Salud Integral, Sexual y Reproductiva de las Mujeres en el ... - Acnur

SALUD INTEGRAL, SEXUAL Y REPRODUCTIVA
DE LAS MUJERES EN EL DESARRAIGO
“Los Estados deberán adoptar medidas a fin de eliminar la discriminación contra las
mujeres en todos los asuntos relacionados con el matrimonio y las relaciones familiares,
y deberán asegurar que, entre otros derechos, las mujeres y los hombres tengan el
mismo derecho a elegir su pareja y casarse libremente, únicamente con el total
consentimiento de ambas partes, y los mismos derechos a elegir libre y
responsablemente el número y el espaciamiento de los hijos, y a tener acceso a la
información, la educación, y los medios necesarios para ejercer estos derechos.”
Convención para la eliminación de todas las formas de
discriminación contra las mujeres, 1979 (Art. 16).
1. Qué entendemos por salud reproductiva
La Conferencia Internacional sobre Desarrollo de la Población (CIDP) celebrada
en El Cairo en 1994, definió así la salud reproductiva:
“Un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no meramente la
ausencia de enfermedad, en todas las cuestiones relativas al sistema
reproductor y a sus funciones y procesos. La salud reproductiva implica por
tanto que la gente sea capaz de tener una vida sexual satisfactoria y segura, y
que tenga la capacidad para reproducirse y la libertad para decidir si hacerlo,
cuándo y con qué frecuencia.”
Mientras que hasta hace poco tiempo estos temas se trataban como parte del
“control natal” o familiar, actualmente se tratan en el contexto de los derechos de
los individuos, y en concreto de las mujeres, dentro del marco de sus derechos
humanos.
2. Aspectos crecientemente problemáticos para la salud de las mujeres en
el mundo:
- Las tasas elevadas de mortalidad materna y de enfermedades (en Bolivia y
Haití respectivamente, 390 y 1,000 muertes maternas por 100 mil nacidos
vivos).
- Las tasas de embarazos no deseados en la población de mujeres de
todas las edades. A nivel mundial, por lo menos 75 millones de embarazos al
año son indeseados.
- Las tasas de embarazos no deseados en adolescentes pobres y con bajos
niveles de escolaridad.
- El número de abortos provocados (en algunos países, más de la mitad de
todos los embarazos - 55% - termina en aborto). A nivel mundial, se calculan
más de 20 millones de abortos cada año en situación de riesgo, y 75 mil
muertes.

- El alza de las enfermedades de transmisión sexual. A nivel mundial, 1 millón
de personas muere al año como resultado de enfermedades del tracto
reproductivo, aparte del VIH/SIDA.
- El acceso limitado a servicios de educación y salud reproductiva.
- Los niveles persistentes de violencia contra las mujeres y las niñas.
(MSI, 1996; PRB, 1997)
3. La salud reproductiva en la población de mujeres en desarraigo
Se ha constatado que en la etapa más aguda de una emergencia que conduce
al refugio, los factores mortales más visibles de mujeres y hombres, fuera de la
violencia directa, son la desnutrición, las enfermedades diarreicas, la varicela,
las enfermedades respiratorias agudas y la malaria. Por ello la provisión de agua
limpia, alimentos y cuidados de salud primaria son fundamentales en ese
momento, y generalmente se tienen dispuestos.
Sin embargo, otros factores mortales, como son la violencia sexual, la muerte
por abortos en la huída, y la muerte por SIDA son factores asesinos en esa
etapa, aunque no reciben la misma atención.
En la etapa que sigue inmediatamente, la atención a la salud reproductiva
enfrenta asesinos menos visibles pero que cobran muchas vidas.
Específicamente se mencionan:
- Las complicaciones del embarazo y parto
- La desnutrición y las epidemias que terminan por debilitar las reservas
fisiológicas de las mujeres embarazadas y lactantes, poniendo en riesgo su
vida y la de la criatura
- El aumento en la violencia sexual, que resulta del derrumbe en el orden
social y que es frecuente en las emergencias del refugio, combinadas con la
pérdida de poder y estatus de los varones. Esta violencia sexual contra las
mujeres en el refugio - la violación, el abuso sexual, la prostitución forzada y
las agresiones físicas durante el embarazo - es mucho más frecuente de lo
que normalmente se reconoce.
