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primer libros cincuenta sombras de Grey

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—Supongo que no tomas la píldora.<br />

¿Qué? Mierda.<br />

—Me temo que no.<br />

Abre el <strong>primer</strong> cajón y saca una caja <strong>de</strong> condones. Me mira fijamente.<br />

—Tienes que estar preparada —murmura—. ¿Quieres que cierre las persianas?<br />

—No me importa —susurro—. Creía que no permitías a nadie dormir en tu<br />

cama.<br />

—¿Quién ha dicho que vamos a dormir? —murmura.<br />

—Oh.<br />

Madre mía.<br />

Se acerca a mí <strong>de</strong>spacio. Está muy seguro <strong>de</strong> sí mismo, muy sexy, y le brillan los<br />

ojos. El corazón se me dispara y la sangre me bombea por todo el cuerpo. El <strong>de</strong>seo,<br />

un <strong>de</strong>seo caliente e intenso, me inva<strong>de</strong> el vientre. Se <strong>de</strong>tiene frente a mí y me mira<br />

a los ojos. Oh, es tan sexy…<br />

—Vamos a quitarte la chaqueta, si te parece —me dice en voz baja.<br />

Agarra las solapas y muy suavemente me <strong>de</strong>sliza la chaqueta por los hombros y<br />

la <strong>de</strong>ja en la silla.<br />

—¿Tienes i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> lo mucho que te <strong>de</strong>seo, Ana Steele? —me susurra.<br />

Se me corta la respiración. No puedo apartar mis ojos <strong>de</strong> los suyos. Alza una<br />

mano y me pasa suavemente los <strong>de</strong>dos por la mejilla hasta el mentón.<br />

—¿Tienes i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> lo que voy a hacerte? —aña<strong>de</strong> acariciándome la barbilla.<br />

Los músculos <strong>de</strong> mi parte más profunda y oscura se tensan con infinito placer.<br />

El dolor es tan dulce y tan agudo que quiero cerrar los ojos, pero los suyos, que me<br />

miran ardientes, me hipnotizan. Se inclina y me besa. Sus labios exigentes, firmes y<br />

lentos se acoplan a los míos. Empieza a <strong>de</strong>sabrocharme la blusa besándome<br />

ligeramente la mandíbula, la barbilla y las comisuras <strong>de</strong> la boca. Me la quita muy<br />

<strong>de</strong>spacio y la <strong>de</strong>ja caer al suelo. Se aparta un poco y me observa. Por suerte, llevo el<br />

sujetador azul cielo <strong>de</strong> encaje, que me queda estupendo.<br />

—Ana… —me dice—. Tienes una piel preciosa, blanca y perfecta. Quiero<br />

besártela centímetro a centímetro.<br />

Me ruborizo. Madre mía… ¿Por qué me dijo que no podía hacer el amor? Haré<br />

lo que me pida. Me agarra <strong>de</strong> la coleta, la <strong>de</strong>shace y ja<strong>de</strong>a cuando la melena me cae<br />

en cascada sobre los hombros.

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