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SINERGIA>Sumario> Literatura/creación> Relato<br />
un orden con lo que había anotado hasta el momento debía<br />
ser suficiente para encontrar la solución.<br />
Los meses iban pasando, Luntos no tenía prisa, tenía la paciencia<br />
de un relojero.<br />
Apoyado en el mostrador, leía y releía la lista una y otra vez,<br />
cada vez con una renovada energía. Lo misterioso estaba ante<br />
sus ojos y sólo él estaba llamado a desvelar el misterio. Bueno,<br />
la verdad, que si hubiese ido a visitar a su antiguo jefe, puede,<br />
sólo puede que le hubiera revelado el secreto, pero hubiese<br />
acabado la magia precipitadamente.<br />
Para no llegar a obsesionarse, sólo se dedicaba a la lista en<br />
horas de trabajo. Ya tenía anotados los objetos de la mitad<br />
del almacén y sólo había tardado cuatro meses de incursiones<br />
diarias al otro lado, más allá de la cotidiano, donde se para el<br />
tiempo y la realidad se gira y se transforma hasta hacerse irreal.<br />
Y allí seguía él, empeñado en descifrar lo que quizá no fuera<br />
indescifrable. La memoria de uno puede recomponerse de<br />
diferentes maneras, no así las piezas de un puzzle que se compone<br />
de una única forma. Su ex-jefe podría tener una increíble<br />
memoria fotográfica desarrollada gracias a este desconcierto<br />
de objetos y ante eso no había fórmula matemática contra la<br />
que luchar.<br />
Un momento creyó de pronto notar una mota de luz en esa<br />
oscuridad, puede que sí, que fuera eso lo que estuviera buscando.<br />
La fecha era la clave, unos simples números, la suma de<br />
todas sus cifras hasta reducirlas a un sólo número, el día, el mes,<br />
el año, eran sumados y reducidos a un sólo dígito. El almacén<br />
estaba dividido por nueve filas de estanterías. Sabiendo la<br />
fecha y el objeto era fácil de encontrar, se hacía la operación<br />
y se buscaba en su pasillo. Es cierto que en cada pasillo había<br />
infinidad de cajas, cómo saber si estaba en la primera o en la<br />
octava. Debía volver a mirar (en cada caja había escrito las últimas<br />
cifras del año último que había archivado, a partir de ese<br />
año estaría en la siguiente caja que cuadrara con ese número).<br />
Era algo tan lógico cuando lo descubrió que rápidamente paso<br />
al almacén y extasiado comprobó que tenía razón. Paseó entre<br />
las nueve filas de estanterías, recorrió con la mirada cada una<br />
de sus baldas. Jugueteó a encontrar objetos encontrados tal<br />
día y tras unos torpes comienzos empezó a adquirir habilidad<br />
en encontrar cada objeto contenido en cada caja.<br />
Bien, él ya sabía cómo moverse en el paraíso, de pronto se<br />
paró, miró a uno y otro lado del almacén y levantando las manos<br />
al cielo exclamo: y ahora, ¿qué?