El vientre del puma de oro - Universidad Internacional SEK | Ecuador

El vientre del puma de oro
Intervención del Dr. Arq. Oswaldo Páez Barrera,
Decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Internacional SEK,
en la Cátedra de Urbanismo, Guápulo, diciembre de 2012
Además de las publicaciones realizadas en defensa de la patrimonialidad de la Plaza de
San Francisco de Cuenca (Páez, a, b, c, d), quiero compartir con ustedes las siguientes
hipótesis y reflexiones centradas en las formas geométrico patrimoniales de las plazas
andinas y sus connotaciones míticas, a fin de argumentar una vez más en favor de una
intervención en dicha plaza que no sea privatizadora del espacio público ni atentatoria a
la memoria del lugar como actualmente lo pretende el municipio de esta ciudad.
Imagen 1
Plaza de San Francisco hasta las
primeras décadas del s. XX.
Alfredo Lozano, Robert Rowe y otros estudiosos de la ciudad incaica coinciden en
señalar que el Cuzco, Tomebamba y Quito, tienen una traza que de algún modo
reproduce el esquema del felino sagrado de los incas. Y, en efecto, si nos fijamos en el
esquema que en dicha traza se asigna al mercado o la plaza principal, podemos ver que
en los tres casos dichas funciones se ubican en la barriga del puma, o cerca de dicha
zona. Lo afirmado se puede ver en los esquemas dibujados –especialmente por Alfredo
Lozano– cuando se superponen a las trazas actuales de las ciudades nombradas.
Según esta hipótesis y revisando la zonificación de Cuenca-Tomebamba, la
actual Plaza de San Francisco y los lugares comerciales aledaños –como el mercado 10
de Agosto o la Plaza de las Flores–, estarían desde tiempos de Túpac Yupanqui
cumpliendo funciones de intercambio en la parte central del cuerpo del puma totémico,
o panza de esta alegoría urbanística, función y actividad que, la traza colonial, no podía
alterar porque en el paso desde las ciudades andinas a aquellas que se desarrollaron bajo
el dominio español, éstas no habrían hecho otra cosa sino acoplarse a la traza pre
1

existente –como lo afirman el mismo Lozano y otros historiadores– o, por lo menos, a
la traza que evidentemente ya estuvo insinuada no solo en términos geométricos sino
antropológicamente, es decir, en la consciencia sobre la ocupación del lugar.
Imagen 2
La silueta del puma, animal sagrado dentro de la
cosmogonía andina, habría servido como motivo para
trazar las plantas de varias ciudades incásicas, entre ellas
la de Tomebamba, confiriendo al urbanismo andino
actual raíces no únicamente europeas.
Por otra parte y según el historiador cuencano Juan Chacón Zhapán (2005), la ciudad de
Tomebamba se implantó sobre otra anterior o junto a ella: la cañari, conocida como
Paucarbamba, o Llanura Florida. Aquel espacio habría tenido como centro sagrado la
actual intersección de las calles Benigno Malo y Santa Ana, en torno al cual se habría
dispuesto una plaza grande que habría ocupado el área actualmente comprendida entre
las esquina de las iglesias de San Francisco, Santo Domingo, Las Conceptas y las
instalaciones religiosas de la ex capilla de San Miguel, San Alfonso y, concretamente, la
esquina oeste de lo que otrora fue la escuela de los Hermanos Cristianos. Es decir y
como se puede comprobar caminando por el centro de la actual ciudad mestiza de
Cuenca, este cuadrado sagrado, en cuyos vértices están las iglesias o instalaciones
nombradas, es el que habría sido –en opinión de Chacón– lotizado en los términos que
recoge el acta de la fundación española de la ciudad en 1557. Dicho loteo se habría
trazado de acuerdo a lo que los caciques cañaris que firman el acta en mención, habrían
sugerido a los españoles y en el cual se reservaron para ellos los barrios de San
Sebastián y San Blas como “barrios de indios”. Chacón ha hecho notar que estos tres
sectores urbanos de la ciudad que entonces se fundaba, se asientan sobre el eje sagrado
que señalaban la calle y el canal de Sana Ana. Como se ve, esta hipótesis, si bien
modificaría la anterior (la traza de la ciudad a partir de la figura del puma totémico),
viene a reforzar la importancia patrimonial del Centro Histórico de Cuenca en vista de
que, para la cosmogonía del pueblo originario de la región azuaya, se trata de un espacio
sagrado cuya materialidad no debería ser maltratada sino respetada.
2

