CERASPAÑA/19 - Tile of Spain

ejoneador, un pequeño museo para las reliquias
de la familia y también una residencia
para su cuadrilla y sus empleados. Completaba
el programa un requerimiento más: el ‘rejoneador’
contaba con una colección de quince
pinturas y carteles, con el rejoneo como tema
central, que debían ser expuestas en la casa,
bien en un espacio creado exclusivamente
para tal efecto, o bien en la propia casa en
espacios escogidos específicamente para exponer
tales obras.
Una parte fundamental del trabajo de los estudiantes
fue también la investigación de los
materiales y de los métodos constructivos,
dado que tenían que incluir tanto planos de
detalles constructivos como planos más generales.
Además, aquellos prototipos cerámicos
propuestos y diseñados para el proyecto
participarían en un concurso en el que las
piezas ganadoras podrían ser desarrolladas y
fabricadas. ASCER (Asociación Española de
Fabricantes de Azulejos y Pavimentos Cerámicos)
patrocinó este estudio.
El reto al que se enfrentaban los estudiantes
era enorme dada la particularidad del proyecto
y la confrontación tradición-modernidad /
globalización-localismo que suponía. Los resultados
han sido, sin duda, sorprendentes.
Un tribunal compuesto por profesores de alto
nivel se encargó de acometer la ‘crítica final’
sobre los trabajos de los alumnos de Harvard.
Jonathan Levi y Peter Rose, de la Universidad
de Harvard, Kenneth Frampton, de la Universidad
de Columbia, Carlos Jiménez, de la
Universidad de Rice, Ángela García de Paredes,
de la Escuela de Arquitectura de Madrid,
y Edward Baum, de la Universidad de Texas
en Arlington fueron los arquitectos que compusieron
el tribunal encargado de valorar la
idoneidad y calidad de los proyectos presentados
por los alumnos.
En el proyecto de Elizabeth Christoforetti destaca el muro vegetal creado a partir de una celosía cerámica.
GRAN DIVERSIDAD DE SOLUCIONES PARA UN
MISMO PROYECTO
El tribunal destacó tres proyectos de entre
todos los presentados que trataban de dar
soluciones muy distintas al programa que se
planteaba. Todos presentaban una gran diversidad
y ninguno aplicaba la misma solución.
Mientras unos apostaban por un gran edificio
contenedor de todas las estancias, otros lo repartían
en pequeños edificios.
Elizabeth Christoforetti creó una arquitectura
muy vernácula con el menor grado de intervención
posible. La estudiante ofrece una arquitectura
que trata de esconderse, para lo que crea
un muro vegetal que potencia este efecto. Crea
además cubiertas que se convierten en muros
y tanto el proyecto como la solución constructiva
que plantea son del todo coherentes.
Jeffrey Olinger, por su parte, soluciona el proyecto
alojando todo bajo una misma cubierta.
Ésta acoge así un complejo extensivo donde
se albergan todas las estancias especificadas
en el programa. La principal novedad que aporta
el proyecto de Olinger es el uso estructural
que hace de la cerámica, en un intento de
cambiar la noción de revestimiento que tiene el
material. Se trata de una idea muy innovadora
tanto desde el plano técnico como desde el
estructural.
El trabajo de Ashley Heeran es, sin duda, el
más arriesgado de los tres. El coraje de la
estudiante al abordar el proyecto se concreta
en una cubierta quebrada que reparte las estancias
en pequeños mini-complejos. Heeran
juega con la arquitectura y crea un proyecto
excesivo de más difícil realización que el resto,
dado el gran riesgo que asume.
Se trata de los primeros resultados que ofrece
el taller de proyectos de arquitectura de la
Harvard Graduate School of Design patrocinado
por ASCER y dirigido por Francisco Mangado.
El programa del Taller incluye formación
en materiales cerámicos, sus características y
posibilidades, y el balance que sobre el mismo
se hace no puede ser más positivo
Proyecto de Ashley Heeran con cubiertas quebradas.
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