeta <strong>de</strong> la tierra; el ancla cae ruidosa<br />

a la profundidad, el viaje se ha consumado y mi relato también.<br />

¡En tierra!. Las formalida<strong>de</strong>s aduaneras se cumplieron pronto e<br />

igualmente rápido estuve listo para bajar a tierra. Uno <strong>de</strong> los muchos<br />

botes que realizan las comunicaciones entre los barcos y la ribera<br />

me <strong>de</strong>jó en poco rato en tierra firme. Los chilenos tratan, como<br />

también ocurre en otras partes, <strong>de</strong> engañar al recién llegado<br />

"caballero" por unos cuantos reales; pero el capitán me lo había<br />

advertido, y tres meses habían bastado para adquirir un español


24<br />

bastante bueno y corriente.<br />

Una <strong>de</strong>tallada <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong> <strong>Valparaíso</strong> ya no correspon<strong>de</strong> aquí;<br />

eso será tratado en otro capítulo.<br />

Sólo que yo me percibo a mi mismo por el puro agrado <strong>de</strong> haber<br />

alcanzado feliz y sano esta otra rivera <strong>de</strong>l "Gran Arroyo" y sentirme,<br />

a<strong>de</strong>más, contento <strong>de</strong> llegar al final <strong>de</strong>l relato.<br />

¡El lector que se dé el trabajo <strong>de</strong> <strong>de</strong>scifrar estas largas<br />

páginas podría tal vez sentir algo parecido en lo que al último punto<br />

se refiere!<br />

N O T A S<br />

1. 1 hora marina es igual a 3 millas, igual a 5,556 Kms.<br />

1 milla marina es igual a 1,852 Km.<br />

2. Tomado <strong>de</strong> "Der Taucher" (El Buzo), <strong>de</strong> Schiller.<br />

3. Original en dialecto suizo.<br />

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