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Los cuerpos del agua
Los cuerpos del agua<br />
Osmín Pérez Borroto<br />
Ediciones SED DE BELLEZA<br />
Santa Clara, Cuba
EDICIÓN Y DISEÑO: DÉBORAH GARCÍA MORALES<br />
ILUSTRACIÓN DE CUBIERTA: LOS CUERPOS Y EL<br />
DESTINO de OSMÍN PÉREZ BORROTO<br />
© OSMÍN PÉREZ BORROTO, 2006<br />
© Sobre la presente edición:<br />
Ediciones SED DE BELLEZA, 2006<br />
ISBN 959-229-096-2<br />
Ediciones Sed de Belleza:<br />
Apartado postal 335<br />
Santa Clara 1, Villa Clara, Cuba. C.P. 50100<br />
email: seddebelleza@cenit.cult.cu
A mis padres, a mi hermana y a Christian.<br />
A mis amigos de siempre.<br />
A los que han llegado a mí y nunca se irán.<br />
A los fingidores.<br />
A los que no saben fingir.<br />
Al Hijo del Hombre.
El poeta es un fingidor.<br />
Finge tan completamente<br />
que hasta finge que es dolor<br />
el dolor que en verdad siente.<br />
FERNANDO PESSOA
Lengua de Kavafis,<br />
tú que has pasado sobre mí<br />
con todos tus cuerpos,<br />
lame sediento este dolor<br />
y si acaso oprimo tu placer<br />
vuelca entonces tu ira,<br />
vuelve a comenzar.<br />
No te detengas.
MISTERIO DE ESCORPIO<br />
Cuando nací mi padre susurró:<br />
Serás la prolongación de mis músculos<br />
hasta que el tiempo borre las últimas huellas<br />
de la isla.<br />
Era noviembre y viento huracanado<br />
sobre los años difíciles de la ciudad.<br />
Desde los capiteles algo descendía a la<br />
tierra<br />
en el misterio que solo Escorpio descifra<br />
con sus anillos cobrizos.<br />
Llegado el tiempo mis pulmones<br />
diéronle a la sangre no sé qué estrella trunca<br />
no sé qué rabia<br />
no sé qué don de apresar lo inasible<br />
lo inconcluso<br />
qué borde qué filo qué límite<br />
confundidos entre las vastedades.<br />
Mi padre volvió la espalda al maíz<br />
sin alejarse en cortejo noctámbulo<br />
mientras mi madre dibujaba una liebrecilla<br />
sobre mis labios.<br />
11
Acaso pudo ser ella el destino<br />
que enternecía a las aves y al mar.<br />
Hijo del fuego del agua y del aire<br />
dentro del viento huracanado<br />
taso los instantes, a los culpables<br />
y salvo todo para dejarlo caer sobre las<br />
catedrales lívidas del deseo.<br />
Cuando nací bajo la llovizna Dios trazó<br />
una cruz sobre mi frente<br />
y se fue perdiendo calle abajo con su larga<br />
capa<br />
pronunciando mi nombre en su delirio<br />
yo lo oía con mis orejitas de querube<br />
y me dije « no puede ser tanto peso<br />
tanto riesgo».<br />
Ahora mi cuerpo deglute estrelleos<br />
el plenilunio<br />
el alisio que estremece las tablas<br />
y sale a recorrer los callejones donde<br />
duermen los muchachos<br />
que lo esperan que me esperan que nos<br />
esperan<br />
en una sucesión de complicidades.<br />
Por ese camino ilusorio de almácigos y<br />
ortigas<br />
voy lamiendo las heridas que surcan las<br />
hojas<br />
12
al pasar como tridentes por mi cuello<br />
contra la maleza y contra mí mismo.<br />
Cada día mi madre arremete con más<br />
fuerza<br />
con su paño de cocina por los pasillos<br />
para espantar todas las moscas de la soledad.<br />
Cada día me parezco más a mi padre<br />
taciturno y ansioso<br />
siempre en su bicicleta<br />
que ahora me invita<br />
a buscar a las alucinantes muchachas.<br />
Pero ya es tarde<br />
he cerrado las ventanas<br />
no respondo<br />
y tejo palabra por palabra estas redes tiernas<br />
hartas de frutos y dudas.<br />
Avanzo con todos por la estela<br />
pidiendo como Goethe luz más luz<br />
sin saber hasta dónde llegarán con<br />
tanto ímpetu<br />
los corceles alocados que me impulsan.<br />
13
ESCENAS INCONCLUSAS<br />
Sigfredo Ariel<br />
ilustrará con sus idolillos de paja<br />
nuestros últimos poemas del verano.<br />
Escenas inconclusas<br />
de nosotros mismos venciendo el tedio de<br />
provincia.<br />
Ensartas de peces acantonados<br />
en las tardes domingueras de La Habana<br />
donde siempre el mar es un consuelo<br />
inefable.<br />
Depositará todo su temor en folios<br />
que no serán más que arcanos dioses<br />
postmodernos<br />
convertidos en diáspora y pólvora.<br />
Nosotros los desnudos en la fuente rojiza<br />
de aquellos años grandiosos de Santa Clara<br />
sucesivos veinticuatro por segundo.<br />
Solo cuerpos tendidos al sol.<br />
Decíamos: « Hermanos<br />
vamos al mar<br />
de los muchachos blancos y negros<br />
14
que copulan bajo las olas de los muelles».<br />
Los tilos no eran muy frondosos<br />
tampoco la muerte fue traición perdonable<br />
cuando recurríamos al café de cualquier<br />
hora.<br />
