Navidad 2011 2.0.indd - Misioneros Siervos de los Pobres del ...

50 años de “gracias”Padre Giovanni Salerno, mspQueridos amigos, quisiera iniciar estemensaje citando las palabras del Salmo 88:“Cantaré eternamente las misericordias delSeñor”.En verdad ha sido grande la misericordiade Dios con mi pobre persona, débil y sinpreparación alguna. Por eso no me cansaréde agradecer al Señor y a la SantísimaVirgen, Madre de los Pobres, por todas lasgracias que me han concedido.Si regresara con la memoria a mi infanciael primer recuerdo sería cómo el Señordesde que yo era un niño, y casi de maneraprofética, me hizo sentir su invitación aser misionero en el Perú, la cual se volviómás clara cuando en secundaria estudiégeografía y hablamos brevemente de estatierra andina.A los 14 años quedé huérfano por laprematura y dolorosa muerte de mi papá;ahora tenía que cuidar a mis tres hermanosmenores. Eso hizo que experimentara en mipropia piel el desprecio y la explotación dela que son objeto los huérfanos. Fue en estaetapa de mi vida cuando, acompañandoa mi hermano Enzo al Seminario delos “Siervos de los Pobres” -comunidadfundada por el Beato Giacomo Cusmanoleíapenas cruzando el umbral de la puertauna frase escrita con letras grandes: “El queayuda a los pobres presta a Dios” (Prov 19,17). Esa frase fue como un relámpago quese imprimió en mi corazón y me transmitióun gran entusiasmo y fuerza que meanimaron a ayudar a los pobres. Esta fraseme acompañó durante todos los años de mipreparación al sacerdocio.A los 17 años, iba a dar clase de catecismoa los niños con tuberculosis en el Sanatorio“Ingrassia” (que todavía existe) y que estásituado cerca del Seminario de los PadresAgustinos en la Rocca de Palermo (Sicilia).Ahí me sorprendió la superiora del instituto,pues me cubría la boca con un pañuelo,por el medio de que me contagiaran lostuberculosos; inmediatamente me lo quitóy me dijo: “Quítate el pañuelo porque en elfuturo tendrás que vivir con enfermos peoresque estos” y efectivamente en Perú atendí,no solo a enfermos de tuberculosis, sinoque también me ocupé de los leprosos de laregión en la que vivía.Los años que tuve que estudiar no fueronnada fáciles, sobre todo los que pasé enViterbo donde frecuenté la Secundaria enla postulantado de los Agustinos (gloriosaorden de la que fui miembro por muchosaños). Fue también en ese tiempo, enque corría el riesgo de tener que dejar losestudios para el sacerdocio y de dejar laorden, porque tres oculistas de la Ciudadde Viterbo me dijeron que a los 20 añosperdería la vista por completo.Se podrán imaginar cuando supe la noticia.3