Volume 29 - Cincinnati Romance Review
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DON JUAN DE MARCO<br />
57<br />
amorosas de la marca Hollywood. La acumulación de identidades en su persona –<br />
mejicana, italoamericana, española, árabe– parece haber surgido de una “factoría” de<br />
personajes al más puro estilo de la escuela de cine estadounidense de masas para así<br />
conseguir atraer un público más diverso gracias al proceso de identificación múltiple<br />
con el protagonista. Don Juan de Marco es, dentro de su fantasía, un héroe<br />
hollywoodense que transita –a partir precisamente de su citada densidad identitaria– en<br />
la frontera del puritanismo de masas que sólo se dispara salvajemente en un contexto<br />
exótico, bien sea un pueblo mejicano o un harén del Medio Oriente. El que Don Juan<br />
de Marco carezca del poder subversivo del burlador se debe simplemente al hecho de<br />
que en sus seducciones conforma un elemento pasivo –lo cual se utiliza en la narrativa<br />
puritanamente para atenuar su culpa– es decir, su interacción se apoya en el poder de<br />
atracción que genera hacia las mujeres que le rodean, ante las que simplemente ha de<br />
mostrar sus ineludibles encantos físicos y verbales.<br />
El único recurso de ficción que parece funcionar con cierta lógica en este film es<br />
precisamente el espíritu quijotesco en la concepción del personaje de Johnny/De<br />
Marco, a pesar de ser ciertamente ya un gastado recurso narrativo. Mcinnis y Mcinnis ya<br />
apuntan hacia esta obvia conexión entre Don Juan y Don Quijote (77), idea que es<br />
ampliada por Oloya, la cual observa en la articulación del personaje de Johnny una<br />
fusión de Don Juan y Don Quijote (167-68), añadiendo que Jack tiene la misma función<br />
que el cura, el barbero y Sansón Carrasco en la novela cervantina (168). Más<br />
remotamente, la crítica llega a contrastar el enamoramiento de Johnny de la modelo a<br />
quien admira con el de Don Quijote y Dulcinea (169), además del de la tía del<br />
protagonista con el personaje de la sobrina de la obra cervantina (169).<br />
De hecho, Don Juan de Marco tiene también algo más del Don Quijote de la<br />
segunda parte que el de la primera, ya que estamos ante un juguete social que la sociedad<br />
encauza a través de la moderna inquisición, la química de un hospital. El lado<br />
paternalista restitutorio conforma el final de esta historia y de hecho tiene un papel<br />
central, como ha sido observado. 11 Jack y Marilyn son evidentemente padres prestados<br />
para este joven separado de la realidad voluntariamente, quizás con la pretensión de<br />
mostrar la recóndita subversión de las limitaciones naturales asociadas a su clase o<br />
educación. Paradójicamente, el mensaje de Don Quijote de que cualquiera puede crear su<br />
propia fantasía también está presente en Don Juan de Marco. Pero muy al contrario de<br />
lo que ocurre con el héroe de Cervantes, aquí no hay una transformación creíble sino<br />
11 La figura paternal de Jack es enfatizada dentro del arquetipo de Edipo:<br />
As a psychiatrist, Mickler consciously assumes the father/rival role as he enters into<br />
Johnny’s Oedipal fantasy. He permits Johnny to transfer his anger to him, adopting the<br />
attitude that René Girard attributes to the father in the Oedipal triangle. (Mcinnis and<br />
Mcinnis 81)<br />
Según Butler y Hyler, el mito de la solución paternal a problemas psiquiátricos de los jóvenes es<br />
una práctica extendida y reflejada en diferentes filmes contemporaneous de Hollywood entre los que se<br />
encuentra el propio Don Juan De Marco (515).<br />
<strong>Cincinnati</strong> <strong>Romance</strong> <strong>Review</strong> <strong>29</strong> (Fall 2010): 44-61.