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CAPÍTULO<br />

10<br />

La libertad no tiene precio<br />

Corrían los primeros meses de 2008 y el general X, disciplinado, perseverante y arriesgado<br />

como era, fue a los terrenos del más poderoso capo de México para hablar con él cara a cara. El<br />

Chapo Guzmán ya estaba preparado para recibir al mensajero de Los Pinos. El general X, de más de<br />

65 años de edad, colaboraba con Juan Camilo Mouriño en la Presidencia de la República desde<br />

2007, en una asesoría subrepticia como había sido prácticamente toda su tarea durante los 45 años<br />

que sirvió para el Ejército mexicano en la Brigada Blanca, la DFS y la Coordinación de Seguridad<br />

Nacional. El jefe de la Oficina de la Presidencia —el hombre más cercano a Calderón— le había<br />

encargado una misión imposible: poner en paz a los cárteles de la droga. En enero de 2008 Juan<br />

Camilo fue nombrado secretario de Gobernación, pero su encomienda seguía vigente.<br />

Si el general que sabía más por viejo que por diablo no podía lograrlo es que entonces nadie lo<br />

haría. El militar estuvo preso durante casi siete años acusado de presuntos vínculos con Amado<br />

Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos. Hubo muchos testimonios en su contra, pero quedó el velo<br />

de la duda, como casi siempre ocurre en esos tortuosos procesos de la milicia. Le faltaban todavía<br />

otros siete años de cárcel pero en el primer año del gobierno de Por las implicaciones que tiene esta<br />

información narrada por fuentes vivas directas se decidió omitir el nombre del militar.<br />

Felipe Calderón fue puesto en libertad. Su encarcelamiento fue un asunto político, dicen sus<br />

cercanos, y su liberación también.<br />

Nueve meses después de haber salido de la cárcel, ante el azoro de sus compañeros, fue<br />

condecorado por el secretario de la Defensa Nacional, el general Guillermo Galván Galván, por su<br />

"patriotismo, lealtad y abnegación". El gobierno federal tenía que hacerlo visible y creíble ante sus<br />

interlocutores: los narcos. El general X ha dicho que el secretario de la Defensa Nacional también<br />

tenía conocimiento de la encomienda encargada por Mouriño.<br />

Nunca fue remilgoso en las tareas difíciles que le encomendaron, en muchas de ellas había tenido<br />

que entablar relación con los diferentes grupos de narcotráfico, por lo que en 2008, cuando comenzó<br />

a tocar a la puerta de los protagonistas de la guerra entre los narcos, la gran mayoría se la abrió,<br />

como ocurrió con El Chapo.<br />

"La libertad no tiene precio", le dijo Joaquín Guzmán Loera al militar en su encuentro. La<br />

declaración sonaba un poco cínica incluso viniendo de un cínico como El Chapo. La frase del capo<br />

obligó al general X a preguntarle cómo había logrado salir del penal de máxima seguridad de Puente<br />

Grande aquel 19 de enero de 2001. Guzmán Loera fue directo, lo habían comenzado a ayudar desde<br />

1995, cuando lo trasladaron de la prisión de La Palma a Puente Grande, por órdenes de la Secretaría<br />

de Gobernación.<br />

Directamente de su "fuga" el capo responsabilizó a tres hombres, figuras de la política y<br />

seguridad pública en México.<br />

Uno de ellos es el teniente coronel y ex gobernador de Quintana Roo, Joaquín Ernesto Hendricks

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