El Voluntario, un modo de vivirla identidad cristiana en el mundo

Instituto de Estudios Teológicos “San Joaquín Royo”
EL VOLUNTARIADO:
UN MODO DE VIVIR
LA IDENTIDAD CRISTIANA
EN EL MUNDO
Lección inaugural
del Curso Académico 2011-2012
Magdalena Sancho
Teruel, 8 de noviembre de 2011

INTRODUCCIÓN
Nos enmarcamos en el Año Europeo del Voluntariado, declarado
como tal por el Consejo de la Unión Europea. Conmemorar un Día
Internacional o un Año Europeo es mucho más que realizar un gesto
simbólico, colgar una pancarta o ponerse un pin o un lazo. Celebrar un
año internacional es un reclamo para hacer una seria reflexión sobre el
tema. Es una ocasión para explicar, fundamentar, recordar, animar,
capacitar y poner en marcha respuestas adecuadas que consigan dar un
impulso al voluntariado. Y la cultura del voluntariado es importante. Es
importante saberse parte de una sociedad que construimos entre todos.
Es importante saber que yo sola nunca conseguiré construirme como
persona. Es importante saber que es dándome como, paradójicamente,
recibo ciento por uno. Y es importante saber que lo más bonito de la vida
es gratis. Es gratis el amor. Es gratis la entrega, la amistad. Es gratis la
confianza, la honradez, el respeto. Es gratis la alegría. Son gratis el sol,
la luna y las estrellas. Y también lo son las sonrisas de los niños, los
atardeceres, las caricias, la ternura, la bondad. Y si todo eso y mucho más
lo he recibido gratis, ¿cómo no voy a darlo también gratis
celebrar la importancia de cada una de esas personas, que nos enseñan a
diario el valor de la gratuidad y el compromiso, el sentido de las cosas
que se hacen sin esperar nada a cambio, y que son también la muestra de
que este mundo puede transformarse hoy, aquí y ahora.
Casi todo lo expresado en esta charla debería ir entrecomillado,
porque manifiesta opiniones de expertos en la materia: Vicente Altaba,
Sebastián Mora y Luis Aranguren, entre otros, a los que quiero agradecer
toda la reflexión personal que me han provocado para escribir este texto.
También en esta reflexión debe contemplarse cómo se quiere y
se debe responder como voluntario. Porque no todo vale. Por supuesto
que vale la buena voluntad y, sobre todo, una motivación sólida, con
raíces. La persona que busca vivir en la cultura de la gratuidad sabe que
todo en la vida es proceso, y que también lo es entender que la gratuidad
nunca mina la dignidad del otro, sino que lo ve en una relación recíproca
en la que me doy y recibo, respetando, e incluso me atrevo a decir,
aumentando la dignidad de las personas. ¿O no era así cada vez que Jesús
sanaba, o repartía panes y peces, o transformaba el agua en vino
Celebrar el Año Europeo del Voluntariado es una invitación a
sumarnos a la cultura de la gratuidad.
Mi reconocimiento y agradecimiento a todos los voluntarios y
voluntarias porque a su lado he aprendido lo que significa tomar
conciencia de la importancia del voluntariado, de su necesidad. Quiero

I. VOLUNTARIADO SOCIAL
A lo largo de la historia los seres humanos se han ido
comprometiendo, de manera libre y voluntaria, a ayudar o luchar para
mejorar las condiciones de vida y para dar una respuesta cívica y
solidaria a las necesidades e inquietudes.
Partimos de la definición de voluntariado que da la Plataforma del
Voluntariado en España (PVE, 2010): El voluntariado de acción social
es un tipo de participación que se realiza en el marco de un proyecto o
programa concreto promovido por una entidad privada (o pública):
• Participación en un espacio delimitado (entidad de voluntariado).
• De forma altruista hacia intereses sociales colectivos.
• Solidariamente.
• Responsablemente.
