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El viajeChile como espacio de acogidaLos viajes descritos en nuestra narrativa para infancia, adolescencia y juventud, juntocon proporcionar representaciones alegóricas de Chile en tanto territorio-nación,también construyen imaginarios en torno a nuestra geografía como espacio capazde albergar misterios e imposibles.Si en las novelas de décadas pasadas las imágenes marinas poblaron las letras nacionales,en la narrativa del último trienio destacan viajes que describen nuestroterritorio como un espacio mágico. Tal es el caso de La cama mágica de Bartolo deMauricio Paredes (2002), cuyo protagonista recorre la cordillera de los Andes enla comodidad de su cama como símbolo de la protección familiar que lo acompañaen sus aventuras nocturnas. Este viaje onírico de Bartolo reconstruye la montañaya no como espacio de peligros sino de ensoñaciones y descubrimientos. Asimismo,es el territorio de nuestros animales característicos, como el zorro y el puma,que, en el relato fabuloso, acompañan al protagonista en búsqueda de una ciudadescondida. Nuevamente, se reconstruye, esta vez desde un imaginario infantil, lautópica relación entre naturaleza y civilización.Por su parte, ha tendido a primar en la narrativa de viajes la construcción de Chilecomo espacio de acogida para inmigrantes, especialmente en zonas como Llanquihue,Puerto Montt y Chiloé, territorios que, históricamente, han sido juzgados, desdepolíticas estatales, como lugares propicios para la colonización. En este contexto, sedestacan tres novelas: Como un salto de campana de Víctor Carvajal (1992), Mágicosur de Manuel Peña Muñoz (1997) y El canario polaco de Sergio Gómez (2008). Enlos tres textos, el sur chileno se vislumbra como territorio encantado, en cuanto en élconviven lo mágico de las leyendas y la esperanza del reencuentro familiar.En el caso de la novela de Carvajal, Pancho recibe cartas de su abuelo chilote, donPachi, quien, a través de las palabras y de las referencias a los seres maravillosospropiamente chilenos, lo conecta tanto con la naturaleza de la isla como con sushistorias, estableciendo un vínculo literario entre la lejana Alemania donde habita elprotagonista y el archipiélago al sur del mundo. Será un gorro chilote el instrumentode la conexión: “Formaban un cuadro muy divertido, en aquella cocina alemana… Es queasí no más, de golpe y porrazo, el hijo nacido en otra patria se convertía en un niño más deChiloé” (42).Por su parte, la novela de Peña Muñoz (galardonada con el Premio Gran Angular 1997)relata el viaje de Estrella Lorenzo, desde un pueblo español hacia el seno de Reloncaví,quien trae consigo una misteriosa encomienda que intriga a su hijo Víctor Manuel.El muchacho se ve envuelto en otro viaje, dentro del territorio nacional, en búsquedadel destinatario de la caja, don Celestino, un inmigrante radicado en Chile, pero que22Había una Vez

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