Según Chacón, la cruz cuadrada cañari –o chacana–, estaría señalando la forma
de la traza urbana del centro de la ciudad que surgió a partir de la fundación española de
Cuenca, por lo cual, su patrimonialidad urbana se sustenta más que en el urbanismo
europeo, en el andino, cualificando de este modo un mestizaje espacial en el que los
pueblos originarios –como el cañari e inca–, están presentes.
Los estudios de Chacón, sumados a los de Jaime Idrovo Urigüen, Hernán Loyola
y muchos otros investigadores del tema, dejan en claro que los lineamientos que
determinaron el crecimiento urbano de la ciudad estuvieron dados desde mucho antes de
la fundación española, por lo cual, su traza, ejes y visuales, sus espacios abiertos y sobre
todo la horizontalidad de su zona central, son elementos excepcionales y cualidades no
solo geométricas sino valores históricos y sociales intangibles que deben ser tratados
con el mayor cuidado.
En este contexto, la Plaza de San Francisco de Cuenca tiene características formales y
relaciones que en verdad no encajan ni se explican dentro del damero que teóricamente
impusieron los conquistadores hispánicos en el siglo XVI. Veámoslo.
Al igual que las formas de las dos plazas que correspondieron a los
“asentamientos de indios” (San Sebastián y San Blas), la de San Francisco es
rectangular, no cuadrada como las propuestas por los españoles.
Pérez Arteta (2008), puso en evidencia que la Quito Pata, o Plaza Grande del
Quito precolonial, era asimismo rectangular y, además, que la relación proporcional de
aquel rectángulo era de dos a uno, como lo es también la célebre Huacaypata del
Cuzco. La rectangularidad de las plazas antiguas tampoco era casual, pues en un
extremo estaba el área destinada al llanto y, en el otro, el destinado al regocijo; todo ello
a tono con los dualismos espacio temporales andinos.
El autor citado hace notar el hecho adicional de que por esas plazas pasaban
unos cuerpos de agua: en el Cuzco era el río Saphy, actualmente entubado; en Quito era
la quebrada de Sanguña; y, en Tomebamba, era una acequia bastante grande que venía
desde el este y pasaba por la actual calle Santa Ana. Este elemento contribuía también a
dividir las plazas conforme las concepciones espaciales y religiosas indígenas.
3

Imagen 3
Plantas de cuatro ciudades andinas
elaboradas por el Dr. Arq. Alfredo
Lozano, en las cuales, dice que está
implícita la figura del puma. Nótese
también la presencia de la cruz cuadrada,
otro elemento regulador formal y
simbólico del urbanismo andino.
Los nuevos señores que vinieron de la mamacocha (el mar) y fueron los grandes
vencedores de la guerra entre incas y entre otros pueblos del Tahuantinsuyu, en algunos
casos respetaron esos espacios urbanos; pero, en otros, dividieron esas grandes plazas
andinas en solares para usufructo de ellos mismos, de su rey y de sus dioses. Según esta
hipótesis, que en el caso de Cuenca ya la insinuamos a finales de 2010 (Cfr. Páez, 2010,
e) al revisar planos de áreas más grandes que aquellos que mostraban únicamente los
del primer amanzanamiento español, cabría la posibilidad de que el espacio central del
asentamiento urbano de Tomebamba haya tenido a San Francisco y a Santo Domingo en
sus esquinas Este y, a la Catedral Vieja en su lado Oeste; y que, como resultado de
aquel loteo colonialista, el actual parque central, el atrio y la plaza de San Francisco, el
atrio de la Catedral Vieja, la plazoleta de Santo Domingo y la Plaza de las Flores, hayan
quedado como una concesión a los vencidos, o como vestigios de aquella gran plaza
tomebambina posiblemente ubicada entre las actuales nueve manzanas limitadas por las
calles Gran Colombia, Presidente Córdova, Luís Cordero y Gral. Torres. La hipótesis
propuesta, reforzada por la conclusiones a las que llega Chacón (2005) llevaría a pensar
que el plano de la primera traza de Cuenca dibujado por Cordero Palacios, no es más
que el plano del loteo del gran espacio o de la plaza central de la ciudad indígena. Esta
afirmación no es aventurada si se considera que lo mismo fue perpetrado tanto en el
Cuzco como en Quito. Sin embargo, este loteo y en el caso de Cuenca, no habría sido
arbitrario sino de algún modo respetuoso de simbologías y cosmovisiones locales
preexistentes.
4

