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FLORENCIO SÁNCHEZ: Barranca abajo

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UNIDAD III: GÉNERO DRAMÁTICO – 3er. AÑO<br />

<strong>FLORENCIO</strong> SÁNCHEZ: <strong>Barranca</strong> <strong>abajo</strong><br />

Rasgos biográficos<br />

Florencio Sánchez nació el 17 de enero de 1875, en Montevideo. En 1882 la familia Sánchez se<br />

establece en Minas; en esa ciudad, precisamente, comienzan sus primeras aventuras periodísticas: escribe<br />

sueltos, pequeños artículos, sobre temas diversos bajo el seudónimo de "Jack the Ripper" ("Jack el<br />

Destripador"). Florencio tiene apenas dieciséis años. Después de un corto intermedio en Buenos Aires,<br />

vuelve a Montevideo donde se dedica intensamente al periodismo. Hacia 1890 el país se conmueve, de<br />

nuevo, con la guerra civil: Saravia se alza en Tacuarembó. Un año después, en el segundo<br />

levantamiento, Florencio se alista como soldado e interviene en la lucha.<br />

A partir de ese período crucial la vida de Florencio adquiere nuevas perspectivas:<br />

desilusionado de la lucha revolucionaria junto a Saravia (ese es el tema de<br />

Cartas de un flojo) se reincorpora al periodismo, y al mismo tiempo comienza a<br />

frecuentar los ambientes intelectuales del 900 (Sánchez pertenece a esta<br />

Generación del 900 ya conocida al estudiar a un narrador: Horacio Quiroga).<br />

Conocerá múltiples escritores, tanto en Montevideo como en Buenos Aires, e inicia su<br />

vinculación con los movimientos ácratas (anarquistas), de tanto empuje en esos<br />

tiempos. Hacia 1901 vive en Rosario (Argentina), donde colabora activamente<br />

con los sindicatos obreros –lo que le ocasiona dificultades diversas–; estrena allí<br />

Canillita y La gente honesta. Entramos en el año 1902; Florencio da sus primeros<br />

pasos como autor teatral, pero ya se nota la mano segura, intuitiva del creador. Un<br />

año después estrena M'hijo el doctor que lo afirma, definitivamente, como un nombre clave en el panorama<br />

teatral del Río de la Plata. Tiene en ese entonces, apenas veintiocho años.<br />

Desde ese momento hasta 1909, cuando parte a Europa, estrenará comedias, piezas breves,<br />

sainetes y dramas de mayor envergadura; una tarea dramática vertiginosa, –veinte piezas<br />

estrenadas–, que configura, vista en conjunto, una presencia nítida, ineludible, en el panorama<br />

intelectual del 900.<br />

El viaje a Europa, donde Florencio procuraba nuevas y más amplias resonancias para su teatro, –el<br />

"viaje a la gloria", decía él–, le resultó trágico. Se agrava la tuberculosis que lo aquejaba desde hacía<br />

tiempo, y el 7 de noviembre de 1910 muere en un pobre hospital italiano.<br />

Lo época<br />

Es preciso conocer, aunque sea someramente,<br />

cómo era el Río de la Plata hacia el 900.<br />

Profundas transformaciones sacuden al<br />

Uruguay en los últimos treinta años del siglo<br />

diecinueve: el alambramiento de los campos, los<br />

nuevos procesos de preparación y conservación de<br />

carnes, el desarrollo de las comunicaciones –<br />

ferrocarril y telégrafo– darán una nueva fisonomía<br />

a nuestra campaña. Pero este proceso de<br />

modernización tuvo su contracara social:<br />

sectores campesinos quedaron desplazados del<br />

proceso productivo, no tenían ya cabida en el<br />

nuevo concepto de la estancia progresista. Estos<br />

grupos humanos, desocupados y sin domicilio,<br />

engrosarán a los insurgentes de Saravia o<br />

poblarán los arrabales de Montevideo y Buenos<br />

Aires. Al comenzar el siglo, el país ingresará, con<br />

la figura y el modelo de don José Batlle y Ordóñez,<br />

en una nueva época.<br />

El teatro, Sánchez incluido, reflejará las<br />

peripecias de estos seres marginados (es el<br />

testimonio de Zoilo en <strong>Barranca</strong> Abajo, al que, con<br />

argucias legales, quitan campo y ganado hecho a<br />

"juerza de tr<strong>abajo</strong> y sudores"), seres que no<br />

pueden comprender esos cambios, que no aceptan<br />

ni entienden lo que sucede ("... todo evoluciona,<br />

viejo; y estos tiempos han mandado archivar la<br />

moral, los hábitos, los estilos de la época en que<br />

usted se educó…", intentará explicarle Julio a su<br />

padre en M'hijo el Doctor.<br />

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Pero este proceso de transformación<br />

