empre sacerdotes - Seminario Conciliar de Madrid

MISIONES
TESTIGOS DEL AMOR DE DIOS: MARRUECOS Y RUMANÍA
Durante el verano, los seminaristas tenemos la oportunidad de enriquecernos con la experiencia de la Iglesia que peregrina
en otras partes del mundo. Éste ha sido el caso de Jaime -en Marruecos- y de Carlos María -en Rumanía-, que nos
cuentan su experiencia y lo que les ha aportado para su formación humana y sacerdotal.
Llega el verano y, con él, las opciones
que combinen el descanso
merecido y la formación
(pues ésta no se interrumpe
durante el tiempo estival). Jaime y
Carlos María tenían un mosaico de
oportunidades, y precisamente éstas
de irse al extranjero no estaban
claras. "Era reacio a otros planes de
misión, pero me lo propusieron y
encontré un amigo con quien ir a
Chitila, barrio periférico de Bucarest;
todo fue muy rápido y vi que
estaba de Dios", nos dice Carlos
María, seminarista de 5º, que pasó
del 5 al 21 de agosto en Rumanía,
con un grupo de 7 jóvenes de diversas
sensibilidades. En un tono parecido
se manifiesta Jaime, seminarista
de 3º, que estuvo del 13 de julio
al 1 de agosto en Tánger, con un
grupo de 19 personas de varias edades,
creyentes y no creyentes (lo
que le supuso, como a Carlos María,
un gran enriquecimiento).
Jaime con el grupo de misioneros en Tánger.
los Franciscanos de la Cruz Blanca,
que tratan personas con retrasos severos
-en el Centro de Salvaguardia
de la Infancia o
Refor-), o también en la
asistencia a madres solteras
en la casa de las Misioneras,
donde les enseñaban
español, y daban clases
de higiene, o atendían
a los bebés… "Era estar 10 horas de
rodillas ante Cristo pobre, una experiencia
que atraviesa el corazón",
pues "si a uno de éstos se lo hicisteis,
a mí me lo hicisteis" (Mt 25,40).
Así de claro se expresa Jaime.
No faltó tiempo para el turismo y el
encuentro con Dios a través de la
belleza del mundo encarnada en las
visitas a Bucarest, Brazov o S.Jorge
en el caso de Carlos María, y los sábados
en la playa desértica, Tetuán
o el pueblo costero de Arcila en el
caso de Jaime, que pudo disfrutar
del encuentro con las comunidades
cristianas de Tánger los domingos
en la Catedral, durante la celebración
eucarística.
Estos dos jóvenes seminaristas emplearon
parte de su verano en una
experiencia que recomiendan vivamente
a todos, sirviendo, como decía
Pablo VI: "a los que viven y mueren
en hambre y pobreza, por sus
manos les dieron el pan y por su caridad,
la paz y la alegría"; fieles al mensaje
que Cristo nos hace a todos los
cristianos de "ser sus testigos hasta
los confines del mundo" (He 1,8).
Ismael Rojo
Misioneras de la Caridad de Rumanía.
Estaban en dos países y ámbitos
culturales y espirituales diferentes,
pero desempeñaron su tarea arropados
por las Misioneras de la Caridad,
Carlos María en una parroquia católica
de un barrio ortodoxo, y Jaime en
la antigua iglesia de Tánger. Lo más
importante es que les unía la presencia
de Cristo en la oración y los sacramentos
(en especial la Eucaristía,
prolongada también en la Exposición
del Santísimo). Tenían actividades
diarias desde primera hora de la mañana
hasta la tarde, donde trataban a
toda clase de personas: Carlos María,
a jóvenes deficientes; Jaime, en los
campos misioneros de trabajo (con
Grupo de misioneros en el poblado gitano de S.Jorge.
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