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| cuento |<br />
DIA DE<br />
CUMPLEAÑOS<br />
Aristarco Azul<br />
PARA TI PADRE MIO<br />
¡Tu nombre divino<br />
vaga en el universo,<br />
con un peso en el hombro,<br />
<strong>de</strong> pueblo en pueblo<br />
<strong>de</strong>jando tu sudor<br />
y semblanza <strong>de</strong> amor!,<br />
en puertos sin fronteras<br />
¡Buscando pan, buscando amor,<br />
encontrando ira, dolor y <strong>de</strong>samor!,<br />
yo, tu sombra, vago en el sen<strong>de</strong>ro<br />
iluminado, con tus enseñanzas <strong>de</strong> fe;<br />
viéndome en las aguas, son tus ojos<br />
y tu alma convirtiendo mi faz,<br />
en tu fuerte rostro buscando mi dignidad!,<br />
por eso padre mío, te llevaré siempre<br />
en mis sueños en mi mente y alma<br />
¡Padre <strong>de</strong> mi virtud!…<br />
Aristarco Azul<br />
6 TRESMIL Sábado <strong>20</strong> / junio / <strong>20</strong>15<br />
JOSÉ ROBERTO RAMÍREZ<br />
Escritor y poeta<br />
Sus ojos estaban<br />
radiantes y para su<br />
pequeño mundo recién<br />
inventado todo era<br />
nuevo. Poseía para<br />
entonces en su rostro<br />
una linda sonrisa, y<br />
no porque frente a ella<br />
tenía un inmenso pastel<br />
que festejaba sus primeros siete años <strong>de</strong> vida,<br />
sino porque esa sonrisa era el producto <strong>de</strong>l<br />
amor y protección incondicional que siempre<br />
había experimentado.<br />
Casi treinta y seis años <strong>de</strong>spués, sentada,<br />
mientras observa esa fotografía sonriente <strong>de</strong> su<br />
infancia... sonríe, y en la distancia que existe<br />
entre sus pupilas y las manos que la sostienen,<br />
se da cuenta que esa sonrisa aún está con ella,<br />
tan fresca, tan recién creada, como si tan<br />
solo tuviera siete años <strong>de</strong> existencia. Pero en<br />
medio <strong>de</strong> toda la compenetración y fijeza <strong>de</strong><br />
su aguda pupila, experimenta una sensación<br />
ligera que le recorre todo su cuerpo. Parece<br />
que con sus manos no solo sostiene su foto<br />
antigua, sino una especie <strong>de</strong> espejo mágico,<br />
una ventana dimensional y sobrenatural. Fija<br />
la acuarela rupestre <strong>de</strong> su pupila en el rostro<br />
infantil <strong>de</strong> ella misma y es como si <strong>de</strong> repente<br />
–en fracciones <strong>de</strong> segundos-, una sórdida<br />
i<strong>de</strong>a se apo<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> ella. Es una visión o una<br />
mezcla improvisada <strong>de</strong> fantasía con silenciosa<br />
nostalgia, que gradualmente la embarga como<br />
lluvia inesperada en los inviernos lejanos <strong>de</strong><br />
su infancia. Un fenómeno tan íntimo que<br />
sólo pue<strong>de</strong> darse con la complicidad <strong>de</strong><br />
uno mismo. Y así, <strong>de</strong> repente, inmersa en la<br />
mágica nostalgia <strong>de</strong>l momento ella <strong>de</strong>ja <strong>de</strong><br />
distinguir quién es quién. Qué momento es<br />
el real. Quién verda<strong>de</strong>ramente es ella. Si el<br />
presente es ese lejano instante <strong>de</strong> ella misma<br />
frente al pastel; o si el presente es éste instante<br />
<strong>de</strong> sí misma, sentada, viendo la fotografía <strong>de</strong><br />
ella misma frente al pastel cuando cumplió<br />
siete años.<br />
Hay un silencio que en cantidad <strong>de</strong> tiempo<br />
no se pue<strong>de</strong> medir. Probablemente sea<br />
corto o largo, ¡qué importa la cantidad y el<br />
silencio! Lo más importante es que resulta<br />
ser lo suficientemente a<strong>de</strong>cuado para que<br />
retrospectivamente pueda intimar, para<br />
conversar consigo misma, para sincerarse;<br />
porque <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> cuarenta y tres años hay<br />
tanto inventario que hacer, tanto que <strong>de</strong>cir,<br />
que contarse…<br />
Así es que sumergida en su propia fotografía,<br />
empieza a sentir en sus manos una diminuta<br />
presencia subcutánea, una sensación certera<br />
y tibia <strong>de</strong> que algo palpita, <strong>de</strong> que algo<br />
existe remotamente, y empuja con premura<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la oscuridad <strong>de</strong> sus huesos hasta la luz<br />
<strong>de</strong> su piel como si fueran sus mismas y<br />
pequeñas manos<br />
–aquellas <strong>de</strong> siete años-, saliendo <strong>de</strong><br />
la fotografía con la única intención <strong>de</strong><br />
abrazarla y reencontrarse a sí misma. La<br />
sensación va aumentando hasta proporciones<br />
<strong>de</strong>scomunales que ella se siente envuelta en<br />
una extraña, pero agradable impresión <strong>de</strong><br />
presencia total, y por fin, siente la compañía<br />
<strong>de</strong> ella niña, con su peinado infantil y su<br />
pequeño vestido rosado manchado con<br />
residuos <strong>de</strong> pastel.<br />
Recorrieron juntas cada uno <strong>de</strong> los años y<br />
todas las vivencias que las fueron -con una<br />
impensada lentitud- separando, y que <strong>de</strong><br />
manera ligera en lo espiritual, las habían<br />
hecho tan diferente. Disolvieron juntas las<br />
discrepancias y todas aquellas controversias<br />
producidas en medio <strong>de</strong> juegos <strong>de</strong> niñas;<br />
confabularon y compartieron efervescentes<br />
secretos <strong>de</strong> adolescencia y bromearon sobre<br />
el peso, volumen y contenido <strong>de</strong>l tiempo<br />
acumulado; sobre la incertidumbre que<br />
envuelve el futuro y por último, acordaron<br />
estar siempre juntas, como una sola, unidas<br />
para confrontar la vida con mayor fortaleza,<br />
<strong>de</strong>terminación y esperanza.<br />
Hoy, sentada y absorta, mientras observa la<br />
fotografía <strong>de</strong> su infancia, se da cuenta que no<br />
solo es la sonrisa <strong>de</strong> entonces la que sigue con<br />
ella, sino que también todos esos recuerdos,<br />
malos o buenos, convertidos a golpe seco<br />
<strong>de</strong> reloj en fuertes columnas que sostienen<br />
con solemnidad la arquitectura exacta <strong>de</strong> sus<br />
días...<br />
Descubriendo, como verdad íntima, que la<br />
irrefutable edad no es solo el tiempo vivido,<br />
sino sencillamente todo lo que po<strong>de</strong>mos<br />
recordar...