también ocurre en las capitales del Plata.<br />

Montevideo tenía ya, en el 900, alumbrado<br />

público; se discutía la electrificación de los<br />

tranvías, cuatro mil abonados hacían uso del<br />

teléfono. En lo industrial, prosperaban los primeros<br />

intentos de hilanderías y destilerías de alcoholes.<br />

Nuestra capital tenía cerca de 270 mil<br />

habitantes, la mitad de los cuales, extranjeros;<br />

la inmigración había crecido ininterrumpidamente a<br />

lo largo de todo el siglo diecinueve y tendrá<br />

profundas consecuencias en nuestro desarrollo.<br />

Por su lado, Buenos Aires es descripta así por<br />

Tulio Carella: "Hacia el 80 Buenos Aires es una<br />

ciudad agitada tumultuosa, [...] en el 81 se instala<br />

el primer servicio telefónico; se abre la avenida de<br />

Mayo; en el 90 llega la luz eléctrica [...] con la<br />

inauguración del siglo se instala el primer<br />

cinemotógrafo y se crea un cuerpo militar en<br />

bicicleta [...] Buenos Aires es una ciudad<br />

abigarrada, compleja, contradictoria". Poco antes<br />

de finalizar el siglo XIX, los inmigrantes<br />

superan en número a los nativos.<br />

Los inmigrantes, precisamente,<br />

desempeñarán un papel decisivo en este<br />

período. Alejados de su Europa natal por las<br />

guerras y las dificultades económicas, aportarán<br />

mucho (la agricultura, los oficios, sus hábitos y<br />

costumbres) a nuestros países. Y prontamente<br />

ingresan a la escena: el "cocoliche" y el "gringo"<br />

aparecen –a veces vistos con simpatía, a veces<br />

con desprecio– en sainetes y dramas teatrales.<br />

Pero con los inmigrantes llegan también<br />

modernas teorías literarias y sociales que<br />

sacuden al viejo mundo: Kropotkin, Malatesta,<br />

Zola… Múltiples tendencias y doctrinas. Desde<br />

la activa protesta de índole social (intención clara<br />

en muchos dramas de Florencio) hasta el refinado<br />

sensualismo de simbolistas y parnasianos<br />

(movimientos poéticos franceses de finales del<br />

siglo XIX). Al respecto dice Zum Felde (importante<br />

crítico uruguayo): "El siglo XIX llegaba a su<br />

desembocadura histórica dividido en multitud de<br />

corrientes; a veces nítidamente delimitadas, de<br />

caracteres y direcciones distintas; a veces<br />

entremezcladas, inciertas".<br />

Este es el clima, el entorno, que vive<br />

Florencio Sánchez y buena parte de su<br />

producción dramática se explica y comprende<br />

desde este ángulo: una visión crítica,<br />

renovadora, del mundo que le rodea y que<br />

constituye un elemento fundamental en su<br />

teatro. Un teatro decididamente democrático ". . .<br />

no solo por sus ideas sociales, sino por la índole de<br />

sus personajes y ambientes [...] sus preferencias<br />

eran para el paisano, el obrero, el empleado, el<br />

inmigrante; amaba a los desheredados", concluye<br />

el propio Zum Felde.<br />

La obra<br />

Dardo Cúneo ha hecho una clasificación de las obras de Florencio Sánchez que es, salvo pequeños<br />

matices, la que se sigue hasta ahora. Esta clasificación divide la producción de Sánchez en obras<br />

iniciales, rurales y ciudadanas:<br />

a. Iniciales: Puertas adentro (1897); La gente honesta (1902). Son dos obras de intención crítica y escaso<br />

valor dramático.<br />

b. Rurales: M'hijo el doctor (1903); Cédulas de San Juan (1904); La Gringa (1904); <strong>Barranca</strong> Abajo (1905).<br />

Salvo alguna excepción, encontramos aquí una veta fundamental del teatro de Florencio. La lucha entre el<br />

orden conservador y la nueva mentalidad progresista que signará el siglo veinte; la resistencia al inmigrante;<br />

los profundos cambios en el campo, serán los temas preferidos. El lenguaje es vivaz, característico; y<br />

cualquiera de las tres obras está teatralmente bien resuelta.<br />

c. Ciudadanas: Canillita (1897); La pobre gente (1904); Manosanta (1905); El desalojo (1905); En Familia<br />

(1905); Los muertos (1905); El pasado (1900); Nuestros hijos (1907); La tigra (1907); Los derechos de la<br />

salud (1907); Marta Gruni (1908); Un buen negocio (1909).<br />

Esta última división, teatro de carácter ciudadano, incluye obras de .aliento –en tres actos– como Nuestros<br />

hijos, y otras resueltas en apenas un acto– como La tigra, por ejemplo. Se encuentran entre ellas algunos<br />

dramas de puro cuño naturalista, donde Florencio intenta imponer una tesis, como Nuestros hijos o Los<br />

derechos de la salud. En general, con la excepción –quizás–, de En familia, lo ideológico frustra en este<br />

grupo de obras naturalistas las mejores intenciones del autor: los parlamentos se tornan discursivos, la<br />

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acción crece lentamente, hay personajes apenas dibujados. En algunos casos, además, el planteamiento<br />

está tan alejado de nuestra actual sensibilidad, que los hace escénicamente inviables, poco creíbles.<br />

Pero están también, dentro de este tercer grupo, las obras menores, de apenas un acto. Estas obritas<br />

recogen la mejor herencia del sainete, y por qué no, la zarzuela española: Florencio pinta en ellas<br />

situaciones y personajes con rápidas pinceladas, que van al nudo de la acción. Hay riqueza de lenguaje y<br />

enorme frescura de creación; ambientadas en la calle o en los conventillos, testimonian a un autor que<br />

domina ampliamente su oficio. Integradas a un género teatral que, del sainete al grotesco, creó una vertiente<br />

riquísima en el Río de la Plata, estos esbozos –realizados con pluma ágil, inteligente– resisten el paso del<br />

tiempo.<br />

<strong>Barranca</strong> Abajo: la silueta del texto dramático<br />

Esta clasificación divide la producción de Sánchez en obras iniciales, rurales y ciudadanas:<br />

<strong>Barranca</strong> <strong>abajo</strong><br />

Acto I<br />

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