22.07.2015 Views

El entierro prematura Edgar Allan Poe Hay ciertos temas de interés ...

El entierro prematura Edgar Allan Poe Hay ciertos temas de interés ...

El entierro prematura Edgar Allan Poe Hay ciertos temas de interés ...

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Llegó una época -como me había ocurrido antes a menudo- en que me encontré emergiendo<strong>de</strong> un estado <strong>de</strong> total inconsciencia a la primera sensación débil e in<strong>de</strong>finida <strong>de</strong> laexistencia. Lentamente, con paso <strong>de</strong> tortuga, se acercaba el pálido amanecer gris <strong>de</strong>l díapsíquico. Un <strong>de</strong>sasosiego aletargado. Una sensación apática <strong>de</strong> sordo dolor. Ningunapreocupación, ninguna esperanza, ningún esfuerzo. Entonces, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> un largointervalo, un zumbido en los oídos. Luego, tras un lapso <strong>de</strong> tiempo más largo, unasensación <strong>de</strong> hormigueo o comezón en las extremida<strong>de</strong>s; <strong>de</strong>spués, un períodoaparentemente eterno <strong>de</strong> placentera quietud, durante el cual las sensaciones que se<strong>de</strong>spiertan luchan por transformarse en pensamientos; más tar<strong>de</strong>, otra corta zambullida en lanada; luego, un súbito restablecimiento. Al fin, el ligero estremecerse <strong>de</strong> un párpado; einmediatamente <strong>de</strong>spués, un choque eléctrico <strong>de</strong> terror, mortal e in<strong>de</strong>finido, que envía lasangre a torrentes <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las sienes al corazón. Y entonces, el primer esfuerzo por pensar. Yentonces, el primer intento <strong>de</strong> recordar. Y entonces, un éxito parcial y evanescente. Yentonces, la memoria ha recobrado tanto su dominio, que, en cierta medida, tengoconciencia <strong>de</strong> mi estado. Siento que no me estoy <strong>de</strong>spertando <strong>de</strong> un sueño corriente.Recuerdo que he sufrido <strong>de</strong> catalepsia. Y entonces, por fin, como si fuera la embestida <strong>de</strong>un océano, el único peligro horrendo, la única i<strong>de</strong>a espectral y siempre presente abruma miespíritu estremecido.Unos minutos <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que esta fantasía se apo<strong>de</strong>rase <strong>de</strong> mí, me quedé inmóvil. ¿Y porqué? No podía reunir valor para moverme. No me atrevía a hacer el esfuerzo que <strong>de</strong>svelarami <strong>de</strong>stino, sin embargo algo en mi corazón me susurraba que era seguro. La <strong>de</strong>sesperación-tal como ninguna otra clase <strong>de</strong> <strong>de</strong>sdicha produce-, sólo la <strong>de</strong>sesperación me empujó,<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> una profunda duda, a abrir mis pesados párpados. Los levanté. Estaba oscuro,todo oscuro. Sabía que el ataque había terminado. Sabía que la situación crítica <strong>de</strong> mitrastorno había pasado. Sabía que había recuperado el uso <strong>de</strong> mis faculta<strong>de</strong>s visuales, y, sinembargo, todo estaba oscuro, oscuro, con la intensa y absoluta falta <strong>de</strong> luz <strong>de</strong> la noche quedura para siempre.Intenté gritar, y mis labios y mi lengua reseca se movieron convulsivamente, pero ningunavoz salió <strong>de</strong> los cavernosos pulmones, que, oprimidos como por el peso <strong>de</strong> una montaña,ja<strong>de</strong>aban y palpitaban con el corazón en cada inspiración laboriosa y difícil. <strong>El</strong> movimiento<strong>de</strong> las mandíbulas, en el esfuerzo por gritar, me mostró que estaban atadas, como se hacecon los muertos. Sentí también que yacía sobre una materia dura, y algo parecido meapretaba los costados. Hasta entonces no me había atrevido a mover ningún miembro, peroal fin levanté con violencia mis brazos, que estaban estirados, con las muñecas cruzadas.Chocaron con una materia sólida, que se extendía sobre mi cuerpo a no más <strong>de</strong> seispulgadas <strong>de</strong> mi cara. Ya no dudaba <strong>de</strong> que reposaba al fin <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un ataúd.Y entonces, en medio <strong>de</strong> toda mi infinita <strong>de</strong>sdicha, vino dulcemente la esperanza, como unquerubín, pues pensé en mis precauciones. Me retorcí e hice espasmódicos esfuerzos paraabrir la tapa: no se movía. Me toqué las muñecas buscando la soga: no la encontré. Yentonces mi consuelo huyó para siempre, y una <strong>de</strong>sesperación aún más inflexible reinótriunfante pues no pu<strong>de</strong> evitar percatarme <strong>de</strong> la ausencia <strong>de</strong> las almohadillas que habíapreparado con tanto cuidado, y entonces llegó <strong>de</strong> repente a mis narices el fuerte y peculiarolor <strong>de</strong> la tierra húmeda. La conclusión era irresistible. No estaba en la cripta. Había caídoen trance lejos <strong>de</strong> casa, entre <strong>de</strong>sconocidos, no podía recordar cuándo y cómo, y ellos me

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!