Revista 12
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Las desventajas de un poder<br />
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El término “impotencia” se utilizó durante<br />
muchos años para referirse a diferentes problemas<br />
relacionados con la relación sexual, como la falta de<br />
deseo, la eyaculación precoz y la falta de orgasmo. Su<br />
falta de especificidad y su calidad valorativa negativa<br />
hicieron que cayera en desuso. El término actual de<br />
disfunción eréctil (DE) es específico, no es valorativo y<br />
deja en claro que los demás problemas sexuales no<br />
necesariamente están implicados.<br />
La DE es la disfunción sexual más común en los<br />
hombres después de la eyaculación precoz. Tiene<br />
como característica particular un fuerte componente<br />
subjetivo, siendo definida por cada hombre que la<br />
padece.<br />
La capacidad del pene erecto de resistir la<br />
deformación durante la penetración permite que se dé<br />
su función fisiológica y constituye una característica<br />
central dentro de la definición de esta disfunción.<br />
Además de esto, una erección funcional debe<br />
mantenerse en el tiempo; por lo tanto la duración de la<br />
rigidez es otro criterio importante.<br />
A lo largo del tiempo han existido, y se<br />
mantienen aún entre la gente, diferentes creencias<br />
erróneas sobre la DE. Una de ellas es pensar que se<br />
trata de un problema afectivo con la pareja, de falta de<br />
interés o que constituye una señal de relación<br />
extraconyugal. A mayor edad aumenta la prevalencia<br />
de DE, sin embargo, la edad en sí misma no es un<br />
causante de esta disfunción (no todas las personas<br />
mayores la padecen).<br />
Para diagnosticar la DE es necesario que la<br />
duración del problema tenga al menos 3 meses (así se<br />
descartan trastornos temporales). Esto no aplicaría en<br />
los casos de traumatismos o disfunción derivada de<br />
una cirugía.<br />
El objetivo del tratamiento de esta disfunción es<br />
conseguir una erección óptima, siendo la satisfacción<br />
en el paciente y su pareja un criterio más importante<br />
que el componente físico en sí, lo que más buscan los<br />
pacientes que se someten a un tratamiento para la<br />
disfunción eréctil, es poder tener erecciones duras y<br />
de larga duración, que se consigan siempre que las<br />
necesite y que tengan la capacidad de satisfacer a sus<br />
parejas, devolviéndoles la confianza en sí mismos.<br />
día 7°, abril de 2014<br />
Robert Akras Velásquez<br />
Psicólogo Clínico<br />
Centro Médico San Germán<br />
Máster en Sexología y Educación Sexual<br />
temor masculino<br />
Disfunción Eréctil,<br />
Aunque en muchas ocasiones la disfunción eréctil es<br />
causada por problemas orgánicos, su abordaje no puede<br />
enfocarse exclusivamente en estos factores, como<br />
frecuentemente se realiza a pesar de que existen causas<br />
orgánicas para la disfunción eréctil, el estrés que genera la<br />
disfunción así como lo que ésta genera en la pareja, son<br />
factores que es imprescindible evaluar y tratar.<br />
Con respecto al tratamiento farmacológico, los<br />
inhibidores de fosfodiesterasa-5 han sido los medicamentos<br />
con mayor eficacia demostrada y suelen encontrarse dentro<br />
de la primera línea de tratamiento.<br />
El sildenafil (Viagra) fue desarrollado, en un comienzo<br />
para tratar las afecciones coronarias severas. Durante la<br />
primera fase de pruebas clínicas el medicamento tuvo poco<br />
efecto sobre la enfermedad cardíaca, sin embargo en los<br />
participantes se reportó el efecto secundario de cambios en<br />
la respuesta eréctil. Este medicamento ha dominado el<br />
mercado desde su introducción.<br />
Además de los tratamientos farmacológicos y médicos<br />
para la DE, existen también tratamientos psicoterapéuticos o<br />
mixtos. Estos últimos se componen de una combinación de<br />
técnicas psicoterapéuticas con fármacos específicos para la<br />
DE (generalmente inhibidores de la fosfodiesterasa-5). La<br />
esencia de la terapia sexual es la integración, lo que implica el<br />
uso de recursos médicos así como de psicoterapia que<br />
combine varios enfoques.<br />
