Cárol GarcÃa Murillo
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MISIÓN VIVA<br />
Cárol García <strong>Murillo</strong>, miembro asociado de las<br />
Misioneras de Nuestra Señora de África (Hermanas Blancas)<br />
“<br />
“Deseo seguir adelante<br />
aprendiendo de Jesús”<br />
D<br />
eseaba ‘comerme<br />
el mundo’ y es<br />
una enfermedad la<br />
que ‘se me está comiendo’<br />
a mí... Es la salud, pero<br />
no mi fe, la que se ha<br />
vuelto frágil”. Quien se expresa<br />
con tanta crudeza,<br />
pero también con tan<br />
grandes dosis de sinceridad,<br />
es Cárol García <strong>Murillo</strong>.<br />
Había recibido la Cruz<br />
de Postulante-Novicia de<br />
las Misioneras de Nuestra<br />
Señora de África (Hermanas<br />
Blancas) en septiembre<br />
de 2002 en Kisubi<br />
(Uganda). Una grave enfermedad<br />
la obligó, sin<br />
embargo, a dejar la congregación<br />
en 2005. Se le<br />
abría un camino distinto<br />
como misionera. “¡Qué<br />
oportunidad –exclama–<br />
para entender tantísimas<br />
cosas..., para experimentar<br />
como nunca la humildad<br />
y la auténtica ‘pobreza’!”.<br />
El pasado 18 de febrero recibía<br />
la Cruz de las Hermanas<br />
Blancas durante la<br />
celebración de su compromiso<br />
misionero con la congregación,<br />
que la acogía<br />
como miembro asociado.<br />
Ella misma lo cuenta.<br />
Fui invitada por las<br />
Hermanas Blancas para<br />
hacer mi compromiso<br />
misionero y pasar a ser<br />
un miembro asociado<br />
de su gran familia religiosa.<br />
Teniendo en<br />
cuenta mi enfermedad,<br />
pensé que era poco,<br />
muy poco, lo que podía<br />
ofrecerles.<br />
Ciertamente, mi estado<br />
débil no me permite<br />
desarrollar ninguna<br />
labor física... Pero no<br />
me conformé con esta<br />
afirmación tan verosímil<br />
y, en mis ratos de ora-<br />
ción, resonaba en mi<br />
interior aquella frase<br />
que he compartido en<br />
muchas ocasiones con<br />
algunos de vosotros:<br />
“Seguiré dándole gracias<br />
por contar conmigo<br />
de la misma manera<br />
que lo hizo el primer<br />
día. Me entregué a Él<br />
con todas las consecuencias...<br />
y, como<br />
siempre, lo dejo todo<br />
en sus manos. ¿Hay un<br />
lugar mejor”.<br />
Sé de sobra que no<br />
había probabilidades a<br />
causa de mi debilidad,<br />
pero sí que había fuerza<br />
y confianza suficientes<br />
para continuar viviendo,<br />
por el Evangelio<br />
y desde mi silla; y todo,<br />
para permanecer en comunión<br />
con mi conti-<br />
56 misioneros NÚM. 126, JUNIO DE 2012
nente favorito y con toda<br />
su gente.<br />
Un día “mágico”<br />
Finalmente fue el<br />
pasado sábado 18 de febrero,<br />
en la parroquia<br />
de mi pueblo, Almacelles,<br />
donde nos encontramos<br />
con mucho entusiasmo<br />
para agradecer<br />
de nuevo mi opción<br />
de vida. Los vecinos siguen<br />
recordando aquel<br />
día como “mágico”...;<br />
un día que reunió al<br />
obispo de la diócesis, a<br />
16 sacerdotes, a alrededor<br />
de 350 personas...<br />
“Sinceramente –compartía<br />
con ellos durante la<br />
misa–, mi afección respiratoria,<br />
y todo lo que<br />
conlleva, frustró mucho<br />
mi vocación, al menos<br />
como la había soñado...<br />
Y no ha sido fácil descubrir<br />
que Dios tenía<br />
otros planes para mí;<br />
pero el silencio, la oración<br />
y su ternura me<br />
confirman diariamente<br />