• De forma continua.
• Respetuosa con los derechos humanos.
• De forma gratuita.
• Cumpliendo con los requisitos de la Ley.
El voluntariado es una forma de participación de aquéllas
personas que viven su dimensión de ciudadanía en contacto real con
situaciones de dolor, de injusticia, sufrimiento o soledad, y ante las
cuales buscan respuestas personales y colectivas a través de las
organizaciones de solidaridad. Participar en la vida de la sociedad
constituye un derecho social y, a la vez, representa un deber moral en
tanto que cualifica nuestra identidad de seres sociales, incapaces de vivir
humanamente en el aislamiento. Participar, en definitiva, significa asumir
un proceso de apropiación de la realidad social, desarrollando
posibilidades de humanización y de transformación.
Este espacio de participación concreto que es el voluntariado
aparece en la vida de no pocas personas como una oportunidad que puede
aprovecharse para que arraigue en la tierra de las buenas prácticas, del
compromiso progresivo y de la vinculación comunitaria.
Existe voluntariado no sólo porque exista un cierto tiempo libre
en unas determinadas personas que pueden elegir cómo emplearlo. El
voluntariado nace como respuesta a urgencias sociales que no permiten
esperar, de modo que no puede entenderse sin la experiencia del
encuentro con el otro. No es una forma de asociacionismo sin más; lo que
se hace en el ámbito de la acción voluntaria es básicamente con otros y
para otros; su identidad se encuentra en la alteridad hecha servicio,
compromiso y desarrollo humanizador.
II. VOLUNTARIADO CRISTIANO
Cuando miro a mi comunidad parroquial veo a muchas personas que
entregan su tiempo, desde su ser cristiano, su ser comunidad cristiana y
desde su sentido de pertenencia a la Iglesia, en distintas formas y
maneras: catequistas, visitadores de enfermos, voluntarios de Cáritas…
En el fondo todos son agentes pastorales que dedican su tiempo al
desarrollo de una actividad pastoral. Pero, ¿y qué les diferencia a unos de
otros ¿Los voluntarios no son también agentes pastorales que dedican
su tiempo desde ser cristianos y desde el compromiso con la comunidad
parroquial y con la Iglesia Es más, muchos de los voluntarios
desarrollan distintas tareas dentro de las comunidades parroquiales, y
además de ser de Cáritas son catequistas, del equipo de liturgia e incluso
a veces hasta sacristanes.
Si hiciéramos un rastreo por el origen de las personas que son
voluntarias en Cáritas, un análisis del porqué de su opción de ser
voluntarias, encontramos que muchas de ellas no vienen desde una
opción fuerte por lo social o por el mundo de la lucha contra la pobreza,
sino que esta opción la han ido encontrando a lo largo de su trayectoria
en Cáritas. La mayoría de los voluntarios que nos encontramos son
personas que se sienten vinculadas a su comunidad y que, en su
trayectoria de fe, sienten la necesidad de dar un paso más en su
compromiso como cristiana. Se sienten llamadas a realizar alguna tarea
al servicio de su comunidad parroquial y, por tanto, al servicio de la
Iglesia; unas optan por ser catequistas, otras se sitúan en Cáritas, pero
siempre desde una opción de servicio pastoral.

Con esta reflexión no quiero ir en la línea de rechazar el término
voluntario, pero sí que es importante que este término tenga una acepción
especial, una connotación distinta vinculada a esa idea de agente pastoral
al servicio de la misión de la Iglesia. Como nos decía D. Ramón
Echarren (1989): el hecho de definirse como voluntarios no nos exime de
las exigencias radicales propias del ser cristiano.
Creo que desde ahí debemos partir para cualquier análisis o reflexión
que hagamos desde el voluntariado cristiano, considerándolo, por un
lado, como un ámbito privilegiado para profundizar en nuestra condición
de discípulos (Corduras, 1995), pero también una oportunidad de
diálogo, confrontación y reflexión con la cultura moderna (Mora y
Aranguren, 1997). En palabras de D. Ramón Echarren (1989), el
voluntariado nos ayuda a situarnos en el lugar preciso donde la Iglesia
debe estar siempre: en el mundo y para el mundo.
