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Padre nuestro

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CRÓNICA DIOCESANA IGLESIA EN TOLEDO • 11EL PASADO 8 de mayo, en el Seminario MayorEl clero diocesano celebró lafiesta de san Juan de ÁvilaCon motivo de la fiesta de SanJuan de Ávila, patrón del clerosecular español, los sacerdotesde Toledo celebraron su encuentroanual el pasado 8 demayo. Siempre con ocasión deeste santo se celebran en la diócesislas bodas de oro y platasacerdotales.En este año cumplen los 50años de sacerdocio LorenzoAlegría Alegría, GervasioBermúdez Sánchez, AurelioFernández Fernández, JoséMaría de Mora Ontalva, ClaudioRubio Guerrero, Flo-rencioSánchez Ramírez, Teo-doroSánchez Cordero y José AntonioNavarro. Julio Alonso Ampuero,Vicente González delCura y Juan Díaz-BernardoCOLABORACIÓNNavarro, cumplen los 25.En la Santa Misa, don Antoniomanifestó su alegría poreste momento de encuentro fraternoy de participación tan numerosay se refirió a la importanciade la predicación, ya queel anuncio del Evangelio es latarea esencial de la Iglesia. Enla predicación, los presbíterosdeben centrarse en los esencial,dijo el Sr. Cardenal, quien animóa los sacerdotes a releer losescritos de San Juan de Ávila.Después dijo que el amor aDios y la oración son las clavespara preparar una buena predicación.Habló también de la necesidadde más sacerdotes, recordandoque hacen falta enMoyobamaba y Lurín, peroEl Sr. Cardenal, con los sacerdotes que celebran 50 y 25 años de ordenación.también en Cuba y en la propiadiócesis, en la zona en expansiónde la Sagra.Tras la Eucaristía, en el salónde actos, el profesor de HistoriaEclesiástica, don CarlosMiguel García Nieto habló sobre«El Cardenal Sancha y elIGLESIAS PARA REZAR, IGLESIAS PARA VER...sacerdocio». El Sr. Cardenal,en la introducción a la conferencia,insistió en la necesidadde conocer mejor la «figura iluminadora»de este Cardenal, enel Centenario de su muerte yen la espera de que la Iglesia lobeatifique muy pronto.JUAN MARTÍN-MAESTROLlevamos veinte siglos, desde Constantino,construyendo iglesias y cada tipo de iglesiaresponde a una necesidad o a un gusto. A ver. Noquiero liarme. No quiero espachurrar la idea. Yosolo quiero decir que a mi modo de ver hay iglesiaspara rezar, iglesias para leer, iglesias para visitar.Si, también, para visitar.Primero fueron las Basílicas romanas, suntuososedificios, verdaderas casas reales que losprimitivos cristianos aprovecharon como templos.Eran iglesias para el recibimiento y el lucimiento.Siglos después, la Iglesia crea su propia formade templo con la ayuda de los de la cogulla, queadoctrinan a los arquitectos sobre el modelo queresponda a las necesidades del espíritu, según sumodo de ver.Así nació el arte románico que es sobrio yaustero, como los frailes que lo alumbraron. Ytambién oscuro porque quiere velar el misterio.Nada de adornos, nada de imágenes. A losadornos, los canecillos y las imágenes solo se lesautoriza que se posen a la intemperie en laarchivoltas, como se posan las golondrinas en losaleros. Por el interior, a lo sumo un pantocrátorenvolvente y un rayo de luz que penetre a hurtadillaspor el alma de alguna ventana saetera. Alfiel que entra en una iglesia románica le brota laoración espontáneamente, silenciosamente. Nadaque le distraiga la mente, nada que distraiga lossentidos: son iglesias para rezar.Al románico le sucede el bizantino con la profusiónde adornos cuyos muros parecen fotocopiasen color de los libros sagrados. Sus paramentosson un puzzle hecho de trocitos de mármol multicolordonde se halla impresa toda la historia de lasalvación, desde el Viejo al Nuevo Testamento.Claro ejemplo puede ser la basílica de San Marcosde Venecia. Yo entré sano en la basílica, pero salícon tortícolis de tanto mirar al techo: son iglesiaspara leer.El gótico acaba con el tenebrismo y la oscuridadbizantina con la orgía de sus vitrales y, entre admiracionesy esparajismos, invita a los fieles a alzarla mirada, a descubrir la espesa iconografía quetrepa por las paredes, que se repite en los vitrales,que se columpia en los retablos, que se refugia enlas hornacinas... La mirada se pierde entre lacontemplación de sus coloridos y el relumbrón delos mármoles. Hablo de las catedrales dotadas decinco vías que se encuentran en la girola que sirvepara dar la vuelta: son iglesias para admirar ypasear.Y tras el gótico, el barroco con sus floripondiosy cornucopias palaciegas y sus espejos que encuadranla hornacina de las imágenes. Son iglesiashacinadoras de santos. En sus espacios no quedanada por decorar y cuando los santos escasean,la cerámica se encarga de alicatar con historias losparamentos. Las iglesias portuguesas son undechado de este arte. Entrar en una iglesia barrocaes como penetrar en la selva: no sabes por dóndecaminar... Con frecuencia la mirada topa en elespejito incrustado en la columna, momento que laseñora aprovecha para atusarse la cabellera.Son iglesias para ver.Vino luego el imperio del modesto ladrillo quenunca fuera elemento decorativo interior. La manode Fisac lo ensalzó e hizo de él un elemento decorativocon la construcción de las iglesias de ArcasReales, en Valladolid, y de San Pedro Mártir, deAlcobendas. La Bienal de Venecia las canonizó.Son iglesias innovadoras; poseen la luz del góticoy la austeridad del románico; son aptas para elrezo, aunque un poco frías. A mí tanto ladrillo mefatigaAhora la tendencia de las tendencias –comohoy se dice– es lo funcional. Hablo de las iglesiasprefabricadas, de las Iglesias que se realojan ennaves industriales o en bajos de comunidades devecinos. Son iglesias para salir del paso. Menosmal que Dios está por encima de todo esto porquehabita en corazones, no en templos hechos pormanos de hombres. Cuando Jesús se encuentracon la Samaritana promete un tiempo en el queDios será adorado, no en la montaña de los samaritanosni en Jerusalén, sino «en espíritu y enverdad».Que así sea.17/18 DE MAYO DE 2008 PADRE NUESTRO

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