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El entierro prematura Edgar Allan Poe Hay ciertos temas de interés ...

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caía postrado. Entonces, durante semanas, todo estaba vacío, negro, silencioso y la nada seconvertía en el universo. La total aniquilación no podía ser mayor. Despertaba, sinembargo, <strong>de</strong> estos últimos ataques lenta y gradualmente, en contra <strong>de</strong> lo repentino <strong>de</strong>lacceso. Así como amanece el día para el mendigo que vaga por las calles en la larga y<strong>de</strong>solada noche <strong>de</strong> invierno, sin amigos ni casa, así lenta, cansada, alegre volvía a mí la luz<strong>de</strong>l alma. Pero, aparte <strong>de</strong> esta ten<strong>de</strong>ncia al síncope, mi salud general parecía buena, y nohubiera podido percibir que sufría esta enfermedad, a no ser que una peculiaridad <strong>de</strong> misueño pudiera consi<strong>de</strong>rarse provocada por ella. Al <strong>de</strong>spertarme, nunca podía recobrar enseguida el uso completo <strong>de</strong> mis faculta<strong>de</strong>s, y permanecía siempre durante largo rato en unestado <strong>de</strong> azoramiento y perplejidad, ya que las faculta<strong>de</strong>s mentales en general y lamemoria en particular se encontraban en absoluta suspensión.En todos mis pa<strong>de</strong>cimientos no había sufrimiento físico, sino una infinita angustia moral.Mi imaginación se volvió macabra. Hablaba <strong>de</strong> "gusanos, <strong>de</strong> tumbas, <strong>de</strong> epitafios". Meperdía en meditaciones sobre la muerte, y la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>l <strong>entierro</strong> prematuro se apo<strong>de</strong>raba <strong>de</strong> mimente. <strong>El</strong> espeluznante peligro al cual estaba expuesto me obsesionaba día y noche.Durante el primero, la tortura <strong>de</strong> la meditación era excesiva; durante la segunda, erasuprema, Cuando las tétricas tinieblas se extendían sobre la tierra, entonces, presa <strong>de</strong> losmás horribles pensamientos, temblaba, temblaba como las trémulas plumas <strong>de</strong> un cochefúnebre. Cuando mi naturaleza ya no aguantaba la vigilia, me sumía en una lucha que al finme llevaba al sueño, pues me estremecía pensando que, al <strong>de</strong>spertar, podía encontrarmemetido en una tumba. Y cuando, por fin, me hundía en el sueño, lo hacía sólo para caer <strong>de</strong>inmediato en un mundo <strong>de</strong> fantasmas, sobre el cual flotaba con inmensas y tenebrosas alasnegras la única, predominante y sepulcral i<strong>de</strong>a. De las innumerables imágenes melancólicasque me oprimían en sueños elijo para mi relato una visión solitaria. Soñé que había caídoen un trance cataléptico <strong>de</strong> más duración y profundidad que lo normal. De repente unamano helada se posó en mi frente y una voz impaciente, farfullante, susurró en mi oído:"¡Levántate!" Me incorporé. La oscuridad era total. No podía ver la figura <strong>de</strong>l que me había<strong>de</strong>spertado. No podía recordar ni la hora en que había caído en trance, ni el lugar en que meencontraba. Mientras seguía inmóvil, intentando or<strong>de</strong>nar mis pensamientos, la fría mano meagarró con fuerza por la muñeca, sacudiéndola con petulancia, mientras la voz farfullante<strong>de</strong>cía <strong>de</strong> nuevo:-¡Levántate! ¿No te he dicho que te levantes?-¿Y tú - pregunté- quién eres?-No tengo nombre en las regiones don<strong>de</strong> habito -replicó la voz tristemente-. Fui un hombrey soy un espectro. Era <strong>de</strong>spiadado, pero soy digno <strong>de</strong> lástima. Ya ves que tiemblo. Merechinan los dientes cuando hablo, pero no es por el frío <strong>de</strong> la noche, <strong>de</strong> la noche eterna.Pero este horror es insoportable. ¿Cómo pue<strong>de</strong>s dormir tú tranquilo? No me <strong>de</strong>jan<strong>de</strong>scansar los gritos <strong>de</strong> estas largas agonías. Estos espectáculos son más <strong>de</strong> lo que puedosoportar. ¡Levántate! Ven conmigo a la noche exterior, y <strong>de</strong>ja que te muestre las tumbas.¿No es este un espectáculo <strong>de</strong> dolor?... ¡Mira! Miré, y la figura invisible que aún seguíaapretándome la muñeca consiguió abrir las tumbas <strong>de</strong> toda la humanidad, y <strong>de</strong> cada una

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