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044-055 Somohano.P65 - Temas

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Anneris Ivette Leyva García y Abel <strong>Somohano</strong> Fernándezno. 56: 44-55, octubre-diciembre de 2008.Los intelectualesy la esfera pública en Cuba:el debate sobre políticasculturalesAnneris Ivette Leyva GarcíaPeriodista. Periódico Granma.Abel <strong>Somohano</strong> FernándezPeriodista y profesor. Universidad de La Habana.Declararse intelectual, tanto en Cuba como encualquier otro lugar del mundo, implica laasimilación responsable de una perspectiva crítica dela realidad. Quien, en un momento u otro, ha tratadode desembarazarse de esta tarea, nunca ha logrado unaescabullida elegante. Específicamente en nuestro país,a lo largo de este medio siglo, complejos motivos hanhecho que el papel crítico del intelectual y sucontribución al proyecto revolucionario se vea pormomentos limitado y en otros tantos favorecido.Más allá de las aperturas o constricciones de losmarcos de criticidad, la organicidad de este sectoral sistema socialista cubano ha estado siemprevinculada a una perenne interrogación en torno alorden de cosas existente. Tal vez, visto comotendencia, dicho comportamiento manifieste unarelación con la propia naturaleza del modelo social;pues, según lo expresado por Jorge Luis Acanda alinterpretar a Gramsci, en la construcción delsocialismo los intelectuales deben extremar sucondición de conciencias sociales, ya que su laborcrítica «es condición [...] imprescindible del desarrollode la revolución». 1Este trabajo se propone analizar la polémica digitalcomo ejemplo de una posición histórica de laintelectualidad de la Isla: la de erigirse en vanguardia enlo relacionado con la interrogación crítica sobre larealidad circundante. 2 Para ello indicaremos, en esencia,la vinculación directa de este debate con las condicionesdel espacio público cubano, y referiremos algunastendencias generales en determinados períodoshistóricos de la Revolución, en los que el sectormencionado se ha destacado por sus posicionamientostransgresores en el área de confrontación ciudadana.Algunos conceptosEspacio público es una categoría escurridiza, que pendede variables sutiles en el plano objetivo y subjetivo. Nosolo es enmarcable en aquel concepto de JürgenHabermas, quien lo describía como el «ámbito denuestra vida social» en el cual se podía elaborar opiniónpública, y que en determinados casos podía requerirde «medios precisos de transferencia e influencia» 3(periódicos, revistas, radio, y televisión). Intentamos44


Anneris Ivette Leyva García y Abel <strong>Somohano</strong> FernándezEn 1959, pese a pertenecer a varias «familias estéticase ideológicas» —término que la doctora GraziellaPogolotti ha usado para describir la múltiple procedenciade los exponentes del sector intelectual al arribo de laRevolución— la mayoría de los integrantes de estecampo brindó su apoyo al nuevo proyecto. Según estaautora, el compromiso moral establecido con lapropuesta de cambio, estrechó el vínculo entre lasvanguardias política e intelectual. En consonancia conel ritmo adquirido por la vida social, la actividad delsector alcanzó una intensidad desconocida en períodosanteriores. Señala además que «la premura del hacerimponía la premura del pensar [...] Sobre el derrumbede lo viejo crecía el espíritu de lo nuevo». 9 En cuantoa las tareas que debió asumir el intelectual orgánico altriunfo de la Revolución, la doctora Pogolotti, esta vezen el prólogo al libro de Alfredo Guevara, Tiempo defundación, expresa:Era el momento de saldar deudas con el pasado, deconstruir la nación postergada, de destruir las bases de laopresión y la injusticia, de reconocer en el pasado las huellasmás fecundas, de favorecer el crecimiento de la plenitudhumana, de reconquistar la riqueza multiforme de la vida,de propiciar en cada persona la posibilidad de convertirseen partícipe activo no instrumentalizado. En ese procesotocaba a la cultura el desempeño de un papel primordial. 10Entre los factores que dan cuenta de la agilizaciónde la dinámica intelectual podemos resaltar el auge y laextensión que adquirió la polémica en estos años,acogida sin titubeos en espacios oficiales y visibles deexpresión. Los asuntos debatidos rebasaban losaspectos gremiales, para centrarse en un cuestionamientode los rumbos generales que asumiría el procesorevolucionario. En otras palabras, la labor de los artistase intelectuales de aquellos años se imbricabaestrechamente con la de la nación en su sentido másamplio. Según Roberto Fernández Retamar, «aun vueltossobre los problemas gremiales, habíamos ido a dar,pues, con el meollo de la Revolución toda, la “nuevavida moral”, dicho en términos de Gramsci, o laconstrucción del “hombre nuevo”, en palabrasretomadas por el Che». 11Existen varios ejemplos lo suficientementeilustrativos del modo en el cual la Revolución fomentódurante esta década espacios de polémicas en las másdiversas áreas, haciendo más rico el proceso dereconfiguración de las esferas de la vida nacional. Elcampo de la cultura artística y literaria no era unaexcepción. Muchas fueron las cuestiones debatidas.Pueden ser destacadas, entre otras, las confrontacionesreferidas a la vinculación entre la labor intelectual yla práctica política, así como las relacionadas con laintervención del Estado en la cultura. Aunque eseambiente de confrontación y de crítica perennedistinguió, de manera general, los años iniciales de laRevolución, ya desde esta misma década afloraronsíntomas de algún endurecimiento en lo que respectaa las políticas promotoras de pensamiento.Para algunos, como Desiderio Navarro, el llamadoperíodo gris de la cultura en la Revolución cubana, seinicia en 1968. Otros han afirmado que antes de lallegada del quinquenio gris (1971-1976), se podíanya percibir prácticas institucionales no identificadas conla esencia de «Palabras a los intelectuales», documentoen el que se considera la cultura bajo un principio deinclusión, de respeto a la diferencia, y en el que se convocaal diálogo entre la vanguardia artística y la política.Ambrosio Fornet considera que no es pertinente hablarde ciertos cambios ocurridos en los 70 sin aludira tensiones acumuladas en el período precedente. 