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El experto sonrió con ironía y repitió: ¿está lleno?, esta vez los oyentes dudaron: ¡tal vez no!.<br />
¡Bien! y puso en la mesa un cubo con arena que comenzó a volcar en el frasco. La arena se<br />
filtró en los pequeños recovecos que dejaban las piedrecillas y la grava. ¿está lleno?, preguntó<br />
de nuevo, ¡No! exclamaron los asistentes; bien dijo, y cogió una jarra con un litro de agua y la<br />
comenzó a verter en el frasco. El frasco aún no rebosaba. Bueno, preguntó: ¿qué hemos<br />
demostrado hoy?, un participante respondió: que no importa lo llena que esté tu agenda, si lo<br />
intentas, siempre puedes hacer que quepan más cosas. ¡No!, concluyó el experto: lo que esta<br />
demostración nos enseña es que si no colocas las piedras grandes primero, no podrás<br />
colocarlas después. ¿Cuáles son las grandes piedras en tu vida, Dios, tu fe y práctica religiosa,<br />
tus valores morales, tus hijos, padres, amigos, tus sueños, tu salud, la persona amada, tus<br />
hermanos carnales y tus semejantes más próximos?. Recuerda ponlas primero, y el resto<br />
encontrará su lugar.<br />
48. LA MEDALLA OLIMPICA<br />
Cuando Susan se enteró que estaba embarazada, se preocupó mucho, pues hacía dos años<br />
que había superado la barrera de los 40 años y era consciente de los riesgos que entrañaba su<br />
embarazo. Aunque vivía en Estados Unidos, donde es permitido el aborto, como cristiana<br />
comprometida desechó las insistentes voces de sus amigos y junto a su esposo Michael<br />
confiaron el embarazo al Señor. Kenneth nació aparentemente como un niño normal, sin<br />
embargo, las conclusiones del pediatra fueron contundentes: había nacido con Síndrome de<br />
Down, aunque no presentaba los típicos rasgos "mongoloides" que conllevan los que sufren<br />
este mal. Desde ese día sus padres decidieron darle todas las estimulaciones y esfuerzos para<br />
que pudiera valerse por sí mismo, además de una fe en Dios y en su palabra. En la escuela<br />
especial, conoció a Benny que se convirtió en su compañero de aventuras y juntos destacaban<br />
entre el resto de los niños. Fueron creciendo y ambos se convirtieron en jóvenes atléticos y<br />
generosos. La disciplina con la que los formaron les permitió entrar en el equipo de atletismo<br />
para las Olimpiadas Especiales de Atlanta. No les fue difícil clasificar para los 100, 200 y 400<br />
metros. El día de las competencias, mientras los padres de Kenneth lo observaban expectantes<br />
desde las gradas, él hizo una oración, corrió con todas sus fuerzas y ganando así los 100<br />
metros. Michael y Susan lloraron de alegría cuando se entonó el himno de la Unión mientras<br />
contemplaban el listón y la medalla de oro que colgaba en el pecho de su hijo. En los 400<br />
metros, salió en primer lugar y se mantuvo así hasta la recta final, sin embargo, a pocos metros<br />
de la meta se detuvo y se retiró de la pista ante el asombro de la multitud. Sus padres le<br />
preguntaron con cariño: - ¿Por qué hiciste eso, Kenneth? Si hubieras seguido, habrías ganado<br />
otra carrera y por lo tanto otra medalla!!! - Pero mamá --contestó Kenneth con inocencia-- yo ya<br />
tengo una medalla; En cambio Benny, todavía no tenía una. !!!<br />
49. ABANDONO TOTAL<br />
Adora y confía.<br />
No te inquietes por las dificultades de la vida, por sus altibajos, por sus decepciones, por su<br />
porvenir más o menos sombrío. Quiere tú, lo que Dios quiere. Ofrécele en medio de<br />
inquietudes y dificultades el sacrificio de tu alma sencilla que, pese a todo, acepta los designios<br />
de Su providencia. Poco importa que te consideres un fracasado, si Dios te considera<br />
plenamente realizado a su gusto. Piérdete confiado ciegamente en ese Dios que te quiere para<br />
Sí Y que llegará a ti, aunque no lo veas. Piensa que estás en sus manos, tanto más<br />
fuertemente cogido, cuánto más decaído y triste te sientas. Vive feliz, vive en paz que nada te<br />
altere, que nada sea capaz de quitarte tu paz, ni la fatiga, ni tus fallos. Haz que brote y<br />
conserva siempre sobre tu rostro, una dulce sonrisa, reflejo de la que el Señor, continuamente<br />
te dirige. Y en el fondo de tu alma coloca, antes que nada todo aquello que te llene de la paz de<br />
Dios. Adora y Confía.<br />
Padre Teilhard de Chardin<br />
50. EL CIRCULO DEL 99<br />
Había una vez un rey muy triste que tenía un sirviente que era muy feliz. Todas las mañanas<br />
llegaba a traer el desayuno y despertaba al rey, cantando y tarareando alegres canciones de<br />
juglares. Una sonrisa se dibujaba en su distendida cara y su actitud para con la vida era