Número 1.094. 5-6 de septiembre

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6/7 • IGLESIA EN TOLEDO CRÓNICAPRESIDIÓ por primera vez la Santa Misa en la fiesta de la Patrona de ToledoSr. Arzobispo: «La esperanza del cielo noestá en contra de la fidelidad a la tierra»El Sr. Arzobispo presió elpasado 15 de agosto la SantaMisa en la Catedral Primada,con motivo de la solemnidadde la Asunción de María yfiesta de la Virgen del Sagrario,en la ciudad de Toledo.En la homilía, don BraulioRodríguez Plaza recordó que«la esperanza del cielo noestá en contra de la fidelidada la tierra. Esperando lo másexcelso y definitivo, loscristianos debemos y tenemosque llevar esperanzatambién a lo provisional y alEstado de este mundo».Miles de fieles veneraron elpasado 15 de agosto a la Patronade la ciudad de Toledo, laVirgen del Sagrario. Desde primerashoras de la mañana, lostoledanos visitaron el temploprimado para venerar a SantaMaría, en la solemnidad de suasunción a los cielos.El momento central de lajornada fue la Santa Misa que,por primera vez tras su toma deposesión, presidió el Sr. Arzobispo,don Braulio RodríguezPlaza, en un templo abarrotadode fieles. Con él concelebraronel obispo de Guadix, don JuanGarcía-Santacruz, y los miembrosdel cabildo primado. Asistierona la celebración el alcaldede Toledo y la corporaciónmunicipal, así como otras autoridadesciviles y militares.Don Braulio comenzó suhomilía recordando que «estamosfelices, pues lo que encualquier otro lugar es opresión(me refiero a la muerte) no esaquí, en la Dormición/muerte deMaría, sino el fruto de una noblesupresión de la corrupcióndel sepulcro; lo que en cualquierotro lugar es decrepitud, en Ellano es sino ternura y solicitud yPADRE NUESTRO 5/6 DE SEPTIEMBRE DE 2009Don Braulio en el momento de la homilía. A la izquierda el obispo de Guadix que concelebró en la misa.dos brazos maternales que sevuelven hacia nosotros».Después, tras saludar a losconcelebrantes y a las autoridades,dijo que «este un día muyentrañable para Toledo, segúnme dicen y he podido ya comprobar».«Es un día en torno a la Virgendel Sagrario», añadió. «Celebramos,sabéis, su santa partidade este mundo, que la Liturgiade la Iglesia considerauna travesía, una entrada en realidaden la morada de Dios».«¿Cómo será esa partida yentrada en la morada de Dios?»,se preguntó don Braulio. «Essencillo de explicar: se sale deeste mundo hermoso, donde yagozamos de la cercanía y presenciade Dios, para entrar enuna patria mejor. Allí la Virgenes acogida y todo su ser, espírituy cuerpo, ha sido introducido,según el plan de Dios».Garantía de victoriaTras recordar que «no dicen lasfuentes que, muerta Santa María,los Apóstoles llevaron sucuerpo sin mancha, que es arcade la verdadera alianza, y lo depositaronen su sepulcro», serefirió a la Virgen como «la Mujer,que da a luz un varón, el Ungidode Dios, Jesucristo», y que«es garantía de nuestra victoriaen la lucha de la vida, parano apartarnos del amor de Diosmanifestado en su Hijo».«Porque tu alma –añadió–Señora nuestra, no ha descendidoal lugar de los muertos, ytu carne misma no ha conocidola corrupción. Tu cuerpo purísimo,sin mancilla, no ha sidoabandonado a la tierra, sino queha sido llevado a la mansión delreino de los cielos. Es la consecuenciadel triunfo de Cristo, elque resucitó de entre los muertos,el primero de todos. Cristoreina en ti, Madre santísima,hasta que el último enemigo, lamuerte, sea aniquilado».Don Braulio recordó seguidamenteque los hombres necesitamosacercarnos «a ti, Reinanuestra, Madre de Dios yVirgen; necesitamos volvernosa ti, que eres esperanza paranuestro pueblo, porque eres laBendita entre las mujeres, laMadre de nuestra Señor, queentras en nuestros corazones yen nuestras casas, visitándonosy dando ánimo a nuestras vidas,algo cansadas de amar a Diosy a los que con nosotros formanla sociedad con sus problemasdiarios».Ciudadanos del cieloDespués, el Sr. Arzobispo explicóen su homilía que tambiénen un día como este es perti-