12Después del «caso Padilla» 13 se efectuó el CongresoNacional de Educación y Cultura, del 23 al 30 de abrilde 1971. Inicialmente, el evento fue pensado como unencuentro de educadores, pero a posteriori se decidióextenderlo al campo cultural. En su Declaración finalse sugería a los intelectuales las temáticas másconvenientes para el arte durante ese momento históricode la Revolución. Se «recomendaba», por ejemplo, eltratamiento de tópicos relacionados con la literaturainfantil y el proceso revolucionario en su lucha contrael subdesarrollo, y la necesidad de mantener «la unidadmonolítica ideológica de nuestro pueblo», paraoponerse a las «extravagancias entre los jóvenes», factorque podía ser considerado como «dependencia cultural».Se argumentó además que no era permisible que,«por medio de la calidad artística, reconocidoshomosexuales» pudieran influir en la formación de lajuventud. Este aspecto es de vital importancia porquese entronca con modos posteriores de implementaciónde la política cultural. Se hace explícito el rechazo a losintelectuales «pequeñoburgueses y pseudoizquierdistasdel mundo capitalista que utilizaron la Revolución comotrampolín para ganar prestigio entre los pueblossubdesarrollados», y que ahora acarreaban una nuevacolonización. De esos criterios se pasaría a otrosargumentos: «El arte es un arma de la Revolución; unproducto de la moral combativa de nuestro pueblo,un instrumento contra la penetración del enemigo». Encuanto al trabajo artístico, se reitera en varios párrafosla necesidad de llevar al pueblo «la verdadera cultura»,lo que, unido a otros elementos, provoca que laDeclaración... se caracterice, de manera general, por unenfoque didáctico desmesurado. 14Se ha dicho que con el inicio de la segunda décadade la Revolución en el poder, comenzó una etapa decrisis ideológica y artística, caracterizada por unadefinición instrumental de la cultura. A su vez, unbosquejo de los sucesos que tuvieron lugar durante los46


Anneris Ivette Leyva García y Abel <strong>Somohano</strong> Fernándezde expresión o de creación artística [...] sino que debeentenderse también como el derecho de los escritoresy de los artistas a participar activamente en el procesode elaboración de la política cultural». 23Durante las palabras de clausura del SegundoCongreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba(UNEAC), el 13 de octubre de 1977, Hart señalaba lanecesidad de trabajar en la búsqueda de «solucionesmayoritariamente aceptadas» para instrumentar laaplicación de la política cultural propuesta por el Partido.En este documento se hace alusión a los nexos entreel arte en Cuba y sus matrices populares; y se reitera elpropósito de la «edificación socialista» de llevar al pueblolas obras más logradas. Fue este un momento propiciopara mostrar el objetivo fundamental del Ministerio,que «consiste en orientar la realización práctica de lalínea política de la Revolución en el campo cultural,apoyándose en las tradiciones históricas de nuestracultura, comprendiendo que el arte y la literatura, en laépoca actual, se han convertido ya en una necesidad yen un fenómeno de masas». 24Si bien la creación de esta estructura significó unamedida oficial que procuraba, entre otros objetivos,reencauzar la proyección y producción de la culturacubana, ello no quiere decir que dentro del campo seacabaran del todo ciertos hábitos incubados en períodosanteriores. Diversos criterios hacen alusión a las tensionespotenciadas por las distintas corrientes de pensamientoexistentes. Es este un contexto contradictorio y, por lomismo, difícilmente definible en una sola tendencia.Varios ejemplos de inicios de los 80 fundamentanlo anterior. Entre ellos —como indica ArturoArango—, la oposición al largometraje Cecilia, deHumberto Solás, en nombre del realismo socialista;o la campaña lanzada contra «el intimismo yhermetismo» de la generación de poetas que ibasurgiendo desde la década anterior. 25 Por otro lado,aunque al inicio de los 80, como reseña GerardoMosquera, se palpaba una relación estrecha entreintereses institucionales, percepciones de directivos dela cultura y consideraciones de los propios creadores,en torno al papel de ciertas manifestaciones artísticaspara interpretar la realidad cubana, 26 esta vinculaciónentrará en conflicto a finales de la década.A pesar de los ejemplos anteriores, en esta décadala intelectualidad se caracteriza fundamentalmente poruna participación «más o menos efectiva en laconstitución del diseño ideológico del país». 27 Aunqueno es la única manifestación artística con una perspectivarealmente crítica en torno a la realidad circundante,es indiscutible el importante papel desempeñado porlas artes plásticas durante el período. En los 80 los artistasplásticos recuperan «nuevas posibilidades de acción másacordes con la actualidad». 28Debe señalarse la posición trascendental de estoscreadores en comparación con un proceso como el deRectificación de errores y tendencias negativas, quematizó el espacio público cubano desde 1986. Este esuno de los momentos de confrontación crítica másimportantes de la Revolución cubana. Se hizo evidente,en primer lugar, la necesidad de preservar el socialismo;pero además, se promovió la interrogación sobre elordenamiento económico, cultural, político y social delpaís. El proceso de Rectificación… constituye, de estamanera, un antecedente importante de los debates quedesembocan en la discusión del Llamamiento al IVCongreso del Partido dentro del espacio público de la Isladurante los primeros años de la última década del siglo.A la altura de 1986, «las artes (las artes plásticas enprimerísimo lugar) expresaron, a veces de maneraincontenible, desordenada, herética, los deseos ytensiones acumuladas, no como respuesta a laconvocatoria del discurso oficial, sino como anticipacióna aquel, y también como su contraparte». 29 Queda conello evidenciado, una vez más, la posición destacadadel intelectual cubano en la articulación de un diálogocrítico y productivo sobre su entorno.Como ha descrito Arango, el hecho de vivira merced de la alternancia entre dos tendencias —unafavorecedora y otra más restrictiva—, ha potenciado laexistencia de períodos con diferentes facilidades parala participación política del sector. Para sustentarsu proposición, el escritor señala la etapa comprendidaentre el 1971 y 1976 como un momento dedogmatización extrema; mientras los primeros 60 yúltimos 80 fueron años de mayor participación. 30Como es obvio, todo momento posee sus matices yse presta a contradicciones con cada tendencia generalseñalada.Otra vuelta de hojaResulta impensable intentar hablar de los 90 en Cubasin comenzar por la precaria situación que provocó elderrumbe del campo socialista europeo. La nuevarealidad nacional, caracterizada por profundas carenciasen todos los sentidos, hizo que se recurriera a laimplementación de medidas antes impensadas ennuestro país, precisamente por creerse dañinas para elsistema en construcción.Las nuevas condiciones y reconfiguracionesexperimentadas en todas las esferas de la vida tambiénse proyectaron en las formas de interacción de losintelectuales con el espacio público. Así, varios autoreshan coincidido en señalar un aumento de la expresióncrítica y desprejuiciada de estos. Dicha multiplicaciónocurrió gradual y progresivamente, a medida que elcampo cultural asimilaba rasgos que le permitían48


