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Pedagogías otras: diversidades e inclusiónpor cuanto es mejor que las cosas sigan igual para seguir justificandopolíticas diversas de subsunción.El segundo multiculturalismo es el liberal; parte de la creenciade que todas las culturas por naturaleza son iguales: blancos,afroamericanos, latinos, asiáticos y “otras razas”, así quepueden competir de igual a igual en una sociedad capitalista; sinembargo, en EE.UU no se da un estado de igualdad, pues noestán dadas las condiciones sociales y educativas para competir;a pesar de ello, se puede hacer algo para cerrar esas brechas.Es una posición universalista porque toma como ejemplo lacultura angloamericana blanca hegemónica; McLaren (1997) loseñala de este modo: “Esta visión suele colapsar en un humanismoetnocéntrico y opresivamente universalista, en el que las normaslegitimadoras que gobiernan la sustancia de la ciudadanía sonidentificadas fuertemente con las comunidades cultural-políticasangloamericanas” (p.153). Aunque existe una apertura “democrática”,epistemológicamente hablando, se reduce a teorizacionesque no avanzan en las posibilidades reales de las alteridades racializadasy discriminadas en el contexto angloamericano.El liberalismo asume el reconocimiento de los “otros”, asíque hay que incluirlos, pero no en las mismas condiciones dela cultura receptora. Todas estas teorías obedecen a la mercantilizacióndel “otro”, por cuanto responden a la “moda”, alo que pide el “mercado educativo” y el mercado en general;igualmente, fetichizan al “otro”, se lo convierte en el objeto deexhibición, en el centro del show y de la exotización como cosaextraña; se sigue, en consecuencia, con las políticas racializadas,racistas, en la educación multicultural. Es la forma de seguirmanteniendo la superioridad de la cultura de “acogida” y la inferioridadde la cultura foránea.La tercera tendencia, el multiculturalismo liberal de izquierdas,critica otras posturas al estilo del conservadurismo, sin embargo,cae inconscientemente en los mismos baches. Al enfatizarlas diferencias culturales e insistir en la igualdad de razas -comomecanismos para superar los problemas relacionados con lasdiferencias en sus comportamientos, valores, estilos cognitivos yprácticas sociales-, se esencializan e ignoran las diferencias históricasy culturales como construcciones sociales: “trata la diferenciacomo una “esencia” que existe independientemente de la historia,la cultura y el poder” (McLaren, 1997, p. 154).Al ser la diferencia una construcción social desde la cual seconstruyen los significados, el multiculturalismo de izquierdasno puede suponer que lo político se construye solamente desdelo personal, auténtico y natural de cada individuo, y así produceun discurso populista y poco realista. Una persona habla desdela historia personal, la clase, la raza y el género, allí se sustenta supostura política, pero se debe tener la capacidad para distanciarsey examinar la complejidad de las voces propias y ajenas, es decir,no se puede desconocer lo social y todas sus implicaciones. Así:“La experiencia debe ser reconocida como un lugar de producciónideológica y de movilización del afecto, y puede serexaminada ampliamente a través de su imbricación en nuestrosconocimientos universales y locales, y en nuestros modos deinteligibilidad, y de sus relaciones con el lenguaje, el deseo y elcuerpo” (McLaren, 1997, p. 154).Finalmente, McLaren (1997) sustenta su propuesta, el multiculturalismocrítico y de resistencia, señalando que las sociedadesactuales actúan de manera encarcelada bajo los imaginariosartificiales negociados y construidos por la sociedad de consumo,los financistas, las corporaciones trasnacionales. Esto permiteEducación y Ciudad N o 26 Enero - Junio de 2014 ISSN 0123-0425 - pp. 15-2822

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