Por eso nos hemos congregado a orillas de<br />
este remanso<br />
para ver cómo Sigfredo<br />
condensa con su lengua la tinta<br />
y nos convierte en árboles que fluyen<br />
desde los labios a las vulvas de sus vírgenes.<br />
Éramos el augurio huérfano<br />
que reposa de tanta isla aún.<br />
Así de repente<br />
uno se siente nostálgico<br />
piensa en los amigos fugaces que alguna<br />
vez<br />
pudieron quedarse muy cerca<br />
pero no.<br />
15
CÍRCULO GLAUCO<br />
Me descubro durmiendo en el círculo<br />
glauco.<br />
Casi me transparento.<br />
Nadie me observa ni apunta con el dedo.<br />
No he hecho nada condenable<br />
digo a los transeúntes<br />
que se detienen a rezar por mi alma.<br />
Esos desconocidos dementes que esperan<br />
algo de mí<br />
del que domaba los corceles a campo<br />
traviesa<br />
y quería ser presidente de la república.<br />
La suavidad me ha tomado,<br />
madura mi omóplato derecho<br />
donde descansa la cabeza de mi amante<br />
y un agua gris brota por mi cuello.<br />
Es sencillo: Yo al centro de la plaza<br />
en el despacho del mediodía, quemándome<br />
como un pez taciturno y convencido del<br />
final.<br />
El incrédulo sale en los periódicos<br />
y un muchacho que alcanzo a reconocer<br />
16
en la multitud toma instantáneas<br />
para su melancolía de perderme.<br />
Quizás me encuentre en este círculo<br />
yerto por él<br />
¿quién sabe?<br />
Es el círculo la plaza la gente<br />
el vigía que espera un gesto acusador...<br />
Pero ya lo dije:<br />
La suavidad me ha tomado.<br />
17
MISTERIO DE LAS TRANSGRESIONES<br />
A Luis Yuseff<br />
Luis me ha robado sus poemas<br />
los que habría yo de escribir.<br />
Hendidos en la cápsula<br />
de este nuevo siglo que se repite<br />
secuencia tras secuencia con una velocidad<br />
insólita<br />
arrastrando cuerpos milenarios<br />
edénicas sombras expulsadas del huerto.<br />
Como en fuga se me han posado en sus<br />
hombros nobles.<br />
Musita mis rezos con una tenue lascivia<br />
mientras emergen bestias transparentes de<br />
su voz.<br />
Y yo aquí perdonándole todo<br />
como un patriarca<br />
porque él es mi amigo y es bello.<br />
Nada podemos hacer sino recostarnos<br />
sobre otros pechos<br />
que no deseamos nunca<br />
y cambiar todos nuestros reinos<br />
por uno solo<br />
18
un simple golpe de músculo<br />
junto al dolor de Francesca de Rímini<br />
y beber de esa violencia que traen las aves<br />
en los picos.<br />
Transgresores discursos de la confusión<br />
guerreros que alcanzan las planicies<br />
cruzan cortinas de polvo<br />
y se quiebran hacia los vórtices<br />
donde se esfuman los faros insulares.<br />
Nada quedará cierto. Acaso<br />
este desempeño sospechoso<br />
que moldean los cuerpos paseantes<br />
rondando las ceibas.<br />
Una vez más Luis es este que escribe<br />
y desaparece a mis espaldas.<br />
19
HOJEANDO UN ÁLBUM DE 1900<br />
Para Isa,<br />
y por supuesto a Janice.<br />
Isa<br />
hojeando un álbum de 1900<br />
apareces ataviada de muchacha<br />
invitándome a un paseo por Santa Clara.<br />
En este daguerrotipo<br />
a trasluz la plata me dibuja tímido<br />
sosteniendo mi indecencia de macho.<br />
Yo sé que no tienes nada con la noche<br />
pero acepto pasear por la ciudad<br />
y publicar nuestros límites<br />
a pesar del gramófono y la locura.<br />
Me prestarás tus senos diurnos<br />
yo a ti mi deseo.<br />
Iremos con la sombrilla<br />
de aquel poema que escribiste en mi<br />
ausencia<br />
cuando yo en realidad era ella.<br />
Mutante es el deseo que vuela sobre el<br />
mercurio<br />
de este primer paseo del milenio<br />
mutante es el tiempo y su máscara.<br />
20
Cuando regresemos de la noche<br />
no podremos dormir<br />
por tanta belleza crecida en el verano<br />
y saltará de tus ojos la única mujer que te<br />
queda.<br />
Dios mío<br />
si yo pudiera descendería hasta tu frente<br />
a través de los torsos que borda el humo<br />
de tus cigarrillos oscuros<br />
posándome como una crucecilla tibia de<br />
ceniza<br />
para sosegar tus misterios de hembra<br />
pero hoy solo prefiero asirme de tu mano<br />
helada<br />
llevando en nuestras capas la burla de todos<br />
y echarla allí<br />
donde se echan los muertos para siempre.<br />
Si alguien viene a preguntar diré que<br />
fuiste un sueño;<br />
en fin, yo soy el que reza a los árboles<br />
y tú una turbia muchacha de 1900<br />
que transgrede las dimensiones.<br />
A lo lejos alguien canta…<br />
un salmo feliz y nos despide.<br />
Así son las cosas en el cine:<br />
siempre alguien parte a probar suerte<br />