acondicionarse a la situación emergente. Entre las nuevascaracterísticas presentadas por este sector se halla unarelativa descentralización y autonomización de susfunciones, lo cual le agenció una mayor flexibilidad ensus capacidades de gestión, pues «ante la falta derespaldo institucional para viabilizar sus proyectos, losartistas [ganaron] en independencia y, con ella, enposibilidades de expresión». 31No obstante, un creador como Leonardo Paduraha reconocido también que, en lo referente a losespacios expresivos con que contaron los intelectualesa lo largo de estos años, el Ministerio de Cultura, laUNEAC y el Instituto Cubano de Arte e IndustriaCinematográficos (ICAIC), supieron mantenerse comoagentes promotores y canalizadores del debate y elpensamiento crítico. 32Por otro lado, en la década de los 90 se evidencióademás, en otros sentidos, el papel de vanguardia delsector en la generación de la crítica profunda en elespacio público. Para el investigador Rafael Hernández,la carga problemática de los contenidos de las artesplásticas, el teatro o la nueva narrativa sobre la situacióncubana de inicio de estos años se adelantó no solo a lasciencias sociales, sino también al «debate político, en laidentificación y tratamiento de nuevos problemas».Según su perspectiva, las diversas manifestaciones delarte se anticiparon en el tratamiento de aspectosespinosos en nuestra sociedad, como el referido a laemigración, la discriminación racial y la religiosidad.Desde la intelectualidad artística, también se visibilizaronanálisis agudos sobre cuestiones propias del impactodel Período especial y sus efectos derivados, como sonla sobreestimación del consumo, la prostitución, lasdrogas, y vinculada con todas ellas, la crisis de valores. 33Si durante los 80, fueron fundamentalmente losplásticos quienes se apropiaron del protagonismo enlo referente al abordaje crítico de la realidad, en la últimadécada del siglo se les van a sumar otros creadores. Eneste período, la filmografía cubana se destacó comouna de las manifestaciones del arte que mejor acogió eldiscurso crítico a través de nuevas formas de expresión.La literatura también recurrió con frecuencia asituaciones emergentes en el contexto cubano, ya tópicos evitados en años anteriores. Esto sucedía a pesarde que la situación del país afectaba, como a tantasotras industrias, la dimensión productiva de la esferacultural. 34El ámbito de las letras impresas, por ejemplo, resultóperturbado por su contracción, evidenciada en la escasatirada de libros y la desaparición, en los primeros añosde los 90, de varias revistas culturales. No obstante, altrascender el momento más difícil del Período especial,la recuperación de algunas publicaciones y la creaciónde otras, se ha convertido en un acontecimientoLos intelectuales y la esfera pública en Cuba: el debate sobre políticas culturalesfundamental en la esfera pública de la Isla. Entre ellas,pueden destacarse <strong>Temas</strong>, Revolución y Cultura, Catauro,Opus Habana, Contracorriente, Debates Americanos, MarxAhora, Caminos, Cultura y Desarrollo, Casa de las Américas,la Revista de Ciencias Sociales, Unión, Cúpula, y Arte Cubano.Estas han albergado espacios de confrontación ypropuestas transgresoras sobre diversas temáticas:sociedad civil, participación, cultura política, problemasde género, auge de las religiones, relaciones interraciales,nuevas generaciones. Además, han abordado la culturacubana en el exterior, el teatro y las artes plásticas comoespacios de intercambio de ideas, los temas de la nuevanarrativa, y muchos otros tópicos de gran trascendenciaen el contexto cubano. Estas publicaciones intentaronconformar un discurso de espectro amplio y plural, decapital importancia para la situación en la que estabasumergida la Isla. La cotidiana propuesta de los mediosmasivos de comunicación, entre los cuales se nombrala radio, la prensa y la televisión, condujo a que «unvolumen considerable de enfoques y tópicos vedadosen esos medios [fueran] canalizados a través delrelativamente autónomo subsistema de publicacionesculturales». 35A pesar de los ejemplos antes señalados y de latendencia general de la década del 90, desde entonces yhasta hoy han existido añejos y no siempre bienfundamentados resquemores, que se erigen comoobstáculos a la interrogación de los intelectuales en tornoa la realidad circundante. Muchos de ellos no seencuentran dentro del mismo campo cultural, sino enesferas contiguas. Desiderio Navarro, menciona eltemor a que los enemigos de la Revolución acojan losposicionamientos críticos con fines propagandísticos.También suele aludirse a la posible perturbación queen el pueblo podría suscitar el debate de ciertosproblemas, y el miedo a que un nuevo cuestionamientoconstituya «una heterodoxia, una disidencia querompería la monolítica unidad ideológica de la nación». 36Podría decirse que la reacción fóbica a la discusión«se ha basado en el argumento de no desgastarse en lapolémica, y evitar que esta afecte la aglutinación de tejidosocial» 37 en un escenario que se construye comotrinchera ante la sistemática agresión norteamericana.Nos referimos con ello a la estructuración de una«mentalidad de plaza sitiada» basada en la real amenazadel enemigo. Sin embargo, como indica Julio CésarGuanche:la posibilidad de una agresión es condición sine qua non de laexistencia de una Revolución [...] No puede suceder quela agresión determine lo que es la Revolución: la agresiónno es la autorización para que una revolución exista de una uotra manera, sino que son las prácticas revolucionarias —laampliación del campo de lo posible— las que permitenla existencia de un espacio revolucionario, cuya permanenteampliación será precisamente la principal fortaleza contra laagresión. 3849


