04.11.2014 Views

Crónicas callejeras

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>Crónicas</strong><br />

<strong>callejeras</strong><br />

Descubre la otra cara de la moneda<br />

de las calles de Medellín y Colombia,<br />

relatada por las voces menos<br />

escuchadas de la sociedad


Índice de contenido<br />

1. La historia de los<br />

olvidados.<br />

2. El limpia vidrios.<br />

3. Entrevista a un<br />

indigente.


La historia de los olvidados<br />

Estamos muy llevados a creer que “el<br />

indigente está en la calle por<br />

drogadicto”, o sea que asociamos<br />

directamente la drogadicción con la<br />

indigencia y esto es en parte cierto.<br />

Ya que además de ser una causa, la<br />

drogadicción es también una<br />

consecuencia de la indigencia. Y<br />

sabiendo que el consumo de<br />

alucinógenos y sustancias<br />

psicoactivas es una decisión personal<br />

y la adicción posterior a los mismos<br />

es sólo una consecuencia de esa<br />

decisión personal, pensamos que<br />

todos los habitantes callejeros son<br />

personas sin valor ni principios<br />

conducidos a la indigencia por<br />

decisiones propias e incorrectas.<br />

Producto de una conversación acerca de este<br />

tema con un familiar muy allegado, pude darme<br />

cuenta de que ser un habitante callejero podría<br />

ser el futuro de cualquier persona que goza<br />

ahora de buenas condiciones de vida y que las<br />

razones que llevan a una persona por esos<br />

sinuosos caminos pueden ser tan variadas como<br />

complejos. las palabras exactas que me dijo<br />

fueron:<br />

“Yo hablé un día con un indigente que me dijo<br />

que había que tenerle miedo y respeto a la calle,<br />

ya que esta se puede tragar a cualquiera y no<br />

escupirlo nunca, él admitió abiertamente que la<br />

razón por la que quedó envuelto en esa situación<br />

era el consumo a temprana edad de sustancias<br />

como el bazuco. Pero también me dijo que a lo<br />

largo de su vida como indigente había conocido<br />

muchas personas igual a él que llegaron allí por<br />

diferentes razones. Había conocido médicos y<br />

abogados (todos siendo “dotores” y comiendo del<br />

bote de basura de la esquina), también había<br />

conocido personas ricas a las que les fallaron los<br />

dotes de tahúr, desplazados por la violencia<br />

(campesinos, indígenas). Todos ellos devorados<br />

por el hambre fría y la malicia de la calle”.


“Cuanto más rico se hace un hombre, más pobre se hace otro”<br />

Antonio Zafra<br />

Hay una gran diversidad de causas por las que existen los<br />

habitantes callejeros. La más popular de todas, por así decirlo,<br />

es la drogadicción y el uso de fármacos. Pero esta no es la<br />

única; si observamos a la indigencia desde una mirada más<br />

objetiva podremos darnos cuenta que son también muy comunes<br />

los caso de desplazamiento forzoso, adicción a las apuestas,<br />

pobreza extrema, entre muchas otras, pero la más importante de<br />

todas es la desigualdad social.<br />

“<strong>Crónicas</strong> <strong>callejeras</strong>” nace con el fin de abrir los horizontes en la<br />

mente del lector, para que así pueda entender que la indigencia<br />

no es una infección en la sociedad sino una problemática que<br />

puede llegar a resolverse con la ayuda de todos, para que sepa<br />

que el estado de indigencia no es siempre culpa del habitante<br />

callejero y más importante que todo; para que comprenda que<br />

aquel que extiende su mano, con humildad y a la vez con<br />

vergüenza, en busca de unas migajas de pan; aquel que<br />

juzgamos premeditadamente y que hacemos a un lado, es al<br />

igual que nosotros un ser humano.