- Los abortos no inducidos que se producen como consecuencia de la
emergencia de la huída, y los abortos provocados por la desesperación
resultante del embarazo por violación, o de la perspectiva de enfrentar una
nueva maternidad en situación de guerra.
4. La salud reproductiva como eje central para el trabajo con mujeres
El control de la sexualidad y de la reproducción de las mujeres como madres ha
sido el instrumento más profundo de su opresión. Desde que son niñas y hasta
la vejez, las mujeres son valoradas como buenas o malas, como valiosas o
inútiles, según las ideas, sentimientos y percepciones que la familia o los demás

tengan sobre su sexualidad.
La maternidad es el otro eje de identidad de la mayoría de las mujeres. El
proceso de engendrar, dar a luz, y cuidar a los hijos marca profundamente a las
mujeres, tanto en su identidad como en su cuerpo.
Las mujeres integran en su identidad estas valoraciones externas, y aprenden a
valorarse a sí mismas de igual manera. La falta de información y la ausencia de
dominio sobre los procesos de su cuerpo hacen que las mujeres se sientan
frecuentemente incompetentes, humilladas, impotentes, y mantengan una baja
autoestima.
Tradicionalmente, la sexualidad ha sido el medio a través del cual la dominación
de hombres sobre mujeres se ha mostrado con mayor rigor y violencia, y ha
fungido como instrumento para ejercer un férreo control social sobre ellas. En
función de mantener la virginidad para complacer y llenar las cualidades exigidas
por un futuro marido, las mujeres jóvenes han sido reprimidas, encerradas en
sus casas, y reservadas para su entrega a aquél. Existen países en donde la
familia de la novia recibe una dote del novio por la compra de aquélla. En otros
lugares, la familia de la novia paga una dote, para que la familia del novio la
reciba.
En ambos casos, el cuerpo de la mujer está de por medio, como algo que se
compra y se vende, y el mandato de la virginidad es generalizado en la mayor
parte del mundo. Cualquier sospecha de que este cuerpo no esté “íntegro”
implica rechazo por parte de la familia cercana, y también de la sociedad y
comunidad. Implica asimismo violencia física y todo tipo de maltrato, y en
ocasiones, la expulsión del hogar o de la comunidad. Esta concepción y
costumbre de que las mujeres no valen nada si han tenido relaciones sexuales,
voluntarias o no, con un hombre que no fuera su marido, es un tremendo riesgo
para su salud física y mental, y una violación de sus derechos humanos.
Por otro lado, en torno a los dos aspectos, sexualidad y maternidad, se tienden a
hacer idealizaciones, y la violación sexual a menudo se percibe como un mero
accidente desafortunado. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que la
sexualidad y la maternidad están frecuentemente acompañadas de procesos de
enfermedad y de muerte. En torno a ellos, tiene lugar frecuentemente una
profunda violencia, ya sea por la ausencia de cuidados adecuados, ya sea por la
violencia activa y directa por parte de otros.
Durante los conflictos armados, las mujeres son frecuentemente objeto de
violaciones masivas, comportamiento de los ejércitos que tiene por objeto
desmoralizar a la población enemiga. En sus cuerpos, las mujeres reciben la
violencia profunda del agresor, y frecuentemente el rechazo del marido u
hombre de la casa, que siente su honor mancillado y que percibe a la mujer
como despojada de su valor femenino. Como resultado, frecuentemente la mujer
es rechazada por la familia y se encuentra sin respaldo y sin su propio espacio

en los momentos más difíciles.