sobre la ciudad y las luces<br />
21
y tú y yo danzaremos<br />
como dos leves golpes sobre el agua.<br />
Nadie nos librará del cazador que viene a<br />
buscarnos<br />
del cazador que silva para que regrese su<br />
lebrel<br />
con nuestros cuerpos transidos<br />
por la duda y la saliva bajo la lengua.<br />
Alguien una vez cantó de la angustia<br />
y de uno mismo y la angustia<br />
siguió quemando nuestras entrañas<br />
como un bolero que no termina jamás.<br />
Pero concédeme un minuto<br />
para detenerme en el centro del parque<br />
donde yace toda la tristeza del mundo.<br />
Yo el hombre que se pierde<br />
tú la que resucita y se vuelve a la bruma.<br />
Todo será como antes<br />
cuando regresemos con la sombrilla de<br />
aquel poema.<br />
Yo no podría decir<br />
una mujer se me escapa por la voz<br />
mas alguna vez pude ser tú<br />
y escribirías entonces este poema.<br />
22
MUCHACHAS DEL SÁBADO<br />
He visto a las pálidas muchachas del sábado<br />
cruzar los parques buscando a Dios:<br />
cuerpos de cera colada<br />
que yo con mis torpes manos de niño<br />
sacaba a la miel bajo la sombra de los<br />
pinos.<br />
Mi madre solo atisbaba con temor<br />
mi febril saña de artesano<br />
como si yo fuese un dios soplando mi<br />
aliento<br />
para darle paso a la vida.<br />
Imagino sus palabras cómo se disipan<br />
en el crepúsculo del sexto milagro<br />
después que las ruinas de la ciudad<br />
queden bajo la lluvia y el atavío del<br />
resplandor.<br />
Perdido las encuentro entre las filigranas<br />
de sus tules<br />
como ángel taciturno<br />
que traza estelas de clorofila en sus pieles.<br />
Miradlas en zig zag sobre el tabloncillo<br />
23
simular la nostalgia de los peces de Samaria<br />
el canto meloso de los brocales.<br />
Y la ira con la sangre del cordero<br />
haciendo cruces sobre las puertas egipcias.<br />
No es el azar quien las congrega sobre el<br />
agua dormida<br />
no es quien las hizo muchachas<br />
ni a mí el Lázaro del templo<br />
que sabe que ellas se llevan un turbio<br />
pedazo de esta sombra.<br />
«Vamos hijo que la pobreza es triste como<br />
un candil sin lumbre<br />
y mañana será otro día para el sol» diría<br />
mi madre<br />
dibujando sus consuelos en la brisa<br />
pero las máscaras se me enredan entre las<br />
piernas y no avanzo.<br />
Debe ser el oropel un recurso que se escapa<br />
una nimiedad abrazando sus cinturas.<br />
Al final de cada oración el aceite<br />
entre cítaras y cántaros<br />
fluye hasta los senos cimbrantes<br />
y teje todas las danzas de Dios<br />
donde Él es un hombre que las seduce<br />
para sus bodas cuando suene la última<br />
trompeta<br />
y el cielo arda de ángeles.<br />
Serán las églogas para él que no reposa de sí<br />
24
cuando transita la ciudad revolcada<br />
por donde pasan las sibilas<br />
descifrando mis lánguidos días<br />
que se llevan las hormigas pétalo a pétalo.<br />
Bastaría que mi fe aumentase para no<br />
perderme<br />
entre las dulces novias de Jah.<br />
¡Venerables muchachas!<br />
Sabed que Él os ama.<br />
Alguna será la recompensa por tanta palidez.<br />
25
PERO ES LA TRAVESÍA<br />
Para Jean que me lee desde La Habana<br />
Voy a salir al mar, a partir atravesando las aguas<br />
verdes de la orilla, las azules de lo alto,<br />
a entrar en lo<br />
más abierto[...]<br />
ROBERTO MANZANO<br />
Pides que cruce olas incestuosas<br />
en el arrebato de estos cuerpos<br />
el páramo líquido y hambriento<br />
lleno de mar y árboles que hacen la distancia<br />
esa agua contra la sed terrenal<br />
la yacente<br />
en el celaje de tus visiones.<br />
Brutal lengua de Dios<br />
en el rasgueo de los peces luminosos como<br />
espadas<br />
que saltan a los ojos contra la apariencia<br />
contra el poder olímpico que te pega con<br />
fuerza a la roca<br />
y la marina sangre hirviendo a borbotones<br />
por los extraños picos y un rencor miserable<br />
irguiéndose en tu lecho al final del pasillo<br />
con tus ojos reventados<br />
26
porque todo acaba ahora<br />
cuando ya lograbas el fuego eterno para tu<br />
casa.<br />
Pero es la travesía…<br />
Cruzar el mar con mis marinos<br />
y divisar la otra tierra<br />
palpitante entre las caletas.<br />
Bajo las alas de los alciones se fragmentan<br />
tus cuerpos<br />
el labio inferior testando su última palabra.<br />
Pido perdón por mi duda al cruzar los<br />
puentes<br />
aunque tú me esperes<br />
con tus manos blandas<br />
sobre la infinitud de las ondas<br />
con temor también.<br />
Ningún lugar es bueno<br />
para estar lejos de uno<br />
