No te escribas - Dirección Municipal de Cultura y Educación ...
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ENTRE EL<br />
DILUVIO Y LA<br />
DESTRUCCIÓN<br />
DE SODOMA<br />
Luis Alfonso Angulo Segura<br />
Babel fue la torre <strong>de</strong> los confundidos en las tierras <strong>de</strong> la confusión<br />
(Babilonia) –in<strong>te</strong>rpretación abierta para quienes difieran <strong>de</strong>l<br />
cri<strong>te</strong>rio <strong>de</strong> la exégesis–. La torre ya no está en su sitio, pero pue<strong>de</strong><br />
acce<strong>de</strong>rse a su biblio<strong>te</strong>ca a través <strong>de</strong> un libro. Sirva <strong>de</strong> adver<strong>te</strong>ncia<br />
que ésta es fiel némesis <strong>de</strong> la otra, don<strong>de</strong> nadie, por supuesto,<br />
pue<strong>de</strong> en<strong>te</strong>n<strong>de</strong>rse. Y no es que alguien lo busque; los viajeros<br />
están esforzados más bien en un éxodo individual a manera <strong>de</strong><br />
re<strong>de</strong>nción wagneriana por medio <strong>de</strong> su amor a los libros. Como<br />
supuestos hegelianos, no pre<strong>te</strong>n<strong>de</strong>n edificación alguna. La historia<br />
<strong>de</strong> la torre <strong>de</strong> Babel se cuenta en un libro con<strong>te</strong>nido en una biblio<strong>te</strong>ca<br />
<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> otro libro en algún sitio cualquiera –por aquello<br />
<strong>de</strong> Borges–. Si se acepta su ficción, es la metáfora antigua <strong>de</strong> es<strong>te</strong><br />
tiempo –o será que el tiempo es una espiral que incluye ciclos–;<br />
<strong>de</strong> ser cierta, perduran sus escombros por la tierra, sobre los que<br />
se erigieron las nuevas ciuda<strong>de</strong>s, todas ellas <strong>te</strong>niendo por origen<br />
la confusión misma. Hubieron otras lenguas que edificaron nuevos<br />
mundos que luego se unieron para hacer otro aún mayor que se<br />
ex<strong>te</strong>ndía hasta las estrellas, pero estas edificaciones no eran ma<strong>te</strong>riales<br />
sino in<strong>te</strong>lectuales (lo que Marx llamaría superestructura)<br />
y no podían ser <strong>de</strong>struidas como el ladrillo, a menos que alguien<br />
somatizara la confusión a modo <strong>de</strong> mirada perdida. Estas eran<br />
lenguas-semilla y tuvieron ramas, lenguas <strong>de</strong>rivadas; algunas en<br />
forma <strong>de</strong> puen<strong>te</strong> invisible, como jardines colgan<strong>te</strong>s. De cualquier<br />
forma, hecho o ficción, la confusión floreció.<br />
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