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De la Economía Ambiental a la Economía Ecológica - Fuhem

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<strong>De</strong> <strong>la</strong> Economía <strong>Ambiental</strong> a <strong>la</strong> Economía EcológicaEl método del ACB, íntimamente ligado desde su nacimiento al análisis de proyectosde inversión, ha sido utilizado con frecuencia, sobre todo en EE.UU., en el estudio dedeterminadas actuaciones sobre el medio ambiente. En efecto, aunque los costes y beneficiosambientales no son los únicos que presentan un problema de inclusión (por <strong>la</strong> dificultad detraducción a términos monetarios al tratarse de elementos externos al mercado) en el análisisde proyectos, el método ACB exige <strong>la</strong> traducción a términos monetarios de los mencionadosbeneficios y costes, utilizando para ello técnicas de valoración monetaria «de no mercado»de dudosa relevancia tanto empírica como conceptual (Eberle y Hayden, 1991, en estemismo libro). No obstante, <strong>la</strong>s dudas respecto al ACB como criterio de decisión económicano se dan so<strong>la</strong>mente en re<strong>la</strong>ción a <strong>la</strong>s técnicas de valoración sino que afectan a <strong>la</strong>s basesconceptuales del método, como guía de <strong>la</strong>s políticas medioambientales. La objeción másrelevante, en este sentido, es <strong>la</strong> p<strong>la</strong>nteada por Pearce (1975, en este volumen) al poner demanifiesto que el vertido de residuos —medido en términos del impacto biológicoprovocado por los mismos— siempre que sea superior a <strong>la</strong> capacidad de asimi<strong>la</strong>ciónexistente imposibilita <strong>la</strong> eliminación de <strong>la</strong> contaminación con criterios económicos. «Esto sedebe a que, aplicando dichos criterios, siempre se aconseja que <strong>la</strong> emisión de residuos seasuperior a <strong>la</strong> capacidad de asimi<strong>la</strong>ción existente, por lo que <strong>la</strong> acumu<strong>la</strong>ción de residuoscontinuaría aumentando, <strong>la</strong> capacidad de asimi<strong>la</strong>ción disminuiría continuamente enproporción al aumento de residuos y al final nos encontraríamos en una situación en <strong>la</strong> quesería imposible <strong>la</strong> actividad económica y en definitiva <strong>la</strong> vida» (Aguilera 1992 a, p.34). Lacrítica de Pearce se centra en <strong>la</strong> validez conceptual del método en cuanto tal, y esto en dossentidos: 1) <strong>la</strong> irrelevancia del método, en tanto en cuanto en el caso de los contaminantescon efectos acumu<strong>la</strong>tivos <strong>la</strong> contaminación sólo puede aumentar, nunca eliminarse, y en elcaso de emisiones inferiores a <strong>la</strong> capacidad de asimi<strong>la</strong>ción del medio ambiente, aúnpudiéndose aplicar, carece de sentido su aplicación; 2) en el supuesto de emisionescontaminantes superiores a <strong>la</strong> capacidad asimi<strong>la</strong>tiva del ambiente esta técnica no parece <strong>la</strong>más adecuada, debiendo dejar paso a otros criterios, médicos, epidemiológicos y biológicosque definan <strong>la</strong>s pautas adecuadas para fijar tanto los niveles de emisión como los de calidadambiental. El rechazo, desde este punto de vista, del método ACB, p<strong>la</strong>ntea serias dudas conrespecto a <strong>la</strong> utilidad de <strong>la</strong>s decisiones de política económica basadas en este tipo de análisis,toda vez que lo que se cuestiona son los fundamentos conceptuales del método. Unaconclusión a <strong>la</strong> que ya había llegado Pearce (1973), hoy firme partidario de <strong>la</strong> aplicación delACB a los problemas ambientales, al referirse a los resultados analíticos obtenidos en elcontexto de <strong>la</strong> teoría de <strong>la</strong>s externalidades y a <strong>la</strong>s recomendaciones de política económicaque de dichos análisis se desprenden.Tanto en el enfoque crítico de Pearce como en el de Fischer, se seña<strong>la</strong> que <strong>la</strong> elecciónde <strong>la</strong> solución adecuada a un determinado problema medioambiental, a partir de losresultados del análisis coste-beneficio, no está exenta de una sustancial carga desubjetivismo. Si, como ya hemos indicado, en el caso de Pearce el problema reside en losproblemas de su aplicación al análisis medioambiental a partir del propio concepto de ACB,en el caso de Fischer, en cambio, el problema no sólo reside en que «los teóricos, en tantoque partidarios de los criterios de inversión pública que formu<strong>la</strong>n, tratan el contextoambiental bien ignorándolo bien siendo indiferentes a <strong>la</strong> distorsión potencial de losresultados teóricos», sino que <strong>la</strong> misma magnitud de los problemas de objetivos políticos, devaloración, etc., se resuelva <strong>la</strong>s más de <strong>la</strong>s veces acudiendo a juicios de valor noexplicitados, como es el caso de <strong>la</strong> elección de <strong>la</strong> tasa de descuento de costes y beneficiosfuturos. Tanto en uno como en otro caso, <strong>la</strong>s críticas atienden al núcleo mismo de unatécnica que se propone, generalmente, como instrumento paradigmático para <strong>la</strong> toma dedecisiones objetivas. <strong>De</strong> ahí que hayamos creído justificada <strong>la</strong> inclusión de ambos trabajosen este libro.15

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