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Magazine Decireves Special Issue 2014

Una selección especial de discos importantes de este 2014

Una selección especial de discos importantes de este 2014

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Angel Javier Vázquez<br />

Laiza Onofre<br />

Homero Ontiveros<br />

Laura Cisneros<br />

Arturo Rivero<br />

Alicia Heredia<br />

Miguel Franco Villegas<br />

Álvaro RodrÍguez<br />

Cynthia RodrÍguez<br />

Roger Iván Cámara<br />

Antonio Jesus Reyes<br />

Luis Alberto González


Hacer una lista con los mejores discos de este <strong>2014</strong> es una labor titánica, pero no por ello<br />

divertida y hasta lúdica, con un mar de discos físicos prácticamente imposible de escuchar en un<br />

año y una galaxia de música (hablando de tamaños) que vuela en la red de redes imposible de<br />

ignorar y muchos talentos que rondan en el underground mas los encumbrados en el<br />

mainstream hacen difícil y hasta imposible pero como les decía…se puede hacer y puede<br />

resultar divertido.<br />

Este número especial de <strong>Decireves</strong> no pretende tirar netas con respecto a que son los mejores<br />

discos de este <strong>2014</strong>, simplemente se nos ocurrió invitar a una cantidad considerable de<br />

colaboradores y que hablaran de un disco que les haya llamado la atención de este <strong>2014</strong>, es un<br />

ejercicio diferente que muchas de las veces no va a concordar con lo que aparece en las listas<br />

de lo mejor del año y que bueno, esperemos que este número sea de su agrado y que muchos<br />

de los discos presentados en este breve recuento sean vueltos a escuchar o descubiertos entre<br />

tanto material que pulula por muchas latitudes, bienvenida la buena música y pues a disfrutar se<br />

ha dicho.<br />

Nuestros resúmenes y tops del blog <strong>Decireves</strong> ya están disponibles en<br />

www.bestofdecireves<strong>2014</strong>.blogspot.com y se cuecen muy aparte de este gran número<br />

especial.


Fue una semana difícil y había mucho tráfico saliendo de la oficina. El caos navideño llega antes cada año, bendita<br />

mercadotecnia o bendita necesidad de sentirnos plenos, comprando.<br />

Después de la carretera llegaste a la cabaña, desde el martes ya pensabas en escapar de la ciudad; al fin el olor a<br />

bosque te rodea y no te deja otra escapatoria más que rendirte a él, tomas el vinyl, tu favorito de este año, y te<br />

desplomas sobre el sillón más cercano, el más cómodo, al menos así parece en ese momento; inicia la música y<br />

generas una sesión espontánea de karaoke empezando a rezar como mantra: "Release your problems", "Release<br />

your problems", "Release your problems" y si, sientes como se va despejando tu mente…<br />

Escapaste por lo mismo de siempre, salieron las palabras correctas pero en el momento indebido. No importa,<br />

las intenciones son buenas, no tienes duda de que deben estar juntos y sabes que al final así será, lo que se diga<br />

sale sobrando ‘cause you know “Talk Is Cheap”.<br />

De su primer EP, a Chet Faker le sobraron texturas en que pensar, “Built On Glass” (#nowplaying) se escucha<br />

bastante la clara la influencia afro, ese famoso sonido Motown pero que ahora se ha hecho de un compañero<br />

millennial que va compartiendo todo en redes sociales.<br />

Descansas, de verdad descansas. Te levantas por algo de vino y “Gold” te recuerda porqué siguen<br />

juntos.<br />

“1998” que año… Las cosas han mejorado desde ese entonces sustancialmente. El pasado esta<br />

mejor en el pasado y darte cuenta que hoy estas en otra etapa completamente diferente te pone más<br />

up-beat high-tempo, como si te dieran un empujoncito optimista para seguir adelante.<br />

No regrets, pace out.<br />

Suena “Cigarettes & Loneliness” y si, enciendes un cigarro para finalmente llegar a una tregua<br />

contigo mismo, por fin comprendes que los sentimientos no son nómadas, que nunca podrás<br />

sacudirte esa melancolía porque se va sola y uno ni se da cuenta, se disipa como el humo en aire.


Decidí hablar de “The Cautionary Tales of Mark Oliver Everett” simple y sencillamente porque<br />

“Eels” es una de mis bandas favoritas y este disco pasó a formar parte de mi patrimonio musical<br />

personal. De esos discos que pongo una ,y otra, y otra vez a lo largo de mi vida.<br />

De entrada, el nombre del disco, sugiere que hay contenido con mucho peso.<br />

Mark Everett (mejor conocido como “Mr. E” o “E” a secas) se caracteriza por tener una lírica<br />

impecable, llena de significado y aprendizajes. No existen letras vacías en las canciones de Eels.<br />

Sus cuentos comienzan con “Where i'm at” una bella y esperanzadora apertura instrumental en pianos y cuerdas.<br />

El albúm lleva su discurso, su hilo conductor, de forma que lo divide en tres partes: “Where i'm<br />

at” (inicio del disco), “Where i'm from”(mediación del disco) y “where i'm going” (final del disco)<br />

Es una creación tan personal y tan entrañable que lo vuelves tuyo inmediatamente. El autor<br />

pone todo, absolutamente todo de él para que aprendas de sus errores y de su vida, que si le<br />

echan un ojo, se darán cuenta de la vida tan peculiar y estremecedora que ha tenido.<br />

“Siento que sacrifiqué mi dignidad al hacer este album, poniendo mi nombre completo y mi<br />

cara en la portada, pero creo que valió la pena” ha declarado “E” en la mayoría de las entrevistas que le han hecho sobre el disco.<br />

Escuchar “Where i'm from” es regresar al pasado de su vida. Contada con una melodía clásica<br />

del folk norteamericano. Habla sobre su familia (ya finada) su relación con ella y esos viejos<br />

días en la casa en Virginia.<br />

Haciendo contraste a las melodías amigables, “Series of misunderstandings” y “Dead<br />

reckoning” entran a mediación para darle ese toque de oscuridad y tenebrosidad a la obra.<br />

Un elemento muy característico de la música de Eels es que escucharán dulzura, pero ambién<br />

mucho dolor que suena y resuena, y que le hace contrapeso a cada uno de sus once discos.<br />

Llega el pico de sus cuentos con “Mistakes of my youth” el primer sencillo y canción clave<br />

para sus relatos planteándose esta pregunta ¿Cómo dejar de repetir el pasado<br />

La obra culmina con “Where i'm going” hermosa canción de principio a fin, con la misma<br />

melodía de “Where i'm at” solo que ésta lleva letra.<br />

Cierra la canción y el disco con esta frase: “But I've got a good feeling 'bout where I'm going”<br />

