Josefina Carabias

JOSEFINA CARABIAS CORRESPONSALINSEGURIDAD SOBRE EL SATELITE AMERICANOSE ANUNCIA QUE POR FIN SERA LANZADO HOYMAXIMA IRRITACION DE LOS PERIODISTAS ANTE LAS SUCESIVASCONTRADICCIONESLOS NORTEAMERICANOS RECONOCEN SIN SORPRESA LOS PORTENTOSSOVIETICOSEISENHOWER SE VUELVE A GETTYSBURGO POR CONSEJO MEDICOWashington.- Todo el mundo vive en gran expectación ante el tantas vecesanunciado y aplazado disparo del primer satélite artificial norteamericano. Es demuy reducidas dimensiones en comparación con el “Spunik II” soviético. No llevaperro dentro, ni hay cabina para él. Está equipado con un transmisor de radio yotros aparatos de investigación. Ayer estaba dispuesto para su lanzamiento,pero se hizo preciso cambiarle toda la carga de carburante. Podrá salir a la buscade su órbita en cualquier momento a partir de la una de la tarde de hoy. Si eléxito le acompaña, el mundo podrá escuchar sus llamadas repetidas en las interesantesvueltas que dará en torno a la Tierra.Tras cuarenta y ocho horas de angustiosa espera, acaban de anunciarnos queel diminuto satélite americano, llamado “Gama”, será lanzado mañana sin precisarla hora. Anoche dijeron, en cambio, que el lanzamiento estaba suspendidoindefinidamente.Tales contradicciones, a ritmo de tres cada cinco minutos, tienen irritadísimosa los reporteros americanos, que se encuentran desde hace tres díasmontando guardia en cabo Cañaveral, donde está instalada la máquina queintenta lanzar el cohete conteniendo el satélite. Millares de curiosos acudieronayer de todas partes, instalándose en las inmediaciones, con la esperanza depresenciar el espectáculo. Los coches embotellaban las carreteras. Hoteles yrestaurantes hicieron su agosto. Aunque el día era uno de los más fríos delaño en Florida, nadie se movió de los puestos de observación esperando ellanzamiento, que se anunció seis veces como inminente. Por último, se dijoque aconsejaban la suspensión dificultades de orden menor producidas en lasválvulas, teniendo en cuenta que algunos sirvientes de la máquina llevabantrabajando treinta horas seguidas y debía procurárseles un descanso.104