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RAÚL SERRANO GEYLS: EL INVESTIGADOR QUE NO SE EXTRAVIÓ EN EL ...

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922 REVISTA JURÍDICA UPR Vol. 80Confiesa Serrano que en Columbia no todo fue miel sobre hojuelas. Leresulta imposible dejar de recordar que, cuando sintió la necesidad de trascenderel Derecho, se matriculó en el curso Economía de Empresas de Servicio Público.En esa peripecia sufrió la peor de las decepciones de su experiencia académica.Ya Muñoz Marín había alcanzado el poder y pensó que, si regresaba a PuertoRico con una preparación en Derecho Constitucional y Derecho Administrativo,tendría mayores oportunidades de insertarse en el proyecto socioeconómico quebuscaba echar a andar el País. Jamás imaginó mayor desencanto. El profesor,cuyo nombre no puede ni quiere recordar, jamás miró a la cara de los discípulos.Sencillamente, se sentaba en el escritorio, volteaba la cabeza hacia el ladoizquierdo y lanzaba sus peroratas en dirección a una ventana (precisamente pordonde Serrano vio caer la nieve por primera vez). Aquellas palabras jamássedujeron a nadie; simplemente se fueron con el viento o, peor aún, sederritieron con la escarcha.En definitiva, Columbia le brindó las dos caras. Por un lado, el modelo delprofesor que en la investigación científica y la exposición sigue la fórmuladenominada pensamiento problemático, amparada en el método socrático y lasclases dialogadas; y, por otro, el del que anuncia su oferta con etiquetaspomposas y atractivas, pero que pronto se muestra como lo que verdaderamentees: un absoluto fiasco. Por supuesto, cuando en 1945 Serrano dejó Nueva York,para reencontrarse con su país natal, traía en la mente una idea clara del tipo deinvestigador que quería ser, así como otra idea, más clara aún, del profesor quejamás sería cuando se iniciara en la docencia en su alma máter y que, en el casodel Colegio de Leyes, era un pesado lastre legado por el modelo universitarioespañol.Dicho y hecho, al instalarse en la cátedra, el joven profesor promovió laenseñanza activa, fomentó un mayor contacto con los problemas jurídicos queplantea la vida diaria y barrió con todo vestigio de actitud que inhibiera laactitud crítica de los alumnos. Las tareas investigativas durante este período seorientaron hacia la preparación de los cursos que enseñaba: Derecho de Familiay Derecho Tributario (un curso que el semestre anterior había enseñado el juezcientificismo formalista, al intentar cambiar un cientificismo por otro—el de las ciencias sociales—después fracasó rotundamente. Apoyándose en el estudio del realismo realizado por Laura Kalman,concluye Roberto Moreno:Nadie intuyó mejor este binomio ‘triunfo/derrota’ del realismo jurídico que el gran juristaKarl Llewellyn, quién pasó de ser el adalid y representante principal del realismoiconoclasta (A.W.B. Simpson) en los años 20 y 30, a dar una vuelta atrás al final de sucarrera, optando por una vuelta a un análisis jurídico más tradicional en su magistral TheCommon Law Tradition de 1962.Roberto Moreno, El “otro” realismo jurídico: ¿hay algo que podemos aprender todavía del legalrealism?, http://www.maritain.com.br/index2.php?p=productMore&iProduct=80 (última visita 9 demayo de 2011).

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