¿Quién no puede sentirse esperanzado y pasmado de escucharla ¿A quién no se<br />

le llenan los ojos de lágrimas al escuchar este final lleno de luz


Nacidos en Brighton UK, el cuarteto de dream pop Fear of Men hizo el ruido<br />

necesario para darse a conocer a todo el mundo y creo que lo lograron (para<br />

bien o para mal).<br />

Su primer carta fue un puñado de sencillos lanzados en bandcamp y que luego<br />

amarraron en una especie de disco o ep al cual titularon Early Fragments; con<br />

este trabajo empezaron una gira que los llevaría a tocar en el mítico festival<br />

SXSW e incluso en el Festival Nrmal de Monterrey. Al ser una banda<br />

independiente y con recursos limitados pensábamos que se iban a tardar un<br />

buen tiempo en hacer un nuevo material y la sorpresa fue mayúscula ya que<br />

estaban trabajando en un disco que apareció este <strong>2014</strong> y que lleva por título<br />

Loom y que hasta apareció en una pequeña y artesanal disquera (Kanine<br />

Records).<br />

Loom -de brillante portada- tiene unas cuantas canciones originales sumadas a<br />

otras cuantas que ya venían en su ep anterior y que aquí suenan retrabajadas.<br />

No sé si sea yo la persona indicada para decir que por esos detallitos el disco<br />

desmerece ya que uno esperaría material original completo.<br />

Early Fragments resultó una bocanada de aire fresco y Loom abre igual: con<br />

una dupla brillante que tiende un puente entre la preciosa obertura de Alta y<br />

Waterfall. Aquí retrabajan Green sea que no se compara con la que viene en<br />

Early, Vitrine se sostiene y da paso a Tephra. América se amarra en un<br />

arreglo vocal y musical que le debe mucho a unos primeros Smiths y de ahí<br />

nos imaginamos que abre un Lado B con la vaporosa Seer y da paso a la<br />

sentida, monumental y extraordinaria Luna (una de las grandes canciones del<br />

<strong>2014</strong>). Descent es un pop rápido y vertiginoso cuya marcha prosiguen Inside<br />

y su final que roza los límites del ruido y la discordancia para terminar con<br />

una dulzura casi infantil titulada Atla.<br />

Para mí Loom demuestra en su totalidad lo grande que puede ser este trio, el<br />

problema que se nota es la inestabilidad que hay con los bajistas ya que desde<br />

que comenzó la banda han tenido alta rotación de chavas en este puesto.<br />

Quizás sea el temperamento de Jess Weiss, quizás sea su terrible encanto pop,<br />

quizás sea la combinación de muchas cosas pero este disco -repito- es la<br />

prueba de que esta banda tiene la ambición y un fuego creativo intacto; si lo<br />

logran en discos posteriores se van a comer al mundo.


Morning Phase: Un amanecer, una maquina del tiempo, el ritmo del corazón.<br />

Morning Phase es un disco de folk con canciones llenas de nostalgia sin sobresaltos, temas que deambulan en la frontera entre la nostalgia y el<br />

deseo. Música vestida de melancolía para la ocasión<br />

La melancolía lleva en su definición una tristeza injustificada. La tristeza tiene su rostro alegre en la nostalgia. La añoranza es el tiempo que ha<br />

pasado frente a nuestros ojos, tiempo que solo podría ser evocado a través de canciones, por ende entonces las canciones son una maquina del<br />

tiempo.


Morning Phase es mi maquina del tiempo; una serie de<br />

canciones llenas de melancolía y nostalgia que evocan lo<br />

mismo recuerdos que sueños. Recordar no es vivir en el<br />

pasado, es detenerte un poco y observar el camino detrás de<br />

ti mientras escuchas canciones sin prisa, provistas de un<br />

vestido acústico, canciones cercanas a lo artesanal, sin tanta<br />

joyería aparente, pero labradas con la belleza de la<br />

paciencia.<br />

Me voy, lo escucho y no existe el presente. Entre guitarras<br />

acústicas, pianos, banjos y voces en melodías calidas, voy<br />

abriendo puertas con los ojos cerrados, o abiertos mirando<br />

a la nada. Momento…no soy yo quien abre esas puertas,<br />

son las canciones la llave que abre cada puerta del pasillo<br />

del motel que llevamos por alma.<br />

Leí en alguna publicación que en este disco Beck trató de<br />

buscar un sonido cercano al folk californiano, donde los<br />

coros tienen un particular lugar en la estructura de la<br />

canción y una relevancia sobre la obra. Y sí, en efecto los<br />

coros tienen una resonancia sobre este trabajo, el eco<br />

retumba en nuestras propias paredes, sacude el polvo de la<br />

memoria.<br />

No hay sacudidas estrepitosas de ritmo ni de tiempo, y el<br />

estremecimiento ocurre al escuchar cantar a Beck sin filtros entre<br />

su alma y el oído ajeno. ¿Cómo sé esto No lo sé, pero lo escucho:<br />

Beck no canta para nosotros sino para él mismo.<br />

Si en “Sea Changes” buscaba una tregua personal a la guerra de la<br />

ruptura sentimental a través de canciones, en este “Morning<br />

Phase” se escucha sobreviviente de la tormenta, por eso estas<br />

canciones no tienen urgencia, no son canciones urgentes porque lo<br />

peor, la tromba, la lluvia incesante del desamor ha pasado, el cielo<br />

ha escampado y es un nuevo día.<br />

Un nuevo día comienza, en el imaginario, con la salida del sol,<br />

con ese brillo de luz renovado que nos da la posibilidad de<br />

cambiar nuestro rumbo, aunque tengamos bien claro nuestro<br />

destino. Ese primer atisbo de luz llega por la mañana, in the<br />

morning, dícese en ingles, por eso es este disco comienza con una<br />

apertura instrumental como una forma de darle sonido al alba,<br />

después llega la salida del sol con “Morning” y para entonces<br />

entendemos al tercer tema que el corazón es una batería que marca<br />

el ritmo, y que “Morning Phase” está hecho al ritmo del corazón.


El 2006 parece un año muy lejano. MySpace era la red social, el iPhone no<br />

existía y Obama solo era un senador de Illinois con un nombre chistoso. En<br />

aquella inocente época, Laibach le dio al mundo un disco llamado Volk,<br />

plagado de adaptaciones de himnos nacionales de grandes potencias como<br />

China, Inglaterra, Alemania o EUA pero claro, con un sonido malévolo y<br />

políticamente incorrecto acompañado del sonido industrial característico de la<br />

banda. No debo mencionar la controversia que fue el disco en aquellos tiempos.<br />

Laibach es una agrupación de música industrial que tuvo su creación hace<br />

treinta y cuatro años (1980) en la antigua Yugoslavia donde fueron vetados<br />

porque casualmente, su nombre es el mismo que Hitler le dio a la capital<br />

yugoslava durante la ocupación nazi. A propósito, ellos niegan vestir de manera<br />

militarizada pero su imagen suele dar esa impresión y no están equivocados en<br />

pensar que su música también lo sea. A la fecha, nadie puede asegurar si solo<br />

son una parodia al fascismo o si realmente lo son. Citando, alguna vez<br />

respondieron que "somos tan fascistas como Hitler era pintor", lo que nos da<br />

una idea de que tan en serio están hablando. O no.


