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ISABEL ALLENDE

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siempre, según les explicó el chamán. Durante sus paseos setopaban por aquí y por allá con las Bestias, que pasaban lamayor parte de su existencia aletargadas. Una vez queconsumían las hojas y frutas necesarias para alimentarse,pasaban el resto del día contemplando el tórrido paisajecircundante y el tapón de nubes que cerraba la boca del tepui.«Creen que el cielo es blanco y del tamaño de ese círculo»,comentó Nadia y Alex respondió que también ellos tenían unavisión parcial del cielo, que los astronautas sabían que no eraazul, sino infinitamente profundo y oscuro. Esa noche seacostaron tarde y cansados; durmieron lado a lado, sin tocarse,porque hacía mucho calor, pero compartiendo el mismo sueño,como habían aprendido a hacer con los frutos mágicos deWalimaí. Al amanecer del día siguiente el viejo chamán entregó aAlexander Coid una calabaza vacía y a Nadia Santos unacalabaza con agua y una cesta, que ella se amarró a la espalda.Les advirtió que una vez iniciado el viaje, hacia las alturas tantocomo hacia las profundidades, no habría vuelta atrás. Deberíanvencer los obstáculos o perecer en la empresa, porque regresarcon las manos vacías era imposible.—¿Están seguros de que esto es lo que desean hacer? —preguntó el chamán.—Yo si —decidió Nadia.No tenía idea para qué servían los huevos ni por qué debía ira buscarlos, pero no dudó de su visión. Debían ser muy valiososo muy mágicos; por ellos estaba dispuesta a vencer su miedo másenraizado: el vértigo de la altura.—Yo también —agregó Alex, pensando que iría hasta elmismo infierno con tal de salvar a su madre.—Puede ser que vuelvan y puede ser que no vuelvan —sedespidió el brujo, indiferente, porque para él la frontera entre lavida y la muerte era apenas una línea de humo que la menorbrisa podía borrar.Nadia desprendió a Borobá de su cintura y le explicó que nopodría llevarlo donde ella iba. El mono se aferró a una pierna deWalimaí gimiendo y amenazando con el puño, pero no intentódesobedecerle. Los dos amigos se abrazaron estrechamente,atemorizados y conmovidos. Luego cada uno partió en ladirección señalada por Walimaí. Nadia Santos subió por la mismaescalera tallada en la roca por donde había descendido conWalimaí y Alex desde el laberinto hasta la base del tepui. Elascenso hasta ese balcón no fue difícil, a pesar de que las gradas155

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