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La Arquitectura contemporanea Dominicana 1978 - 2008

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<strong>La</strong> Torre San Francisco, realizada en 1988por la firma Moré & Masalles para alojarsus oficinas. Foto Gustavo Luis Moré.nal con un volumen arquitectónico perforado en sus cuatro caras, en una intención de jugar con losvacíos como parte de la concepción estético-formal de la obra. 55 En ese proyecto, Ottenwalder y Vegapresentaron un edificio monolítico cuyas proporciones permitían entenderlo como el resultado deuna infinita descomposición de cubos dispuestos para la conformación de un ente arquitectónico unitario.De ahí que los huecos de las fachadas y los vacíos se consideraron en igualdad de importanciaque los demás elementos del conjunto, en una delicada intención de liberar el volumen de su pesadez.El proyecto fue referencial, además, como articulador urbano y como generador de una vocaciónhacia la fuerza estética de la geometría del volumen, elementos que motivaron su aplicación en otraspropuestas del momento.Muchos edificios fueron trabajados con igual criterio monolítico. Se incursionaba en los esfuerzos pordescomponer el volumen para imprimir la sensación de ligereza en la propuesta. El edificio CorominasPepín, de Leopoldo Franco y José Mella, 1986, por ejemplo, reflejó la intención de trabajar el volumen endistintos cuerpos, en un lenguaje de influencia brutalista, propio de la materialidad del hormigón armado.De igual forma, el Palacio de los Deportes de Barahona, de Guillermo Abreu, Rafael Veras, Rafael Gonzálezy Japonesa Capellán, 1982, había jugado con la descomposición del volumen que primó a lo largode la década. Similar intención se puede identificar en el edificio Monte Mirador, de Marcelo Alburquerquey Cristóbal Valdez, 1991, que, con su compromiso con el lenguaje historicista, presentaba unadisposición hacia la liberación de la masa arquitectónica con el predominio de huecos y ante-huecos, colocadosrítmicamente en las caras externas. Eduardo Selman, en su propuesta para el edificio comercialIn Tempo, desarrolló el mismo esquema de concebir un ente monolítico perforado, en el que la fuerza delvolumen establecía un diálogo con los vacíos. Este criterio puede observarse, también, en los mencionadosMV Pan, de Jorge, y la nueva sede del Banco de Reservas, de Piña, sólidos componentes volumétricoscon disposición rítmica de los vanos y extracción de parte de su masa para generar un vacíoen la composición, que tiene su máxima expresión en el edificio Domus, también de Piña, símbolo de laarquitectura monolítica en Santo Domingo durante la década.Sin embargo, uno de los más destacados ejemplos dentro de este manejo estético de la arquitecturalocal puede observarse en el edificio Pan American Life Insurance Company (PALIC), de Rafael Calventi,1986. <strong>La</strong> concepción horizontal de la obra se acentúa con la lectura de un cuerpo monolítico que hasido descompuesto en diferentes volúmenes, gracias a la extracción de parte de sus componentes. <strong>La</strong>fuerza del vacío cobra importancia, pues su disposición aligera la masa de hormigón armado revestidade ladrillos rojos, dando la sensación de suspensión cubista que destaca la propuesta. Este manejo estéticorefleja la intención de liberar la arquitectura de la masa que la contiene, como parte de la variaciónformal dentro del lenguaje moderno que ya el brutalismo había desarrollado con fuerza a nivel internacional.En efecto, el paso desde una arquitectura en hormigón armado sólida, con su fuerza estética en la capacidadunitaria de la forma, 56 hacia una arquitectura cada vez más ligera y diversa, se produjo a partirde los primeros años de la década de los noventa. Los arquitectos locales manifestaron un interés progresivopor los detalles y las texturas. <strong>La</strong> combinación de diferentes acabados, la exaltación del color yla inclusión de referencias para conformar conceptos de diseño cargados de significados, envolvió lapreocupación de los autores del momento. Estas características se manifestaron, primero, en pequeñosproyectos efímeros como Exquesito, de Marcelo Alburquerque; Grand Café, de Moré y Masalles; Pizzarellien El Conde, de Selman; Barrauno, de Antonio S. y Oscar Imbert, y también en propuestas de mayorescala y permanencia, como Condominio Paraíso, de Andrés Julio Sánchez y César Curiel; Torre SanFrancisco, de Moré y Masalles y Jardines de Arroyo Hondo, de Plácido Piña.A partir de aquí los proyectos comenzaron a presentar tendencias hacia una expresividad menos comprometidacon las referencias regionales y se dirigieron hacia soluciones más abstractas y cargadas deSede del Banco del Progreso, en la avenidaJohn F. Kennedy, diseñado por William Vega,c. 1990. Foto Nicole Sánchez/Archivo Vega.Edificio Monte Mirador, representativo delmovimiento posmoderno en Santo Domingo.Diseñado por Marcelo Alburquerquey Cristóbal Valdez, c. 1986.Foto Jochi Marichal.Edificio PALIC, hoy MAPFRE. Diseño de RafaelCalventi, c. 1990. Foto Jochi Marichal.Peravia Motors, inaugurado en el 2007.Diseñado por <strong>La</strong>wrence Bertrán y DeyaniraKhouri. Foto Ricardo Briones/Archivo AAA.396|LA ARQUITECTURA CONTEMPORÁNEA DOMINICANA <strong>1978</strong>-<strong>2008</strong>LA ARQUITECTURA CONTEMPORÁNEA DOMINICANA <strong>1978</strong>-<strong>2008</strong>|397

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