Ocho años tuvieron que pasar desde Volk para que Laibach nos entregara un<br />

nuevo disco, Spectre (Mute Records, 03/03/<strong>2014</strong>). En este álbum, el grupo, que<br />

jamás se había definido así mismo como político, muestra de manera<br />

sobresaliente su lado más dirigente. Compuesto por diez temas más cuatro<br />

bonus tracks en su edición especial, Spectre suena como un manifiesto político<br />

y los títulos y las letras incluidas no podrían ser más directas. Todo salió un<br />

poco embarrado en éste trabajo; desde Chelsea Manning, Edward Snowden y<br />

Julian Assangeen en The Whistleblowers (Los Denunciantes), la Primavera<br />

Árabe (2010- . Una serie de alzamientos populares en los países<br />

árabes) en Koran, y hasta la posición del grupo ante su propia historia y la del<br />

disco mismo en No History.<br />

Lo que hizo de éste álbum mi álbum del año son tres puntos a destacar:<br />

La música: Laibach son conocidos por su<br />

beat agresivo e industrial. Esperábamos -me<br />

incluyo- un sonido similar y no. Solo la<br />

música fue difícil de digerir. Spectre está<br />

lleno de fantarrias, momentos orquestales,<br />

beats menos bélicos en canciones<br />

como Bossanova, Eat Liver! o Resistance is<br />

Futile; influencias dark-wave y avant-garde;<br />

y hasta la risa de un niño y una marcha<br />

militar entonada en un chiflido que parecen<br />

seguir sonando en tus oídos después de<br />

terminado el disco. Quizás la canción más<br />

colérica sea See That My Grave is Kept<br />

Clean, incluida en los bonus tracks. Entre<br />

más tranquilo, más siniestro y si aspiran a<br />

que éste álbum los haga bailar, lamento<br />

decirles que están con la banda equivocada<br />

en su momento más reflexivo e<br />

introspectivo.<br />

La voz: Milan Fras (vocalista principal) no<br />

pudo escoger mejor momento para guardar<br />

su tono gutural en modo secundario y dejarle<br />

casi todo el trabajo vocal de Spectre a Mina<br />

Špiler (líder de Melodrom, 1999- ), cantante<br />

eslovena que trabaja con Laibach desde el<br />

2004. Todo estuvo bien planeado desde el<br />

principio: las canciones solo podrían reflejar<br />

su cometido combinando todas las piezas de<br />

la maquinaria bien aceitada que son Laibach;<br />

Mina incluida más que siempre en éste<br />

trabajo.<br />

El sentimiento: Si bien la que les escribe esta reseña se considera políticamente<br />

neutral, Spectre es un álbum que líricamente me llegó. Pude haber esperado<br />

llorar con cualquier canción de cualquier banda del mundo excepto con Laibach<br />

(I believe in brotherhood, equality and freedom. I believe in happiness for<br />

all —Koran). Las letras logran su objetivo cuando las pones a la par de los<br />

hechos actuales y poco puede importar la posición geográfica de quien lo<br />

escucha; te sacuden y te golpean. Estén listos.<br />

En conclusión, es refrescante tener una agrupación haciendo música<br />

políticamente inteligente estos días y no siempre un disco del año debe ser de<br />

fácil escucha a los oídos. Quizás no tengan y no sean la respuesta pero con<br />

Spectre han dejado en visto que el mundo debe y necesita cambiar. Por otro<br />

lado, es triste que no haya tanta música contestataria con éste nivel de seriedad<br />

y calidad. Al menos es alentador saber que discos como Spectre existen.<br />

Así que para cualquiera que aún no esté del todo seguro si Laibach son un<br />

montón de fascistas o solo están pretendiendo ser un montón de fascistas<br />

mandando un mensaje anti fascista... Bueno, lo más probable es que terminen<br />

debatiendo sobre ello de todas maneras.


La naturaleza nos da una voz y la vida nos hace conocer de todo lo que podemos hablar. De nosotros depende que compartir y que<br />

guardar.<br />

Leonard Cohen entra en ese grupo de personas que parecen tener una voz privilegiada que si bien no ha tenido una educación académica,<br />

ha logrado que sus cuerdas vocales mezclen perfectamente el misterio, la sensualidad y la experiencia con su alma.<br />

A sus ochenta años parece que la vida le ha dado demasiadas cosas de las que pudiera hablar. Escritor de poemas en sus inicios, a sus<br />

treinta empezó una carrera en la música con conocimientos básicos de guitarra, e impulsado por Judy Collins - intérprete de la canción<br />

Suzanne que fue escrita por Cohen - fue como entró en el folk sesentero. Su debut discográfico fue con Songs of Leonard Cohen, una<br />

colección de piezas estupendas donde se habla de amor – desamor y todos los demonios que esto conlleva.<br />

Cuarenta y siete años han pasado desde ese inicio; ha logrado once discos de estudio, seis libros y varios homenajes; ha vivido una<br />

temporada en el Hotel Chelsea de Nueva York y conocido suficientes musas a las que les ha dedicado sus canciones; consiguió ser<br />

nombrado monje budista, además de ser traicionado por su representante Kelley Lynch al vender la concesión de sus canciones sin su<br />

consentimiento.<br />

Después de cuarenta y siete años en la música y ochenta de vida, muchos darían a Cohen por terminado, pero Popular Problems – su disco<br />

número 13 – nos presenta a un hombre sabio que nos trae las enseñanzas adquiridas en todo este tiempo y no las presenta con una música<br />

que cautiva. Lejos de ser un final, pareciera que con su disco anterior – Old Ideas, 2012 – se ha abierto un nuevo ciclo en la carrera del<br />

cantante canadiense.<br />

.