o de la rosa náutica del escape.<br />
27
LA MITAD DE MIS AMIGOS<br />
La mitad de mis amigos yace<br />
en el vientre de este vino isleño.<br />
Levita en las eses del éxodo<br />
en los sirios ardientes de sus madres<br />
hincadas frente a sus virgenesmarías<br />
contra ese temporal<br />
que emana desde los abismos<br />
y cala en la quemadura que deja el hielo<br />
después de tanto tiempo a la intemperie<br />
haciendo un nudo tenso entre la isla y los<br />
audaces cuerpos.<br />
Ahora deben estar sembrándome<br />
un naipe con alas en el pecho<br />
porque este dolor ya es cotidiano<br />
y febril como la sobrevida.<br />
No es común esa ley que arquea sus<br />
espaldas<br />
y los hace regresar en cada estación como<br />
animales sedientos<br />
que descubren la maldición del estanque:<br />
Nunca estar donde se quiere<br />
28
Tampoco esta energía que nos imanta los<br />
brazos<br />
y la melancolía.<br />
La otra mitad está por llegar y partir otra<br />
vez.<br />
29
QUÉ LEVE MANERA<br />
Descubro mis pies a ras del cielo.<br />
Las nubes perlan las uñas que aún rezan<br />
al hollín y a las hormigas.<br />
Ahora rozo el verdor<br />
en el juego perfecto entre azahares y<br />
granizo,<br />
donde el relente serpentea las resinas<br />
y la hija del diablo desposada<br />
siente que el fuego la atraviesa bajo el<br />
agua.<br />
Todo por el feroz placer de la ablación y<br />
los espejos.<br />
Estoy conectado a la yerba<br />
con mi cuello, único tronco hacia la<br />
memoria<br />
de aquellos días, de aquellos años,<br />
de aquellos siglos<br />
cuando era este que no soy pero más<br />
hombre<br />
y menos herida.<br />
30
Dios no está.<br />
Se ha ido a cazar mariposas nocturnas,<br />
a divertirse como buen muchacho.<br />
Supongo.<br />
Ha dejado la casa vacía,<br />
toda la planicie dispuesta para la vendimia<br />
pero no hay ni mínimas burbujas verdes<br />
ni jornaleros.<br />
Solo una sola soledad<br />
rueda por mi cabeza.<br />
Siento la energía del azufre abrasando el<br />
cráneo.<br />
Luminosidad en mis ojos.<br />
Ya se acerca la hora del buen vivir.<br />
Judas<br />
qué manera esta<br />
de estar patas arriba.<br />
31
RONDA NOCTURNA<br />
Vuelvo a la ronda nocturna<br />
donde los rostros tensos<br />
beben un té lleno de sospechas.<br />
Si yo tuviera un rayo<br />
iluminaría el camino hasta el bote<br />
que duerme en lo oscuro del estanque,<br />
pero se me ha dado guardar el silencio<br />
el más hondo que pulsa desde los árboles<br />
hasta el agua.<br />
Nadie escapa del aire violento<br />
que acosa a los jóvenes en cada esquina.<br />
Estoy solo dentro de tanta ciudad<br />
destejiéndose como una muñeca sintética.<br />
Toco el organillo para que vengan huidizas<br />
criaturas<br />
a lamer mis manos (es un alivio la ternura).<br />
Después de todo ellas salvarán con sus<br />
nostalgias<br />
esos arabescos tatuados<br />
que llevan los muchachos al último acto<br />
de fe<br />
32
donde Cristo vuelve a partir el pan<br />
y dice: “Este es vuestros cuerpos nítidos<br />
que por vosotros mismos será…”<br />
Solo las dunas saben el misterio.<br />
Si yo tuviese acaso una mínima llama<br />
iluminaría entre las zarzas,<br />
pero la noche acaba con todo<br />
y el sueño me vence.<br />
33
LO QUE SUSURRA ISADORA DUNCAN<br />
DESDE LA DANZA<br />
DESPUÉS DE LA DANZA<br />
Despierto rodeada de luz<br />
después de tanta muerte.<br />
El auto en la penumbra<br />
y mi boca un pozo de dolor<br />
hundida para siempre en el bosque.<br />
El cuerpo quebrado por el agua.<br />
Soy una cintura apenas<br />
pero mis carnes vírgenes en una danza<br />
grandiosa<br />
cruzan los velos y las flautas eternas<br />
que alguien pujó para mí<br />
trenzando la música.<br />
Olvido mis dimensiones en la pasión.<br />
No sé más quién soy: si un ánima…<br />
quiénes aquellos<br />
si ángeles u hombres<br />
en un convite violento de ondas y prismas.<br />
Aún siento la tensa franja de hilos<br />
surcando mi cuello.<br />
34
RAMPA ABAJO<br />
Los cuerpos esplendorosos<br />
descienden la cuerda de la calle<br />
hasta el mar del límite.<br />
Allí por donde trazaba un galeón<br />
su estela de espuma zigzaguea la ira<br />
entre la humillante pose del agua<br />
y el punto exacto donde se pierden<br />
los muchachos más bellos de la isla.<br />
La ciudad se los come<br />
con ese fugaz velamen<br />
que cala la avaricia en la carne.<br />
El amigo caza una boca y se le convierte en<br />
sal<br />
después que salta el semen<br />
el silencio<br />
el puente de fuego.<br />
Juro que he visto la pasarela cubierta de<br />
bodegones<br />