La atención a la crisis por la que atraviesa la mujer frente a un embarazo no
deseado o producto de una violación, es tan importante como el reparto de
alimentos o la búsqueda de techo. Es necesario afirmar y transmitir a los
hombres que la valoración de las mujeres no se pierde, y que su honor no está
en cuestión. Que los hombres consideren a la mujer violada como un desecho
humano es tanto como condenarla a la marginación, al suplicio y a la muerte.
Los hombres tienen fuertes conflictos en torno a la violencia. Cuando ellos son
quienes generan la violencia a nivel doméstico, transformar sus actitudes implica
generar un entorno en el que él sienta que el cambio no es riesgoso para él, un
proceso que no sea individual sino que otros hombres legitiman el cambio.
5. La salud, los derechos reproductivos y el poder
Muchas investigaciones han mostrado la relación entre el estatus de la mujer y
la salud. En condiciones de pobreza el ciclo de enfermedad se inicia a partir de
una madre con pobre salud, que da a luz una niña que a su vez sufrirá
discriminación en salud, nutrición y educación (Rodriguez, 1994.)
Sayavedra y Flores (1997) indican que puesto que la salud está determinada por
la condición de género y la situación específica de vida, tiene que ver entonces
con su capacidad individual y colectiva de desconstruir el poder de dominación y
apropiarse de sí mismas; esto es, de su poder de transformarse con autonomía.
Las mismas autoras señalan que en este proceso de apropiación de su
sexualidad y de su cuerpo, necesariamente se construyen conflictos. Hay
avances y transformaciones, resistencias y adaptaciones temporales.
El avance del poder de afirmación de las mujeres conduce a la salud individual y
colectiva. El poderío es el proceso mediante el cual las mujeres pasan de ser
objetos de opresión a sujetos de transformación de esta opresión. Es el
conjunto de capacidades para la transformación de la condición genérica.
Las mujeres deben de aprender y poder ejercer los siguientes derechos
reproductivos:
• El derecho a la vida; proteger a las mujeres que están en peligro debido al
embarazo; implica un aumento en los servicios implementados por los
gobiernos.
• El derecho a la libertad y la seguridad personal, que deben proteger a la mujer
de embarazos forzados, de esterilización forzada o de abortos por falta de
acceso a anticonceptivos efectivos. Este derecho incluye la libertad personal
en materia de disfrute de su vida sexual y reproductiva, teniendo en cuenta
los derechos de los otros.

• El derecho a la información y a la educación sexual, incluyendo las personas
solteras y las adolescentes.
• El derecho al cuidado de la salud, y a ser libre de prácticas tradicionales y
modernas que sean peligrosas para ella.
• El derecho a la planificación de la familia, que se refiere al derecho de todas
las parejas e individuos a decir libremente el número de hijos y el
espaciamiento de éstos.
• El derecho a una sexualidad satisfactoria y sana.
• El derecho a una sexualidad respetada y valorada.
• El derecho a una vida de familia privada, lo cual implica la confidencialidad en
las decisiones.
• El derecho a la salud mental y a la integración personal en torno a la vida
reproductiva, lo cual implica el apoyo para superar traumas producidos en el
proceso de huída y refugio.
• El derecho a no ser objeto de discriminación sexual que ponga obstáculos a
las mujeres para tomar decisiones con independencia de sus parejas.
• El derecho a no ser objeto de discriminación por edad, que implica que las
mujeres adolescentes y jóvenes deberían de tener el mismo derecho a la
confidencialidad en materias relativas a su salud sexual y reproductiva.
• El derecho de mujeres y hombres a participar con igual responsabilidad en la
educación y crianza de sus hijos, a hacer ésto de manera creativa y a
construir identidades que vayan más allá de los roles de género.
6. Propósito y objetivo general de los proyectos de salud reproductiva para
poblaciones en desarraigo
Algunos elementos para un objetivo general en este aspecto serían los
siguientes:
Otorgar protección efectiva a las poblaciones durante la huída al país de acogida
y durante el refugio, de manera que a través de la estrategia de fortalecimiento
de su salud reproductiva, las mujeres adquieran mayor capacidad de control de
sus vidas y de sus relaciones personales; generen mayor energía vital y
autoestima para cambiar su entorno; sostengan su bienestar físico y psicológico;
y desarrollen los mecanismos para sostener estas condiciones de manera
efectiva.
