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Editorial
A
¡Qué suerte!
quién no le han dicho alguna vez o quién no se lo ha
dicho a otra persona aquello de “vas a tener
suerte” cuando se ha pisado una caca de perro. Suele
decirse que el que no se consuela es porque no quiere.
Y es que estas situaciones parecen estar premiadas por
la diosa fortuna.
E n r e a l i d a d , l o d e s c r i t o a n t e s e s c o n d e u n
comportamiento muy poco cívico. En ese momento,
acordarse del animal que dejó ese “regalo” es lo más
usual, pero, ¿de verdad la culpa es de él?. ¿Acaso no es
más lógico pensar que la persona que saca a pasear al
animal y no recoge sus heces es la verdadera culpable?.
Es necesario acabar con este tipo de prácticas tan poco
solidarias puesto que no sólo deterioran la imagen e
higiene de nuestras ciudades, sino que además puede
salirnos caro. En la mayoría de los ayuntamientos
existen ordenanzas municipales que sancionan estos
hechos con multas que pueden ir desde los 50 hasta los
800 euros.
Ahora bien, ¿de verdad se hace todo lo que se puede
para eliminar este tipo de actos?. Parece ser que no. Se
debería facilitar el acceso de zonas habilitadas para el
juego y esparcimiento de los animales, así como de
proporcionar de manera gratuita bolsas de recogida de
excrementos. Además, la colocación de placas
disuasorias advirtiendo de que tales prácticas están
penadas ayudarían en la erradicación de las mismas.
Por otro lado, es condición necesaria la concienciación
de las personas. Por ejemplo, se debe explicar que si no
existe una zona destinada a evacuaciones de las
deyecciones los animales deberán ser llevados junto a
los bordillos de las calzadas y lo más próximo a los
sumideros del alcantarillado. Estamos convencidos de
que la inmensa mayoría de las personas no tienen
conocimiento alguno de esto último.
No olvidemos que los animales no conocen nuestras
leyes y normativas, pero las personas que los
acompañan sí, o deberían saber que existen al menos
(el desconocimiento de la ley no exime de su
cumplimiento). Podemos disfrutar de la compañía de los
animales sin que ello perjudique al resto de
conciudadanos. Pensemos en el amigo/a que nos
acompaña con fidelidad, no le hagamos quedar mal por
nuestra culpa.
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