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El fallo de Don Tala - Plan Nacional de Lectura

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Reserva Natural Otamendi<strong>El</strong> <strong>fallo</strong> <strong>de</strong> <strong>Don</strong> <strong>Tala</strong>Omar Lobos“<strong>El</strong> <strong>fallo</strong> <strong>de</strong> <strong>Don</strong> <strong>Tala</strong>”, <strong>de</strong> Omar LobosIlustraciones: Diego FlorioDiseño <strong>de</strong> tapa y colección: Campaña <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Lectura</strong>Colección: “Parques <strong>Nacional</strong>es: leelos, cuidalos, disfrutalos”Este cuento trata <strong>de</strong> la famosa discusión quetuvieron un día el misto y el fe<strong>de</strong>ral en la ReservaNatural Otamendi, y <strong>de</strong>l <strong>fallo</strong> <strong>de</strong> <strong>Don</strong> <strong>Tala</strong>.<strong>El</strong> misto, un simpático pajarito <strong>de</strong> color amarillopardo, es el representante <strong>de</strong>l pastizal pampeano,con sus cardos, flechillas y colas <strong>de</strong> zorro,y el fe<strong>de</strong>ral –con su capuchón colorado como elque usaban los gauchos fe<strong>de</strong>rales en tiempos <strong>de</strong>Juan Manuel <strong>de</strong> Rosas– es habitante <strong>de</strong> lostotorales <strong>de</strong> la zona baja, cercana al río.Estos dos paisajes, el pastizal y la zonabaja, se hallan separados por una altabarranca, viejas barrancas <strong>de</strong>l ríoParaná que se ha retirado un pocoy <strong>de</strong>jó en el medio una zona inundable,poblada <strong>de</strong> juncos,Ministerio <strong>de</strong> Educación, Ciencia y TecnologíaUnidad <strong>de</strong> Programas EspecialesCampaña <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Lectura</strong>Pizzurno 935. (C1020ACA) Ciudad <strong>de</strong> Buenos Aires. Tel: (011) 4129-1075campnacional<strong>de</strong>lectura@me.gov.ar - www.me.gov.ar/leesRepública Argentina, 2007


totoras y pajas bravas, y don<strong>de</strong> crecen árboles como elceibo y el sauce criollo. Los dos paisajes son muy lindos.La discusión había empezado bien al alba, casi antes <strong>de</strong>que el sol asomara <strong>de</strong>l otro lado <strong>de</strong>l río, y ahora ninguno<strong>de</strong> los dos, ni el misto ni el fe<strong>de</strong>ral, querían dar el brazo atorcer. Lo cierto es que habían armado un revuelo bárbaroen la reserva, y cada uno al principio había tenido supropia hinchada. Pero con el correr <strong>de</strong> las horas los otrospájaros se fueron aburriendo y los <strong>de</strong>jaron a los dos discutiendosolos.Hasta que, cansados <strong>de</strong> porfiar, <strong>de</strong>cidieron llevar elasunto a <strong>Don</strong> <strong>Tala</strong>, el viejo y sabio árbol <strong>de</strong> la zona, queera alguien muy justo y <strong>de</strong> mucha sabiduría, y él sabríaresolver quién tenía razón. La discusión era porque...Bueno, lo <strong>de</strong>jamos para más a<strong>de</strong>lante.Como todos los atar<strong>de</strong>ceres, <strong>Don</strong> <strong>Tala</strong> observaba lapuesta <strong>de</strong> sol <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su lugar en la alta barranca. No lealcanzaban las hojas para contemplar tanta belleza, y,como cada día, estaba esperando el regreso <strong>de</strong> sus amigosque lo llenaban <strong>de</strong> música y <strong>de</strong> historias.Mientras tanto saludaba a las nubes, al viento y al sol,que también eran sus amigos, y traían noveda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> otrastierras, <strong>de</strong> otros lugares, <strong>de</strong> otros paisajes. Y <strong>Don</strong> <strong>Tala</strong> sentíaque viajaba con ellos. Eso era ser feliz.Él vivía aferrado a la tierra <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía casi cincuentaaños. Allí nació y, casi sin querer, se había ido convirtiendoen un hermoso y fuerte árbol que daba cobijo y alimentoa tantos animales, que protegía las raicitas <strong>de</strong> lasplantas que apenas germinaban, y el suelo don<strong>de</strong> miles <strong>de</strong>insectos tenían sus guaridas.Él a veces se lamentaba <strong>de</strong> no po<strong>de</strong>r viajar como lasnubes o los pájaros, ni tener la presencia imponente <strong>de</strong>lsol o la belleza <strong>de</strong> la luna, pero ahí don<strong>de</strong> vivía sí que eraimportante. Todos lo querían y lo respetaban.¿Quién no se acordaba <strong>de</strong> aquella tormenta, cuando <strong>de</strong>esas nubes negrísimas pareció <strong>de</strong>splomarse el cielo hecho