Publicado el 21 de Septiembre, día de su<br />

aniversario, Popular Problems nos puede hacer<br />

caer en el clásico error de juzgar su contenido por<br />

la portada hecha con un diseño que de sencillo<br />

parece infantil. Pero la mejor decisión que<br />

podemos tomar es ignorar ese detalle – hasta el<br />

bookleg se encuentra mejor elaborado - para<br />

adentrarnos a lo que realmente interesa: la música.<br />

El disco está conformado por apenas nueve temas<br />

que parecen ser un catálogo de géneros<br />

primigenios en la música, pues van desde tonadas<br />

country, pasando por sonidos blues, un poco de<br />

pop y sin olvidar su género original, el folk. La<br />

mayoría de los temas están escritos por Patrick<br />

Leonard y el mismo Cohen; el primero hace la<br />

labor de productor – igual que en el mencionado<br />

Old Ideas – manteniendo la música sin cambios<br />

drásticos pero con arreglos discretos que sirven de<br />

ganchos para mantenernos atentos a cada uno de<br />

los sonidos que emiten las bocinas<br />

El tema principal del disco es el quinto track, Did I<br />

Ever Love You que merece todos los galardones<br />

como una de las mejores canciones del <strong>2014</strong>. En<br />

esta canción de apenas 4 minutos con 11 segundos<br />

nos traslada a un ambiente campirano donde la<br />

presencia de la voz grave y cansada de Cohen nos<br />

recordará a esa voz de la experiencia, a ese gurú o<br />

chaman que nos quiere guiar por la vida.<br />

“Was I ever someone<br />

Who could love you forever”<br />

El punto más alto es sin duda la voz de Dana<br />

Glover, tan suave y dulce que no queda más<br />

remedio que rendirse ante ella. Realiza primero<br />

coros apacibles y después las voces de apoyo,<br />

repitiendo la letra en un tono distinto a la de<br />

Cohen. Pareciera que nos muestran dos maneras<br />

distintas de ver un adiós.<br />

Pero antes de llegar a ese tema, es necesario pasar<br />

por otros cuatro que tienen una gran calidad. El<br />

primero es Slow y es la encargada de abrir el disco.<br />

Slow es un blues con un teclado que acompaña<br />

toda la canción y sirve de acompañamiento para la<br />

voz profunda de Cohen que a manera de broma nos<br />

canta:<br />

It´s not because i´m old<br />

It´s not because i´m dead<br />

I always liked it slow<br />

That´s what my momma said.<br />

El resto de la primera parte del álbum va desde<br />

Almost like the Blues y esa voz que me recordó a<br />

Tom Waits; el homenaje a la ciudad de New<br />

Orleans en Samson in New Orleans y en A Street<br />

suena una vez más el teclado y Cohen susurrando<br />

la letra:<br />

i´ll be standing on this corner<br />

where there used to be a street.<br />

La segunda mitad del disco abre con My oh My, un<br />

tema recitado que viene compartiendo desde sus<br />

conciertos en el 2010. Nevermind es un poema<br />

musicalizado y nos habla de las situaciones de<br />

algunas parejas. En Born in Chains los coros<br />

brillan nuevamente, esta vez a cargo de Charlean<br />

Carmon y Dana Glover. El disco cierra con You<br />

Got me Singing, una tierna canción con aires<br />

country, un violín campirano y una guitarra<br />

acompañando toda la canción. Una melodía que<br />

pareciera de despedida:<br />

You got me singing<br />

Even thought the world is gone<br />

You got me thinking<br />

I´d like to carry on.<br />

Cuando me pidieron escribir del mejor disco del<br />

<strong>2014</strong>, pensé en Popular Problems porque es un<br />

álbum en el cual lo verdaderamente importante es<br />

la música y eso algunos artistas actuales lo están<br />

dejando en segundo o tercer término (preocupados<br />

más por la apariencia, videos, mercadotecnia, etc.)<br />

Este disco es un punto más en la excelente carrera<br />

de este escritor/novelista/poeta/cantante que ha<br />

sido el creador de grandiosos temas, siendo de las<br />

pocas figuras vigentes de los años sesenta.<br />

Puede ser la despedida de Cohen en el ámbito<br />

discográfico (este mismo año saco un disco en<br />

vivo) o como se dijo líneas arriba, el inicio de un<br />

nuevo ciclo.


Para hablar de Timber Timbre y específico de Hot Dreams, el álbum que lanzaron este año, quiero comenzar platicando de<br />

Carnival of souls, una película de horror que se estrenó en 1962. Está filmada en blanco y negro, y con un presupuesto muy<br />

bajo. Esto se nota en que tiene muchos detalles que en su momento pudieron ser considerados problemas, como una mala<br />

iluminación. Recordemos que en las películas de antes solían filmar las escenas situadas de noche durante el día. A veces los<br />

vaqueros hablaban de la luna y detrás de ellos estaba una potente sombra proyectada por el sol que los iluminaba de frente.<br />

Carnival of souls no es uno de esos casos. Herk Harvey, su director, insistió en filmar de noche, resultando esto en escenas muy<br />

oscuras, donde no se distingue más allá de la actriz que está en primer plano, dando el efecto aterrador de estar flotando en la<br />

nada.<br />

Casi al principio de la película, la protagonista maneja en carretera por la madrugada, todo está despoblado, a su alrededor sólo<br />

existe la oscuridad característica de los caminos que están rumbo al campo. Se siente nerviosa y observada. Enciende el radio y<br />

en todas las estaciones suena la misma canción, una muy lúgubre, tocada con un órgano de iglesia. Esto la desconcierta y<br />

aterra aún más. Al levantar la vista, en el vidrio de la ventana donde debería estar su reflejo, está la sombra de un hombre que la<br />

observa.


Timber Timbre es una banda canadiense que toca una mezcla extraña<br />

entre blues, alternativo psicodélico, folk y marchas fúnebres. Hot<br />

Dreams es su quinto álbum y está compuesto por diez tracks<br />

dramáticos que sitúan al escucha entro lo macabro y lo sexual. Sí,<br />

justo eso es lo que quise decir. Es una banda de contrastes<br />

magníficos. Taylor Kirk, el vocalista, tiene una voz que parece venir<br />

de ultratumba, es cavernosa y delicada a la vez. Invita y seduce,<br />

como podríamos suponer sólo un hombre que conoce la muerte<br />

sabría hacerlo.<br />

Celebro el uso que dan de los sintetizadores, pianos y saxofón. El<br />

disco podría funcionar a la perfección siendo instrumental, seguiría<br />

siendo bello. Pero hay algo en las letras, que ayuda como la curva<br />

que dan los cuentos de hadas (que en realidad tratan de brujas)<br />

torciendo el camino para que todo se ponga más intenso.<br />

Hot dreams abre con Beat the drum slowly una canción que bien podría situarse a medio cementerio de Hollywood, entre las<br />

glorias pasadas, las joyas de la familia y ataúdes de lujo. Al tiempo, un vibráfono repite una y otra vez una melodía<br />

fantasmagórica, encantadora, que se va transformando en una procesión que escolta un cadáver. Para romper con eso, la banda nos<br />