Anneris Ivette Leyva García y Abel <strong>Somohano</strong> FernándezEl proyecto de nación que defendemos, perfectible sin dudas,requiere de una renovación constante que pueda sostenerlodentro del abrumador proceso de selección natural global.Para ello, se necesita del concurso de todos aquellos quepuedan aportar una mirada compleja, responsable yconstructiva, al análisis de la nada simple realidad.La aceptación de las razones antes aludidas puedellevar a ejercer tácitamente juicios desproblematizadoresdel entorno, cuyo contenido se reduce a la idealizaciónde un estado de perfección y a la mera recitación deapologías enceguecedoras. En oposición a ellaspodríamos apuntar entonces que la adhesión delintelectual al proyecto revolucionario no puede sercompleta, si no se caracteriza por su criticidad yoposición a toda práctica destinada a limitar suintervención en la esfera pública.El debate electrónico sobre el quinquenio grisEn los umbrales del nuevo milenio, el destacadointelectual Alfredo Guevara postuló que «la época enque vivimos, la sociedad en que vivimos, ha producidofenómenos que nos llevan a situaciones muy equívocas;y un papel del intelectual es el de encontrar para sí mismoy desbordándose de sí mismo, su rol de brújula». 39 Laforma en que los intelectuales se erigen en brújulas deuna sociedad —según la propuesta de AlfredoGuevara— se sintió de manera especial en el intercambiode correos electrónicos sobre políticas culturales quese originó en nuestro país en enero de 2007. Aunqueeste proceso de comunicación se caracteriza por la granvariedad de voces desde las que se asumieron diversosobjetos de análisis, en ocasiones desde posicionesirrespetuosas y hostiles para con el proyectorevolucionario, aquí solo reseñaremos algunos aspectosque a los objetivos de este artículo resultan importantes. 40A un año de transcurrido el proceso electrónicoque nos ocupa, Fernando Martínez Heredia apuntaba queeste intercambio mostrólas reservas morales y de conciencia política» que posee elsector de los intelectuales. Desde su punto de vista, estefactor «los puso en marcha, y su actuación se ha mantenidoviva hasta hoy […], llamaron la atención al país sobre lanecesidad y la urgencia de debatir públicamente losproblemas principales de Cuba y de la Revolución. Esto hasido lo más trascendente de aquel debate». 41Aunque no se puede establecer una relación decausa-efecto entre el intercambio y los debates surgidosposteriormente en la esfera pública cubana, como lospotenciados a raíz del discurso de Raúl Castro el 26 dejulio de 2007, sí es posible establecer cierta comparación.La diferencia temporal entre ambos momentos mostróla posición de vanguardia del sector intelectual en loconcerniente al abordaje de problemas candentes de larealidad nacional.«Las reservas morales y de conciencia política»aludidas por Martínez Heredia, se evidencian, por otrolado, en el desfasaje entre las ideas expresadas en lapolémica electrónica y ciertos esquemas de pensamientoy dinámicas existentes en la esfera pública de la Isla.Varios de los mensajes hacen alusión a que en el espaciopúblico están incidiendo un conjunto de normas, ideasy creencias opuestas a la potenciación en el entramadosocial de un intercambio crítico generalizado. Muchasde ellas nos llegan como remanentes de los años 70, yoponen un efecto paralizante en la dinámica de nuestraactualidad.Precisamente, una fuerte determinación en contrade percepciones opuestas al debate crítico yconstructivo sobre la realidad nacional, según losdiversos actores, guió en algún momento laconformación de la protesta. Ya en alguna ocasión,además de prevenciones de la esfera políticarelacionadas con la función crítica del intelectual, habíanexistido períodos en los que ellos mismos habían optadopor un silencio deliberado creyendo actuar a favor de laRevolución. La ruptura con esa forma de pensamientomarcó la diferencia en enero de 2007 e hizo surgir laconfrontación electrónica.Al referirse a los aprendizajes del quinquenio gris,Arturo Arango, uno de los promotores del intercambio,expone que en aquellos años se sostuvo «unacomplicidad desde el silencio, como si la Revoluciónpudiera seguir normalmente hacia adelante con esetrauma encima». Tal situación, el temor al perjuicioinvoluntario nacido de la complicidad, indujo a laurgencia del pronunciamiento en la hora actual. Existióentre los actores de la confrontación la percepción deque había que hablar, de que «había una responsabilidad»y no se podía hacer silencio. 42Al mismo tiempo, sobre la voluntad de los actoresincidió cierta deuda histórica. Los primerospronunciamientos que conformaron la red50


comunicativa tuvieron un claro objetivo de denuncia.Se basaron en el recuento de sucesos personales delpasado, hasta entonces poco conocidos, y cuyaplataforma común eran las cuestiones de políticacultural de la Revolución. En ellos se denotaba untono exaltado y enardecido. Poco a poco, este tono sefue aplacando. Se pasó de la denuncia rápida al análisisminucioso, del recuento anecdótico al tratamiento decuestiones generales.Encaja aquí entonces el rótulo de «agenda de debatepostergada», para justificar por qué el intercambioalcanzó tamañas dimensiones. Efectivamente, existíaen el campo cultural una serie de cuestiones dolorosascuyo tratamiento pospuesto hincaba progresivamentela conciencia de los afligidos. A juicio de GraziellaPogolotti, a partir de la creación del Ministerio deCultura se procedió al rescate de figuras que en elperíodo precedente habían sido dañadas, pero la políticade reivindicación no incluyó la ventilación pública deltema, lo que la hizo incompleta. 43 Si es cierto que setomaron muchas medidas, nunca hubo un debate sobreel tema en las publicaciones e instituciones del campocultural, según apunta la autora antes citada.Estas consideraciones se unen a otras, relacionadascon la necesidad de trascender la propia molestia quedio origen al proceso de comunicación electrónico parainsertarse en el debate sobre varios aspectos candentesque circundaban a los intelectuales. Al respecto,Desiderio Navarro hacía un balance, en su conferenciadel 30 de enero de 2007 leída en Casa de las Américas.A juicio de dicho autor, esta reacción de un gran númerode intelectuales cubanos, por la vía del correoelectrónico, hizo evidente «la inactividad o inoperanciade los espacios (tanto institucionales como públicos)ya existentes, y la inédita posibilidad de la constituciónad hoc e inmediata de una esfera pública supletoria».Para Navarro, estaríamos hablando de un espacio deconfrontación suplente, ya no alternativo ocomplementario, dado por «la falta de otra esfera deintercambio realmente funcionante». 