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Luz de las gentes(2)Pueblo sacerdotalRetiro espiritual para LaicosJuntos como hermanos,miembros de una Iglesia,vamos caminandoal encuentro del Señor.Un largo caminar,por el desierto bajo el sol,no podemos avanzarsin la ayuda del Señor.La Iglesia en marcha está,a un mundo nuevo vamos ya,donde reinará el amor,donde reinará la paz.Pueblo de sacerdotes, profetas y reyes(LG 10. 11. 12. 31. 32. 33)«Cristo, Señor, Pontífice tomado de entre loshombres, a su nuevo pueblo “lo hizo reino ysacerdotes para Dios, su Padre”. Los bautizadosson consagrados como casa espiritual y sacerdociosanto por la regeneración y por la uncióndel Espíritu Santo, para que por medio de todas


Pueblo sacerdotal2las obras del hombre cristiano ofrezcan sacrificiosy anuncien las maravillas de quien losllamó de las tinieblas a la luz admirable».«El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocioministerial o jerárquico se ordenan el unopara el otro, aunque cada cual participa deforma peculiar del único sacerdocio de Cristo.Su diferencias es esencial, no sólo gradual.Porque el sacerdocio ministerial, en virtud de lasagrada potestad de que goza, modela y dirige alpueblo sacerdotal, efectúa el sacrificio eucarísticoofreciéndolo a Dios en nombre de todo el pueblo;los fieles, en virtud de su sacerdocio real,concurren a la oblación de la eucaristía, y loejercen en la recepción de los sacramentos, en laoración y acción de gracias, con el testimonio deuna vida santa, con la abnegación y caridadoperante».«Y si es cierto que algunos, por voluntad deCristo, han sido constituidos para los demáscomo doctores, dispensadores de los misterios ypastores, sin embargo, se da una verdaderaigualdad entre todos en lo referente a la dignidady a la acción común de todos los fieles parala edificación del Cuerpo de Cristo».«El carácter secular es propio y peculiar de loslaicos. (...) Les pertenece por propia vocaciónbuscar el reino de Dios tratando y ordenando,según Dios, los asuntos temporales. Viven en elsiglo, es decir, en todas y cada una de las actividadesy profesiones, así como en las condicionesordinarias de la vida familiar y social con lasque su existencia está como entretejida. Allíestán llamados por Dios a cumplir su propio


Pueblo sacerdotalcometido, guiándose por el espíritu evangélico,de modo que, igual que la levadura, contribuyandesde dentro a la santificación del mundo. (...)Están llamados, particularmente, a hacer presentey operante a la Iglesia en los lugares ycondiciones donde ella no puede ser sal de latierra si no es a través de ellos».Después de presentar el misterio de la Iglesia, el ConcilioVaticano II la identificó como el pueblo de Dios. Con todaintención puso estos conceptos e imágenes al comienzo detoda la reflexión sobre la Iglesia, ya que dan a entender quées lo principal y qué es lo secundario. Lo principal es que Jesúshaya querido hacerse visible y prolongarse en la historiahumana a través de su cuerpo, que es la Iglesia. Y, en consecuencia,que haya hecho participar a todos los bautizados desu singular carácter de sacerdote: pontífice –el que tiendepuentes – entre Dios y la humanidad. Por eso resalta el caráctersacerdotal de todo el pueblo de Dios fundamentando enesta condición sacerdotal la espiritualidad cristiana. Lo principales que todos somos sacerdotes, todos somos responsablesdel ser y misión de la Iglesia; lo secundario, las diferentestareas a las que el Señor llama a cada uno.Dentro del pueblo cristiano, todo él sacerdotal, existe unsacramento que constituye a algunos como ministros o servidoresde todo el pueblo sacerdotal. Entre el sacerdocio comúnde todos y el sacerdocio ministerial de algunos, la distincióno diferencia no estriba en la mayor o menor dignidad e importanciade la misión que cada uno ejerce, sino en la diferentetarea que realiza. Esto es lo que significa la frase: «su diferenciaes esencial, no sólo gradual». Mientras que unos ejercéisel sacerdocio –tendéis puentes– mediante la confesiónpública de la fe ante el mundo, el testimonio de Cristo en los3


Pueblo sacerdotalambientes y situaciones mundanas en las que vivís, la edificacióndel Reino de Dios «tratando y ordenando según Dios losasuntos temporales», construyendo vuestra familia como«Iglesia doméstica» y participando activamente en los sacramentos,otros ejercemos un sacerdocio ministerial, es decir:de servicio al pueblo sacerdotal para mantenerlo unido y sostenerloen su ser y tarea sacerdotal, con la Palabra de Dios,los Sacramentos y el acompañamiento pastoral.En LG 34. 35 y 36 se desarrolla pormenorizadamente cómolos laicos ejercéis el sacerdocio común de todo el pueblo deDios mediante la consagración del mundo por medio de vuestrasobras y trabajo, mediante el testimonio «dentro de lascomunes condiciones de la vida en el mundo», y mediante lasanación de las estructuras y los ambientes del mundo. Laslimitaciones de tiempo y espacio impiden transcribir los textoscorrespondientes, pero no por eso dejemos de considerarestos aspectos en la oración.v Oremos, pues, mirando el rostro de Cristo, para agradecerque nos haya dado parte en su propio carácter sacerdotal ypidámosle que nos ayude a ejercerlo según sus deseos. Lasmejores palabras serán las que salgan del corazón de cadauno, y la siguiente oración puede servir de ayuda:4Súplica a favor del testigoInunda, oh Dios, con el torrente de tu audaciaal hombre llamado a ser tu testigo:que su compromiso a favor de los pobresy su estar al lado del necesitado y desvalidoayuden a desvelar tu imagende un Dios que aborrece toda iniquidad;que la experiencia de tu amor en su vidasea como lluvia y rocíoque hagan fértil la tierra baldía de nuestras desesperanzas.