En el contexto de este planteamiento, y en el marco de los derechos humanos,
la meta de los proyectos debe de ser proporcionar a la población refugiada y de
manera específica a las mujeres, desde el comienzo del conflicto, los servicios y
medios adecuados para lograr la reducción de los índices de embarazo no
deseado de mujeres adultas y adolescentes, de morbimortalidad materna, de
violencia doméstica y sexual, del número de abortos realizados en condiciones
insalubres, y de la incidencia de VIH/SIDA, a partir de la implementación de
servicios de prevención y atención médica adecuados, de consejería para

mujeres, para hombres y para adolescentes, de capacitación de líderes,
formación de promotoras de salud, y de capacitación y relación con ONGs y
agencias implementadoras.
7. Objetivos específicos posibles de los proyectos de salud reproductiva
a. Proporcionar orientación, información, educación, comunicación, y servicios
en materia del desarrollo físico, sexual y de todos los aspectos relacionados con
la maternidad.
b. Crear condiciones e implementar acciones dirigidas a cambiar actitudes con
respecto a la educación sexual de mujeres y hombres adolescentes.
c. Evitar embarazos no deseados y reducir la incidencia de embarazos con
riesgo de enfermedad y de muerte.
d. Reducir la incidencia de violencia.
e. Aumentar la participación de los hombres en la práctica efectiva de
planificación familiar y en las responsabilidades relacionadas con la crianza y
educación de los hijos.
f. Promover la lactancia materna para favorecer el espaciamiento de los
nacimientos así como la salud materna e infantil.
g. Prevenir enfermedades de transmisión sexual, incluyendo el VIH/SIDA,
reducir su incidencia, dando especial atención a los niños y jóvenes.
h. Promover el desarrollo de una sexualidad responsable, partiendo de las
relaciones de igualdad y de respeto mutuo entre los sexos.
i. Promover la organización de las mujeres para obtener educación y servicios
sobre salud reproductiva.
j. Promover la educación y cambio de actitudes de las comunidades en torno a la
posibilidad y los derechos de las mujeres a tener mayor dominio sobre su
sexualidad y su vida reproductiva, y sobre la responsabilidad de los hombres en
torno a estos temas.
k. Promover la atención a las víctimas de violencia sexual, a partir del cambio de
actitudes hacia la violación, a nivel público y en la familia.
Como parte de los objetivos de salud reproductiva, se deberán incluir siempre
dos objetivos que constituyen un soporte imprescindible del cambio:

1. Promover el empoderamiento de las mujeres, adolescentes y niñas en todos los
ámbitos sociales, por medio de
- su concientización de género
- su organización en torno al acceso, calidad y tipo de servicios de salud
reproductiva
- la reducción en el nivel de violencia dirigido hacia ellas
- el aumento en su capacidad de ejercer y defender sus derechos humanos y
ciudadanos
2. Fomentar la organización de las mujeres que tienda no solamente a hacer más
efectivo el servicio de salud, sino a aumentar la capacidad de las mujeres para
hacerse escuchar, concretar y visibilizar sus necesidades y sus propuestas, y
enviar a sus representantes y líderes a los espacios donde se toman decisiones,
con el fin de negociar alternativas y afianzar su capacidad de influencia.
8. Estrategias y actividades: Lecciones aprendidas
a. En el momento de emergencia
- Generar una sentido de apropiación de los proyectos y programas de salud por
parte de las mujeres, sentido que es esencial para aumentar la probabilidad de
que los programas tengan efectividad y se sostengan.
- Desarrollar mecanismos para impulsar que las mujeres se organicen en torno a
diferentes necesidades desde un principio, promoviendo su consolidación
gradual. Entre estos mecanismos está el de identificar y promover el liderazgo
de las mujeres en todos los niveles, de base, como promotoras, y como sus
representantes.
