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Revista La Morada Octubre 2015

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NO ES UN FIASCO<br />

SINO UN DESCUBRIMIENTO<br />

4 • Espacio <strong>La</strong> <strong>Morada</strong><br />

Por Marcela del Río Reyes<br />

Cuernavaca nos da deleites<br />

inesperados. Presenciar la obra de<br />

Óscar Flores: Crepúsculo, abismo<br />

de luz, con su payaso Fiasco<br />

en acción, fue como para un<br />

londinense haber asistido a una<br />

de las primeras representaciones<br />

de Charlot de Charles Chaplin, o,<br />

para un francés, a un espectáculo<br />

de Marcel Marceau con su mimo:<br />

Bip, atravesando por todas sus<br />

aventuras, alegrías y sinsabores.<br />

En el caso de esta representación<br />

de Crepúsculo, Abismo de Luz,<br />

el trabajo de Óscar Flores no es<br />

sólo actoral, también lo es como<br />

autor y director, por lo que para<br />

la crítica representa un triple<br />

análisis. Como autor, la historia de<br />

esta obra debe remontarse, en el<br />

tiempo, a un cuarto de siglo, ya<br />

que fue durante su beca de dos<br />

años en la Escuela de Jacques<br />

Lecoq, en París, cuando comenzó<br />

a diseñar su personaje de Fiasco.<br />

Según Lukács cuando la anchura<br />

del personaje sobrepasa la de<br />

su mundo externo “se trata de la<br />

lucha entre dos mundos, no de<br />

la lucha entre la realidad y un a<br />

priori abstracto“.<br />

Para Flores, esa lucha se establece<br />

entre el alma-invención-ficcional<br />

que se rebela frente al mundoverdad,<br />

creando un personaje<br />

que, al definir su propia alma<br />

como “más ancha que la realidad“,<br />

la recubre con una capa de<br />

romanticismo en simbiosis<br />

con la ironía del mundo de la<br />

posmodernidad, en un intento<br />

de borrar la frontera entre ficción<br />

y realidad, más que a la manera<br />

despreocupada de un Woody<br />

Allen, a la manera reflexiva de un<br />

Jean Louis Barrault.<br />

El texto de Óscar Flores incluye<br />

toda una filosofía sobre el<br />

teatro y su ficción, ofreciendo<br />

su contraparte: el teatro como<br />

realidad y no como ficción.<br />

El personaje tiene su<br />

propia conciencia y vive<br />

independientemente del autor,<br />

del texto y de los otros personajes<br />

de una obra. Hamlet es Hamlet<br />

no sólo como ente de ficción, sino<br />

como ser que siente, que piensa,<br />

que intuye, que imagina, fuera<br />

de la escena, con una conciencia<br />

propia dentro de nuestra<br />

propia imaginación. Así Fiasco<br />

tiene ilusiones, decepciones,<br />

satisfacciones y reacciona a cada<br />

una de ellas con ironía y ansias<br />

de vivir. Cuando critica los errores<br />

de la sociedad, no lo hace desde<br />

la pluma del autor, sino desde<br />

su propio corazón, porque ha<br />

sufrido lo mismo el desprecio<br />

que la opresión del autor, lo que<br />

recuerda la novela Niebla de<br />

Miguel de Unamuno, cuando su<br />

personaje, Augusto, se rebela y<br />

decide que no va a morir en la<br />

ficción, como lo quiere el autor, él<br />

va a seguir su propio albedrío, y<br />

prefiere suicidarse.<br />

Así el Fiasco de Óscar Flores se<br />

rebela no sólo contra el autor,<br />

Óscar Flores, sino contra los<br />

otros personajes que quieren<br />

oprimirlo, porque la realidad,<br />

como diría Lukács en su Teoría de<br />

la novela, el mundo no alcanza<br />

a llenar el espacio de su Ser. Así,<br />

Fiasco termina descubriendo que<br />

la Libertad tiene como cuna el<br />

Amor, y por ello es tan difícil el<br />

Libre Albedrío.<br />

Como actor, Óscar Flores despliega<br />

todo el conocimiento histriónico<br />

acumulado a lo largo de su carrera:<br />

a la sinceridad en la vivencia del<br />

actor, que pedía Stanislavsky<br />

en Un actor se prepara, se une<br />

el control histriónico que exigía<br />

Denis Diderot en su Paradoja<br />

del comediante. Cada gesto es<br />

preparado minuciosamente,y,<br />

al mismo tiempo, sentido<br />

vivencialmente en toda su<br />

plenitud. ¡Un alarde verdadero<br />

de histrionismo! Pero, además de<br />

autor y actor, en este espectáculo<br />

debe apreciarse a Óscar Flores<br />

también como director.<br />

De la caja-maleta, veliz de mago,<br />

surgen los objetos como por<br />

arte de magia sorprendiendo<br />

al público. Voltea de revés los<br />

papeles de “público” y “actor”,<br />

haciendo del escenario, la<br />

realidad, y de la luneta, la ficción<br />

Tal concepción dramática lo<br />

acerca, como director, a Jerzy<br />

Grotowski, para quien el teatro<br />

no era un fin en sí mismo, sino<br />

“un vehículo, un medio de<br />

autoestudio, de autoexploración,<br />

una posibilidad de salvación”.<br />

En resumen, asistir a este<br />

Crepúsculo es una experiencia<br />

vital, no sólo estética, que<br />

enriquece la visión del mundo<br />

del espectador, su capacidad de<br />

observación de la realidad y de su<br />

propio “Yo”.

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