Imagen 4
Este plan de reparto de lotes se
habría trazado equidistante de los
caseríos de San Sebastián, San Blas
y Pumapungo, áreas de la ciudad
indudablemente pobladas y
ocupadas. Por tanto, este loteo se
hizo en el área central de la vieja
Paucarbamba, la Huacha Opari
Pampa de la que habla el Dr. Juan
Chacón. Este espacio que no era ni
baldío ni vacío, sino abierto y
público, habría servido para
albergar masivas concentraciones
religiosas y militares.
Por otro lado, y esta sería una tercera hipótesis para explicar la forma de la plaza
de San Francisco y sus nexos con su entorno físico, si observamos la extraña relación
formal que mantienen las iglesias coloniales adjuntas a estas plazas de Cuenca podemos
esbozar la siguiente explicación: posiblemente los espacios abiertos ya existían como
parte de un amplio espacio público y de uso común, pero, como digo, es curioso que sus
fachadas principales no se muestren hacia esos espacios abiertos, relación esta que más
bien se encuentra delegada a sus fachadas laterales que son las que “dan la cara” a sus
respectivas plazas y plazoletas. Es el caso de San Sebastián: su puerta lateral Sur se abre
hacia la plaza del mismo nombre. También es el caso de la Iglesia del Carmen: su
puerta lateral Este, es la que se abre hacia la plaza de S. Francisco; y, en el caso de
iglesia que lleva el nombre del santo de Asís, es la puerta lateral Norte la que se abre
hacia la plaza correspondiente. Esta relación formal podría ser una variación de esa
tipología espacial que se conoció como “capillas para indios”, o extensión del espacio
eclesial hacia el exterior (Buschiazzo, 1961). Sin embargo, si relacionamos esta
hipótesis con la segunda, podríamos también colegir que las fachadas de las iglesias
nombradas, en especial las centrales (Catedral Vieja, Santo Domingo y San Francisco),
“daban la cara” hacia ese gran espacio central o plaza grande de Paucarbamba.
También es interesante destacar que los actuales atrios de San Francisco y de
San Sebastián son plataformas más pequeñas, como lo es la que corresponde a Santo
Domingo, al Carmen Alto, a San Alfonso y al Carmen Bajo. Con lo cual, la existencia
de la actual Plaza de San Francisco sigue sin encajar en la lógica espacial renacentista
del nuevo urbanismo que trajo España.
5

Esta falta de relación directa de las iglesias del Centro Histórico de Cuenca con
este espacio tan particular, la plaza grande o gran espacio abierto de Paucarbamba,
podría explicarse también porque este era un espacio pagano, cuyas actividades no eran
tan santas como las que seguramente se realizaban en los pequeños atrios de las iglesias
coloniales de Cuenca aquí nombradas.
La posible naturaleza de cápac-jatun-cancha, o gran plaza patio principal de la
que la actual Plaza de San Francisco pudo haber sido parte, se apoya en la constancia de
que en este lugar –independientemente de sus dimensiones– se sigan cumpliendo
funciones de mercadeo (la barriga de la ciudad, la panza del puma totémico…), ya sea
por costumbre ancestral, o como una vocación fija en la memoria colectiva desde
tiempos pre coloniales.
Otro elemento que contribuye a fundamentar la condición de plaza patrimonial
al espacio del cual nos estamos ocupando, es el dato cierto de que fueron los
franciscanos los encargados de las catequesis a los pueblos aborígenes. Esto lleva a
pensar que la asignación del espacio para su iglesia fue una decisión tomada en
correspondencia al cometido evangelizador de dicha orden religiosa, pues, para cumplir
con tal encomienda, los curas requerían espacios abiertos. Y en este caso, qué mejor, si
el mismo estaba en medio de otro, ocupado –y de manera intensa– por los infieles
cañaris e incas.
Imagen 5
Los obreros de la contrucción (en grán número
indígenas azuayos cañaris y peruanos), se concentran
especialmente los lunes el la Plaza esperando ser
contratados. A la explotación capitalista de los pueblos
andinos se suma al desprecio hacia las formas culturales
de los mismos. Las lecturas e interpretaciones
dominantes de lo patrimonial urbano, pretenden por ello
desarrollar un discurso ideológico que excluye la
memoria popular presente en sus espacios ancestrales,
tratando de crear un pasado que justifique el presente del
capital con no-lugares propios de la globalización.
Hay otro indicador que apoya estas suposiciones acerca de la naturaleza indígena de la
Plaza de San Francisco de Cuenca: la Huacaypata del Cuzco tiene una “calle del
medio”; se trata de un elemento urbano que en la traza colonial “partía en dos” a las
manzanas cuadradas que los españoles trazaban, querían trazar o trataban de acomodar
en las trazas de las ciudades indígenas. Resulta que en la Plaza de San Francisco, en la
6