- Entender la violencia sexual, el embarazo impuesto por la violencia, así como
los abortos y enfermedades asociadas con los embarazos, como una de las
amenazas centrales a la salud y a la vida de las mujeres en el momento del
conflicto, huída, y primeros tiempos en el refugio.
b. La formación de promotoras y las encuestas de arranque (diagnóstico)
En el comienzo del trabajo/proyecto, es importante realizar encuestas y sondeos
entre mujeres y hombres, ancianos y jóvenes, y todos los grupos de base para
recoger datos sobre la situación y establecer una medida del punto de arranque.
Según las características de la comunidad, es importante capacitar a mujeres de
la misma comunidad o grupo de refugiados afín, para que realicen las
encuestas.
El enfoque de realizar una encuesta sobre salud reproductiva fué utilizado muy
exitosamente en el proyecto de Chiapas (Lozano, 1996), en donde se capacitó a

un grupo de promotoras refugiadas para realizar entrevistas sobre numerosos
temas de vida cotidiana de las mujeres y sobre salud reproductiva, que
permitieron definir el tipo de servicio que requerían las mujeres. A partir de
diversas experiencias, ACNUR ha publicado un manual sobre herramientas a
usar en el ámbito de la salud reproductiva, que incluye cuestionarios para
diferentes temas, indicadores, guías de seguimiento y evaluación y otras
(UNHCR, Refugee Reproductive Health Needs Assessment Field Tools).
La encuesta inicial conlleva varios tipos de resultados positivos: las mujeres se
concientizan y se motivan; conocen la realidad y tienen fuerza para informar
sobre ella, asegurando un buen diagnóstico; adquieren un primer nivel de
identidad como promotoras de salud; obtienen información que las personas
ajenas al grupo social encuestado no podrían obtener, debido a la confianza que
logran generar; pueden regresar a las personas encuestadas para la devolución
de la información, y de esta manera afianzar la relación con las mujeres y dar
inicio al proceso de concientización y organización.
c. Programas para parteras
En todas las comunidades rurales y algunas urbanas, existen parteras
reconocidas por la comunidad - así también en los grupos de refugiados. Se han
realizado programas para parteras en Chiapas, entre la población refugiada de
Nicaragua, y en muchos otros lugares (Lozano, 1996). La mayoría de estos
programas trata de identificar a estas mujeres y organizar procesos para
fortalecer sus conocimientos tradicionales con otros conocimientos y técnicas
probados; levantar su autoestima; promover que sus valores y conceptos sobre
la salud reproductiva no sean moralistas o punitivos; promover la visibilización,
legitimación y valoración de su trabajo por parte de la comunidad y de las
autoridades del sistema de salud formal.
Una forma de promover la mejora de los servicios de las parteras, y la capacidad
de éstas de transcender su espacio actual, es fomentar que se les remunere,
tanto por parte de la comunidad como por parte de los servicios públicos de
salud. De esta manera evitamos la deserción por sobrecargas de trabajo o por
presiones económicas, y aseguramos la sostenibilidad de los servicios como
parte del fortalecimiento de la comunidad; asímsimo contribuímos a la
revalorización de las habilidades de las mujeres.
d. Salud reproductiva entre las y los adolescentes
Entre las mujeres jóvenes existen numerosos problemas de salud reproductiva:
el desconocimiento de sus cuerpos, los embarazos tempranos, los efectos de la
violencia sexual, y crecientemente del VIH/SIDA.
Abordar esta problemática implica generar áreas de asesoría y servicios para los
y las adolescentes que estén de alguna manera separados de aquellos que se
dan a las mujeres adultas, de manera que las personas jóvenes se sientan libres

y con confianza.