Pueblo sacerdotal¡Jamás nos falte un testigo de tu amor!Sólo él nos hará abundar en la perfecta alegríaporque cambiará los cultivos de egoísmoen campos de comunión y amistad;sólo él conseguirá que sea bendiciónla maldición de mutua desconfianzaque hoy pesa sobre el hombre;sólo él, porque aceptó, con el sacrificio de su vida,ser sendero de Dios entre los hombres:aurora de un mundo nuevo bajo el signo de la fraternidad.¡Bendito el Dios de rostro humano,único que eleva al hombre al gozo de ser su testigo!¡Bendito el Dios que nos envía signosde su amor hecho carne, presencia, riesgo!¡Bendito el Dios que consagra los pasos de su elegidocon el cuenco abundante de la esperanzaque derriba todo muro de lo imposible!(Antonio López Baeza)Todos llamados a ser santos (LG 39. 40. 41)5«Todos en la Iglesia, ya pertenezcan a la jerarquía,ya al pueblo, son llamados a la santidad,según aquello del Apóstol: Porque ésta es lavoluntad de Dios, vuestra santificación. (...)Nuestro Señor Jesucristo predicó la santidad de


Pueblo sacerdotal6vida, de la que El es Maestro y Modelo, a todosy cada uno de sus discípulos, de cualquier condiciónque fuesen. Sed, pues, vosotros perfectoscomo vuestro Padre celestial es perfecto. Envió atodos el Espíritu Santo, que los moviera interiormente,para que amen a Dios con todo elcorazón, con toda el alma, con toda la mente ycon todas las fuerzas y para que se amen unosa otros como Cristo nos amó. (...) Fluye de ahí laclara consecuencia de que todos los fieles, decualquier estado o régimen de vida, son llamadosa la plenitud de la vida cristiana y a la perfecciónde la caridad, que es una forma de santidadque promueve aun en la sociedad terrenaun nivel de vida más humano».«Es menester que los pastores del rebaño deCristo cumplan con su deber ministerial, santamentey con entusiasmo, con humildad y fortaleza,según la imagen del Sumo y Eterno sacerdote,pastor y obispo de nuestras almas. (...)Conviene que los cónyuges y padres cristianos,siguiendo su propio camino, se ayuden el uno alotro en la gracia, con la fidelidad en su amor alo largo de toda la vida, y eduquen en la doctrinacristiano y en las virtudes evangélicas a laprole que el Señor les haya dado. (...) Y por sulado, los que viven entregados al duro trabajo,conviene que en ese mismo trabajo humanobusquen su perfección, ayuden a sus conciudadanos,traten de mejorar la sociedad entera y lacreación, pero traten también de imitar en sulaboriosa caridad a Cristo, cuyas manos se ejercitaronen el trabajo, y que continúa trabajandopor la salvación de todos en unión con el Padre».


Pueblo sacerdotalAl recordar que la vocación a la santidad es para todos,este Concilio continúa reafirmando esa visión de la Iglesiacomo un pueblo de iguales, con tareas diferentes, encaminadastodas ellas a impulsar la salvación del mundo y la llegadadel Reino de Dios.Esta santidad cristiana no hay que buscarla ni en la huidadel mundo ni en difíciles ejercicios ascéticos, sino en la puestaen práctica de la propia vocación –profesión, condición devida, responsabilidad pastoral–, vivida con espíritu evangélico,mirando a Jesús, Señor y hermano, que camina con nosotros.La santidad de vida de los cristianos promueve, además,en la sociedad «un nivel de vida más humano», haciendo verdadaquella intuición de la Carta a Diogneto que, en el sigloII, recordaba a los paganos que los cristianos, aunque perseguidossin motivo, son «lo que el alma es en el cuerpo; tal esel puesto que Dios les señaló y no les es lícito desertar de él».v Estas consideraciones nos llevan a mantener, de nuevo, unaconversación cordial con Jesucristo, en la que cada uno lehablemos de cómo es nuestro camino de santidad y decómo él quiere que sea, de las dificultades que encontramosy de la ayuda que de él necesitamos. Este coloquiopuede desembocar en la siguiente oración:Ando por mi camino, pasajero,y a veces creo que voy sin compañía,Hasta que siento el paso que me guía,al compás de mi andar, de otro viajero.7No lo veo, pero está. Si voy ligero,él apresura el paso; se diríaque quiere ir a mi lado todo el día,invisible y seguro el compañero.


Al llegar a terreno solitario,él me presta valor para que siga,y, si descanso, junto a mí reposa.Y, cuando hay que subir monte (Calvariolo llama él), siento en su mano amiga,que me ayuda, una llaga dolorosa.(Liturgia de las Horas)Danos un corazón grande para amar.Danos un corazón fuerte para luchar.Hombres nuevos, creadores de la historiaconstructores de nueva humanidad.Hombres nuevos que viven la existenciacomo riesgo de un largo caminar.Hombres nuevos luchando en esperanza,caminantes sedientos de verdad.Hombres nuevos, sin frenos ni cadenas,hombres libres que exigen libertad.Hombres nuevos amando sin fronteraspor encima de razas y lugar.Hombres nuevos al lado de los pobrescompartiendo con ellos techo y pan.

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