do terrenal como un orden propiodel tiempo histórico, con susderechos y sus leyes, que ellaacepta (…). También cuandono es un Estado cristiano (…).Pero también pone una barreraa su omnipotencia. Dado que espreciso obedecer a Dios antesque a los hombres (Hch 5,29),y como quiera que sabe por lapalabra de Dios qué es el bieny el mal, la Iglesia llama a laresistencia dondequiera que semande hacer el mal auténtico ylo adverso a Dios».Restablecer al EstadoEl Sr. Arzobispo inciensa la imagen de la Virgen del Sagrario, al comienzo de la Santa Misa.nente fijarnos en la doctrinacristiana que apenas se predicaen nuestro siglo: Nuestra ciudadaníaestá en los cielos».Así, don Braulio constatóque «el Nuevo Testamento sostieneesta convicción con granenergía, pero para los autoressagrados la ciudad celestial noes meramente un ideal sublime,sino completamente real: la nuevapatria a la que nos dirigimos».«Sin embargo –añadió– losautores del Nuevo Testamentosaben que esa ciudad existe yaahora y pertenecemos ya a ella,aunque estemos todavía en camino».«Tal vez hace ya muchotiempo que no se citan estostextos –constató el Sr. Arzobispo–,pues parecen distanciar ahombres y mujeres de la tierray apartarlos de su cometido enel mundo y sus ocupaciones socialesy políticas».El derecho del EstadoDespués se refirió a algunascorrientes del pensamiento político,recordando las palabrasde Nietzsche: «Hermanos, permanecedfieles a la tierra», asícomo a «la gran corriente marxista,que nos ha machacado lacabeza con la idea de que nopodemos perder el tiempo porel cielo», y citó palabras del dramaturgoalemán Bertol Brech:«El cielo se lo dejamos a losgorriones: nosotros nos ocupamosde la tierra y la hacemosconfortable», para recordar que«la verdad es muy otra: lo escatológico,es decir, las cosasúltimas del ser humano, son lasque garantizan el derecho delEstado y preserva del absolutismoal poner de manifiesto loslímites del propio Estado y losde la Iglesia en el mundo».En este momento de su homilía,don Braulio citó unas palabrasdel cardenal Ratzinger,«dichas hace poco más de unadécada»: «Siempre que se hamantenido esta actitud fundamental,la Iglesia ha sabido queno puede ser el Estado, que laciudadanía definitiva está enotra parte y que en la tierra nose puede erigir el Estado divino.La Iglesia respeta el Esta-Don Braulio y el Alcalde, tras la misa, bebieron del «agua de la Virgen».«Estar, pues, en camino haciala ciudad nueva, a la que ya hallegado María en cuerpo y alma–explicó don Braulio– no aleja,sino que es, en realidad, la condiciónpara restablecernos y restableceral Estado. Cuando loshombres y mujeres no tienenotra cosa que esperar que lo queles ofrece este mundo, cuandodeben y tienen que exigírselotodo al Estado, se destruyen así mismos y destruyen al Estado».«La esperanza del cielo noestá en contra de la fidelidad ala tierra. Esperando lo más excelsoy definitivo, los cristianosdebemos y tenemos que llevaresperanza también a lo provisionaly al Estado de este mundo»,precisó.«Por eso –concluyó– hoynos acercamos a la Madre deDios; volvemos nuestras almashacia ti, Virgen del Sagrario, queeres esperanza para nosotros.Queremos honrarte con salmos,himnos y cánticos inspirados.Así, además, honramos a nuestroMaestro, Jesucristo. Pon tumirada sobre nosotros, Madredel Salvador, guía nuestro caminohasta el puerto sin tempestaddel buen deseo de Diosy de su vida eterna. ¡Nos handicho tantas cosas, Reina de losApóstoles, que ya no nos atraenlos discursos; ya no tenemosmás altares que los tuyos, Virgendel Sagrario, estrella de lamañana, reina del último día!»5/6 DE SEPTIEMBRE DE 2009 PADRE NUESTRO
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