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Carlos Slim - Reporte Indigo

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políticanecesitamos hombres y mujeres quesepan decir “no”, cuando está en juegolo más preciado, la ética.promiso social de quienes forjaron las institucionesfuertes de esta tierra?¿De qué sirve tanto conocimiento cuandose deja el ser y el deber de lado para simplementehacer y lograr más?Me cuestiono esto porque mi padre viviómirando a Monterrey con admiración.Quería ser como los empresarios regiomontanos,que veían a la empresa comouna comunidad de vida y trabajo y que,además, daban para que otros ganaran.Mi padre pensaba que el empresariomarcaba la pauta para lo que se hacía ensu comunidad porque tenía un compromisoreal.Retomo algunas de las palabras quepronunció mi padre en marzo de 1982,cuando asistió a la XVI Asamblea de CentrosPatronales en la Ciudad de México:“No es congruente ni solidario elempresario que habla de justicia y equidad,y escamotea al trabajador su salarioy sus prestaciones,y tampoco lo esaquel que no ha llegadoa comprenderque la propiedadtiene una funciónsocial… si los obreros no se han puesto la camiseta de nuestronegocio, es porque los empresarios no hemos sabido solidarizarnoscon ellos en sus carencias y ser subsidiarios en el quehacerdiario para que ellos se sientan corresponsables”.Es importante que iniciemos el cambio con nuestros hijos ycon los jóvenes que actualmente están estudiando, como lo harála Fundación Ética-México en las universidades. A ver si podemosrescatar algo y sembrar más. A ver si podemos ser y, comoconsecuencia, tener. Pero no tener llevándose a todos de encuentro.Tenemos que llevar los principios y valores más allá de lasaulas. Sólo así seremos capaces de formar ciudadanos que puedandialogar y buscar soluciones conjuntas sin importar las diferencias.Necesitamos elegir a quienes puedan dirigir, más que administrar;a quienes puedan realizar un proyecto sin venderse porunos cuantos pesos que se han blanqueado porque ya pasaronpor una banca.Necesitamos hombres y mujeres que sepan decir “no” cuandoestá en juego lo más preciado, la ética.El hombre no ha inventado la píldora de la congruencia ymucho menos la de la honestidad. Pero la esperanza vuelve amí cuando me doy cuenta de que los más pequeños empiezan atener conciencia, cuando les dicen a otros que no deben compraren determinada tienda porque tiró árboles que tenían más de50 años. Muchos han dejado de hacer lo que deberían, es cierto.Esperemos que nuestros niños y jóvenes retomen el camino dela ética.

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