<strong>La</strong> credibilidad de las teorías En relación con el origen de la <strong>Luna</strong>, y sobre las hipótesis antes planteadas, surgen las siguientes dudas, descritas en el libro <strong>La</strong> <strong>Luna</strong>, Estudio Básico de José C. Violat Bordonau y Purificación Sánchez Martínez, publicado por Equipo Sirius, S.A.: 1. “Teoría del gran golpe” . Para dar credibilidad a esta teoría tendrían que haberse dado demasiadas coincidencias, como la probabilidad de impactar un astro errante con la Tierra, y que la colisión no desintegrase totalmente el planeta con su energía, que los fragmentos fuesen lo suficientemente grandes como para poder generar un satélite, etc. Además, queda en el aire la pregunta de ¿por qué sólo se formó un satélite y no más?, pues normalmente la cantidad de fragmentos que deberían generarse sería gigantesca y quizás hubiera sido posible que más de uno siguiera el mismo proceso de formación que la <strong>Luna</strong>. 2. “Teoría de la acreción binaria”. Plantea que si los dos astros se crearon en el mismo lugar y con la misma materia, ¿cómo es posible que los dos cuerpos posean una composición química y una densidad tan diferentes? No podemos ocultar que en la <strong>Luna</strong> abundan el titanio y los compuestos exóticos, elementos no tan abundantes en nuestro planeta, al menos en la zona más superficial, que se ha estudiado muy bien hasta el momento. 3. “Teoría de la fisión ”. Los que desprecian esta hipótesis argumentan que para poder separarse una porción tan importante de nuestro planeta, éste debería haber rotado a una gigantesca velocidad, de modo tal que cumpliese un día en tan sólo tres horas, y añaden que es imposible tan fabulosa velocidad, porque con ella la Tierra no se hubiese formado a partir del material original, al tener un exceso de momento. 4. “Teoría de la atracción”. Los detractores de esta hipótesis se apoyan en las infinitas posibilidades de que un cuerpo como la Tierra atrajese a otro del tamaño de la <strong>Luna</strong>, con una masa 1/82 de la terrestre; además, añaden que para que exista captura orbital deben producirse una serie de circunstancias, tales como que el cuerpo atraído debería estar desacelerado, pero las circunstancias para que ello ocurriera, tales como interacciones de marea entre ambos astros, no pueden explicar cambios muy grandes en sus velocidades orbitales. El movimiento lunar <strong>La</strong> <strong>Luna</strong> acompaña a la Tierra en su movimiento en torno al Sol, orbitándola como un gran satélite artificial. Parece cambiar de forma cada noche. Estos cambios, denominados fases lunares, se deben a que nuestra visión de la parte iluminada de la <strong>Luna</strong> se altera a medida que ésta rodea la Tierra. Varias veces al año nuestro planeta la eclipsa ocultándole la luz solar, y cuando la sombra de la <strong>Luna</strong> se proyecta sobre nuestro planeta, cambia el día en noche. Sin embargo, las fases lunares y los eclipses no encierran misterios para los científicos; el reto que se les plantea es descubrir de dónde procede la <strong>Luna</strong> y cómo ha cambiado durante los 4.600 millones de años de existencia (Figura 8). No podemos ocultar que en la <strong>Luna</strong> abundan el titanio y los compuestos exóticos, elementos no tan abundantes en nuestro planeta, al menos en la zona más superficial, que se ha estudiado muy bien hasta el momento. 47
LA LUNA “EL SOL NOCTURNO EN LOS TRÓPICOS Y SU INFLUENCIA EN LA AGRICULTURA” 48 Figura 8. Movimiento y rotación de la <strong>Luna</strong>