II.1 - Experiencia nuclear del voluntario
La acción voluntaria sólo la podemos entender como la reacción
sostenida a lo largo del tiempo ante el sufrimiento, la soledad, la
injusticia o el desarraigo del otro. En este sentido es uno de los cauces
privilegiados del ejercicio de la solidaridad. Esa experiencia nuclear
provoca una chispa o un destello que, al tiempo que ilumina, también
cuestiona, descoloca y nos resitúa.
La experiencia nuclear se articula en tres momentos:
• Éxodo: es preciso salir de la propia casa, de los esquemas
previos, de los prejuicios…, salir y fiarse.
• Dejarse tocar por el otro desde el silencio, la protesta, el
encuentro que despierta mil inseguridades y alguna que otra
vinculación profunda. Es el momento de quedarse con el otro de
modo responsable, acompañando al que sufre.
• Determinación para embarcarse con otros en un proceso de
acción colectiva que haga justicia a los más débiles.
Este proceso implica, por último, que la experiencia nuclear del
voluntariado se articula como una estructura responsiva, que responde a
una realidad que le impele y cuestiona. En cuanto estructura responsiva,
el voluntariado se configura como un espacio moral privilegiado. Un
espacio donde la vida buena se compagina con la búsqueda de una
sociedad más justa. De esa experiencia nuclear de sentido ha de surgir la
convicción de que “nada humano me es ajeno”, o mejor aún, “nada
inhumano me es ajeno”, y además “nada planetario nos es ajeno”. La
humanidad herida, que solicita habitar y humanizar el planeta, es la patria
del voluntariado, que nace del choque con la injusticia y el dolor.
El voluntario es una persona, un sujeto que como tal construye y se
reconstruye en la intervención social como espacio de interacción con el
otro. Personas que tienen unos discursos sobre lo que hacen, una
percepción de lo que hacen, unos sentimientos sobre lo que hacen, y que,
en última instancia, van construyendo y configurando la intervención
social desde su ser persona. Sólo si partimos de este punto podremos
ahondar en lo que el voluntario realmente aporta a la intervención social,
entendiendo el propio voluntariado como un proceso personal que tiene
que ir recorriendo y en el que va a ir construyéndose como persona junto
con el “otro”.
II.2 - Tarea fundamental del voluntariado cristiano: el
acompañamiento
Evidentemente un voluntario desarrolla muchas tareas en el ámbito
de la lucha contra la pobreza y la exclusión social, pero planteamos que
es en ese acompañamiento donde puede estar el plus que aporte el
voluntariado en este ámbito. Acompañar significa estar al lado de la
gente, caminar a su lado hacia el mismo destino, dar apoyo, implicarse
en un proceso con compromisos, vigilando siempre los límites del
acompañante y del acompañado. En definitiva, un acompañamiento
desde el valor antropológico, desde la persona, como nos lo plantea
Sebastián Mora (2008) concretándolo desde tres valores:

1.- El valor de la proximidad. Presencia próxima en la humildad
de las cosas pequeñas, en lo cotidiano, en lo inútil, en lo poco
productivo… Debe estar escuchando las historias llenas de dramas, de
dolor, sin maquillarlas, sin desdibujarlas. Se trata de una presencia “que
sabe practicar la solidaridad en su vida cotidiana y no sólo en momentos
excepcionales”. Los voluntarios tiene la posibilidad de aproximarse a
personas y contextos que creían inexistentes; personas que no tenían
rostro ni vida se pueden convertir en compañeros de camino desde la
presencia próxima y humilde.
