Allende 6 - Salvador Allende
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<strong>Allende</strong><br />
“<br />
■ Los oficiales de<br />
cualquier rango que no<br />
fuese el generalato,<br />
encuadrados por la<br />
verticalidad del mando, no podían<br />
discutir con su comandante en Jefe, ni<br />
menos disentir de él... ni siquiera<br />
hacerle preguntas... Los generales, sí.<br />
Siempre que Prats les<br />
”<br />
hubiera dado el pase... No<br />
se los dio.<br />
“El general Oscar Bonilla (en la foto)<br />
visitó a Prats para sondear la idea de<br />
que a las Fuerzas Armadas,que<br />
debían “respetar”la Constitución,les<br />
correspondiera también “hacerla<br />
respetar”.Sería “echársela al<br />
bolsillo”,le respondió el General<br />
de inmediato”.<br />
Prats y los<br />
generales<br />
¿Y el Ejército?<br />
El Ejército, la oficialidad, empezaban<br />
a separarse de <strong>Allende</strong> y la UP, por<br />
los motivos que hemos visto (fascículo<br />
anterior), y por los mismos motivos, a<br />
d e s c o n fiar del comandante en Jefe.<br />
D e s c o n fianza que atizaba la prensa<br />
opositora, y adicionalmente un “trabajo”<br />
de socavamiento más mortífero<br />
aún: el que cumplían las familias y<br />
amistades de los oficiales. Pues casi<br />
todos ellos eran de clase media... una<br />
mesocracia de vida digna pero estrecha,<br />
sumamente afectada —desde<br />
muchos y muy diversos ángulos— por<br />
la estatización y luego por el desboque<br />
inflacionario (1972).<br />
Prats hizo esfuerzos por contrarrestar<br />
la marea de desprestigio que subía,<br />
e nvolviéndolo. Visitaba las unidades<br />
de provincias, y allí —como en las santiaguinas—<br />
explicaba la posición del<br />
Ejército... la suya. Pero volvía presa<br />
del desánimo, sintiendo haber “arado<br />
en el mar”. Los oficiales de cualquier<br />
rango que no fuese el generalato,<br />
encuadrados por la verticalidad del<br />
mando, no podían disc utir con su<br />
comandante en Jefe, ni menos disentir<br />
de él... ni siquiera hacerle preg u n t a s<br />
que pudiera estimar de intención crítica<br />
o política.<br />
Los generales, sí.<br />
Siempre que Prats les hubiera dado<br />
el pase para hacerlo.<br />
No se los dio.<br />
El podía hacer política, en el sentido<br />
y del modo visto. Pero los generales<br />
no podían hablar con él de la política<br />
que estaba haciendo, porque sería<br />
“hablar de política”, lo cual les era<br />
vedado... Es comprensible que no les<br />
resultara clara la composición de lugar.<br />
Prats rehusó tratar estas materias, y<br />
cualquiera que no fuese estrictamente<br />
“<br />
de la profesión, en los consejos de<br />
generales. No les correspondía, dijo.<br />
El general Oscar Bonilla lo visitó<br />
para sondear la idea de que a las Fuerzas<br />
Armadas, que debían “respetar” la<br />
Constitución, les correspondiera también<br />
“hacerla respetar”. Sería “echársela<br />
al bolsillo”, respondió Prats de<br />
inmediato, desechando tajantemente la<br />
posibilidad.<br />
Cuando Pinochet, su segundo en la<br />
institución, y hombre de su total confianza,<br />
sondeándolo también, le insinuó<br />
que las guerrillas del MIR no le<br />
aguantarían ni “una crujida” al Ejército,<br />
Prats replicó furioso:<br />
“¡Así que tú también estás con el<br />
golpecito!”.<br />
(Continúa en la página 4)<br />
Cuando Pinochet, su segundo en la<br />
institución, y hombre de su total<br />
confianza, le insinuó que las guerrillas del<br />
MIR no le aguantarían ni “una crujida” al<br />
Ejército, Prats replicó furioso: “¡Así que<br />
tú también estás con el golpecito!<br />
”<br />
VIERNES 5 DE SEPTIEMBRE DE 2003 3