que me entregué a Él<br />
por amor; y, cuando el<br />
amor es el fundamento<br />
principal de cualquier<br />
decisión, a nada hay<br />
que temer..., pues nada<br />
puede detenernos para<br />
saber disfrutar de todo<br />
aquello que el Señor<br />
nos ofrece a lo largo del<br />
camino de la vida”.<br />
Sigo dando gracias,<br />
muy especialmente, a<br />
todos los que me acompañáis,<br />
incluso a pesar<br />
de la distancia. Manifesté<br />
mi compromiso con<br />
la familia de las Hermanas<br />
Misioneras de Nuestra<br />
Señora de África: un<br />
compromiso que sé que<br />
alimenta y da un sentido<br />
espiritual a mi nueva<br />
misión, mi enfermedad;<br />
una misión que<br />
nunca hubiese imaginado...<br />
pero es la que ahora<br />
me han confiado.<br />
Jesús carga<br />
la cruz conmigo<br />
Poder sentir la cercanía de Jesús en este<br />
camino, a pesar de las contrariedades, está<br />
siendo muy provechoso. Yo insistía en acompañarle...<br />
Verdaderamente, es Él quien me<br />
acompaña a mí…<br />
Hoy sigo "soportando" con Él esta esperanzadora<br />
cruz, aunque con un "sabor" muy distinto<br />
al que yo había soñado. Deseaba, en el<br />
buen sentido, "comerme el mundo" y, sin quererlo,<br />
es una enfermedad la que "se me está<br />
comiendo" a mí... Es la salud, pero no mi fe, la<br />
que se ha vuelto frágil. Así me gustaría sentirlo<br />
siempre, pero el desánimo me incordia...<br />
Junto a Él también "caen" mis sueños. No<br />
sé si Jesús siente lo mismo, pero parece que<br />
mi opción de vida, mi profesión, mi independencia,<br />
mis planes previstos... se escapan de<br />
mis manos para siempre.<br />
La situación parece insostenible; y, aunque<br />
intuimos lo que se acerca, no queremos que<br />
la incertidumbre nos detenga. De la mano,<br />
avanzamos en esta batalla; avanzamos sin<br />
querer evitar los "asaltos", que a menudo nos<br />
cuesta comprender...<br />
Aun con todo, Él sigue el camino con fuerza.<br />
¿Cómo es posible soportar todo esto Me "habla"<br />
de una manera diferente a la habitual. Yo<br />
pensaba reconfortarle y, sin embargo, es Jesús<br />
el que nos consuela a mí y a todos los demás.<br />
¿Cómo abandonar ahora, si lo único que deseamos<br />
es poder llegar a la cruz y abrazarla<br />
Me fijo en Él y lo observo: triste y desgastado,<br />
pero sereno, me anima. Le confieso que me<br />
siento desmejorada, algo abatida, como si me<br />
hubiesen "arrancado" lo que me pertenece... Y<br />
admiro su continua entereza para seguir confiando<br />
en el Padre y dejarlo todo en sus manos.<br />
Se ve todo distinto e injusto desde aquí; sin<br />
embargo, Él ama hasta el final... No puedo perder<br />
esta oportunidad; me gustaría aprender a<br />
mirar con sus ojos, con esa mirada de perdón,<br />
de calma, de amor, de acogida, de comprensión,<br />
todo aquello que resulta confuso y egoísta...<br />
Dándole gracias, y a su lado, es donde<br />
quiero permanecer para aprender a "morir" y<br />
para saber volver con Él a la vida.<br />
NÚM. 126, JUNIO DE 2012 misioneros 57
mente este gran día volví<br />
a recibirlo de manos<br />
de un buen amigo: Marc<br />
Vilarassau (SJ). Él también<br />
delicado de salud,<br />
pero totalmente abrazado<br />
a la cruz, recibió el<br />
mismo sacramento esperanzado<br />
y con gratitud.<br />
Fue un motivo de<br />
gran alegría compartir<br />
este mi compromiso misionero<br />