sorprende con la canción que da nombre al disco Hot dreams, cálida y sensual, nos conduce a sentirnos vulnerables, a evocar<br />

humedades, y lo siniestro sigue ahí, asomándose antes de un solo de saxofón: I wanna follow through, follow through on all my<br />

promises and threats to you, babe. Curtains cambia de nuevo el rumbo del disco, mientras la música es rítmica y alucinante, la<br />

letra te dice que las cortinas son para ocultar lo que no quieres que vean los demás, lo abominable. Cínica y fascinante Bring me<br />

simple men te amenaza entre juegos de palabras: You can tell me I'm a good sport, but that doesn't make me game. Grand canyon<br />

es una de las mejores canciones del disco, le debe tanto a Johnny Cash, tiene arreglos country que enmarcan la voz de Kirk,<br />

evocando de nuevo al Hollywood que parió a los westerns. Meláncolica ruega por la muerte: I pray the Grand Canyon take our<br />

plane inside its mouth. Low Commotion y su I'm just a dog, a machine for your love, es obsesiva, pero también romántica. Run<br />

from me es exquisita, los arreglos que tiene me hacen fantasear con querer escucharla en la voz de Roy Orbison. Y ahí de nuevo<br />

van a los extremos, de fondo hay coros celestiales y en la superficie una súplica: Huye de mí. Porque si te alcanzo…<br />

Las atmosferas que crea el disco dan cabida a un montón de imágenes. Es imposible escucharlo y no formar una película en nuestra<br />

imaginación. No es una cosa fortuita, aman el cine, no sólo se escucha, se ve. En sus videos hay montón de producción y homenajes. Varias<br />

veces me he preguntado si David Lynch gustará de ellos. Elijo creer que sí, porque sus canciones van de lo glorioso a lo perturbador, están<br />

pobladas de deseo y de sombras.<br />

Timber Timbre debe ser lo único que suena en la radio de un pueblo fantasma.<br />

Al final de Carnival of souls la protagonista visita una feria abandonada. Al llegar encuentra un montón de fantasmas bailando abrazados.<br />

Uno de los espíritus llama su atención, después de unos segundos se da cuenta que es ella misma, seducida en los brazos de un muerto.<br />

Maneja escuchando a Timber Timbre, escucha a Timber Timbre viendo por la ventana de un autobús en marcha. Todos son fantasmas.


Pere Ubu no necesita presentación. Pero la merece. Una banda que en plena<br />

explosión punk sonaba al futuro. Nacida del detritus industrial de Cleveland,<br />

Pere Ubu es responsable de música sin cortapisas que mama de lo más podrido<br />

del corazón de la industria estadounidense y escupe su pesadilla americana en<br />

la cara del que se deje.


Sí. Gerard Way es el tipo de My<br />

Chemical Romance.<br />

Y sí, este es un gran disco.<br />

El título del primer álbum solista de<br />

Way (El alien dubitativo, podría<br />

decirse) es una sentencia perfecta para<br />

lo que este álbum y el propio Gerard<br />

representan: personajes multifacéticos<br />

(Gerard es además un reconocido autor<br />

de cómics), genios bastante escondidos<br />

que con comodidad se resisten a<br />

encajar por completo en un lado u otro,<br />

siempre con una dosis de drama y una<br />

sana porción de pretensión auténtica -ni<br />

tan hipster ni tan pop whore-.<br />

Para este disco, Gerard muestra sin<br />

pena su amor al britpop, una influencia<br />

que siempre estuvo escondida entre sus<br />

composiciones para MCR y que sólo se<br />

había visto con un cover a Blur (Song<br />

2) y una excelente interpretación de<br />

Common People de Pulp. Mientras en<br />

EUA, el grunge era la regla absoluta, en<br />

los mixtapes de Way sólo había lugar<br />

para Nirvana, The Smiths, Pulp, Suede,<br />

Blur, Oasis, Queen, Pink Floyd y más<br />

gente de la Cool Britannia.<br />

La influencia del britpop en Hesitant Alien es notoria a lo largo del disco, destacando<br />

“Drugstore Perfume” como una canción romántica y nocturna que recuerda a “Sunrise” de<br />

Pulp. Sin embargo, también pueden notarse trazos de Shoegaze en varios tracks (como en No<br />

Shows), power ballad (Brothers), industrial (Zero Zero y Juarez), pop punk (Action Cat) y<br />

punk en general.<br />

Esta mezcla de géneros se da de forma bastante orgánica, creando canciones con sensibilidad<br />

pop y sustancia, “pegadizas” pero con texturas y caminos insospechados para los que sólo<br />

esperarían otra ópera emo. Pero recordemos que hablamos de un artista que lo mismo canta<br />

Umbrella de Rihanna en un concierto y a la vez pone el Tago Mago de Can mientras maneja<br />

una camioneta llena de niños (creepy but true story).<br />

A lo largo de las letras de este álbum, Gerard muestra una visión más madura de temas<br />

recurrentes en sus canciones como el “us against the world”, la ansiedad, la persecución, el<br />

amor y la nostalgia. Todo con la constante sensación de estar escuchando la versión musical de<br />

una novela gráfica cuyo personaje principal es el propio Way, sin claros alter egos aunque con<br />

la influencia clara de David Bowie en su estilo.<br />

Por 38 minutos, Gerard Way da una muestra de su talento como narrador y compositor,<br />

además de un excelente curador de géneros musicales. De esta forma, puede reconocerse que<br />

artistas como Way representan un puente que mueve a los jóvenes de lo pop hacia lo<br />

underground/artsy y que, especialmente en su caso, es un artista que bien merece el respeto de<br />

los fans y críticos de uno u otro lado de dicho puente.<br />

PS: Otras joyas de este año que frecuentaron mis playlist fueron el Morning Phase de Beck,<br />

Familiars de The Antlers y Weatherhouse de Phil Selway.


El día que entrevisté a Daniel Snaith fue uno de los días<br />

más felices de mi vida. Casi como mi boda, mi<br />

presentación de carrera, el día que México ganó medalla de<br />

oro en Wembley o el día que me dijeron que no tenía<br />

cáncer. Caribou es tan bueno como no tener cáncer. Este<br />

año, con Our Love, no dejan de ser una maravillosa cura<br />

para todos los males del mundo.<br />

Snaith ama la música dance, sumergirse en ella y crear<br />

nuevos sonidos. Lo hizo con Swim – su álbum anterior<br />

como músico/banda – y lo hizo con Daphni, su proyecto de<br />

DJ. La paternidad no lo ha separado del ritmo, sino todo lo<br />

contrario: los temas son de lo más íntimos, hechos<br />

pensando en su pequeña hija sin caer en los cuentos de<br />

cuna.