hartos de frutas frescas en retahíla<br />
y he mordido mi labio inferior para cortar<br />
el hambre,<br />
35
hambre que se me hace hombre<br />
en mis prolongaciones.<br />
Pero prosigo con mis débiles piernas<br />
hasta no sé qué sitio de mí.<br />
Los cuerpos son tristes hojas al vacío,<br />
caracolas en penumbras bajo mis poemas.<br />
Solo cuerpos<br />
madre mía<br />
como botellas al mar buscando islas y<br />
náufragos.<br />
Todo lo he visto desde mi antiguo catalejo.<br />
36
ESCRIBO A UNA MUCHACHA<br />
QUE FUMA<br />
A Lydia otra vez<br />
Escribo a una muchacha que fuma en<br />
Cottbus.<br />
La espesura de su piel cose mi mano a su<br />
boca.<br />
Su pulmón deshecho por la brisa.<br />
Nombro a esta muchacha<br />
que nunca abrirá sus piernas a mi sed.<br />
Yo, solo un tren arrastrando esta savia<br />
más allá de sus líquidos agujeros.<br />
Ella me llama cuando el viento<br />
anuda su voz a los olivos.<br />
El viento es un simulacro de su cuerpo<br />
que vuela.<br />
Su cuerpo es un recinto de lluvias.<br />
Yo soy quien escribe en esta casa flotante,<br />
el que nunca vuelve a donde nace<br />
por temor de que reconozca<br />
al hombre que envidia al hachero<br />
37
talando bosques de un solo árbol<br />
y olvida el aliento de los reptiles.<br />
Escribo a esa muchacha<br />
que fuma bajo las tardes podridas de<br />
Cottbus.<br />
Me gusta saludar su paseo por el huerto<br />
preguntándome donde estoy<br />
dónde su isla de tibias lunas<br />
dónde mis cartas.<br />
Pero yo no sé de la esencia leve de las cosas.<br />
Este airecillo frío me rodea febrilmente<br />
hasta llevarme a ser un animal que ata su<br />
hocico<br />
en la sombra.<br />
Un día mataré su vicio de fumar<br />
olvidándome.<br />
Ella cruzará siempre el río.<br />
Oteo a la noche<br />
escribo y se deshace en la memoria del<br />
humo.<br />
38
ÚLTIMO INSTANTE<br />
Mateo 7:21-23<br />
Recogías el polvo sacro de ti mismo<br />
entre los relojes de tus manos machacadas.<br />
Avergonzado, diluido.<br />
Tú, el soberbio<br />
escuchabas cómo él te decía:<br />
¡Fuera!<br />
Ni siquiera un denario.<br />
39
TAMBIÉN LA PATRIA<br />
es este jugoso mundo de minerales<br />
mordiendo mi boca.<br />
El cuerpo denso que escapa entre las ruinas.<br />
Mi icono preferido y danzante por una<br />
música bélica<br />
que embriaga a medianoche.<br />
Es.<br />
El punto ambiguo del salitre en el filo del<br />
poliedro<br />
la señal efervescente del odio contra el<br />
cuerpo<br />
y el cuerpo contra el odio.<br />
La patria<br />
sin escudo ni banderas por hoy.<br />
Solo la plenitud del ser sobre el ser<br />
sobre la tierra y las palmas<br />
y un anchuroso mar de poetas.<br />
Es.<br />
El pecho de los diferentes quebrado por la<br />
noche y los insectos<br />
en plena felicidad sumándose<br />
al enjambre del prójimo o el enemigo.<br />
40
Este silencio contemplativo frente a la furia<br />
del océano<br />
y el no querer estar.<br />
Multiplicarse a través de las esporas.<br />
Aquí prosigue la de aquellos que lucharon<br />
con la sangre lacerada<br />
por el relente y las lianas nocturnas<br />
como venas deslumbrantes.<br />
Instante así fugaz<br />
que se marca en las pieles para siempre<br />
la patria.<br />
41
CABALLO DE FUEGO<br />
Yo pronto moriré; yo me iré pronto.<br />
Es una idea que he tenido siempre.<br />
Este junio tal vez será diciembre.<br />
Sobre la cuerda no haré más el Tonto<br />
RAÚL HERNÁNDEZ NOVÁS<br />
Me iré sobre un caballo de fuego<br />
con un disparo como el de Novás<br />
pero será un extraño dolor<br />
abriendo en la sangre mudos abismos.<br />
Sobre el tibio lomo atravesaré la llovizna<br />
los molinos el temor y al final las nubes<br />
hasta ese más allá lleno de Dios.<br />
Suavemente<br />
migaja a migaja<br />
alucinado por el mercurio<br />
en medio de la carrera.<br />
Es la melancolía del caballo quien mata.<br />
42
TIEMPO DE FERIA<br />
Caer nosotros y el balcón<br />
sobre la vasta ciudad de Santa Clara<br />
macerando la gravedad y los cuerpos allí<br />
en los adoquines<br />
exactamente a las cinco de la tarde<br />
frente a aquella laguna de oxígeno.<br />
Éramos los alucinados y una suposición<br />
después de tanto tiempo y espacio.<br />
No habíamos vivido el riesgo del azar<br />
cortadas las cabezas para la venta.<br />
El teatro nos expulsaba<br />
como si fuésemos (lo creí) lenguas tibias.<br />
En la caída no sentimos compasión<br />
por tanta belleza acumulada en los dinteles.<br />
Recuerdo, esperábamos a los poetas y la<br />
música.<br />
El balcón era viejo y se tendía como una<br />
nube<br />