En algunos casos se han formado equipos de personas de la misma edad para
llevar a cabo investigaciones, generar confianza con los jóvenes, y proponer
cambios en los patrones sociales que permitan el acceso de éstas y éstos a los
servicios de consejería y de atención. Varios estudios sobre la conducta de la
población joven (ICRW, 1996) indican que la prevención del SIDA requiere tratar
no sólo la temática de la sexualidad, sino toda la problemática de la
discriminación de género, ya que los cambios en el ejercicio de la sexualidad, y
en medidas preventivas como el uso del condón, requieren de cambios en las
relaciones de poder entre las parejas.
e. La salud reproductiva entre la población masculina
Entre grupos de refugiados, es importante convencer a los hombres que se
integren al diagnóstico, y que la salud de ellos también está en juego, al igual
que la de la mujer, ya que ellos están sujetos igualmente a infecciones y
particularmente al VIH/SIDA. Esta es una forma de superar resistencias. La
experiencia reportada por ICRW para Thailandia (1996) indica que en ocasiones,
los grupos sólo de hombres son más efectivos, mientras que en otros, el doble
proceso de discutir entre mujeres y hombres unas veces, y separados por sexo
otras veces, tiene el mayor efecto en el involucramiento de los varones.
Trabajar en cuestiones de salud reproductiva con hombres es particularmente
importante porque permite entrar al tema de las relaciones de violencia que ellos
establecen con las mujeres (Lozano, 1996), siempre que los métodos de
capacitación sean amplios y se centren en la salud como un intercambio
armónico de las personas con su medio, para beneficio de sí mismas.
f. Sobre los servicios
Se ha ilustrado una experiencia exitosa de mujeres refugiadas provenientes de
Mozambique, que se reunieron en los campamentos de Zimbabwe para discutir
sobre su condición de mujeres refugiadas (RPN, 1995). Durante los encuentros,
las mujeres evidenciaron los problemas comunes. Las siguientes son algunas de
las propuestas formuladas:
- En un inicio, de manera particular, es necesario tomar en cuenta los valores y
la cultura; las influencias de género en las relaciones interpersonales;
costumbres en relación al parto; nivel de privacía e intimidad que requieren
las mujeres; la necesidad de disponer de medios de higiene, toallas
sanitarias, formas comunes no agotadoras para recoger leña, permisos
comunitarios para asistir a las reuniones.
- Debe de contarse con mujeres profesionales de la salud que den atención
solidaria de mujer a mujer.
- Es necesario que se combinen la sensibilización personal y grupal con los
- servicios.

- Las mujeres pueden empoderarse más cuando al mismo tiempo que la
medicina oficial (alopatía), se identifican e impulsan formas de curación
alternativa que pueden estar más en sus manos.
- Existen experiencias positivas de la instalación de sistemas de entrevistas
grupales de diagnóstico, que permiten a las mujeres darse cuenta de los
problemas comunes, perder la pena y el miedo a hablar, y promover
acciones grupales como alternativas (Sayavedra y Flores, 1998).
- Las adolescentes y mujeres solteras no llegarán a los servicios a no ser que
se ofrezcan servicios con mayor privacía y condiciones especiales para ellas.
Es importante trabajar con la comunidad la importancia de que las
adolescentes aprendan a cuidarse a sí mismas (ICRW, 1997).
- El acceso a los servicios por parte de las mujeres debe impulsarse de
múltiples maneras, y no por una sola vía.
- Las mujeres parteras y el personal de salud pueden ser capacitados y
motivados para reconocer indicios de violencia en las mujeres que acuden a
consulta, y canalizarlas.
g. Suministro de servicios relacionados con el aborto
El acceso de las mujeres al aborto seguro continúa siendo una cuestión delicada
para los dirigentes religiosos y políticos, en situación de refugio o no. En los
países donantes, la cuestión puede ser crucial en la decisión sobre el destino de
los fondos. La práctica en cualquier asentamiento de refugiados será por ello
determinada tanto por el protocolo jurídico y del contexto, como por la situación
particular de cada mujer. Por ejemplo, el gobierno de Bangladesh en el exilio
permitió en 1971 el aborto para las vítimas de violación. En Hong Kong, sin
embargo, la legislación sobre el aborto, tanto para la población local como para
la desplazada, indica que solamente se permite si el embarazo se considera
riesgo para la salud física o mental de la madre (RPN, 1995).
