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para un sueño - Fundación Vicente Ferrer

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opiniónu Ana García-Arroyou Profesora de Estudios de India y Estudios ingleses en la Universidad Rovira i Virgili (Tarragona)u Autora de “Historia de las mujeres de la India” (Laertes, 2009)“Las mujeres indias siempre han tenido voz,pero han sido muchos más los oídos sordos”Me preg<strong>un</strong>tan que les hable sobre la mujer en India; sobre cuál es su papel. Y yo respondo,fascinada, que ya me gustaría que ustedes tuviesen todo ese tiempo… Sonmuchas, ¿saben? Más de 600 millones. ¡Y cada <strong>un</strong>a de ellas tan diferente! Y cada <strong>un</strong>ade ellas tan admirable. Tal vez hoy pueda presentarles a alg<strong>un</strong>as de las que conocí a lolargo de mis viajes; de mis largas estancias; durante ya más de 20 años.Vayamos hacia Orissa, pues. Allí, entre las selvas de Rayagada, vive Rambha, <strong>un</strong>a bellamujer que pertenece a la tribu de los Khond. Cuando yo la encontré, ella y su puebloestaban en pie de guerra, luchando contra <strong>un</strong>a multinacional y alg<strong>un</strong>os intereses locales,que querían expropiarles de su territorio. “No conseguirán echarnos”, me decíacon gran fuerza en sus palabras, empuñando su única arma: <strong>un</strong>a azada. “Nuestrosabuelos vivieron aquí”, ap<strong>un</strong>taba. Y sabía que tenía razón. Sus abuelos, todos susantepasados, su tribu milenaria y otras más, aparecen mencionadas en los grandestextos del Mahabharata y las Puranas. Y ahora quieren expropiarlos; ¡qué ironía!atpu REVISTA INFORMATIVA u 2011 uTenía Rambha la mirada cansada, pero no desalentada. Se había levantado pronto.A las cuatro, como toda mujer de la tribu. Había desatado a los animales y, después,a moler el arroz, barrer la casa, coger agua en el arroyo, hacer la comida, atender alos pequeños y pre<strong>para</strong>rse <strong>para</strong> ir al campo. Tras <strong>un</strong>a jornada larga de labranza, alregresar, era el momento de la lucha activista; de organizarse y resistirse; de luchar.De ayudar a sus hombres; de salvar a su tribu. Allí estaba Rambha j<strong>un</strong>to con las demásmujeres. Allí sigue, pues el conflicto continua y a los intereses globales y localesno parece importarles mucho las voces pequeñas, con azada. ¡Qué tengas suerte, miquerida Rambha! Ruego a las deidades que os protejan y que mi humilde voz se <strong>un</strong>aa la tuya y alguien escuche.Pero sigo adelante en mi cometido <strong>para</strong> hablarles de Sumedha. Una mujer ejemplar;inteligente; que trabaja en la <strong>un</strong>iversidad; que ha decidido desafiar las normas brahmánicaspatriarcales y priorizar su carrera profesional; y optar por quedarse solteraen lugar de casarse y tener hijos. Una mujer que cuida de <strong>un</strong>a madre enferma; muytradicional; que le insulta y le humilla, por ‘haberse descarriado’ –dice- al no tenermarido. Y con supremo amor, Sumedha desoye toda vejación y sigue cuidando a sumadre; y sigue combatiendo los abusos de la tradición, como la misma diosa Durga,derrotando al mal en su montura de león. Y así, igual, lo hacen miles y miles de mujeresen India. De cualquier casta, clase social o religión. Ahí tienen, también, a Madhu;y a Laxmi; dirigiendo asociaciones de mujeres en Delhi y Bombay e interviniendo enlas reformas sociales y en las políticas pro-mujeres desde los años setenta. Y tampocome puedo olvidar de Hira Bansode, <strong>un</strong>a poeta dálit; <strong>un</strong>a mujer ‘intocable’ que alzasu voz poética, <strong>para</strong> lamentarse del sufrimiento, de la injusticia, de la mezquindadhumana que la hace invisible; pobre. Pero su voz clama solemne. Se eleva con bellorostro manifestando el presente, revelando el pasado, acentuando lo dicho y lo nodicho;y en confidencia íntima su espíritu me envuelve y se acomoda en su horizonte,allí donde nuestras carencias, las propias de la condición humana, se sienten; se reconocen;se encuentran.F<strong>un</strong>dación <strong>Vicente</strong> <strong>Ferrer</strong>36 atpTransforma la sociedad en humanidad

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