sobre los cuerpos jóvenes de la feria.<br />
Caeríamos definitivamente sobre la ciudad<br />
como pájaros muertos y felices<br />
43
por haber descubierto los secretos<br />
que vuelven locos a los hombres.<br />
Acaso era nuestra desconfianza<br />
por el rendido saber de los metales<br />
quien nos separaba de la otra ciudad<br />
que ya se escurría por los capiteles.<br />
Simples variaciones de la feria.<br />
44
ADIVINO EL ROSTRO<br />
Adivino el rostro de la moneda:<br />
cuello recio<br />
gris semblante;<br />
Emergiendo desde el magro metal.<br />
Pareciera que no son buenas las horas<br />
en la vendimia de los jugos,<br />
raquíticos dátiles en la boca del icono.<br />
Mis dedos sorben quilate a quilate<br />
el silencio que inflama la espuma<br />
con sus pasadizos metálicos.<br />
Lágrimas de sangre tras el vidrio.<br />
Detrás del velo<br />
en primer plano una vieja<br />
y al fondo bajo las luces<br />
un ángel danzante no quiere odiarla<br />
solo siente compasión por el odio.<br />
Ella simula cantar un ángelus<br />
cuando elevo esta circunferencia<br />
minúscula de suerte.<br />
Sus ojos son de polvo y fuego,<br />
no dejan de mirarme para decir<br />
que soy quien besará el rostro más judío.<br />
45
No puede ser que pierda las cosas a<br />
comprar<br />
que sea yo el traidor.<br />
A riesgo ordenaré con este metal<br />
que mi último reflejo se ofrezca<br />
a los muchachos que atraviesen el puente.<br />
Otra moneda se diluye<br />
llena de nostalgia sobre la pena del cuerpo.<br />
Nunca será la última.<br />
Ya estallan los aplausos.<br />
Es el ciclo.<br />
46
OTRA HISTORIA SOBRE EL<br />
CÁNTARO<br />
Tanto va el cántaro<br />
al hilillo transparente de la peña<br />
tarde a tarde<br />
cuando todos cosen las redes.<br />
Nadie reza.<br />
Se escucha gemir en su vientre<br />
a un hijo nítido.<br />
No olvida en la bruma<br />
ese oficio de abrazar el agua<br />
mientras las ánimas<br />
pacen atadas a los árboles del camino.<br />
Esperan que mañana de vuelta<br />
se quiebre de dicha.<br />
47
AJO Y CONJURO<br />
Mis poemas reposan sobre el ajo.<br />
Contra todo maleficio<br />
he puesto almohadillas aceitadas<br />
en los rincones de la casa.<br />
Hago mis conjuros<br />
en la liturgia que me permiten los espíritus<br />
en esta noche maldita que se quiere llevar<br />
mis poemas<br />
los impúdicos<br />
los infelices<br />
los que siempre han sido una bofetada<br />
para el lector incrédulo que da la espalda y<br />
parte<br />
definitivamente otra vez hacia ellos en<br />
círculos.<br />
Existen ciertas instrucciones inviolables<br />
para sofocar los cuerpos y los versos:<br />
Ajo masticado a horas precisas antes del sol<br />
y mucha excavación en el alma.<br />
Entonces volarán lejos los hechizos<br />
48
y podré dormir cerca de los jóvenes<br />
vulnerables.<br />
La casa está segura.<br />
No existe un solo clavo sin esencias.<br />
Esta vez todos vendrán por mí.<br />
49
LA HIJA DEL AGUA<br />
A Idania Bacallao<br />
Por supuesto<br />
Por su puesto<br />
Te llamarás La hija del agua<br />
con mi palabra crepuscular<br />
cuando descienda tu cabeza<br />
hasta mis manos casi alas.<br />
Besarás eternamente<br />
esas telarañas que un día tejiste<br />
con tu lengua para mis ojos<br />
y mis carnes acústicas y volubles.<br />
Desnudo sin cuerpo danzaré ante ti.<br />
Solo un espejeo te enceguecerá<br />
para que escribas y me escape<br />
de tu reino que es la madera<br />
el surco que hace el fuego entre sus anillos<br />
un cuerpo rechinante<br />
que se abre y se cierra como una puerta<br />
y tu levedad de mujer hechicera.<br />
Sólo el agua nada más<br />
en su plenitud para toda la suerte.<br />
Ni siquiera el dolor te hará falta para sufrir<br />
ni el sufrimiento te hará falta para el dolor<br />
ni la luz para los caminos.<br />
50
Sólo el corazón blando será tu copa.<br />
Quién podría descifrar entre los dos<br />
quién es el otro<br />
el que cante o llore<br />
el que nazca o muera<br />
cara contra cara<br />
hundiéndonos en el profundo cráter de mi<br />
espalda<br />
en una violenta torsión<br />
desde estos lares donde los días entorpecen<br />
a Dios<br />
y uno se cree que todo es nimio.<br />
Sigue acercándote hija<br />
con esa mariposa tatuada en tu frente.<br />
Aquí tengo lo que buscabas<br />
entonces cierra los ojos<br />
y tiéndete sobre las palmas.<br />
51
ANTE UN CUADRO DE JAY<br />
MATAMOROS<br />
Reposo bajo un gran árbol de Jay<br />
Matamoros<br />
árbol dominante de la yerba y el silencio<br />
emana desde las rocas<br />
con la energía que traen las líneas en sus<br />
lomos<br />
