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Diario de Mallorca MARTES, 23 DE ABRIL DE 2013 13
Diario de Palma
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NUEVO COMEDOR, LLENO TOTAL. El nuevo
comedor de Camp Redó puede acoger a medio
centenar de personas. 1 Manuel Murillo y Miguel
López, en el centro, son dos de los usuarios.
Ahora mismo no tienen domicilio y agradecen
mucho que se haya puesto en marcha este
servicio. 2 El cocinero, Gabriel Mas, última el
primer plato. 3 Gaspar Aguiló, coordinador de
Es Refugi. 4 Guillermo Miralles, párroco de
Sant Francesc de Paula desde hace 33 años e
impulsor junto a Aguiló de esta iniciativa. F
MANU MIELNIEZUK
Camp Redó contra el hambre
La parroquia de Sant Francesc de Paula y Es Refugi unen esfuerzos ante la necesidad
del barrio y para garantizar que 50 personas coman caliente al menos una vez al día
Mar Ferragut
PALMA
Las palabras de los comensales
son todas de agradecimiento para
el párroco de Sant Francesc de
Paula, Guillermo Miralles, y para
el director de Es Refugi, Gaspar
Aguiló, los impulsores de un nuevo
comedor social en el barrio de
Camp Redó. Pero el responsable
de la parroquia no quiere que le
den las gracias: “Les damos lo que
es suyo porque todo el mundo tiene
derecho a comer: sólo hacemos
de intermediarios entre los que
tienen y los que no tienen”, resume
con sencillez.
Miralles y Aguiló detectaron
que debido a la situación económica
no sólo iban cada vez más familias
en busca de comida (la parroquia
reparte hasta cien bolsas de
alimentos cada viernes); también
vieron que algunos vecinos estaban
en una situación tan precaria que
no les servía de nada recibir alimentos
crudos ya que no tienen
dónde cocinarlos. Muchos de los
que llaman a la puerta de la parroquia
viven “en la calle, en un cajero
o incluso en nichos del cementerio”,
apuntaba ayer Miralles.
Había que hacer algo. El cura tenía
la infraestructura (un anexo a la parroquia,
con vistas al Palma Arena)
y el coordinador de Es Refugi tenía
los medios: “Vamos a hacerlo”.
Hace un mes abrieron sus puertas.
Y desde entonces el lleno es total,
cada día. Los comensales son
en su mayoría hombres y españoles,
la mitad de ellos de origen
mallorquín. La pobreza ya no es exclusiva
de los inmigrantes, que según
ha visto Miralles hace tiempo
que se volvieron a su país. La pobreza
está en la casa de tu vecino,
cada vez más cerca y eso hace
“que el problema del hambre invada
las conciencias de cada vez
más gente y que haya más solidaridad”,
según ha percibido el párroco.
Además de gente anónima,
cuentan con el apoyo de la Fundación
Barceló y colegios como
Madre Alberta y Ágora.
Para muchos de los usuarios, la
que hacen allí es su única comida
del día. Los impulsores del comedor
lo saben y por eso les dan un
ágape contundente y nutritivo, según
explicaba el cocinero, Gabriel
Mas, que ayer preparaba una sopa
de macarrones con cerdo y verduras
de primero y un guiso de ternera
de segundo. De postre, melocotón
en almíbar o arroz con
leche; para beber, zumo, que tiene
más nutrientes.
La normalización de la pobreza
Los que acuden al comedor son
personas que hasta hace bien
poco tenían una vida ‘normal’,
pero la pérdida del empleo o del
hogar por no pagar la hipoteca les
ha dejado casi con lo puesto y con
cero ingresos. Miguel López, de 45
años, es un panadero sin trabajo y
“sin domicilio fijo” que no recibe
ninguna ayuda por parte del Gobierno.
Mientras está en este bache,
agradece poder llenarse el estómago
al menos una vez al día en
el comedor de la parroquia.
A su lado está Manuel Murillo,
joyero de 61 años, separado y sin
trabajo, que vive en Es Refugi y habla
de Gaspar Aguiló con veneración:
“Tenemos la suerte de poder
comer gracias a este hombre, nos
da la vida”. A Murillo le gustaría que
esta época de su vida se acabara
pronto, pero lo ve complicado. Lamenta
además que los políticos vivan
ajenos a esta realidad de la calle.
Otros usuarios no quieren aparecer
en el reportaje. Les da vergüenza.
Como Murillo, muchos
no ven una solución a medio plazo
para su situación y otros, que ya
han pasado los cuarenta años, tienen
pocas esperanzas de encontrar
un trabajo, a pesar de que algunos
cuenten hasta con titulación universitaria.
En el comedor no sirven raciones
de esperanza, pero según cuenta
Miralles intentan hacerles sentir
que están “en lo más parecido a
un hogar”. El obispo, Javier Salinas,
asistió ayer a la inauguración oficial
de este comedor y aplaudió la
iniciativa como “un síntoma de una
iglesia viva”.
Para todos los que quieran aportar
alimentos para esta causa, pueden
entregarlos en la parroquia
(ubicada en General Riera nº 75) o
llamar al teléfono 971768445.