En el contexto de una campaña amplia que levanta el carácter oculto del tema
de salud reproductiva, se realizó un programa de servicios de aborto impulsados
en Sur Africa (Marie Stopes International, 1997) que incluye todo tipo de
servicios sobre salud reproductiva incluyendo pruebas de embarazo, consejería
y servicios no riesgosos de aborto. Dicho programa indica que las mujeres
acuden en los momentos más angustiosos, en que estarían dispuestas a
arriesgar la vida por evitar un embarazo.
h. Desde el punto de vista de la agencia impulsora, es decir, de ACNUR en este
caso (Women´s Commission for Refugee Women and Children, 1995):
Es necesario abordar el tema de salud reproductiva no como un proyecto
marginal y complementario, sino como uno de los ejes centrales que
soporten la capacidad de las y los individuos para cuidar de sí mismos y
generar formas de bienestar, de salud mental y relaciones afectivas sanas
y no violentas, y de relaciones comunitarias no fundamentadas en la
violencia.

Un programa de salud reproductiva impulsado por ACNUR debe de gozar de a)
fondos adecuados; b) personal capacitado; c) agencias de emergencia
coordinadas; promoción de los cuidados de salud reproductiva entre todos los
grupos de la comunidad, agentes profesionales y agencias implementadoras; y
d) acceso de la población a servicios integrados.
El enfoque debe priorizar el desarrollo de la capacidad del conjunto de la
población para abordar la problemática, y centralmente el fortalecimiento de las
mujeres para impulsar y sostener el proceso.
La atención a la salud reproductiva de las mujeres debe de estar ligada a todos
los proyectos realizados con mujeres y hombres refugiados, dadas las
necesidades que existen y su carácter estratégico.
9. Resistencias que se encuentran al promover la salud reproductiva
- Contradicciones entre la salud materno-infantil y salud reproductiva
En las comunidades asentadas, generalmente se conocen los servicios de salud
materno-infantil, y frecuentemente los agentes de salud son hombres. Se puede
esperar bastante resistencia y bloqueo por parte de ellos, ya que poner la salud
reproductiva en manos de las mujeres significa reducir el estatus comunitario de
ellos y el poder ejercido sobre la sexualidad de las mujeres.
El informe de evaluación del caso de Chiapas (Lozano, 1996) ilustra las
dificultades de las ONGs especializades en salud materno-infantil para aceptar
la salud reproductiva, que pone el acento en las mujeres, y no en los hombres
trabajadores de salud. En este caso, para superar las resistencias, fue
necesario:
- ofrecer una visión integradora a los profesionales o promotores de salud
“comunitaria” a través de talleres y cursos
- impulsar investigaciones en la comunidad, conducidas por mujeres y
hombres cercanos a dicha vision, sobre la condición de salud reproductiva de
las mujeres, para presentar evidencias del descuido producido hasta aquel
momento
- convencer a la comunidad
- garantizar que no se dieran procesos de sabotaje del programa de salud
reproductiva
- impulsar coordinaciones entre ambos equipos de salud
- sostener un nivel de estatus comunitario para los hombres promotores de
salud, y reducir su defensividad
- Las ONGs que no conocen o no tienen enfoque de género podrían bloquear
los servicios, dando voz a las resistencias de la comunidad. Para afrontar estas
resistencias es necesario sensibilizar, realizar reuniones de información y

coordinación; promover la generación de un discurso y argumentación
aceptables para todos; impulsar cursos de identidad para mujeres y para
hombres (sobre masculinidad, entre otros temas), impulsar cursos técnicos
sobre salud reproductiva.
Entre las “mejores prácticas hacia las mujeres refugiadas” (UNHCR, 1998)
recomendadas en torno a salud reproductiva, están la incorporación de personal
femenino de salud, manteniendo equilibrada la proporción entre éstas y el
número de mujeres que requieren atención. Se recomienda asimismo que el
hecho de ser analfabeta no debe de ser un impedimento para incluir a las
mujeres como trabajadoras comunitarias de salud hacia las mujeres, siempre
que reúnan otros requisitos.