2.- El valor del abrazo humano. Las personas en situación de
exclusión reciben golpes con menos defensas (familiares, económicas,
sociales, culturales), hasta el punto de que terminan asumiendo una
ideología de lo inevitable (“es normal que no encuentre trabajo”, “es
normal que me abandone mi pareja”, “es normal que mi familia no quiera
verme”). Ante esto, “las personas reclaman proximidad y compañía,
cariño y comprensión”. Pero el dar paso a ese abrazo humano supone
sentir y dejarse afectar por el otro, descubriendo una persona con su
dignidad a pesar de las dificultades. El acompañamiento nos descubre
que no somos nosotros los que cambiamos al otro sino que nos
cambiamos en una interacción recíproca. Son muchas veces las que nos
descubrimos como solucionadores de problemas, el otro es el problema
y yo soy su solución porque yo le enseño a escribir, yo le enseño a
vestirse, yo le enseño a tener unos horarios. Pero el acompañamiento nos
tiene que mostrar que se trata de un aprendizaje mutuo, que los dos nos
enseñamos mutuamente en ese proceso que estamos compartiendo, y
para esto es fundamental que asumamos, que concibamos esa idea que
planteábamos antes del voluntariado como propio proceso personal,
como forma de aprender y situarnos en ese estadio de igualdad, donde los
dos vamos aprendiendo y vamos creciendo.
3.- El valor del encuentro. Los voluntarios están llamados a
generar lugares desde la permanencia, desde el encuentro paciente,
estable, gratuito. Es en ese encuentro donde existe el hombre, la
personalización, la afectación por el otro, la pérdida del anonimato….
Aparece el encuentro con la persona en su totalidad y no con aspectos
parciales de su ser. Y, sobre todo, cuidar los tiempos, el encuentro
requiere de tiempo, no de prisas.
II.3 - El voluntariado cristiano es vocación
Entre la multitud y diversidad de aproximaciones posibles al
voluntariado, recojo lo que plantea Vicente Altaba en el voluntariado
como vocación:
1.- Hemos sido llamados a gritos: por la pobreza, la marginación,
la exclusión social, la soledad, el sufrimiento de nuestros hermanos; por
la justicia, la fraternidad, la gratuidad del amor; por un Dios que tiene
entra as de amor, que se conmueve ante la pobreza y el sufrimiento
humano y nos convoca a todos a su Reino.
2.- Hemos respondido: “Aquí estoy, envíame”. Es reconocer que
has tenido ojos despiertos para ver y oídos abiertos para escuchar. Es
experimentar el gozo de haber tenido y tener sensibilidad interior para
conmoverte y un corazón generoso para responder y entregarte.
3.- Dispuestos a ser instrumentos para difundir el amor de Dios:
que han ofrecido sus manos, sus ojos, su corazón a Dios. Instrumentos
de Dios, que asume la causa y el lugar del pobre; en una comunidad
servidora de los pobres; con la radicalidad y la gratuidad del amor.
II.4 - El voluntariado como discipulado
1. El voluntariado social es un modo de vivir la identidad cristiana
en el mundo. Es una respuesta al amor incondicional del Padre.
2. Entender la propia existencia como don recibido.
3. Solidaridad auténtica: que cuestione críticamente la realidad; que
transforme conciencias y estructuras; coherente con todas las
demás acciones pastorales; que integre activamente a los pobres
y marginados en la promoción de su persona.
4. El voluntariado social: gratuito, orientado al otro, dirigido a la
inclusión en la comunidad.
5. Por tanto, el voluntariado social no es una opción libre para el
cristiano; es una llamada, un mandato, una característica

intrínseca de nuestro discipulado.
6. El voluntariado social ofrece un camino de integración de ambos
universos: el de la justicia y el de la gratuidad, al implicar el
compromiso personal con la lucha por la justicia social y el
cambio de estructuras.
7. La doble tarea de todo voluntario cristiano: implicación personal
y denuncia-propuesta.