El limpia vidrios<br />

“Marquitos” se levanta muy temprano y alista todos<br />

sus útiles. Baja hacia la séptima y camina muchas<br />

cuadras hacia el norte, y en la calle 72 frente a un<br />

CADI, deja todos sus útiles de trabajo, cierra los ojos,<br />

ora y le pide a Dios que le vaya bien, pues no quiere<br />

quedarse sin un peso esta noche. Sin saber<br />

matemáticas, pues no recibió educación alguna, sabe<br />

que tiene menos de un minuto (lo que dura el semáforo<br />

de la 72 de rojo a verde) para lavar los vidrios de los<br />

carros que pasan por esa calle. A él no le gusta<br />

mendigar, pues pedir limosna, “es como robar, pero<br />

decentemente” tal como afirma él. El agua la tiene que<br />

sacar de una manguera donde riegan las plantas que<br />

adornan la Av. Chile, e inmediatamente la vierte en el<br />

balde que le tiene que durar hasta la noche.<br />

“Marquitos” trabaja de 8:00 AM a 8:00 PM casi sin<br />

descanso, siempre solo, sin tener ni siquiera 15 minutos<br />

para almorzar, y con qué plata, si la gente lo desprecia. La<br />

esperanza de este niño se enciende como el semáforo que<br />

ahora está en rojo, pero le dura tan poco, como el tiempo<br />

que dura el semáforo cuando está en verde. En pocos<br />

minutos, empieza a limpiar los vidrios de los carros,<br />

muchas veces le pitan o le echan el carro atrás (casi a<br />

punto de atropellarlo) para que no lo limpie, le suben la<br />

ventana y los conductores le miran su tristeza y su agonía<br />

al rogarle que le de una moneda para que pueda comer por<br />

la noche. A cada rato, Marquitos se planta firmemente en<br />

la ventana del conductor y sin murmurar palabra, no<br />

alcanza a decir ni siquiera “por favor”, y los conductores lo<br />

niegan, lo ignoran; por eso, a veces toca lanzarse al<br />

limpiabrisas de adelante, a veces al de atrás para que a los<br />

conductores les toque dar aunque sea una simple moneda.<br />

Sacado de: http://www.usergioarboleda.edu.co/altus/cronica_limpiavidrios.htm


“No siempre depende de nosotros ser pobres; pero siempre depende de nosotros hacer<br />

respetar nuestra pobreza”.<br />

Voltaire<br />

Su tristeza queda por siempre impregnada en la ventana del conductor que a veces no tiene la conciencia de los niños de la calle, no tiene noción de lo<br />

que le sucede a Marquitos; entonces el pequeño se resigna, le agradece y con las manos vacías intenta con otro carro. La suerte es la que gobierna<br />

ahora y el “no” abunda en las respuestas. Y a la típica escena de película, empieza a hacer bastante frío, y aunque el pequeño limpiavidrios tirita<br />

por la noche helada, no es excusa para que huya de su misión y persiste en trabajar; espera que nuevamente el semáforo cambie a rojo para seguir<br />

trabajando, un nuevo trabajo, una nueva esperanza, y esta vez, muchos carros.<br />

Ya se acerca la noche, y “Marquitos” solo recibió $500 pesos, seguramente es muy poco para los lectores de esta crónica, pero quinientos pesos le<br />

sirve para un Chocoramo o unas papas de paquete...


Entrevista a un indigente<br />

La invitación que le hago a los lectores de esta revista, es<br />

que se pongan en los zapatos del otro ser humano y que no<br />

se armen prejuicios acerca de una persona sólo porque<br />

esta tiene la mano extendida desesperadamente en busca<br />

de ayuda. No sabemos la cantidad de daño que podemos<br />

provocar en el otro al torcer la mirada y pretender que no<br />

está allí. La indigencia es un problema que nos atañe a<br />

todos como sociedad, por eso es nuestro deber otorgarles<br />

una ayuda y un apoyo a los habitantes callejeros; no<br />

necesariamente de manera monetaria.<br />

Sacado de: https://www.youtube.com/watch?v=Q7mAJo2zlzg

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!