- Las costumbres de la comunidad. Es necesario insistir en las campañas de
sensibilización y en la producción de una argumentación que sirva para
sensibilizar a la comunidad de los riesgos que corre si no atiende el problema:
campañas de radio, pláticas, etc.
Puntos de entrada para el tema de salud reproductiva son la discusión
comunitaria sobre el papel de la violencia sexual hacia las mujeres durante la
guerra ; la influencia beneficiosa que la salud de las mujeres tiene sobre toda la
familia; y la obtención de datos desagregados por sexo para transmitir la
importancia de un problema en un campamento concreto.
10. Indicadores
Los siguientes son algunos de los datos que pueden servir para medir avances
en los programas de salud reproductiva:
Cuantitativos
- Tasa de mortalidad materna
- Tasa de mortalidad infantil
- Morbilidad gyneco-obstétrica
- Número de casos y tipos de ETS y de VIH/SIDA
- Disponibilidad de servicios médicos
- Disponibilidad de servicios médicos brindados de mujer a mujer
- Porcentaje de mujeres que acude a los servicios
- Porcentaje de mujeres que asiste a cuidados prenatales, y número de
visitas/consultas
- Porcentaje de mujeres/parejas que planifica los hijos
- Porcentaje de mujeres que realiza la prueba para la detección del cancer
- Porcentaje de embarazos que se declaran deseados e indeseados
- Número de abortos provocados y no provocados
- Porcentaje de mujeres anémicas
- Número total de embarazos y de hijos vivos por mujer
- Edad del primer embarazo

- Nivel de nutrición de los niños al nacer y en períodos de tres meses
- Tasa de inmunización
- Número de mujeres refugiadas promotoras de salud/parteras reconocidas,
capacitadas, remuneradas
- Número de cursos de capacitación o pláticas sobre salud reproductiva
impartidos a hombres y mujeres de las comunidades/campamentos
- Número de casos de incesto
- Número de casos de violación
- Número de casos de mutilación sexual
Cualitativos
- Nivel y manejo de la información sobre salud reproductiva y sobre
sexualidad, que hacen mujeres, hombres, y adolescentes hombres y mujeres
- Disposición de las mujeres a tratar los temas con las personas médicas; con
el grupo de mujeres; con la pareja; con las hijas; con los hijos
- Capacidad de reconocer anticonceptivos que convienen más a su cuerpo
- Apertura de actitudes en torno al comportamiento sexual de otras mujeres y
de sus hijas
- Relaciones de pareja impuestas o libres
- Asistencia a grupos de formación
- Participación en la organización para los cuidados y servicios de salud
- Liderazgo en la organización para la salud
- Satisfacción y autoestima personal explicitadas
- Existencia de servicios para víctimas de violación
- Existencia de sistemas comunitarios saludables y de soporte hacia víctimas
de violencia
- Capacidad de manejar el tema de incesto entre las mujeres y en la
comunidad
11. Consultoras y grupos especializados:
- Colectivo de Hombres contra la Violencia (CORIAC)
Matias Romero 1353-2, Col. Vertiz Narvarte, México, D. F. 03650
Tel/fax: (5) 604-11-78
- Grupo Interdisciplinario en Reproducción Elegida (GIRE)
México, D.F.
- Puntos de Encuentro
Managua, Nicaragua
correo electrónico: puntos@nicarao.apc.org
- Red de Mujeres, A.C.
Apartado Postal 121-087, México, D.F. 04361
- Red de Salud

México
Tel. (5) 539-9674
correo electrónico: sipam@laneta.apc.org
- Salud Integral para las Mujeres (SIPAM)
México
correo electrónico: sipam@laneta.apc.org
- Salud y Género, A.C.
Xalapa, Veracruz, México
12. Referencias bibliográficas
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