de San Sebastián y en la San Blas, existen dichas “calles de en medio” que parten la
manzana cuadrangular española en formas rectangulares y, por las cuales, podemos
caminar hasta el día de hoy: se trata de las calles José Peralta, la de San Sebastián, y la
de San Blas, respectivamente. Estas “calles de en medio” serían otro vestigio objetivo
de la traza urbana primigenia, o quizás una decisión posterior rediviva e inconsciente de
aquel amanzanamiento no cuadrangular sino rectangular, que en ciertas partes de la
ciudad precolonial sí existía.
Por lo anotado, la hipótesis de que la actual Cuenca está asentada sobre el
trazado preexistente de Tomebamba y de Paucarbamba y que también ha desarrollado
su forma urbana mestiza sin olvidar preferencias propias del trazado de la vieja ciudad
andina, vendría a reforzarse con la detección de las cualidades geométricas de estas tres
plazas, dos de las cuales han sido señaladas inequívocamente como indígenas y
anteriores a la presencia española en la región. (Curiosamente, en las esquinas de la
primera Catedral, en San Blas, en la esquina de las actuales calles Sucre y Gral. Torres y
en la calle Baltazara de Calderón, existen vestigios de muros que sugieren direcciones
urbanas). De estas tres plazas, la de San Francisco habría sido la principal, por
corresponder su ubicación a las partes centrales del cuerpo del puma sagrado, imagen
sobre la cual se habrían trazado las otras tres emblemáticas ciudades andinas sobre las
cuales el Dr. Lozano ha realizado sus interpretaciones.
Imagen 6
En la Plaza de San Francisco las construcciones que
sobre ella existen fueron realizadas como resultado
del clientelismo electoral de anteriores alcaldes.
Estos actos reñidos con el sano comportamiento
administrativo, en vez de corregirse se ratificarían
cuando, existiendo las condiciones para recuperar la
patrimonialidad de la Plaza, se pretende por el
contrario atentar contra su integridad, autenticidad y
materialidad ancestrales.
Imagen 7
Las críticas a la intervención municipal en la Plaza
no pretenden dejarla como está. Pero resulta
inaceptable que con el pretexto de “intervenirla”, se
quiera aplicar un “remedio” peor que la enfermedad:
romperla y construir debajo de ella un centro
comercial y un estacionamiento para cientos de
vehículos, proyecto en el cual piensan invertir más
de $ 9.000.000, dinero que esperan recuperarlo con
los alquileres de los estacionamientos y locaes
comerciales ¡construídos en el espacio público!
7