44Sin llegar a los extremos a los que desde nuestraopinión arriba el autor antes citado, al señalar lainexistencia de una esfera de intercambio crítico en la Cubaactual, es imprescindible indicar la importancia de laapropiación de las nuevas tecnologías por parte de losintelectuales. En este sentido, la idea de Navarro de analizarla polémica digital desde las condiciones contextualesmediadoras en su surgimiento y desarrollo se haceespecialmente reveladora.El espíritu crítico de la polémica electrónica sedestinó, entre otros frentes, a aquellos obstáculos actualesque podían estar actuando como limitantes del debateen el campo cultural. A juicio de Sigfredo Ariel, y deotros actores, el intercambio surge en un momento enque se efectúa una crítica muy profunda a la UNEAC.Los intelectuales y la esfera pública en Cuba: el debate sobre políticas culturalesEllo hizo que el debate digital también tratara temasvinculados con esta institución, y los espacios dispuestos,o no, en ella para la confrontación de ideas. 45Existe, sin embargo, otra característica de la esferapública cubana aludida por los debatientes que puedeconsiderarse como factor influyente en el surgimientoy posterior desarrollo de la polémica digital. Cuandoen la confrontación electrónica se destaca la peculiaridadde que tantos silencios se quiebren de esta manera inusual,se anuncia como una de las causas la imposibilidad deestructurar la organicidad de los intelectuales al proyectorevolucionario a través de ciertas vías. Al hablar de vías,los actores no se circunscriben a los lugares de reunión endonde a viva voz se expresen los criterios, sino que aluden,además, a las nulas oportunidades de participación en elcomplejo sistema de la comunicación masiva.Como indica Ariel, «intelectuales extranjeros publicanmás en los medios de prensa que cualquier cubano».Desde su punto de vista, esta vieja tradición de laintelectualidad de la Isla de participar en la prensa, nofue quebrada «a causa de un fenómeno inconsciente, nipor problemas materiales en los medios, como la faltade papel; sino por prejuicios y prevenciones que vienen dela época del Consejo Nacional de Cultura». 46Aunque la polémica hubiera podido acogerse enalguna de las publicaciones culturales, la periodicidadque las caracteriza habría hecho inviable semejanteintento. Al referirse a los motivos por los que la protestasurge en la esfera virtual, Arango, destaca que «desdehace muchos años, la prensa cotidiana no tiene en suespectro este tipo de intervenciones. Donde únicopudieran darse es en la prensa cultural, cuyo ritmo noes adecuado para respuestas rápidas como las quehacían falta en ese instante». 47Estas revistas poseen ciertas limitantes para articularo extender la confrontación crítica hacia el entramadosocial. Uno de estos obstáculos es el poco impacto quepuede alcanzar lo aparecido en sus páginas debido alespectro reducido de su público tipo. Ello también hasido señalado por los actores del proceso decomunicación que aludimos. Si bien es plausible laaudacia de estas publicaciones en comparación con eldiscurso «sinflictivista» y acrítico de los medios, esnecesario destacar que, por su propia función, estas noalcanzan a irradiarse en una extensión más amplia de lasociedad. Como se señaló en varias ocasiones durantela confrontación electrónica, el papel de las revistasculturales no puede considerarse como sustituto de lamisión de los medios de comunicación masiva en elespacio público de la Isla. Estos últimos, por su propianaturaleza, según queda sugerido en varios de los correosconsultados, podrían, en una sociedad socialista comola que se intenta construir, potenciar la conformación deuna hegemonía pluralista en donde la variedad de voces51


Anneris Ivette Leyva García y Abel <strong>Somohano</strong> Fernándeztenga cabida; además, podrían incentivar la construcciónde un diálogo productivo y directo entre los diversossectores sociales y la esfera dirigente.De manera general, los criterios de los debatientesdan cuenta de ciertas condiciones estructurantes yestructuradas de la esfera pública cubana que sereproducen o han incidido directamente en el desarrollodel proceso que estudiamos. De esta forma, la situaciónhasta aquí descrita propició una de las característicasmás acentuadas de la confrontación electrónica: eldesbordamiento temático. Este ocurrió de manera casinatural, provocado por una añeja y crecienteposposición de problemas debatibles. La política culturaldejó de ser el tópico exclusivo para dar paso a laventilación de una amplia gama de temas, gracias a lasposibilidades tecnológicas para estructurar cierta«interactividad comunicativa».La apertura y extensión aludidas se hacían necesariaspor diversos motivos. En primer lugar porque erainnegable reconocer que ciertas políticas restrictivas handejado nefastas huellas no solo en la esfera cultural,sino también en otros sectores de la vida nacional. Ensegundo término, se encontraba la urgencia de repensartemas de incuestionable actualidad que trascendían elmarco de la cultura artístico-literaria, y respecto a loscuales había sido tradición que nuestra intelectualidadse expresara en espacios de discusión.Del debate a la acciónAunque fueron varias las reuniones desarrolladas parala resolución del proceso comunicativo estudiado, lasmás referenciadas en las entrevistas, correos ydocumentos consultados han sido fundamentalmentedos: las del 9 y el 12 de enero de 2008. En estasreuniones, la posición de los agentes reguladores de lacultura se caracterizó por el apoyo total a lospromotores de la polémica electrónica, y por laintención de esclarecer los sucesos que le dieron origen.Los entrevistados han dado cuenta del modo en que laUNEAC y el Ministerio de Cultura se inclinaron por eldiálogo en las reuniones de solución. La reacción fuea favor de ese intercambio, de la discusión y del espaciocrítico que se había creado. No obstante, no fueronsolo el Ministerio de Cultura y la UNEAC losinvolucrados en el proceso, sino también el Partido. Laposición de estas instancias fue de total apoyo a lasiniciativas surgidas en las reuniones, y de involucramientocon la organización de las ya materializadas, hasta elmomento en que se llevó a cabo nuestra investigación.En los encuentros desarrollados entre los actores de lapolémica electrónica y los directivos de la cultura,surgieron varias propuestas para solucionar un problemaesencial del que da cuenta el mismo proceso: la necesidadde rescatar la memoria histórica en torno a un tema comoel de la política cultural de la Revolución. 