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Y por supuesto, la East Side Gallery, el kilómetro y pico (si el capitalismo más<br />
corrosivo tan dañino como el ex-régimen staliniano no sigue derribándolo para<br />
construir estadios u oficinas) del muro de Berlín que sigue en pie que sirve de<br />
soporte para numerosos murales que salpican de color y de mensaje social la gris<br />
pared de hormigón. Esta porción del muro de la vergüenza es el símbolo del final<br />
de la guerra fría, del enfrentamiento y la opresión, un grito a la libertad y una<br />
declaración de esperanza para no cometer de nuevo las barbaridades del pasado.<br />
A principios de 2014 se derribaron unos metros de East Side Gallery para edificar<br />
un enorme edificion. Por favor, no enterremos este símbolo bajo toneladas de<br />
acero. Este monumento no puede quedar a la altura de el búnker de Hitler, sepultado<br />
y olvidado después de la guerra. La East Side Gallery debe estar ante los ojos<br />
de todo el mundo para recordar las injusticias que sucedieron y que aún perviven.<br />
Si me tengo que quedar con uno de los murales, elijo el Bruderkuss, la pintura<br />
que recuerda el lujurioso beso que los dirigentes comunistas Erich Honneker<br />
(RDA) y Leónidas Breschnew (URSS) se dieron en un acto oficial ante la atónita<br />
mirada del mundo en 1979. “Parece ser” (atención a las comillas), que por un<br />
error de interpretación del protocolo, el beso, un acto normal entre la clase dirigente<br />
del bloque oriental, resultó ser un poco más apasionado de lo normal. En el<br />
mural del artista ruso Dmitri Vrubel se puede leer en ruso y alemán: “Mein Gott,<br />
hilf mir, diese tödliche Liebe zu überleben” (Dios mío, ayúdame a sobrevivir a<br />
este amor mortal).<br />
Para “turistear” más por Berlín podemos salir de la ciudad e ir a Potsdam (unos<br />
20 minutos en tren) y visitar la zona monumental palaciega de la familia real<br />
prusiana. Edificios y salones rococós al más puro estilo europeo. También fue el<br />
lugar donde las potencias vencedoras en la II Guerra Mundial se repartieron el<br />
botín de guerra y decidirían el futuro de los alemanes en los años siguientes. Un<br />
futuro que podía ser malo por la escasez a un lado del telón o aun peor al otro.<br />
Para terminar, no pueden faltar las compras. En un ambiente alternativo como<br />
reina en Berlín, lo suyo es acudir a los mercadillos, que los hay en cantidad en el<br />
barrio de Kreuzgberg, en Mitte… Cientos de tesoros de quizá el período más<br />
decisivo de la historia aguardan en sus cajas de cartón y también libros, ropa…<br />
Para la vida nocturna y la gastronomía también están muy bien el barrio de<br />
Kreuzberg o Mitte. En Berlín hay una buena mezcla de cocinas internacionales,<br />
lideradas por el kebab turco muy arraigado aquí. Podemos encontrar libanesa,<br />
cocina thai, mexicana… y con un poco de trabajo también encontraremos cocina<br />
típica alemana. Aún recuerdo con arrepentimiento el codillo cocido con sauerkraut<br />
(chukrut o col agria fermentada) y Almax de postre. Recomendable para<br />
paladares con aguante.<br />
Texto y fótos: IbánMontero<br />
SIN JULIO 2014