fugaces siluetas que dejan los animales en<br />
el agua<br />
como si el agua fuese una lágrima<br />
en el vientre del paisaje.<br />
Sería bueno quedarse aquí para siempre<br />
hermanado con el óleo y el misterio<br />
mientras la vida no me es tan leve<br />
a pesar de la sombra del divino<br />
flamboyán.<br />
Cerca pacen bestias cabizbajas<br />
con la tristeza que viene por los caminos<br />
torpes y eternos<br />
y yo aquí recostado sobre las raíces<br />
recibiendo estas fuerzas esenciales<br />
hasta las estancias ilusorias de las flores.<br />
Es el cobalto violentando la piel.<br />
52
Si el árbol levitara en medio de la noche<br />
mi pecho estallaría en multitud de<br />
luciérnagas y fósforo.<br />
53
COMO UN MANSO PÁJARO<br />
La señora dijo 80<br />
como para tender un puente<br />
por donde se podría llegar lejos<br />
a ese lugar donde yo no estaré nunca<br />
tendido como un pájaro lóbrego<br />
sobre el nido galáctico.<br />
Suave voz sobre las adelfas de los muertos<br />
en un rincón de la ciudad<br />
escanciando la tarde.<br />
Era yo el que se iba tras el chirrear<br />
de los cueros sobre los adoquines<br />
mientras el humo invadía mi frente<br />
besando mi espíritu de cinabrio<br />
para después cruzar el tamiz que urden las<br />
horas del invierno.<br />
Sentí la energía apretando el pecho<br />
tejer una muerte minúscula en sus ojos<br />
abrir la cápsula derramable de mi muslo<br />
como un jacinto en la sombra.<br />
Lloré levemente por el tiempo que aún<br />
queda<br />
54
escondido como un ladrón detrás de las<br />
puertas.<br />
Yo no sabía de las formas sutiles de sus<br />
sueños<br />
la lámpara agujereada por Dios<br />
el báculo perdido<br />
que me conduce hacia los umbrales donde<br />
mi madre<br />
tal vez me encuentre después de esas<br />
cortinas de polvo<br />
que ahora nos separan.<br />
Hurgando por entre los surcos de su<br />
rostro<br />
las sombras que grafiaban algunos secretos<br />
descubrí que a los muertos<br />
no se les niega ni las flores ni la vida.<br />
55
A TRAVÉS DEL VIDRIO<br />
Muchacha que me observas desde la<br />
cafetería,<br />
a través del vidrio nada es igual.<br />
Aunque creas que los cuerpos son palpables<br />
existe una posibilidad mínima<br />
para nuestra cópula.<br />
Entre los dos esta multitud<br />
que a las ocho am<br />
se abalanza sobre la ciudad.<br />
Una vez estuve en tu lugar<br />
y quise detener los cuerpos levitantes<br />
que arrecian en las largas tardes del otoño.<br />
Pero nada es más ambiguo<br />
que multiplicarse a través de los cuerpos<br />
y no saber cuál es el trigo o cuál la cizaña<br />
cuando huyes de la muerte.<br />
Huían sin entender.<br />
Siempre sucede que nos observan como tú<br />
y nosotros bajamos la testa del simulacro<br />
y partimos el pan del deseo.<br />
56
APUNTES PARA UN CUERPO NEGRO<br />
Y SU RETORNO<br />
El cuerpo negro retorna lentamente<br />
sobre las sórdidas jaurías.<br />
Cuerpo propiedad del poeta<br />
que se acerca abriéndose<br />
para el último sorbo nocturno.<br />
Templo- abrevadero.<br />
Saliva contra sed<br />
saliva de sed<br />
sed y saliva.<br />
Avanza con sus convites infinitos<br />
por donde el otro escapa<br />
en el reflejo del pájaro dulce del rito.<br />
Unas luces rasantes acentúan<br />
el desgarramiento de las arterias<br />
en un sublime roce de espinas.<br />
Tablas húmedas.<br />
Espumeante el deseo en las comisuras<br />
lame el glande florecido<br />
como una rosa negra<br />
con un breve conjuro ábraselapalabra.<br />
Cruza las verjas<br />
los vigías<br />
57
la inmoral moral de la hiena en su estatus<br />
y cruza hacia el valle con su carga de<br />
placer<br />
y llora.<br />
Se tiende con su lívido caracol<br />
como para demorar el espacio<br />
y parte hacia los círculos sin pausa<br />
pujando anillos transparentes<br />
en la ondas que traza el sudor.<br />
El lente capta cierto abandono<br />
después que se rompe el hilo<br />
y queda la fruta mordida sobre las nubes.<br />
Se suspende el negro cofre con sus texturas<br />
y alas<br />
y estalla finalmente la Ópera<br />
en el último aria que abrasa los barrotes.<br />
Saliva contra sed<br />
saliva de sed<br />
espumeante deseo con cuerpo negro<br />
en su retorno.<br />
58
ANTES DEL PRIMER DÍA<br />
Dios está desnudo y duerme<br />
como un obrero que mañana volverá a la<br />
mina.<br />
La tierra también es otra lengua de luz<br />
su lecho definitivo.<br />
Le susurro<br />
estoy tan solo para mí<br />
mientras en el pecho se me atraviesa un ave<br />
que hurga con su pico lo que me duele de<br />
hombre.<br />