48Sin embargo, aun con la evidente voluntad políticade solucionar los aspectos criticados a través del correoelectrónico, y de apoyar las iniciativas emergidas en lasreuniones, se enfatizó, por parte de los directivos de lacultura, la necesidad de circunscribir los debatesposteriores al campo específicamente cultural, entreotras causas, por la imposibilidad institucional decanalizar y responder a carencias referidas a otras esferas.Graziella Pogolotti apunta que el Ministerio actúasobre un área muy específica relacionada con la culturaen su sentido tradicional, y no tiene potestad paraintervenir en instituciones y otros circuitos en los que seharía necesario fomentar la crítica profunda y lapolémica. 49 Esta imposibilidad institucional deconformar un debate en relación directa con otrasesferas de la vida nacional, es consecuencia, en parte,de la estructuración en la sociedad cubana de lo quealgunos autores llaman «circuitos de comunicación».En nuestro contexto se ha desarrollado esta limitacióncomo tendencia. Indistintamente, se le puede reconocercomo sectorialización temática, circunscripción deldebate a esferas específicas o exclusivo abordaje detópicos por determinadas voces legitimadas.Según Julio César Guanche, los llamados «circuitosde comunicación» se refieren a una forma deorganización en la Cuba actual. Para este autor, ello hapermitido la cuadriculación «de los temas de lo socialen una infinidad de pequeños campos, en los cuales sediscute y fomenta el debate, pero que no se comunicancon el resto de los campos sociales y menos conla sociedad en su conjunto». 50 La estructuración de lasociedad en circuitos de comunicación hace que ciertosactores se vean obligados a limitar sus planteamientosa un área de acción específica. En este caso, el factormencionado motiva las alertas constantes sobre loimprocedente de extender el debate a otras esferasigualmente criticables.No obstante estos impedimentos, el ciclo deconferencias organizado por Criterios, y la publicaciónposterior de las distintas intervenciones suscitadas enél, tiene un papel fundamental en la articulación derespuestas a problemáticas identificadas en elintercambio de correos. 51De manera general, las conferencias del ciclo hanintentado trascender, en parte, el marco de lo artísticoliterarioen su concepción más reducida. 52 El ciclo quedóabierto el 30 de enero en la Casa de las Américas con laconferencia de Ambrosio Fornet «El quinquenio gris,revisitando el término», estructurado a partir deinvitaciones, lo que produjo varias críticas mediante lavía electrónica. 53 No obstante estas manifestaciones deldebate, extrapolado a esferas exteriores a lo virtual,52


tanto sobre el intercambio a través del correoelectrónico, como sobre el mismo ciclo de Criteriosinciden determinados factores que obstaculizan suextensión y posterior visibilidad en el entramado socialcubano. Paradójicamente, varios de estos factores hansido señalados como condicionantes del surgimiento ydesarrollo del proceso de comunicación electrónica. Apesar del apoyo brindado por la UNEAC a laconfrontación, varios autores se sentían inconformescon el modo en que se integró esta a las polémicasposteriores. Desde el punto de vista de FernandoMartínez, «la UNEAC estuvo débil, muy poco crítica,y omisa, lo que agudizó la conciencia de la necesidadde entrar a fondo en sus problemas y prácticamenterefundarla. 54Unido a estas condiciones institucionales pueden serdestacados otros factores que dificultaban también laextensión de esta polémica en específico en elentramado social, pero que a la vez afectancotidianamente al campo cultural. La imposibilidad delos medios de comunicación masiva de articular undiscurso crítico sobre la realidad cubana influye en el modoen que se invisibiliza en el entramado social el debateintelectual. De esa manera, las polémicas en el campocultural provocan, debido a estas y otras razones, segúnha indicado una de las expertas entrevistada en nuestrainvestigación, la creación de élites en el seno de lasociedad. «Si se tiene un conjunto de espacios en los quese discute de manera renovadora, pero esos debatesno trascienden […] obviamente se tiende a crear dosgrupos diversos: una élite —quiera o no serlo— quediscute de manera riquísima, atrevidísima, y una masaque sigue repitiendo estereotipos y versionesempobrecedoras de la historia y la realidad». 55En el caso específico del proceso de confrontaciónque analizamos, pueden indicarse, hasta el presente, solodos referencias a través de los medios de comunicaciónmasiva: la «Declaración del Secretariado de la UNEAC»,publicada el 18 de enero de 2007, y la alusión tangencialhecha por Desiderio Navarro, el 19 de noviembre deese mismo año, en el programa Diálogo abierto dedicadoal debate cultural en Cuba. Que la única alusión alintercambio en el discurso mediático haya sido, durantemucho tiempo, el documento antes mencionado,construido por agentes reguladores externos a losmedios, está indicando nuevamente las limitaciones deestas estructuras socializadoras para «autoelaborar» undiscurso crítico sobre la realidad de la Isla.Intentar dilucidar el modo en que se extiende en elespacio público el debate electrónico y el ciclo deconferencias aludido, lleva a considerar la reproducción,en el desenlace de este proceso, de ciertas problemáticasque mediaron su desarrollo. Se evidencia con ello lamanera en que una polémica que intenta trascender lasLos intelectuales y la esfera pública en Cuba: el debate sobre políticas culturaleslimitantes características de la esfera pública, es afectadadirectamente por condiciones estructurantes de estaárea de confrontación.EpílogoA tono con lo planteado por varios estudiosos defenómenos similares en otros contextos, conintercambios electrónicos como este se podría hablarde la creación de «esferas públicas periféricas». 56 Enellas, el público se estructura a partir de sujetos activosque no solo confrontan criterios, sino que articulanacciones de transformación política. Según VíctorSampedro, estaríamos refiriéndonos a «una pluralidadinfinita de espacios sociales desde los que romper o haceravanzar el consenso social, la opinión pública, haciametas y territorios hasta ahora desconocidos. Laversatilidad e interconexión entre esos espacios dedebate resulta potencialmente ilimitada, de una riquezay variedad insospechadas». 