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I<br />
Yedra en vuelo<br />
(A José Manuel Caballero Bonald)<br />
El tren caminaba lentamente hacia el sur, <strong>com</strong>o una oruga silenciosa se sumergía<br />
en un vasto océano de olivos, por fin dejaba la muralla de la meseta, una línea recta<br />
insoportable para mí aquellos días en espiral.<br />
(...) y no puedo hacer otra cosa. Mira... yo no tengo la culpa de ser hiedra. Tú<br />
tampoco, de ser árbol. Mira... el viento me ha arrancado de tus brazos y ya me lleva<br />
por el aire a ser corona de los esposos que tantas veces conocimos en los rincones de<br />
nuestra cobardía. Mira... dulces paisajes trajinan entre lo que pudimos ser y no fuimos.<br />
Lo sabes muy bien. Sólo las esquinas de un gran páramo recogen las palabras no<br />
dichas mientras mi mano de hojas me evita el falso sueño. (...) fuiste un ángel, un<br />
demonio lúcido bajado del cielo para abismarme y, ahora, mi bien de bienes, miro<br />
hacia atrás y te veo <strong>com</strong>o alejándote en el ladrillo rojo de la estación; tengo hambre de<br />
ti, abro mi diario y me lo <strong>com</strong>o a dentelladas de impotencia, lo masco y lo vomito. Es la<br />
triste realidad de la hiedra solitaria en un adiós hacia ellos y hacia ti deshabitado...<br />
Atrás quedaba Chamartín, delante me esperaba una estación de Andalucía entre<br />
sueños de alegres colinas y ratoncitos coloraos. Tenía que marcharme o terminaría<br />
por volverme cuerda del todo y eso sería mi muerte, yo había leído ese epitafio en<br />
algún libro: Vive <strong>com</strong>o piensas o terminarás pensando <strong>com</strong>o vives. Y nada más lejos<br />
de mi voluntad, pero, en fin, estaba claro que los primeros signos de alarma habían<br />
llegado y era más que una certeza, mi intuición se rebelaba definitivamente. Agitados<br />
los días, las noches plenas de sueños y vigilias... sus lindes lógicas habían<br />
<strong>com</strong>enzado a unirse a mis casi cuarenta años, justo cuando en una mujer se asoman<br />
con descaro las primeras canas y le gritan un aviso de retirada. Hacía tiempo que vivía<br />
<strong>Juego</strong> <strong>astral</strong> Teresa Iturriaga Osa 6