8. El amor hecho de servicio, gratuidad, compasión, denuncia,
análisis y propuesta.
III. PROPUESTAS
III.1 - Propuestas para la persona voluntaria
Estamos en otoño, vamos a proponer algún camino de renovación del
árbol de cada persona voluntaria (Luis Aranguren, 2011):
• Ante el “sé perfecto” caben otros mensajes; por ejemplo: sé tú
mismo; abraza lo que eres; date permiso; aprende de los errores;
juntos, mejor.
• Ante el “sé fuerte”, quizá sea mejor escucharse: date permiso;
cuídate; comparte; pide ayuda; perdamos el tiempo para poder
ganarlo; acepta las debilidades, la debilidad es una virtud; párate.
• Ante el “no defraudes” conviene atender mejor: quiérete;
valórate; aprende a decir “no”; dedícate tiempo; conócete a ti
mismo; sé libre; conoce tus limitaciones; camina poco a poco.
• Ante el “date prisa”, quizá habría que detenerse y escuchar:
disfruta del momento; ve despacio; date tiempo; haz lo que
realmente puedas; párate y analiza; párate y disfruta; prioriza.
• Ante el “o esto o lo otro”, merece la pena estar atentos a un solo
mensaje alternativo: esto y lo otro. Sumar, enriquecer, añadir,
complementarse.
III.2 - Propuestas para la tarea del acompañamiento
A continuación recojo unas pautas en este camino del
acompañamiento desde el voluntariado propuestas por Sebastián Mora
(2008):
• Siendo acogedores: independientemente de su origen, sus
circunstancias, su forma de ser, su credo.
• De objeto a sujeto: se trata de dejar de ver a las personas
como meros objetos sobre los que se interviene, porque son
personas con nombre propio como nosotros.
• Una mirada desde las potencialidades: se trata de ver las
potencialidades de cada persona, no quedándonos en sus
problemas.
• Poniéndonos en el lugar del “otro”: se trata de ser empáticos
y no juzgar a las personas, intentar ponerse en su lugar y,
desde ahí, intentar proponer.
• Nunca cerrando puertas, siempre dando segundas
oportunidades.
• Fomentando la autonomía de las personas que acompañamos.
• Celebrando los logros y los triunfos.
• Abiertos a trabajar con “otros”, a trabajar en red.
• Llevando a cabo la denuncia y la sensibilización: levantar la
voz ante las injusticias que están sufriendo muchas personas.
III.3 - Propuestas para el estilo de vivir y de trabajar a favor de
los pobres
Vivir el voluntariado como vocación implica un estilo de vivir y de
trabajar a favor de los pobres. A continuación, cito algunos retos del
voluntariado vivido como vocación, propuestos por Vicente Altaba:
• Vivir abiertos a la realidad y a los nuevos rostros de la pobreza.
• Saber que el lugar que pisamos es sagrado.
• Alimentar la mística que da sentido al ejercicio de la caridad.

• Formarnos para saber hacer y acompañar.
• Asumir la dimensión política y transformadora de la caridad.
• Universalizar la caridad.
• Profundizar en la dimensión evangelizadora de la caridad.
• No utilizar al pobre.
III.4 - Propuestas de corrientes de buenas noticias
Según Luis Aranguren existen corrientes catalizadoras de buenas
noticias, corrientes de vida buena para quien las recorre, con la certeza
de que constituyen un impulso inestimable para asomarnos a una
sociedad distinta, más humana y justa, en especial para los peor parados
de esta historia que vivimos:
· La creación de una corriente de vitalidad ética con la que
construir un proyecto de vida feliz.
· La creación de una corriente de solidaridad que,
paradójicamente, camine en la dirección contraria a nuestros
intereses de ciudadanos satisfechos (austeridad, consumo
responsable, reconstrucción de nuestras necesidades básicas).