Para que una terapia sexual sea exitosa se requiere de<br />
ciertas condiciones:<br />
Que exista una pareja estable y colaboradora; que<br />
ambos posean un nivel cultural mínimo que les permita<br />
entender cuáles son las causas del problema y los objetivos<br />
que se persiguen; que ambos sean capaces de asumir<br />
cambios de actitud; que no presenten una psicopatología<br />
grave de fondo; que sea posible eliminar o matizar aquellos<br />
factores que generan expectativas de erección (deseo de<br />
sexualidad coital únicamente, deseo de fertilidad inmediata,<br />
pareja sexualmente exigente, etc.) Características como el<br />
temor al fracaso, la ansiedad por el desempeño, el rol de<br />
espectador durante las relaciones sexuales, las actitudes<br />
híper-demandantes o despectivas de la pareja, entre otros,<br />
contribuyen de forma directa al origen y mantenimiento de la<br />
DE. El modificar factores cognitivos del paciente y de su<br />
pareja hace parte importante de una terapia sexual.<br />
i l i m i t a d o<br />
Dos afirmaciones, entre las más<br />
importantes, son la base del<br />
discurso democrático. “El poder<br />
absoluto corrompe absolutamente”<br />
y “El poder debe renovarse” .<br />
Por estas afirmaciones es que se<br />
plantearon los límites (incluso<br />
temporales) al poder.<br />
Pues bien, justo estas dos afirmaciones son las<br />
que ahora entran en juego cuando se propone, en<br />
el mundo latinoamericano, presidencialismos<br />
ultra-fuertes a costa de un poder legislativo<br />
desacreditado por su corrupción (que es<br />
provocada, muchas veces, por el mismo<br />
ejecutivo) y de un poder judicial que pierde<br />
paulatinamente su independencia y autonomía. Y<br />
todo esto bajo el peligroso discurso de la totalidad<br />
y de la unidad.<br />
Este discurso cree, o hace creer, que la<br />
unidad de criterios, de pensamientos,<br />
de ideologías, es la clave para salir<br />
de los problemas que amenaza a<br />
cada país, a cada región. Por<br />
ello, estos presidentes (cada<br />
vez más mesiánicos que<br />
democráticos) claman por<br />
la unidad, pero una unidad<br />
en torno a ellos mismos,<br />
cuales soles en los sistemas<br />
planetarios. Así, condenan la<br />
diferencia y la divergencia, ya<br />
no sólo por su afán centralista<br />
sino que va más allá: consideran<br />
Andrés Botero<br />
Profesor de Filosofía del derecho de la Universidad de Medellín<br />
que esa diferencia limita las posibilidades de salir<br />
de las crisis, estas últimas maximizadas por los<br />
medios de comunicación que le hacen juego al<br />
discurso de la unidad, de la totalidad.<br />
Con este discurso, que leo y oigo en muchos<br />
espacios de América Latina, es que se pone en<br />
jaque cualquier pretensión real de democracia, y<br />
justo se hace tal cosa en nombre de la democracia<br />
misma puesto que este discurso se vende como si<br />
fuese expresión del querer de una mayoría<br />
electoral que condena disentir del pensamiento<br />
oficial y que, peor aún, considera que los controles<br />
y los límites que el derecho (especialmente el<br />
constitucional) plantea son obstáculos para<br />
superar los graves problemas sociales que nos<br />
aquejan. ¿Cuándo entenderemos que las<br />
soluciones a las crisis no se resuelven con poderes<br />
ilimitados y poco controlados?<br />
En esta línea es que me sigo preguntando: ¿Cuál<br />
es el precio que debe pagar la democracia por<br />
permitir un poder ejecutivo demasiado fuerte, con<br />
posibilidades de extenderse en el tiempo<br />
impidiendo así las renovaciones? ¿Acaso no<br />
estamos abriendo la puerta constitucional para la<br />
perpetuación de regímenes cada vez más<br />
personalistas?<br />
Concluyendo, considero que para la<br />
democracia no ha sido (ni es)<br />
conveniente plantear sistemas de<br />
concentración de poderes e impedir<br />
sus renovaciones, pues son puertas<br />
abiertas para la corrupción del<br />
poder. Ésta, y no otra, es la<br />
e n s e ñ a n z a d e l l i b e r a l i s m o<br />
democrático que ahora estamos<br />
perdiendo entre las manos.<br />
día 7°, abril de 2014<br />
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