En Spotify, los primeros cuatro tracks<br />

vienen uno detrás del otro, hechos<br />

sándwich entre “Odessa” y “Sun”, dos de<br />

las piezas más icónicas del Swim. La gente<br />

está escuchando Our Love de principio a<br />

fin, en el orden en que vienen presentes.<br />

Acaso son impacientes con el interludio<br />

“Dive” y brincan hasta la totalmente<br />

inesperada “Second Chance”, ¿pero qué<br />

podías esperar de una generación tan<br />

acostumbrada a la brevedad ¿Al Twitter,<br />

a Snapchat, a los artículos de Internet que<br />

consisten de listas e imágenes animadas<br />

Entrevisté a Snaith cuando se presentó en<br />

el Escénica de Monterrey, a finales de<br />

mayo del 2010. Se me permitió disfrutar<br />

de la prueba de sonido antes de platicar<br />

con él. Fue un concierto en sí, sólo que<br />

detenido en ocasiones casi al azar por el<br />

perfeccionista canadiense y sus<br />

compañeros de banda. Algo “sonaba mal”<br />

para sus agudos sonidos. Si para ellos<br />

sonar “mal” era maravilloso, ya<br />

imaginarán – o recordarán – cómo estuvo<br />

el evento final. Lo que “merecía” el<br />

público.<br />

Su abridor había sido Chaz Bundick, que<br />

tocaba bajo el nombre de Toro y Moi. Era<br />

un chico que había comenzado como fan<br />

de Weezer en la prepa, descubrió a Daft<br />

Punk y a J Dilla, y terminó haciendo cosas<br />

deliciosas. Lo invitaron a abrirle a Caribou<br />

por todo el mundo durante esa larga, larga<br />

gira. De tanto convivir, algo del padaguán<br />

se le pegó al maestro jedi. “Silver” suena<br />

como un tema extra del Anything in Return<br />

que sacó Bundick el año pasado. Es bueno<br />

saber que han seguido en contacto. Hasta<br />

el homónimo de este disco y el sencillo<br />

“Your Love Will Set You Free” tienen ese<br />

aroma y esa sensación de once de la noche<br />

y cuatro de la mañana.<br />

Bien, les decía que “Second Chance” era totalmente inesperada. Rarísima, la<br />

verdad. No recuerdo quién me contaba que la comedia podía situarse en dos<br />

circunstancias: algo común en una situación extraña, o algo extraño en una<br />

situación común. Ctulhu lavándose los dientes, o un oficinista volando al trabajo.<br />

Más que la comedia, cualquier historia digna de contarse. “Second Chance”<br />

comienza como ejemplo de lo primero. El disco hasta ese momento era toda una<br />

rareza, algo que si es entretenido, todavía entra en lo que muchos llaman “indie” o<br />

“alternativo” y que, según los esnobs, “no mucha gente puede comprender”.<br />

¿Entonces que hace una cantante tipo X-Factor o Pop Idol meneando la voz y<br />

moviendo la manita Jessy Lanza es toda una intérprete por su cuenta, pero aquí<br />

para los esnobs habrá sonado a que Caribou se ha vendido. “Si quiero escuchar algo<br />

así, mejor bajo a Jessie J o Mariah Carey”. Pero si te dejas llevar, si te metes a la<br />

canción, el comfort regresa tarde o temprano. Como meter los pies en una tina con<br />

agua caliente o en una alberca con agua fría. Sin embargo, una vez que ya te<br />

sentaste o ya te reclinaste en la mesa de la piscina con una piña colada, alguien<br />

prende las burbujas del jacuzzi. O el efecto de olas. Lo cotidiano es infectado por la<br />

rareza, por los graves y los agudos, el sonido aguándose como cinta de casette, el<br />

solo de sintetizador/trompeta envuelto en ruido blanco.<br />

Pueden respirar, esnobs: a partir de aquí todo vuelve a ser desmadre.<br />

“Julia Brightly” como detonador que te lleva a “Mars”, una exploración más que al<br />

planeta rojo, al sonido de antaño. A los padres del dance, o a lo que bailaban tus<br />

padres si ahora Snapchateas los resultados del examen. Clara referencia a<br />

M.A.R.S., pioneros de la remezcla, aquellos que pedían que le subieras al volumen<br />

a todo lo que daba. Una caminata en tu aparato espacial, entre las dunas y los raves<br />

de bodega. Ya regresarás a casa con “Back Home”, donde sólo encontrarás<br />

conflicto y corazones rotos. De pronto, el frío filtro de la cocina no es tan<br />

encantador. Pero si quieres traer algo de la vida y el multicolor de tus exploraciones<br />

pasadas al día a día de tu existencia, ser el oficinista que vuela al trabajo y también<br />

ser Ctulhu lavándose los dientes, recuerda que tu amor te hará libre.