granizo? ¡Qué tamaño tenían las piedras! Las plantitas ylos insectos se acurrucaban bajo sus ramas, seguros <strong>de</strong>que <strong>Don</strong> <strong>Tala</strong> podía contra todo. Sus ramas frenaron lacaída <strong>de</strong> las piedras y, más tar<strong>de</strong>, cuando la lluvia arreciósobre la barranca, sostuvo con toda la fuerza <strong>de</strong> sus raícescada milímetro <strong>de</strong> tierra para que el agua no se la llevara.Y así, el nuevo día al llegar encontró a todosexhaustos pero felices por seguir viviendo juntos: <strong>de</strong>spués<strong>de</strong> todo eran una familia.De los muchos inquilinos <strong>de</strong> <strong>Don</strong> <strong>Tala</strong>, con quien másconversaba era con el hornero, que había construido suresistente y original nido <strong>de</strong> barro en una gruesa horqueta<strong>de</strong> su amigo árbol. A <strong>Don</strong> <strong>Tala</strong> le gustaba mucho ver eltrabajo <strong>de</strong> los horneros, el único pájaro albañil. Nuncahabía <strong>de</strong>jado <strong>de</strong> asombrarlo cómo confeccionaba su nido<strong>de</strong> barro, con un recibidor y un dormitorio separados poruna pared.Y así lo sorprendieron el misto y el fe<strong>de</strong>ral, conversandocon su amigo el hornero.–Vea, <strong>Don</strong> <strong>Tala</strong>, acá mi amigo el misto dice que...–No señor –lo cortó el misto–. Eso yo no lo dije...–¡Pero, amigo! –se encrespó el fe<strong>de</strong>ral–. Si lo que yoiba a <strong>de</strong>cir...–¡Usted iba a <strong>de</strong>cir que yo dije! –protestó el misto–. Yyo no dije, ¡el que dijo fue usted!–¿Que yo dije qué cosa? –preguntó sorprendido elfe<strong>de</strong>ral.–No sé –dijo el misto–... Si el que lo dijo es usted, ustedsabrá.<strong>Don</strong> <strong>Tala</strong> y el hornero escuchaban en silencio a uno ya otro.–Lo que pasa, compañero –dijo el fe<strong>de</strong>ral–, es que ustedquiere tener razón.–Sí señor –dijo el misto–: quiero tener razón porquetengo razón.–A ver –intervino <strong>Don</strong> <strong>Tala</strong>–: contame vos, misto, cuáles tu punto <strong>de</strong> vista.–¿Sobre qué cosa? –preguntó el misto, medio confundido.–Sobre el problema que discutían –dijo <strong>Don</strong> <strong>Tala</strong>.–Eeee... no me acuerdo... era por...–tartamu<strong>de</strong>ó el misto y miró alfe<strong>de</strong>ral como pidiéndole socorro.–Es que hace mucho rato queestamos discutiendo –se justificóel fe<strong>de</strong>ral, también unpoco avergonzado y comotratando <strong>de</strong> recordar.–De lo que sí meacuerdo –se encocoró<strong>de</strong> nuevo6