Todo sería tan fácil<br />
como amar a un muchacho bajo un puente<br />
si esta habitación fuese la ciudad<br />
pero nada es más difícil<br />
que morir con el peso de todo.<br />
Dios ya está en el espejo<br />
hace días que no se afeita y la noche está<br />
pálida.<br />
Quizás mañana salgamos a crear<br />
entre los dos el mundo.<br />
59
CRISTO DE PLATA<br />
A Eduardo Pino<br />
Amigo,<br />
un cristo de plata<br />
colgando de tu cuello<br />
ajeno al azufre del dolor y mis lejanías<br />
pauta cada segundo que me resta<br />
para ser ya un ave de paso<br />
que viene huyendo del invierno<br />
hacia la ceniza del trópico.<br />
Quema la brillantez sobre tu piel quebrada<br />
por el rencor hacia tu padre desde aquel<br />
poema<br />
y la sangre abriendo un surco<br />
entre los órganos recónditos de las<br />
palabras que fluyen<br />
hasta la tierra de nuestros versos<br />
tan hermanos tan enemigos.<br />
En un filo que traza el resplandor<br />
sobre las gargantas<br />
aparece nuestra imagen de conjunto<br />
con los cantos del mar y el mal<br />
entre cruces árboles parques<br />
y los cuerpos de esta ciudad ajena.<br />
60
Cristo luce bien como nunca deseó<br />
pulido como la sed<br />
en estos días que nos ocupan.<br />
61
CANTOS GRAVES<br />
Ya el agua no regresa como antes<br />
ahora es una versión del viento<br />
batida por alas de ángeles<br />
en el frescor de la corriente del nunca<br />
acabar.<br />
La gente cabizbaja desciende la colina<br />
entre los almendros oblicuos<br />
y cuelga los pies en el borde de las rocas<br />
como lianas adormecidas por el verano.<br />
Pero el desasosiego late.<br />
La lluvia violenta es una sombra virtual<br />
que pasa con sus niños hacia la neblina.<br />
Templo del aire donde el espectáculo<br />
es un breve éxtasis litúrgico.<br />
La intemperie.<br />
Los pájaros bullen en un desenfreno<br />
de cantos graves.<br />
El espejismo de ya no o jamás.<br />
Hilillo líquido en la nostalgia.<br />
Nadie viene a este caos diluviano.<br />
Se ha roto el dique de la noche.<br />
62
AL FINAL DE LA TARDE<br />
Todas las tardes vengo a correr con Dios<br />
en el esplendor de los últimos minutos.<br />
Él tiene piernas larguísimas<br />
como para vencer todas las alturas<br />
que nos enturbian los ojos.<br />
A lo lejos las fábricas destilan sus hieles,<br />
y aquí esta pista<br />
donde vengo a correr de mí mismo<br />
con Dios.<br />
El cabello es suave y cae sobre sus hombros;<br />
diría que arrastra las eses con nostalgia<br />
y suda (como yo).<br />
Él no creé en Él como esperaba,<br />
a veces se decepciona,<br />
hubiese querido ser más humano<br />
y solo saltar obstáculos al final de la tarde.<br />
Reposar sobre la plana yerba.<br />
Ya no le hablo de mí.<br />
Solo corro junto a Él.<br />
Es tan difícil<br />
correr sin Dios al final de la tarde.<br />
63
EL OTRO MOISÉS<br />
Ya no soy el Moisés de aquel entonces<br />
ahora vivo otra dimensión<br />
un país olvidado.<br />
He perdido mi vara.<br />
Recuerdo el mar rojo con nostalgia:<br />
los jinetes abriéndose paso entre los corales<br />
los niños rozando las colas de los peces<br />
los ojos desorbitados de Jetro y del juglar.<br />
Ahora queda el Moisés de la duda<br />
bajo esta lluvia que no cesa por días<br />
inundando las frutas insomnes de mi fe.<br />
Sin embargo aún el mar<br />
suele abrirse<br />
ya sin mí.<br />
64
ÍNDICE<br />
Misterio de escorpio / 11<br />
Escenas inconclusas / 14<br />
Círculo glauco / 16<br />
Misterio de las transgresiones / 18<br />
Hojeando un álbum de 1900 / 20<br />
Muchachas del sábado / 23<br />
Pero es la travesía / 26<br />
La mitad de mis amigos / 28<br />
Qué leve manera / 30<br />
Ronda nocturna / 32<br />
Lo que susurra Isadora Duncan desde la<br />
danza después de la danza / 34<br />
Rampa abajo / 35<br />
Escribo a una muchacha que fuma / 37<br />
Último instante / 39<br />
También la patria / 40<br />
Caballo de fuego / 42<br />
Tiempo de feria / 43<br />
Adivino el rostro / 45<br />
Otra historia sobre el cántaro / 47<br />
Ajo y conjuro / 48<br />
La hija del agua / 50
Ante un cuadro de Jay Matamoros / 52<br />
Como un manso pájaro / 54<br />
A través del vidrio / 56<br />
Apuntes para un cuerpo negro y su<br />
retorno / 57<br />
Antes del primer día / 59<br />
Cristo de plata / 60<br />
Cantos graves / 62<br />
Al final de la tarde / 63<br />
El otro Moisés / 64
Los cuerpos del agua,<br />
de Osmín Pérez Borroto,<br />
terminó de imprimirse en el mes de<br />
octubre de 2006 en el taller gráfico de<br />
Ediciones Capiro y el Combinado Poligráfico<br />
de Villa Clara.