Si hay algo que se puede identificar inmediatamente al<br />

escuchar toda la música creada hoy en día, en particular<br />

aquella creada por bandas de las nuevas generaciones, es la<br />

homogenización del genero. Lo que antes era un identificador<br />

que distinguía a un artista de otro en tan solo un par de<br />

palabras, hoy es una simple sugerencia de una época distinta.<br />

Esto es algo bueno. Algo bueno que puede ser atribuido a la<br />

persistencia de la música gracias a los medios magnéticos y<br />

digitales.<br />

Sin embargo, esta misma tendencia trae consigo su polaridad<br />

opuesta, donde la composición musical se esta viendo,<br />

igualmente, homogenizada, reducida, simplificada. Donde todo<br />

empieza a sonar, más o menos, igual, porque todo se empieza<br />

a componer, desarrollar, grabar, y estructurar para que suene<br />

igual. Llamémosle la meta-transformación del canon del pop:<br />

En un mundo donde la oferta del medio es quasi-inagotable<br />

¿Por qué no habríamos de intentar hacer que todo suene a<br />

algo fácilmente comerciable


Es en este mismo entorno donde vemos empezar el<br />

primero y terminar el segundo disco de la banda con uno de<br />

los nombres más "de moda" de los últimos 5 años. A pocas<br />

personas les sorprendería que, inicialmente, que no había<br />

una sola gota de interés en mí por escuchar a una banda<br />

que se llama ∆ (se pronuncia Alt-J). Pero es parte de esta<br />

pretensión naïvité lo que hace de su música algo tan<br />

disfrutable en tantos aspectos.<br />

"This Is All Yours" es una amalgama de géneros,<br />

instrumentos, y referencias que suena orgánico y natural.<br />

Pasan de un R&B Garage de los sesentas a un Trip-Hop de<br />

los noventas sin dejar de sonar a una unidad, de melodías a<br />

la Dirty Projectors a juegos vocales tipo The Beta Band<br />

como si fuesen parte de la misma escena musical. Todo<br />

suena un poco diferente y un poco similar a pesar de que<br />

mantienen la composición mucho más alejada del jazz o el<br />

progresivo que del pop: la variación y los tiempos se<br />

mantienen bastante lineal, mientras que la estructura y los<br />

arreglos son los que traen la frescura, la cual siempre le<br />

hace falta a las tendencias de la modernidad.<br />

En particular, el segundo disco de está banda triunfa<br />

porque, de alguna manera, es completamente autoreferencial<br />

sin ser repetitivo. Logra tomar todo lo bueno de<br />

su disco debut, replicarlo, guardarlo, y hacer algo<br />

completamente diferente a partir de lo mismo. No hacen<br />

algo vistoso y reluciente, sino algo que perdura. Canciones<br />

que habitan en el mundo de los "modernos" pero trabajan<br />

duro fuera del mismo escuchando a Los Beatles y<br />

descansando con Radiohead y Dr. Dre.<br />

Lo mejor es que, al terminar de escribir este texto, todas las<br />

referencias que he hecho me parecen injustas. No porque<br />

no sean adecuadas, sino porque son tan solo reductivas.<br />

Un intento por homogenizar algo que claramente vino a<br />

revolver las cosas una vez más.


El álbum debut de esta banda de<br />

oriunda de Brighton, Inglaterra<br />

ha causado revuelo desde su<br />

lanzamiento. Y no es para<br />

menos, Ben Thatcher y Mike<br />

Kerr (batería, bajo y vocales,<br />

respectivamente) son artífices<br />

implacables de cada una de sus<br />

canciones, sacudiéndose todo<br />

aquello que pudiera considerarse<br />

como exceso en su producción,<br />

lo que convierte a este disco en<br />

un ataque despiadado que corta<br />

de tajo toda tentación de<br />

indulgencia.<br />

Sin embargo debo confesarles un<br />

poco sobre cómo descubrí a este<br />

dueto: Fue a través de un sitio<br />

web que filtra discos en formato<br />

mp3 (omitamos nombres), y<br />

éste, era precisamente uno de<br />

los highlights, así que mi<br />

acercamiento a él fue un tanto<br />

escéptico al principio, sobre<br />

todo, porque en la actualidad los<br />

blogs y los medios<br />

especializados tienden a<br />

provocar ese hype, gracias al<br />

cual toda banda emergente es<br />

considerada “la nueva gran<br />

mierda” y demás payasadas por<br />

el estilo. Recordemos que en su<br />

país de origen (Reino Unido) los<br />

medios tienden a inflar cualquier<br />

propuesta que a ellos les parezca<br />

novedosa aunque representen<br />

más forma que fondo (toma eso<br />

NME). Para sorpresa mía, el<br />

impacto fue total, irresistible y<br />

contundente como putazo en la<br />

cara.


Por supuesto, esta no es la primera ocasión (ni la única, ni la última),<br />

en que un dueto le da una sacudida al rock; ya en el pasado (por poner<br />

un ejemplo) Simon & Garfunkelo losEverly Brothers habían<br />

cimentado la tradición. Sin embargo Royal Blood, junto con los<br />

canadienses Death From Above 1979 le han dado una verdadera<br />

vuelta de tuerca al formato del dúo convencional con una propuesta<br />

que irradia osadía y amargura en proporciones equivalentes.<br />

A pesar de tener una duración que apenas rebasa los 30<br />

minutos, el primer LP de Kerr y Thatcher es bastante<br />

digerible que nunca se siente flojo sino todo lo contrario: va<br />

dando paso a un pulso rabioso que pone de manifiesto la<br />

energía que siempre debieran ofrecer los discos debuts<br />

(aunque no siempre resulte así).<br />

Las comparaciones no se han hecho esperar, sobre todo<br />

con The White Stripes, conQueens of The Stone Age,<br />

Arctic Monkeysy hasta con Led Zeppelin. Jack<br />

Whiteacusaba hace unos meses a The Black Keys de<br />

haberle “robado su sonido” y esto bien podría<br />

recriminárselo a Royal Blood, con una salvedad: este dúo<br />

con su arsenal debajo/guitarra/voz y batería incurre menos<br />

en “robar” y mucho más en reinventar esa paridad rockblues<br />

en la que han sido catalogados. Lo cierto es que el<br />

verdadero valor de un artista no radica en la influencia que<br />

ha recibido sino en lo que es capaz de lograr con tal<br />

herencia.<br />

El disco abre con “OutOf The Black” y su espectacular coro,<br />

resaltando el hecho de que una característica definitoria de esta banda<br />

son sus letras y esto se hace patente en temas como “Come on<br />

Over”, “Figure It Out”, “You Can Be So Cruel” y por supuesto, en<br />

la que, en mi opinión, es la mejor del disco, “Little Monster”,donde<br />

no desperdician la oportunidad para la cachondería: “I got love on my<br />

fingers, lust on my tongue. You say you got nothing,so come out and<br />

get some. Heartache to heartache, I’m your wolf, I’m your man.I say<br />

run little monster, before you know who I am”... Como si el mito del<br />

hombre lobo fuese relatado al ritmo de ese bajo endemoniado; “Loose<br />

change” tiene una cadencia seductora, como si invitara a la<br />

desnudez; “Careless” se apega a un sonido garage más<br />

convencional, “Ten Tonne Skeleton” es una súplica al amor<br />

fallido: “Let’s burn the past, forgetthe truth. I’m still more than him,<br />

I’m still loving you…” y el final con “Better Strangers” es<br />

simplemente perfecto para cerrar ese círculo vicioso de querer repetir<br />

la escucha.<br />

Este tremendo debut viene a cambiar las reglas del juego, pues pone en práctica elementos y ejercicios<br />

conocidos a la vez que alumbra regiones de un paraje que, más que desolado, parece haber quedado<br />

huérfano en lo tocante a discos de esta calaña.<br />

Por lo pronto, ese coro de voces fastidiosas que vaticinaba la extinción de la música hecha con guitarras<br />

puede comenzar a prepararse para gimotear acerca de algo más grande: la nueva camada de bandas que<br />

seguramente intentarán replicar a este feroz dúo…


Llamar a Everyday Robots de Damon<br />

Albarn uno de los mejores discos de<br />

este <strong>2014</strong> parece a estas alturas una<br />

obviedad. La crítica se ha rendido<br />

ante este álbum en solitario de aquel<br />

muchacho que apareció en la música<br />

con Blur, el primer o segundo grupo<br />

que se nombra al recordar aquella<br />

etiqueta llamada Britpop. Por si<br />

quedaban dudas de quién mandaba<br />

en Blur, Albarn salió por la puerta<br />

grande con Think Tank (2003),<br />

llevándose así su personal y tranquila<br />

voz a todo tipo de escenas, ópera,<br />

bandas sonoras, colaboraciones de<br />

todo tipo, y los aclamados Gorillaz y<br />

The Good, the Bad & the Queen.