acompañada de<br />
muchos de vosotros, de<br />
todos aquellos que me<br />
apreciáis, que me queréis<br />
y hacéis camino<br />
conmigo. Ahora deseo<br />
seguir sintiendo esta<br />
gracia especial para disfrutar<br />
de una vida totalmente<br />
plena.<br />
Jesús y su radicalidad<br />
siempre han sido un<br />
modelo en mi paseo por<br />
la vida: un punto de referencia,<br />
un misionero<br />
ejemplar, un amigo y un<br />
guía único, que ha dado<br />
mucho “sabor” a mi opción<br />
de vida. Quise sentirlo<br />
y deseo sentirlo vivo<br />
en la familia de las<br />
Hermanas Blancas; por<br />
eso, de nuevo, dije un<br />
“sí” sincero y consecuente<br />
para ser fiel a su llamada<br />
y poder pertenecer<br />
a la familia de estas,<br />
mis queridas hermanas.<br />
La celebración tuvo<br />
momentos muy emotivos:<br />
la lectura de mi<br />
promesa, el momento<br />
en que recibí la Cruz de<br />
la Congregación de manos<br />
de M.ª Carmen<br />
Ocón (HMDNSA), la homilía<br />
tan entrañable del<br />
obispo Joan Piris, cuando<br />
fui ungida con el sacramento<br />
de la santa<br />
unción... Este lo había<br />
recibido en alguna otra<br />
ocasión: la primera vez<br />
en Argelia; unos meses<br />
más tarde, en mi casa;<br />
y, recientemente, aunque<br />
no lo recuerdo, fue<br />
en la UVI durante mi último<br />
ingreso hospitalario...<br />
Muy consciente-<br />
Con María, su madre, también está la mía<br />
Nos observan detenidamente; nos compadecen como solo una<br />
mamá sabe hacerlo: no con lástima, sino con ternura. Su presencia<br />
es incondicional en cada paso: sufren al ver cómo nos "envenena" la<br />
medicación y cómo esta nos va salvando, al mismo tiempo que nos<br />
"maltrata". Desearían poder cambiarse por nosotros... Especialmente,<br />
cuando el dolor nos empuja a caer. Se alegran si, a pesar de todo,<br />
no nos falta una sonrisa, un gesto de ánimo; su silencio y su<br />
impotencia traspasan..., y sus dulces miradas no pueden ocultar su<br />
miedo y su angustia.<br />
Seguir adelante<br />
Ha habido unos elementos<br />
fundamentales<br />
que Jesús nos dejó en<br />
herencia... De algún modo,<br />
me han empujado a<br />
pedir su mano para<br />
compartir con Él el camino<br />
que me queda por<br />
recorrer: su estrella, sus<br />
sandalias, su túnica, el<br />
pan y el vino... Deseo<br />
seguir adelante aprendiendo<br />
de su actitud:<br />
una actitud, a pesar del<br />
sufrimiento, de aceptación,<br />
de servicio y de<br />
plena confianza en Él.<br />
Mi familia entera son<br />
mis pies y manos; pero,<br />
además, sois muchos los<br />
que me sostenéis en mi<br />
lucha diaria. Desde mi<br />
nueva situación espero<br />
aprender a estar abierta<br />
a las necesidades de los<br />
demás; a continuar ofreciendo<br />
mi disponibilidad<br />
para todo aquello que<br />
esté a mi alcance... Quiero<br />
estar atenta a mi alrededor<br />
para escuchar y<br />
entender “el grito” de<br />
los que sufren en silencio.<br />
En la medida que<br />
pueda, sigue en mí una<br />
voluntad “activa” que<br />
me persigue y que no<br />
me detendrá fácilmente...<br />
Le pido al buen<br />
Dios, a la Iglesia, a mis<br />
Hermanas Misioneras de<br />
Nuestra Señora de África<br />
y a cada uno de vosotros,<br />
que sea posible.<br />
¿No os parece una<br />
misión desafiante<br />
CÁROL GARCÍA MURILLO<br />
58 misioneros NÚM. 126, JUNIO DE 2012