57 El área de interacciónciudadana se dota ahora de nuevas complejidades. Lasposibilidades brindadas por las tecnologías de lainformación y la comunicación se erigen en alternativaspara construir intercambios en los que se expresanopiniones invisibilizadas cotidianamente.Gracias a los recursos aportados por diversasherramientas, la esfera virtual puede devenir cauce deansias reprimidas de expresión del criterio. Puede seridentificada como espacio suplente de los tradicionales.De hecho, una de las ventajas más estimadas de laconfrontación electrónica es la relativamente nimiaregulación que se le puede aplicar. Teniendo en cuentaesta posibilidad, los actores pueden expresarse concontenidos y estilos que no serían admitidos en otroscontextos. Sin embargo, dicha condición no siemprees aprovechada en un sentido positivo, sino que, aldepender altamente de los límites éticos de cada cual,también puede ser utilizada para introducir en elárea de confrontación electrónica vulgaridadese impertinencias.Otra de las prerrogativas generales que ofrece eluso de herramientas como el correo electrónico es lacapacidad de interactuar. A partir de ella, múltiplesactores pueden reaccionar ante cualquier mensaje paracrear un tejido de opiniones confluyentes. A esto seune la posibilidad de distintos sujetos de intervenir enel área de confrontación desde puntos geográficosdiversos y distantes.No obstante estas posibilidades, en cualquier análisissobre el impacto de las nuevas tecnologías de lainformación y la comunicación en un contexto enespecífico, es menester relativizar su potencial liberador.Esto se logra aludiendo a los diversos tipos de53


Anneris Ivette Leyva García y Abel <strong>Somohano</strong> Fernándezapropiación de que son objeto los nuevos recursos. Auncuando a partir de ellos puedan estructurase procesosdinamizadores de la esfera pública, surgen tambiénnuevas maneras de manifestarse la abulia ciudadana. Eldebate electrónico posee una apariencia engañosa.Algunos pueden limitar su participación a este tipo deconfrontación, y no considerar, sin embargo, que laverdadera acción política se dirime fuera de lo virtual.El desafío para los decisores políticos en un contextocomo el cubano se establece entonces en dos sentidosfundamentales: primero, en la necesidad de reflexionarsobre las condiciones propiciadoras de undesplazamiento de la confrontación hacia las nuevasesferas; y en segundo lugar, en lo imprescindible deinteractuar con estas áreas de debate, para canalizar ypotenciar acciones de transformación relacionadas conlas inquietudes orgánicas a nuestro sistema. Quizá unade las aristas más interesantes del proceso estudiado es lareacción de ciertos decisores ante la interacciónelectrónica. Algunos supieron aprovechar la discusión ycontestar a las interrogantes de los debatientes, lo queconstituye un ejemplo revelador dentro del espaciopúblico cubano.Nos interesa destacar el modo en que se hacomplejizado la esfera pública de la Isla y la forma enque nuevas modalidades de comunicación comienzan acohabitar con las ya tradicionales. El debate electrónicoestudiado permite conocer matices de la voz intelectualcubana, y marca una continuidad con esa larga yrevolucionaria tradición de inconformidad de este gruposocial con los problemas del entorno.El proyecto de nación que defendemos, perfectiblesin dudas, requiere de una renovación constante quepueda sostenerlo dentro del abrumador proceso deselección natural global. Para ello, se necesita del concursode todos aquellos que puedan aportar una miradacompleja, responsable y constructiva, al análisis de la nadasimple realidad. Esto permitiría una deteccióncomprometida de las posibles fisuras y debilidades de laobra colectiva. En las condiciones actuales de Cuba, sehace trascendental la contribución del criterio —y laacción— no solo de los intelectuales, sino de aquellosque desde una posición orgánica al sistema aprovechentodas las herramientas a su alcance, para extender susposicionamientos críticos protectores de nuestraRevolución.Notas1. Jorge Luis Acanda, «El malestar de los intelectuales», <strong>Temas</strong>,n. 29, La Habana, abril-junio de 2002, p. 15.2. Este artículo forma parte del Trabajo de diploma de los autores,defendido recientemente en la Facultad de Comunicación de laUniversidad de La Habana. Su objetivo fue aludir someramentea las características generales de una confrontación en la redelectrónica sobre política cultural, efectuada entre intelectualescubanos desde enero de 2007.3. Jürgen Habermas, «The Public Sphere: an Encyclopaedia Article»,New German Critique, a. 1, n. 3, Nueva York, 1974, p. 49. Es este elautor de una obra fundamental referida al surgimiento de la esferapública burguesa: Historia crítica de la opinión pública.4. Antonio Gramsci, Cuadernos de la cárcel, t. 5, Editorial Era,México, DF, 1999, p. 412.5. Los primeros responden a organizaciones económicasprecapitalistas, en las cuales asumían los roles de funcionarios delgobierno, escribas, sacerdotes y otras formas más típicas como ladel literato, el filósofo y el artista. El orgánico, por su parte, debe susurgimiento al desarrollo del capitalismo que trajo aparejado laestructuración de nuevas funciones y relaciones sociales.6. Antonio Gramsci, Los intelectuales y la organización de la cultura,Editorial Lautaro, Buenos Aires, 1960, p. 18.7. Jorge Luis Acanda, ob. cit., p. 15.8. Desde los prístinos momentos en que se cocía nuestra conciencianacional, la intelectualidad cubana comenzó a trascender lascuestiones de alta cultura para infiltrar su interés en el dominiode los destinos de la nación. Un buen ejemplo de ello sería el deaquellas figuras de finales del siglo XVIII e inicios del XIX que,desde el Seminario San Carlos y San Ambrosio, hicieron ostensiblesu inconformidad con cuestiones trascendentales de la realidaddoméstica del momento.9. Graziella Pogolotti, «Los polémicos sesenta», en GraziellaPogolotti, comp., Polémicas culturales de los 60, Editorial LetrasCubanas, La Habana, p. X.10. Graziella Pogolotti, «Sobre carbones ardientes», en AlfredoGuevara, Tiempo de fundación, Iberautor Promociones Culturales S. L.,Madrid, 2003, p. 9.11. Roberto Fernández Retamar, Cuba defendida, Editorial LetrasCubanas, La Habana, 2004, p. 280.12. Ambrosio Fornet, «El quinquenio gris: revisitando el término»,Casa de las Américas, a. XLVII, n. 246, La Habana, enero-marzo,2007.13. Para encontrar mayor información sobre el caso Padilla, puedenser consultados Lourdes Casal, El caso Padilla: literatura y revolución enCuba, Ediciones Universal, Miami, s/f; Casa de las Américas, n. 65-66,La habana, marzo-junio, 1971.14. «Declaración final del Primer Congreso Nacional de Educacióny Cultura», Casa de las Américas, ed. cit., pp. 4-19.15. Ambrosio Fornet, ob. cit., p. 11.16. Ibídem, p. 12.17. Aurelio Alonso, El laberinto tras la caída del muro, Editorial deCiencias Sociales, La Habana, 2006, p. 232.18. Fernando Martínez Heredia, El corrimiento hacia el rojo, EditorialLetras Cubanas, La Habana, 2001, p. 102.19. Haroldo Dilla, «Comunidad, participación y socialismo:reinterpretando el dilema cubano», en Haroldo Dilla, comp., Laparticipación en Cuba y los retos del futuro, Centro de Estudios deAmérica, La Habana, 1996, p. 22.54