En realidad, en estos once años este no ha sido su<br />

primer trabajo en solitario. Democrazy (2003), un<br />

doble EP grabado en habitaciones de hotel durante la<br />

gira de Think Tank le precede. Paradójicamente, y<br />

teniendo en cuenta la génesis de Democrazy,<br />

Everyday Robots es para Albarn su grabación más<br />

personal. El álbum, melancólico pero sin dramatizar,<br />

lleva como tema, de alguna manera u otra, la vida del<br />

propio Albarn (“cada verso del disco ocurrió”), sus<br />

pensamientos acerca de la vida, incluyendo su<br />

infancia, el amor, y el contraste entre naturaleza y<br />

tecnología; la grabación está plagada de aparatos;<br />

móviles, DVDs, pantallas, CDs, televisiones pero<br />

también aparecen el sol y el mar, siendo, en realidad,<br />

su sonido una mezcla de los dos mundos; los<br />

sintetizadores priman, pero el sonido no es<br />

electrónico, está rodeado guitarras acústicas, y<br />

violines, de modo que el papel de Richard Russell<br />

(propietario de XL Recordings) prevalece más como<br />

coautor de los temas en esta grabación que como<br />

productor. El tono es tranquilo, marcado por un<br />

modesto ritmo de trip-hop, adornado por samplers,<br />

que no llega a ser monótono; la melodía prima.<br />

Everyday Robots está compuesto por diez temas y<br />

dos interludios; la curiosa “Parakeet” y la más acorde<br />

al álbum, “Seven High”. También cuentan, y<br />

positivamente, tres temas adicionales, perdidos entre<br />

caras B y diferentes ediciones, que no chirriarían nada<br />

dentro del álbum, ”Electric Fences”, “Father’s<br />

Daughter’s Son” y “Empty Club”. De estos temas<br />

introspectivos (en el buen sentido), podríamos dar<br />

distinción a dos; la alegre “Mr. Tembo”, cuyo ritmo vivo<br />

y más destacado está dedicada a un elefante<br />

tanzanés huérfano. También al cierre del disco,<br />

“Heavy Seas of Love”, que lleva consigo el coro de<br />

The Leytonstone City Mission y la voz de, ni más ni<br />

menos que Brian Eno. Este es un cierre de álbum que<br />

alivia la desazón que sobrevuela sobre todas las<br />

canciones.<br />

Everyday Robots no significa un sonido radicalmente<br />

nuevo en la trayectoria de Albarn, su logro es ser una<br />

especie de síntesis velada de su trabajo como artista<br />

y su vida, sin decantarse en ninguna época creativa,<br />

con una línea sonora sin muchas alteraciones, que sin<br />

embargo, no hace del álbum una experiencia lineal, tal<br />

es el peso de la composición. Gracias a estos robots<br />

cotidianos, Albarn está viviendo otra cima en su<br />

carrera. No por menos, y para celebrar el éxito de<br />

ventas y crítica, ha añadido algunas de estas gemas a<br />

un repertorio que engloba toda su carrera en Live at<br />

the De De De Der, con nueva banda para la ocasión,<br />

The Heavy Seas. En este repertorio de oro, brilla con<br />

luz propia los temas de este álbum.


En el mundo de la música los sonidos son cíclicos, estos van y vienen y por ejemplo, una banda como<br />

Interpol nos gusta y la alabamos sin detenernos a pensar que mucho de su sonido se lo deben a la banda<br />

inglesa Joy Division.<br />

No es que esto sea malo pero digo que hay que reconocer de donde parten muchos de estos sonidos.


¿A qué se debe esta intro mamoncísima A que en el <strong>2014</strong> estuve<br />

embelesado un disco de una autora independiente llamada Sharon<br />

Van Etten, ¿lo que hace Sharon Van Etten es original Sí y no.<br />

Sí, por que sus composiciones son propias, salen de su inspiración y<br />

pues sí, el origen de sus canciones parte de su cerebro y de su<br />

corazón (no en ese orden precisamente jeje).<br />

No, porque abreva mucho de esa enorme cantautora y pianista<br />

llamada Fiona Apple y de esa enorme mujer llamada Chan Marshall<br />

alias Cat Power. No me refiero tanto a la musicalidad ya que tanto<br />

Fiona como Kate Bush y Tori Amos usan al piano como vehículo<br />

para sus dolorosas composiciones mientras que Sharon tiene un<br />

matiz más dado al blues-pop amarrado a una estrujante guitarra<br />

eléctrica.<br />

Sí, por que le canta al amor de una manera intensa y perturbadora<br />

con un dolor lastimero que no tiene nada que ver con los pajaritos<br />

del amor de Carla Morrison aunque, bueno, eso es otra cosa que no<br />

tiene nada que ver.<br />

El dolor se siente y casi se puede tocar, al parecer no hay<br />

escapatoria. Sharon nos canta casi al oído esta plegaria en Your<br />

love is killing me (una rola masoquista -he de decirlo-):<br />

“Rompo mis piernas por que no puedo caminar<br />

Corto mi lengua por que no puedo hablarte<br />

Quemo mi piel por que no puedo sentirte<br />

Apuñalo mis ojos por que no puedo verte”<br />

Ahora escuche con atención su austero arreglo musical que<br />

parece sacado de ultratumba: una música ominosa, para un<br />

condenado a sufrir por un dolor eterno.<br />

Are We There es el segundo disco de Sharon y es la carta de<br />

un corazón dolido; su música mama mucho del pop barroco,<br />

los arreglos de guitarra y del folk. Técnicamente tiende un<br />

puente con el siglo XXI y sus técnicas de grabación<br />

asombrosas que le proveen nebulosa belleza al disco en sí.<br />

Mientras tanto la voz de Sharon suena frágil mientras nos tira<br />

netas cósmicas del calibre de:<br />

“Dices que soy genuina<br />

y veo de nuevo que escondes la mano<br />

Soy una pecadora, he pecado<br />

Somos una bandera a media asta en el viento<br />

Es nuestro amor”<br />

Sharon creó en el <strong>2014</strong> un disco en cuyas letras puede parecer<br />

algo frágil y a punto de romperse, verse como una mujer<br />

adolorida y hasta mal cogida… Si se leen bien mientras se<br />

disfruta la música, el resultado es un humor perro y negro<br />

que se acopla bien a estos cínicos y modernos tiempos de<br />

desamor.

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