Imagen 8
Perspectiva de la proyectada intervención municipal. En primer plano, el ingreso al parqueadero.
Alterar la Plaza de San Francisco, en los términos y la forma que propone el proyecto
del Municipio, ha sido cuestionado por el ICOMOS-Ecuador, el Colegio de Arquitectos
del Ecuador –Azuay–, la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Cuenca, la Red
Alvar (vinculada al Instituto Italo Latinoamericano que realiza estudios patrimoniales),
así como por otros colectivos y personalidades ligadas a a la actividad cultural del país.
Estos cuestionamientos han llevado a la UNESCO a detener –ojalá definitivamente– la
pretensión municipal de realizar obras de arquitectura nueva en la Plaza. Esta decisión
de la UNESCO dejaría ver que la pretendida intervención municipal atentaría contra
elementos no solamente físico patrimoniales de la zona de conservación absoluta del
Centro Histórico de Cuenca, sino contra valores culturales intangibles de la
cosmovisión andina, recogidos en la organización de los espacios que podrían ser
dañados sin ninguna posibilidad de arreglo posterior.
El puma totémico sería uno de estos valores
intangibles, en tanto el mismo hace alusión al
animal que junto a los hombres, camina y vive en
el plano horizontal intermedio (Kai Pacha), aquel
que cubierto por los cielos (Hanan Pacha), está
sobre el mundo de los muertos y de los aún no
nacidos (Uku Pacha), legitimando de esa manera
la horizontalidad de la ciudades andinas abiertas a
la luz y al cielo.
Imagen 9
8

Desde esta perspectiva mítica y animista,
incursionar en los subsuelos del mundo con fines
lucrativos podría ser interpretado como un
irrespeto al espacio sagrado de los muertos y de la
memoria, cuando no, como una identificación con
los gustos de los mukis, aquellos seres que también
deambulan por las cuevas, los túneles, la oscuridad
y los laberintos de la Uku Pacha.
Imagen 10
Llevar adelante las obras propuestas por el municipio de Cuenca, sería entonces
un riesgo que quizás es mejor no correr hasta cuando nuevos estudios históricos y
arqueológicos demuestren, enriquezcan, nieguen o precisen las hipótesis expuestas.
Imagen 11
Por ahora y según se puede ver en la
fotografía que fue publicada en diario El
Tiempo de Cuenca (2011.02.14), las calas
realizadas en la plaza actual dejaron al
descubierto la plataforma de cantos
rodados de una plaza anterior. Solamente
este vestigio cultural, confirmado por el
dato que la plaza fue empedrada por el
gobernador Franco en tiempos de la
Revolución Liberal, impediría –por ley–
llevar a cabo las pretendidas
construcciones municipales.
En conclusión, no perdemos nada si la rescatamos y la mantenemos como tal,
como plaza y como panza del puma tutelar de la antigua Tomebamba.
Me he aventurado a opinar en base a hipótesis interpretativas de la traza urbana
prehispánica del centro histórico de Cuenca por la siguiente razón: no vaya a ser que por
tocarle esas partes al puma éste se despierte y, de un zarpazo, nos prive de nuestros
queridísimos concejales, contratistas y alcalde, entusiasmados como están en hacerle
cosquillas creyendo que en su panza encontrarán algún provecho económico o electoral.
Muchas gracias por haberme escuchado.
9

Anexo:
La Plaza de San Francisco está ubicada en el centro del Sector I, o área Monumental del Centro
Histórico de Cuenca.
Referencias bibliográficas:
-Arteaga, Diego. “Cuenca: agrupaciones artesanales S. XVI-XVII”, en: El artesano en la
Cuenca Colonial, pág. 176.
-Buschiazzo, Mario. Historia de la arquitectura colonial en Iberoamérica. Bs. As., 1961.
-El Tiempo. “Analizan restos Plaza San Francisco.” 2011.02.14.
-Chacón Zhapán Juan. Guacha Opari Pamba. Plaza donde se origina la gente cañari,
CCE, Cuenca, 2005.
-Idrovo, Jaime. “Caminos, barrios y áreas de ocupación en Tomebamba”, en Tomebamba.
BC, Cuenca.
-Lozano, Alfredo. Cuenca, ciudad andina.
-Páez, Oswaldo.
a) Ciudadanos y ciudadanas de Cuenca: A rescatar la Plaza de San Francisco. 20
de febrero de 2012.
b) La ciudad de la presencia. Intervención en el encuentro VLIR. Fac. de Arq. de
la Univ. de Cuenca. 19 de Marzo de 2012.
c) La plaza guarda el resplandor del cielo. 18 de septiembre de 2012.
d) Carta pública al Alcalde de Cuenca. 25 de septiembre de 2012.
e) “Ver lo mismo pero con otros ojos: Iconografía arquitectónica de la Cuenca
Histórica”, en Pucara, 23, Cuenca, 2011.
-Pérez Arteta. “La ciudad inca de Quito”, en Quito prehispánico, ed. CAE/MAE, Quito 2008
10