20. Rafael Hernández, Sin urna de cristal. Pensamiento y cultura enCuba, Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura CubanaJuan Marinello, La Habana, 2003, p. 20.21. Ídem.22. Rosa Miriam Elizalde y Grissel Pérez, «La polémica: su presenciaen programas informativos de la televisión cubana», Trabajo dediploma, Facultad de Comunicación, Universidad de La Habana, 1989,pp. 33-4.23. Armando Hart, Del trabajo cultural. Selección de discursos, Editorialde Ciencias Sociales, La Habana, 1978, pp. 310-1.24. Ibídem, pp. 140-1.25. Arturo Arango, Segundas reincidencias, Editorial Capiro, SantaClara, 2002, pp. 54-5.26. Gerardo Mosquera, «Artes plásticas: un nuevo salto de venado»,Revolución y Cultura, n. 6, La Habana, 1981.27. Arturo Arango, ob. cit., p. 87.28. Gerardo Mosquera, ob. cit., p. 73.29. Arturo Arango, ob. cit., p. 28.30. Ibídem, p. 87.31. Leonardo Padura, «Vivir en Cuba, crear en Cuba: riesgo ydesafío», en Leonado Padura y John M. Kirk, La cultura y la Revolucióncubana, Editorial Plaza Mayor, San Juan, 2002.32. Ibídem, p. 326.33. Rafael Hernández, «Espejo de paciencia. Notas sobre estudioscubanos, ciencias sociales y pensamiento en Cuba contemporánea»,en Joseph S. Tulchin et al., eds., Cambios en la sociedad cubana desde los90, Woodrow Wilson Internacional Center for Scholars, WashingtonDC, 2005, p. 162.34. Daniel Salas González, «La Gaceta de Cuba: a la cultura, ida yvuelta», Trabajo de diploma, Facultad de Comunicación,Universidad de La Habana, 2007.35. Ibídem, pp. 5-6.36. Desiderio Navarro, Las causas de las cosas, Editorial LetrasCubanas, La Habana, 2006, p. 18.37. Rafael Hernández, Sin urna de cristal..., ed. cit., p. 22.38. Entrevista a Julio César Guanche, por los autores, 18 de eneroy 28-29 de febrero de 2008.39. Alfredo Guevara, Tiempo de fundación, ed. cit., p. 40.40. El 5 de enero de 2007 se inicia un proceso de confrontación através de correos electrónicos relacionado con la omisión de ciertosaspectos biográficos en la aparición en televisión de antiguos agentesreguladores de la cultura (Luis Pavón Tamayo, Jorge Serguera yArmando Quesada). Estos se habían caracterizado por la imposiciónde grandes restricciones en el campo cultual cubano. Entre losprimeros participantes del intercambio se pueden mencionar a JorgeÁngel Pérez, Desiderio Navarro, Arturo Arango, y ReynaldoGonzález. En las 72 horas siguientes, se adhirieron a la protestaintelectuales residentes tanto en la Isla como en el exterior. Graciasa las posibilidades de interacción del «espacio virtual», lograroncrear un área de debate caracterizada, fundamentalmente, por lamultiplicidad de perspectivas actuantes y diversidad de diálogosinternos. El debate abordó, aunque no únicamente, un tópiconecesitado de urgentes reflexiones en la Cuba de hoy: el de lahistoria de la política cultural de la Revolución. Se hizo énfasis enLos intelectuales y la esfera pública en Cuba: el debate sobre políticas culturalesel denominado quinquenio gris; sin embargo, otros períodoshistóricos, y diversidad de tópicos fueron referenciadosfrecuentemente. Uno de ellos es el centro de este artículo: el modoen que se visibiliza la voz intelectual en la esfera pública cubana.41. Fernando Martínez Heredia, en presentación del libro La políticacultural del período revolucionario: memoria y reflexión, 22 de febrero de2008 (versión digital).42. Entrevista a Arturo Arango, por los autores, 11 de enero de2008.43. Entrevista a Graziella Pogolotti, por los autores, 24 de marzode 2008.44. Desiderio Navarro, «¿Cuántos años y de qué color? Para unaintroducción al ciclo de conferencias de Criterios», en DesiderioNavarro et. al., La política cultural del período revolucionario: memoria yreflexión, Centro Teórico-Cultural Criterios, La Habana, 2008, p. 17.45. Entrevista a Sigfredo Ariel, por los autores, 4 de abril de 2008.46. Ídem.47. Entrevista a Arturo Arango, cit.48. Entre estas pueden mencionarse la idea de Desiderio Navarrode conformar el ciclo de conferencias del Centro Teórico-CulturalCriterios, iniciado el 30 de enero de 2007; la publicación de unlibro en el que se agruparan estas conferencias, y la creación de unaCátedra para el estudio del tópico antes mencionado.49. Entrevista a Graziella Pogolotti, cit.50. Entrevista a Julio César Guanche, cit.51. En un mensaje dirigido por Desiderio Navarro a OrlandoHernández el 14 de enero de 2007, posteriormente publicado, seresaltaba lo necesario de una discusión académica sobre ese período(el quinquenio gris) de la política cultural cubana y sus «secuelas,supervivencias y recidivas». Para este autor, la ausencia de diversasmiradas sobre el tema, «con sus descripciones, análisis,interpretaciones, explicaciones y valoraciones», puede indicarsecomo una de las principales causas de «que ese período ylos fenómenos de ese período que sobreviven o reviven en lossubsiguientes» sean ignorados por tantas personas. Véase DesiderioNavarro en presentación del libro La política cultural..., ob. cit.52. Las intervenciones de Mario Coyula sobre arquitectura y deMartínez Heredia sobre ciencias sociales dan prueba de ello.53. Es necesario señalar el interés de los organizadores por respondera inquietudes de sectores, inconformes (como el de los jóvenes)con el modo en que fue conformado el primer encuentro.54. Fernando Martínez Heredia en presentación del libro La políticacultural..., ob. cit.55. Entrevista a Esther Pérez, por los autores, 17 de diciembre de2007.56. Puede acudirse, entre otros, a los siguientes trabajos: VíctorSampedro, «¿Redes de nudos o vacíos? Nuevas tecnologías y tejidosocial», disponible en www.nodo50.org, consultado el 3 de febrerode 2008; Guillermo López García, «Comunicación en red ymutaciones de la esfera pública», Zer, disponible en www.ehu.es,consultado el 5 de noviembre de 2007.57. Víctor Sampedro, ob. cit.©, 200855

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