economia general

individual, la economía se define entonces como “...la ciencia de la maximización del
placer...”, es decir, como “...la ciencia que estudia las condiciones que debe satisfacer la
conducta humana para conseguir un placer máximo con un costo mínimo en forma de
penosidad...” El presunto carácter mensurable o medible de las sensaciones de placer
(utilidad) y fatiga (costo), fue aceptado por los economistas como un medio para dar
expresión matemática rigurosa a las proposiciones de la economía política. Un exponente
destacado de esta concepción es Jevons.
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La crítica a la concepción hedonística de la economía se hizo partiendo del reconocimiento
de la imposibilidad de medir la utilidad, se reconoce que las preferencias del sujeto
económico no tienen más expresión posible que la elección efectuada y que el
comportamiento efectivo y observable del sujeto no puede ser puesto en comparación con
un sistema de utilidad o de preferencia anterior a su comportamiento, para medir su grado
de coherencia o racionalidad; toda decisión, por el mismo hecho de efectuarse, es la
decisión “óptima”. La ciencia económica no puede ya ser considerada como la que estudia
las condiciones necesarias para hacer máxima la utilidad, la satisfacción o cualquier otra
magnitud subjetiva. La transformación que experimento el concepto de la ciencia
económica con la crisis del hedonismo se puede ver en la transformación sufrida por la
teoría del equilibrio económico general.
En Walras y Pareto esta teoría describe los requisitos de una configuración “óptima” que
responda a los criterios del “óptimo” económico (definido por Pareto como aquella
situación en la que sea imposible que nadie mejore su posición – pasar a una curva de
indiferencia más elevada – sin que, cualquier otra persona este obligada a empeorar la
suya), y puede, comparar las situaciones particulares del mercado real (concurrencia,
monopolio, etc.) con dicha configuración óptima.
Es así como se llega a las bases teóricas de la “economía del bienestar”, una vez reconocida
la imposibilidad de deducir el comportamiento, las decisiones, un sistema anterior de
preferencias, el problema de la coherencia o racionalidad de dicho comportamiento,
desaparece el criterio paretiano de óptimo económico; la teoría económica pasaba de la
delimitación de la configuración óptima a la descripción de los sistemas de equilibrio,
precios, cantidades, tomando como datos primarios las funciones de demanda y oferta de
los factores originarios y deduciendo las condiciones de equilibrio de la naturaleza de los
mercados históricamente determinados (concurrencia, monopolio, concurrencia imperfecta,
etc.).
Se pasa así de la ciencia de la maximización de las satisfacciones, según la definición de los
hedonistas o utilitaristas, a la ciencia de los precios, conforme a la definición de Cassel.
Es así como la economía contemporánea se ha desligado del análisis del sistema capitalista,
el hombre ha desaparecido de la escena de la economía teórica. La máxima diferencia entre
el discurso económico contemporáneo y el clásico y marxista estriba en que la economía
contemporánea hace cada vez mas un examen de relaciones cuantitativas entre cosas, entre
los productos de la actividad económica considerados en sí mismos, puesto que así es como
se muestran inmediatamente o en forma estadística, independientemente de toda relación
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