el misto– es <strong>de</strong> que él no teníarazón.–No señor –fue a saltar <strong>de</strong>nuevo el fe<strong>de</strong>ral–. <strong>El</strong> que no teníarazón era usted.<strong>El</strong> hornero hizo una sonrisitapicarona y le guiñó un ojo a <strong>Don</strong><strong>Tala</strong>.–Ya no preciso escuchar más–los cortó <strong>Don</strong> <strong>Tala</strong>. <strong>El</strong> misto yel fe<strong>de</strong>ral lo miraron a laexpectativa.–Vos, misto, tenés razón,y vos, fe<strong>de</strong>ral, tenés razón–dijo <strong>Don</strong> <strong>Tala</strong>–. Los dos tienenrazón en todo, menosen una cosa: en <strong>de</strong>cir queel otro no tiene razón.<strong>El</strong> misto y el fe<strong>de</strong>ral semiraron extrañados. <strong>Don</strong><strong>Tala</strong> continuó:–Cada cosa en estemundo tiene sus propiasrazones, tanto para existircomo para comportarse.Incluso las cosasque parecen caprichosas odirectamente malas tienensu razón. Las espinas tienensu razón, las arañas y las víboras venenosas tienen surazón, las tormentas violentas tienen su razón. Lo que esmalo viene <strong>de</strong> cuando con mi razón quiero aplastar larazón <strong>de</strong>l otro. Eso es lo que causa daño, lo que lastima ala naturaleza. Este planeta es un hermoso y gigantescojardín, el único que tenemos, por eso todos los que vivimosen él, para cuidarlo, tenemos la obligación <strong>de</strong> cuidarlo que tenemos al lado, tanto como nos cuidamos a nosotrosmismos.Así habló <strong>Don</strong> <strong>Tala</strong>.–Sí, yo sólo <strong>de</strong>cía que el fe<strong>de</strong>ral... –empezó a balbucearel misto.–No, yo creía que el misto... –empezó a balbucear elfe<strong>de</strong>ral.–Lo mejor es que se <strong>de</strong>jen <strong>de</strong> pleitos y se <strong>de</strong>n el ala enseñal <strong>de</strong> amistad –intervino el hornero–. Si al fin y alcabo, en esta reserva hay lugar para las razones <strong>de</strong> todos,como dijo <strong>Don</strong> <strong>Tala</strong>.Y así terminó la discusión. Con las primeras sombras,el silencio empezó a ganar el parque todo.No obstante la enseñanza <strong>de</strong> <strong>Don</strong> <strong>Tala</strong>, el misto y elfe<strong>de</strong>ral, aunque se separaron como amigos y rumbearonuno para el pastizal y el otro para el bajo, cada uno pensabapara sus a<strong>de</strong>ntros que el otro era un porfiado irremediable;tendría razón, sí, pero que era porfiado, era porfiado.NOTA: <strong>El</strong> personaje <strong>de</strong> <strong>Don</strong> <strong>Tala</strong> y su <strong>de</strong>scripción están tomados <strong>de</strong> un relato <strong>de</strong>Noemí Villarreal.9


MINISTERIO DE EDUCACIÓN, CIENCIA Y TECNOLOGÍAMinistro <strong>de</strong> Educación, Ciencia y TecnologíaLic. Daniel FilmusJefe <strong>de</strong> la Unidad <strong>de</strong> Programas EspecialesProf. Ignacio HernaizCoordinadora <strong>de</strong> la Campaña <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Lectura</strong>Margarita Eggers LanEquipo <strong>de</strong> Campaña <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> <strong>Lectura</strong>Diseño Gráfico: Micaela Bueno, Juan Salvador <strong>de</strong> Tullio,Mariana Monteserin y Paula Salvatierra.Comunicación: Leticia Zattara. Secretario: Gastón Havandjian.Administración: Alejandra Arnau, Bruno Rosenberg, Ignacio Infantino.Pizzurno 935 (C1020ACA) Ciudad Autónoma <strong>de</strong> Buenos Aires.Tel: (011) 4129-1075 / campnacional<strong>de</strong>lectura@me.gov.ar - www.me.gov.ar/leesADMINISTRACIÓN DE PARQUES NACIONALESDirectorioIng. Agr. Héctor Espina (Presi<strong>de</strong>nte); Juan Carlos Garitano (Vicepresi<strong>de</strong>nte);Dra. Patricia Gandini (Vocal); Raul Chiesa (Vocal); Lic. Cristina Armata (Vocal)Director <strong>Nacional</strong> <strong>de</strong> Conservación <strong>de</strong> Áreas ProtegidasLic. Roberto MolinariDirectora <strong>de</strong> Interpretación y Extensión AmbientalFlorencia LanceEquipo <strong>de</strong> trabajo para la Campaña: Pablo Reggio, María Eugenia Nalé,Cristian Blanco, Gisela Jaure, Mariana Altamiranda y Alicia Liva.Alsina 1418 6º piso (1188) Ciudad Autónoma <strong>de</strong> Buenos AiresTel: (011) 4381-8606 / educacion@apn.gov.ar - www.parquesnacionales.gov.arRED DE LECTORESSi querés conectarte con los chicos <strong>de</strong> las escuelas cercanas alReserva Natural Otamendi podés hacerlo escribiéndoles a Avda. RivadaviaN° 978. Campana. (C. P. N° 2804). Provincia <strong>de</strong> Buenos Aires.Por correo electrónico a otamendi@apn.gov.ar

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