· La creación de una corriente de concienciación, según la cual no
veamos a la persona inmigrante, al “sin hogar”, al que vive en los
márgenes de la mesa del bienestar desde el prejuicio que marca
la ideología dominante, sino desde el análisis inteligente y cordial
de la realidad compleja en que vivimos.
· La creación de una corriente de interculturalidad efectiva, hecha
de apertura, creación de espacios de encuentro, alimento de la
diversidad y convivencia ecuménica.
· La creación de una corriente que abra la puerta de la posibilidad
a la dura realidad de cada día. Frente al dominio del “ya no se
puede hacer nada”, el voluntario es la expresión de que “es
posible, al menos, llegar hasta donde podamos”, y alimenta de
esperanzas esa utopía.
IV.- CONCLUSIONES
El contexto actual de crisis financiera y económica puede valorarse
como una oportunidad para clarificar qué papel se espera que cumpla el
voluntariado en un debilitado estado del bienestar donde, a falta de un
impulso decidido del Estado, las necesidades sociales actuales y
emergentes sólo serán paliadas mediante la solidaridad y la cohesión
social. Hay recursos que son ilimitados: el amor, la escucha, la sonrisa,
la amistad, la confianza, el respeto, la alegría, las caricias… Los
voluntarios los pueden dar y dándolos es como se potencia la cultura de
la gratuidad.
El voluntariado debería ser la muestra de una ciudadanía activa,
comprometida con la realidad de su entorno más próximo pero también
con una ciudadanía global.
El mensaje positivo más importante es que el voluntariado puede ser
camino de felicidad personal y de cambio social al mismo tiempo.
Tenemos el reto de construir juntos un camino para hacer posible un
mundo más justo y humano. Desde esta premisa transcribo el siguiente
decálogo propuesto por Luis Aranguren, que resume las razones por las
que el voluntariado se ha convertido en una pieza insustituible en la
creación de una sociedad más justa y humanitaria:
1. Porque el voluntariado asume la triple dimensión de la acción
solidaria: la compasión como el encuentro efectivo y afectivo con
el otro desconocido; el desarrollo local como dinamización del
tejido social de un territorio concreto; el cambio estructural como
pretensión explícita de incidir políticamente en la transformación
de nuestra sociedad.
2. Porque sólo existe voluntariado comprometido cuando se realiza
de manera organizada y colectiva. El voluntariado tiene sentido
como acción colectiva en favor de otros. El acento comunitario
invita a la posibilidad de construir otras relaciones, otro tipo de

sociedad.
3. Porque el voluntariado responde a una manera concreta de
construir la ciudadanía activa.
4. Porque el voluntariado constituye una aportación significativa
como arma pacificadora de la convivencia intercultural en una
sociedad diversa y plural.
5. Porque el voluntariado expresa una de las formas, no la mejor, ni
la única, de vivir hoy la solidaridad en nuestro mundo.
6. Porque el voluntariado aporta frescura, flexibilidad y dinamismo
a las organizaciones a las que pertenece.
7. Porque el voluntariado promueve la construcción de identidades
mestizas en el ámbito de la acción solidaria.
8. Porque el voluntariado ayudará a aligerar y flexibilizar a las
organizaciones en el sentido de que no se vayan convirtiendo en
empresas prestadoras de servicios y nada más.
9. Porque trabajar desde el voluntariado significa optar por los
procesos lentos y duros.
10. Porque el voluntariado anticipa sueños de otra realidad, y nos
invita a todos a habitar en el espacio de la posibilidad como
construcción de microutopías con nombre y apellidos en cada
uno de los proyectos en los que se actúa.
¿Eres consciente de que en tus manos está la posibilidad de hacer, en
esta tierra, un trozo de cielo de ESPERANZA para muchos
Hacen falta personas con “corazón”, que con su forma de vivir
HAGAN POSIBLE ESTE NUEVO CAMINO, haciendo de esta tierra un
cielo donde amanezca la ESPERANZA para todos.
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